Carrick Cárthaigh | El Celta

Habilidades. Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana. 1. Sanación acelerada. Habilidad para sanar rápidamente heridas y contusiones no tan graves (esto no aplica al desmembramiento, si les arrancan un brazo, el brazo no volverá a crecer). El tiempo de recuperación varía según el personaje y la gravedad de la herida o lesión. Cuando se trata de balas de plata o fuego pueden morir si las heridas son muy graves. 2. Percepción del aura. Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad, de este modo saben si están bajo amenaza. Este poder también les permite reconocer a otros vampiros e identificar a los licántropos gracias a su aura colorada y su característico olor. 3. Persuasión. Habilidad para controlar las acciones o el razonamiento de otra persona. Este poder logra que otras personas realicen acciones, sin que éstas puedan negarse o incluso darse cuenta, mediante palabras con entonación imperativa, es decir, ordenándolas. 4. Manipulación de la memoria. Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales", pero solo temporalmente. Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia. 5. Inflingir dolor por medio de la mente. Capacidad que consiste en infringir dolor a una persona. Esto sólo funciona por medio de la concentración mental y el contacto visual.


Carrick es un maestro en excelencia en la tortura, tanto mental como física. Devorar pensamientos, es su más entretenido pasatiempo. Le gusta indagar en el pasado de las personas para conocer sus puntos débiles y fuertes. Sus víctimas predilectas son aquéllos que se dedican a eliminar a los de su raza. Llevar tantos años como vampiro, le ha obligado buscarse un pasatiempo y en su arrogancia, ha dejado tras de sí una estela de enemigos que han puesto precio a su cabeza. El celta no obsequia la muerte a sus presas, los deja incapacitados para pensar más allá de la venganza al arrebatarles sus motivaciones, sueños y aspiraciones. Disfruta sabiendo que ha sido el causante de tantas desgracias. Cazar, pero no ser cazado. Se mezcla entre los humanos, asistiendo a bailes y obras de teatro o yendo de juergas a burdeles y tabernas. El poder manipular la mente de terceros, le permite esconder fácilmente su condición de inmortal. Cree en las alianzas, aunque solo para beneficio propio. Si presta su fuerza o inteligencia es porque algo le interesa, misma que cobrará con creces cuando el tiempo o el aburrimiento, lo obligue a hacerlo.  Deberle un favor a Lugh, es como pactar con el diablo. Nunca sabes qué te pedirá a cambio. Tal vez, termines entregando a tu primogénito para no volver a verlo. Busca con desesperación el grimorio que revela el secreto de la inmortalidad sin sus debilidades. Quiere volver a sentir la magia corriendo por sus venas y por esa razón, cada vez son más los hechiceros que terminan siendo sus esclavos de sangre. Es, a su manera de ver, una forma de estar cerca de sus antepasados y controlarlos. Si existe la posibilidad de fusionar todas las fortalezas de los seres sobrenaturales que habitan en la Tierra en uno solo, sin duda, él quiere ser el primero. No le importa experimentar consigo mismo, pues la idea de ser el pionero de una raza perfecta, es su meta.


Carrick Lugh Cárthaigh era el líder de la Tribu de los Ruidiobus, asociados al ‘Jabalí y al Ciervo’. Una de las Tribus más grandes entre los celtas, pues contaba con alrededor de trescientos miembros. El jabalí, simbolizaba para ellos la fuerza, el furor y ardor de la batalla; mientras que el ciervo, la fertilidad, la supervivencia y naturaleza. No había guerrero tan salvaje como él. Fuerte, peligroso y difícil de matar. Había tomado las características de aquéllos animales que tanto admiraba, hasta hacerlas propias. Era un líder cruel y malévolo. La oscura aura que le rodeaba se debía a su inclinación por la magia negra. Como sus padres y abuelos, y generaciones de antaño, Carrick era un experto en el arte de la nigromancia. Consultaba a los muertos y espíritus para prever cómo y cuándo atacar a sus enemigos. El peso de la balanza, siempre se inclinaba a su favor. Con cada batalla, su sed de poder aumentaba. La mayoría de las noches, se le podía ver en el cementerio donde descansaban sus antepasados, llamándolos. Carrick experimentó hechizos prohibidos. Cedió parte de su cuerpo a los muertos, permitiendo que éstos hiciesen uso de él con la finalidad de que le enseñasen todos los secretos que se ocultaban en aquél plano. Y por un tiempo, lo hicieron, aunque no conocía a qué precio. Fue por esas fechas, que conoció a Muriel, la hija del líder de la Tribu de los Artogenos, también conocidos como los ‘hijos del Oso’. Los muertos le habían revelado el papel importante que la hechicera jugaría en su vida, pero él se había negado a aceptarlo. Ambas tribus estaban enemistadas. Como prueba de ello, la entrada a la vivienda de Carrick lucía dos cabezas empaladas de osos con colmillos siniestros, animal que los Artogenos veneraban, en una innegable declaración de guerra.

En los banquetes que Lugh celebraba, famosos por durar varios días, la Bruja Oscura era el tema principal. Se decía que sus poderes le harían frente y cuando las apuestas empezaron, se vio obligado a prohibir la mención de Muriel en su presencia. Una vez más consultó a los muertos, pero en esa ocasión, su futuro era incierto. La ira lo embargó, nunca había sido incapaz de adivinar lo que le esperaba. De modo que llegó a la conclusión de que la hechicera estaba interfiriendo. Matarla, se volvió su principal objetivo. Lo único que necesitaba era su alma y esa, podía capturarla. Nada más lejos de la realidad. La noche en que pondría su plan en marcha, uno de sus allegados le advirtió de su llegada. Jamás olvidaría la imagen de Muriel, mirando con una sonrisa cínica las cabezas de los osos antes de clavarla en la de él. La bruja ponía fin a años de diferencias entre las tribus con una ligereza que le irritó. Después de todo, ella era ahora el nuevo jefe entre los Artogenos. No pasó mucho tiempo antes de que Carrick viese las ventajas que eso suponía. Si unían fuerzas, serían imparables. Sellaron el pacto uniendo sus vidas y lo que inició como simple deseo, pronto se transformó en obsesión. Muriel era hermosa y oscura y, juntos, su poder se multiplicaba. Dos años después, nació su primer y único hijo: Mikolas. Celebraban un banquete como celebración de su octavo cumpleaños cuando ella vio su muerte. No había razón para no creer en la visión premonitoria, la hechicera jamás se equivocaba. Carrick sabía que sus días estaban contados. Encontrar a un vampiro no fue difícil. Las alimañas revelaron la guarida de al menos dos de ellos en el pueblo. Ahora, solo tenía que conseguir que aceptaran transformarlo. Cuando el inmortal pidió como pago a Mikolas, Muriel y Carrick no dudaron en entregarlo. Sus vidas valían mucho más, era el momento de dejar la magia y abrazar a la oscuridad. Una vida por otra, él se encargaría de darle el beso de la muerte a su esposa.


■ Mikolas, fue convertido por el vampiro que lo reclamó en su edad adulta.
■ Siente una terrible obsesión por las nigromantes.
■ Aún sigue creyendo que el Jabalí y el Ciervo, son sus animales por sus cualidades.