París: La ciudad de la luz en una oscuridad eterna e inmortal [Imre Andrássy]

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Ataviado encantadoramente con un traje blanco de mi propia creación me encontraba en esos momentos caminando hacía las calles parisinas para conseguir tela. Necesitaba hacerle un bello vestido a mi pequeña Halima ya que llevaba tiempo sin hacerle uno así que aprovechando ahora que tenía algo de dinero renovaría el guarda ropa de mí hija, de seguro se pondría feliz cuando los viera ¡Cómo me encantaba ver su adorable rostro con aquella sonrisa que iluminaba mi vida y la de mi pareja! Era nuestro tesoro más preciado así que ponía todo mi empeño en cuidarla aunque solo pudiera verla de noche por unos momentos que con el pasar del tiempo se hacían cada vez más largo porque comenzaba acostumbrarse a mi horario y dormía gran parte de la mañana pero a veces había días que me preocupaba ya que según había leído por ahí el crecimiento de los niños pasaba en la noche. No quería que se quedara tan pequeña o que eso pudiera afectarle en su salud así que la manda a dormir de todas formas.

Cuando llegue a la parte más concurrida de París me puse a curiosear las tiendas que se mantenían abiertas, había muchas telas muy bonitas pero ninguna que me convenciera para los diseños que tenía planeado para mi niña bonita así que ¡Mejor era seguir mirando! Iba caminando de forma algo distraída tarareando una melodía mientras no dejaba de mirar los escaparates hasta que me detuve frente de una tienda en donde vi varias telas hermosas, eran perfectas para los vestidos, entre sin pensarlo un segundo más, saliendo después de varios minutos de esta con una bolsa que llevaba todas las telas. Estaba algo sorprendido por lo baratas que estaban y más encima por todos los años que llevaba haciendo mis trajes se notaba que esto que había comprado era de buena calidad, pero bueno tal vez era mi día de suerte. Me encogí de hombros y guarde lo que sobro de dinero para mirar algo más pero ahora sería para mí pareja.

¿Qué podía comprarle? No me encontraba muy bueno en escoger regalos y menos para Louis porque debía de ser algo especial y no cualquier cosa porque tenía un gusto bastante fino aunque debía de admitir que con lo que regalara siempre me dedicaba una bella sonrisa y revolvía mis cabellos, pero creía que ya era tiempo de otras cosas. Suspire entrecerrando leve los ojos sintiendo de un momento a otro como algo chocaba conmigo. Abrí grande mis ojos azules sorprendidos cuando mi cuerpo dio de lleno contra el piso, me levante de manera rápida y me voltee para ver quién era la persona que había hecho eso encontrándome con un vampiro de oscuros ojos y cabellos como el chocolate, su voz salió en una disculpa por lo cual negué tomando de mejor manera la bolsa junto con lo que se me había caído y que él me extendía.

- O-oh no, no tranquilo. Me encuentro bien no es necesario que se disculpe, también iba distraído así que tengo algo de culpa – sonreí levemente avergonzado y me encorve un poco limpiándome las rodillas que sucias habían quedado por la caída tan abrupta que sufrí ¡Menos mal que los pantalones no eran largos! si no habría sido un gran problema en la tela blanca quitarlo...

Volví a mi posición de antes mirando la reverencia que hacía, le sonreí e hice lo mismo parpadeando un par de veces observando al hombre frente mío con curiosidad. Cuando su voz se hizo escuchar de nuevo afirme la bolsa de las telas bajando a la vez la mirada a estas para regresarla rápido a él.

- Un gusto joven Nicodemus, yo soy Imre -hice una nueva inclinación para él- ¿Un paseo? Emm… bueno, no hay problema. Aunque no sé si usted venía ya con planes o estaba de compras como yo, pero las mías ya las termine –alce un poco la bolsa para que la viera- aunque estaba pensando en comprar otra cosa pero no se me ocurre, es un regalo para alguien muy especial pero nada me convence.

Fruncí levemente el ceño al instante en que mis labios formaban un puchero, tenía que ser algo bonito para mi pareja, algo “especial” que me recordara a él pero hasta ahora no lo encontraba. Suspire jugando con mis pies de manera distraída y después negué, acordándome de donde y con quien estaba.

- ¡Lo siento! Bueno entonces… ¿Dónde le gustaría ir? -levante un poco más la mano que tenía el paraguas para así cubrir a ambos. Sabía que no podía enfermar pero tampoco era cómodo ir por ahí con las ropas húmedas.

Mi curiosidad se acrecentó cuando me hablo sobre el brazalete y se lo quito mostrándomelo. Lo observe asombrado, era muy bonito y parecía de los gustos de Louis. Sonreí de manera tímida tomando aquella joya para verla de mejor forma y después lo mire a él para que terminara su relato, no pudiendo evitar acercar un poco mi mano a mi boca soltando una pequeña risita ¿Peculiar y alegre? ¿Yo? Bueno, no era el primero que me encontraba así, algunos hasta se sorprendían de que fuera por mi raza pero yo encontraba que eso no tenía nada que ver. Cada quien puede ser como guste siendo la raza que sea.

- Oh pues muchas gracias ¡Es muy bella! De seguro que le encantara y la cuidara bastante, le diré que lo haga porque igual es un recuerdo de su madre Nicodemus y sería una pena que se perdiera, aunque usted no la tenga a su lado –guarde aquella hermosa pieza en el bolsillo de mi traje para que estuviera a salvo de la lluvia.

Al momento de terminar eso me ofreció ayuda con las bolsas y las mire por unos segundos, no pensaban para nada, yo podía con ellas aparte que no podía aceptar porque me había dado aquel brazalete y eso ya es mucho. Negué lentamente afirmando la bolsa.

- No, yo puedo con ella no pesa nada. Son solo telas -sonreí- claro vamos. Yo llevo más de un año aquí y aunque no salgo mucho por estas partes podemos pasear sin problema y enseñarle los lugares para que una próxima vez pueda guiarse solo.

La lluvia cada vez era menos, solo caía pequeñas gotas que se podían disfrutar. Pero se podía ver a varias personas de igual manera regresar a sus casas, no entendía como había gente que no gustaba de noches o días así, eran muy agradables.