Buzón de Leena

por Invitado Jue Mayo 31, 2012 9:43 pm

Aquí hay una carta para tí
Pero las palabras se confunden
Y la conversación muere
Perdonar por el pasado
Hablar un poco de mierda, traerlo de vuelta
Estamos condenados a esta vida?

por **Nicolás D' Lenfent** Vie Jun 01, 2012 9:10 pm

Dear Mi flor bella,

Me han traído la flor más hermosa a mis manos, quiero salvaguardarla, brindarle mi eternidad para que nunca se marchite. ¡Ah! Como gozaba acariciarla, admirarla bellamente. Desde ese instante empecé a amar al viento: ¡Viento, siénteme, levítame para acompañarte a donde quiera que vayas! Me llevaba al sendero donde se hallaba floreciendo, aspirando que fuese una flor negra que brillara alrededor mío, aspirando por los anhelos de que el ave sin saber volaba en los bosques más altos, inalcanzables donde solo la tristeza conociera, donde jamás perdiera el toque se su frialdad.

El ave no sabía entonces que al desearla se convertiría en su único recuerdo, que sus últimas palabras de libertad llevadas con la profunda cicatriz de la muerte, y una lagrima que gozo, una lagrima de flor le hicieron comprender cuanto la deseaba. Encontrándose en la ceguedad, olvidando todo lo que era, lo que sufría, solo fueron el cristal de sus ojos los que cometieron tal momento. ¿Por qué se han cerrado mis ojos? Me gritaba en mi interior, como logro que desapareciera mi vista, el único dolor que veía, sus brazos se convirtieron en mi única libertad ¿Quién se iba a llevar todo mi dolor? Sufría demasiado si era esa hermosa flor, me hería por despertar, por saber a dónde volaba en ese momento mi perpetua agonía.

Fue tan solo una flor la que me salvo, me seducía como venenosa, me coronaba con las espinas desplegando el éxtasis, hacia que poemas bebiera mi locura. Sentía que la flor llevaba sobre su tallo mi alma perdida, ya no me sentía cenizas porque he cogido la flor del querer. Su canción, el baile de su corazón era solo mi cantico, solo fueron unos labios que seguían la música, sangraron las notas y la flor voló hacia donde Dante contempló los soles, brillando sobre siete círculos. ¡Ah, tal vez observo a los cielos expandiéndose, como si mi alma se abriera a ella! Dante era yo y usted solo era mi flor de la vida soñada.

Yacemos ambos sin nombre, su boca beso mi frente, envolviendo este deseo de absorber la última gota escarlatina, sus manos mi señora, me descifraron una historia que escondía, la pasión y el conocido secreto amargo que mi vacio aguardaba lo sintió con mis labios, en ese momento cuando entrelazamos nuestros cuerpos, de cómo me saciaba de usted con la magia de la linfa que me satisfacía. La bese, pues la flor carmesí de su vida estaba siendo devorada por el vampiro que encontró por casualidad.

Solloce como nunca lo había hecho, pues ningunos labios recogerán los marchitos pétalos de mi flor, quiero decirle que aun su linfa está guardada en mi vacio, que jamás será sacada de ahí. La luz desea despojarla, así sean cenizas aun no morirá su recuerdo en mi. Sean cascaras de aire ¡De mis fantasías se me permite elegir un sueño y guiarlo! Nunca he dejado que termine, solo la flor ha impregnado este sentimiento de recuerdo, solo usted logro permanecer a mi lado, antes no lo sabía pero ahora se lo digo, la flor que solo llevo en mi muerta existencia.

¿Qué le han dicho sus sueños? ¿Me recuerda? Es posible que haya olvidado al maldito vampiro que le sedujo y al final solo se sostuvo de la flor que le brindo su dulzura, gimiendo como una visión esquivada, sobre la muerte que le anhelaba. Y una estrella cayó como lamento por aquella noche que no será vista nunca más. Ahora yo traigo el recuerdo y le pregunto ¿Desea verme? Después de lo que he hecho por quererle ver; he asesinado todas las flores, pues ninguna era usted, su fragancia no es como ninguna, usted mantiene solo el encanto, lamento por los que han fallecido pero las cuerdas de mi pecho no sonaban violentamente, pero, hasta que no tenga otra vez en mis manos mi flor, el pacifico amanecer que alguna vez vi, no dejara que la luz se apague, así, sea yo el que muera en el amanecer para verla, hare que el amanecer me consuma como yo lo hice con usted.

Llegara la noche en que pueda verla y deje de desesperarme por saber sus palabras al recordarme, solo será una noche de nuevo en la que querré verla sollozar a mi lado mientras de nuevo me dejo soñar por su linfa en mis labios.

El vampiro de sus pesadillas

Buzón de Leena

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