Deirdre Cárthaigh

Deirdre Cárthaigh

Datos Generales del Personaje

Nombre completo: Deirdre Muireann Cárthaigh Peiten
Edad: 18 años
Especie: Licántropo.
Tipo, clase social o cargo:: Clase media
Orientación sexual: Heterosexual
Lugar de origen: Cork, Irlanda
Habilidad o poder: : Visión fotografica, Visión Compartida y Visión Remota, sanación acelerada.

Descripción Física

Un caso bastante peculiar, pocos han sido los cambios que su cuerpo ha experimentado a causa de su cambio de espécimen, sin embargo poco a poco los ha ido teniendo. Deirdre es una chica de 1.67 centímetros de estatura, de cabello largo y castaño, con ondas que caen hasta la mitad de su espalda. Posee unos pies pequeños, y unas piernas largas y torneadas, esto gracias a sus caminatas diarias por el bosque o de regreso a su casa, de pequeña cintura, y abdomen definido, una chica que desde que tenia escasos 9 años había procurado cuidar de su figura, por esas deseos de ser una mujer ejemplar antes de casarse, lo que la sociedad indica en realidad, no porqué ella lo deseara. Posee unos senos de tamaño considerable, firmes y llamativos. Brazos largos, manos largas, y por lo consiguiente sus dedos también lo son, le gusta llevar siempre las uñas largas, las utiliza como defensa también en su forma humana, y se vuelven grandes garras en su forma lobuna. Posee un rostro alargado, con mejillas resultantes, sus ojos son de color azul, su nariz pequeña al igual que las orejas, sus labios gruesos y de color rosa pálido, el color de piel es clara bajo la luz de la luna, con ligeras pequeñas por todo el cuerpo, pero mientras el sol golpeé su cuerpo puedes notar el tono tostado que ha ido adquiriendo gracias a su condición.

Descripción Psicológica

El mundo de los sueños es real, ella vive en ellos, los abraza, los visualiza, y los va volviendo realidad.

Curiosa por naturaleza, siempre queriendo averiguar como se forman las cosas, como se han hecho, y de que sirven. Siempre buscando sacar provecho del conocimiento que se le otorga. Una chica que disfruta demasiado su mundo propio, su soledad, y el susurro del viento cuando la acaricia. Es precisa, determinada y entregada. La joven sufre un poco del perfeccionamiento cuando algo se le pide, le gusta dar lo mejor de si para que den buenas referencias de ella, y no es precisamente que desee ser bien vista, pero para ella no hay cosa más importante que sacar una sonrisa y buenos deseos. Bastante introvertida. Le gusta mucho analizarse, saber que hay dentro de ella, conocer sus nuevos deseos, sus nuevas metas, le encanta saber de dónde vienen, porqué surgieron y para que surgen. Es muy amorosa, pues su vida había estado rodeada de ello. Tiene una conexión especial con su madre, a pesar de verse poco, y vivir cada una en extremos diferentes se tienen una gran confianza.

Traviesa, le gusta mucho la aventura, conocer un poco más, desenvolverse en la madre tierra, y disfrutar de la noche porque ahora es parte de ella. Lamentablemente también es agresiva, altanera, y poco tolerante cuando no respetan las creencias que tiene, o cuando la critican por ser muy distinta a los demás. Explosiva, por lo que prefiere mantenerse muy tranquila. Adora su nueva naturaleza, tan parecida y al mismo tiempo tan distinta a los humanos, eso le hace sentir parte de algo, de alguien, de un grupo sobrenatural que a la vista humana no está pero que la esperaba.

Historia//Datos extras

Existe el amor, si, no sólo las uniones son ejercidas por deseo de un hombre, o de intereses familiares. Sus padres lo encontraron, se enamoraron, y después de un tiempo de vivir en matrimonio bajo las leyes de Dios, dieron a luz a una pequeña con ojos grandes, expresivos, cabellos negros, largos, y entonces la vida de Deirdre comenzó…

Quizás la fortuna no les sonreía por completo, pero la desgracia no los abrazaba. La familia Carthaigh Peiten vivía en una pequeña, hermosa, hogareña y acogedora casa a las afueras de la ciudad. La señora D'Carthaigh era hermosa, y en la actualidad lo sigue siendo, de rubios y largos cabellos, con piernas largas y envidiables bajo esos vestidos de época. Una señorita bien educada que se casó con un hombre deseoso de experimentar, pero sobretodo de descubrir y crear, por eso era llamado como: "el científico loco". Quizás por lo diferente, por la manera tan distinta de ver la vida, la rubia había decidido que era el hombre de su vida, sumando claro, el amor que se tenían. Así estuvieron, solos disfrutando de su compañía en pareja hasta la llegada de Deirdre.

La pequeña había nacido con el cabello del padre, y con la palidez de la madre. Su nacimiento fue el mejor regalo que la pareja pudo tener, incluso el padre había bajado el horario de trabajo de sus inventos con tal de pasar tiempo con su hija, para mimarla y educarla. Así fueron los primeros 10 años de su vida. Por las mañanas era despertada por los sonidos de extrañas mezclas e inventos de su padre, por las tardes lecciones tanto escolares, como de modales, y las noches el arrullo de un padre cantando melodías extrañas o contando cuentos fantasiosos que él mismo inventaba para su pequeña. Su madre era completamente dedicada a su familia, pero era demasiado criticada por los demás, pues trabajaba, y llevaba solvente económico también, nadie entendía la forma en que esas personas vivían, pero no había mucho que entender, ellos eran felices, y como familia, no les importaba las habladurías ajenas.

Desde muy pequeña se reconoció la belleza de Deirdre, el problema es que sus ideales eran parecidos a los de su padre. Siempre ensimismada, siempre soñadora, risueña, dispuesta a aprender, con la fascinación especial por los libros, y por una vida mucho muy distinta a la que la sociedad demandaba. La chica era halagada por cuanto varón pasará frente a su hogar, y cualquiera se enganchaba en su mirada, su figura y su hermosa sonrisa, pero ella no deseaba tratos, buscaba amor, buscaba hacer la diferencia con sus creaciones y creencias.

A los 15 años, justo como su padre, ya había recibido su apodo: "La soñadora de cuentos de hada". Así era conocida en su pueblo, y se empezaron a creer historias de ella, algunos creían que la joven Carthaigh no era del planeta tierra, pues no era de esas mujeres que buscaba de primer estancia una familia, y siempre la encontraban hablando con el cielo, los animales, o incluso sola. Pocos se acercaban a ella, pocos tenían el valor de llevar una platica con ella, pero quienes se atrevían quedaban prensados en su ideología, y algunas personas creían que hechicería aplicaba para "engatusar" a las personas que eran afines a ella. Muchos viajantes escuchaban de ella, se interesaban y algunos caballeros buscaban comprar su cabeza, desposarla, pero tanto su madre, su padre, y ella se negaban, buscando así solo la felicidad de la pequeña Deirdre.

Poco le importaba la famosa soledad que le atribuían, la joven de negros cabellos era feliz con su forma de vivir, lejos de todos, en el mundo de amor, y comprensión de sus padres, pero a pesar de ser feliz, todo aquel que no comprende más allá de lo que sus narices quiere ver, teme, especula, y destruye. Así fue como la vida de Deirdre dio un giro de 360 grados, y no a su favor. Una noche, el pueblo entero se reunió, dispuestos a acabar con la familia y la felicidad de la familia Carthaigh Peiten. Con antorchas, machetes, y algunas armas más rodearon la casa, y encendieron fuego a los alrededores, esperando que ardiera cada uno los "locos del pueblo". El señor Carthaigh no sólo era un loco inventor, también era un brujo que trataba con espíritus que avisaban de los malos movimientos humanos, y gracias a las predicciones de sus amigas las almas errantes, pudo hacer que su esposa e hija salieran con éxito del incendio, pero lamentablemente el no corrió con la misma suerte, y su vida terminó, convirtiéndose en cenizas que el viento se llevo como una guía que empujaba a la pequeña y a su madre.

Mucho dinero que habían ahorrado para la herencia de su pequeña era el que llevaba la madre de Deirdre, y la pequeña sólo cargaba un libro, su libro favorito, el que su padre siempre le habían leído desde pequeña. Después de mucho tiempo de viaje, se instalaron en un país y una ciudad nueva: Paris.

Como si fuera costumbre, adquirieron una casa a las afueras de la ciudad, pues Deirdre deseaba honrar la memoria de su padre, y dedicarse de la misma manera que él. Por su parte, su madre se habían encontrado con un antiguo jefe, y la contrató sin problema alguno, y se quedó a vivir en esa mansión, dejando que la pequeña ahora con 16 años de edad, pudiera formar su vida, su independencia, y sus deseos de descubrimiento y creaciones. El tiempo pasó, y para su buena suerte, la gente parisina era demasiado indiferente a su vida, a su soledad, y a sus manías, por lo que se sentía segura, pero así como era conocida por los viajeros de su país, así notaron que seguía con vida, y muchos fueron los que la buscaron para desposarla.

Fue en su cumpleaños 18, cuando al regresar de visitar a su madre, sintió una presencia, desconocida, distinta, y varias pisadas que se aproximaban a ella. Avanzó con rapidez, pero por más que quiso escapar de quien viniera siguiendo, no pudo. Frente a su pequeña casa en el bosque, un lobo la esperaba, la mirada, la contemplaba sin mover ni siquiera una pata. La joven sintió su cuerpo temblar, y su corazón acelerarse. Cuando estuvo a punto de escapar, escuchó una voz, la voz de su padre quién le decía: "tú vida fuera de lo normal está por comenzar". En un abrir y cerrar de ojos, aquel animal estaba sobre ella, mordiendo un costado de su cintura, adentrando sus caninos en aquella piel. Deirdre soltó varios gritos de dolor, y su mirada se nubló hasta perder el conocimiento.

Tres días después la joven despertó sudorosa, en medio de su cama, su mirada borrosa seguía, y frente a ella una persona que se movió de tal manera que no pudo identificar, volvió a perder el conocimiento…

A la semana de descanso, la joven se despertó como si nada, incluso se sentía fuerte, pero con demasiada hambre. Avanzó por la cocina, envuelta en esa bata de dormir, creyó que todo había sido un sueño, pero se sorprendió al notar su cambio de temperatura, su apetito acrecentado, y la forma en que se movía. Contrariada, buscó ropa, necesitaba buscar a su madre, preguntarle que era lo que estaba pasando, pero cuando estaba cambiándose, notó las marcas de su cintura, sintió miedo, quizás los libros que su padre le había leído de pequeña eran ciertos. ¿Acaso podría haberse vuelto una licántropo?

Sólo ha pasado su primer luna en ese estado. Y fue un dolor incluso más insoportable que el ataque del lobo. No recuerda nada de lo que hizo de esa forma, pero al volver en su estado humano, se encontró alado de un cuerpo destrozado, y su figura desnuda estaba bañada en sangre. Miró hacia todos lados, confundida, triste, y no tardó en soltar lagrimas; los siguientes días se la pasó encerrada, intentando protegerse, y también proteger a los demás de ese animal que tiene dentro.