Cada vez más y recuerdo

por **Auguste Voissier** Miér Ago 01, 2012 12:14 am

Los cielos y las tormentas habían desaparecido, los arboles se pintaban de colores tan brillantes como el sol que coronaba el cielo, la primavera llegaba anunciando la vida.
Recuerdo cuando que esa era la estación del año que más gustaba de mis padres, pues eran los momentos perfectos para aventurarnos en viajes a las afueras de la ciudad.
Maravillosos jardines, animales saliendo de sus madrigueras y flores retoñando. Los pajarillos jugueteaban al son de sus trinos divirtiéndose. El tierno olor del pasto verde refrescaba los pensamientos y lográbamos poder ver por instantes el futuro que nos esperaba. La familia nunca estuvo al tanto de lo que pasaría después, si estuviera en mis manos poder cambiar el pasado lo haría, pero no tenia una maquina del tiempo ni la habilidad suficiente para poder volver en él.
Los pasos pesaban, desbarataban el camino que hacíamos con esfuerzo, el cambio llegó cuando todo terminó para nosotros. La muerte de una madre, la muerte de un padre y la despedida de un buen amigo. Todo, todo culminaba su ciclo en la vida.

Que difícil era contener la historia, que difícil era respirar en medio del gas que se impregna en tu garganta, que difícil era alcanzar las maravillas del cielo cuando nos condenaban a la pobreza. El cabello despeinado, los ojos enfocados en ausencias, la piel sucia y los pies sin zapatos completos a veces daban la impresión de ser infeliz y poco honrado.
Lo que me costó llegar a conocer gran parte de París en una cárcel de oro dónde nada te faltaba más que la libertad de poder expresar tus ideas sin el miedo a ser censurado. Sin el miedo de ser traicionado por aquellos que te rodeaban, así era la corte tan ajena y tan llena de mierda.

Parecía que la mierda era lo que más afloraba en las bocas de los menos pensantes, los llevados por la conveniencia y la ingratitud. Era la primavera la que traía nuevas noticias sí, también los ocasos más difíciles para sobrevivir en la inmundicia. El saco que llevábamos en nuestra espalda obstruía nuestra verdadera visión, pero no la nublaba por completo cuando lo dejábamos en el suelo, no nublaba por completo nuestro pensamiento, pero es el pensamiento y la boca lo que te lleva a fallar. Poco es todo, cuando todo es nada.