AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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"Entre perros y cazadores anda el asunto" (Eduardo Hernández, +18, violento)
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"Entre perros y cazadores anda el asunto" (Eduardo Hernández, +18, violento)
-¡Usted está loco joder, psicópata hijo de puta!- el olor a sangre fresca solo me hacía exaltarme más y más. Llevaba mucho tiempo buscando datos sobre un grupo de gente que ayudaba a las criaturas infernales de la ciudad. Una familia en especial me había llamado la atención. Y me objetivo había sido claramente uno: matar a esa familia.
Había comenzado con los dos pequeños que se encontraban en la entrada de la casa jugando....sus gritos de dolor y horror alertaron a sus padres, a los cuales perseguí hasta uno de los muchos callejones donde había plantado mis trampas. Y la mujer había caído en una de ellas. La explosión ante aquel explosivo artesanal creado a partir de pólvora y sulfato de cobalto permitía crear una especie de bomba de contacto. La pequeña explosión los había lanzado a los dos contra una de las paredes. La explosión no había sido muy fuerte pero lo suficiente como para destrozarle la pierna a la mujer y dejar al hombre atacado del corazón. Su mujer estaba muerta y demacrada a su lado, era lo más natural.
-Es impresionante como un componente descubierto hace unos siglos y manipulado por unas manos hábiles y una mente sublime puede convertirse en un arma tan elaborada. Mi maestro decía que se descubrió en el Este, en un país llamado China. Siempre me decía cosas asombrosas sobre un hombre llamado Roger Bacon, el cual trajo este componente hasta aquí y con el se desarrollan juguetitos como el que acabáis de probar.- paseaba delante de ellos mientras el hombre miraba a su mujer, desangrándose poco a poco, pero posiblemente ya muerta. Como vi que el hombre no prestaba atención cargué una bala en el revolver y disparé en la cabeza al cuerpo inerte de la esposa. Como era un disparo a quemarropa y aquel arma tenía un buen calibre, el maravilloso espectáculo que monté allí fue sublime. El hombre no dejaba de chillar como un loco furibundo, mientras la sangre de su mujer corría por su cabeza y su pelo. Sus gritos recorrían mi cuerpo, haciéndolo vibrar como si se tratará de una situación llena de vida. Mi locura ya no tenía limite, había pasado la linea de la cordura al ver aquellas repugnantes relaciones que mantenían humanos con seres del infierno.
-¿Interesante verdad?... he disfrutado más de su muerte que la de tus hijos. Pobres de ellos, sufrieron lento....y su dolor no tenía limite. sobre todo el del pequeño....grito mucho mientras se ahogaba con su propia sangre cuando le destrocé los dedos poco a poco.- empecé a reírme como un verdadero maníaco. Su expresión de miedo y rabia, junto con la orina que se había hecho en sus pantalones ....era un verdadero espectáculo. Aunque el charco de sangre y su olor inflaban más mis sentimientos.
Miré al cielo mientras me reía como un verdadero psicópata.- ¿Quién es el héroe al cual protegíais y que os ha dejado tirados aquí?- gritaba esto mientras con una mano apuntaba mi arma entre sus dos ojos y la otra sostenía un pequeño botecito.
Con un movimiento en el dedo corazón el gatillo se desplazó hacia dentro y la bala impactó directa. Entonces entré en éxtasis mientras sentía que el peligro se acercaba....y eso me ponía a cien.
Había comenzado con los dos pequeños que se encontraban en la entrada de la casa jugando....sus gritos de dolor y horror alertaron a sus padres, a los cuales perseguí hasta uno de los muchos callejones donde había plantado mis trampas. Y la mujer había caído en una de ellas. La explosión ante aquel explosivo artesanal creado a partir de pólvora y sulfato de cobalto permitía crear una especie de bomba de contacto. La pequeña explosión los había lanzado a los dos contra una de las paredes. La explosión no había sido muy fuerte pero lo suficiente como para destrozarle la pierna a la mujer y dejar al hombre atacado del corazón. Su mujer estaba muerta y demacrada a su lado, era lo más natural.
-Es impresionante como un componente descubierto hace unos siglos y manipulado por unas manos hábiles y una mente sublime puede convertirse en un arma tan elaborada. Mi maestro decía que se descubrió en el Este, en un país llamado China. Siempre me decía cosas asombrosas sobre un hombre llamado Roger Bacon, el cual trajo este componente hasta aquí y con el se desarrollan juguetitos como el que acabáis de probar.- paseaba delante de ellos mientras el hombre miraba a su mujer, desangrándose poco a poco, pero posiblemente ya muerta. Como vi que el hombre no prestaba atención cargué una bala en el revolver y disparé en la cabeza al cuerpo inerte de la esposa. Como era un disparo a quemarropa y aquel arma tenía un buen calibre, el maravilloso espectáculo que monté allí fue sublime. El hombre no dejaba de chillar como un loco furibundo, mientras la sangre de su mujer corría por su cabeza y su pelo. Sus gritos recorrían mi cuerpo, haciéndolo vibrar como si se tratará de una situación llena de vida. Mi locura ya no tenía limite, había pasado la linea de la cordura al ver aquellas repugnantes relaciones que mantenían humanos con seres del infierno.
-¿Interesante verdad?... he disfrutado más de su muerte que la de tus hijos. Pobres de ellos, sufrieron lento....y su dolor no tenía limite. sobre todo el del pequeño....grito mucho mientras se ahogaba con su propia sangre cuando le destrocé los dedos poco a poco.- empecé a reírme como un verdadero maníaco. Su expresión de miedo y rabia, junto con la orina que se había hecho en sus pantalones ....era un verdadero espectáculo. Aunque el charco de sangre y su olor inflaban más mis sentimientos.
Miré al cielo mientras me reía como un verdadero psicópata.- ¿Quién es el héroe al cual protegíais y que os ha dejado tirados aquí?- gritaba esto mientras con una mano apuntaba mi arma entre sus dos ojos y la otra sostenía un pequeño botecito.
Con un movimiento en el dedo corazón el gatillo se desplazó hacia dentro y la bala impactó directa. Entonces entré en éxtasis mientras sentía que el peligro se acercaba....y eso me ponía a cien.
Erickson Sky- Cazador Clase Media
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 03/05/2015
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Re: "Entre perros y cazadores anda el asunto" (Eduardo Hernández, +18, violento)
- Señor, ¿ocurre algo? - preguntó el siempre atento Raúl.
El lobo estaba vistiéndose para salir y esto llamó la atención del criado. Esto no era extraño pues, aunque era de noche, no era una hora demasiado tardía. La extrañeza del joven sirviente era la vestimenta con la que su querido patrón se estaba vistiendo. Eduardo no pudo evitar reír ante la perspicacia de su mayordomo. Nunca se le escapaba una.
- Nada importante mi joven amigo-, comentó mientras se calzaba su bota izquierda. - Me apetece cabalgar esta noche, solo eso.
Raúl no se convenció con la contestación del lobo. Cierto que a Eduardo le encantaba cabalgar, y desde su estancia en París no lo había practicado. Eso no era lo que descuadraba al sirviente. Las botas que se estaban calzando eran especiales para el lobo y Raúl lo sabía. Eran unas botas negras de caña alta. Unas botas excelentes para montar. Una de las mejores en realidad. Hechas de un cuero español perfectamente tratado que podría soportar todo tipo de castigo. Las botas con las que sirvió en la caballería como húsar y que se quedó como recuerdo de aquella época.
Algo no iba bien pensó el mayordomo. Eduardo no se ponía esas botas desde que se licenciara del ejército. El lobo sonrió al ver la expresión de Raúl. No había que ser adivino para ver que no creía la respuesta de su jefe pero que no tenía pruebas como para contradecirle.
- Tranquilo Raúl. Solo quería desempolvar mis viejas botas-, dijo terminándose de calzar la segunda bota. - Ahora que ya no resido en el hotel puedo permitirme salir con uno de mis caballos. No hay nada de malo en eso ¿no? - se levantó de la silla, que estaba encarada hacia la entrada donde se encontraba su criado, y se giró sobre el escritorio. - Ahh, se me acaba de ocurrir que me apetece un bollo antes de salir. ¿Podrías acercarte a la cocina para traerme uno Raúl? Sabes que soy un tipo extremadamente goloso-, le pidió con una sonrisa.
- Por supuesto señor-, comentó el mayordomo cortésmente antes de girar sobre si mismo para ir a la cocina.
El lobo ya solo en su despacho miró la carta que estaba en su escritorio una vez más. Resopló con resignación mientras se enfundaba unos guantes de cuero negro como sus botas. En su opinión era más sencillo que el infierno se congelase que alguien le mandara correspondencia con ese contenido. Quién sabe. Puede que el infierno ya fuera un tempano de hielo pensó a la vez que cogía un chaquetón largo de piel. Pasó un brazo por una manga, y luego hizo lo propio con el otro brazo dirigiéndose a las escaleras. Las cual bajó cerrando el cinto que incorporaba la propia chaqueta negra. Salió a la calle con premura donde estaba Roberto esperándolo con su montura.
- Muchas gracias Roberto-, dijo poniendo su pie izquierdo en dicho estribo y dándose impulso. - Voy a ver de que es capaz este animal-, comentó espoleándolo sonriente.
Raúl subió al despacho del señor trayéndole su petición en un platito. No pudo menos que extrañarse nuevamente al ver el cuarto vacio y dejó el plato sobre el escritorio. Eduardo debería estar esperándole, pero por si acaso revisó la casa encontrándose con Roberto que le explicó que el patrón ya había partido.
No lo había esperado. O mejor dicho no había esperado por una golosina. Esto no era propio de él pensó el mayordomo recogiendo el plato del escritorio nuevamente. Esta vez se fijó en una carta sobre ella. Raúl era un hombre diligente que nunca miraría la correspondencia de Eduardo, pero viendo su extraña actitud no pudo evitar hacerlo. Casi le da un vuelco al corazón cuando leyó su contenido:
“He descubierto que esta ciudad está llena de asquerosos humanos que ayudan a esconder a perros sarnosos como tú. Si no hubiera visto esto con mis propios ojos nunca hubiera pensado que habría personas tan decadentes. No merecen vivir. Son tan culpables como las bestias que protegen. Sus patéticas vidas serán silenciadas en la calle Rue de Constantinople nº 34, esquina con Rue Pelouze. Empezaré por ahí y luego seguiré con toda la ciudad. Salvo que aparezca un determinado chucho a salvarles, cosa que dudo. Pronto la ciudad arderá contigo dentro PERRO.
Firmado: Erickson Sky, Cazador de la Orden de la Plata Antigua.”
- Dios mío, ya sabía que pasaba algo terrible-, dijo Raúl a la vez que salía del cuarto exaltado.
Eso había ocurrido hacía varios minutos. Este era el plan de Eduardo que no quería poner en riesgo a más personas. Ese cazador le quería a él y eso mismo encontraría. El viento, fruto de la velocidad de su semental, azotaba su cara transportándole en recuerdos a otros tiempos. Los tiempos en que era húsar de caballería. Casi podía oír el rugir de los cañones, sentir el olor de la pólvora, ver el color de la sangre. No sabía si el infierno se había congelado pero pronto lo sabría. No era la primera vez que cabalga sobre las puertas del tártaro. Ni sería la última.
El lobo estaba vistiéndose para salir y esto llamó la atención del criado. Esto no era extraño pues, aunque era de noche, no era una hora demasiado tardía. La extrañeza del joven sirviente era la vestimenta con la que su querido patrón se estaba vistiendo. Eduardo no pudo evitar reír ante la perspicacia de su mayordomo. Nunca se le escapaba una.
- Nada importante mi joven amigo-, comentó mientras se calzaba su bota izquierda. - Me apetece cabalgar esta noche, solo eso.
Raúl no se convenció con la contestación del lobo. Cierto que a Eduardo le encantaba cabalgar, y desde su estancia en París no lo había practicado. Eso no era lo que descuadraba al sirviente. Las botas que se estaban calzando eran especiales para el lobo y Raúl lo sabía. Eran unas botas negras de caña alta. Unas botas excelentes para montar. Una de las mejores en realidad. Hechas de un cuero español perfectamente tratado que podría soportar todo tipo de castigo. Las botas con las que sirvió en la caballería como húsar y que se quedó como recuerdo de aquella época.
Algo no iba bien pensó el mayordomo. Eduardo no se ponía esas botas desde que se licenciara del ejército. El lobo sonrió al ver la expresión de Raúl. No había que ser adivino para ver que no creía la respuesta de su jefe pero que no tenía pruebas como para contradecirle.
- Tranquilo Raúl. Solo quería desempolvar mis viejas botas-, dijo terminándose de calzar la segunda bota. - Ahora que ya no resido en el hotel puedo permitirme salir con uno de mis caballos. No hay nada de malo en eso ¿no? - se levantó de la silla, que estaba encarada hacia la entrada donde se encontraba su criado, y se giró sobre el escritorio. - Ahh, se me acaba de ocurrir que me apetece un bollo antes de salir. ¿Podrías acercarte a la cocina para traerme uno Raúl? Sabes que soy un tipo extremadamente goloso-, le pidió con una sonrisa.
- Por supuesto señor-, comentó el mayordomo cortésmente antes de girar sobre si mismo para ir a la cocina.
El lobo ya solo en su despacho miró la carta que estaba en su escritorio una vez más. Resopló con resignación mientras se enfundaba unos guantes de cuero negro como sus botas. En su opinión era más sencillo que el infierno se congelase que alguien le mandara correspondencia con ese contenido. Quién sabe. Puede que el infierno ya fuera un tempano de hielo pensó a la vez que cogía un chaquetón largo de piel. Pasó un brazo por una manga, y luego hizo lo propio con el otro brazo dirigiéndose a las escaleras. Las cual bajó cerrando el cinto que incorporaba la propia chaqueta negra. Salió a la calle con premura donde estaba Roberto esperándolo con su montura.
- Muchas gracias Roberto-, dijo poniendo su pie izquierdo en dicho estribo y dándose impulso. - Voy a ver de que es capaz este animal-, comentó espoleándolo sonriente.
Raúl subió al despacho del señor trayéndole su petición en un platito. No pudo menos que extrañarse nuevamente al ver el cuarto vacio y dejó el plato sobre el escritorio. Eduardo debería estar esperándole, pero por si acaso revisó la casa encontrándose con Roberto que le explicó que el patrón ya había partido.
No lo había esperado. O mejor dicho no había esperado por una golosina. Esto no era propio de él pensó el mayordomo recogiendo el plato del escritorio nuevamente. Esta vez se fijó en una carta sobre ella. Raúl era un hombre diligente que nunca miraría la correspondencia de Eduardo, pero viendo su extraña actitud no pudo evitar hacerlo. Casi le da un vuelco al corazón cuando leyó su contenido:
“He descubierto que esta ciudad está llena de asquerosos humanos que ayudan a esconder a perros sarnosos como tú. Si no hubiera visto esto con mis propios ojos nunca hubiera pensado que habría personas tan decadentes. No merecen vivir. Son tan culpables como las bestias que protegen. Sus patéticas vidas serán silenciadas en la calle Rue de Constantinople nº 34, esquina con Rue Pelouze. Empezaré por ahí y luego seguiré con toda la ciudad. Salvo que aparezca un determinado chucho a salvarles, cosa que dudo. Pronto la ciudad arderá contigo dentro PERRO.
Firmado: Erickson Sky, Cazador de la Orden de la Plata Antigua.”
- Dios mío, ya sabía que pasaba algo terrible-, dijo Raúl a la vez que salía del cuarto exaltado.
Eso había ocurrido hacía varios minutos. Este era el plan de Eduardo que no quería poner en riesgo a más personas. Ese cazador le quería a él y eso mismo encontraría. El viento, fruto de la velocidad de su semental, azotaba su cara transportándole en recuerdos a otros tiempos. Los tiempos en que era húsar de caballería. Casi podía oír el rugir de los cañones, sentir el olor de la pólvora, ver el color de la sangre. No sabía si el infierno se había congelado pero pronto lo sabría. No era la primera vez que cabalga sobre las puertas del tártaro. Ni sería la última.
Eduardo Hernández- Licántropo Clase Alta
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Re: "Entre perros y cazadores anda el asunto" (Eduardo Hernández, +18, violento)
Aquella escena era genial. Me había subido a uno de los tejados de aquellos bonitos edificios y podía observar toda la ciudad. Era mi campo de batalla, mi escenario de teatro, mi zona de venganza, mi lugar en el mundo... Debajo de mi, en la calle, estaban tirados los cuerpos de los pecadores que ayudaban a aquellas horrendas criaturas. También había dejado un buen boquete gracias a uno de mis juguetitos....uno de todos los que había colocado estratégicamente. Puede que si apareciese aquella persona a la cual le había manando la misiva y tanto odio guardaba hacía él, volaría un barrio entero con tal de matarlo. Ahora mismo estaba fuera de mis cabales y solo pensaba en la venganza y la exterminación de todos ellos.
La noche se empezaba a cernir sobre la ciudad y todos mis sentidos despertaban de golpe. Llevaba semanas experimentando con prototipos de tónicos estimulantes y mi cuerpo se sentía extrañamente fuerte y rápido. Pero las dosis que había ido tomando eran mínimas. Tenía en mi mano el único tónico completo que había podido fabricar. Muchos de los compuestos eran drogas, setas estimulantes y un poco de opio, una droga de Oriente. Los sentidos despertaban de una forma alucinante durante un periodo de tiempo y luego te agotaban por completo y tenías que reposar, normalmente con alucinaciones y delirios. Pero por eso esos tónicos solo eran usados por la rama más fanática y extremista de los cazadores: La Orden de la Plata Antigua.
Justo pensé en eso mismo....la misiva que había mandado había sido demasiado agresiva quizás... querría haber mandado un mensaje más socarrón y usar mi labia para que acudiera si o si. Pero las circunstancias llenando mi cuerpo y mente de ira y sed de venganza hicieron que mi carta fuera más agresiva de lo que habría querido. Así que allí estaba, esperando a que el "héroe" se presentase a vencer al "villano" o que este fuera otro final distinto. Lo más importante era el cielo nocturno....no había luna, por muy loco que estuviera nunca dejaría ese factor a su favor.
-¡Estamos listos para ir al Infierno o para volar hasta los mismísimos aposentos de Dios!- me encomendé a Dios mientras me preparaba para lo que sería posiblemente mi destrucción.
La noche se empezaba a cernir sobre la ciudad y todos mis sentidos despertaban de golpe. Llevaba semanas experimentando con prototipos de tónicos estimulantes y mi cuerpo se sentía extrañamente fuerte y rápido. Pero las dosis que había ido tomando eran mínimas. Tenía en mi mano el único tónico completo que había podido fabricar. Muchos de los compuestos eran drogas, setas estimulantes y un poco de opio, una droga de Oriente. Los sentidos despertaban de una forma alucinante durante un periodo de tiempo y luego te agotaban por completo y tenías que reposar, normalmente con alucinaciones y delirios. Pero por eso esos tónicos solo eran usados por la rama más fanática y extremista de los cazadores: La Orden de la Plata Antigua.
Justo pensé en eso mismo....la misiva que había mandado había sido demasiado agresiva quizás... querría haber mandado un mensaje más socarrón y usar mi labia para que acudiera si o si. Pero las circunstancias llenando mi cuerpo y mente de ira y sed de venganza hicieron que mi carta fuera más agresiva de lo que habría querido. Así que allí estaba, esperando a que el "héroe" se presentase a vencer al "villano" o que este fuera otro final distinto. Lo más importante era el cielo nocturno....no había luna, por muy loco que estuviera nunca dejaría ese factor a su favor.
-¡Estamos listos para ir al Infierno o para volar hasta los mismísimos aposentos de Dios!- me encomendé a Dios mientras me preparaba para lo que sería posiblemente mi destrucción.
Erickson Sky- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 03/05/2015
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Re: "Entre perros y cazadores anda el asunto" (Eduardo Hernández, +18, violento)
Plata volaba sobre la calle como si fuera un caballo del apocalipsis. La elección de su montura no había sido tomada a la ligera. El joven equino pertenecía a un largo linaje de caballos de guerra, siendo uno de sus antepasados el caballo con el que sirvió Eduardo en la caballería ligera. La gente lo miraba con cara de asombro, y alguno que otro le soltaba un insulto de vez en cuando. Era lo normal debido a su galope endiablado, aunque eso ahora era el menor de sus problemas. Tenía que llegar cuanto antes al lugar señalado. Ese tipo no parecía en sus cabales cuando escribió la carta.
Minutos más tarde el lobo por fin llegó al sitio referido en la carta. La escena que contemplaba no podía ser más dantesca. Cuando cruzó por delante de una casa, con su montura al trote, pudo ver a dos niños masacrados en la entrada. Y en cuanto giró en la siguiente calle vio a otras dos personas asesinadas. Ambos con disparos de gran calibre a bocajarro.
- Maldito hijo de puta. Se notaba la locura en su letra pero es mucho más grave de lo que creía-, comentó poniendo el caballo al paso. Desde más cerca pudo ver los rostros desencajados de la victimas frutos del terror. - No pensaba que llegaría tan lejos.
Un sonido llamó la atención del lobo. Ya había oído esa voz antes. Era ese mal nacido gritando estupideces al cielo. Pudo ver su figura recortada contra el cielo a duras penas. Aún quedaba un poco de luz pero pronto la noche sería de las más oscuras posibles. Dio la vuelta a Plata dirigiéndolo en la dirección que había venido antes de desmontar. Luego lo azuzó para que se marchara. Sabría volver a casa solo. Era un animal inteligente y entrenado. Era mejor que se fuera pues ya no lo necesitaba; y ese cazador estaba tan loco como para matar también a su montura.
Ahora solo quedaba una cosa por hacer. El lobo subió todo lo rápido que pudo los escalones del edificio, llevado por la ira de los acontecimientos recientes. El golpe de la puerta del tejado contra la pared alertaría al cazador de su llegada. No quería que muriera rápidamente y sin darse cuenta. Iba a partirlo por la mitad mirándole directamente a los ojos. Saboreando cada punzada de dolor de ese malnacido.
-¡Sky! - gritó alargando su nombre. - Hoy uno de los dos dormirá con Hades-, dijo cuando ya se había percatado de su presencia.
Minutos más tarde el lobo por fin llegó al sitio referido en la carta. La escena que contemplaba no podía ser más dantesca. Cuando cruzó por delante de una casa, con su montura al trote, pudo ver a dos niños masacrados en la entrada. Y en cuanto giró en la siguiente calle vio a otras dos personas asesinadas. Ambos con disparos de gran calibre a bocajarro.
- Maldito hijo de puta. Se notaba la locura en su letra pero es mucho más grave de lo que creía-, comentó poniendo el caballo al paso. Desde más cerca pudo ver los rostros desencajados de la victimas frutos del terror. - No pensaba que llegaría tan lejos.
Un sonido llamó la atención del lobo. Ya había oído esa voz antes. Era ese mal nacido gritando estupideces al cielo. Pudo ver su figura recortada contra el cielo a duras penas. Aún quedaba un poco de luz pero pronto la noche sería de las más oscuras posibles. Dio la vuelta a Plata dirigiéndolo en la dirección que había venido antes de desmontar. Luego lo azuzó para que se marchara. Sabría volver a casa solo. Era un animal inteligente y entrenado. Era mejor que se fuera pues ya no lo necesitaba; y ese cazador estaba tan loco como para matar también a su montura.
Ahora solo quedaba una cosa por hacer. El lobo subió todo lo rápido que pudo los escalones del edificio, llevado por la ira de los acontecimientos recientes. El golpe de la puerta del tejado contra la pared alertaría al cazador de su llegada. No quería que muriera rápidamente y sin darse cuenta. Iba a partirlo por la mitad mirándole directamente a los ojos. Saboreando cada punzada de dolor de ese malnacido.
-¡Sky! - gritó alargando su nombre. - Hoy uno de los dos dormirá con Hades-, dijo cuando ya se había percatado de su presencia.
Eduardo Hernández- Licántropo Clase Alta
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