AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Axásveroth
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Axásveroth
-Nombre del Personaje: Axásveroth
-Edad: Unos seis milenios, ¿a que me conservo bien? No quiera saber mi secreto para mantener mis aparentes treinta y tres...
-Especie: Vampiro
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase social alta
-Orientación Sexual: Bisexual
-Lugar de Origen: Oriente Medio.
-Habilidad/Poder: Agilidad y reflejos sobrehumanos, sentidos aumentados, persuasión, volar, planear y levitar, clarividencia.
-Descripción Física:
Como puede ver, mi complexión física es bastante atlética, de músculos bien contorneados aunque debo admitir que me encuentro un tanto flaco, pero era cosa de los tiempos en los que nací, pues los alimentos escaseaban y pocas proteínas llegaban a mi sistema. Aun así, ¿no cree que conservo bien los seis milenios que visto?
Mis cabellos castaños, aunque en aquella época solían llevarse largos, lo cierto es que no me arrepiento de ser de los pocos que prefería, por comodidad, cortarlos. Siendo yo un hombre de guerra que vivía yendo de batalla en batalla, cuanto menos masa corporal -pero bien trabajada- y objetos molestos llevase encima, mejor. Por ello cortaba mis cabellos para que no se me pegaran al rostro en cuanto empezara a sudar. Y por ello, aun hoy sigo luciendo el mismo peinado que en aquellos tiempos, algo que me alegra porque por lo visto, el cabello largo en hombres no suele estar muy de moda en París.
Mis cejas son bastante pobladas y alargadas, pero eso sí, ¡tienen un gran sentido del humor! Son tan hábiles, que con ellas enfatizo cada emoción que me sea suscitada. Algo que a veces me combiene y a veces me traiciona.
Oh, y mis ojos... ¿bonitos, verdad? Su color verde, tan claro y translúcido, tan brillante y directo, desarma siempre a todo aquél que me mira, erizando su piel bien por la frialdad con la que le dedico una fiera mirada, bien por la dulzura y seducción que a veces uso con tal de mantener mi lecho caliente... Ya vos me entiende.
La nariz es un tanto chata y de tabique alargado, a decir verdad, pero no lo considero como un defecto. Mi nariz es una de las mejores armas que poseo como rastreador, gracias a la cuál me encuentro dónde estoy y puedo saber dónde se esconde cada ser que habita éste mundo. Soy el mejor en mi disciplina y se lo debo, en cierto modo, a ésta nariz.
Mi boca es un tanto pequeña, al menos, mis finos labios esa sensación otorgan. Parecen silenciosos, sumisos y dulces en cuanto a palabras que emanar, aunque lo cierto, es que esa boca mía esconde más secretos de los que aparenta. Si vos supiera...
Soy imberbe, completamente. El motivo es que, tal y como apunté anteriormente, me era más cómodo que no hubiera presencia alguna de barba, pues el vello producía molestias como picores, irritación e incomodidad en si, así que me afeitaba prácticamente cada día. Recuerdo a uno de mis hermanos que su barba le llegaba a la altura de las rodillas y se hacía trenzas con ella... claro que una vez, uno de sus hijos la confundió con un columpio y la barba terminó en sus manos y lejos del mentón de su portador.
¿Líneas de expresión? ¿Yo? ¡Oh, vamos! ¿Qué...? De acuerdo, lo admito, la edad no pasó inadvertida para mí, pues mi conversión tardó más de lo deseado. Supongo que mi frente conserva algunas líneas que enfatizan mi edad adulta, líneas que también puedo encontrar al sonreír. ¿Ojeras? Eso no es cosa de la edad, viene en el pack de ser un vampiro.
Mis facciones angulosas están flanqueadas por un par de pequeñas orejas de las que poco puedo describir, supongo que algo tenía que tener de normal, ¿no? Oh, bajo mi oreja izquierda luce un pequeño tatuaje cuyo significado representa algo importante en mi vida. Algún día se lo contaré, no será hoy.
Mi porte, muy elegante cuando visto lujosos trajes y corbatas a conjunto con éstos, muestra un lado más informal y salvaje cuando luzco las pieles animales a los que estaba acostumbrado a llevar en mis tiempos mozos o cuando sólo adorna mi figura algo tan sencillo como una camisa o un mero pantalón de algodón.
-Descripción Psicológica: Me defino como un fiero combatiente, valiente el que más, siempre liderando la pelea. Venturoso en la guerra, ya desde mi faceta humana. Mi ánimo nunca es doblegado, siempre me muestro firme, intuitivo y maquiavélico, aunque es mi silencio la mejor máscara que esconde mis verdaderas intenciones. Mi semblante suele adoptar la seriedad que mi cargo exige, no obstante, fuera de los asuntos púramente guerreros e incluso políticos, la sonrisa es el gesto más común en mí, pues soy un hombre cuyo sentido del humor es mi seña de identidad, divertido, seductor, bromista, caprichoso, rebelde y un tanto alocado, soy la mejor compañía tanto para hombres como mujeres, dando siempre lo mejor de mí, que es todo.
En cuanto a mi privacidad, me considero muy reservado y solitario, pues los asuntos que me traigo entre manos así lo disponen. Razono cada paso que doy al frente y comparo distintas situaciones que podrían darse según la decisión que tome. A menudo peco de precabido, pero lo cierto, es que el éxito que cosecho se debe a mis grandes y pequeñas estrategias que siempre nos han dado los triunfos gracias a los cuales, mi hermano y su familia siguen hoy en pie, después de tantos milenios.
Me alimento cuando me es necesario más que por placer, aunque no signifique eso que no goce al beber sangre humana, sin disimularlo un ápice. Por mi profesión, me es fácil acceder a los alimentos, por lo que bebo de aquellos prisioneros de guerra que capturo y que nadie reclamará.
Adoro dormir en una cama confortable de éstos tiempos, aunque mis horas de sueño son reducidas por mi frenética actividad, por lo que paso más tiempo fuera que dentro del castillo en el que residen los Reyes inmortales, cláusula que por cierto, firmé muy felizmente, pues no soporto a mi hermano y eso es algo que debo disimular ante él para que no sospeche de mis avariciosos planes porque sí, el poder que ostenta mi hermano es mi obsesión.
¿Pareja? No, eso no está hecho para mí. Me gusta ir de entrepierna en entrepierna sin ataduras de ningún tipo, aunque me considero bastante obsesivo -o enamoradizo, como quiera llamarse- y no suelo abandonar ninguna presa que se me resista, siendo mis favoritas aquellas que más retos me imponen. En fin, me va lo difícil, ¿qué le voy a hacer?
Opino que, teniendo el don de la vida eterna, uno debe aprovechar ésta oportunidad, ver la existencia como la inexistencia del tiempo, hacer grandes cosas por aquellos que no podrán hacerlas por falta de tiempo y vida que uno como yo, posee. Quizás por ello, vivo como si despertara ante el último día de mi vida, exprimiendo al máximo cada reto que me impone el día a día, viendo siempre la cara divertida y optimista de las situaciones que se me plantean, sin olvidar el fin que incansablemente, persigo.
-Historia: Nací en el sino de un pueblo nómada de origen indoeuropeo que, en el momento de mi alumbramiento, se encontraba en lo que hoy sería Irán.
Viví durante el último período de la prehistoria mesopotámica, en el momento previo a la emergencia de las ciudades, hace seis milenios. El asentamiento en el que residí durante parte de mi infancia se encontraba junto al río Cáucaso, por lo que nuestra economía estaba basada en la pesca, la ganadería y la agricultura mediante rudimentarias herramientas de arcilla. Se sistematizaron los recursos hidráulicos construyendo pequeños canales para la irrigación de los cultivos, por lo que la supervivencia dejó de ser una preocupación para mi pueblo y la avaricia empezó a nublar sus corazones, empezando de una forma muy sutil como lo era el intercambio de sus excedentes, lo que hoy se denominaría comercio.
Mi vivienda era grande, de unos doscientos metros cuadrados y en la que residía toda mi familia: mis padres, mis nueve hermanos y una abuela materna. Interiormente, disponíamos de una sala rectangular flanqueada a lado y lado por las distintas dependencias, así como un pequeño almacén dónde mis padres guardaban cereales, pescado y demás alimentos necesarios.
Gracias a nuestro asentamiento junto al río Cáucaso, la metalurgia realizó grandes progresos como los moldes y una especialización artesanal en el repujado del cobre, materiales que provenían del mismo río junto al que nos hallábamos en esa época. Fue también en aquél momento de mi vida en el que se erigieron lor primeros edificios religiosos integrados en las ciudades, unos templos que inicialmente tenían forma de terrazas, de techo plano y planta rectangular. Por lo que pude comprobar más adelante, aquellas construcciones fueron el origen de los zigurats, formados por la superposición de varias terrazas de anchura decreciente y cuyas proporciones superaban los doce metros cuadrados, una bestialidad para la mentalidad de aquella época, sin duda.
Tras cumplir los veinte y siete años de edad, el consejo de guerreros proclamó su decisión que coronar a mi hermano Cyrion como caudillo de nuestro pueblo, alzando cierta crispación en el resto de los hermanos. De hecho, uno de nuestros hermanos osó enfrentarse a Cyrion para arrebatarle el trono, exigiendo un duelo a vida o muerte del que no salió con vida, enforteciendo el nombre de Cyrion como el mayor jefe que la aldea había tenido tras mi padre, pese a haberle dado por muerto en primeras instancia tras el mismo duelo que acabó con la vida de nuestro hermano.
Yo, como buen observador, me había limitado a ver y callar, descubriendo el motivo por el que, de la noche a la mañana, nuestro pueblo mermaba en población, hallando la respuesta en Cyrion, convertido ahora en un monstruo devorador de almas humanas y que se alimentaba de sangre, renegando del sol y escondiéndose siempre en las tinieblas... hasta que desapareció del pueblo y varias leyendas sobre un bebedor de sangre virgen llegó a mis oídos, llevándome a tierras turcas dónde le encontré, junto a una de sus esposas más preciadas. Él me miró, completamente ido, sin ser realmente él tal tal como los resquicios de sangre que manchaban las comisuras de sus labios así lo desmostraban. Sin darme opción a hablar primero, él se me abalanzó, feroz cuál bestia inmunda, tomando de mi cuello el elixir de la vida hasta sumirme en la más absoluta y desquiciante inconsciencia, de la que desperté unas horas después, sintiendo que algo en mí había cambiado y no habría marcha atrás. Dariel, junto a mí, parecía haber cuidado de mi persona durante el tiempo de transición, tras el que me contó, entre susurros, cómo Cyrion había decidido ofrecerme su sangre con la esperanza de sanar mis heridas, visiblemente arrepentido de sus actos, sin saber que de ese modo, me había convertido en el monstruo que él era: un vampiro, un inmortal, un bebedor de sangre, un maldito.
Desde entonces, seguí a mi hermano y a su pelirroja hasta los confines del mundo, siendo meros espectadores de una historia que transcurría ante nuestros ojos mientras nosotros veíamos el pasar de la vida siendo inmunes a ésta. Cyrion y Dariel, como dos de los vampiros Originales que gobernaban el mundo, tuvieron que ocultarse de aquellos que querían acabar con sus eternas vidas, creyéndoles la raíz del Mal. Por ello, decidieron confiar en mí y en mis talentos vampíricos para liderar la Guardia privada que mandaron erigir para protegerse de aquellos enemigos, por lo que me convertí en su mano derecha y ejecutora de sus ordenes... Hasta hoy.
Llegados a éste punto de mi vida, y tal y como dije anteriormente, la avaricia, la codicia, el vivir al máximo es lo único que me llena. Por ello, empecé a idear una serie de estrategias basadas en una sublevación en contra de mi hermano Cyrion, queriendo de tal forma, tomar el mando de una raza cuyo padre fue él pero cuyas aptitudes dejan mucho que desear, creyendo poder aportar más de mí mismo y mi experiencia que él y su pelirroja. Decidido a acabar con su estirpe, busco aliados que me ayuden a llevar a cabo mi obsesión, aunque lo cierto es, que no deseo matarle, pues él me dio el regalo de la inmortalidad aunque no lo deseó en ningún momento y por otro lado, no deja de ser mi hermano. Le prefiero vivo. Pero de no haber otra opción... querría matarle yo.
Mientras tanto, ejerzo como mano derecha de Cyrion, guiando las tropas a los puntos dónde se sublevan contra los Reyes, rastreando a aquellos que pueden derrocarlos o a los que, kamikazes, no dudan en exponerse frente a la humanidad, poniendo en peligro el secreto de centenares de inmortales que luchan por mantener sus vidas amarradas a los humanos. Así que, de algún modo, soy quién ejecuta las ordenes de Cyrion, quién busca y persigue a los desertores, quién recluta miembros del ejército de distintas razas que está a mi mando, quién protege a los Reyes y cuida del secreto. Sin mi están perdidos... dado que me tienen la más absoluta de las confianzas, sin saber que la traición será la que abra sus ojos a una cruda realidad que el destino les depara en silencio, acechando el momento idóneo. Un momento que ya ha llegado.
-Datos Extras:
Soy nómada, nunca estoy en el mismo lugar más de un siglo como mucho, tal y como ordena mi hermano Cyrion, temeroso de que descubran su identidad y atenten contra su vida.
Mi cuerpo está repleto de tatuajes.
Mi arma favorita es una fantástica y poco frecuente pistola de bolsillo que a su vez, contiene un cuchillo. Es muy discreta y el tener dos armas en una, facilita las cosas.
Como un enamorado de los inventos victorianos, también poseo un bastón-telescopio, más por diversión que por necesidad.
Otros de esos elementos que parecen cosas que luego resultan ser otras, tengo el placer de presentaros un anillo que en realidad es un arma de calibre 0'6, un encendedor de bolsillo que esconde otra arma, un crucifijo-pistola de 22 mm, varias muñequera-pistola, un reloj de bolsillo - pistola, un par de bastón-pistola de calibre 38, incluso un látigo-pistola del calibre 52.
En realidad, en éstos tiempos que corren no me es necesario llevar encima armas blancas, pues los hombres parecen querer disimular mejos sus intenciones. Y al no hallarnos en una guerra declarada, me limito a llevar conmigo pequeñas armas que siempre cubren mis espaldas en momentos puntuales, pues no soy como mi hermano que se encuentra escondido de la sociedad, sino que yo me inmiscuyo en ésta. Mis mejores armas, pues, son mis habilidades como inmortal y mis colmillos, sin duda. No necesito mucho más.
Odio que me apoden Axas: lo advierto.
-Edad: Unos seis milenios, ¿a que me conservo bien? No quiera saber mi secreto para mantener mis aparentes treinta y tres...
-Especie: Vampiro
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase social alta
-Orientación Sexual: Bisexual
-Lugar de Origen: Oriente Medio.
-Habilidad/Poder: Agilidad y reflejos sobrehumanos, sentidos aumentados, persuasión, volar, planear y levitar, clarividencia.
-Descripción Física:
Como puede ver, mi complexión física es bastante atlética, de músculos bien contorneados aunque debo admitir que me encuentro un tanto flaco, pero era cosa de los tiempos en los que nací, pues los alimentos escaseaban y pocas proteínas llegaban a mi sistema. Aun así, ¿no cree que conservo bien los seis milenios que visto?
Mis cabellos castaños, aunque en aquella época solían llevarse largos, lo cierto es que no me arrepiento de ser de los pocos que prefería, por comodidad, cortarlos. Siendo yo un hombre de guerra que vivía yendo de batalla en batalla, cuanto menos masa corporal -pero bien trabajada- y objetos molestos llevase encima, mejor. Por ello cortaba mis cabellos para que no se me pegaran al rostro en cuanto empezara a sudar. Y por ello, aun hoy sigo luciendo el mismo peinado que en aquellos tiempos, algo que me alegra porque por lo visto, el cabello largo en hombres no suele estar muy de moda en París.
Mis cejas son bastante pobladas y alargadas, pero eso sí, ¡tienen un gran sentido del humor! Son tan hábiles, que con ellas enfatizo cada emoción que me sea suscitada. Algo que a veces me combiene y a veces me traiciona.
Oh, y mis ojos... ¿bonitos, verdad? Su color verde, tan claro y translúcido, tan brillante y directo, desarma siempre a todo aquél que me mira, erizando su piel bien por la frialdad con la que le dedico una fiera mirada, bien por la dulzura y seducción que a veces uso con tal de mantener mi lecho caliente... Ya vos me entiende.
La nariz es un tanto chata y de tabique alargado, a decir verdad, pero no lo considero como un defecto. Mi nariz es una de las mejores armas que poseo como rastreador, gracias a la cuál me encuentro dónde estoy y puedo saber dónde se esconde cada ser que habita éste mundo. Soy el mejor en mi disciplina y se lo debo, en cierto modo, a ésta nariz.
Mi boca es un tanto pequeña, al menos, mis finos labios esa sensación otorgan. Parecen silenciosos, sumisos y dulces en cuanto a palabras que emanar, aunque lo cierto, es que esa boca mía esconde más secretos de los que aparenta. Si vos supiera...
Soy imberbe, completamente. El motivo es que, tal y como apunté anteriormente, me era más cómodo que no hubiera presencia alguna de barba, pues el vello producía molestias como picores, irritación e incomodidad en si, así que me afeitaba prácticamente cada día. Recuerdo a uno de mis hermanos que su barba le llegaba a la altura de las rodillas y se hacía trenzas con ella... claro que una vez, uno de sus hijos la confundió con un columpio y la barba terminó en sus manos y lejos del mentón de su portador.
¿Líneas de expresión? ¿Yo? ¡Oh, vamos! ¿Qué...? De acuerdo, lo admito, la edad no pasó inadvertida para mí, pues mi conversión tardó más de lo deseado. Supongo que mi frente conserva algunas líneas que enfatizan mi edad adulta, líneas que también puedo encontrar al sonreír. ¿Ojeras? Eso no es cosa de la edad, viene en el pack de ser un vampiro.
Mis facciones angulosas están flanqueadas por un par de pequeñas orejas de las que poco puedo describir, supongo que algo tenía que tener de normal, ¿no? Oh, bajo mi oreja izquierda luce un pequeño tatuaje cuyo significado representa algo importante en mi vida. Algún día se lo contaré, no será hoy.
Mi porte, muy elegante cuando visto lujosos trajes y corbatas a conjunto con éstos, muestra un lado más informal y salvaje cuando luzco las pieles animales a los que estaba acostumbrado a llevar en mis tiempos mozos o cuando sólo adorna mi figura algo tan sencillo como una camisa o un mero pantalón de algodón.
-Descripción Psicológica: Me defino como un fiero combatiente, valiente el que más, siempre liderando la pelea. Venturoso en la guerra, ya desde mi faceta humana. Mi ánimo nunca es doblegado, siempre me muestro firme, intuitivo y maquiavélico, aunque es mi silencio la mejor máscara que esconde mis verdaderas intenciones. Mi semblante suele adoptar la seriedad que mi cargo exige, no obstante, fuera de los asuntos púramente guerreros e incluso políticos, la sonrisa es el gesto más común en mí, pues soy un hombre cuyo sentido del humor es mi seña de identidad, divertido, seductor, bromista, caprichoso, rebelde y un tanto alocado, soy la mejor compañía tanto para hombres como mujeres, dando siempre lo mejor de mí, que es todo.
En cuanto a mi privacidad, me considero muy reservado y solitario, pues los asuntos que me traigo entre manos así lo disponen. Razono cada paso que doy al frente y comparo distintas situaciones que podrían darse según la decisión que tome. A menudo peco de precabido, pero lo cierto, es que el éxito que cosecho se debe a mis grandes y pequeñas estrategias que siempre nos han dado los triunfos gracias a los cuales, mi hermano y su familia siguen hoy en pie, después de tantos milenios.
Me alimento cuando me es necesario más que por placer, aunque no signifique eso que no goce al beber sangre humana, sin disimularlo un ápice. Por mi profesión, me es fácil acceder a los alimentos, por lo que bebo de aquellos prisioneros de guerra que capturo y que nadie reclamará.
Adoro dormir en una cama confortable de éstos tiempos, aunque mis horas de sueño son reducidas por mi frenética actividad, por lo que paso más tiempo fuera que dentro del castillo en el que residen los Reyes inmortales, cláusula que por cierto, firmé muy felizmente, pues no soporto a mi hermano y eso es algo que debo disimular ante él para que no sospeche de mis avariciosos planes porque sí, el poder que ostenta mi hermano es mi obsesión.
¿Pareja? No, eso no está hecho para mí. Me gusta ir de entrepierna en entrepierna sin ataduras de ningún tipo, aunque me considero bastante obsesivo -o enamoradizo, como quiera llamarse- y no suelo abandonar ninguna presa que se me resista, siendo mis favoritas aquellas que más retos me imponen. En fin, me va lo difícil, ¿qué le voy a hacer?
Opino que, teniendo el don de la vida eterna, uno debe aprovechar ésta oportunidad, ver la existencia como la inexistencia del tiempo, hacer grandes cosas por aquellos que no podrán hacerlas por falta de tiempo y vida que uno como yo, posee. Quizás por ello, vivo como si despertara ante el último día de mi vida, exprimiendo al máximo cada reto que me impone el día a día, viendo siempre la cara divertida y optimista de las situaciones que se me plantean, sin olvidar el fin que incansablemente, persigo.
-Historia: Nací en el sino de un pueblo nómada de origen indoeuropeo que, en el momento de mi alumbramiento, se encontraba en lo que hoy sería Irán.
Viví durante el último período de la prehistoria mesopotámica, en el momento previo a la emergencia de las ciudades, hace seis milenios. El asentamiento en el que residí durante parte de mi infancia se encontraba junto al río Cáucaso, por lo que nuestra economía estaba basada en la pesca, la ganadería y la agricultura mediante rudimentarias herramientas de arcilla. Se sistematizaron los recursos hidráulicos construyendo pequeños canales para la irrigación de los cultivos, por lo que la supervivencia dejó de ser una preocupación para mi pueblo y la avaricia empezó a nublar sus corazones, empezando de una forma muy sutil como lo era el intercambio de sus excedentes, lo que hoy se denominaría comercio.
Mi vivienda era grande, de unos doscientos metros cuadrados y en la que residía toda mi familia: mis padres, mis nueve hermanos y una abuela materna. Interiormente, disponíamos de una sala rectangular flanqueada a lado y lado por las distintas dependencias, así como un pequeño almacén dónde mis padres guardaban cereales, pescado y demás alimentos necesarios.
Gracias a nuestro asentamiento junto al río Cáucaso, la metalurgia realizó grandes progresos como los moldes y una especialización artesanal en el repujado del cobre, materiales que provenían del mismo río junto al que nos hallábamos en esa época. Fue también en aquél momento de mi vida en el que se erigieron lor primeros edificios religiosos integrados en las ciudades, unos templos que inicialmente tenían forma de terrazas, de techo plano y planta rectangular. Por lo que pude comprobar más adelante, aquellas construcciones fueron el origen de los zigurats, formados por la superposición de varias terrazas de anchura decreciente y cuyas proporciones superaban los doce metros cuadrados, una bestialidad para la mentalidad de aquella época, sin duda.
Tras cumplir los veinte y siete años de edad, el consejo de guerreros proclamó su decisión que coronar a mi hermano Cyrion como caudillo de nuestro pueblo, alzando cierta crispación en el resto de los hermanos. De hecho, uno de nuestros hermanos osó enfrentarse a Cyrion para arrebatarle el trono, exigiendo un duelo a vida o muerte del que no salió con vida, enforteciendo el nombre de Cyrion como el mayor jefe que la aldea había tenido tras mi padre, pese a haberle dado por muerto en primeras instancia tras el mismo duelo que acabó con la vida de nuestro hermano.
Yo, como buen observador, me había limitado a ver y callar, descubriendo el motivo por el que, de la noche a la mañana, nuestro pueblo mermaba en población, hallando la respuesta en Cyrion, convertido ahora en un monstruo devorador de almas humanas y que se alimentaba de sangre, renegando del sol y escondiéndose siempre en las tinieblas... hasta que desapareció del pueblo y varias leyendas sobre un bebedor de sangre virgen llegó a mis oídos, llevándome a tierras turcas dónde le encontré, junto a una de sus esposas más preciadas. Él me miró, completamente ido, sin ser realmente él tal tal como los resquicios de sangre que manchaban las comisuras de sus labios así lo desmostraban. Sin darme opción a hablar primero, él se me abalanzó, feroz cuál bestia inmunda, tomando de mi cuello el elixir de la vida hasta sumirme en la más absoluta y desquiciante inconsciencia, de la que desperté unas horas después, sintiendo que algo en mí había cambiado y no habría marcha atrás. Dariel, junto a mí, parecía haber cuidado de mi persona durante el tiempo de transición, tras el que me contó, entre susurros, cómo Cyrion había decidido ofrecerme su sangre con la esperanza de sanar mis heridas, visiblemente arrepentido de sus actos, sin saber que de ese modo, me había convertido en el monstruo que él era: un vampiro, un inmortal, un bebedor de sangre, un maldito.
Desde entonces, seguí a mi hermano y a su pelirroja hasta los confines del mundo, siendo meros espectadores de una historia que transcurría ante nuestros ojos mientras nosotros veíamos el pasar de la vida siendo inmunes a ésta. Cyrion y Dariel, como dos de los vampiros Originales que gobernaban el mundo, tuvieron que ocultarse de aquellos que querían acabar con sus eternas vidas, creyéndoles la raíz del Mal. Por ello, decidieron confiar en mí y en mis talentos vampíricos para liderar la Guardia privada que mandaron erigir para protegerse de aquellos enemigos, por lo que me convertí en su mano derecha y ejecutora de sus ordenes... Hasta hoy.
Llegados a éste punto de mi vida, y tal y como dije anteriormente, la avaricia, la codicia, el vivir al máximo es lo único que me llena. Por ello, empecé a idear una serie de estrategias basadas en una sublevación en contra de mi hermano Cyrion, queriendo de tal forma, tomar el mando de una raza cuyo padre fue él pero cuyas aptitudes dejan mucho que desear, creyendo poder aportar más de mí mismo y mi experiencia que él y su pelirroja. Decidido a acabar con su estirpe, busco aliados que me ayuden a llevar a cabo mi obsesión, aunque lo cierto es, que no deseo matarle, pues él me dio el regalo de la inmortalidad aunque no lo deseó en ningún momento y por otro lado, no deja de ser mi hermano. Le prefiero vivo. Pero de no haber otra opción... querría matarle yo.
Mientras tanto, ejerzo como mano derecha de Cyrion, guiando las tropas a los puntos dónde se sublevan contra los Reyes, rastreando a aquellos que pueden derrocarlos o a los que, kamikazes, no dudan en exponerse frente a la humanidad, poniendo en peligro el secreto de centenares de inmortales que luchan por mantener sus vidas amarradas a los humanos. Así que, de algún modo, soy quién ejecuta las ordenes de Cyrion, quién busca y persigue a los desertores, quién recluta miembros del ejército de distintas razas que está a mi mando, quién protege a los Reyes y cuida del secreto. Sin mi están perdidos... dado que me tienen la más absoluta de las confianzas, sin saber que la traición será la que abra sus ojos a una cruda realidad que el destino les depara en silencio, acechando el momento idóneo. Un momento que ya ha llegado.
-Datos Extras:
Soy nómada, nunca estoy en el mismo lugar más de un siglo como mucho, tal y como ordena mi hermano Cyrion, temeroso de que descubran su identidad y atenten contra su vida.
Mi cuerpo está repleto de tatuajes.
Mi arma favorita es una fantástica y poco frecuente pistola de bolsillo que a su vez, contiene un cuchillo. Es muy discreta y el tener dos armas en una, facilita las cosas.
Como un enamorado de los inventos victorianos, también poseo un bastón-telescopio, más por diversión que por necesidad.
Otros de esos elementos que parecen cosas que luego resultan ser otras, tengo el placer de presentaros un anillo que en realidad es un arma de calibre 0'6, un encendedor de bolsillo que esconde otra arma, un crucifijo-pistola de 22 mm, varias muñequera-pistola, un reloj de bolsillo - pistola, un par de bastón-pistola de calibre 38, incluso un látigo-pistola del calibre 52.
En realidad, en éstos tiempos que corren no me es necesario llevar encima armas blancas, pues los hombres parecen querer disimular mejos sus intenciones. Y al no hallarnos en una guerra declarada, me limito a llevar conmigo pequeñas armas que siempre cubren mis espaldas en momentos puntuales, pues no soy como mi hermano que se encuentra escondido de la sociedad, sino que yo me inmiscuyo en ésta. Mis mejores armas, pues, son mis habilidades como inmortal y mis colmillos, sin duda. No necesito mucho más.
Odio que me apoden Axas: lo advierto.
Última edición por Axásveroth el Sáb Sep 08, 2012 5:27 pm, editado 4 veces
Klaus- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 24/07/2012
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Re: Axásveroth
OBSERVACIONES:
Tu ficha está correcta pero es necesario que efectúes el cambio de avatar en los registros para que después edites la descripción física con la nueva imagen que sea el rostro de tu personaje. También aprovecho para comentarte que los vampiros no pueden transformarse en lobos ni poseer los poderes de los cambiaformas y fantasmas, aunque supongo que lo has colocado en tu ficha sólo como el deseo que tiene tu personaje, más no porque vaya a llevarse a cabo.
Cuando hagas el cambio de avatar y edites la imagen de la descripción física vuelve a postear para poder aprobar tu ficha y darte color. Gracias.
Cuando hagas el cambio de avatar y edites la imagen de la descripción física vuelve a postear para poder aprobar tu ficha y darte color. Gracias.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
- Mensajes : 10717
Fecha de inscripción : 11/01/2010
DATOS DEL PERSONAJE
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Re: Axásveroth
¡Imagenes de la ficha, modificadas! ¡Registro del avatar, modificado!
En cuanto a las observaciones, sí, esa es la idea. Áldahir desea convertirse en un híbrido... pero por la trama que ya prácticamente está organizada con otros pj's y users, Áldahir no verá cumplido su objetivo, por supuesto. Es sólo su objetivo.
En cuanto a las observaciones, sí, esa es la idea. Áldahir desea convertirse en un híbrido... pero por la trama que ya prácticamente está organizada con otros pj's y users, Áldahir no verá cumplido su objetivo, por supuesto. Es sólo su objetivo.
Klaus- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 24/07/2012
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Re: Axásveroth
FICHA APROBADA
Bienvenido a Victorian Vampires
Bienvenido a Victorian Vampires
Gracias por la aclaración.
Nigel Quartermane- Vampiro/Realeza [Admin]
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