AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Aburrida y sola (libre)
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Aburrida y sola (libre)
Sonriendo sumerjo en mi garganta el burdeo del alcohol. Estoy en mi cuarto, sentada en una silla y con una pierna apoyada en el posabrazos de ésta. Visto un suave corsé negro a juego con una liga, y mis pies descalzos se mueven al son de mis latidos al respirar. No sé qué espero, soy nueva en este burdel y nunca he estado con la clientela de aquí. Supongo que sería lo peculiar; hombres ebrios, ancianos sin haber hecho el amor desde Dios sabe cuando, muchachos que todavía no han conseguido cortejar a su bella dama o que simplemente antes de desflorarla prefieren practicar antes...
Sonrio mientras bebo otro sorbo de mi copa de vino, me la traje conmigo desde Alemania, es dulce y siempre deja un sabroso regustillo en los labios, para luego dejarlos sin sabor pasando lentamente la lengua por éstos. Comienzo a pesar en mi hermana mientras me veo en el espejo, todavía no había ido a buscarla, tal vez porque hoy es mi primer día en Paris y quiero acomodarme antes de pasar a la acción. Pero tengo ansias de verla, de tocarla, de abrazarla y sentir que tengo una familia a la que querer. Mi mente hace que de un impulso hacía el espejo para tocar el reflejo de mi rostro. "Me parecía tanto a ella... ¿Cómo será ahora?..." Suspiraba entre mis pensamientos. Me percato de que no me he puesto colorete y rápidamente abro el cajón que contiene todas mis pinturas.
Se acecan las nueve de la noche y lo único con lo que me puedo divertir es ondeando entre mi dedo algunos mechones de mi oscuro cabello. Aburrida y sola...
Sonrio mientras bebo otro sorbo de mi copa de vino, me la traje conmigo desde Alemania, es dulce y siempre deja un sabroso regustillo en los labios, para luego dejarlos sin sabor pasando lentamente la lengua por éstos. Comienzo a pesar en mi hermana mientras me veo en el espejo, todavía no había ido a buscarla, tal vez porque hoy es mi primer día en Paris y quiero acomodarme antes de pasar a la acción. Pero tengo ansias de verla, de tocarla, de abrazarla y sentir que tengo una familia a la que querer. Mi mente hace que de un impulso hacía el espejo para tocar el reflejo de mi rostro. "Me parecía tanto a ella... ¿Cómo será ahora?..." Suspiraba entre mis pensamientos. Me percato de que no me he puesto colorete y rápidamente abro el cajón que contiene todas mis pinturas.
Se acecan las nueve de la noche y lo único con lo que me puedo divertir es ondeando entre mi dedo algunos mechones de mi oscuro cabello. Aburrida y sola...
Invitado- Invitado
Re: Aburrida y sola (libre)
Llevaba un día de lo más extraño, no conseguia lo que pretendia en uno de los cuadros. Asi que había salido de la Academia algo aturdido, demasiadas horas con el pincel en la mano y aún seguía en pie, requería un descanso urgentemente. Como siempre iba por las calles con mi maletín en la mano, serían ya las nueve de la noche, una buena hora.
Un hombre bien trajeado que por allí había me tendió una tarjeta, la leí, “Venid y recibiréis una copa gratis.”
- Parece que hablamos el mismo idioma.- dije con una sonrisa. Me quedé mirando la tarjeta más atentamente, era en el local de Agathe Martell, “qué recuerdos.” pensé llevándome la mano a la cabeza.
Yo nunca había sentido la necesidad de pedir servicios íntimos en un burdel, pero oye, si me daban una copa gratis, al fin del mundo que iba a por ella.
Entré por la puerta sin llamar la atencion, me fije en que ya se estaba llenando, muchos de ellos habrían entrado atraídos por las tarjetitas que animaban a entrar, o quizá no, y yo era el único ¿aprovechado?.
Fui a la barra y pedí un Bourbon, sí, me encantaba. Me humedecí los labios con el delicoso líquido, “Esto era lo que necesitaba” suspiré y me quedé sentado en uno de los asientos con la mejilla apoyada en mi brazo, ¿podría dormirme allí? Dejé el maletín a mis pies, y entrecerre los ojos.
Los olores me embriagaban, seguro que se esparcían apropósito para tentar al personal, sonrei.
Un hombre bien trajeado que por allí había me tendió una tarjeta, la leí, “Venid y recibiréis una copa gratis.”
- Parece que hablamos el mismo idioma.- dije con una sonrisa. Me quedé mirando la tarjeta más atentamente, era en el local de Agathe Martell, “qué recuerdos.” pensé llevándome la mano a la cabeza.
Yo nunca había sentido la necesidad de pedir servicios íntimos en un burdel, pero oye, si me daban una copa gratis, al fin del mundo que iba a por ella.
Entré por la puerta sin llamar la atencion, me fije en que ya se estaba llenando, muchos de ellos habrían entrado atraídos por las tarjetitas que animaban a entrar, o quizá no, y yo era el único ¿aprovechado?.
Fui a la barra y pedí un Bourbon, sí, me encantaba. Me humedecí los labios con el delicoso líquido, “Esto era lo que necesitaba” suspiré y me quedé sentado en uno de los asientos con la mejilla apoyada en mi brazo, ¿podría dormirme allí? Dejé el maletín a mis pies, y entrecerre los ojos.
Los olores me embriagaban, seguro que se esparcían apropósito para tentar al personal, sonrei.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Aburrida y sola (libre)
El pelo me aburre cada vez más, treinta minutos en una misma estancia hacen que quiera salir. Me calzó y me coloco una falda larga y roja. Termino de beberme el último buche de la copa de vino y me levanto andando suavemente hacia la puerta de entrada. La abro y me encuentro con un hombre de unos cuarenta años quieriendo pegar a una chiquilla de allí. Me di cuenta de que ella no era una prostituta, sería estranjera y no tendría ni idea de dónde se habría metido.
Rápidamente entré en mi habitación y cogí el primer perfume que encontré para posteriormente encontrarme frente el borracho y echárselo a la cara.
- ¿Se encuentra bien, señorita? - intento articular mis palabras silenciosa y lentamente para hacerla confiar. - Es mejor que entre en mi camerino y espere hasta que yo vuelva, ¿De acuerdo?
Ella asiente confusa, y llorando entra acompañada de mi mano a mi habitación. Se tumba en la cama y me doy cuenta de que tiene dos o tres moretones en el brazo cuello y un poco más arriba del escote. Le sirvo un vaso de vino para que se tranquilice y me despedo de ella cerrando la puerta con llave para que nadie se le ocurriese entrar.
Desciendo rápidamente las escaleras y me encuentro con el típico burdel. Me lo esperaba así por lo tanto me meto en mi papel, en la persona que no soy pero que por obligación tengo que ser.
SIgo andando tranquilamente, echando miradas a los hombres que me interesan y que veo que tienen mejor situación económica que los otros, a los que ignoro completamente. Me dirijo hacia la barra donde me percato de un hombre de... clase media se podría decir, está bebiendo allí. Lo analizo tímidamente viendo que no parece ser de los muchachos que vienen a estos lares por gusto.
- Perdone, ¿puedo acompañarle? - le pregunto sonriendo y llamando la atención del camarero para que me sirva una copa de vino.
Rápidamente entré en mi habitación y cogí el primer perfume que encontré para posteriormente encontrarme frente el borracho y echárselo a la cara.
- ¿Se encuentra bien, señorita? - intento articular mis palabras silenciosa y lentamente para hacerla confiar. - Es mejor que entre en mi camerino y espere hasta que yo vuelva, ¿De acuerdo?
Ella asiente confusa, y llorando entra acompañada de mi mano a mi habitación. Se tumba en la cama y me doy cuenta de que tiene dos o tres moretones en el brazo cuello y un poco más arriba del escote. Le sirvo un vaso de vino para que se tranquilice y me despedo de ella cerrando la puerta con llave para que nadie se le ocurriese entrar.
Desciendo rápidamente las escaleras y me encuentro con el típico burdel. Me lo esperaba así por lo tanto me meto en mi papel, en la persona que no soy pero que por obligación tengo que ser.
SIgo andando tranquilamente, echando miradas a los hombres que me interesan y que veo que tienen mejor situación económica que los otros, a los que ignoro completamente. Me dirijo hacia la barra donde me percato de un hombre de... clase media se podría decir, está bebiendo allí. Lo analizo tímidamente viendo que no parece ser de los muchachos que vienen a estos lares por gusto.
- Perdone, ¿puedo acompañarle? - le pregunto sonriendo y llamando la atención del camarero para que me sirva una copa de vino.
Invitado- Invitado
Re: Aburrida y sola (libre)
- Perdone, ¿puedo acompañarle? – Levantó mi cabeza del brazo para saber si era a mí a quien se estaba refiriendo. Era una joven con una larga falda roja, yo achiqué los ojos para verla mejor. Estaba pidiendo una copa de vino, yo asentí con la cabeza con una media sonrisa.
Miré hacia el frente para tomar un nuevo sorbo de mi Bourbon, lo dejé en la mesa de un golpe, no muy audible por la música que sonaba a mí alrededor. Giré mi cabeza lentamente para mirar a la joven no muy descaradamente.
¿Sería una muchacha del local o…? ¡Pues claro que era una muchacha del local! ¿Por qué me hacia esas estúpidas preguntas?
Su rostro reflejaba la mascara que toda trabajadora de burdeles debía mostrar, siempre me inquietaba, me parecían tan irreales, me crispaban los nervios.
De nuevo alcé mi Bourbon para brindar con la copa de lamuchacha. – ¡Chin, chin!- exclamé riéndome. Me lo acabé de un trago, así que pedí al camarero con un movimiento de cabeza que me pusiera otro. Apoyé mi codo sobre la barra y giré mi torso en dirección a la muchacha.
- ¿Cómo os llamáis? – pregunté educadamente. No sabía si se habría tomado eso como una petición de sus servicios, pero bueno, no tenía nada que hacer.
– Gerard.- dije simplemente mientras inclinaba mi cabeza.
Miré hacia el frente para tomar un nuevo sorbo de mi Bourbon, lo dejé en la mesa de un golpe, no muy audible por la música que sonaba a mí alrededor. Giré mi cabeza lentamente para mirar a la joven no muy descaradamente.
¿Sería una muchacha del local o…? ¡Pues claro que era una muchacha del local! ¿Por qué me hacia esas estúpidas preguntas?
Su rostro reflejaba la mascara que toda trabajadora de burdeles debía mostrar, siempre me inquietaba, me parecían tan irreales, me crispaban los nervios.
De nuevo alcé mi Bourbon para brindar con la copa de lamuchacha. – ¡Chin, chin!- exclamé riéndome. Me lo acabé de un trago, así que pedí al camarero con un movimiento de cabeza que me pusiera otro. Apoyé mi codo sobre la barra y giré mi torso en dirección a la muchacha.
- ¿Cómo os llamáis? – pregunté educadamente. No sabía si se habría tomado eso como una petición de sus servicios, pero bueno, no tenía nada que hacer.
– Gerard.- dije simplemente mientras inclinaba mi cabeza.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Aburrida y sola (libre)
Es un muchacho curioso, me gustó cuando brindó la copa de Bourbon con la mía, aunque en ese momento no sabía por qué lo hacía.
En su mirada puedo denotar que no era el típico muchacho que pedía habitualmente los servicios de una prostitua, por lo que espero tranquilamente evitando ser la típica ramera que se echa en los brazos del primero que pase que quiere ser caballeroso, si esta noche no saco nada de dinero la verdad, no me importa pues es mi primera noche en este lugar y no soy de cara conocida.
- ¿Cómo os llamáis? - preguntó caballerosamente, le dediqué una sonrisa y cuando él dijo su nombre, Gerard, respondí tranquilamente después de un sorbo de vino - Aliena, mi nombre es Aliena. Mucho gusto. - Y sonrio de nuevo mientras inclino una mano para estrechársela, no suelo tener ese tacto con los hombres pero comprendo que él no necesitará mis servicios, aunque tampoco sé porqué ha venido a este lugar si no busca esa satisfacción. Decido dejar de pensar y le pregunto con sutileza:
- ¿Qué le trae por estos lares, Gerard? - Su mirada hace reflejar inseguridad.
Y espero a que me estreche la mano, sonriente.
En su mirada puedo denotar que no era el típico muchacho que pedía habitualmente los servicios de una prostitua, por lo que espero tranquilamente evitando ser la típica ramera que se echa en los brazos del primero que pase que quiere ser caballeroso, si esta noche no saco nada de dinero la verdad, no me importa pues es mi primera noche en este lugar y no soy de cara conocida.
- ¿Cómo os llamáis? - preguntó caballerosamente, le dediqué una sonrisa y cuando él dijo su nombre, Gerard, respondí tranquilamente después de un sorbo de vino - Aliena, mi nombre es Aliena. Mucho gusto. - Y sonrio de nuevo mientras inclino una mano para estrechársela, no suelo tener ese tacto con los hombres pero comprendo que él no necesitará mis servicios, aunque tampoco sé porqué ha venido a este lugar si no busca esa satisfacción. Decido dejar de pensar y le pregunto con sutileza:
- ¿Qué le trae por estos lares, Gerard? - Su mirada hace reflejar inseguridad.
Y espero a que me estreche la mano, sonriente.
Invitado- Invitado
Re: Aburrida y sola (libre)
Aliena, ese era su nombre, curioso para mí, siempre me quedaba pensativo al oír nombres ajenos, pensando de dónde podían proceder, es cierto, se aprenden muchas cosas de los nombres. ¿Quién hace a la persona? ¿El nombre? ¿O la misma persona en sí? Lo respondería más tarde. Acercó su mano para estrecharla con la mía, en un gesto bastante inusual en una mujer en general, no por ser de esa condición, yo se la estreché suavemente con una sonrisa llena de bondad.
- ¿Qué le trae por estos lares, Gerard? – Lo que distingo en su rostro me hace dudar de la seguridad de sus actos, ¿sería nueva? No lo sabía, aunque sinceramente tampoco lo preguntaría, no sería correcto. Me humedecí los labios un segundo antes de contestar.
- Para ser sincero… me trae una tarjetita que van dando por la calle, y me he dicho… ¿por qué no? – sonreí desviando la mirada hacia el camarero, el cual conocía de la vez anterior que fui a caer allí, sin intención ninguna, pero que realmente no fue una mala noche, los dibujos en movimiento se hacen mejor en sitios donde el baile no falte. Dejé mis codos sobre la barra, y con mis cinco dedos cogí del borde mi vaso, moviéndolo en círculos. – Una copa no me vendrá mal…- dije más para mí mismo. – Aliena…- murmuré mirando el liquido dorado, sonreí de medio lado, podría decirse que estaba pensativo, pero no era así, estaba bastante relajado, con la mente en blanco. - ¿Cuántos años tenéis? – Ahora sí que estaba sonriendo abiertamente, giré mi cabeza para mirar a la joven. – Lo siento, que poco caballeroso soy… Se me había olvidado que es de mala educación preguntar la edad a las mujeres. – eso me pasaba por dejarme llevar, pero bueno... había reculado a tiempo.
¿Qué había hecho trabajar a esta muchacha en un burdel?, me pregunté.
- ¿Qué le trae por estos lares, Gerard? – Lo que distingo en su rostro me hace dudar de la seguridad de sus actos, ¿sería nueva? No lo sabía, aunque sinceramente tampoco lo preguntaría, no sería correcto. Me humedecí los labios un segundo antes de contestar.
- Para ser sincero… me trae una tarjetita que van dando por la calle, y me he dicho… ¿por qué no? – sonreí desviando la mirada hacia el camarero, el cual conocía de la vez anterior que fui a caer allí, sin intención ninguna, pero que realmente no fue una mala noche, los dibujos en movimiento se hacen mejor en sitios donde el baile no falte. Dejé mis codos sobre la barra, y con mis cinco dedos cogí del borde mi vaso, moviéndolo en círculos. – Una copa no me vendrá mal…- dije más para mí mismo. – Aliena…- murmuré mirando el liquido dorado, sonreí de medio lado, podría decirse que estaba pensativo, pero no era así, estaba bastante relajado, con la mente en blanco. - ¿Cuántos años tenéis? – Ahora sí que estaba sonriendo abiertamente, giré mi cabeza para mirar a la joven. – Lo siento, que poco caballeroso soy… Se me había olvidado que es de mala educación preguntar la edad a las mujeres. – eso me pasaba por dejarme llevar, pero bueno... había reculado a tiempo.
¿Qué había hecho trabajar a esta muchacha en un burdel?, me pregunté.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/06/2010
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Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Aburrida y sola (libre)
Sonrío mientras me habla. Desde que vi su rostro me había parecido alguien inusual por allí, pero comprendo porqué está aquí, pues.
Dejo que el vino sobrante se vierta sobre mi garganta hasta llegar al interior de mi cuerpo. Lo miro de reojo y aprecio sus rizados cabellos, oscuros. Casi todos los hombres que había conocido eran personajes rubios o calvos en su defecto.
- No pasa nada por preguntar - sonreí. - En este lugar la verdad es que una pregunta es lo menos usual que se hace. - Suspiré, y al llamar la atención del camarero para pedirle otra copa, alzo de nuevo la voz. - Tengo dieciocho años, pero a mi pesar he vivido más de lo que una mujer de una edad más avanzada lo ha hecho.Sonreí de nuevo, melancólicamente. Desvié la vista hacia el camarero y le susurré que me trajera una copa de jinebra. Y cuando éste asintió, bajé la mirada, rememorando sin querer lo que sufrí tiempo atrás.
Dejo que el vino sobrante se vierta sobre mi garganta hasta llegar al interior de mi cuerpo. Lo miro de reojo y aprecio sus rizados cabellos, oscuros. Casi todos los hombres que había conocido eran personajes rubios o calvos en su defecto.
- No pasa nada por preguntar - sonreí. - En este lugar la verdad es que una pregunta es lo menos usual que se hace. - Suspiré, y al llamar la atención del camarero para pedirle otra copa, alzo de nuevo la voz. - Tengo dieciocho años, pero a mi pesar he vivido más de lo que una mujer de una edad más avanzada lo ha hecho.Sonreí de nuevo, melancólicamente. Desvié la vista hacia el camarero y le susurré que me trajera una copa de jinebra. Y cuando éste asintió, bajé la mirada, rememorando sin querer lo que sufrí tiempo atrás.
Invitado- Invitado
Re: Aburrida y sola (libre)
No se tomó a mal que se me hubiese escapado el preguntarle su edad. Pidió otra copa, me sorprendió, porque no era muy usual ver a una mujer beber dos copas seguidas, ¿ginebra? Vaya, no es lo más suave que puedes pedir, pero seguro que ella ya lo sabía.
-¿Dieciocho?- dije pensativo… y después de lo que dijo no me imaginé qué tan malo debió pasarle en su vida para acabar así con tanto recorrido a su espalda, siendo una muchacha en la flor de la vida.
- Hay veces que esa madurez es buena ante éste mundo que no deja de poner tabas. – dije sin pensar, ¿intentaba animarla? No lo parecía.- Pero otras veces… perder esa juventud, ese espíritu tan brillante que emana de tu propio ser… es tan triste. – suspiré con la cabeza ladeada, mirando los cristales que había en el techo.
– Pero óigame, nunca es tarde para abrir las ventanas de vuestro alma. – Giré la cabeza y miré al frente, cogí el vaso y bebí. Al terminarla me giré y la miré con una sonrisa renovada.
Cuando iba a hablarle de nuevo, un revuelo se estaba comenzando a originar al fondo del local, yo me alarmé, esto se notó en mi rostro.
– No me está gustando la que se está formando allí…
Una silla se rompió en pedazos al ser empotrada contra la pared, los vasos volaron por los aires, el alboroto fue en aumento. Me quedé a cuadros al ver toda esa vorágine de locura. Sin pensarlo dos veces cogí de la mano a la joven Aliena, le hago una señal con la mano para que me acompañe. Quizá me empujase por el atrevimiento, pero no era un lugar seguro para nadie.
Salimos a la calle, yo intenté recuperar el aliento apoyándome contra un muro de ladrillos.
-No sabe uno…cuando van a pasar este tipo de cosas.- comentó mirando a la joven, con una sonrisa.
-¿Dieciocho?- dije pensativo… y después de lo que dijo no me imaginé qué tan malo debió pasarle en su vida para acabar así con tanto recorrido a su espalda, siendo una muchacha en la flor de la vida.
- Hay veces que esa madurez es buena ante éste mundo que no deja de poner tabas. – dije sin pensar, ¿intentaba animarla? No lo parecía.- Pero otras veces… perder esa juventud, ese espíritu tan brillante que emana de tu propio ser… es tan triste. – suspiré con la cabeza ladeada, mirando los cristales que había en el techo.
– Pero óigame, nunca es tarde para abrir las ventanas de vuestro alma. – Giré la cabeza y miré al frente, cogí el vaso y bebí. Al terminarla me giré y la miré con una sonrisa renovada.
Cuando iba a hablarle de nuevo, un revuelo se estaba comenzando a originar al fondo del local, yo me alarmé, esto se notó en mi rostro.
– No me está gustando la que se está formando allí…
Una silla se rompió en pedazos al ser empotrada contra la pared, los vasos volaron por los aires, el alboroto fue en aumento. Me quedé a cuadros al ver toda esa vorágine de locura. Sin pensarlo dos veces cogí de la mano a la joven Aliena, le hago una señal con la mano para que me acompañe. Quizá me empujase por el atrevimiento, pero no era un lugar seguro para nadie.
Salimos a la calle, yo intenté recuperar el aliento apoyándome contra un muro de ladrillos.
-No sabe uno…cuando van a pasar este tipo de cosas.- comentó mirando a la joven, con una sonrisa.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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Re: Aburrida y sola (libre)
De repente mi corazón da un giro de 180 grados.
El burdel se está convirtiendo en un completo desastre, todo se originó de una bofetada que una mujer le dio a un borracho. Al ver las pintas de la chica - mientras Gerard me hablaba - me di cuenta de que no trabajaba en este sitio.
Mi cabeza comienza a darme vueltas, no sé qué puedo hacer, la jinebra debe de haberme sentado mal y soy completamente incapaz de moverme. Pero justamente cuando mis ojos encontraron una pata de alguna silla que iba en mi dirección , algo me tira de la mano provocando que saliera de aquel burdel de mala muerte.
Ahora nos encontramos fuera de ese sitio. Mi acompañante, Gerard se encuentra casi sin aliento, con una mano apoyada en el muro del edificio. "Quien me ha salvado de una muerte casi segura en aquel sitio de mala suerte está ahí" Me digo en mi interior cuando noto que yo también estoy sin respiración. Pero eso no me supone problema, estoy alegre porque aquel desconocido me ha salvado la vida, porque no soy una simple prostituta, sino una persona.
Sin pensarlo dos veces, corro hacia él y le planto el abrazo más profundo que jamás he dado, con una sonrisa en los labios y susurrando gracias alegremente. No me doy cuenta de si quiere que me aparte o no. Pero por una vez en la vida alguien se ha preocupado por mí. Me doy cuenta de lo que estoy haciendo y me aparto rápida y bruscamente adoptando cara de horror.
- ¡Lo siento, lo siento! No quería... - Intento explicarme. - ...Es que nunca se han preocupado por... - Mis palabras se extravian de la incomodidad que estoy pasando. - Será mejor que me... - Pero recuerdo algo. Algo que es mi responsabilidad.
De nuevo mi impulso me la juega y me adentro en aquel pandemonium.
Dentro descubro de que los ebrios están subiendo las escaleras para llegar a los camerinos, y con una nota de valentía comienzo a correr hasta llegar a la escalera, donde algunos intentan abusar de mí cuando otros les pegan un puñetazo.
Pero eso no me supone ningún problema, soy ágil y puedo esquivar a algunos, y así llego a la puerta de mi dormitorio. Lo abro de una patada y encuentro a la chica encogida como un ovillo, llorando.
La cojo del brazo y ahora me encamino escaleras abajo hasta llegar a la salida. No me percaté de si estaba o no Gerard, pero sí me preocupé por la chica.
- ¡Corre a el primer hostal que encuentres! - le gritaba a la muchacha.
Ésta, llorando asiente y se despide con la mano. Echa a correr mirando de vez en cuando hacia atrás.
Ahora soy yo quien se apoya contra un muro, exhausta, sin ganas de correr más.
El burdel se está convirtiendo en un completo desastre, todo se originó de una bofetada que una mujer le dio a un borracho. Al ver las pintas de la chica - mientras Gerard me hablaba - me di cuenta de que no trabajaba en este sitio.
Mi cabeza comienza a darme vueltas, no sé qué puedo hacer, la jinebra debe de haberme sentado mal y soy completamente incapaz de moverme. Pero justamente cuando mis ojos encontraron una pata de alguna silla que iba en mi dirección , algo me tira de la mano provocando que saliera de aquel burdel de mala muerte.
Ahora nos encontramos fuera de ese sitio. Mi acompañante, Gerard se encuentra casi sin aliento, con una mano apoyada en el muro del edificio. "Quien me ha salvado de una muerte casi segura en aquel sitio de mala suerte está ahí" Me digo en mi interior cuando noto que yo también estoy sin respiración. Pero eso no me supone problema, estoy alegre porque aquel desconocido me ha salvado la vida, porque no soy una simple prostituta, sino una persona.
Sin pensarlo dos veces, corro hacia él y le planto el abrazo más profundo que jamás he dado, con una sonrisa en los labios y susurrando gracias alegremente. No me doy cuenta de si quiere que me aparte o no. Pero por una vez en la vida alguien se ha preocupado por mí. Me doy cuenta de lo que estoy haciendo y me aparto rápida y bruscamente adoptando cara de horror.
- ¡Lo siento, lo siento! No quería... - Intento explicarme. - ...Es que nunca se han preocupado por... - Mis palabras se extravian de la incomodidad que estoy pasando. - Será mejor que me... - Pero recuerdo algo. Algo que es mi responsabilidad.
De nuevo mi impulso me la juega y me adentro en aquel pandemonium.
Dentro descubro de que los ebrios están subiendo las escaleras para llegar a los camerinos, y con una nota de valentía comienzo a correr hasta llegar a la escalera, donde algunos intentan abusar de mí cuando otros les pegan un puñetazo.
Pero eso no me supone ningún problema, soy ágil y puedo esquivar a algunos, y así llego a la puerta de mi dormitorio. Lo abro de una patada y encuentro a la chica encogida como un ovillo, llorando.
La cojo del brazo y ahora me encamino escaleras abajo hasta llegar a la salida. No me percaté de si estaba o no Gerard, pero sí me preocupé por la chica.
- ¡Corre a el primer hostal que encuentres! - le gritaba a la muchacha.
Ésta, llorando asiente y se despide con la mano. Echa a correr mirando de vez en cuando hacia atrás.
Ahora soy yo quien se apoya contra un muro, exhausta, sin ganas de correr más.
Invitado- Invitado
Re: Aburrida y sola (libre)
Cuando estaba recuperándome del susto, me hallé entre los brazos de la joven, me quedé paralizado “¿Qué le ha pasado?”
Pensé que a lo mejor se había abrazado a mí por miedo, o yo que sé qué. Me quedé con los brazos rígidos. Ese abrazo no fue uno cualquiera, lo pude notar por la presión que ejercía en mi pecho, y por la sonrisa que se dibujaba en su rostro. “¿Gracias?” me pregunté mientras intentaba aclararme.
A escasos segundos se apartó de mi, su rostro se alteró de tal manera que no supe el motivo.
- ¡Lo siento, lo siento! No quería... - ¿Lo siento? No debía de disculparse por algo así...- ...Es que nunca se han preocupado por... – no pude articular palabra, no comprendí lo que estaba queriendo decir, yo habría rescatado a cualquiera de una pelea como aquella.
- Será mejor que me... – Levanté la mano para hablar pero la muchacha desapareció de mi vista. ¡Se volvió a meter en el local! ¿Estaba loca, o qué? Me quedé boquiabierto con el maletín en una mano, no supe qué hacer, o irme u perseguirla.
-¡P..pe..ro!- tartamudeé mirando la cristalera del burdel. Apreté los parpados con fuerza. - ¡Ahg!- exclamé enfadado. Con paso inseguro me adentré en el local cubriendo mi cabeza con el maletín “¿dónde habrá ido esta mujer?” me preguntaba, cuando un vaso impactó sobre el maletín, y un ¿niño? comenzaba a estirarme del pantalón, yo zarandeé la pierna sin éxito.
–Mierda…mierda… ¡mierda!- murmuré antes de verme acorralado por un hombre gordo que me obstaculizaba el paso. - ¿Te importa?- le pregunté con cierta amabilidad.
-¿Quién te crees que eres tú?- escupió aquel sabueso, lo que recuerdo fue un puño acercándose a mi ojo peligrosamente. “No, noo…” pensé desesperado. ¡Zas!
-¡Joder!- exclamé llevándome la mano al ojo, del impacto me había empotrado contra la pared. Ya se me había olvidado por qué estaba allí, salí cabizbajo del local.
Cuando levanté la cabeza para mirar por dónde iba, vi a la joven apoyada contra el muro. Me quedé allí quieto con la mano en el ojo y el maletín algo dañado, en la otra mano.
-¿Se puede saber por qué habéis vuelto a entrar? ¿No os funciona bien el cerebro? ¿Es eso?- en mi voz se notaba el desconcierto y el enfado.
Pensé que a lo mejor se había abrazado a mí por miedo, o yo que sé qué. Me quedé con los brazos rígidos. Ese abrazo no fue uno cualquiera, lo pude notar por la presión que ejercía en mi pecho, y por la sonrisa que se dibujaba en su rostro. “¿Gracias?” me pregunté mientras intentaba aclararme.
A escasos segundos se apartó de mi, su rostro se alteró de tal manera que no supe el motivo.
- ¡Lo siento, lo siento! No quería... - ¿Lo siento? No debía de disculparse por algo así...- ...Es que nunca se han preocupado por... – no pude articular palabra, no comprendí lo que estaba queriendo decir, yo habría rescatado a cualquiera de una pelea como aquella.
- Será mejor que me... – Levanté la mano para hablar pero la muchacha desapareció de mi vista. ¡Se volvió a meter en el local! ¿Estaba loca, o qué? Me quedé boquiabierto con el maletín en una mano, no supe qué hacer, o irme u perseguirla.
-¡P..pe..ro!- tartamudeé mirando la cristalera del burdel. Apreté los parpados con fuerza. - ¡Ahg!- exclamé enfadado. Con paso inseguro me adentré en el local cubriendo mi cabeza con el maletín “¿dónde habrá ido esta mujer?” me preguntaba, cuando un vaso impactó sobre el maletín, y un ¿niño? comenzaba a estirarme del pantalón, yo zarandeé la pierna sin éxito.
–Mierda…mierda… ¡mierda!- murmuré antes de verme acorralado por un hombre gordo que me obstaculizaba el paso. - ¿Te importa?- le pregunté con cierta amabilidad.
-¿Quién te crees que eres tú?- escupió aquel sabueso, lo que recuerdo fue un puño acercándose a mi ojo peligrosamente. “No, noo…” pensé desesperado. ¡Zas!
-¡Joder!- exclamé llevándome la mano al ojo, del impacto me había empotrado contra la pared. Ya se me había olvidado por qué estaba allí, salí cabizbajo del local.
Cuando levanté la cabeza para mirar por dónde iba, vi a la joven apoyada contra el muro. Me quedé allí quieto con la mano en el ojo y el maletín algo dañado, en la otra mano.
-¿Se puede saber por qué habéis vuelto a entrar? ¿No os funciona bien el cerebro? ¿Es eso?- en mi voz se notaba el desconcierto y el enfado.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
- Mensajes : 402
Fecha de inscripción : 30/06/2010
Edad : 41
Localización : York (Inglaterra). Residente en Paris.
Re: Aburrida y sola (libre)
Alzo la mirada encontrándome con los ojos de Gerard. Esbozo una sonrisa, aunque toso un poco.
- En mi habitación había una chica que encontré antes de conocerte, estaba asustada y lloraba. No me parecía bonito dejarla allí sola y por eso decidí entrar, ¿te vale esa explicación? - miro hacia el cielo, pensativa. - Ah, y si piensas porqué no está aquí con nosotros es porque le dije que corriese al primer hostal. Y no comprendo porqué acabas de decir habéis, si eres tan amable de explicármelo te lo agradecería, Gerard.
Me incorporo un poco y sigo observándolo, sin duda había vuelto a entrar allí, ¿sería por mí? Pero antes de responderme a la pregunta, me percato de que tiene un ojo morado.
- ¿Cómo te has hecho eso? - exclamo horrorizada. - Será mejor que te vea un médico... O, bueno... - Dirijo la vista al edificio. - Será mejor irnos de aquí antes de que la fiesta crezca. - Observo la calle y encuentro un pequeño callejón algo lejos del burdel. "Seguro que ese callejón va a otro sitio mejor que este" me digo, sonriendo. - Sígueme, allí habrá algún sitio donde poder descansar y así poder curarte el ojo, lo tienes muy dañado.
Comienzo a andar y llego a la altura de Gerard, instintamente le cojo la mano y andamos por esa calle, yo sin preocuparme por mis pintas, las típicas de una prostituta, y él... Bueno, no sé si le avergüenza estar acompañado por alguien como yo.
Cogeo un poco por la pierna derecha, debo de haberme hecho alguna lessión cuando entré a ese lugar.
Supongo que Gerard me sigue, y mientras rápidamente estoy andando por la acera, escucho las voces de mujeres chillar y golpes de otros hombres. Llegamos a la calle y encuentro un edificio con una luz encendida, voy rápidamente hacia él y golpeo la puerta.
- ¿Hay alguien ahí? - grito. Después de esperar dos segundos sin respuesta, no me detengo. - ¿Hay alguien ahí? - alzo más la voz y escucho unas pisadas grandes que se detienen al otro lado de la puerta y la abre formando un chirrido dejando paso a un orangután con una calva más reluciente que una lámpara y con un candelabro en la mano.
- ¿Qué quereis? - pregunta en tono brusco.
- En mi habitación había una chica que encontré antes de conocerte, estaba asustada y lloraba. No me parecía bonito dejarla allí sola y por eso decidí entrar, ¿te vale esa explicación? - miro hacia el cielo, pensativa. - Ah, y si piensas porqué no está aquí con nosotros es porque le dije que corriese al primer hostal. Y no comprendo porqué acabas de decir habéis, si eres tan amable de explicármelo te lo agradecería, Gerard.
Me incorporo un poco y sigo observándolo, sin duda había vuelto a entrar allí, ¿sería por mí? Pero antes de responderme a la pregunta, me percato de que tiene un ojo morado.
- ¿Cómo te has hecho eso? - exclamo horrorizada. - Será mejor que te vea un médico... O, bueno... - Dirijo la vista al edificio. - Será mejor irnos de aquí antes de que la fiesta crezca. - Observo la calle y encuentro un pequeño callejón algo lejos del burdel. "Seguro que ese callejón va a otro sitio mejor que este" me digo, sonriendo. - Sígueme, allí habrá algún sitio donde poder descansar y así poder curarte el ojo, lo tienes muy dañado.
Comienzo a andar y llego a la altura de Gerard, instintamente le cojo la mano y andamos por esa calle, yo sin preocuparme por mis pintas, las típicas de una prostituta, y él... Bueno, no sé si le avergüenza estar acompañado por alguien como yo.
Cogeo un poco por la pierna derecha, debo de haberme hecho alguna lessión cuando entré a ese lugar.
Supongo que Gerard me sigue, y mientras rápidamente estoy andando por la acera, escucho las voces de mujeres chillar y golpes de otros hombres. Llegamos a la calle y encuentro un edificio con una luz encendida, voy rápidamente hacia él y golpeo la puerta.
- ¿Hay alguien ahí? - grito. Después de esperar dos segundos sin respuesta, no me detengo. - ¿Hay alguien ahí? - alzo más la voz y escucho unas pisadas grandes que se detienen al otro lado de la puerta y la abre formando un chirrido dejando paso a un orangután con una calva más reluciente que una lámpara y con un candelabro en la mano.
- ¿Qué quereis? - pregunta en tono brusco.
Invitado- Invitado
Re: Aburrida y sola (libre)
Me quedé en silencio, sin llegar a entender del todo. Me habló de una chica… y por ese motivo decidió subir a rescatarla, ella sola, sin importarle lo que le pudiera pasar, sinceramente no me lo explicaba. Aunque quién era yo para pedir explicaciones.
¿Por qué había dicho “habéis”? Pongo cara de extrañado, sigo sin entender. – Suelo dirigirme a la gente de usted, pero si no queréis que lo siga haciendo solo dígamelo. – dije sin más, con voz áspera, era indudable que todavía estaba ofendido
-¿Que cómo me he hecho esto? – pregunté con cierta ironía, “me lo he hecho a propósito” me respondí a mí mismo para no decirlo en alto, me tapé con la mano derecha el ojo amoratado. La verdad es que no quería contarle cómo mi ojo había sufrido éste pequeño percance, más que el ojo…era el orgullo lo que estaba herido. ¿Por qué había entrado en aquel sitio con intención de rescatarla? ¿Por qué? No había respuesta lo suficientemente lógica. ¿Otra vez me las estaba dando de héroe? ¿No aprendía? ¡Una copa para Gerard, por favor!
Cuando quise decirle que ya bastaba por hoy, que prefería marcharme a mi residencia, me cogió de la mano, y me llevó por un callejón ¿qué estaba haciendo esta muchacha? ¿A dónde me llevaba? ¿Quería curarme? Quizá ella también se había dado un golpe… no sé. Sí, en ese momento estaba a la defensiva. Me quedé callado, quise saber por pura curiosidad dónde tenía intención de llevarme, mientras andábamos me percaté de la ligera cojera que tenía en la pierna derecha. Al cruzar una esquina, escucho al igual que Aliena unos gritos.
Me soltó de la mano y corrió hacia la puerta de un edificio que no me daba para nada buena espina. -¿Qué haces?- exclamé a unos metros de ella. Se puso a golpear la puerta, y a gritar si había alguien. - ¡Ya basta!- dije alzando las manos. Me acerqué poniéndome detrás de ella con intención de llevármela de allí, lo que pasara allí dentro no era nuestro problema, por egoísta que sonase, era la realidad. Además Aliena no tenía nada que hacer en el caso de querer interferir en lo que estuviese ocurriendo detrás de esas paredes, ¿por qué no se daba cuenta?
-¿Estás loca?- la pregunté, aunque más bien era una pregunta retórica, no necesitaba su respuesta. Cuando iba a seguir recriminándola la puerta se abrió con un sonido que me puso los pelos de punta. Un hombre no muy distinto al que me había golpeado estaba delante de nosotros, le iluminaba la tenue luz del candelabro
- ¿Qué queréis? - ¡eso me preguntaba yo! Miré a Aliena con los ojos bien abiertos. – Ya vale con la broma, vámonos de aquí. – le murmuré al oído. Luego me dirigí al hombre. – No era nuestra intención molestaros.- dije con una sonrisa totalmente sobreactuada.
¿Por qué había dicho “habéis”? Pongo cara de extrañado, sigo sin entender. – Suelo dirigirme a la gente de usted, pero si no queréis que lo siga haciendo solo dígamelo. – dije sin más, con voz áspera, era indudable que todavía estaba ofendido
-¿Que cómo me he hecho esto? – pregunté con cierta ironía, “me lo he hecho a propósito” me respondí a mí mismo para no decirlo en alto, me tapé con la mano derecha el ojo amoratado. La verdad es que no quería contarle cómo mi ojo había sufrido éste pequeño percance, más que el ojo…era el orgullo lo que estaba herido. ¿Por qué había entrado en aquel sitio con intención de rescatarla? ¿Por qué? No había respuesta lo suficientemente lógica. ¿Otra vez me las estaba dando de héroe? ¿No aprendía? ¡Una copa para Gerard, por favor!
Cuando quise decirle que ya bastaba por hoy, que prefería marcharme a mi residencia, me cogió de la mano, y me llevó por un callejón ¿qué estaba haciendo esta muchacha? ¿A dónde me llevaba? ¿Quería curarme? Quizá ella también se había dado un golpe… no sé. Sí, en ese momento estaba a la defensiva. Me quedé callado, quise saber por pura curiosidad dónde tenía intención de llevarme, mientras andábamos me percaté de la ligera cojera que tenía en la pierna derecha. Al cruzar una esquina, escucho al igual que Aliena unos gritos.
Me soltó de la mano y corrió hacia la puerta de un edificio que no me daba para nada buena espina. -¿Qué haces?- exclamé a unos metros de ella. Se puso a golpear la puerta, y a gritar si había alguien. - ¡Ya basta!- dije alzando las manos. Me acerqué poniéndome detrás de ella con intención de llevármela de allí, lo que pasara allí dentro no era nuestro problema, por egoísta que sonase, era la realidad. Además Aliena no tenía nada que hacer en el caso de querer interferir en lo que estuviese ocurriendo detrás de esas paredes, ¿por qué no se daba cuenta?
-¿Estás loca?- la pregunté, aunque más bien era una pregunta retórica, no necesitaba su respuesta. Cuando iba a seguir recriminándola la puerta se abrió con un sonido que me puso los pelos de punta. Un hombre no muy distinto al que me había golpeado estaba delante de nosotros, le iluminaba la tenue luz del candelabro
- ¿Qué queréis? - ¡eso me preguntaba yo! Miré a Aliena con los ojos bien abiertos. – Ya vale con la broma, vámonos de aquí. – le murmuré al oído. Luego me dirigí al hombre. – No era nuestra intención molestaros.- dije con una sonrisa totalmente sobreactuada.
Gerard Montefeltro- Humano Clase Media
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