Entre patas y colmillos está el asunto [Ánima Novotny]

por **Noah Evans** Dom Sep 02, 2012 1:43 pm

Estaba francamente aburrido. Aunque los árboles del bosque cerraban el paso de los rayos de sol, dándole un aspecto oscuro, nocturno y algo tenebroso, debían de ser cerca de las doce del mediodía. Una hora demasiado central como para acercarme a la ciudad.
En ocasiones, consideraba que tanto yo como mi madre éramos un poco paranoícos con esa obsesión que teníamos porque nadie descubriese nuestra verdadera naturaleza, lo que nos llevaba a vivir en las profundidades del bosque, ocultos de los ojos de la gente, para que nadie pudiera percatarse de que el tiempo no pasaba por nosotros de la misma manera que lo hacía para todo el mundo. Mi madre, de hecho, ni siquiera abandonaba nuestra pequeña cabaña, siendo yo el único que iba regularmente a la ciudad por la noche o cuando el sol comenzaba a ponerse por las tardes.
Así que no había duda que la posibilidad de distraerme en París estaba completamente descartada.

Comencé a caminar por los alrededores de nuestra cabaña, patrullando en un radio de unos cinco kilómetros para distraerme. ¿Pero que podría haber de interesante en ver verde, verde, verde y más verde? Solo árboles y rastrojos por todas partes. Ni siquiera había algún pequeño animal que pudiera entrenerme un rato, ya fuera acariciándolo o persiguiéndolo.
Resoplé con fastidio. Me agaché un cogí un palo, solo para tirarlo lejos, con todas mis fuerzas. A continuación cogí otro palo e hice lo mismo. Y así con cada pequeña rama que iba encontrando durante mi pequeño paseo. Resoplé de nuevo, rodando los ojos hacia un lado.

De repente mis sentidos se activaron ante la presencia de un olor extraño. Un olor peligroso. Un efluvio que nunca había detectado tan cerca de nuestra cabaña. Por un momento se me subió el corazón a la garganta, pesando que mi familia estaba en peligro, pero tras olisquear el ambiente un poco más pude cercionarme de que el dueño o dueña de ese aroma no estaba en mi hogar. Sin embargo, estaba acercándose peligrosamente.
Siguiendo el rastro y sin saber a lo que podría enfrentarme, comencé a caminar en dirección de nuestro no bienvenido invitado, preparado para atacar en caso de que sintiese que se trataba de una amenaza para mi seguridad y la de mi madre.