Eduardo Hernández Santana

por **Eduardo Hernández** Jue Abr 23, 2015 6:44 pm

DATOS BÁSICOS

▲NOMBRE DEL PERSONAJE▲

Eduardo Hernández Santana.

▲EDAD▲

60 años reales, 30 aparentes.

▲ESPECIE▲

Licántropo.

▲FACCIÓN A LA QUE PERTENECE▲

No pertenece a la Inquisición.

▲TIPO, CLASE SOCIAL O CARGO▲

Clase alta. Diplomático de la Embajada Española.

▲ORIENTACIÓN SEXUAL▲

Heterosexual.

▲LUGAR DE ORIGEN▲

Las Palmas de G.C. España.

▲HABILIDADES/PODERES▲

HABILIDADES Y ATRIBUTOS INNATOS
Habilidades: Sigilo, sentidos aumentados, buenos reflejos, agilidad, flexibilidad, velocidad y fuerza sobrehumana.
Atributos: Garras afiladas, dentadura afiliada, rasgos lobunos (en su forma transformada) y longevidad.

PODERES INNATOS
Transformación / Sanación acelerada / Percepción del aura

PODERES A ELEGIR
Fortaleza / Bloqueo mental / Ojo superior.

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

Eduardo es un hombre simpático pero reservado. Pese a ello no tiene problemas para confiar en los demás aunque al principio se guarda mucho de sí mimo. En parte, acostumbrarse a ocultar el secreto de su licantropía y su edad es lo que le ha hecho ser reservado y discreto. De carácter tenaz y sarcástico. Tantos años vividos le ha dado mucha experiencia y por ello es un hombre comedido en sus decisiones generalmente. Su servicio en el pasado como oficial del ejército es lo que le ha vuelto más duro. Si bien, aún con todo ello sigue siendo un caballero de sentimientos fuertes. No tiene una actitud snob pues, aunque es de clase alta, creció bajo la mofa de otros de su clase con mayor estatus. Para ocultar su gran secreto son pocos los que realmente lo conocen y eso le envuelve en un halo de misterio.

HISTORIA

Eduardo nació en Las Palmas de Gran Canaria hace ya 60 años. Cualquiera lo diría viendo su aspecto de treintañero. Nació en el seno de una familia de clase alta pero con un estatus muy cercano al de clase media. Cosa que sus vecinos de alta alcurnia no olvidaban mencionar en ningún momento cuando su familia estaba presente en las fiestas. Todo era porque su padre, aunque provenía de una familia de gran renombre en Las Palmas, se casó con una muchacha que no era de su condición. Había decidido desoír las órdenes de su familia y casarse con la mujer que amaba pese a que esta no era una joven de clase alta y, por tanto, le bajaría su clase social.

Fueron tiempos complicados para los padres de Eduardo. Fueron relegados a un segundo plano no solo por la sociedad contemporánea sino también por su propia familia. Al menos por la familia de Carlos, su padre. Pero un hijo es un hijo al fin y a la postre y sus abuelos terminaron perdonando a su padre. Al fin y al cabo lo hecho hecho estaba y ya no se podía cambiar. Continuar aislando y vetando a su hijo solo conseguiría que perdiera aún más categoría.

Parecía que todo mejoraba y que la vida sonreía por fin a sus padres. Aunque ellos incluso en los momentos malos siempre fueron felices. Fueron años buenos hasta que nació él. Eduardo apareció en el mundo y a Ana se le apagó su dulce vela. Su padre nunca lo culpó de nada. Lo crió como lo más preciado de este mundo aunque el joven Eduardo siempre se sintió culpable de la muerte de su madre. En el fondo de su ser sabía que no había tenido la culpa pero no podía dejar de sentir algo de culpabilidad. Se crió con el deseo de haber podido conocer a la mujer de las pinturas pese a que su padre le contaba siempre historias de ella, y casi era como si la hubiera conocido.

Siendo un niño, y hasta su juventud, también iba mucho con su padre a sus naves comerciales. Era dueño, junto al tío Jorge, de una empresa comercial que traía cacao, azúcar y tabaco habano a canarias y península desde las Américas. También llevaban vino, aceites, tejidos y demás productos manufacturados desde la península hasta América y Canarias. Y por supuesto exportaban papas, trigo y maíz desde el propio archipiélago al resto del mundo. Los negocios fueron bien y esto hizo a nuestra familia entre las más ricas de la isla y probablemente de España.

Su juventud la pasó lejos de su padre. A parte de echarle de menos no le agradaba la idea de dejarle solo. Siempre se habían sostenido el uno al otro. Pero le gustaba la lectura y le picó la curiosidad de aprender idiomas. Así que su pronta juventud la pasó en la Universidad de Salamanca. Salvo por la ausencia de su padre fueron experiencias vigorizantes. Aprendió mucho de culturas extranjeras, aunque siendo de una ciudad de paso a América ya conocía bastante, y conoció a su primer amor. Eva Marceau. Eva era una joven hispanofrancesa que estaba en la ciudad por los negocios de su padre. Su idilio fue maravillo pero desgraciadamente corto.

Estalló la guerra que es ese juego del que el hombre no se termina de aburrir. Era joven y debía servir pese a la riqueza de su familia, que era muy rica pero no tenía nobleza. De todos modos, por aquel entonces, al joven Eduardo no le importaba ir al frente y su posición y educación le valió al menos ir de suboficial. Los años en el frente fueron duros y algo que nadie desearía para nadie, pero el joven demostró su valía en suficientes ocasiones como para conseguir el grado de capitán.

Y una noche ocurrió algo que le marcaría de por vida. En la refriega se había quedado aislado de su regimiento y antes de que pudiera darse cuenta una bestia parecida a un lobo le había atacado. En ese momento Eduardo no sabría ni siquiera explicar cómo había conseguido sobrevivir a la bestia pese a la mordida que le había ocasionado. Dado lo paranormal del suceso el joven nunca comentó a sus hombres lo ocurrido y por suerte la guerra acabó unas semanas después.

El día que sobrevivió no lo supo pero su primera luna llena pudo comprobar que aquella bestia le había dejado un mal en él. Eso sin contar la aparente fortaleza adquirida y su visión tan buena en la noche más oscura. Lo de esos poderes, por llamarlo de algún modo, era algo genial pero lo de esa pérdida de conciencia en luna llena no. Más cuando los criados le habían explicado en lo que se había convertido. Por suerte eran muy leales a él y nunca comentaron a nadie lo sucedido. La única persona en la que confiaba lo suficiente como para informarla del problema era su padre. Desde entonces se documentaron sobre los motivos de su afección. Buscando en los más oscuros lugares el secreto del por qué. Y tanto estudio tuvo sus frutos en al menos concretar que era. Un licántropo.

Eva fue la otra persona con la que tuvo la confianza y el valor necesario para contárselo. Al principio Eva tuvo miedo pero no tardó en superarlo. Desgraciadamente su nueva condición le hacía envejecer mucho más lento que un humano corriente y Eduardo dejó marchar a Eva para que se casara con quien quisiera. Decidieron mantener el contacto como simples amigos y poco a poco Eduardo tuvo que evitar dejarse ver con conocidos del pasado para que no se extrañaran al verle “eternamente” joven.

Con la muerte de su padre por el implacable tiempo decidió trabajar una temporada con su tío para luego dejar el negocio familiar en sus manos. Era mejor partir. No era bueno estar mucho tiempo en la misma ciudad para que no sospecharan de él. Posteriormente su tío relegaría su parte del negocio en sus primos aunque Eduardo mantenía la que le pertenecía a su padre. Su primos se encargaron de la empresa desde entonces y le mandaban por correo su parte de los beneficios. Suponía que sus primos pensarían que era un anciano como ellos cuando le escribían. De todos modos aprovechó sus viajes para aumentar la cuota de mercado de su empresa, y así por lo menos hacer algo por sus primos en la distancia y no dejarles solos con el trabajo del negocio.

Años más tarde le llegaría una carta anunciándole la muerte de la propia Eva. Además de la pena por la muerte de una amiga sintió pena por el destino que le había arrebatado pasar una vida plena junto a ella. Sin contar que con ella perdía al último confidente que le quedaba. Al menos su amiga había sido feliz en vida.

Hacía tiempo que Eva vivía en París así que decidió que iría a visitar su tumba cuando pudiera. Lo que nunca esperó es que la oportunidad para ir llegara tan temprano. Era un hombre rico y evidentemente podía ir a París en cuanto solucionara sus asuntos en Madrid, que era donde estaba residiendo actualmente. No obstante, le había llegado otra carta pidiéndole ser parte de la embajada española en París. Como militar condecorado y por estar presente en las negociaciones de paz de final del siglo pasado lo habían considerado apto. Evidentemente que hablara francés e inglés le ayudaba a que le hubieran elegido para el cargo. Puede que simplemente alguien lo quisiera fuera del país, quien sabe. No importaba el porqué lo hubieran considerado para el puesto. Parecía algo fruto del destino. Necesitaba ir a París y ahora tenía que ir si aceptaba el cargo.

París era una ciudad tan buena como otra para ocultarse una temporada.

DATOS EXTRA

- Además de su idioma natal habla inglés y francés.

- Le gusta la música y la lectura. También disfruta de las bebidas alcohólicas aunque bebe moderadamente.

- Disfruta tanto de la soledad como de la compañía. Cree que hay tiempo para ambas cosas y una persona necesita su espacio.

- Cuando era niño su padre no solo le contaba cuentos para dormir sino que también le hablaba de su madre. Eran sus historias favoritas.

- Le apodan el Lobo aunque no tiene que ver con su condición de licántropo. Fueron sus hombres cuando era capitán quienes lo apodaron así por sus dotes de mando.

- Actualmente solo sus sirvientes saben que es un licántropo. Para él sus sirvientes son como parte de su familia pues ellos han cuidado de que no se supiera su condición. Además ellos son los que le amarran en luna llena y sueltan después.

- Algunos de los miembros de su servidumbre llevan con él desde que son niños, ya fuera por ser hijos de anteriores sirvientes o por ser recogidos en orfanatos. Ahora esos chicos parecen tener la misma edad que él en apariencia.

- Ha aprendido mucho de su condición preguntando en lugares de dudosa reputación. No tiene miedo, por tanto, a enfangarse con tal de encontrar una solución a su problema.

- Sus primos se llaman Alberto y María. Siguen con el negocio familiar en Las Palmas de Gran Canaria. Tiene dos sobrinos por cada primo. Joaquín y Lucía de Alberto, y Juan y Roberto de María. Solo los conoce de cuando eran niños y aún vivía con su padre antes de morir. Ahora deben tener la misma edad que él aparenta y por eso ya no los ha vuelto a ver aunque se sigue escribiendo con su familia.

por **Doreen Jussieu** Vie Abr 24, 2015 10:53 am

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