Conociéndole por primera ves (Valerie)

por **Jesús Paulinna Sanz** Jue Jun 07, 2012 10:53 am

La vida parece estar en conflicto conmigo todo el tiempo...
Como si realmente le molestara el hecho de que respirara...
Y ya mis pasos parecen pesarme, ya mis actos me están enfermando...
Más nunca me someteré a la derrota. Eso lo hacen los débiles...

Jesús Paulinna Sanz

Mientras caminaba rumbo al mercado, note como mis manos ardían ante las yagas que se dibujaban desde mis dedos hasta la palma de mi mano: Eran profundas, secas pero dolían.Una pequeña mueca sobre salio de mis labios, mientras mordía suavemente la comisura con el colmillo; tratando de disimular el cansancio que tenia: por el trabajo en el restaurante y las horas de entrenamiento a las que era sometida por mi padre para controlar mis impulsos que cada ves eran más primarios. Mis pasos se aceleraban por cada cuadra que cruzaba, mientras tenía la pequeña impresión de ser observada por el publico ajeno, pero casi de inmediato ladee el rostro, sonriendo ladina, ante tal idea. Yo simplemente era una cocinera que poca importancia tenia para el pueblo. ¿Ser observada?. Parecía ser solo una idea bizarra, expuesta por una mente creativa y disuelta.

Pare justo al frente del restaurante, dejando sobre la mesa de la cocina una bolsa con verduras. en ello escuche un grito ensordecedor. Mis sentidos que ahora eran mejorados causaron que atendiera al socorro casi de inmediato; corriendo hacía la calle, aunque fui detenida del brazo, halada hacia adentro, tirada al piso como un perro al que se le esta reprendiendo; escuche quejas que me acusaban de impulsiva. Levante el rostro cuál sirviente a su amo, dignada ante los actos que evitaban que salvase tal ves a una victima inocente y fue mi sorpresa cuando le vi con el brazo en posición para darme una cachetada en el rostro. ¡ Mi madre!. ¡ Ella era la que me había cohibido de dar el socorro!.

Me incorpore de nuevo con el ceño fruncido, sin decirle nada; en silencio, pero culpándola con la mirada de ser participe indirecta del crimen. Sin embargo; sentía que solo trataba de protegerme y por ello apreté los puños iracunda. ¡Pero de nuevo escuche esos gritos desgarradores!. Di dos pasos hacía la puerta, pero tuve que detenerme cuando se atravesó ella en mi camino, pero esta ves la tome por los hombros y simplemente le corrí ;haciéndole saber que esta ves no respetaría su decisión.

-Lo siento Mamá... Os amo con mi alma... Pero vuestro deber esta distorsionado y sabéis que no me quedare con vosotros... No ahora... - Fue lo ultimo que musite antes de besar su frente para salir corriendo doscientos metros más abajo, sin embargo no vi mucho. Solo gotas de sangre que me dirigieron hacia las afueras de la ciudad. Gotas de una victima... Pasos de un asesino. Me sentía como la peor de las escorias. Sin embargo con el lamento no se logra nada.

Con la mirada penetrada en la tierra,a penas escuche el llamado de mi Padre, quién me esperaba con una cuchara de palo y un delantal. La escena podría decir que me causo gracia y en ese instante una pequeña risa. pero ese olor...
Gire mi rostro hacia la esquina de la catedral y bajando las escaleras vi una joven de tez morena; apenas pude contemplarle porque de inmediato tuve que volver a la cocina. La seguía mirando mientras lavaba los platos que para mi suerte tenia que llevar hasta la alberca que quedaba frente a su paradero. Podría decir que ni siquiera prestaba mucha atención en mis actos, pero era veloz en los oficios de la cocina, toda una vida había trabajado.

-Mamá ya vengo- Lleve mis manos hacia el pantalón mojado, caminando lentamente pero concreta hacia la señorita;pero estando a pocos pasos pare. - Buenas Tardes...- susurre cantarina. " ¡Que estúpido, no os ocurrió algo mejor para decir!" - grito mi cerebro y os juro que quise sacármelo, pero obviamente me detuve en mis acciones. - ¿ Estáis bien?. Lo siento, Mi Nombre es Paulinna - lleve una mano a mi cuello dando una leve caricia, Antes de ofrecérsela en saludo.

por **Valerie Denoir** Dom Jun 17, 2012 8:09 am

El viaje a España la había cogido desprevenida. La huida de Brad y Oliver la había hecho tanto daño que necesitaba salir de Paris, ir a algún lugar que no relacionara con ellos y aquel país era el más cercano, la solución más rápida para aquello. Preparó todo con calma, el viaje, la ropa que llevaría… Ya no la quedaban lágrimas por ellos, todo lo que expresaba era pena y soledad. Su mirada hablaba lo que ella callaba pero no sabía cómo evitar aquello. Se despidió de su tío con un largo abrazo y un “cuídate” , él era todo cuanto la quedaba.

El viaje, en el que se gastó parte de sus ahorros, se la hizo eterno. Cuando al fin pudo bajar las maletas de su transporte se vió en una plaza, en un lugar que no conocía. Miró a su alrededor buscando algún lugar donde viera un cartel de -Hotel-. No sabía dónde se encontraba, por lo que posó las maletas en el suelo y giró sobre sus pies sintiéndose algo ridícula por haber decidido viajar cuando debía haberse quedado a trabajar en su floristería y ayudar a su tío.

Se distrajo al ver a un chica caminando por el lugar, el pelo corto y la forma de moverse la recordó a una vieja conocida pero… no, no era ella, era imposible. Rió negando con la cabeza, se estaba volviendo loca. Un grito ensordecedor la sacó de sus pensamientos haciendo que se encogiera sobre si misma y se pegara a la pared cargando las maletas con ella, justo a tiempo para esconderse de un hombre, encapuchado que parecía llevarse a una mujer con él hacia una zona lejana, dejando tras él un rato de sangre aparentemente proveniente del cuerpo inmóvil de la joven.

No había tranquilidad posible para ella, empezaba de verdad a creerlo pues allá donde estaba siempre había problemas, drama, enfrentamiento… Se dejó caer en las escaleras apoyando la cara en sus manos con un suspiro pesado que no logró calmar el trote de su corazón. Una voz desconocida me hizo alzar la mirada, tuve que recordar las clases de español que había tenido de pequeña para comprender aquello y el resto de palabras que la joven la dedicó. - Buenas tardes – la sonríe como puede, reconociendo en ella a la joven a quien hacia un momento había mirado cruzar la plaza - Estoy bien, solo algo perdida – reconoce con las mejillas sonrojadas por la vergüenza que la generaba no saber donde estaba ni a donde ir.

- Soy de Paris – menciona con claro acento francés en sus palabras analizando el rostro y el cuerpo de la joven, encontrándose algo más a gusto a su lado que allí sola. De pronto se da cuenta de que está en las escaleras de la catedral y se levanta - no estaría estorbando aquí, ¿verdad?- recoge aprisa todas sus cosas bajando de allí tropezando con el último escalón y cayendo caso sobre Paulinna. Sus mejillas se turban aún más llegando a un color rojo marcado -disculpe… Valerie… es mi nombre – dice al conseguir ponerse en pie correctamente

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