AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dr. Watson, el fiel compañero de Sherlock Holmes.
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Dr. Watson, el fiel compañero de Sherlock Holmes.
Nombre: J. Hamish Watson
Edad:38 años
Especie: Humano
Tipo y Clase social: Clase alta
Orientación Sexual: Heterosexual
Lugar de Origen: Londres
Descripción física
Descripción psicológica:
Edad:38 años
Especie: Humano
Tipo y Clase social: Clase alta
Orientación Sexual: Heterosexual
Lugar de Origen: Londres
Descripción física
Descripción psicológica:
Se le puede resumir en tres palabras: inteligente, fiel y amigable. Reservado y algo serio con las personas que apenas conoce, su actitud cambia cuando se trata de estar con su mejor amigo, Sherlock Holmes, o con el amor de su vida, Mary. En ese momento se vuelve una persona alegre que gusta de estar con ellos en todo momento.
Es honesto, tranquilo y educado, es mucho más centrado que Holmes, normalmente es un vinculo entre él y el mundo exterior, esta armado de paciencia y buenas intenciones, respetando hasta las ideas más descabelladas de cuanta persona se cruce en su camino. Heredado del ejército y de su profesión, la medicina, es de un perfeccionismo casi compulsivo.
Historia
Nació el 23 de Enero de 1762, Hijo de Henry Watson, nacido en Hampshere y de Ella Mackenzie, John tenía un hermano llamado Henry Jr., quien aparentemente murió alcoholizado en 1768.Los Watson eran una familia de clase alta y respetada. La madre murió cuando él era apenas un niño, y su padre se mudó aAustralia llevándose consigo a los dos hijos. Después de muchos años retorna a Inglaterra. En 1778 comienza la carrera de medicina en la Universidad de Londres, graduándose en 1800. Continuó sus estudios en Netley, siendo obligatorio para ser médico del Ejército.
Fue agregado como médico cirujano ayudante al 5º Regimiento de
Fusileros de Northumberland. Este se hallaba de guarnición en la India,
pero para cuando Watson arriba al país asiático, se había desatado la Segunda Guerra Anglo- africana,
hacia donde se dirige para incorporarse a su escuadrón. En la Batalla
de Maiwand, agregado a las tropas del Berkshire, fue herido en el brazo
izquierdo. Por este motivo y por haber contraído tifus, es enviado a Inglaterra para recuperarse.
Se establece un tiempo en un hotel importante de Londres, del cual se ve obligado a mudarse por motivos de falta de dinero en 1800. Fue por ese motivo que conoció a Sherlock Holmes, quien ya había visto unas habitaciones que, a medias, resultaban
cómodas de pagar; las mismas pertenecían a la Sra. Hudson y se ubicaban en el 221 B de Baker Street. Los presentó un amigo común, Stamford, conocido de Watson de su paso por el St. Bartholomew's Hospital mientras
estudiaba medicina.
Después de varios casos, Watson se ve seducido por el mundo en el Holmes se sumerge y en ese mismo año se vuelve en su alidado, compañero y socio.
Pasados los días y haciendo una amistad solida entre ambos, llega un extraño caso, de inexplicada causa y al parecer de una sobrenatural explicación, aquí el relato contado por el mismo Watson
En los últimos meses en Londres, una ola crímenes inundaba de misterio y carmesí a la ciudad, estos crímenes que para cualquiera serían normales, cuyas causas quizás podrían ser desde un accidental robo o asalto incluso llegar a ser algún saldo de cuentas pasionales, pensamientos que todos tenían en mente como posible explicación, todos a excepción de un solo hombre, un hombre que inclusive en el más mínimo detalle encontraba una posible conspiración, una pista tan diminuta que solo ojos como los de él podían ver para finalmente esbozar la verdad, ese hombre tiene un nombre, se trata de investigador y detective Sherlock Holmes.
Yo siendo su único amigo y aliado John Hamish Watson, más conocido como el Dr. Watson entregue a Sherlock una carta cuyo contenido parecía ser impenetrable y secreto.
Sentado en un rincón de su alcoba como de costumbre, viendo hacia la ventana que daba a la calle con pipa en mano, me observo con su mirada curiosa y penetrante después broto de él una sonrisa burlona estirando la mano para que le diese la carta, siempre astuto sabía que esa era mi razón para importunarle, durante unos minutos exploro minuciosamente el sobre para abrirlo una vez que estuvo seguro de no se trataba de un arma o de una trampa. A medida que leía arqueaba ligeramente su ceja, hasta que cuando al fin termino tiro la carta a la alfombra, tomo lápiz y papel y como si fuese un loco comenzó a escribir, leía y tachaba palabras, encerrando las probables en circulo tomo su bastón y me dijo -Mi querido Watson, es hora de hacer justicia, es hora de trabajar-dio media vuelta dirigiéndose a la puerta -Anda o ¿acaso debo de hablarte en francés?- le seguí de inmediato, levantando la carta y mientras caminábamos a la calle leí con suma atención las letras de la carta donde informa lo siguiente:
46 0ld Jewry 19 de noviembre.
Asunto: Vampiros.
Señor: nuestro cliente, el señor Robert Ferguson, de Ferguson & Muirhead, mayorista de té, de Mincing Lane, nos ha dirigido una consulta con fecha de la presente en relación a los vampiros. Dado que nuestra firma está enteramente especializada en impuestos de maquinaria, el asunto difícilmente queda dentro de nuestra esfera de actividades, y, en consecuencia, hemos recomendado al señor Ferguson que le visite a usted y le exponga el caso. No nos hemos olvidado del éxito de su intervención en el caso Matilda Briggs.
Somos, señor, de usted muy atentamente,
Morrison, Morrison y dodd.
-¿Vampiros?- pregunté -¿No se supone que son una leyenda de los pueblos más antiguos?-negaba con la cabeza mientras la tenía baja con pasos pensativo -El caso de Matilda Briggs-tomo una pausa-Matilda Briggs no era el nombre de ninguna joven, Watson -dijo Holmes, en tono reminiscente-. Era un buque relacionado con la rata gigante de Sumatra. Es una historia que el mundo no está todavía preparado para oír. Pero, ¿qué sabemos de vampiros? ¿Entra eso en nuestra esfera de actividades? Cualquier cosa es mejor que la inactividad, pero lo cierto es que parece como si nos hubieran trasladado a un cuento fantástico de los hermanos Grimm.- caminando con la mirada perdida en las remembranzas de su pasado dijo -Vamos a ver qué puede decirme la memoria sobre casos con letra V- puso su dedo en la barbilla -Victor Lynch, el falsificador. Veneno... lagarto venenoso, o gila. Un caso notable, ése. Vittoria, la bella del circo. Vanderbilt y el ladrón ambulante. Víboras. Victor, el asombro de Hammersmith, no no y no ¡Definitivamente nunca he sabido de vampiros, malditas boberías!- levanto la cabeza y frente a nosotros una enorme librería parecía haber acudido a su llamado -¿Sabes por eso adoro la cultura, puede que te aburra pero siempre aprovecha el momento en que más se le necesita para enredarte en sus redes- camino a paso rápido y seguro, como era su costumbre sin nada de cordialidad y sociabilidad pidió libros sobre vampiros, comenzó a ver uno tras otro, tirando a un lado los que no le servían, la gente pedía que guardará silencio más el hizo caso omiso encogiendo se de hombros -Si no les gusta el ruido, vayan a una librería donde no se topen con mi presencia-, yo negaba con la cabeza, quería que en ese momento la tierra tuviera hambre y de un solo bocado me tragará para que los asistentes que molestos se retiraban no me vieran con ojos asesinos, a Sherlock le dio igual si le veían mal incluso tuvo la osadía de exclamar en voz alta -¡Vaya, vaya! ¡Querido viejo índice! Nada se le escapa. Escuche esto, Watson: Vampirismo en Hungría. Y también: Vampiros en Transilvania-.
Recorrió impacientemente las páginas con la mirada, pero al cabo de una breve lectura ensimismada dejó a un lado el enorme registro con un gruñido de decepción.
-¡Basura, Watson! ¡Basura! ¿Qué tenemos nosotros que ver con cadáveres andarines que sólo se quedan en sus tumbas si se les clava una estaca en el corazón? Es pura chifladura.
-Pero, indudablemente -dije yo-, el vampiro no es necesariamente un muerto. Una persona viva podría tener la costumbre. He leído algo, por ejemplo, de viejos que chupaban la sangre de jóvenes para apoderarse de su juventud- hable en tono bajo y discreto.
-Tiene usted razón, Watson. En una de esas referencias se menciona esta leyenda. Pero, ¿vamos a prestar seriamente atención a esta clase de cosas? Esta agencia pisa fuertemente el suelo, y así debe seguir. El mundo es suficientemente ancho para nosotros. No necesitamos fantasmas. Me temo que no podemos tomarnos al señor Robert Ferguson demasiado en serio. Quizá esta nota sea suya, y pueda arrojar alguna luz sobre lo que le preocupa-.
Tomó una segunda carta que había permanecido olvidada en su bolsillo mientras había estado absorto en la primera. Empezó a leerla con una sonrisa divertida en el rostro, pero esa expresión se fue mutando en otra de intenso interés y concentración. Cuando terminó, permaneció algún rato perdido en meditaciones, jugueteando con la carta entre los dedos. Finalmente, se despertó sobresaltado de su ensueño.
-Mansión Cheeseman, Lamberley. ¿Dónde está Lamberley?-
-Está en Sussex, al sur de Horsham.- contesté
-No muy lejos, ¿eh? ¿Y la mansión Cheeseman?-
-Conozco esa zona, Holmes. Está llena de viejas casas que llevan los nombres de los hombres que las construyeron hace siglos. Tiene usted las mansiones Odley, y Harvey, y Carriton... A la gente se la ha olvidado, pero sus hombres viven en sus casas- le informé.
-Precisamente -dijo Holmes, fríamente era una de las peculiaridades de su modo de ser, orgulloso y reservado, el que, si bien almacenaba muy rápida y cuidadosamente en el cerebro toda nueva información, raras veces daba muestras de agradecimiento a aquel que se la hubiera proporcionado-. Estoy por afirmar que sabremos muchas más cosas de la mansión Cheeseman, en Lamberley, antes de haber terminado con esto. La carta es, tal como esperaba, de Robert Ferguson. A propósito, dice que le conoce a usted.
-¿Que me conoce?- pregunté extrañado
-Mejor lea la carta.
Me tendió la carta. Llevaba el encabezamiento citado. Decía así:
Querido mister Holmes: me ha sido usted recomendado por mis abogados, pero, a decir verdad, el asunto es tan extraordinariamente delicado que resulta sumamente difícil hablar de él. Concierne a un amigo mío en cuyo nombre actúo. Este caballero se casó hará como cinco años con una dama peruana, hija de un negociante peruano al que había conocido en relación con la importancia de nitratos. La dama era muy hermosa, pero su cuna extranjera y su distinta religión determinaron siempre una separación de intereses y de sentimientos entre marido y mujer, de modo que, al cabo de un tiempo, el amor de mi amigo hacia ella pudo enfriarse, y pudo considerar aquel matrimonio como un error. Sentía que había aspectos del modo de ser de su mujer que nunca podría explorar ni entender. Esto era tanto más penoso cuanto que ella era la esposa más amante que hombre pueda desear, y, según toda apariencia, absolutamente leal.
Ahora vayamos al punto que le expondré más claramente cuando hablemos. Lo cierto es que esta nota pretende solamente darle una idea general de la situación y averiguar si está usted dispuesto a intervenir en el asunto. La dama empezó a mostrar ciertos rasgos extraños, totalmente ajenos a su carácter habitual, que es dulce y apacible. El hombre había estado ya casado, y tenía un hijo de su primera mujer. El muchacho tenía quince años, y era un chico muy simpático y afectuoso, aunque desdichadamente lisiado a consecuencia de un accidente en su infancia. En dos ocasiones se sorprendió a la mujer en el momento de atacar al pobre muchacho, sin la menor provocación por parte de éste. Una de las veces le golpeó con un bastón, causándole un gran moretón en el brazo.
Eso no fue nada, sin embargo, si se compara con su conducta con su propio hijo, un niñito que aún no ha cumplido el año. En cierta ocasión, hace cosa de un mes, este niño había sido dejado solo por su aya durante unos pocos minutos. Un fuerte grito del niño, como de dolor, hizo volver al aya. Cuando ésta entró corriendo en la habitación, vio a su ama, la señora de la casa, inclinada sobre el niño y, aparentemente mordiéndole en el cuello. El niño tenía en el cuello una pequeña herida por la que salía un hilillo de sangre.
El aya quedó tan horrorizada que quiso llamar al marido, pero la dama le imploró que no lo hiciera, e incluso le dio cinco libras como precio de su silencio. No dio ninguna explicación, y de momento, no se habló más del asunto.
Aquello dejó, sin embargo, una impresión terrible en el aya, y, desde entonces, vigiló estrechamente a su ama, y montó una guardia más cuidadosa sobre el niño, al que quería tiernamente. Le pareció que, del mismo modo que ella vigilaba a la madre, la madre la vigilaba a ella, y que, cada vez que se veía obligada a dejar solo al niño, la madre esperaba llegar hasta él. El aya guardó al niño día y noche, y día y noche la silenciosa madre vigilante parecía estar al acecho como el lobo acecha al cordero. Esto le parecerá increíble, y, sin embargo, le ruego que se lo tome con toda seriedad, porque la vida de un niño y la cordura de un hombre puede depender de ello.
Finalmente llegó el día tremendo en que los hechos no pudieron seguir siendo ocultados al marido. Los nervios del aya no resistieron; no podía seguir soportando la tensión, y se lo contó todo al hombre. A él le pareció aquello una historia tan descabellada como ahora puede parecérselo a usted. Sabía que la suya era una esposa amante, y, salvo por los ataques contra su hijastro, una madre amante. ¿Cómo, entonces, era posible que hubiera herido a su querido niñito? Le dijo al aya que estaba disparatando, que sus sospechas eran las de una demente, y que no podían tolerarse semejantes infundios contra la señora. Mientras hablaban, se oyó un grito de dolor. Aya y amo se abalanzaron juntos hacia el cuarto del niño. Imagínese sus sentimientos, señor Holmes, cuando vio a su mujer levantarse de la posición de arrodillada, junto a la cuna, y vio sangre en el cuello al descubierto del niño y sobre la sábana. Profiriendo un grito de horror, volvió hacia la luz el rostro de su mujer y le vio sangre alrededor de los labios. Era ella, ella, más allá de toda duda, la que había bebido sangre del pobre niño.
Así está la cosa. La mujer está ahora confinada en su habitación. No ha habido explicaciones. El marido está medio enloquecido. El sabe, como yo, muy poco de vampirismo, aparte del nombre. Habíamos pensado que era algún cuento fantástico de tierras lejanas. Y, sin embargo, aquí, en Inglaterra, en el corazón mismo de Sussex... Bueno, todo esto podríamos discutirlo mañana por la mañana. ¿Acepta usted recibirme? ¿Querrá emplear sus notables talentos en ayudar a un hombre aturdido? Si es así, tenga la amabilidad de cablegrafiar a Ferguson, Mansión Cheeseman, Lamberley, y estaré en sus habitaciones a las diez.
Sinceramente suyo,
Robert Ferguson.
P.S.-Creo que su amigo Watson jugaba al rugby en el equipo de Blackheath cuando yo era tres cuartos en el de Richmond. Es la única referencia de orden personal que puedo darle.
-¡Ahora lo recuerdo!- Exclamé, aunque en realidad los recuerdos fueran de los más borrosos e imposibles de ver, pero ahora eso era lo que menos me preocupaba, para mi extraño amigo todo lo escrito no era más que un tremendo disparate, asentía o negaba con la cabeza, pensativo y en pausada voz -Watson, se el más obediente de mis confidentes, y envíele el telegrama de respuesta con las siguientes palabras << Con gusto atenderemos su caso >> sonrió
-¡Que investigaremos su caso!-
-¿Acaso tiene usted miedo Watson?-
-¿Quien yo?, por supuesto que no, es solo que hace un momento, protestabas porque argumentabas que no estaba dentro de nuestras actividades y por lo tanto pensé...-
-Se perfectamente lo que pensó Watson, pero no perdemos nada con averiguar si se trata de la esposa de Dracula-dijo Holmes mofándose de la situación -No debemos permitir que piense que esta agencia es un asilo de retrasados mentales. Claro que es su caso. Envíele el telegrama y olvídese del asunto hasta mañana- asentí con la cabeza y camine rápidamente a la puerta, saliendo a la calle para cumplir mi mandato.
A la mañana siguiente el señor Ferguson, se presento puntual a la cita, lo hicimos pasar a nuestra pequeña sala y comenzó a decirnos de la forma más desesperada y angustiante su testimonio, yo actuaba serio, mientras que Sherlock no sabía si mostrarse igual que yo o seguir sus instintos y echarse a reír, aun se reservo para que al final el simplemente dijera -¿Alguna vez usted y su aya han pensado en ir al sanatorio?, porque no les vendría nada mal-
-Sherlock- proteste intentando callar sus importunios al ver la incomodidad del señor Ferguson sentado frente a nosotros
-¿Qué?, intento dar una opinión lógica a tanta fantasía reprimida- continuo -Escuche mister... Ferguson soy investigador no cazador de criaturas extrañas, pero para su tranquilidad veré que puedo hacer por su caso-.
Al retirarse el señor Ferguson, nuevamente allí estaba él con su pipa en la boca y lápiz y papel en mano -Sherlock ¿que buscamos con exactitud?- dejo sus notas mirándome pensativo -A una criatura que se sienta la propia reina de los condenados sanguinarios- volvió a su escrito, -¿Y si intentaba curar heridas?- pregunte.
Pero Holmes hizo caso omiso de mi pregunta -Puede ser una herida provocada por ella, herida que pudiera ser su pretexto para beberle la sangre, una excusa perfecta-asintió con la cabeza, cerré los ojos pidiendo al cielo paciencia -Holmes ya te había sugerido la hipótesis de la herida ¿sabes?-
-¿En serio?, recuérdame enviarte en tus próximas vacaciones a unas clases de actuación- se dirigió a mí con su mirada extrañada
-¿Para qué?-
-Así aprenderás a hablar a un nivel que pueda escucharte y te enseñaran a disimular tus actitudes, esas que acostumbras hacerle a Dios implorando paciencia- se fue a su dormitorio -Buenas noches Watson, y por mucho que una nueva hipótesis venga a tu cabeza, no me molestes o yo me encargaré que la novia de Dracula venga a pedirte matrimonio-
-Pero Sherlock apenas son las tres de la tarde-
-¿Y?, tengo un reloj Cu- cu en mi habitación se qué hora son gracias a ese bendito artefacto, ahora te recuerdo que entrevistar y pensar requieren de todas mis energías, necesito reponerme, para vagar como alma en pena esta misma noche...
Transcurrió la tarde sin novedad y sin ideas, estaba solo meditando y leyendo mientras que Sherlock estaba en un profundo sueño del que parecía no despertarse hasta que...
-¡Sherlock!- gritaba subiendo las escaleras de madera que rechinaba a cada paso que daba, abrí su puerta, efectivamente allí estaba como una momia del antiguo Egipto, salida de su sarcófago: Recto, con brazos cruzados y una maldición que arrojaba en cada parpadeo -Te advertí.... ¡Que no molestarás!- tomo calma y después en tono dulce dijo -¿Que sucede?-, estaba atónito por su cambio tan repentino de tono, parecía haber sido otra persona la que me pregunto en los últimos instantes -¿De casualidad tienes trastorno de la personalidad?- reí burlón, risa que se apago al ver su seriedad -De acuerdo, ha ocurrido un nuevo asesinato cerca de la mansión Cheeseman, llego un telegrama hace unos instantes-
-Vaya con que a este murciélago le gusta cazar a tempranas horas de la noche ¿ah?-
-¿Tempranas horas?- pregunte
-Claro Watson, son las ocho de la noche- dijo viendo un viejo reloj en su pared
-No me digas que ese es tu famoso reloj, con toda razón ya veo porque tú nunca llegas a tiempo, está detenido ¿Sabias?-
-Un momento yo no estoy retrasado, el tiempo es el que no va a mi paso, ese es el único reloj que entiende mi andar- arqueo la ceja
-Pues entonces los relojes que están en tu contra indican que ya es media noche, el asesinato fue hace dos horas-
Sherlock protesto -¡Dos horas!, si lo sabía entonces ¿porque demonios estás perdiendo el tiempo con mi reloj?-
-Por que al parecer el mensajero parece tener el mismo conflicto con los minutos-
-¿Sabe? deje de burlarse Watson y andando, próxima parada Mansión Cheeseman- negué con la cabeza mientras salíamos rápidamente a la calle rumbo a nuestro próximo destino.
Estando allí llamamos a la puerta varias ocasiones pero nadie atendió -Sus métodos cordiales me aburren Watson, lo haremos a mi manera, la más rápida y silenciosa, tomo su arma y disparo a la perilla que estaba ya oxidada y vencida por los años -De diez minutos que estuvimos aquí en medio del frio, un solo disparo de bienvenida y te abre el mundo en un segundo- sonrió y entramos a la casa, todo en silencio ni una sola alma venía a inspeccionar el porqué del sonido del disparo -Parece que ya todos están durmiendo- susurré -No, vamos ¿en medio de un asesinato en su propia casa?- contesto el rápidamente, -observa las velas de los candiles están encendidas, de hecho toda la casa está iluminada, algo está mal aquí- nuestra miradas parecieron dirigirse en el mismo punto donde ruidos extraños hicieron su aparición, sin hacer ruido subimos las lujosas escaleras alfombradas -Teniendo tanto dinero- dijo Sherlock - ¿Y no pueden comprar una nueva perilla?- la ruptura de un pequeño frasco en la suela del zapato de Holmes nos distrajo del objetivo, hincándonos a medio camino para examinarlo
-¿Que es?- pregunte
-Un frasco de boticario- cogiendo unos cuantos de los vidrios rotos se los acerco a la nariz -Este frasco contenía veneno, lo bastante potente para mezclarse con la sangre- volvió la mirada a la puerta a donde nos dirigíamos -Eso explica- tomo una pausa -Los informes que la autopsia revelo en otros cuerpos de las víctimas de esta semana-
-Es verdad, se encontró residuos de veneno en la poca sangre que se encontró en los cuerpos pero...- reaccione -¿Como leíste los informes si estaban en mi habitación?- proteste en voz baja
-No has dicho siempre que la casa es de ambos, además yo fui quién te dio techo, por tanto las alcobas y lo que esté en ellas es mío- pero antes de pudiera alegar algo, con ojos abiertos pregunte -Dime Holmes que te has cortado con los vidrios- volteo extrañado a verme, siguiendo el dedo que señalaba algo extraño en piso, justo en último escalón, lo examinamos unos instantes, ambos coincidimos en la opinión -Es... sangre fresca, mi querido Watson, creo que nadie está dormido en esta casa, pienso en la hipótesis que todos están muertos-rodeamos el charco y seguimos caminando, abrimos puerta tras puerta, alcoba tras alcoba y lo único que hayamos fueron cadáveres, todos en diferentes posiciones, desde los que parecían estar plácidamente dormidos, los que leían un libro, otros que parecían pareja abrazándose como enamorados y otros más con copas de agua a un lado de las cabezas recargadas en el buro, pero la misma herida en todos -Todos están desangrados con la herida en yugular- dije en la última habitación, él acerco con los ojos entrecerrados -Además que extrañamente decidieron que hoy la cena se sirviera en las alcobas y en la cocina para toda la servidumbre-
-Ellos también esta muertos?-
-Así es, mientras tu revisabas en las recamaras yo exploraba las habitaciones del primer piso, nadie pudo huir, ninguno está con vida- asintió con la cabeza -pero aún hacen falta cuatro cuerpos más... el de Robert Ferguson, sus dos hijos y su mujer- quede sin habla unos momentos -El señor Ferguson no vive aquí ¿o sí?- Sherlock sonrio y dijo en tono retador -¿Quieres apostar?-corrimos rápidamente buscando de arriba a abajo, Holmes tenía razón la servidumbre estaba muerta, pero no fue sino hasta unos escasos metros del Jardín donde encontramos tres cuerpos nuevamente estaba él en lo cierto -Llegamos tarde Holmes-dije agitado -Están muertos- me refería a Ferguson y su niño quienes igual que los otros tenían las mismas heridas, solo que a ellos el asesino los coloco de tal forma que parecían padre e hijo, como lo fueron y lo serían sin importar la muerte -¿Y su esposa?- pregunte
Holmes estaba leyendo una nota, en papel amarillento y antiguo -En París- dijo si apartar la vista del papel -Hay que llamar a la policía para que acordonen el lugar de inmediato, pero antes lee esta nota- me extendió la mano y tome la carta que decía
"Me agradan estos juegos señor Holmes, mi pasatiempo preferido es jugar a detectives y ladrones, esta noche me divertí mucho creando obras de arte con los cuerpos, las posiciones las pensé en basará a sus gustos, sus pasatiempos y a sus secretos, aunque he de decirle que llego algo tarde, supongo fue culpa mía por haber mandado al más lentos de los mensajeros, más no importa, esto servirá para que deje de ser incrédulo y sepa que los vampiros somos tan reales como los humanos, no necesitamos una estaca en corazón para transformarnos en esto, más bien se necesita un poco de desgracia, debería leer otros autores que hablen con veracidad de nosotros de hecho estaba pensando en que podría ser su autora predilecta, con grandes historias llenas de muerte como la de la familia Ferguson, de hecho en estos precisos momentos mi mente está pensando en una nueva trama, cuya inspiración será la esposa de Ferguson, un hermoso carmesí manchará la luna de París ¿Una excelente historia no es así?"
Llegamos a casa pasada la madrugada, Sherlock estaba molesto, sin decir nada subió a su habitación y azoto la puerta, pensando también yo me dirigí a mis aposentos aunque con más calma, los instantes se hicieron cortos al dormir pues al despertar ya eran más de las cuatro de la tarde, busque a Holmes en su habitación y en cada rincón de la casa más no lo encontré, pensé quizás se había salido a meditar y relajarse cuando vi en la pequeña mesa de centro ubicada en la sala su reloj cu-cú y una nota donde informaba lo siguiente:
"Después de pensar largo rato en la mañana empecé a atar cabos sueltos, llenando los pequeños espacios en este caso tan extraño, mi conclusión a la que he llegado es esta: En parte tus teorías tenían algo de ciertas, en la cocina encontré cientos de frasquitos vacios de veneno, lo que me sugiere fueron discretamente arrojados en la comida, todo ya estaba planeado por el asesino, estamos hablando que esta persona dio órdenes de que la comida se sirviese en los cuartos y que todos los esclavos gozaran también de los platillos, el asesino debía tener por ende un poder jerárquico sobre los demás para pasar inadvertida, toda vez que terminaron de consumir alimentos, habrán pasado alrededor de 15 minutos para que el veneno hiciera efecto, el sospecho disfrazado de doctor u enfermero les pudo haber dicho que conocía un método eficaz para contrarrestar el mal, pidiéndoles dejarse cortar en alguna parte de sus manos con los cuchillos que hayamos regados por todos los sitios, eso le dio la excusa perfecta para explicarles que se trataba de veneno en la sangre, tratando de calmar su desesperación les comento muy probablemente que la única forma de curarles era succionando el veneno por el cuello, bajo alguna excusa tonta por eso no notamos algún indicio de resistencia en las victimas, con el niño y mister Ferguson paso la misma situación haciéndose pasar por médico dio toda aquella disparatada solución, accediendo sin ninguna otra salida, algo en sus cálculos salió mal, probablemente vigilando que nadie se percatará de veneno cuando se hallaba en la cocina olvido poner aquel mortífero liquido en el plato del señor de la casa, quién al percatarse de la muerte de su hijo y los demás pudo haber discutido con el culpable, necesitaba callarle y a la fuerza le hizo beber el frasco, de tal forma que durante la lucha cayo vacío al piso, explicaría los hematomas o golpes en cuerpo de Ferguson.
Si analizas bien el telegrama como bien lo dijo el culpable no fue enviada por la policía, cosa que notamos al llegar a la mansión, después de terminar sus poses con los cuerpos escribió la nota, el motivo del retraso no se debe al mensajero, sino que es culpable la llevo consigo hasta la calle donde vivíamos haciendo la llegar con algún méndigo que encontrará en las calles, puesto que cuando examine los cuerpos de los habitantes de la mansión llevaban aproximadamente tres horas de fallecidos, tiempo suficiente para acomodar el escenario, escribir la nota y venir a la ciudad entregándola.
¿Pero te preguntarás porque ataco a esa familia y no a gente que deambulaba en las calles como la semana pasada?, bien, la respuesta es del todo sencilla, esa persona vivía en la mansión con ellos, de algún modo supo que Ferguson nos expuso el caso (porque él amigo del que hablo en su carta era él mismo y sé que nunca recordaste quién fue en tu pasado de lo contrario lo habrías señalado), se sentía traicionada y en peligro fue por eso que decidió darles muerte, mientras que la gente civil asesinada murió en sus manos de la misma forma mediante envenenamiento y pérdida total de sangre, aunque aquí he de decirte que lo hizo por placer y necesidad, los vigilaba durante varias noches hasta conocer toda su rutina, cuando se sentía segura para llevar a cabo su coartada, se disfrazaba de empleada del lugar, no podía dar órdenes pero si aconsejar a la victima débil y envenenada, la señora Ferguson no ha sido raptada como le sugeriste camino a casa, ella... recuerda bien estas palabras pues es elemental mi querido Watson, ella es nuestra asesina y en estos momentos debe de estar dormida esperando la noche llegue a París para cometer crímenes como los de Londres.
Por eso yo también me he ido tras su búsqueda, estaré unos meses en París siguiendo su rastro, pues aunque ella lo diga y lo jure, hay una hipótesis que tu y los libros me han sugerido que compruebe ¿De verdad será un vampiro o psicológicamente se cree tal adoptando sus costumbres de leyendas cuando es tan mortal como tú y como yo?
P.D.No te lleve porque necesito que tu siendo sabelotodo y amigo intimo de la puntualidad y el tiempo repares mi reloj, en París prometo además de todo comprender la vasta complejidad de los pasos rápidos del tiempo, ¡Suerte con las manecillas!"
Estaba un poco molesto, ¿Haberme dejado un reloj para que yo lo arreglará en lugar de estar con él en busca de un crimen?, bueno de que me sorprendía asi era él, no solo vio en este caso un enigma inconcluso sino un reto más a superar, ahora todo depende un solo hombre depende de Sherlock Holmes.
¡Oh diablos! ya sé que se refería con "Suerte con las manecillas", están rotas, parchadas y despegadas de la maquinaría, estaban sobrepuestas ¡Nada más que vuelvas Sherlock, nada más que regreses!..., sin embargo ya no regreso, habían pasado ya más de tre meses y él no retornaba, así que entonces suspuse podía haber pasado dos cosas: la primera puede ser que se haya entretenido con otros casos parisinos que lo distrajeron de su objetivo y la segunda pero más probable es que este encerrado en su habitación del hotel en el que se haya hospedado sin interes en el mundo exterior.
Era hora de entrar en acción y sacarlo de su aislamiento, resolver el caso y regresar a caso, Londres también lo necesita, tome equipaje en una mañana soleada, partiendo a París en busca de mi socio, compañero e insoportable amigo Sherlock Holmes.
Datos extras
- Se considera el mejor y único amigo de Sherlock Holmes, por eso tiende a sobreprotegerlo a veces.- Le encanta escribir historias sobre las aventuras y los nuevos casos que él y Holmes resuelven, aunque aún no se anima a publicarlas por temor a que su amigo se sienta ofendido por algo.
- Tiene una cojera en su pierna derecha por un balazo recibido en la guerra.
Última edición por J.H. Watson el Sáb Jun 09, 2012 1:56 pm, editado 1 vez
J.H. Watson- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/06/2012
Re: Dr. Watson, el fiel compañero de Sherlock Holmes.
OBSERVACIONES:
Tu ficha está correcta pero mencionas fechas como 1852, 1872, 1878, 1881, etc. y recuerda que el foro esta situado en el año 1800. Corrige las fechas y cuando termines postea avisando para aprobar tu ficha. Gracias.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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Fecha de inscripción : 11/01/2010
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Re: Dr. Watson, el fiel compañero de Sherlock Holmes.
¡ya lo modifique!... corregido y gracias por las observaciones
J.H. Watson- Humano Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 06/06/2012
Re: Dr. Watson, el fiel compañero de Sherlock Holmes.
FICHA ACEPTADA
Bienvenido a Victorian Vampires
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Tarik Pattakie- Vampiro/Realeza
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