AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¡Mana encontró un Príncipe! *O*
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¡Mana encontró un Príncipe! *O*
La pequeña estaba aburrida... muuuuuy aburrida, su mamá estaba enferma y no podía salir al sol así que no podía jugar con ella antes de que anocheciera y las personas que trabajaban en la casa de su nueva madre estaban demasiado ocupadas como para pararse a jugar. Todos eran buenos y amables con ella, Mana estaba contenta allí, todos estaban pendientes de que estuviera atendida, le hacían dulces deliciosos, tenía un montón de ropa hermosa, zapatos... nunca había tenido más de un par de zapatos ajados y medio rotos. Pero aún así ellos tenían sus cometidos y no podía estarse tan solo jugando con ella en el jardín.
Ya se había cansado de hacer coronas de flores, había surtido a todo el personal de ellas, había inspeccionado todo el jardín para ver si había algo interesante... pero ya no había nada más que hacer allí. Miró a su alrededor, la valla que separaba la casa del bosque no era demasiado alta, ella había trepado árboles más grandes. Sin pensarlo, con uno de sus vestidos nuevos que acabó con la falda rota, trepó por la verja y bajó por el otro lado. Una vez en el bosque miró los altos árboles y sonrió suavemente antes de internarse entre ellos dando saltitos y tarareando una canción.
Pasaba sus pequeñas manitas por la piel rugosa de los árboles e hinchaba sus pulmones con el aire perfumado del lugar mientras andaba sin rumbo, sin darse cuenta de que se estaba perdiendo en el bosque. Antes de darse cuenta estaba a las afueras y sin saber volver, muy asustada miró alrededor a ver si había alguien que pudiera indicarle, pero no había nadie. Estuvo andando por la linde del bosque durante unos minutos mirando a su alrededor con los ojos muy abiertos y buscando desesperadamente alguien que pudiera cuidar de ella. Cuando estaba cansada y sus piecitos dolían decidió parar y sentarse en un piedra. Abrazándose las rodillas con los brazos y sintiéndose sola empezó a llorar lentamente, las lágrimas se agolparon más y más hasta que el llanto se hizo violento y los hipos estremecieron su cuerpo.
- ¡¡Mana quiere ir con su mamá!!
Ya se había cansado de hacer coronas de flores, había surtido a todo el personal de ellas, había inspeccionado todo el jardín para ver si había algo interesante... pero ya no había nada más que hacer allí. Miró a su alrededor, la valla que separaba la casa del bosque no era demasiado alta, ella había trepado árboles más grandes. Sin pensarlo, con uno de sus vestidos nuevos que acabó con la falda rota, trepó por la verja y bajó por el otro lado. Una vez en el bosque miró los altos árboles y sonrió suavemente antes de internarse entre ellos dando saltitos y tarareando una canción.
Pasaba sus pequeñas manitas por la piel rugosa de los árboles e hinchaba sus pulmones con el aire perfumado del lugar mientras andaba sin rumbo, sin darse cuenta de que se estaba perdiendo en el bosque. Antes de darse cuenta estaba a las afueras y sin saber volver, muy asustada miró alrededor a ver si había alguien que pudiera indicarle, pero no había nadie. Estuvo andando por la linde del bosque durante unos minutos mirando a su alrededor con los ojos muy abiertos y buscando desesperadamente alguien que pudiera cuidar de ella. Cuando estaba cansada y sus piecitos dolían decidió parar y sentarse en un piedra. Abrazándose las rodillas con los brazos y sintiéndose sola empezó a llorar lentamente, las lágrimas se agolparon más y más hasta que el llanto se hizo violento y los hipos estremecieron su cuerpo.
- ¡¡Mana quiere ir con su mamá!!
Mana Yang- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 06/06/2012
Re: ¡Mana encontró un Príncipe! *O*
Estaba muy nervioso por llegar a versalles, lo haria despues, el dia de mañana seguramente o quizas pasado mañana, la realidad es que si bien moria por ver de nuevo a mi familia, queria pasar un par de dias en Paris, en la ciudad que me entreno para ser soldado, aqui me sentia libre, simplemente me ponia una capa de razo y dejaba de ser un Fontaine, un hijo de Francia para ser simplemente un joven mas en la ciudad mas bella de europa.
Sin embargo si algo me gustaba mas que la ciudad eran sus bosques, los bosques de Paris me recordaban a los bosques de Versalles, al laberinto donde me perdia con mi hermana, con la chica que mas amaba en el mundo, la unica, comence a caminar lentamente por las afuerzas de la ciudad listo para internarme en los bosques, deseaba explorar, conocer, siempre conocer cosas nuevas, asi era mi naturaleza, jamas me habia sentido atado a los protocolos ni a los deberes de mi condición, me divertia romper reglas y que mas que el segundo en linea al trono mas potente de Europa se adentrara en un bosque, no tenia miedo, tenia mi espada y sabia pelear asi que solo pensaba en divertirme.
Pasaron unos minutos, quizas media hora, quizas mas, cuando mire a lo lejos a una pequeña niña abrazada a si misma, pense por un segundo que debia ser la hija de algun leñador, pero algo no cuadraba, su ropa era la de una chica hija de una pudiente familia, pense por un momento que quizas inclusive estaba secuestrada por alguna banda de asaltantes o quizas algo aún peor, en el ejercito vi a animales violar a niñas no mucho mayores que aquella criatura, asi que empuñe mi sable con mi mano y me acerque con cautela, pues no deseaba asustarla.
Era raro, Alexandre Fontaine era el rebelde, el violento de aquellos cinco hijos de Francia que se convirtieron en cuatro y luego en tres, yo era aquel que tenia la sed de gloria, aquela que se divertia insultadon duques y condes, sin embargo algo me sucedia con los niños, quizas era que mi infancia habia sido brutal, quizas era que en la inocencia de un pequeño miraba algo de mi propio pasado tan lejano como cercano y efimero, no lo se, solo sabia que la misma ferocidad con la que podia conquistar a una mujer me surgia un sentimiento protector hacia los mas pequeños, quizas porque de niño muchas veces me habia sentido indefenzo.
Me acerque lentamente a ella y estando a unos paso le hable en voz alta, inclinandome para que me pudiera mirar bien ¡-que sucede pequeña, ¿acaso estas perdida?-quizas no me sabria ni decir porque estaba en este claro bosque, sin embargo no me iria hasta llevarla a salvo a donde sea que tuviera que ir.
Sin embargo si algo me gustaba mas que la ciudad eran sus bosques, los bosques de Paris me recordaban a los bosques de Versalles, al laberinto donde me perdia con mi hermana, con la chica que mas amaba en el mundo, la unica, comence a caminar lentamente por las afuerzas de la ciudad listo para internarme en los bosques, deseaba explorar, conocer, siempre conocer cosas nuevas, asi era mi naturaleza, jamas me habia sentido atado a los protocolos ni a los deberes de mi condición, me divertia romper reglas y que mas que el segundo en linea al trono mas potente de Europa se adentrara en un bosque, no tenia miedo, tenia mi espada y sabia pelear asi que solo pensaba en divertirme.
Pasaron unos minutos, quizas media hora, quizas mas, cuando mire a lo lejos a una pequeña niña abrazada a si misma, pense por un segundo que debia ser la hija de algun leñador, pero algo no cuadraba, su ropa era la de una chica hija de una pudiente familia, pense por un momento que quizas inclusive estaba secuestrada por alguna banda de asaltantes o quizas algo aún peor, en el ejercito vi a animales violar a niñas no mucho mayores que aquella criatura, asi que empuñe mi sable con mi mano y me acerque con cautela, pues no deseaba asustarla.
Era raro, Alexandre Fontaine era el rebelde, el violento de aquellos cinco hijos de Francia que se convirtieron en cuatro y luego en tres, yo era aquel que tenia la sed de gloria, aquela que se divertia insultadon duques y condes, sin embargo algo me sucedia con los niños, quizas era que mi infancia habia sido brutal, quizas era que en la inocencia de un pequeño miraba algo de mi propio pasado tan lejano como cercano y efimero, no lo se, solo sabia que la misma ferocidad con la que podia conquistar a una mujer me surgia un sentimiento protector hacia los mas pequeños, quizas porque de niño muchas veces me habia sentido indefenzo.
Me acerque lentamente a ella y estando a unos paso le hable en voz alta, inclinandome para que me pudiera mirar bien ¡-que sucede pequeña, ¿acaso estas perdida?-quizas no me sabria ni decir porque estaba en este claro bosque, sin embargo no me iria hasta llevarla a salvo a donde sea que tuviera que ir.
Alexandre Croÿ-Roeulx- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/12/2011
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Re: ¡Mana encontró un Príncipe! *O*
Los sollozos le impedían escuchar los pasos del hombre que se acercaba, las lágrimas no paraban de correr por su cara y sentía que le costaba respirar de tanto llorar. Cuando escuchó la voz del hombre se asustó tanto que se puso tensa y cayó de la piedra donde se encontraba quedando sentada en el suelo cubierto de hojas y mirándole con los ojos muy abiertos y la cara surcada de lágrimas. Lentamente empezó a apartarse de él con el miedo reflejado en sus facciones claramente, sus ojos rápidos y vivaces localizaron la espada en su costado y aunque no la había sacado estaba allí "¡Tiene un cuchillo como papá... y más grande!" pensó.
- ¿Es usted un hombre malo? - preguntó mientras subía una de sus manitas manchadas de tierra y se la pasaba por la cara.
Al contacto de la tierra con las lágrimas se formó un barro que manchó sus mejillas y le dio un aspecto aún más desvalido. Entonces miró hacia abajo y vio la raja que había hecho en la falda del vestido abriendo mucho los ojos más asustada aún... ¡Ese vestido lo había comprado su nueva mamá para ella! ¿que pasaba si se enfadaba y la mandaba de vuelta a la calle? No quería estar sola de nuevo y su papá podía encontrarla si volvía a estar sin hogar. Esto le hizo recordar al hombre que estaba ante ella y se apartó un poco más arrastrándose sobre las hojas.
- Mana sabe que los hombres son malos... los hombres hacen daño a las niñas y a las mamás de Mana- decía mientras le miraba asustada.
Sin pensarlo y con la simple idea de alejarse de él en la cabeza se puso en pie de un salto, se dio la vuelta y corrió al árbol más cercano para trepar a él rápidamente. Mientras subía el vestido se le enganchaba y se le rompía un poco más, pero es no importaba ahora, porque si ese era un hombre malo no solo le haría daño a ella sino a su nueva mamá y Mana no quería perder otra mamá y que se fuera al lugar donde hay muchas piedras y nadie vuelve (el cementerio). En lo alto de las ramas, con los pies asomando de entre las hojas sin que ella se diera cuenta le gritó:
- Mana no permitirá que el hombre le haga daño a su mamá.
- ¿Es usted un hombre malo? - preguntó mientras subía una de sus manitas manchadas de tierra y se la pasaba por la cara.
Al contacto de la tierra con las lágrimas se formó un barro que manchó sus mejillas y le dio un aspecto aún más desvalido. Entonces miró hacia abajo y vio la raja que había hecho en la falda del vestido abriendo mucho los ojos más asustada aún... ¡Ese vestido lo había comprado su nueva mamá para ella! ¿que pasaba si se enfadaba y la mandaba de vuelta a la calle? No quería estar sola de nuevo y su papá podía encontrarla si volvía a estar sin hogar. Esto le hizo recordar al hombre que estaba ante ella y se apartó un poco más arrastrándose sobre las hojas.
- Mana sabe que los hombres son malos... los hombres hacen daño a las niñas y a las mamás de Mana- decía mientras le miraba asustada.
Sin pensarlo y con la simple idea de alejarse de él en la cabeza se puso en pie de un salto, se dio la vuelta y corrió al árbol más cercano para trepar a él rápidamente. Mientras subía el vestido se le enganchaba y se le rompía un poco más, pero es no importaba ahora, porque si ese era un hombre malo no solo le haría daño a ella sino a su nueva mamá y Mana no quería perder otra mamá y que se fuera al lugar donde hay muchas piedras y nadie vuelve (el cementerio). En lo alto de las ramas, con los pies asomando de entre las hojas sin que ella se diera cuenta le gritó:
- Mana no permitirá que el hombre le haga daño a su mamá.
Mana Yang- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 06/06/2012
Re: ¡Mana encontró un Príncipe! *O*
No comprendí el porque del miedo de la pequeña que estaba frente a mi, debía de pensar que era alguien que trataba de hacerle daño, sin embargo no tenia porque asociar a un hombre con maldad a menos que anteriormente alguien lo hubiera hecho algo malo, temí por un segundo que algún animal malnacido la hubiera forzado de cualquier forma, sin embargo sus palabras me hicieron pensar que mas bien, su mama debía haber sufrido algún tipo de agresión y no por la mano de cualquier persona, sino por la mano de su padre, eso era normal, muchos hombres pensaban que aun vivíamos en el oscuro Medievo, donde los hombres podían golpear a las mujeres sin ningún reparo, sin embargo esa jamás seria mi intención, mucho menos con una pequeña como la que tenia frente a mi, debo decir que sus palabras me enternecieron profundamente, pues la pequeña que tenia frente a mi me había hecho una pregunta tan ingenua como brutal ¿era un hombre malo?... la respuesta era que si lo era, siempre, mucho antes de asesinar al primer hombre o de acostarme con la primera mujer que conocí era malo, estaba maldito, porque los dioses habían deseado que amara a la sangre de mi sangre, a la chica con quien había venido al mundo, la realidad era que era un malnacido que había huido de su país temiendo violar a su propia hermana, sin embargo en ese momento, al mirar a la pequeña que tenia a unos pasos pensé que quizás toda mi maldad podía al menos en una pequeña parte ser redimida si la ayudaba, si le mostraba el camino a casa, aunque por eso tuviera que cruzar las puertas de Hércules.
¡-no puedo decir que soy un ángel pequeña, pero te aseguro que no te hare daño-
Sin embargo mis palabras lejos de calmarla hicieron que reaccionara de forma instintiva, balbuceo ya entre sollozos algo de que todos los hombres éramos malos y lastimábamos a su mamá, eso confirmo mis sospechas, aquella criatura frente a mi había visto la violencia muy de cerca, eso hizo que en tan solo un segundo ya no solo hubiera en mi un impulso de llevarla hacia su casa, sino también el incontrolable deseo de encontrar a su madre y de castigar a su padre con fuerza, quise sostener a la niña pero fue rápida, comenzó a subir hacia un árbol, su vestido se rasgo en el proceso, temí que se hiciera daño, que una rama rasgara no solo su vestido como era evidente, sino también que pudiera ocasionarle una herida seria, no sabia muy bien como actuar, pocas veces había tenido contacto con niños, sin embargo la imagen de mi hermana llorando después de que el príncipe Alexander la había golpeado llego a mi mente, por lo que me acerque al árbol, poniéndome justo debajo de ella, vigilando que no fuese a caer y le dije con la mayor dulzura de la que fui posible
¡-pequeña, te aseguro que jamás te lastimaría y mucho menos a tu mama, solo dime como te llamas y donde vive tú mama y te prometo que te llevare con ella-
¡-no puedo decir que soy un ángel pequeña, pero te aseguro que no te hare daño-
Sin embargo mis palabras lejos de calmarla hicieron que reaccionara de forma instintiva, balbuceo ya entre sollozos algo de que todos los hombres éramos malos y lastimábamos a su mamá, eso confirmo mis sospechas, aquella criatura frente a mi había visto la violencia muy de cerca, eso hizo que en tan solo un segundo ya no solo hubiera en mi un impulso de llevarla hacia su casa, sino también el incontrolable deseo de encontrar a su madre y de castigar a su padre con fuerza, quise sostener a la niña pero fue rápida, comenzó a subir hacia un árbol, su vestido se rasgo en el proceso, temí que se hiciera daño, que una rama rasgara no solo su vestido como era evidente, sino también que pudiera ocasionarle una herida seria, no sabia muy bien como actuar, pocas veces había tenido contacto con niños, sin embargo la imagen de mi hermana llorando después de que el príncipe Alexander la había golpeado llego a mi mente, por lo que me acerque al árbol, poniéndome justo debajo de ella, vigilando que no fuese a caer y le dije con la mayor dulzura de la que fui posible
¡-pequeña, te aseguro que jamás te lastimaría y mucho menos a tu mama, solo dime como te llamas y donde vive tú mama y te prometo que te llevare con ella-
Alexandre Croÿ-Roeulx- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/12/2011
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Re: ¡Mana encontró un Príncipe! *O*
Mana escuchó al hombre debajo de ella y encogió sus piernecitas para que no se vieran entre las hojas, en el proceso se raspó las piernas y de la piel empezaron a salir pequeñas gotitas de sangre, nada de importancia pero que dolían bastante. Las lágrimas volvieron a rodar por su cara mientras miraba entre las hojas al hombre.
- ¡No! Mana no quiere que su brazo vuelva a hacer *crack* -gritó entre sollozos.
Todavía recordaba cuando su padre la llamaba, le decía que era una niña buena, antes de que empezara a golpearla brutalmente. Los moretones todavía persistían en su piel, en su barriga y pecho se extendía un gran moretón de aspecto feo que le hacía respirar mal y que le dolía todo el tiempo. Pero lo que más le había dolido a Mana había sido cuando su papá le había cogido el brazo derecho y retorcido con tanta fuerza que sus pequeños hueso frágiles se habían quebrado. Recordaba el llanto de su madre mientras le colocaba el brazo en su lugar y lo entablillaba y la sonrisa tétrica en los labios de su padre... no, no iría a los brazos de un hombre nunca más.
- Mana no quiere que la golpeen ni que golpeen a su nueva mamá... Mana no quiere perder a otra mamá y que la mire desde el cielo- gritó justo antes de empezar a trepar de nuevo hacia la copa del árbol.
Mientras más subía más endebles eran las ramas y mientras más trepaba más riesgo había de caer al suelo y hacerse mucho daño por eso cuando oyó una rama crujir debajo de su pie se quedó muy quieta con los ojos muy abiertos y agarrada fuertemente con las manso a otras dos ramas. Si se movía ahora seguro que acababa en el suelo... tenía que buscar otro apoyo con los pies.
- Mana se va a caer - dijo más para si que para otra persona.
- ¡No! Mana no quiere que su brazo vuelva a hacer *crack* -gritó entre sollozos.
Todavía recordaba cuando su padre la llamaba, le decía que era una niña buena, antes de que empezara a golpearla brutalmente. Los moretones todavía persistían en su piel, en su barriga y pecho se extendía un gran moretón de aspecto feo que le hacía respirar mal y que le dolía todo el tiempo. Pero lo que más le había dolido a Mana había sido cuando su papá le había cogido el brazo derecho y retorcido con tanta fuerza que sus pequeños hueso frágiles se habían quebrado. Recordaba el llanto de su madre mientras le colocaba el brazo en su lugar y lo entablillaba y la sonrisa tétrica en los labios de su padre... no, no iría a los brazos de un hombre nunca más.
- Mana no quiere que la golpeen ni que golpeen a su nueva mamá... Mana no quiere perder a otra mamá y que la mire desde el cielo- gritó justo antes de empezar a trepar de nuevo hacia la copa del árbol.
Mientras más subía más endebles eran las ramas y mientras más trepaba más riesgo había de caer al suelo y hacerse mucho daño por eso cuando oyó una rama crujir debajo de su pie se quedó muy quieta con los ojos muy abiertos y agarrada fuertemente con las manso a otras dos ramas. Si se movía ahora seguro que acababa en el suelo... tenía que buscar otro apoyo con los pies.
- Mana se va a caer - dijo más para si que para otra persona.
Mana Yang- Hechicero Clase Baja
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Re: ¡Mana encontró un Príncipe! *O*
Mire con horror como la pequeña se hacia daño en sus piernas, era lógico de esperarse estos arboles no eran los delicados arboles frutales de Versalles, eran rudos arboles de bosque tan altos como peligrosos, que podían lastimar y rasgar la piel en instantes, la pequeña comenzó a sangrar, quizás debería de subir por ella aun contra su voluntad, sin embargo no deseaba asustarla mas, no quería que me tuviera tanto miedo, aunque segundos después sentí como que algo en mi corazón se reactivaba, un recuerdo oscuro y lejano, dios mío, la pequeña me hablaba de un crack en su brazo, eso significaba que alguien alguna vez la había lastimado hasta el punto de causarle un serio daño, eso me hizo recordar hacia diez años cuando rompí una obra de arte china, regalo de un príncipe a mi abuelo, mi padre, el orgulloso príncipe Alexander, el héroe de la guerra de independencia de las colonias americanas me desnudo frente a mi hermana y me dio 20 fuetazos, con aquel mismo fuete con el que fustigaba a sus caballos, lo hizo hasta que el cuero del instrumento se quebró en mi piel, las heridas me duraron abiertas semanas, pero ni siquiera aquel animal que el destino me había dado por progenitor se comparaba con eso, golpear a una niña indefensa hasta causarle un gran daño, eso era propio de un bárbaro.
La pequeña siguió escalando mas alto, tan alto que estaba ya en una peligrosa altura, debí subir en ese momento sin embargo sus palabras me detuvieron en seco, la pequeña frente a mi había vivido un infierno en la tierra, no solo la habían golpeado, sino que su mama había muerto, o al menos eso pude comprender, de repente sucedió algo que no había pasado en años, las palabras del pequeño ser que seguía subiendo mas alto en aquel árbol desataron en mi a mis demonios personales, yo había perdido a mi madre, ella era lejana pero me amaba, era la única que detenía a mi padre, que lo obligaba a no golpearnos a mi gemela a y a mi, ¡y creí que vivía en el infierno! Cuando era esta pequeña criatura la que en realidad había vivido una pesadilla tras otra, un golpe tras otro, tan duros como los del látigo de mi tutor, pero seguramente mucho mas profundos, porque ella no podía decir que era una maldita princesa, no podía objetar como yo que castigaría a aquellos que lo golpeaban, tan solo podía aceptar su vida, como un calvario sin final, como una pesadilla de la cual nunca se despierta, como el sueño del infierno, apenas me pude contener y por mis parpados que creía eran de acero, que no lloraban ni en el fragor de la batalla comenzaron a salir lagrimas, sentí un par de ellas correr por mis mejillas cuando la niña grito que caía, la mire con horror y como pude subí apenas un metro y logre atrapar su pequeño cuerpo antes de que se estrellara contra el piso, sin embargo para mi desgracia una rama se enterró en mi muslo, haciéndome un corte profundo, o al menos eso supuse pues sentí un pinchazo y un profuso dolor, algo que sin embargo en ese momento no me importo.
Logre bajar con la pequeña firmemente tomada en mis brazos y al llegar al suelo sin dejar de sostenerla con mis brazos le dije con mas sinceridad de la que era capaz de ostentar ¡–te juro por mi vida que jamás te lastimaría ni dejaría que nadie te lastimara pequeña- otra lagrima mía o quizás de ella se impacto contra el suelo y no se porque pero escuche el intangible sonido de esa lagrima que se estrellaba contra el piso con la fuerza de una infancia truncada por el dolor.
La pequeña siguió escalando mas alto, tan alto que estaba ya en una peligrosa altura, debí subir en ese momento sin embargo sus palabras me detuvieron en seco, la pequeña frente a mi había vivido un infierno en la tierra, no solo la habían golpeado, sino que su mama había muerto, o al menos eso pude comprender, de repente sucedió algo que no había pasado en años, las palabras del pequeño ser que seguía subiendo mas alto en aquel árbol desataron en mi a mis demonios personales, yo había perdido a mi madre, ella era lejana pero me amaba, era la única que detenía a mi padre, que lo obligaba a no golpearnos a mi gemela a y a mi, ¡y creí que vivía en el infierno! Cuando era esta pequeña criatura la que en realidad había vivido una pesadilla tras otra, un golpe tras otro, tan duros como los del látigo de mi tutor, pero seguramente mucho mas profundos, porque ella no podía decir que era una maldita princesa, no podía objetar como yo que castigaría a aquellos que lo golpeaban, tan solo podía aceptar su vida, como un calvario sin final, como una pesadilla de la cual nunca se despierta, como el sueño del infierno, apenas me pude contener y por mis parpados que creía eran de acero, que no lloraban ni en el fragor de la batalla comenzaron a salir lagrimas, sentí un par de ellas correr por mis mejillas cuando la niña grito que caía, la mire con horror y como pude subí apenas un metro y logre atrapar su pequeño cuerpo antes de que se estrellara contra el piso, sin embargo para mi desgracia una rama se enterró en mi muslo, haciéndome un corte profundo, o al menos eso supuse pues sentí un pinchazo y un profuso dolor, algo que sin embargo en ese momento no me importo.
Logre bajar con la pequeña firmemente tomada en mis brazos y al llegar al suelo sin dejar de sostenerla con mis brazos le dije con mas sinceridad de la que era capaz de ostentar ¡–te juro por mi vida que jamás te lastimaría ni dejaría que nadie te lastimara pequeña- otra lagrima mía o quizás de ella se impacto contra el suelo y no se porque pero escuche el intangible sonido de esa lagrima que se estrellaba contra el piso con la fuerza de una infancia truncada por el dolor.
Alexandre Croÿ-Roeulx- Humano Clase Alta
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Re: ¡Mana encontró un Príncipe! *O*
Mientras caía hacia el vacío, aunque en realidad no era un vacío sino un mar de ramas que se iban rompiendo cuando su cuerpecito pasaba, y pensaba que mamá se iba a enfadar mucho la pequeña Mana dejó de llorar, pero cuando el brazo del hombre la recibió, parando su caída pero impactando contra su estómago lastimado la hizo quedarse sin respiración. Para no caer se agarró con sus pequeñas manitas a la ropa de él, no quería estrellarse contra el suelo, estaba duro y de seguro dolería mucho más que el dolor de estómago que tenía en ese momento. Se abrazó con fuerza a el cuello de él para dejarle libertad de movimiento y se enganchó a su cintura con sus piernecitas para que no tuviera que sujetarla mientras bajaba a los dos.
Una vez estuvieron seguros en el suelo fue aflojando la fuerza con la que se mantenía sujeta a él, esperó que la soltara y la dejara en el suelo, pero en vez de eso la aferró mas fuerte y Mana pensó que quizás... el no fuera un hombre malo. Mana miró sus manos embarradas y algo magulladas y las restregó un momento contra la falda de su vestido, dejando dos manchas marrones en el lugar, antes de alzarlas y limpiarle las lágrimas al hombre.
- Ya ya, solo fue un susto, un susto -dice intentando consolarlo mientras le da palmaditas sobre un hombro con su mano derecha y con la izquierda le limpia las lágrimas.
Su mamá le hacía eso cuando se caía de los sitios y si se hacía una pupa se la curaba con mucho amor. Ella tenía pupas en las piernas, pero no eran nada, lo que le dolía era la barriga, sabía que ahora el moretón no se iría tan rápidamente como esperaba. Su nueva mamá se enfadaba mucho cuando Mana enseñaba el moretón, no sabía porqué, y como ella no quería que su nueva mamá se enfadara procuraba no enseñarlo a nadie. Cuando terminó de limpiar las lágrimas del hombre se miró las manos raspadas y las frotó para que el pequeño cosquilleo molesto que sentía en ellas se marchara.
- A Mana le duele la barriga - dijo mientras se pasaba un brazo por el lugar-, ¿el señor hombre está bien? Si tiene pupa Mana le hará el sana sanita y ya dolerá - le miró con sus grandes ojos bien abiertos con inocencia y confianza-, el señor tiene que estar bien si va a llevar a Mana a su casa.
Movía sus piernecitas dejandose sostener por los fuertes brazos del hombre y se agarraba a él de nuevo con confianza de que no la dejaría caer. Entonces miró hacia abajo y vio la sangre correr desde el muslo de él y se puso pálida mientras la señalaba con uno de sus deditos.
- Sangre, sangre... el señor tiene sangre - tiró de su ropa para que le hiciera caso y mirara al lugar- Hay que curarlo, Mana lo cura, Mana lo cura- repite mientras intenta bajarse de sus brazos.
Una vez estuvieron seguros en el suelo fue aflojando la fuerza con la que se mantenía sujeta a él, esperó que la soltara y la dejara en el suelo, pero en vez de eso la aferró mas fuerte y Mana pensó que quizás... el no fuera un hombre malo. Mana miró sus manos embarradas y algo magulladas y las restregó un momento contra la falda de su vestido, dejando dos manchas marrones en el lugar, antes de alzarlas y limpiarle las lágrimas al hombre.
- Ya ya, solo fue un susto, un susto -dice intentando consolarlo mientras le da palmaditas sobre un hombro con su mano derecha y con la izquierda le limpia las lágrimas.
Su mamá le hacía eso cuando se caía de los sitios y si se hacía una pupa se la curaba con mucho amor. Ella tenía pupas en las piernas, pero no eran nada, lo que le dolía era la barriga, sabía que ahora el moretón no se iría tan rápidamente como esperaba. Su nueva mamá se enfadaba mucho cuando Mana enseñaba el moretón, no sabía porqué, y como ella no quería que su nueva mamá se enfadara procuraba no enseñarlo a nadie. Cuando terminó de limpiar las lágrimas del hombre se miró las manos raspadas y las frotó para que el pequeño cosquilleo molesto que sentía en ellas se marchara.
- A Mana le duele la barriga - dijo mientras se pasaba un brazo por el lugar-, ¿el señor hombre está bien? Si tiene pupa Mana le hará el sana sanita y ya dolerá - le miró con sus grandes ojos bien abiertos con inocencia y confianza-, el señor tiene que estar bien si va a llevar a Mana a su casa.
Movía sus piernecitas dejandose sostener por los fuertes brazos del hombre y se agarraba a él de nuevo con confianza de que no la dejaría caer. Entonces miró hacia abajo y vio la sangre correr desde el muslo de él y se puso pálida mientras la señalaba con uno de sus deditos.
- Sangre, sangre... el señor tiene sangre - tiró de su ropa para que le hiciera caso y mirara al lugar- Hay que curarlo, Mana lo cura, Mana lo cura- repite mientras intenta bajarse de sus brazos.
Mana Yang- Hechicero Clase Baja
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