Runaely Von Fabre

- Adivinación de futuro: Habilidad para conocer hechos aun antes de que ocurran mediante la lectura de cartas, lectura de manos, etc.
- Percepción de poder: Habilidad para sentir y reconocer poderes superhumanos.
- Control de aura: Habilidad que consiste en poder usar la propia Aura para potenciarse a sí mismo o utilizarla como arma o poder.

Es tímido la mayoría del tiempo, cuando no conoce a nadie sobretodo. En cuanto pasa el tiempo se vuelve más extrovertido, se suelta mas y en cuanto tiene oportunidad, se va a ver que hace los demás, por curiosidad nada mas, feliz de saber que pasara aunque de vez en cuando se avergüenza de ser tan metiche a veces, pero tan solo, es porque tiene curiosidad, no lo hace nunca adrede, el nunca además, desconfiaría de nadie que fuera su amigo pero si vería con malos ojos a aquel con el que no se siente cómodo o extrañado de su compañía. No suele ser amistoso a primeras, más bien eso a lo que llaman...”desconfiado”

No se ciñe a las modas actuales de esos trajes tan resueltos, es algo meticuloso, es pulcro, le gusta tener todo ordenado al igual que su imagen. Le gusta estar siempre bien, de sí mismo, hizo un perfecto peluquero con lo que de vez en cuando se retoca las puntas. Si, parecerá nada normal, pero así es él. El enfado más bien le cuesta sacarlo, aunque muy raras veces ha conseguido sacarlo. Prefiere el camino de la palabra en un ambiente calmado y tranquilo, sin ataduras ni presión alrededor.

Von Fabre... ¿qué significado tiene? Ninguno.

La vida de un filósofo fue convirtiéndose cada vez mas tediosa y apenada mientras avanzaba cada día que pasaba. Prosperó en brazos de la alta cuna y de la mano de la filosofía, de los libros y de la inteligencia que en ellos encontraba. Sabía comportarse en sociedad a pesar de encontrarse en un ámbito religioso.

Nacido bajo el amparo de Libra el 15 de Octubre de 1776 en Röcken, un pequeño pueblo de Sajonia-Anhalt, cerca de Leipzig. Durante un tiempo el joven Von Fabre asistió a un colegio de niños para luego trasladarse a un colegio privado, la prestigiosa escuela en Transilvania, donde se hizo amigo de Gustav Lug y Wilhelm Pinder, dos estudiantes pertenecientes a familias acomodadas. También encontró tiempo para la escritura de poemas y composiciones musicales. Recibió una importante educación literaria, en especial en el estudio de los clásicos griegos y romanos, y por primera vez experimentó la carencia de su vida familiar en un pequeño pueblo de ambiente cristiano.

Durante este período se encontró bajo la influencia del poeta que se escondía en su interior. Entró en la universidad para aprender sobre el mundo de la teología, pero para disgusto de su madre, abandonó sus estudios de teología tras un semestre y comenzó a cambiar de ideologías, comenzó a ver más el mundo que le rodeaba a su alrededor, que esperaba ser descubierto por el mismo.

Tras haberse embaucado por las artes de la belleza y la lírica, a sus 22 años, como un hombre hecho y derecho, decidió salir de la cuna alta para embaucarse en un mundo diferente en el que descubriría más cosas con las que completar todos los enigmas que en su mente se arremolinaban como acertijos sin poder ser resueltos. Pudo llegar a conocer las fronteras belgas, llego a reírse de los que eran sus semejantes en la escala social quedándose con sus billeteras de piel.

Llego a aprender nuevos idiomas, aparte del rumano, el alemán, entre otras como lenguas maternas, llego a aprender el lenguaje de los bellos parisinos, el lenguaje de las caricias que se escondían bajo unas finas capas de seda. El lenguaje corporal era algo de lo que también se aprendía, mucho más que unas simples palabras formadas en una bonita frase. En París, era el desencadenante donde su inspiración lirica podría fluir con paz.

Todo sería algo bonito mientras estuviera en sus liricas y reportes, pero a veces las sombras esperaban en un rincón lejos del ojo humano, esperando a su próxima víctima. El, en cambio, sufrió un giro radical en su vida que le llevo a sombras, a recuerdos difusos los que no puede recordar. Cuando llegó a Paris, cuando desembarco sobre las calles y el suelo de piedra de aquel puerto, sonrió al ver que estaba en nuevas tierras, en una tierra en la que había oído hablar de amor y de sueños encantados, el comenzó a caminar lentamente por las calles, yendo de un lado hacia otro, observando el encanto de cada edificio.

Tan emocionado estaba que cuando se quiso dar cuenta, estaba en las afueras de París. Trago saliva, miro a todos lados para ver donde estaba y solamente llego a ver el bosque y al fondo, varios hombres que parecían querer jugar. Unos hombres, borrachos, llegaron a confundirlo con una mujer, él se echo hacia atrás, escapando antes de que le cogieran, temiendo de que lo cogieran, se adentro en el bosque, cada vez más hacia dentro, pero al ir asustado no vio por donde iba, con lo que sin darse cuenta, cayó por una pendiente que iba en curva hacia las partes inferiores donde había mas bosque.

Tras ese traspié, Runaely cayó rodando cuesta abajo, hasta llegar contra un árbol que fue quien lo paro, haciendo que cayera inconsciente. Días después, despertó dentro de la carreta de alguien, por lo que veía al despertarse vio que aquel lugar estaba tapado con mantas haciendo de techo. Runaely se extraño de tal manera que no supo donde estaba. Fue entonces cuando encontró a quien le ayudo. Un gitano, de cabellos largos y de rostro gentil y afable que lo miraba con un gesto de preocupación. El sonrió y pensó que debería descansar. La cabeza le daba vueltas. Necesitaba descansar.