AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
No hay mortal que sea cuerdo a todas horas - {Privado}
Página 1 de 1.
No hay mortal que sea cuerdo a todas horas - {Privado}
¿Loco? Cualquiera se volvería demente siendo preso de tan vertiginosas y tétricas paredes y Alphonse tenia cuatro. Tenía ya tres años encerrado, entre la escoria y los bichos de tan desagradable lugar. Un sitio muy diferente a todos los demás sin duda, el peor de todos. No era como esos sanatorios de altos lujos donde alguna bella enfermera vestida de blanco acudiese a ti llevándote una deliciosa cena al caer el sol, donde te preguntara por tu estado de salud, tocara tu barbilla y te dedicara una sonrisa. Todo lo contrario. Había perdido incluso un par de kilos debido a la falta de atención que le brindaban y no era para menos, en el lugar lo consideraban como un demonio que debía merecer el peor de los tratos. ¡Engendro de Satanás! Le gritaban por doquier, pero el seguía como si se hubiera vuelto sordo, ignorando por completo cada una de sus blasfemias. El semblante de Alphonse fue siempre la de un aparente joven autista, a menudo despilfarraba su tiempo sin pudor alguno mirando por la ventana de aquel lugar de cuatro paredes que podríamos adjudicarle el nombre de cuarto aun cuando su apariencia fuese mas la de un cuchitril abandonado. Olor nauseabundo a causa de sus propias heces y fluidos corporales, ratas que vagaban por encima de el mismo cuando al fin lograba conciliar el sueño en alguna ocasión, cucarachas, chinches, toda una colección de alimañas sin duda. Las ropas que llevaba encima eran las mismas de hacia dos meses, ¿una ducha? ni pensarlo, un privilegio del que el claramente no gozaba.
Años sin escribir, años sin ver siquiera un bolígrafo que le permitiese captar y plasmar en algún papel alguna de sus creativas ideas para alguna nueva novela. Su mente era ya una especie de esponja a punto de reventar, un volcán a punto de hacer erupción. Se puso de pie con dificultad, el permanecer tanto tiempo sentado en aquel lugar había logrado tullirlo de una manera increíble, sus piernas le agradecían con el alma cada vez que se ponía de pie y daba apenas unos cuantos pasos, los únicos que le permitían aquel reducido lugar.
Nunca había sido un joven mal parecido, pero ahora poco quedaba de ello a simple vista, la barba le había crecido a través de los años haciendo que una capa espesa de pelo le cubriera casi por completo el rostro y cuello, una barba desaliñada que no hacia mas que sumar hediondez y desagrado a su persona. Por mas desagradable que suene, su cabello crecido hasta debajo de los hombros estaba lleno de bichos, esos que comúnmente llamamos piojos, sin duda habían cumplido con la promesa de mantenerlo claustro y maltratado como se le había prometido desde su captura. Nada quedaba del hombre de clase alta que alguna vez había sido, no familiares, no fortuna, cero posesiones, tan solo la mente que siempre había sido enteramente suya.
Una voz femenina se dejo escuchar en ese instante llamando su atención, girando el rostro con aparente pereza, pensando que tan solo había acudido a el con el fin de lanzarle una mas de sus ofensas.
- ¡Tu! – Grito para llamar la atención del joven que aun no posaba sus ojos sobre ella por completo. - No se a que demonio hayas rezado, pero estas libre, lárgate antes de que me arrepienta. – Le miro intensamente con ese aire de burla en los ojos de color marrón y al ver que no obtenía respuesta, decidió acercarse al susodicho. – ¡Dije fuera! – Lo jaloneo sacándolo casi a rastras de la habitación, a lo que el no puso resistencia. Todavía no daba crédito a lo que escuchaba. ¿Y si era una mas de las burlas que recibía diariamente? Su libertad era sin duda con lo que mas soñaba, un buen motivo para la mofa de los demás.
Cuando estuvo al fin fuera fue que se percato de la realidad de las cosas. Estaba libre, había sido absuelto de su condena, de su sufrimiento. Sus labios o rostro jamás denotaron la felicidad que se había hecho paso en su interior, tan solo levanto la vista al cielo, dándose cuenta de que la noche se había hecho presente.
Años sin escribir, años sin ver siquiera un bolígrafo que le permitiese captar y plasmar en algún papel alguna de sus creativas ideas para alguna nueva novela. Su mente era ya una especie de esponja a punto de reventar, un volcán a punto de hacer erupción. Se puso de pie con dificultad, el permanecer tanto tiempo sentado en aquel lugar había logrado tullirlo de una manera increíble, sus piernas le agradecían con el alma cada vez que se ponía de pie y daba apenas unos cuantos pasos, los únicos que le permitían aquel reducido lugar.
Nunca había sido un joven mal parecido, pero ahora poco quedaba de ello a simple vista, la barba le había crecido a través de los años haciendo que una capa espesa de pelo le cubriera casi por completo el rostro y cuello, una barba desaliñada que no hacia mas que sumar hediondez y desagrado a su persona. Por mas desagradable que suene, su cabello crecido hasta debajo de los hombros estaba lleno de bichos, esos que comúnmente llamamos piojos, sin duda habían cumplido con la promesa de mantenerlo claustro y maltratado como se le había prometido desde su captura. Nada quedaba del hombre de clase alta que alguna vez había sido, no familiares, no fortuna, cero posesiones, tan solo la mente que siempre había sido enteramente suya.
Una voz femenina se dejo escuchar en ese instante llamando su atención, girando el rostro con aparente pereza, pensando que tan solo había acudido a el con el fin de lanzarle una mas de sus ofensas.
- ¡Tu! – Grito para llamar la atención del joven que aun no posaba sus ojos sobre ella por completo. - No se a que demonio hayas rezado, pero estas libre, lárgate antes de que me arrepienta. – Le miro intensamente con ese aire de burla en los ojos de color marrón y al ver que no obtenía respuesta, decidió acercarse al susodicho. – ¡Dije fuera! – Lo jaloneo sacándolo casi a rastras de la habitación, a lo que el no puso resistencia. Todavía no daba crédito a lo que escuchaba. ¿Y si era una mas de las burlas que recibía diariamente? Su libertad era sin duda con lo que mas soñaba, un buen motivo para la mofa de los demás.
Cuando estuvo al fin fuera fue que se percato de la realidad de las cosas. Estaba libre, había sido absuelto de su condena, de su sufrimiento. Sus labios o rostro jamás denotaron la felicidad que se había hecho paso en su interior, tan solo levanto la vista al cielo, dándose cuenta de que la noche se había hecho presente.
Invitado- Invitado
Re: No hay mortal que sea cuerdo a todas horas - {Privado}
“Delirio, persecución y ¿Muerte?”
¿Cuántas han sido las veces en las que la gitana huye despavoridamente para salvaguardar su vida? ¡Pocas! Por lo regular no necesita que correr para que los problemas que le asechan se desvanezcan cual neblina nocturna en el crudo amanecer de un nuevo día. No es necesario que utilice sus pies para correr en dirección contraria al mal que le persigue a todas horas, no es posible que piense si quiera en salir con vida de sus fúnebres encuentros, el destino siempre le depara algo completamente inesperado cada que sus desnudas piernas osan posarse en el suelo de París y no solo en tierras Francesas. Su suerte le precede desde que tiene uso de sus facultades mentales… ¿Alguna vez se le encontró en su sano juicio?
La forma de ser en esta peculiar dama es siempre la equivoca, cuando debe huir se queda a averiguar los hechos, el morbo de su curiosidad es infinitamente más grande que su instinto de supervivencia y pese, aún cuando su sistema le dicta, le suplica, le implora que le haga caso, la pelirroja simplemente ignora los achaques de su cuerpo. Así mismo cuando es primordial quedarse frente a algo, encararlo, enfrentar el problema, circunstancia ó cualquier cosa de la que se trate, Merlina desaparece. Y no existe peor forma de estar en lugar tan erróneo como lo hace esa mujer…
- Mira eso – Un varón de no más de un metro ochenta alcanza a ver el pasar de la gitana en dirección opuesta a donde él y su compañero se encuentran. Este sujeto le da un pequeño codazo al otro quien al sentir y escuchar las palabras de su supuesto amigo gira su cabeza en dirección la dama. Ambos se separan de la estructura en la cual se encontraban recargados reposando sus cuerpos, descansando del arduo trabajo que obtuvieron durante el día, trabajo que se basa en una sola cosa, la ociosidad. En un momento inesperado la fémina se encuentra rodeada por ambos lados, sin poder salir, sin poder huir. Frente a ella una gigantesca estructura se abre paso impidiéndole cruzar más allá de lo que sus ojos pueden ver. Los tipos sujetan sus brazos con la fuerza apropiada para que la jovencita no se zafe y logre escabullirse de lo que ellos tienen planeado.
Miedo, terror, pánico, angustia y desesperación. Gran cantidad de sensaciones emergen desde el interior de la gitana, chocando entre sí, generando un completo caos en su sistema. Adrenalina, vértigo, euforia, estos últimos representados con la mirada llena de histeria de Merlina, quien forcejea con los hombres en un débil intento por salir de aquel abismo del destino en el que se encontró “Querida… ¿Qué más da si debéis morir hoy?” En su fuero interno una vocecilla trata de tranquilizarle más sus palabras no se encuentran dentro de las apropiadas y agoniza su persona al escucharlas.
– ¿Sabéis algo? Profanaremos tus entrañas introduciéndonos por completo en tu cuerpo, nos deleitaremos con el baño de sangre que nos entregaréis con los órganos de tu cuerpo, alimentaremos nuestros delirios con los gritos de desesperación que arrojaréis una vez que probéis de nuestro libido en cada una de tus cavidades – Como quien declama una poesía profana, indecente, impúdica, pérfida y denigrante, esas palabras son proferidas de los labios de un “caballero”, una mirada llena de lascivia viaja a través del cuerpo de la pelirroja, la desnuda con sus pupilas, imaginando lo sedoso de su piel, lo puro de su castidad y el dolor de perderlo todo en su último suspiro.
Noche, siempre oculta secretos en sus obscuras tinieblas, siendo cómplice de los asesinatos más cruentos, testigo de masacres y por ahora… Encubridora de lo que pinta para ser una violación. Una sacrílega mano acaricia su pecho en la búsqueda por sentir su desnudez, la mujer sin pensarlo actúa y sin actuarlo piensa. Toma la mano del indecente sujeto, la arrastra por su cintura, acariciando lentamente su silueta, nutriendo la depravación que ya se encuentra instalada en los pensamientos de sus carcelarios. Sí, una delicada sonrisa se asoma en la comisura de sus labios, sus carnosos y rosados labios que incitan a besarlos, morderlos, profanarlos… Su mano libre atrapa entre sus dedos el cabello del varón que aún no prolifera ninguna palabra, clava sus ambarinos ojos en los de él y entonces ataca…
Quien le cree sumisa, torpe, frágil, delicada e inocente, pierde su tiempo en comprender como carajo es que se convirtió en una completa bestia justo en el momento indicado. Eso ni siquiera Merlina lo sabe, es algo que siempre ah estado allí, acompañándole en su vida, al igual que su imborrable maldición. Pero por ese par de infelices no sufrirá una vez que su demencia encuentre la salida. Muerde con obscenidad los labios y barbilla de su víctima, hasta hacerlos desangrar. El hombrecillo grita y se retuerce del dolor, mientras sus manos la sueltan y la gitana aprovecha para golpear al otro en la entre pierna. El sufrimiento que le provoca solo fomenta a su locura de media noche. “Corre, ¡maldita sea!” Un espasmo cubre su cuerpo, congelándola efímeramente para después salir corriendo del lugar como alma que lleva el diablo. Los hombres con su orgullo herido, le persiguen con el afán de matarle una vez que la encuentren. La jovenzuela continúa su camino con ese par de pies descalzos dejando un rastro de sangre que fácilmente pueden seguir y sin darse cuenta, sin siquiera haberlo visto antes, embiste a un caballero a las afueras del sanatorio mental. Gran caída para tratarse de una muchacha con una complexión por debajo de la normalidad, los dos caen al suelo, él por encima de ella.
La forma de ser en esta peculiar dama es siempre la equivoca, cuando debe huir se queda a averiguar los hechos, el morbo de su curiosidad es infinitamente más grande que su instinto de supervivencia y pese, aún cuando su sistema le dicta, le suplica, le implora que le haga caso, la pelirroja simplemente ignora los achaques de su cuerpo. Así mismo cuando es primordial quedarse frente a algo, encararlo, enfrentar el problema, circunstancia ó cualquier cosa de la que se trate, Merlina desaparece. Y no existe peor forma de estar en lugar tan erróneo como lo hace esa mujer…
- Mira eso – Un varón de no más de un metro ochenta alcanza a ver el pasar de la gitana en dirección opuesta a donde él y su compañero se encuentran. Este sujeto le da un pequeño codazo al otro quien al sentir y escuchar las palabras de su supuesto amigo gira su cabeza en dirección la dama. Ambos se separan de la estructura en la cual se encontraban recargados reposando sus cuerpos, descansando del arduo trabajo que obtuvieron durante el día, trabajo que se basa en una sola cosa, la ociosidad. En un momento inesperado la fémina se encuentra rodeada por ambos lados, sin poder salir, sin poder huir. Frente a ella una gigantesca estructura se abre paso impidiéndole cruzar más allá de lo que sus ojos pueden ver. Los tipos sujetan sus brazos con la fuerza apropiada para que la jovencita no se zafe y logre escabullirse de lo que ellos tienen planeado.
Miedo, terror, pánico, angustia y desesperación. Gran cantidad de sensaciones emergen desde el interior de la gitana, chocando entre sí, generando un completo caos en su sistema. Adrenalina, vértigo, euforia, estos últimos representados con la mirada llena de histeria de Merlina, quien forcejea con los hombres en un débil intento por salir de aquel abismo del destino en el que se encontró “Querida… ¿Qué más da si debéis morir hoy?” En su fuero interno una vocecilla trata de tranquilizarle más sus palabras no se encuentran dentro de las apropiadas y agoniza su persona al escucharlas.
– ¿Sabéis algo? Profanaremos tus entrañas introduciéndonos por completo en tu cuerpo, nos deleitaremos con el baño de sangre que nos entregaréis con los órganos de tu cuerpo, alimentaremos nuestros delirios con los gritos de desesperación que arrojaréis una vez que probéis de nuestro libido en cada una de tus cavidades – Como quien declama una poesía profana, indecente, impúdica, pérfida y denigrante, esas palabras son proferidas de los labios de un “caballero”, una mirada llena de lascivia viaja a través del cuerpo de la pelirroja, la desnuda con sus pupilas, imaginando lo sedoso de su piel, lo puro de su castidad y el dolor de perderlo todo en su último suspiro.
Noche, siempre oculta secretos en sus obscuras tinieblas, siendo cómplice de los asesinatos más cruentos, testigo de masacres y por ahora… Encubridora de lo que pinta para ser una violación. Una sacrílega mano acaricia su pecho en la búsqueda por sentir su desnudez, la mujer sin pensarlo actúa y sin actuarlo piensa. Toma la mano del indecente sujeto, la arrastra por su cintura, acariciando lentamente su silueta, nutriendo la depravación que ya se encuentra instalada en los pensamientos de sus carcelarios. Sí, una delicada sonrisa se asoma en la comisura de sus labios, sus carnosos y rosados labios que incitan a besarlos, morderlos, profanarlos… Su mano libre atrapa entre sus dedos el cabello del varón que aún no prolifera ninguna palabra, clava sus ambarinos ojos en los de él y entonces ataca…
Quien le cree sumisa, torpe, frágil, delicada e inocente, pierde su tiempo en comprender como carajo es que se convirtió en una completa bestia justo en el momento indicado. Eso ni siquiera Merlina lo sabe, es algo que siempre ah estado allí, acompañándole en su vida, al igual que su imborrable maldición. Pero por ese par de infelices no sufrirá una vez que su demencia encuentre la salida. Muerde con obscenidad los labios y barbilla de su víctima, hasta hacerlos desangrar. El hombrecillo grita y se retuerce del dolor, mientras sus manos la sueltan y la gitana aprovecha para golpear al otro en la entre pierna. El sufrimiento que le provoca solo fomenta a su locura de media noche. “Corre, ¡maldita sea!” Un espasmo cubre su cuerpo, congelándola efímeramente para después salir corriendo del lugar como alma que lleva el diablo. Los hombres con su orgullo herido, le persiguen con el afán de matarle una vez que la encuentren. La jovenzuela continúa su camino con ese par de pies descalzos dejando un rastro de sangre que fácilmente pueden seguir y sin darse cuenta, sin siquiera haberlo visto antes, embiste a un caballero a las afueras del sanatorio mental. Gran caída para tratarse de una muchacha con una complexión por debajo de la normalidad, los dos caen al suelo, él por encima de ella.
{Disculpa por la manipulación de tu pj, pero fue lo único que se me ocurrió, una tacleada descomunal xD}
Merlina Draven Bancroft- Gitano
- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 15/07/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: No hay mortal que sea cuerdo a todas horas - {Privado}
La noche lo hacia sentir extrañamente seguro, como si esa masa espesa de negrura que yacía sobre su cabeza fuese una especie de cobijo en este mundo sórdido y cruel. No tenia nada, a nadie, nadie que le esperara, que se preguntara donde estaba ahora, que había sido de el todos estos años. El olvido era su apellido, la condena su primer nombre. Incontables fueron los minutos que permaneció con la vista fija en el cielo que podía presumir de múltiples estrellas incrustadas. Un fanático de la noche y de la luna, su pareja favorita, sus fieles compañeras. Hasta que al fin volvió a la realidad gracias a una ola de aire que le mecía los cabellos sucios sobre la cabeza, se dio cuenta de donde se encontraba, en una calle completamente a oscuras y sola, tan solo una luz lejana servia como alumbramiento en aquella negrura, una lámpara vieja titilaba amenazando con encontrar la muerte en cualquier instante.
Permaneció inmóvil por varios minutos más, con un rostro sereno que no dejaba a la luz el remolino de pensamientos que ahora lo asaltaban interiormente. Su mente se preguntaba tan solo una cosa: ¿Y ahora que? Giro su cuerpo y quedo de frente al edificio viejo que estaba a sus espaldas, el que había sido su cárcel por tantos años. ¡Por su puesto que no quería volver al sanatorio! Pocas veces habían sido los que había temido por algo, y esta vez era seguro que temía por poder volver a estar encerrado en ese lugar. Sus pasos obedecieron a sus ansias de alejarse de ahí cuanto antes pero a pesar de querer salir a paso rápido, sus piernas no le permitían tanto en tan poco tiempo. Se sentía como un viejo, físicamente era tan solo un joven de apenas veintitantos años, tenia toda una vida por delante, pero sin cuerpo estaba maltratado, roído por la vida, lastimado por la soledad, el exilio. Sus pies descalzos añoraban por algo que le sirviera de calzado, hacían muecas al encontrarse de lleno con esa calle rocosa y tallada.
Y caminaba sin rumbo fijo, sin tener idea a donde se dirigía, a donde acudir, que hacer. Ahora podía entender mucho mas a esos caninos de la calle, que a falta de un amo habían hecho de las empedradas calles su hogar. Paso saliva y cuando llego a su estomago sintió un eco profundo, el vacío que tenia a falta de alimentos se podía comparar con la profundidad de una noria. La rabia lo consumió repentinamente, pensar en todo lo que le habían hecho lograba llenarlo de una sed que nunca antes había tenido que conocer: venganza. Y sin embargo no había nadie de quien vengarse, ningún nombre, ningún rostro. ¿A quien culpar de esos múltiples años de desdicha? Al pueblo, al mundo, al que sin duda le dedicaría su indiferencia. Esa misma gente que se había encargado de llamarlo engendro de Satanás, un mal nacido, un bastardo del infierno.
Sus pasos cesaron de golpe, el frío lograba rendirlo. Abrazo su delgado cuerpo con ambos brazos, como si esto de verdad pudiese protegerlo de contraer la pulmonía que acabaría con el sin duda e interiormente maldijo mil veces el saberse humano, tan frágil, tan vulnerable ante su naturaleza. Miro a ambos lados y nuevamente no encontró nada, el destino se olvidaba de el, la vida renegaba de uno de sus hijos.
Y de pronto el silencio se vio corrompido. No lo vio venir, un golpe en seco se dejo sentir sobre su débil cuerpo e instantáneamente cayó al suelo haciéndose daño en las rodillas, pero amortiguando el golpe con el cuerpo de la culpable de aquel incidente. Una cabellera rojiza brillo a la luz de la luna y unos ojos penetrantes –tanto como los de el- se encontraron con los suyos. Alphonse permaneció mudo ante la situación, luego de breves instantes en aquella postura giro el rostro al darse cuenta de que alguien mas se acercaba a pasos agigantados y bruscos. Un par de hombres se acercaban con rabia escurriéndoles por el cuerpo, fijando la vista en la mujer que yacía recostada sobre el pavimento. No necesito mas de tres segundos para darse cuenta de lo que ocurría. Volvió su vista a la mujer que pareció inmóvil por esos instantes y fijo su gris mirada esta vez sobre la sangre que se vertía sobre la perfecta boca rojiza de esa extraña mujer. Llevo una de sus manos hasta donde la mancha carmín y dejo que sus dedos se empaparan de ese liquido viscoso para después llevarla a su boca y probarla como si se tratara de una apetitosa mermelada.
- No es tuya. – Era una afirmación.
Permaneció inmóvil por varios minutos más, con un rostro sereno que no dejaba a la luz el remolino de pensamientos que ahora lo asaltaban interiormente. Su mente se preguntaba tan solo una cosa: ¿Y ahora que? Giro su cuerpo y quedo de frente al edificio viejo que estaba a sus espaldas, el que había sido su cárcel por tantos años. ¡Por su puesto que no quería volver al sanatorio! Pocas veces habían sido los que había temido por algo, y esta vez era seguro que temía por poder volver a estar encerrado en ese lugar. Sus pasos obedecieron a sus ansias de alejarse de ahí cuanto antes pero a pesar de querer salir a paso rápido, sus piernas no le permitían tanto en tan poco tiempo. Se sentía como un viejo, físicamente era tan solo un joven de apenas veintitantos años, tenia toda una vida por delante, pero sin cuerpo estaba maltratado, roído por la vida, lastimado por la soledad, el exilio. Sus pies descalzos añoraban por algo que le sirviera de calzado, hacían muecas al encontrarse de lleno con esa calle rocosa y tallada.
Y caminaba sin rumbo fijo, sin tener idea a donde se dirigía, a donde acudir, que hacer. Ahora podía entender mucho mas a esos caninos de la calle, que a falta de un amo habían hecho de las empedradas calles su hogar. Paso saliva y cuando llego a su estomago sintió un eco profundo, el vacío que tenia a falta de alimentos se podía comparar con la profundidad de una noria. La rabia lo consumió repentinamente, pensar en todo lo que le habían hecho lograba llenarlo de una sed que nunca antes había tenido que conocer: venganza. Y sin embargo no había nadie de quien vengarse, ningún nombre, ningún rostro. ¿A quien culpar de esos múltiples años de desdicha? Al pueblo, al mundo, al que sin duda le dedicaría su indiferencia. Esa misma gente que se había encargado de llamarlo engendro de Satanás, un mal nacido, un bastardo del infierno.
Sus pasos cesaron de golpe, el frío lograba rendirlo. Abrazo su delgado cuerpo con ambos brazos, como si esto de verdad pudiese protegerlo de contraer la pulmonía que acabaría con el sin duda e interiormente maldijo mil veces el saberse humano, tan frágil, tan vulnerable ante su naturaleza. Miro a ambos lados y nuevamente no encontró nada, el destino se olvidaba de el, la vida renegaba de uno de sus hijos.
Y de pronto el silencio se vio corrompido. No lo vio venir, un golpe en seco se dejo sentir sobre su débil cuerpo e instantáneamente cayó al suelo haciéndose daño en las rodillas, pero amortiguando el golpe con el cuerpo de la culpable de aquel incidente. Una cabellera rojiza brillo a la luz de la luna y unos ojos penetrantes –tanto como los de el- se encontraron con los suyos. Alphonse permaneció mudo ante la situación, luego de breves instantes en aquella postura giro el rostro al darse cuenta de que alguien mas se acercaba a pasos agigantados y bruscos. Un par de hombres se acercaban con rabia escurriéndoles por el cuerpo, fijando la vista en la mujer que yacía recostada sobre el pavimento. No necesito mas de tres segundos para darse cuenta de lo que ocurría. Volvió su vista a la mujer que pareció inmóvil por esos instantes y fijo su gris mirada esta vez sobre la sangre que se vertía sobre la perfecta boca rojiza de esa extraña mujer. Llevo una de sus manos hasta donde la mancha carmín y dejo que sus dedos se empaparan de ese liquido viscoso para después llevarla a su boca y probarla como si se tratara de una apetitosa mermelada.
- No es tuya. – Era una afirmación.
Invitado- Invitado
Re: No hay mortal que sea cuerdo a todas horas - {Privado}
Un golpe irrumpió en el silencio de esa noche. Las filosas piedras que frías descansan a mitad de la calle ahora son participes en las heridas de su espalda. Un gemido tras aquella caída y sus pupilas ambarinas clavándose en los ojos de un extraño. Posada sobre el gélido manto del suelo, sin saber que hacer o como salir del peligro en que se vio inmiscuida; no encuentra las palabras apropiadas para dirigirse al hombre sobre ella. Estática sin mutar en su rostro la fachada de sus miedos, observa cada movimiento del varón. Por reflejo se muerde el labio que fue tocado, saborea nuevamente esa joya envenenada y se deja consumir en un laberinto de inestables pasiones. Asiente una sola vez con su cabeza e intenta erguir su cuerpo. Se sienta con las rodillas dobladas, admirando cada detalle en el rostro del extraño, sus ojos, sus labios, su maraña de cabellos, esa barba que pendía de él. Parecía un anciano en medio de la nada, un desdichado hombre probando su suerte tras salir de alguna caverna. Su ensimismamiento fue brutalmente interrumpido por una mano que halo de su cabellera. Le arrastraron fuertemente un par de metros lejos del hombre, mientras inútilmente intentaba zafarse de sus ataduras, entre gritos y blasfemias fue abofeteada por el segundo.
El miedo cubre cada parte de su cuerpo, esa helada sensación le convierte en una presa fácil. Un escalofrío recorre sus entrañas desde la punta en los dedos de sus pies hasta el cuello, en donde su arteria salta con cada latido de su acelerado corazón. Sus respiraciones hacen que sus pechos bailen en una danza casi fúnebre. Lágrimas cubren su cara, un manantial que provee su mirada baña sus mejillas opacando su rosado color. Patalea, gimotea y arranca zarpazos. En sus locos intentos logra arañar una de las manos que le sujetan. Si sus ojos se habían cerrado por la desesperación, fue ese el momento apropiado para abrirlos de nuevo. Las voces en su cabeza le dictaban órdenes que se negaba a obedecer - No, no, ¡No! ¡Ya cállense! – Grito. Se pone de pie con la mirada perdida, enfebrecida. Solo era una estúpida gitana, una hembra débil y encolerizada ¿Qué daño puede causar? Una fuerte ventisca azota contra su cuerpo, estrechando las delgadas telas de su atavío contra si, su larga cabellera bailó como lenguas de fuego, tan majestuosas, tan libres e independientes que parecían las llamas del mismísimo infierno. Los cristales de una lámpara suspendida en las cercanías explotaron al unísono en que Merlina se carcajeaba.
Aquella tormenta de ideas dentro de su mente ha cesado, no es para bien, tampoco para mal, eso depende de quien le este juzgando locamente sin tomar en cuenta las circunstancias. La mirada felina de la pelirroja se alojo en los sentidos de sus victimarios. Piensa opacamente las posibilidades que tienen de huir antes de que trate de desquebrajar sus cuerpos, Gaia juega con sus alucinaciones creando imágenes sangrientas y su lado condescendiente calla tras mirar que no hay salida. Coge un vidrio, lo mira con recelo, como si ella quisiese tener ese filo en su piel para asesinar, para acabar con cada miserable que se le topara por el frente. Se mira reflejada en él, sus ojos arden en deseos de muerte, no siente más temor, no hay nada que pueda detenerle en ese momento. Y las carcajadas incrédulas de los infelices se retuercen a través de la distancia llegando hasta sus oídos, envenenando más su “demencia temporal” – Primero les cortaré la lengua – Dice, un segundo después se encuentra frente a ellos con sus pupilas clavadas en la boca del primer conejillo. Uno, dos, tres… intentos fallidos por golpear su rostro, Merlina con una sola mano clava el afilado cristal en los labios del malnacido. – Te lo dije – Susurra.
El miedo cubre cada parte de su cuerpo, esa helada sensación le convierte en una presa fácil. Un escalofrío recorre sus entrañas desde la punta en los dedos de sus pies hasta el cuello, en donde su arteria salta con cada latido de su acelerado corazón. Sus respiraciones hacen que sus pechos bailen en una danza casi fúnebre. Lágrimas cubren su cara, un manantial que provee su mirada baña sus mejillas opacando su rosado color. Patalea, gimotea y arranca zarpazos. En sus locos intentos logra arañar una de las manos que le sujetan. Si sus ojos se habían cerrado por la desesperación, fue ese el momento apropiado para abrirlos de nuevo. Las voces en su cabeza le dictaban órdenes que se negaba a obedecer - No, no, ¡No! ¡Ya cállense! – Grito. Se pone de pie con la mirada perdida, enfebrecida. Solo era una estúpida gitana, una hembra débil y encolerizada ¿Qué daño puede causar? Una fuerte ventisca azota contra su cuerpo, estrechando las delgadas telas de su atavío contra si, su larga cabellera bailó como lenguas de fuego, tan majestuosas, tan libres e independientes que parecían las llamas del mismísimo infierno. Los cristales de una lámpara suspendida en las cercanías explotaron al unísono en que Merlina se carcajeaba.
Aquella tormenta de ideas dentro de su mente ha cesado, no es para bien, tampoco para mal, eso depende de quien le este juzgando locamente sin tomar en cuenta las circunstancias. La mirada felina de la pelirroja se alojo en los sentidos de sus victimarios. Piensa opacamente las posibilidades que tienen de huir antes de que trate de desquebrajar sus cuerpos, Gaia juega con sus alucinaciones creando imágenes sangrientas y su lado condescendiente calla tras mirar que no hay salida. Coge un vidrio, lo mira con recelo, como si ella quisiese tener ese filo en su piel para asesinar, para acabar con cada miserable que se le topara por el frente. Se mira reflejada en él, sus ojos arden en deseos de muerte, no siente más temor, no hay nada que pueda detenerle en ese momento. Y las carcajadas incrédulas de los infelices se retuercen a través de la distancia llegando hasta sus oídos, envenenando más su “demencia temporal” – Primero les cortaré la lengua – Dice, un segundo después se encuentra frente a ellos con sus pupilas clavadas en la boca del primer conejillo. Uno, dos, tres… intentos fallidos por golpear su rostro, Merlina con una sola mano clava el afilado cristal en los labios del malnacido. – Te lo dije – Susurra.
Merlina Draven Bancroft- Gitano
- Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 15/07/2010
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Niebla Mortal [Privado Abraxas]
» como un asesino, lento y mortal ~.Privado-Neysa.~
» Las horas distantes | Privado
» Busquedas de Neileigth y Sigrid.../Sean Bienvenidos todos....se aceptan todas las razas y todas las clases.....
» En las horas solitarias de la noche (privado)
» como un asesino, lento y mortal ~.Privado-Neysa.~
» Las horas distantes | Privado
» Busquedas de Neileigth y Sigrid.../Sean Bienvenidos todos....se aceptan todas las razas y todas las clases.....
» En las horas solitarias de la noche (privado)
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour