Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)

por **Angel Auditore** Dom Ago 28, 2016 4:30 pm

Oscuridad, silencio, es lo único que se encuentra en esa habitación a esas horas de la noche. Era el momento perfecto para meditar ante tal tranquilidad, recuperar mi energía y relajar los músculos de mi cuerpo con la tibia agua que se encontraba en la bañera. Permanecí sentado, dejándome disfrutar de la fragancia de aquel jabón que había utilizado para limpiar la suciedad de mi piel, mis ojos cerrados, dejando que la punta de mis largas pestañas se hiciera sentir al contacto con mi piel. Estaba cansado, demasiadas noches de desvelo por culpa de mis obligaciones en el centro de Paris. Y sin mas, mis pensamientos se desviaron a la ùltima noche que vi a mi padre.

No tenía porque pensar en él, lo sabía perfectamente, no podìa dejar que aquellos remordimientos se hicieran presentes nuevamente pero aún así podía decirse que extrañaba su rara personalidad. Sí, lo sabía perfectamente, tenía que salir de ahí esa noche con uno de mis trajes de gala, subir a mi carruaje que me dejaría en el palacio Real para la fiesta a la que se me había invitado.

No era que no me agradaran esas cosas, que no se me diera fingir como la mayoría de las personas en ese lugar, pero simplemente no era lo que a mí me gustaba hacer, pero entendía, debía de ser un caballero en busca de encontrar una buena esposa para continuar con el legado de mi familia, así como negocios que me ayudaran a incrementar la fortuna que ya tenía. Volví a suspirar a la vez que mi cabello húmedo caía a mis costados pegándose contra mi piel, la imagen en aquel espejo donde me observaba solo se podía ver a un hombre joven cansado, esos ojos grises que poseía aún eran portadores de un brillo que me animaban a continuar, a seguir con el objetivo que me había puesto al llegar a esta enorme ciudad.

Eran bien sabido entre los cazadores que entre tanto noble, hombres y mujeres de clase alta, se escondían seres diferentes, lamentablemente ante la influencia de su dinero y poder era difícil acceder a ellos, pero no imposible. Desde que la tragedia con mi familia había sucedido, tenía en mente que alguien con influencia había sido el culpable de todo ello, vamos, mi familia había acabado y separado a muchos clanes de vampiros y brujos que terminarían viniendo por mí, y por más que tratara de ocultar mi verdadera naturaleza, en muchos casos no era posible.

Sonreí al llegar, salude y fui presentado con algunos otros nobles y personas influyentes de la sociedad francesa, las reverencias por mi parte así como alguno que otro coqueteo no se hicieron esperar cuando caminaba por toda esa gente que mostraba sus mejores galas en el Palacio. Siempre había sido fácil para mí entablar conversación con la gente, sonreír ante traviesas sonrisas que jóvenes doncellas me dedicaban, así como alagar a personas que sabía a la perfección podrían ayudarme si me metía en su círculo.

-Baronesa....- anuncio un heraldo a una recién llegada haciendo resonar su voz entre las platicas de la gente, mi mirada pasaba una que otra vez a los recién llegados mientras que asentía a mi acompañante, un viejo caballero, dueño de una de las galerías más importantes en toda Francia- Tal vez le gustaría conocer a las personas de las que hemos estado hablando, sin duda beneficiará sus negocios el ampliar un poco más su círculo social- volvió a hablar el caballero mientras mi vista no lo abandonaba.

-No creo que sea prudente, posteriormente avanzada la velada podría ser- hable, levante la copa de brandy que llevaba entre mi mano y un ligero gesto de asentimiento de mi cabezo basto para despedirme del sujeto.

por **Romana Warwick** Lun Ago 29, 2016 7:56 pm

La mujer había vuelto a Paris. Decir que conocía la ciudad se podía quedar corto ante el conocimiento que algo mas de siglo y medio de vida podia dar a una persona. Bien era sabido por la mujer, que no era la mas longeva vampiresa existente. De hecho, antes de morir, su creador tuvo la decencia de comentarle que era un vampiro que tenia medio milenio de vida.
A Romana le costaba encontrar que hacer en ocasiones. Salvo cuando se tenia que alimentar, que hay sabia bien como hacer, y las misiones, el resto del tiempo, en la mayoría de casos, no sabia que hacer con ese tiempo. Dado claramente porque llevaba fatal su condición. A pesar de que servia de poco de día, dado que salvo en Inglaterra, ya que tenia su residencia acomodada para pasar el día, de viaje debía ocultarse en un ataúd, cosa que la limitaba, ya que últimamente viajaba bastante.

Esa noche, había una fiesta en el palacio real. Romana adoraba los actos sociales. Desprendían ese calor humano que la vampiresa buscaba, cuando la necesidad de sangre no era apremiante en ella. No era su obligación ni tampoco tenia una necesidad apremiante, pero igualmente, no tardo en prepararse con un elegante vestido, aunque no demasiado amplio, era bastante movil, bajo el cual, nunca faltaba como mínimo, una daga -nunca se sabia cuando podría necesitarse.- y acompañada de su fiel sirviente, el cual la acompañaba únicamente como muestra de poder adquisitivo. Ademas, el tenia otro objetivo. Con una señal de su señora, tenia ordenes de informar de que su señora se encontraba comprometida en Inglaterra. Procuraba no mediar muchas palabras, para que nadie pudiese observar los colmillos de la mujer. Así mismo, buscaba no ser el centro de atencion. Sabia que podía resultar realmente atrayente si ella quería, pero no sabia que alcance podía tener -dado que es una vampiresa "joven".- por lo que prefería mantenerse a cierta distancia en todo momento.

Y si, es de las primeras en llegar, nada mas la noche le permite salir sin peligro, es presentada como una acaudala inglesa de la capital, cuya relación con la Iglesia, era mas que excelente. -ninguna mentira en todo eso.-
Tras hablar con un par de personas, es cuando la mujer se aleja de la gente, y cuanta mas gente va llegando, según avanza la velada, mas se retrae.
En un momento de la noche, la vampiresa decide salir a tomar un poco de aire. Avanza por el lugar de forma "lenta" -eran pasos ligeros, pero no explotaba la velocidad de su condición.- con intención de salir. Se ve detenido por su sirviente. Este tenia cierto trato con Romana como si se tratase de un hijo a su madre. Era un joven que posiblemente no hubiese cumplido los 22 años de edad. Era el hijo del encargado de la mansión inglesa de la vampiresa, y como en su padre, la vampiresa confiaba en el para que la ayudara.
El joven le pide algo para comer en el oído de la mujer. Romana le asiente y le sonríe, fingiendo aprobación ante su comunicado. El chico le señala un balcón con la mirada, y tras asentir una sola vez, se separan. Romana toma un par de copas y un poco de comida, de manera disimulada.

No lo suficiente, ya que un par de personas se fijan en ella y intentan pararla. La mujer, tras responder un par de preguntas, se ausenta, fingiendo que se encontraba algo indispuesta y necesitaba tomar el aire. Su criado suspira cuando la ve regresar con las copas y algo de comida. —Creía que os había pasado algo, mi señora. —comenta el chico. Romana ríe leve y le tiende la copa.
—Debes ir aprendiendo que es complicado que la gente me haga perder el tiempo. —comenta Romana antes de apoyarse en el borde del mismo. Invita al chico a acompañarla.
—Mi señora... ¿Como sois tan buena con nuestra familia? —le pregunta el chico a la mujer. Romana inquiere la cabeza hacia el joven y le dedica una tenue sonrisa, que por un momento, deja entrever sus colmillos. Eso duro apenas, medio segundos.
—Os tengo mucho que agradecer. Tu familia a servido a la mía con lealtad casi como mi linaje lleva siendo fiel a la Iglesia. —le comenta la mujer al chico. El joven asiente con energía. —¿Es que tu padre nunca te ha dicho estas palabras?. —pregunta la mujer con cierto aire curioso. El joven niega con energia.
—Mi padre solo insiste en el hecho de que, mis hermanos y yo deberos serviros. Que... —el chico hace una pausa, algo temeroso. —Que es vital para nuestra supervivencia. —la vampiresa encarna una ceja ante lo que el joven le estaba contando. La mujer pone una mano en el hombro del chico.
—Volveremos pronto a casa. Allí tendré unas palabras con tu padre. —le tiende la poca comida que le había conseguido. El chico se la coge y la apoya en el balcón. —Pero, te aseguro, que el servicio que me prestáis, es mucho mayor de lo que podéis creer. —afirma, alzando la copa, volviendo a sonreirle al chico de forma leve. El le coge la copa y se la intercambia por la suya, ya vacía. Brindan y el chico se la toma y empieza a comer, mientras la mujer observa el cielo de la capital francesa.

De todos los lugares que ya había visto, siempre aparte de su tierra natal, quizá Paris destacaba entre esos lugares a los que siempre volvería en algún momento. Total. Tenia todo el tiempo del mundo para ello.

por **Angel Auditore** Miér Ago 31, 2016 10:14 pm

El bullicio comenzaba a crecer en aquel salón, las voces se perdían fácilmente entre conversación y conversación; el tintineo de copas de cristal constantemente se escuchaba una y otra vez a lo largo del lugar. Miradas acompañadas de guiños, risas sutiles y extravagantes, carraspeos, aplausos... todo era parte del circo de aquella velada. Y como fue pasando la noche fueron llegando las primeras notas musicales a los oídos de todos los invitados ahí presentes; las ondas de los violines, chelos y del piano se trasladaban por el recinto rebotando en cada una de las paredes con tapiz rojizo y adornados dorados.

¿Y qué era lo que este joven banquero hacía?... Se puede decir que absolutamente nada, tal vez eran por los sucesos anteriores a aquella noche donde mis fuertes piernas habían tenido que recorrer gran distancia por los bosques que rodeaban las a fueras de la ciudad en busca de alguna pista de la nueva orden que había recibido por par parte de la inquisición. No es que me quejara del trabajo, al contrario, agradecía tener algo en que distraerme; sin embargo, el estar conviviendo con otros inquisidores no era mi fuerte, por algo había decidido convertirme en un espía desde mi llegada. La experiencia me había dicho que el estar con otras personas o en sus respectivos casos, con seres no humanos en mi trabajo, no era del todo acertado, quien sabe, tal vez era yo y mis supersticiones los que no encajábamos del todo o lo echábamos a perder; la verdad era que siempre en las misiones de pareja alguno de los dos terminaba mal y la mayoría de las veces por querer ser el protagonista terminaba con mi ropa ensangrentada y pegada a mi cuerpo.

Reí para mi tomando otro sorbo de aquella bebida ambar que yacía en mi mano, de cierta forma encontraba divertido el recordar ese tipo de sucesos, aunque cabe aclarar que lo menos divertido era el proceso de curación. Seguí conversando con diferentes personas, una que otra vez coqueteando con mujeres de extravagantes vestimentas mientras me ganaba miradas matadoras de su acompañantes, ¿era una manera de divertirme?... lo era sin duda.

Salí al balcón en un andar taciturno, necesitaba por unos instantes dejar atrás el bullicio del lugar y dejar que el aire frío se colara hasta mis pulmones sin importar que los congelara. Apoye mis brazos de manera encorvada en el barandal de piedra blanca algunos detalles como en el interior era de color dorado y dependiendo la dirección de donde los mirabas podían reflejar con leves destellos la luna y las estrellas. El sonido del aire arrastrando las hojas seca, el cuchicheo de las ramas y arbustos y la suave ráfaga que chocaba contra mis cálidas mejillas eran reconfortables. Un largo suspiro salió de mi labios para posar en ellos una sonrisa ladeada mientras mi vista se posaba en la bebida que sujetaba con mis dos manos, fue ahí cuando caí en cuenta que no me encontraba solo, fue la sombra de una figura no muy lejos de mí que me hizo notar su presencia.

Una dama y un caballero que parecía ser su mozo platicaban sin notar mi presencia, aquel joven no pasaba de tener unos veintitantos y ella a pesar de verse más grande que su acompañante lucía joven y atractiva; en toda mi velada no había visto tan singular belleza que incluso en esos instantes podía jurar que su piel blanca y pálida reflejaba la luz de la luna. Fruncí mi ceño con cierto presentimiento que comenzaba a aparecer en mi pecho y me erguí para caminar hacia donde ambas personas se encontraban charlando, tal parecía que él no se había dado cuenta de mi presencia pero podía asegurar que la bella dama lo había hecho.

-No creo que su buen mozo sea del todo educado bella dama- Su mirada instantes antes se había topado con mis ojos, había cierta oscuridad, unos intrigantes que eran acompañados por unas largas y definidas pestañas que se encontraban en mi dirección. Como toda dama de alta sociedad llevaba un vestido elegante y bello pero a la vez sencillo que se amoldaba completamente a su esbelta figura. Aquel porte de la persona que se encontraba frente a mí muchas mujeres del interior hubieran matado por tenerlo sin alguna duda – Disculpe mi intromisión, pero es de llamar la atención que el joven aquí presente sea el que este comiendo y bebiendo sin que usted lo haga- le dije tratando de corresponder esa mirada que ella dirigía a mí. Había notado cierta tensión en el joven que se encontraba atragantado con su bebida, le sonreí dejando de observar por breves instantes a la mujer parada frente a mí – Debes considerarte un mozo con suerte, no todas las personas tratan así a sus sirvientes.

por **Romana Warwick** Lun Sep 05, 2016 5:07 pm

Una presencia nueva en el balcón que había ocupado con su sirviente no pasaba inadvertida para la vampiresa, pero si que su meta en esos momento era no llamar la atencion, procuro hacer caso omiso, con la esperanza encubierta de que volvería a la fiesta, con, imaginaba que tendría alguna mujer esperándolo en el interior. Era lo que siempre pasaba. En la mayoría de casos los hombres tienen a esa persona especial que no quieren perder, lo que resultaba aliviador en parte, pero esas escenas no provocaban en la vampiresa mas que... amargos recuerdos de cosas que... aunque nunca iba a tener, en ese momento... A veces pensaba en esas cosas, aunque esos pensamientos se esfumaban demasiado rápido.

Su pequeño sirviente, si que, realmente no vio venir al caballero, porque este si que se asusto de la intervención sorpresa del noble. Al verlo, se esconde como un niño, detrás de Romana, esta aprovecha para voltearse, y fijar su mirada en el hombre. No tenia ninguna duda, era un simple noble, el cual, podía leer en su mente, de manera baga, que había llamado la atencion del joven. Se maldice, por haber llamado su atencion. Aunque... no tarda en examinar el porte del hombre con cierto disimulo. Era joven, posiblemente bastante mas que ella. De porte serio y noble, así como su tez, que era la característica de las personas que acudían a esas fiestas. Su pelo negro emitía un leve brillo, dado por la luz de la luna.
Escucha al caballero, guardando una pose tranquila y noble en todo momento, mientras su joven sirviente se colocaba de formas mas... común, detrás de su señora.
—Es un joven inexperto con bastante que aprender, pero es leal. Y es algo que valoro. —comenta la mujer, justo antes de que el caballero se dirigía a su sirviente. El busca la mirada de su señora. Cuando ambos se miran, la mujer asiente una sola vez, autorizando a que respondiera al comentario del hombre.
—La señorita Warwick cuida y protege a nuestra familia a cambio de nuestro servicio. —dice simplemente el joven sirviente. Este no añade nada mas. Se retira del balcón y sale corriendo. Romana tenia un sutil gesto, que, tanto el, como su familia, interpretaban como "vete de aquí y espérame a la salida". Un gesto concreto de los dedos de su mano derecha.

—De hecho, su familia lleva sirviendo a la mía durante siglos. Se cree que, mas o menos desde que mi familia sirve a la Iglesia. —comenta la mujer, acercándose al caballero de manera cortes. Cuando esta se encuentra a una distancia, hace una leve reverencia. —Mi nombre es Romana, Romana Warwick. —se presenta con voz... calmada. Fija su mirada en el caballero durante el gesto y la presentación, como... Al ser una vampiresa joven, no conocía el limite de lo atrayente que podía resultar. No era una mujer fea. De hecho, el entrenamiento de soldado inquisitorial le dejo a la vampiresa, un cuerpo perfectamente contorneado. Aun así, quizá el hecho de... nunca verse en el interés de ser "atrayente" fuese el problema, dado los votos que tomo al ingresar en el ejercito inquisitorial.
En resumen, desconocía a que extremo podía llegar a ser llamativa. Como suele alimentarse de pecadores, y dado que, a esa gente, la consideraba débil de voluntad, Romana estaba convencida que los atraía por su condición de inmortal.

OFF ROL:

por **Angel Auditore** Miér Sep 07, 2016 8:55 pm

La luna se encontraba en lo más alto del cielo y justo esa noche brillaba con mayor intensidad junto a las estrellas a su alrededor, logrando que aquel jardín donde nos encontrábamos luciera más iluminado de lo que en otras ocasiones lo había visto. La brisa seguía jugando con las hojas caídas de los árboles, con las pocas nubes que estaban a la vista y en esos instantes con ese cabello oscuro y sedoso que estaba a unos cuantos pasos míos.

Podía notar ese reflejo en su oscura mirada, aquellas largas y gruesas pestañas definían aún más el contorno de sus bellos ojos que terminaban siendo delineados con un poco de maquillaje en ellos; sus labios, rojos y frondosos se movían con cautela pero sin dejar de entonar cada sílaba con un toque de sensualidad… Enarque una ceja con aquel pensamiento que pasaba por mi cabeza, ¿que era lo que estaba pensando? aquellos pensamientos debía desecharlos lo antes posible.

Cuando ella acabo de hablar me gire nuevamente a ver al muchacho, su sonrojo a pesar de esconderse detrás de la sombra de su ama era notorio a simple vista. De alguna forma era gracioso verlo asustado y detrás del cuerpo de la mujer, la sonrisa que había salido de mis labios pronto quedo en el olvido cuando obtuvo el permiso de ella para contestarme e irse a la a su señal.

Romana Warwick, ¿había escuchado antes ese nombre?. Mis ojos nuevamente buscaron los de mi nueva acompañante que ante una leve reverencia se presentó, le sonreí de manera cortés y me acerque a ella lo suficiente para coger su mano, tal vez era por la helada brisa de la hora, podría ser que tuviera más tiempo fuera de la fiesta de lo que yo llevaba, pero incluso con aquel guante de gala que la cubría, el tacto que debía ser suave y cálido, fue frío. Ninguno se inmuto por lo sucedido y aquel acto que había realizado miles de veces y que de seguro por el cual ella más veces había pasado, sucedió; mis labios besaron ligeramente su mano y mientras me erguía y nuestra mirada se volvía a encontrar susurre – Ángel Auditore de Florencia – el toque italiano de mi lengua madre apareció en las ultimas letras sin dejar duda alguna de mi procedencia.

Un gesto de mi acompañante fue lo que obtuve en señal de aprobación, era una enigma lo que tenía frente a mis ojos, trataba de leer sus expresiones sin éxito alguno y de igual forma sin poder evitar sentirme atraído por su belleza; ¿Cuántos años podía tener?, casi aseguraba que su edad se encontraba alrededor de los treinta… ¿pero qué hacía una mujer así sola en lugar como este? – Espero que mi intromisión con su mozo no haya causado algún problema- volví a hablar sin dejar de sonreírle- En verdad, debe de disculpar mi curiosidad pero fue realmente… como decirlo… extraño- Reí para mí y levante mi mano haciendo una floritura con ella – No me malentienda, lo normal en esta sociedad es dejar a los sirvientes a un lado y no ser tan condescendientes con ellos- la mire y sin descifrarla nuevamente añadí - espero que por mis comentarios no me tome como el clásico patán rico con ínfulas de superioridad.

Volví a reír y me apoye en el barandal de piedra que estaba a nuestro costado – Demasiado parloteo de mi parte, ¿no es cierto? – Termine preguntando enarcando una ceja en su dirección – Pero dígame señorita Warwick, ¿qué es lo que hace una mujer tan bella como usted en esta parte del palacio sin algún caballero?, puedo asegurarle que su pareja debe estar como loco buscándole por todos lados.

Romana Warwick, como se podría describir a una mujer como ella, hipnotizante sin duda alguna, su mirada seguía clavada en mí sin alguna otra expresión que me pudiera dar alguna clase de señal. Y sin entender el por qué me causaba tanta intriga me encontraba ahí parado esperando por su respuesta mientras que en mi cabeza algunas preguntas aparecían y se repetían constantemente. Un leve reflejo de su tés pálida me hizo pensar en sus pasadas palabras, tal vez aun prestaba servicio a la iglesia y sabía perfectamente lo que podría significar, yo era un claro ejemplo de lo que esa oración ocultaba, la iglesia, su pasado, ¿de casualidad era la respuesta a esa actitud tan intrigante de su parte?.

Spoiler:

por **Romana Warwick** Jue Oct 20, 2016 3:17 pm

Ángel Auditore de Florencia. La vampiresa empieza a hacer memoria, en expensas de recordar. Aunque mas bien, es que, el apellido del hombre le activo una zona de su memoria. ¿Podría haber conocido a alguien con ese apellido?. Con un siglo y medio de vida, había pasado demasiada gente a su alrededor. Muchos compañeros caídos en batalla, y muchos otros movidos por el mundo por la causa de la Inquisición. Los pensamientos que podía interpretar de Ángel eran bastante dispersos, pero si que podía ver con claridad que le había causado una enorme impresión en el. Lejos de ser su intención aquella noche, quizá el hombre merecería la atencion de la vampiresa en esa fiesta. Solo que buscase alejar los pensamientos de la atracción que le trasmitía la vampiresa, era también un aliciente. Dado que este se mantenía bastante recto. Estaba acostumbrada a que las personas que caian presa de sus encantos, no aguantasen mucho tiempo firmes.

Agacha la cabeza y le sonríe tras el gesto de la mano de Auditore, mientras este menciona su nombre con un curioso acento, que la vampiresa reconoció rápidamente como italiano. Mientras Ángel hablaba, Romana permanecía en gesto silente, siendo respetuosa con el caballero. Hace un leve gesto de negación nada mas menciona si había causando algún problema la interrupción anterior, cuando su sirviente estaba con ella. Que insistiera en ello, lejos de que le molestara, le pareció mas bien curioso, sobretodo al final, cuando define a las clases elevadas como "patanes ricos con ínfulas de superioridad". Definitivamente, el joven había terminado de llamar la atencion de la vampiresa inglesa. Ríe, casi a la par que Ángel tras ese comentario. Romana se posiciona enfrente de Angel, tras que este se apoye en el barandal de piedra del balcón.

Vuelve a negar cuando le comenta si estaba hablando demasiado. La mujer hace una mueca, justo antes de que el joven volviera a hablar. Ladea la cabeza ante el tema que el joven caballero italiano le estaba exponiendo. La mujer ríe con cierta gracia ante la suposición.
—Querido, lord Auditore. —habla de forma calmada, dejando caer, de forma intencionada, el acento de la capital de Inglaterra. —Aprecio su comentario, pero si me encontraba aquí sola, sin contar a mi sirviente, es porque he venido sin compañía. —comenta con cierto tono gracioso en sus palabras. —Se que es extraño, pero creo que ya se habrá percatado de que no soy... Una dama común.
La mujer da un paso, acortando las distancias con el joven italiano. En ese preciso momento, toda la atencion de la vampiresa estaba sobre el caballero italiano. Su mente resultaba interesante, y sobretodo, la noche se presentaba interesante.

—Lo mismo podría decir de usted, Auditore. Un joven tan... encantador. ¿No habrá por el lugar una joven dama que se estará preguntado donde esta su flamante pareja del día de hoy?—la mujer le devuelve la pregunta con un suave tono, siento bastante encantadora en sus palabras, asi como algunas expresiones de su cuerpo. Aunque leves, sabia que estaba fijándose en sus acciones, por lo que pretendia darle en lo que pensar en ese momento. Vuelve a acortar distancias.
—Ya veo... —dice, con un tono leve, tal y como si se le apenara. —Es una verdadera lastima. La soledad es una buena amiga, dependiendo de la situación en la que nos encontremos. —comenta la mujer en tono serio, y porque no decirlo, algo solemne. Romana lleva su mano derecha a su mejilla derecha, mientras ladea la cabeza, como si le pesara. Le habían enseñado, que de vez en cuando, debía hacer algunos gestos para aparentar lo mas "humana" posible ante los demás. Habia algunas cosas que hacia ya como tics. Otras, eran simplemente cosas de las que se acordaba en un momento en concreto.

La brisa empezaba a ser mas fuerte. Lejos de que a Romana eso le afectase, observa como su pelo se movía. Endera sus brazos por debajo de su pecho, esbozando un suave gesto dulce. —Este lugar, aunque hermoso, creo que seria mejor un lugar mas abrigado. Aunque, si le parece bien al caballero, podriamos buscar algo apartado para seguir hablando. —comenta, usando en la ultima palabra un tono, aunque extremadamente sutil, era irónico. Como queriendo suponer que podrían hacer algo mas que hablar. Todo dependería de el. De lo que fuera capaz de resistir. A diferencia de otras ocasiones, ella no ejercería ningún tipo de presión en cuanto a lo... atrayente que podría ser. Si bien era un pasatiempo para la inquisidora, el llevar a cualquiera por algunos malos caminos, había algo que le decía que Ángel Auditore no seria un simple pasatiempo esa noche. No sabría como explicarlo con total certeza. Lo que estaba claro es que todo lo que pasara esa noche seria gratamente interesante.

por Contenido patrocinado

Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)

Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)

Re: Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)

Re: Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)

Re: Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)

Re: Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)

Re: Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)

Re: Velada... ¿Aburrida o excitante? (LIBRE)