Cuando el pasado llega es por que el futuro apremia... [Privado]

por **Constance Käempffmann** Lun Jul 09, 2012 12:34 am

Con Almagor* entre mis manos me sentía poderosa, protegida, intocable hasta indestructible, aquel libro de hechicería ya tenía más de trescientos años casi un poco mas de los que en realidad tenía yo bajo este bello cuerpo, y blanco rostro. Podía recordar cada una de mis vidas pasadas, desde la primera vez que me había reencarnado hasta la última que había pasado hacia mas menos un mes atrás, moví mi cabeza sintiendo como la carga que había en mis hombros por invisible que parecía estaba ahí, lo había notado, ya no era simplemente yo algo había salido mal, la pregunta era ¿que?, suspire mientras el dolor me clavaba en la sien como si de una daga entrando se tratara, el dolor parecía seguir, busque en la estantería de la cocina de la mansión las hierbas que me opacarían el dolor. Los empleados vueltos locos por mi arranque de paranoia se quedaban todos quietos, no me podían mirar no cuando andaba así, porque era en esos momento donde ya no era simplemente yo Constance. La desesperación y los recuerdos venían como oleadas entre gritos, muertes, escuche sus nombres, cada una de ellas tenían veinte años, todas vírgenes, que él, mi gran amor tomaba para que yo pudiera habitar en ellas… el frasco que torpemente tome cayó al suelo el descontrol en mi cuerpo parecía causar un temblor extraño que nunca antes había tenido - אתה תהיה רקיחת אטום זה שלי כאב, והוא לא רוצה להיות כי כאשר אני כבר אני. (Y serás el brebaje que opaque mi dolor, y serás lo que no quieres que sea por que cuando lo soy ya no estoy yo.) – un simple conjuro que serbia para opacar mi interior que gritaba salir pero no lo dejaría no ahora.

Horas más tardes.

Me había cortado la mano con un trozo de vidrio hasta ese momento no me había fijado como de la parte superior de mi mano corría un hilo de sangre seca, coagulada ya por el tiempo. Almagor estaba manchado y eso no me pareció, mi libro cuando se manchaba de sangre era porque algún recuerdo quería mostrarme, porque los acontecimientos futuros serian vistos en las páginas que algunos veían en blanco… Con los pies en las frías aguas de aquella laguna comenzaba un nuevo hechizo de vida, de muerte uno de mis dedos toco el agua y con suavidad lo pase por la mancha de sangre en el libro – Si algo tienes que mostrarme, que sea como en un cristal donde el reflejo del espejo muestre la silueta, la bondad, donde pueda ver mi destino y lo que hay para mi… por que cuando eres sangre eres agua y juntos formamos el elixir que atraerá a mi seguidor, que consigo los recuerdos ya no son del pasado sino del futuro - volví a repetir aquel acto dejando caer varias gotas sobre el cuero negro por los años que cubría las hojas donde hechizos jamás vistos existían, apreté con cuidado la herida una gota de sangre mas y el libro cobraría vida…

El libro ante mis ojos se abrió mostrando un tatuaje una frase a primera vista inentendible pero en si se dibujaba una silueta femenina por las curvas, de cabellera larga, el grabado en la piel de aquella decía “M'-wa-wä” y un lobo apareció como sombra de aquella mujer. Los recuerdos viajaron por mi cabeza, pasando mi lengua por mi mano el sabor a la sangre ilumino lo que necesitaba saber. Una antigua conocida, una antigua vida que volvía de nuevo por el mismo camino, porque hacía dos vidas atrás la había conocido, su nombre Rianne y la pregunta apareció en mi cabeza ¿Qué la traerá hasta mí? Porque el libro lo había dicho, cerca muy cerca estaba quizás aun oculta entre los arboles del bosque continuo….

*Almagor: Libro de hechiceria, de origen Hebreo significa Indestructible

por **Rianne Coleridge** Miér Ago 15, 2012 4:01 pm

Agárrate de mi mano que tengo miedo del futuro.

Sentada con la espalda apoyada en el tronco de ese árbol escucha los gritos que se hacen cada vez más altos, ninguno sale desde su boca, ahí no hay más que silencio, desgarrador silencio que ni siquiera es llenado por los restos de una respiración agitada que ha desaparecido con los minutos. Nada queda de ese acto impulsivo que acaba de cometer. Se mira las manos y están manchadas, las limpia en su ropa que no está mucho mejor pero que sólo la hacen lucir como una pordiosera, no como la criminal en la que se acaba de convertir. Las llamas se reproducen con cada intento de apagarlas, los humanos corren como hormigas, algunos intentando alejarse de todo ese peligro que ha aparecido de un momento a otro y unos pocos queriendo controlar el fuego o extinguirlo de algún modo. El agua que tienen a mano no es suficiente para borrar esa última medida desesperada que la tiene sonriendo amargamente. El sudor y las lágrimas se mezclan, las gotas saladas bañan esa herida reciente en su rostro y le escocen, ese dolor no se compara a otro, este dolor tiene también placer implícito en él.

Se levanta y uno de sus pies se queja, ni siquiera recuerda el habérselo lastimado pero tampoco recuerda cuando reunió todo lo que necesitaba dejar atrás, desde ahora aquellos que la conocían creerán que ya no vive, que su cuerpo ha sido consumido por ese accidente tan lamentable y que sólo quedarán sus recuerdos. ¿Cuántos la conocen realmente? Nada tiene en Paris, no hay familia o amigos, ni siquiera sus vecinos saben su nombre, vive de sus ahorros y trabajos esporádicos, incluso ha perdido la comunicación con sus pares, el tiempo la hunde en un agujero que no tiene salida y aunque rasque con uñas o garras las paredes sólo se desmoronan cada vez más y la entierran, sin aire, sin escapatoria. Labios que se mueven, una plegaria se eleva a sus dioses, a Kokumthena es a quien más implora, a la creadora de su raza y la imagen de una abuela que abre los brazos para proteger a su familia. Rianne necesita eso, Tecumseh lo pide entre llanto que no se detiene, entre gritos que no salen de su boca porque se ahogan en el camino, la garganta le arde y el vello de su nuca se eriza, necesita arrancar, no sabe por qué pero debe hacerlo.

Su cuerpo conserva marcas invisibles del tiempo, ahora también las que va creando a medida que avanza. Ramas que le arañan la piel y sonidos de otros animales que lejos de asustarla le indican que va por el camino correcto. Escucha un susurro que le trae el viento y cree oír en él claramente el eco de su nombre. Su respiración se acelera y también lo hacen las zancadas, el trote se convierte en una carrera. ¿Será que ahora alguien la ha descubierto? El bolso en su espalda cuenta con lo necesario para sobrevivir por unas semanas si se mantiene cerca de un arroyo y caza algo que le sirva de alimento. La parte de atrás de la cabeza sigue molestándole, lleva del mismo modo hace varios minutos y según sus cálculos aún falta para que sea tiempo de luna llena. Antes podría haber creído que era un invento suyo, ahora está casi segura que todo fue en vano, que la planificación casi mínima del acto que cometió esa noche de cualquier modo no sirvió. No conoce el terreno por el que se mueve pero no hay tiempo de tomar resguardos, sigue corriendo porque esa es la forma de avanzar. Tropieza, se cae, no se levanta, sus piernas no responden y la voz se sigue repitiendo, cada vez más alta, más fuerte. Rianne, Tecumseh, usa sus dos nombres para intentar alcanzarla.

por **Constance Käempffmann** Lun Oct 15, 2012 1:40 pm

Algo sabia que con los años no solo yo aumentaba mi poder con todos los hechizos sino que también mi querido Almagor, tanto él como yo crecíamos y en un lejano reino su libro hermano también lo hacía. Normalmente no me hacía de conocidos no lo necesitaba teniendo a mi libro lo tenía todo conmigo, no era ni buena ni mala simplemente era yo. Constance que en alguna vida fui… no era necesario recordar aquello en estos momentos, muchas vidas había pasado para mantenerme eternamente, cuerpos diferentes, colores de piel variados, riqueza y por sobre todo algo que amaba, algo que amo el poder sobre las situaciones y mis actos, porque de nada me serviría tener un libro sin saber lo que en realidad estoy haciendo. Una sonrisa se inundo en mi rostro – Tu Almagor, que no me escondes nada dime como viene, dime donde esta – las palabras salían de mis labios en un perfecto hebreo era la única lengua ancestral a la cual mi querido libro de hechizo hacia caso.

De manera casi extraña el texto callo quedando boca abajo, no me asuste de ninguna forma si algo había aprendido que cada cosa que sucediera con respecto a él era por una razón, la pregunta era -¿Cuál es tu razón? – recogí con cuidado mientras volteándole me mostraba las manchas que de la nada aparecían, el barro que había en la orilla del rio había hecho una pequeña obra en aquellas páginas confusas, realmente no podía entender de qué se trataba, seguía con lo mismo, todo me guiaba a ella, a esa mujer que vidas pasada conocí, alguien de confianza quizás, alguien de la cual no podría olvidar tan fácil pero si recordar algún buen momento. Aun cuando cada vida era una sola sentía ese miedo por la otra que oculta y en silencio permanecía dentro de mí, yo y mi otro yo aun no nos conocíamos y pronto tendría que afrontarla.

La briza de la laguna se hizo presente mientras al libro cerrado estuvo las cosas parecían cambiar, un extraño sabor llegaba a mi paladar y el aroma se comenzó a intensificar ¿Qué es? Realmente no sabía lo que estaba ocurriendo en un abrir y cerrar de ojos el escenario cambio ya no estaba en la laguna, ya no estaba en esa vida…

¡Constance! ¡Corre! – La voz femenina se acercaba a mí mientras detrás de ella venia una multitud - ¡Te descubrieron! – alcance a escuchar y mi amado Mat me tomaba de la mano para correr y escondernos en el bosque que tan poco conocíamos, la mujer que no podía reconocer seguía corriendo ayudando a que no nos encontraran, ella nos guio por lugares casi vírgenes del bosque donde muy pocos se atrevían a adentrarse – Es hora Constance… es hora de tu cambio – me dijo Mata mirando a la otra chica con algo de recelo, la saliva se torno de un sabor metálico el agitarme había logrado en mi aquella sensación de dolor –¿ Ya la escogiste? – ambos se miraron y yo sin entender, me sentí excluida, los celos me invadieron ¿que sabían ellos que yo no? Y ella hablo – Esta en el bosque, cerca del lago –

Las imágenes parecieron desaparecer, mientras podía sentir en mi corazón las palpitaciones de una agitada huida, pero no estaba ahí nuevamente en la laguna, me encontraba desorientada, confusa – No, No… yo estoy aquí – mis pies comenzaron avanzar de manera lenta y torpe alejando mi cuerpo y mis pensamientos de la laguna sentí la necesidad de gritar pero callé, la necesidad de correr fue opacada cuando los aullidos llegaron, el búho ululo, los grillos cantaban y yo ahí en silencio avanzando hacia los arboles, en busca de algo, en busca de aquella mujer, de aquella conocida.

por **Rianne Coleridge** Vie Dic 07, 2012 6:24 pm

Está entregada a lo que cree que va a suceder, se mantiene en silencio intentando captar de nuevo esa voz que la ha llamado, no puede moverse, no quiere gritar, ¿desde hace cuánto se rindió? Cierra los ojos pero el viento no le trae más que frío y el cantar de algunas aves que sólo aparecen durante la noche. Rianne se ha quedado atrás y dio paso a una mujer que incluso ella ha extrañado, ahora Tecumseh comienza a observar a través de los ojos de esa muchacha muy blanca para pertenecer a la tribu. Estudia las ramas quebradas, los senderos que los animales han marcado y el fluir de un río que se escucha lejano, ¿es realmente eso lo que puede oír? Quizás junto a su cordura se ha ido también esa capacidad que la hacía sentir tan orgullosa. No puede sentir un golpeteo del agua contra las piedras y por lo que ha visto durante su tiempo en la ciudad sabe que el fondo de esos cauces están siempre compuestos de pequeñas rocas y no precisamente arena como en otros lugares. Tiene que ser un lago, una laguna o un arroyo lo que está cerca y tal como tenía planeado ese es el lugar preciso para esconderse mientras decide que hacer a continuación.

Se levanta con dificultad, necesita afirmarse de los árboles, de pequeños arbustos, el camino que en otras condiciones no le habría tomado más de diez o quince minutos ahora parece una eternidad. Camina arrastrando los pies, llevando sobre uno de los hombros el bolso que ha cargado con víveres y también recuerdos, ¿de qué le sirven de todos modos? No es como si fuera a olvidarlos de un momento a otro, sus acciones se mantienen siempre presentes como un recordatorio de los errores que ha cometido. Su consciencia es su peor enemigo, tiene ahí la tortura de las heridas que ha hecho, el dolor de la soledad forzada y ahora puede sumar el daño que ha causado a quienes habitaban en las casas cercanas a la pieza donde ella durmió desde que llegó a Paris. Sólo espera que ningún humano resulte lesionado, ya es demasiado cargar con todo eso como para agregar muertes a su prontuario. La luna incompleta se refleja en la superficie del agua, es una laguna lo que tiene al frente y apoyándose en un tronco cercano se da impulso para llegar a la orilla, su reflejo le asusta, ¿cómo es que no ha cambiado pese a que lo acaba de hacer? Debería estar desfigurada y no luciendo como lo hace.

Las rodillas se le debilitan y vuelve a caer, esta vez su rostro golpea con la superficie llena de pequeñas piedras y el viento la despeina. Un dolor aparece justo al centro de su estómago logrando que se doble por la mitad, intenta con las manos aferrarse el abdomen como si eso pudiera servir de algo, pero todo lo que consigue es sentir como las manos tampoco le responden. Rianne tiene miedo, ha pedido tanto que su vida se acabe y ahora que nota como aquella oportunidad ha llegado se arrepiente. Rianne finalmente terminó siendo una cobarde, cree que aún le falta mucho por vivir y que necesita un poco de tiempo para poder encontrar las respuestas que ha buscado o quizás para conseguir algo que sabe necesita pero que aún no tiene claro. — Sólo un poco más… haré lo que sea pero dame un poco más… — Tecumseh vuelve a aparecer, como si alguna vez pudieran disociarse una de la otra. Ambas son la misma, ambas ahora rogando para conseguir lo mismo. La inconsciencia la llama y ella, ambas a la vez, cierra los ojos esperando que al abrirlos sus peticiones hayan sido escuchadas. La esperanza se mantiene aún cuando sabe que no tiene derecho a pedir nada.

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