La Fiesta Española, ¡OLÉ!

por **Aldebaran Ballester** Jue Jun 14, 2012 4:19 pm

Gitanos, hombres de clase baja que quizás para aquellos que gozan una posición adinerada no son más que esclavos o gente sin importancia, pero, hay algo en ellos que siempre se podrá hacer relucir: su pasión, así pues, la fama de El Circo de los Gitanos no es exagerada y de la mano de cientos de anécdotas la curiosidad de muchos los dirige hacia el susodicho lugar, donde, ya sea la clase social alta que va como espectador o la clase baja que se gana la vida ahí, todos disfrutan del recinto, uno que el joven Rosa Negra no puede evitar visitar.

Plena noche, aun joven a decir verdad, pero las estrellas se mantenían firmes ante el oscuro manto del cielo y en el cual el reflejo naranja y rojo de las carpas iluminadas por antorchas y un sin fin de entretenimiento cuentan la llegada del músico, quien acercándose a su destino no puede evitar escuchar las risas, los cantos, gritos de felicidad y anuncios por doquier. Tarot, lectura de mano, actos de valentía, indiscutibles atracciones que a los curiosos los atrae y se posicionan ante los ojos del incógnito, quien, vistiendo un antifaz negro detallado con notas musicales en color blanco por su lado izquierdo muestran su misterio como quizás un factor indiscutible de su personalidad; de camisa albina con un chaleco azabache acentuando su imagen, también de un pantalón de vestir en misma tonalidad que su chaleco y su calzado refinado trazan perfectamente una apariencia flamenca, digna de las tierras Españolas –El circo..- murmulla al sonreír con la mitad de su labio y dar continuidad a su caminata de la cual sobresale un estuche hermoso con color negruzco que pareciese, por su forma, ser el protector de un instrumento musical y que ahora se mantiene leal y celoso a la mano diestra del individuo.

Adentrado ya en el centro del lugar, este de cabellos largos y con vello facial en forma de bigote y un mechón debajo de sus labios no puede evitar escuchar un jaleo, algo que solo en su pasado pudo vivir y que lo hipnotizó hasta llevarle a donde dos hombres yacían aplaudiendo en un perfecto compás de doce alimentando esa pasión flamenca que inhibido lo llevó a exclamar: -¡Que comience la fiesta!- colocando con ímpetu y prontitud un cajón que estaba a su lado justo en medio de los dos individuos para sentarse y después observar que con una sonrisa ambos emitieron fuertemente: -¡¡OLÉ!!- dando una respuesta positiva a lo citado por el alto músico quien con tan solo dos segundos de paso sacó su guitarra, hermoso instrumento de color que mantiene una clave de sol en su parte izquierda y que no dejó pauta para comenzar a emitir unas notas musicales que concuerdan perfecto a los matices de los dos gitanos, así pues, digno de una habilidad flamante en el estilo español el disfrazado comienza con una ronda musical que no tarda en llamar la atención de los cercanos al lugar

por **Penélope Flouritte L.** Sáb Jun 23, 2012 5:53 am

La vida podía ser tan aburrida a veces.. ¿Conoces esa típica frase que dice: "El dinero no da la felicidad"? Pues, en mi caso, se acerca bastante a la realidad. Porque tengo dinero, mucho dinero. Y, gracias a eso, puedo comprar casi cualquier cosa que está a mi alcance. Vestidos, joyas, perfumes.. Lo típico en una 'dama', vamos. ¿Por qué, entonces, me sentiré tan vacía? No siempre, por supuesto, mi trabajo como profesora es el mayor logro de mi vida y algo que me hace sentir sumamente satisfecha. Si pudiera, permanecería muchísimo más tiempo del que paso dentro de la escuela. El problema radica en, uno: No puedo hacer semejante cosa, y dos: ¡Tiene que haber más cosas en la vida! No puedo dedicarme solo a mi trabajo, por muy gratificante que sea. Dejando a un lado la parte amorosa de mi vida, que ya está totalmente arruinada, siento que necesito algo más allá de eso. Algo que me de 'vida' en ratos libres como aquellos, que suelo pasar encerrada en casa leyendo alguna de mis novelas.

Y, por eso, aquel día salí en busca de lo que me faltase. Elegí mi vestuario con sumo cuidado, pues no iba a ninguna fiesta de las habituales ni tampoco a encontrarme con nadie importante. Es decir, que no tenía porque ponerme formal. Solo guapa y, al mismo tiempo, discreta. Un sencillo vestido color crema sin a penas adornos -Que a veces yo consideraba chillones- fue suficiente. Nada de joyas en mi cuello, dedos o manos. El pelo suelto, al natural ondulado. Tardé menos de diez minutos en estar lista, cosa que muy rara vez ocurría. Observé que en el reloj estaban a punto de tocar las nueve de la noche, Kerevan hacía ya más de media hora que se había marchado al trabajo. Era mi oportunidad. Sin duda, no quería dar explicaciones a nadie de a dónde iba o por qué. Aunque ni yo misma supiera esos datos, me molestaba demasiado dar explicaciones. Sobretodo, a mi esposo ¿Por qué debería controlarme tanto? Yo era una adulta perfectamente capaz de cuidar de mi misma y, después de todo, yo a él no acostumbraba a hacerle un cuestionario sobre sus idas o venidas. Ni él me contestaría, aún haciéndoselo.

Todo estaba saliendo a la perfección, excepto por el pequeño detalle de que no encontraba nada que me desaburriese. Era divertido sentirse libre y contemplar a la gente, o alguno de los puestos de artesanía que estaban en la plaza. Sí, no voy a negarlo, me sentía bien. Más no era lo que estaba buscando. Yo buscaba algo más emocionante, algo que me hiciera latir el corazón con fuerza sin necesidad de que fuera un encuentro sexual. Y entonces, escuché un grito muy peculiar que captó mi atención. Ya me había alejado de todo el gentío y caminaba hacia 'ningún lugar', sin darme cuenta, me encontraba en una zona algo desierta. Por una parte, me gustaba la tranquilidad, pero teniendo en cuenta que no era una muchacha estúpida sabía que era peligroso permanecer allí demasiado tiempo. Y por eso, en cuanto escuché -Después de aquel grito- música, mis pasos se dirigieron hacía el lugar desde dónde parecía provenir. Mis pasos, movidos también por la curiosidad. Parecía una fiesta... Y seguro que no sería una fiesta como a las que yo solía asistir habitualmente. Algo tímidamente, traspasé una especie de verja hasta ver lo que parecía una gran carpa. Había escuchado que por esa zona vivían los gitanos y, por supuesto, habían mencionado lo peligrosos que eran. Si eran tan peligrosos ¿Por qué entonces parecían estárselo pasando tan bien? Se escuchaban risas y murmurllo de bastante gente. ¡Decidido! Aquel iba a ser mi lugar de entretenimiento, por esa noche.

¡Disculpad la demora!

por **Mina Wayne** Sáb Jun 23, 2012 11:41 pm

“¿Al circo gitano, Sybelle?, ¿sola?, ¿estás loca?” dijeron todos a los que les anuncie mi decisión, al lugar al que iría antes de recluirme nuevamente a la fría rutina de los días oscuros que se avecinaban. Y aun así todos habían conspirado para, de un modo u otro, ayudarme a asistir. Sophia y yo terminamos los tocados del disfraz, Marie cuidaría a Lluvia por esa noche, y Jared me pedía aceptar el carruaje que me llevara a Paris… hubiera sido más fácil pedir la ayuda de algún carretero transportador de paja, incluso más propio pero los demás había insistido “Mientras Paris no cierre sus carreteras con rudos uniformados que registren cada carruaje, podemos hacerlo”, y yo había sido tan injusta abandonado a casi todos, solo para atender a mis dos predilectos, que las excusas se me terminaron y ambos partimos hacia Paris, muertos de risa por cómo iba vestida, entonando cancioncitas pegajosas y hasta infantiles… a cada kilometro que me alejaba de la Fortaleza me sentía mejor, era como respirar después de mucho tiempo resistiéndome a ello, y a la vez me preocupaba un poco. La libertad es abrumadora para los fugitivos, supongo.

Llegamos al lugar un poco pasadas las 10 de la noche, las áreas de los gitanos eran poco pobladas, casi abandonadas pues todos sus pobladores estaban festejando, ¿no era emocionante? Toda una comunidad reunida en esa misteriosa fiesta que había despertado los corazones de todos, provocándolos, emocionándolos, uniéndolos al menos por una noche. Baje del carruaje justo en el momento que reparaba en una bolsita de terciopelo con monedas, casi entorno la mirada tentada de dejarla ahí para quien la había dejado… pero termine por tomarla, quizás pudiera servir de algo. Jared me despidió, no sin antes lanzar un último piropo, y aunque no me lo creí, me hizo hervir el rostro… la verdad es que si me había emocionado un poco en ser lo menos yo posible. Todo mi cabello estaba totalmente ensortijado en bucles que se derramaban por los hombros, sujeto apenas por una pañoleta verde oscura amarrada a la nuca, más bien una fajilla de la cual caía un arreglo de monedas plateadas y tocado, hecho con mis manos y mucho ocio. Llevaba una blusa blanca y abombada de las mangas, mostraba los hombros que bajaban en un escote redondo, fajada a una falda con vuelo, a juego con el pañuelo, larga, aunque revelando los tobillos.

Los gitanos podían tener la peor fama de todos, pero en verdad nadie podría acusarlos de nada viéndolos ahí, bailando bajo la luz de la luna, vibrando en un mismo jubilo. Dos hombres en zancos escupían fuego, pareciendo dos grandes dragones que te daban la bienvenida. Un par de chicos vestidos cual bufones de carnaval hacían malabares asombrosos. La música y las carcajadas venían de aquí y de allá. Todo era muy distinto a lo que estaba acostumbrado. Comencé a caminar entre unas mesas muy populares, y cuando me asome por el hombro de unos hombres, vi a una señora de edad mayor que leía las cartas, jugando a creer en el destino, o logrando… uno nunca podía saber! algunos también lanzaban dardos y compartían la cerveza. A lo lejos se cernía una gran carpa escarlata, a donde la gente corría, sus luces en el interior despertaban mi curiosidad.

Caminaba hacia ella cuando tropecé con una joven pelirroja, ríe torpemente exclamando un “lo siento!” cuando otra muchacha pasaba frente a nosotras, contoneando las caderas y agitando la pandereta, la gente se reunió alrededor de ella, maravillados con su belleza y su talento… cuando termino me acerque al pañuelo en el suelo, dándole unas monedas.. Ella lo recogió mirándome con curiosidad, ¿habría dado muy poco? Lo cierto es que lo que ella fue mágica, le obsequio otras monedas, un poco nerviosa por su mirada inquisitiva.

--- ¿Te conozco de algun lado? --- Pregunto,elevando la ceja, me mostre nerviosa, aunque no sabia de donde pudiera haberme visto. Alguien grito un “Ole!”, salvandome la vida y nueva música lo inundo todo, la bailarina suavizo su expresión tornándose más divertida y tirando de mi mano me hizo correr hacia el bullicio. Sonreí al músico central, admirando como sus dedos se deslizaban por las cuerdas, la gitana que me acompañaba se deslizo al centro, frente a los músicos. Alzaba los brazos al cielo según la melodía decía, haciendo brincar sus caderas como así misma, seduciéndonos a todos con la forma misteriosa en que se ondulaba, repitiendo sus movimientos y luego incitado a otros a festejar junto con ella… para quien supiera mirar, estaba tratando de enseñar los pasos. Una invitación a bailar! Viendo de ella, ¿Quién la podría rechazar?

por Baby Doll* Lun Jun 25, 2012 10:05 pm

Los amantes de la noche llaman. Frente al tocador Midnight se frota contra mi mano que flota en descanso. Apoyada en los codos repito la imagen frente al espejo. El par de ojos de vidrio me mira fijamente. El amante se acaba de ir y Midnight no tardo en salir de su escondite en el ropero. La gata maulla, reclama atención meneando su esponjada pluma blanca que hace de cola. Me quedo quieta, el silencio. Ella se sienta sobre el antifaz platinado de hilos blancos. Sus ojos azules buscan los míos. Sonrío dulcemente.
-¿También quieres ir?- La pregunta sin esperar más respuesta que otro "miau". Mis manos retocan el maquillaje con habilidad. Las pestañas, los labios. Agarro la mitad de los rizos ensortijados, un pasador de mariposa los retiene. Salen las medias blancas en una caricia, última prenda que me viste. Es la piel pálida expuesta totalmente. Recorro los seis pasos hasta el armario. Sale una prenda, otra, otra, otra y otra. Forman una pila en el suelo. Mas la quinta es la elegida. Vestido blanco, las mangas apenas una insinuación, los bordes acarician el suelo levemente. La seda nada, algodón. El corte sencillo cae libre desde la cintura ceñida. Me deslizo dentro, amarrando el cordón blanco del escote en nudo discreto entre mis pechos. Apenas una brecha de piel asoma. Tacones blancos con adornos plateados. Uno primero, luego el otro. Cierro las puertas de madera. Arrugo el ceño a la pila de ropa, al final queda amontonada en el piso del closet. Seis pasos de vuelta, una sonrisa se mezcla con una risita traviesa. Beso a Midnight en la nariz, ella contempla el vestir de la muñequita. Saco del cajón del aparador su palto con carne de pescado y se lo dejo a un lado. El perchero, el abrigo azul zafiro. El antifaz oculto en un bolsillo. "Olvidé algo en casa de Madame Neveu" es la frase antes de salir. Anne Neveu, la modista.

La noche es joven. A paso apresurado recorro las calles, de la más finas a las mas demacradas hasta el colorido llameante de las viviendas gitanas. La música llega primero, las voces, los gritos de celebración. Unos pasos más cerca en un repiqueteo apagado por el ruido. Alcanzo a ver el fuego lanzado por un hombre en sancos, la luz revela una mujer que se asoma tímidamente al espectáculo desde una verja. Mis dedos tantean el antifaz en el bolsillo. Coloco la máscara sobre la máscara. Me acerco más.

-Es por este camino-

sonrió, giro el rostro sobre mi hombro para encontrar sus ojos. Suelto una risita sin esperar respuesta, desabrocho los botones del abrigo. Lo descanso doblado por la mitad en el brazo zurdo. Las fogatas dispersas, los panderos guiando el ritmo de la música. Descubro el lugar en una mirada. Una joven terminaba de danzar al centro de un círculo de espectadores. Intercambia palabras con otra de rizos castaños que le brinda unas monedas. Los nervios en sus ojos antes de la distracción. Yo tardo más en apartar la vista de ella. Retrocedo unos pasos, giro sobre mi misma. Un bufón me sonríe con gesto jugueton, toma mi mano y me hace volver a girar antes de dar una maroma hacia atrás y seguir brincando cerca de un traga fuegos. Sus maniobras me hacen reír. La música de una guitarra grita la atención a varios. Rodeo una hoguera donde asan carnero para llegar al origen del canto. Tres hombres tocan la pasión española. Acompaño la música con las palmas igual que ya hacen varios.
Las vistas están fijas en el fuego de la fiesta, lejos del aparador.

por **Angelina Di Stefano** Lun Jul 02, 2012 7:39 pm

"¿Que pintas tu allí Angie ? Tienes mas clase que ellos , mucha mas " . Eso fue lo que pensé al decidir que iría al circo gitano , un lugar lleno de gente alegre con ganas de pasarlo en grande y disfrutar al son de la música , hacía mucho , muchísimo tiempo que no acudía a esa clase de fiestas , pues todas esas ganas de diversión se fueron tras la muerte de Alexei , ¿ por que te has ido ? Ya lo se , por culpa de un maldito humano que te vio haciendo uso de tus poderes , pero eso ya es agua pasada , por mucho que quiera no volverá , así que que mejor que una fiesta para liberar mis pensamientos . Entré en mi habitación y busqué lo mas simple que pudiera haber , pero nada , parecía que ese día el mundo estaba en mi contra , hasta que lo encontré , un vestido suelto , beige , sin ningún detalle , perfecto para esa ocasión . Me senté en mi tocador y eliminé el maquillaje de mi rostro , dejando un pequeño rubor en mis mejillas , a esa clase de sitios no me gustaba ir demasiado maquillada , quitaba mucha clase , me recogí el pelo en una trabajosa trenza y me puse unas sandalias , cogiendo una máscara en conjunto con el vestido , al igual que este , sin demasiados adornos .

Cuando salí de mi alcoba todo el personal de mi casa me miraba con sorpresa al verme así vestida , pues solía ir mas ....cargada , pero no hice caso y me monté en el carruaje. Le indiqué a mi querido mayordomo , también como yo , vampiro , el lugar donde se encontraba el circo gitano . Mientras íbamos de camino me dijo que tuviera cuidado con los gitanos , pues son muy hábiles , pero no mas que yo , eso seguro , pero tampoco me iba a arriesgar mucho .

Llegué al circo de una vez , colocándome la mascara , era un lugar lleno de gente feliz , cantando y bailando , observé el arte con el que lo hacían , me extrañaba que dijeran que fuesen tan peligrosos , pero en fin , hay veces que las apariencias engañan , y nunca hay que juzgar a un libro por su tapa , que viene a ser lo mismo .

Comencé a dar vueltas por la fiesta , observando lo que hacían las personas allí , como se divertían haciendo lo que les gustaba , y no pude evitar sonreir , comenzaron a tocar una canción , y observé como bailaban . Yo sabía hacer eso , pero en la corte no hace gracia que se baile así . Llevada por la música , comencé a bailar sin descanso , con libertad y alegría , sintiendo que por primera vez en mucho tiempo , sentía como la sangre corría por sus venas , agarrándome el vestido como una bailaora , y dejándome llevar por mi alrededor .
*iAl escuchar el OLE , no pude evitar gritar lo mismo *
-Olé!

por **Aldebaran Ballester** Vie Jul 06, 2012 2:21 pm

España un lugar reconocido por su hermosa cultura y arquitectura, sus calles envueltas en gente pasional que disfruta de gustos un tanto distintos como la fiesta brava o el agua ardiente trazan la perfecta imagen de unas tierras meramente creadas para todos los gustos. En su riqueza con los imperios mercantiles, su burocracia con la corte cuyo reconocimiento es por toda la inteligencia que tiene e inclusive sus partes menos favorecidas por el dinero como los gitanos quienes se caracterizan de habilidades sobre naturales pero sobre todo por algo en especial, algo que ninguna otra tierra tiene, algo que solo se puede aprender en las calles, en la experiencia y por supuesto se habla de la Música, del flamenco.

No es que el destino no le haya sonreído al heredero Ballester, es que simplemente el decidió tomar su propio camino a muy temprana edad, llevándolo por senderos que lo llevaron al límite, peligros en su vida, amores, desamores, felicidad, amigos, cosas que de forma trascendental hicieron de él el hombre que ahora es y que con gozo plasmo su persona como el genio mercantil más joven en la historia, llevando lo que un día inicio su padre a convertirse en el imperio más grande de navíos por Europa, trayéndole estabilidad tanto social así como económica pero eso no le llenaba, eso no era suficiente y dado es el caso, decidió colocarse un antifaz, salir a las calles de Francia y ser el famoso ladrón Rosa Negra quien desfalca a los ricos para dar a los pobres haciéndose de una fama increíblemente amada por cada persona pobre y sin duda también de un odio inmenso por los grandes apellidos Franceses que han sido sus víctimas, todo esto claro, bajo su misterioso antifaz negro.

Era una noche cualquiera, Rosa Negra solo tomó asiento e instantáneamente la gente les rodeó al escuchar el hermoso toque español que se podía imponer como un acto hipnotizante. A sus ojos cubiertos por la máscara pudo observar primero a una dama que le sonrió sin más haciendo que este devolviera dicho gesto; su mano izquierda deslizó cual caricia en el brazo de su instrumente a la vez que sus dedos diestros tocaban fulminantes cada cuerda hacicieron de un ecosistema rítmico algo nuevo quizás pues toda esa sincronización crearon un juego musical que rotundamente plasmó en cada testigo una llama de pasión, una invitación a desinhibirse y por supuesto incitó a que se unieran a la fiesta española. Una segunda dama pareciese acercarse de lo lejos, reconocida por su belleza llamó la atención de este músico quien con ánimos de atraerla no pudo hacer más que exclamar un potente jaleo -¡¡DALE GUAPA!!.. Andá con la fiesta brava- implementando ese acento flamenco que iba dedicado a la ya mencionada segunda mujer. Así pues, sus manos no daban cuartada y su música llegaba a escalas cromáticas que pintaban por los aires un regateo de imágenes que le traían a sus ojos las tierras de la madre patria y que eso mismo este buscaba regalar a sus invitados y de los cuales se suma otra hermosa fémina que con sus palmas podía seguir el compás de los tiempos cuyos suplementos eran los jaleos de los dos gitanos a su lado y de quienes no se pudo esperar menos pues uno de ellos decidió tomar un cajón para comenzar a golpearlo cual perfecto unísono en cada tiempo bien marcado trayendo consigo la fusión de ahora dos instrumentos que dan la bienvenida a la última expectante, una hermosa rubia que les acompañó con un flamante “olé” y que hacen ahora de ella una protagónica más en la puesta musical, claro está, enviando esta misma invitación a cada hermosa mujer presente y de las cuales este músico ha quedado totalmente sorprendido, por toda la belleza llegada y sobre todo porque si una debilidad tiene solo un nombre se le puede dar: Las Mujeres

por **Mina Wayne** Lun Ago 20, 2012 12:44 am

La magia de los gitanos era muy bella, pero muy difícil de reconocer a simple vista. Era fácil tacharla de fraude, de engaño, de vulgaridad e ignorancia, pero como toda clase de magia… Primero había que creer en ella y después de obraba el milagro. Esa fiesta era precisamente eso, Una locura de ilusiones, de alegrías y pasiones! Un milagro de la media noche! Francia y sus guerras, Francia y su hambre, dormían muy lejos de nosotros… ni siquiera la música era tradicional, los acordes apresurados de la guitarra y los tonos cambiantes y festivos en nada se parecían a las melodías de carnavales, o las composiciones pomposas que solía escuchar en los bailes de salón… eran tonadas rebeldes, ocurrentes y con un ritmo que invitaba. No supe reconocer que clase de música era, pero se me antojaba muy extranjera, incluso para los gitanos… el misterioso trovador exclamo un comentario muy chispeante, en otro idioma que no supe identificar pero no importaba realmente, el tono alegre de su voz y las caricias al instrumento hablaban por sí mismas.

Mas gente se reunía alrededor, el aroma de mortales e inmortales se remarcaba en un contraste misterioso, pero no por ello aterrador. El miedo quedaba muy por debajo, al menos por ese rato. La bailarina saltaba en su lugar, provocando el tintineo de los adornos de metal que pendían de sus caderas, pasando frente a unos hombres, uno de ellos se rompió la camisa por la mitad y otros lo imitaron entre carcajadas resonantes, el grupo a mi lado se vaciaban los vasos de cerveza encima y algunas chicas pasaron empujándome, corriendo hacia el bohemia para danzar junto a la bailarina… la euforia se hacía más… ¿alocada?, ¿irreverente? ¿Qué importaba? La bailarina me tiro del brazo para unirme, ¿de verdad me reconocía de algún lado o mi aspecto había logrado hacerle pensar que era uno de los suyos? me alcanzo una pandereta invitándome a ayudar antes de que uno de los hombres la arrastrara a la fuerza para bailar con ella, y yo negando entre risas casi por inercia se la pasa a la chica pelirroja que estaba a un lado de mí y se había mantenido templada.

--- ¿Harías mejor música que yo? --- le pregunte, inclinándome a su oído.

por Baby Doll* Dom Ago 26, 2012 3:14 am

El fuego se curva sobre si mismo, danza con la melodía. Se consume, no durará más de una noche y aún, su calor llega a todos los reunidos, inflama sus corazones y seduce sus almas. La música marca el ritmo, las flamas juegan con el sonido invisible y las sombras se esfuerzan por escapar de los cuerpos con los que revolotean difusas entre las otras sombras. Las manos se elevan sobre las cabezas para tocar el terciopelo nocturno y hacerse del calor.

El músico anima a los que van llegando a unirse, perderse con las notas de la guitarra que intoxican el aire. El rostro del hombre lleva un antifaz negro. Mantiene su nombre e identidad lejos del alcance de la euforia colectiva. Sus ojos hablan de la música como una de sus amantes, delatan el deseo. Los gitanos comparten la misma mirada.

Mis manos ya siguen el ritmo, como encantadas. El resto de mi vibra en silencio. Contemplo los colores chispeantes de los fuegos lanzados por las bocas de quienes caminan como gigantes sobre sancos. Las telas reptan entre sus amos, suaves como brisa juguetona. El pandero en otras manos morenas canta en tono jocoso, en coro. Una se libera para capturar otra morena, una mujer. Le reclama, le llama a unirse en cuerpo y alma. Más la primera es capturada por amante suyo, tal vez. Queda la segunda entre risas de nuevo libre. La porcelana nívea cobra vida y como acto reflejo toma lo que le dan. Mis dedos se enredan sobre los de la otra mujer que sujeta el pandero. Un tibio susurro recorre mi cuello, nada tiene que ver con las otras voces. Propuesta, desafío, orden tácita velada por sonrisa inocente. No afirmo ninguna con seguridad, tampoco niego posibilidades. Bajo la mirada con las palabras, al final de la oración busco los ojos negros de la joven. Entre abro los labios, ladeo la cabeza para alcanzar su oído.

-Si me acompaña con el baile, la música no carecerá de inspiración-

La sonrisa traviesa. Elevo mi diestra junto con la suya, el pandero entre ambas. Lo agito como aleteo de pájaro inquieto. Sigo las cuerdas cantantes. Le suelto, me alejo un paso de ella, le rodeo cruzando un pie detrás del otro. Un giro, el vestido blanco juega entre mis piernas con el movimiento y sigo la marcha. Ya me acerco ya me alejo, el deseo de seguir el ritmo impreso en cada nota. Varios ojos se fijan en la mujer, aguardan. Lo inesperado, lo misterioso es tan llamativo como una flor a la mariposa.

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