Te busco a ti, sí si a ti. (1/2)

Una niña rica y de clase alta, una niña que tendría que haber sido la amada hija de sus padres. Aëryn nacía aquella atípica noche de lluvia y frío de Junio. Su infancia fue buena, feliz y con demasiadas normas que la regían, que la controlaban pero con la cierta libertad que su nana le daba con sus padres viajando de un lugar para otro constantemente. Porque, Aëryn no se crió con sus padres velando por ella, más bien todo lo contrario, se podía decir que sus padres pasaban de ella, la tenían como olvidada la gran mayoría del tiempo, era pequeña y no servía para nada, solamente para molestar si se la llevaban con ellos, y por eso quedaba en casa, bajo vigilancia y con su nana y algunos sirvientes.

- ¿No me temes? - le susurró con poder, acercando su cara al cuello de la joven rubia, inspirando ese olor afrutado que tanto le llamaba la atención, que le gustaba y lo incendiaba de una forma muy nueva para él. - ¿Debería hacerlo? - Aëryn sonrió levemente, la voz le salía algo más aguda de lo normal, sintiendo como se le erizaba el vello con cada roce que él le daba, pero no era por el miedo a tenerlo apretándola contra su gran cuerpo masculino, ni por aquellos colmillos que se le podían apreciar en su boca, sino que los estremecimientos de la rubia eran por el deseo que irradiaba su cuerpo. - Tendrías que hacerlo, mi dulce luna - susurró Garrett sobre la piel de su cuello, rozando aquella tierna piel con su nariz.

Ella deseaba que la mordiese, el saber si dolería o no. Pero esa noche no ocurrió nada, Garrett no hizo caso a sus instintos ni al deseo que Aëryn despertaba en él. El hombre no hizo nada más que acompañarla a su casa y despedirse caballerosamente, un beso en la mejilla que duró más de lo estipulado, un beso que ambos deseaban que fuera en otro lugar. Ella era una virginal chica que no conocía el placer, el deseo por un hombre y la pasión pero una sola mirada de ese hombre hacía que despertaran dentro de ella de la misma forma que ocurriría con una mujer experimentada en el arte de amar. Sus padres querían casarla con un rico heredero, estaban obsesionados con su fortuna, con los planes de negocio que podrían hacer con aquella familia rumana que Aëryn no había visto en la vida. "Es lo mejor para ti... || Lo mejor para la familia que has humillado... || Nadie va a quererte nunca, es lo único que podrás tener en tu vida." Eso le decían sus padres y ella, la tonta, inocente e incrédula jovencita de 18 años tenía que acatarlo, creía en sus palabras, en sus desprecios porque ¿cómo no hacerlo? ella tenía que haber llegado pura al altar, su familia así lo exigía desde tiempos inmemoriables y ella había fallado en ello nadie la iba a querer si se enteraban y el único hombre de su vida, Garrett, parecía solo quererla para satisfacer su hambre y sus deseos sexuales. Nada más que para ello.

Pero lo que la joven de ojos azules no sabía es que sus padres no se sentían humillados por su pérdida de virginidad antes de tiempo, si no que la verdadera realidad de la humillación era que se había entregado a uno de los seres a los que su familia daba caza desde hace varias generaciones. Porque sí, la familia de Aëryn eran cazadores y ella no tenía ni idea, nunca preguntó a donde se iban porque estaba mucho más tranquila, relajada y libre sin ellos en casa, los quería y ellos a ella, pero no era la misma relación que tenía con su nana o algunos sirvientes.

- Eres MÍA, Aëryn!! Solamente mía y de nadie más, ¡¿¡Me oyes?! No permitiré que nadie te toque, que se acerque a ti o que tan solo te mire. ¡Tú eres mía! - gritó un Garrett colérico, apretándola con fuerza por los brazos mientras la empujaba de modo nada agradable hasta arrinconarla en una pared. Él no estaba midiendo su fuerza, estaba desbocado, salvaje y le hacía daño con su agarre. Y aunque Aëryn estaba aterrorizada por verlo de esa forma con ella, no podía ocultar su gran excitación al verlo rabioso y ¿eran celos los que transmitían su voz y sus gestos? Excitación y deseo que aumentaron considerablemente cuando la mordió en el cuello con fuerza, poseyéndola salvajemente y reclamándola como suya.

Porque eso estaba más que claro, Aëryn Rhodes había nacido para conocer a aquel hombre, para seducir a ese vampiro y amar al hombre llamado Garrett, para romper todas las barreras con él y hacer que regresara toda la humanidad perdida en aquel hombre, que regresara a una vida y no a parecer un no-muerto durante toda la eternidad.
Fue en esa noche en la que Aëryn se dio cuenta de que lo amaba y de que no podría vivir sin él, no aguantaría estar casada con otro hombre y mucho menos el sentir las manos de otro que no fuera su Garrett.
No hubo boda, no hubo más órdenes ni mentiras ni palabras mal sonantes de su familia hacia su persona. No hubo nada, aquel día, el día de su boda no llegó jamás.

Su boda iba a ser al atardecer, los últimos rayos del sol se tenían que apagar mientras ella salía de la carroza. Iba con el mejor vestido que se podía encontrar en Londres, con un gran peinado propio de princesas en sus bodas, toda su familia estaba allí. Era una gran boda y no la sentía como suya, no conocía realmente a nadie de los de allí sentados, no era una novia feliz y contenta en su gran día. Faltaba algo, faltaba su corazón, su razón de seguir sonriendo, esa persona que jamás podría volver a ver ahora que conocía el verdadero trabajo de su familia. Trabajo que detestaba y hacía que odiase un poco más.

Pero no llegó, como bien decíamos, no llego porque Garrett estaba allí, el sol se había ocultado y sin saber como allí estaba. Él no dijo nada, solamente la ayudó a sentarse en su caballo, encima de sus piernas y emprendió la marcha hacia cualquier otro sitio. Desde ese día han pasado más de 5 años, 5 maravillosos y cortos años donde solamente ha sido feliz en casi todos los días, claro que ha tenido días malos, días en los que odiaba a Garrett por cualquier cosa, pero sus peleas dejaban paso a grandes reconciliaciones, a olvidarlas con solo mirarlo a los ojos o una caricia que él aprovechaba para calmarla.

Hubo un día hace 4 años que Aëryn creyó que todo terminaría, que no sería capaz de perdonar a aquel ser que tanto amaba y que tanto daño le estaba haciendo con esa suposición, comentario, sugerencia o como quieran llamarlo. Él sabía que ella había renunciado a muchas cosas por estar a su lado, a una vida normal, a salidas durante el día agarrados de la mano, a ser madre... Ese era el problema, Garrett había visto en más de una ocasión el como Aéryn trataba a los niños, el como se le iluminaban los ojos al cargar a uno en brazos, al jugar con ellos, al calmarlos cuando lloraban y sus madres estaban lejos de ellos. Lo había visto y lo hacía sentir egoísta, cruel y la peor persona del mundo por quitarle esa parte, por desearla solo para él y no dejarle tener el sueño que tanto deseaba. Ella quería ser madre y él no podía dárselo, por ello le insinuó aquello, que se acostara con otro para quedar embarazada.

Sonaba fatal y él lo sabía, sonaba cruel y sabía que no sería fácil el imaginarlo o ver a su amada en brazos de otro, por motivos como este la había "raptado" casi del altar. Pero, quería darle ese regalo a su mujer y también, en el fondo, deseaba ser padre.

Aëryn tardó algo de tiempo en darse cuenta de que no era tan malo, ella quería darle eso a Garrett, ella quería un hijo de ellos y era imposible físicamente, pero no de la forma en que él se lo decía. Y fue por ello que aceptó, aceptó acostarse con otro hombre para quedarse embarazada y no tardó mucho en conseguirlo, un par de meses después podían decir que iban a ser padres de Aisha, la pequeña princesa de la casa, la niña que ahora alegraba la casa a todas horas, la niña de papá y mamá.

Aisha ahora tiene tres años y es una niña normal y a la vez muy especial, y feliz sobretodo porque va a ser la hermana mayor dentro de unos meses y aunque aún no lo entienda muy bien, le gustan las palabras "hermana mayor" sobretodo la última.

- Hizo prometer a Garrett que solo se alimentaría de ella, no soportaría pensar en ese vínculo tan especial, erótico e intimo con otra persona que no fuera ella.
- Ella y Garrett tienen una hija pequeña llamada Aisha, de solo tres añitos de edad.
- Ahora que sabe lo que es ser madre, no le importa el que acostarse con otro hombre para conseguir quedar embarazada y regalarle esa parte que su amor creía perdida. Vuelve a estar embarazada de 5 meses.
- Su casa tiene los cristales de las ventanas oscurecidos para que no sea capaz de entrar la luz del sol y poder hacer una vida lo más normal posible con su vampiro y su hija.
- Los únicos que conocen la procedencia de Aisha son Garrett y Aëryn, el humano fue elegido por el vampiro, ambos eran casi dos gotas de agua y estaba perfectamente sano. El humano terminó su tarea y fue asesinado a sangre fría por el vampiro, ya que lo comían los celos, el odio. Se tuvo que buscar un humano similar para el nuevo embarazo, y éste terminó justo igual que el anterior.