Skip to a little [Govinda]

El ser humano que era ese gato blanco que robaba pastelillos en alguna ventana o que se paseaba de casa en casa sin descaro se llamaba ‘Jim’, un humano tímido, que siempre que salía debía hacerlo de la misma forma, como gato. Solo cuando iba al bosque podía estar como un tigre y correr como si su salud no importara, era más fácil relacionarse con la naturaleza que con el molesto barullo de las clases sociales, casi nadie le conocía lo que era bueno porque siempre pasaban la vida criticando su aspecto delgado y enfermizo aunque estaba de lo más sano. Esa noche como muchas solo dijo a sus sirvientes que saldría para despejar su mente de tantos estudios que tenía, estaba harto de las clases de piano, de modales, que si las finanza con su familia.

Apenas se alejó de aquella zona residencial, se escondió en un callejón donde solía dejar su ropa, para tomar la forma del minino blanco, se preparo para trepar con gracia en los edificios, caminaba elegantemente viendo el cielo, lo horrible que era parís, lleno de pobreza, de gente pomposa, de modales y buena fama que en realidad era solo una mascara para disfrazar y atraer. Jim por suerte no se relacionaba en esos círculos, bueno quizás en el lado ‘salvaje y misterioso de aquella ciudad’, entonces se quedo absorto como un gato que ve la luna e imagina que es una gran bola de estambre, apenas maulló como diciendo algo, se limpio las patitas.

Sin embargo un ruido le hizo salir de calma, unos gatos callejeros estaban peleándose y corrían sobre los tejados, al parecer perseguían a una hembra en celo, Jim intento hacerse a un lado, pero una teja falsa le hizo caer a una velocidad intensa, hasta caer de panza al suelo, ensuciándose con una de las charcas que se hacían ahí, su color blanco ahora quedaba con unas manchas cafés, intento pararse del dolor de haber caído a esa altura pero un par de perros cerca de aquella calle lograron verle, débil y moribundo se acercaron gruñendo con esos amontonados dientes, el minino tenía una pata herida. Apenas pudo correr con agilidad, pero lo estaban alcanzando intento subirse a unas rejas que estaban por ahí, pero su pata delantera no se lo permitía, estaba sangrando y cuando menos lo espero, uno de ellos le tomo por la cola, jalándole más tirando con esos feos dientes, sentía que iba a morir, sentía como le desgarraban la carne.

El otro perro intentaba también bajarlo de donde se aferraba con todo y garras, pero era más enano así que no le alcanzaba, al final decidió transformarse apenas en humano, hubiese deseado estar en la forma de tigre o león pero estaba débil con las patas casi destrozadas, así que los perros al verlo así se asustaron, volvió a tomar su forma de minino y por fin pudo subir, recorrió un largo camino entre tejados, hasta que su visión por la perdida de sangre le hizo caer nuevamente al intentar saltar de una casa a otra, había quedado inconsciente maullando bajito sobre la calle, esperando quizás la muerte.

El minino estaba hecho trizas, así se sentía, incluso no tenía la fuerza para volver a ser el humano débil, su condición como animal lo había afectado, ¡Pero vaya ocurrencias!, lo agarraron solo por ser espectador, ¡Gatos idiotas! Se dijo para sus adentros, finalmente animales, sintió pasos, pasos que más bien parecían pequeñas ráfagas de viento, como si algo tenebroso se acercará, su pequeño y peludo cuerpo se estremeció de sobremanera, aquello le hizo sentirse en peligro, quiso levantarse, pero solo se quedó en un deseo inútil de avanzar, no había nada que pudiera hacer mientras tanto, las habilidades que tenía de nada le servían puesto que ahora corría un peligro mayor ¿Un perro?, ¿Un León? ¿Una rata gigante?, no, no, ninguno de esos olores le eran familiares, ¿Un león? Había escuchado de ‘licántropos’ seres disque misteriosos para no decir más, pero eso era demasiado inquietante para su curiosidad.

Era como si una tormenta de sangre se avecinara, a eso olía, un olor metálico lleno de agonía, estaba seguro que no venía de su cuerpo y entonces ¡Frío!, el intenso frío y unas manos delgadas, era como haber sido atrapado entre una bola de nieve, quiso huir, sentía su pelaje esponjarse, pero inútilmente, pues apenas podía maullar con tranquilidad, pero algo, un poco de tela cubrió su cuerpo, eso se sentía demasiado bien, el roce de la tela, donde fuera que lo llevarán rezaba porque no fuera a un matadero, por diversión o para brujería, ni con los perros, no, solo quería ir a un lugar cálido, donde sus heridas pudiesen ser sanadas, cerró los ojos, como si estuviera muerto, pero aun sentía el movimiento de aquellas heladas manos ¿Quién sería?, era una especie de ¿diosa deli invierno?, imposible, su curiosidad hacía que divagara en un mar de preguntas, que para su mala suerte tendrían quizás respuestas en unas horas, al amanecer quizás, no lo sabía.

{Lamento mucho mi demora, saludos.}