¿Te atreverás a enfrentarte a una furia tan arrolladora como la muerte? (LIBRE)

por **Nereida Di Vaarsen** Vie Jun 22, 2012 4:36 pm

Vivir o morir...ésa era la cuestión. ¿Qué más daba? ¿Qué le importaba a Nereida en aquel momento? Por lo que ella sabía la vida era un don precioso que pocas almas se merecían de verdad. Pocas. De todos modos ésa era una cuestión que en aquel momento a ella le importaba un comino.
Caminaba a zancadas por el bosque, descalza, con el barro manchando los pliegues de su vestido negro y rojo, arrugándolo, pero eso a ella no le importaba tampoco lo más mínimo. Al igual que tampoco le importaba el hecho de que su brillante cabello rubio anduviese suelto y despeinado.
No...eso no le importaba a ella en aquel momento.
En el cielo que los árboles estaban tapando se veía que era ya de noche. Una noche oscura como la muerte misma, tan dominante cómo la furia que en aquel momento la invadía, consumiento como el fuego todos sus sentimientos, ya fuesen buenos o malos. Lo único que podía sentir en aquel momento era aquella furia salvaje que la invadía por completo.
Caminaba y caminaba, directamente hacia el claro del bosque. O el primer claro que encontrase. Y mientras tanto no podía quitarse de la cabeza la humillación a la que había sido sometida.
¿Cómo se había atrevido? ¿Cómo se había atrevido a humillarla de semejante forma? ¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué?
Iba a pagar su humillación...sí, señor, por un precio muy alto.

Llegó al claro del bosque y metió los pies en el agua. En la orilla. Miró al cielo, como si encontrase allí a la culpable de su humillación y clamó al cielo uno de sus más poderosos hechizos.
Qué se atreviese a buscarla ahora. Qué se atreviese a buscarla ahora aquel brujo...o cualquiera de ésos estúpidos que habían aventurado su desgracia. Lo iban a pagar muy caro. O cualquiera. Nereida en aquel momento quería arrasarlo todo con su rabia. Lo que sea con tal de recuperar su dignidad.

por **Candela "Caperucita Roja"** Vie Jun 22, 2012 4:56 pm

Acababa de terminar de montar un pequeño fuego en el bosque con el que cocinar lo que había podido cazar y encontrar. Unas moras y nueces para hacer pasteles, unas pequeñas raices para poder hacer una sopa y un pequeño conejo era todo lo que tenía en mi poder.

El conejo ya estaba limpio y preparado para comenzar a asarlo al fuego mientras me metía en la boca un poco de tarta y me acercaba al lago con una pequeña cacerola para tomar agua y hervir las raices.

Podía estar en el campamento gitano viviendo con los demás pero sentía que necesitaba un poco de tiempo para mi misma, recordar y terminar de superar lo que le habia pasado a mi abuelita y pensar en qué iba a hacer con mi vida. Los años para bien o mal estaban ya pasando factura y sabía que los hombres no querían tampoco a mujeres que estuvieran marcadas. Me miré las manos antes de mojarlas y ponerme de nuevo los guantes.

Grandes cicatrices de quemaduras y heridas surcaban estas y como resultado todo los que las veían salian huyendo horrorizados por estas… El agua ya estaba en la cacerola cuando levanté mi mirada y observé a una mujer en la noche. Apenas había podido verla por la oscuridad pero ahora no podía negar que estaba allí y su aspecto sucio parecía que necesitara ayuda.

-Buenas noches señora, ¿necesita ayuda?

por **Nereida Di Vaarsen** Vie Jun 22, 2012 5:12 pm

La conjuración de su hechizo fue interrumpida de repente por una suave voz femenina que sonó a sus espalda, deteniendo su concentración. Demasiado suave...en comparación con las ganas que sentía la rubia de gritar...
Aún así, aquello no logró detener la conjuración de su hechizo. La joven se giró poco a poco, como una pantera a punto de atacar a su presa, con elegancia, y contempló a la mujer que le había hablado. Y en todo momento salían de sus labios las palabras del conjuro, pronunciadas lo suficientemente bajito como para que ella no las pudiese oír.
Nereida vio que era una gitana...o al menos eso era lo que parecía, por sus ropas y su piel bronceada. Pobrecita.
No sabía dónde se había metido, En el lío en el que se había metido por el mero hecho de tropezar con ella aquella noche...aquella noche precisamente.
Nereida sonrió de medio lado y se acercó a ella, pasándole las manos distraídamente por el collar de rubíes que llevaba en el cuello. En sus ojos aparecía el brillo de...bueno, de algo difícil de definir incluso por ella misma.
-¿Ayuda? No creo que sea yo la que necesite ayuda...-murmuró la muchacha mientras caminaba alrededor de la joven gitana, observándola fijamente, como si la estuviese evaluando.-creo que sois vos la que necesitáis ayuda...¿qué hace una dama a éstas horas en un lugar cómo éste? ¿Acaso no tiene ni idea de los peligros que acarrean el bosque a estas horas?-se paró y la miró fijamente, aún con el aspecto de una joven desvaída...le había hablado con el mismo tono atenuante que usaba con mucha gente...un poco para hacer tiempo. Mientras se levantaba lo que ella acababa de convocar. Sólo necesitaba unos minutos.
Aún así, su voz tenía que haber sonado algo siseante y furiosa a la fuerza. Algo se tenía que haber notado.

por **Candela "Caperucita Roja"** Miér Ago 01, 2012 5:43 pm

Miró a la mujer que se tocaba un collar rojo, no sabía que piedra era pero creía que era muy valioso, aun así no tenia el mas minimo interes. Era demasiado ostentoso para su gusto, preferia las simples cadenas…

-Yo no necesito ayuda señora, estaba en el bosque para comer algo… Si queréis tengo un conejo y unas raices para una sopa ademas de tarta… Peligros? Se lo que son y no les temo.-dijo recordando lo que pasó en su hogar tiempo atrás, le había costado superar el temor a estar en el bosque pero había algo que la seguía atando a estos lugares y no podía negar que se sentía mas comoda aquí que en la ciudad.

-¿Quiere acompañarme a comer? Hace frío e imagino que estáis helada…-le dijo en tono amable intentando calmar a la mujer que, con el tono de voz que había empleado para hablarse, podía deducir que estaba enojada y que necesitaba a alguien para hablar

por **Nereida Di Vaarsen** Sáb Ago 18, 2012 1:38 pm

Nereida se deshizo en sonrisas, añadiéndole a su rostro una falsa candidez que no poseía, pero que sin embargo le quedaba condenadamente bien. Contempló con curiosidad a la joven, preguntándose cuántos años tendría...podría ser unos pocos años mayor que ella...sí, sin duda alguna sería unos pocos años mayor que ella. Aunque parecía algo más inocente...pero ella misma seguía pareciendo una jovencita inocente.
Y aún cuando estaba así, en ese estado de humillación tan pura y tan dura. Humillación pura y dura...Aaaah, cada vez que lo recordaba sentía deseos de echarse a reír, a llorar, a hacer de todo. Lo que había a su alrededor, lo que la joven ya había comenzado de por sí, estaba aumentando su fuerza, su tamaño. Algo que se suponía que no debía de ser, pero que era así. Era así.
-¿No teméis a los peligros, mademoiselle? Eso es algo insensato, y propio de aquellas gentes que no los han sufrido. Quizá seais una persona afortunada-siguió diciendo la rubia, aún con aquella falsa sonrisa en el rostro.
Luego volvió a mirar a su alrededor. Quizá tardase aquel conjuro algo más de la cuenta. Como con la comida que la gitana estaba preparando. Quizá esperase un poco más, quizás alargase el momento hasta el paroxismo, hasta que cogiese más confianza, y entonces...
-Claro, mademoiselle...estaré encantada de ir a comer algo con vos, creo que me vendrá bien-dijo finalmente.

por **Candela "Caperucita Roja"** Jue Ago 23, 2012 12:19 pm

Mientras seguía mirando a la mujer notaba como el fuego comenzaba a consumirse y necesitaba mas ramitas por lo que me giré y me acerqué con la olla a la hoguera, arrodillandome delante de ella para comenzar a avivar el fuego y atravesar el conejo con un palo a la vez que lo coloqué en el fuego.-Peligros? Creo que ya estoy curada en espanto con eso… no tengo nada que perder señora por lo que no temo ahora mismo a nada…

Seguía avivando el fuego levantando la mirada esperando una respuesta, el conejo comenzaba a oler muy bien y aunque sabia que iba a quedar poco para ella su abuelita le habia inculcado eso en su educación. Sonrió al ver como aceptaba y le señaló un tronco cercano donde se podría sentar. Tomé un par de hojas grande que usaba como plato y se lo pasé a la vez que unas raices y un poco de las moras que acababa de recoger.-Espero que os guste la comida… mi nombre es Candela aunque me puedes llamar Caperucita Roja o Roja.

por **Nereida Di Vaarsen** Lun Sep 10, 2012 1:28 pm

Quizás aún anduviese herida. Eso, en realidad, era lo más probable...porque es que sino Nereida no le podía encontrar otra explicación. ¿Por qué sino...por el amor de lo que fuera en lo que creyera, no atacaba ya? ¿Por qué no se lanzaba? ¿Su conjuro no tenía la suficiente fuerza aún? Nereida suspiró, algo consternada, y miró hacia el cielo antes de seguir a aquella mujer para ir a comer adónde quiera que la llevara.
Lo más probable es que la humillación anterior aún siguiese latente en ella. Por eso estaba como estaba. Por eso aún no había lanzado su ataque. Pero...¿por qué iba a lanzar su ataque acaso? ¿Qué le había hecho aquella mujer? No era culpable. No era culpable de nada, de absolutamente nada, Nereida lo sabía perfectamente. Y por eso mismo se preguntaba cosas, se preguntaba muchísimas cosas.
Siguió a la mujer. Y observó como cogía hojas y raíces, y se metió algunas en la boca con exquisito cuidado. Y también la escuchó, mientras miraba de vez en cuando al cielo, dónde aquella sombras pululaban acechantes, como si se estuvieran preparando para atacar.
Caperucita Roja. Qué nombre más curioso, como el de aquel cuento que había oído varias veces de niña, una de las historias más antiguas del mundo. Sonrió y se llevó una mora a la boca, y cuando la masticó y la tragó dijo:
-Qué nombre más curioso...¿fue un mote que le pusieron?-dijo educadamente-Un placer conocerla, mademoiselle, mi nombre es Nereida, Nereida Di Vaarsen.

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