Pura castidad [Iván L Prokofiev]

por **Nastia I. Prokofieva** Mar Jun 26, 2012 1:55 am

Todo había ido de mal en peor, para empezar, había tardado casi dos horas en llegar al santo lugar, habían cambiado muchas cosas en tan sólo un par de meses. Decir ser superviviento a la tuberculosis sabía que era un milagro, un milagro, un regalo de Dios. ¿Por qué? ¿Por qué lo había hecho? No entendía la razón de su castigo, y así, le era imposible limpiar sus pecados. Se había visto obligada a salir de su facción de la inquisición por las secuelas de la enfermdad, se había conertido en casi una completa inutil y sabe que su padre, no se lo perdonaría porque le había defraudado, no sólo por enfermar, si no también por luego no poder ocupar el lugar que había dejado él. Indudablemente lo que más le dolía era que, por sus comentarios, Nastia tenía lai mpresión que su padre creía que mentía,creía que realmente no seguía siendo tan casta y virgen como siempre lo había isdo. Eso le hacía muchísimo daño en lo más hondo de su corazón. Él tener conciencia de ello, le había hecho llorar. Sí, Nastia llorando, aunque pareciera increíble así era.

Estaba sentada en uno de los bancos a princpio de todo, casi pegando al altar, de rodillas realizaba sus rezos rutinarios, tanto de serenarse para que las lágrimas dejaran de correr y para ver si obtenía alguna respuesta a sus innumerables cuestiones. Vestía como una dama debía hacerlo, sólo que de negro, tapada por todos lados, sólo se veían sus manos, ligeramente sus botines y la cara y el pelo. Llevar el pelo recogido se podría tomar como una ofensa no manteníendose casta, pero esa era la verdad, así seguía haciéndolo.

por **Ivan L. Prokofiev** Mar Jun 26, 2012 5:43 am

había matado a otro de mis experimentos, no sabía que había pasado pero aquel huérfano sin bautizar, había muerto a causa de los experimentos, había dejado algo pasar y no sabía que era, todo iba bien, hasta que le inyecté algo, y entonces murió, debería estudiar esa sustancia con detenimiento, pero bueno, que Dios lo acogiese en su seno, sus pecados habían sido redimidos al servirme de ayuda para poder salvar a una buena cristiana como era mi hija. No s elo demostraba, para ella estaba decepcionado, por lo que había pasado, un castigo de tal magnitud por parte de Dios solo podía ser porque había echo algo que lo había enfadado y por lo tanto para ella yo estaba enfadado. Pero en parte era mi hija y sabía que esa enfermedad castigaba a todos, otro designio de Dios otra prueba a nuestra fe, quizás quisiera que yo encontrase esa cura o que fuese otro, en cuyo caso no desistiría de mis obligaciones como padre y la dejaría abandonada como debería hacer. No... los caminos del señor eran inescrutables.

Hablando de ella, al llegar mis pasos a la catedral donde iniciaría mis rezos diarios encontré a mi hija, en primera fila, iba cojeando, con el bastón como pubnto de apoyo, un punto de apoyo que me hacía sentir muchas veces inútil, mi pierna herida dolía, me había tenido que quitar un trozo, a veces tomaba hierbas para calmarme, o unas pociones que yo mismo preparaba a base de hierbasm, pero cada evz el dolor era más insoportable y a veces había días que el dolor me hacía gritar, o enfadarme más de lo que debía. Llegué junto a mi hija y me senté, por razones obvias no podía arrodillarme, pero Dios em entendería y sabía lo que me ocurría, aquella dolencia ya era demasiada penitencia para poder pisar los cielos:

In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen-dije haciendo la señal de la cruz frente el altar y después mirando a mi hija-¡Que la paz sea contigo hermana!

por **Nastia I. Prokofieva** Miér Jun 27, 2012 2:51 am

Llegados a un punto en el que había dejado de rezar y simplemente se encontaba allí, arrodillada en paz consigo misma y en paz con el señor, suplicando que este le escuchase y redimiera sus pecados. No pedía que le quitara su mal, tan sólo que fuera perdonaba de sus actos. Actos que no comprendía y que puede, que jamás lo hiciera. Por eso, estaba en manos de Dios, a pesar de todo, lucharía por su perdón, daría todo lo que estuviera en su mano para conseguir aquella paz que ahora no poseía. Le daba igual no volver a andar, no volver a ver el sol, no volver a tener libertad de movimientos, si con ello, era perdonaba.

Estaba sola, hasta que llegó él, su padre. Le vio adelantarse y saluda al señor. Nastia tragó saliva, desde lo ocurrido su padre y ella se habían distanciado, y eso le dolía, mucho. Su padre siempre habías sido su guía, su confidente, su confesor, su aestro, su mayor punto de apoyo, su padre... y ahora parecía un señor con bastón, frío que le veía al os lejos. Ella seguía arrodillaba pero él se sentó, nadie pretendía que se arrodillara con la lesión que había pagado sirviendo al señor. Él sí que era un buen siervo, no como ella, que ni siquiera conocía el orgien de sus faltas. Ladeó la cabeza y le miró. -Padre.-dijo en un susurro tratand ode secarse las lágrimas que corrían por sus mejillas.

por **Ivan L. Prokofiev** Miér Jun 27, 2012 3:58 am

Cerré los ojos y comencé a pedir perdon por ms pecados, en latín, mis rezos mientras cogía la cruz de mi cuello se escuchaban en un susurro, pero mi hija me interrumpió, la miré sin culparla pero con una mirada helada, en aquella sala todo debía ser por y para el señor, nuestra conversación tendría poca cabida por lo que la cogí del brazo y con mi mano libre coloque un dedo en mis labios-¡Ssshhh!-fue lo que susurré por un instante antes de volver a mis rezos, momentos después recité mis rezos diarios, le di gracias al señor, por lo que tenía y pedí en sliencio por mi hija, finálmente me levanté y miré a mi hija indicándole que viniese conmigo.

Si deseas hablar conmigo, nunca al pie del altar a los ojos directos de nuestro señor... acompáñame a la sacristía-dije cerrando los ojos y colocando mis manos juntas andando, cuando pasé frente al altar hice una reverencia, frente a esta y me dirigí a la sacristía cojeando y siempre mantenido por mi punto de apoyo, como miembro de la inquisición teníamos total acceso, con tan solo hablar con el arzobispo, sería suficiente, me mantuve allí, esperando a mi hija, hacía tiempo que no hablaba con ella y quizás sería el momento, aunque por motivos obvios no le contaría nada de mis experimentos con otras personas por muy paganas que fuesen, no iba a mostrar debilidad ante mi propia hija, ninguna

por Contenido patrocinado

Pura castidad [Iván L Prokofiev]

Pura castidad [Iván L Prokofiev]

Re: Pura castidad [Iván L Prokofiev]

Re: Pura castidad [Iván L Prokofiev]

Re: Pura castidad [Iván L Prokofiev]

Re: Pura castidad [Iván L Prokofiev]