La Mágia de los Muertos [Kaleth]

El trayecto al cementerio fue largo, pero me lo pasé de miedo explicando los pocos casos que había tenido como aprendiz y practicante antes de sacarme el título por completo y anécdotas de mi infancia y adolescencia. Evidentemente le explicaba cosas que no me importaba contarle a nadie. Lo demás lo reservaba para las personas que hubieran adquirido la suficiente confianza para mí como para desvelarles mis secretos. Aún así la conversación era satisfactoria y Calypso hablaba y respondía en los momentos oportunos para seguir con esa maravillosa conversación activa y emocionante. La verdad es que no hablabámos mucho de ella, pero no me importaba. Aunque fuera muy curioso, en esos momentos sabía que no era el mejor momento ni el mejor lugar para hablar de ella y menos de cosas relacionadas con la brujería.

Tenía intención de aprender de ella tanto como aprendí en la facultad y acabar por ser un gran mago, pues al fin y al cabo, eso estaba en mis génes y estaba orgulloso de ellos. A pesar de no haberle dedicado mucho tiempo por estudiar y asegurarme un futuro dentro de la socidedad actual, me encantaba mi naturaleza y tenía intención de usar mis habilidades, si podía ser para ayudar a los demás, ese era mi objetivo desde mi adolescencia y no dudaría en cumplirlo, en hacer todo lo posible para que así fuera.

Cuando llegamos al cementerio ya era mediodia, aunque el sol no picaba mucho, se estaba bien. Al menos todo lo bien que se podía estar en el interior de un cementerio donde abundaba la tristeza, la muerte y la melancolía. Sin embargo, era en cierto modo emocionante, pues se trataba de entrar a un cementerio para practicar brujería y posiblemente para hablar con muertos. ¡Hablar con muertos! Eso es algo que no todo el mundo podía hacer, era escalofriante, pero interesante y curiosamente aterrador. Me quedé en la puerta un instante pensando en que pasaría una vez entrara, pero me dije a mi mismo que valía la pena y que vería y aprendería cosas que casi nadie podía experimentar. —No, al contrario, me provocan respeto, pero una gran curiosidad y emoción —le contesté—, pero estoy listo para lo que sea que vayamo a hacer aquí —terminé diciendo.

Finalmente me interné después de ella y la seguí hasta lo que parecía el centro del cementerio. —¿Es aquí? —pregunté—. ¿Conoces a este individuo de la tumba o hay alguna razón para estar en el centro mismo del cementerio? —pregunté curioso.

Estabamos frente a una diminuta colina, estábamos en el centro mismo del cementerio, pero no sentía nada, o eso me parecía. Me enoncontraba como siempre, aunque un poco... incómodo. De hecho iba pidiendo perdón cada vez que pisaba una tumba y ponía excusas como: Disculpa, es estrictamente necesario llegar hasta allí. Cuando me fijé en la lápida no parecía que fuera la de un cadáver reciente, pues la fecha indicaba todo lo contrario. Cuando hube levantado la vista, Calypso se había sentado y me había indicado que hiciera lo mismo.

Sin rechistar me senté, aunque antes de tocar con los gluteos el frío suelo de tierra, me lo pensé unos instantes ante la respuesta de Calypso que hacía referencia a la indiferencia del muerto en cuanto a sentarme encima de él. Bueno, encima, lo que se decía encima del muerto literalmente, no. Más bien sobre la tierra que cubría su cuerpo algunos metros por debajo. —Es posible. hace años que no utilizo mis poderes. Pero seguro que cogeré fuerzas conforme vaya practicando —le contesté sonriendo.

—¿Qué llevas en esa bolsa? —pregunté. Aunque pronto vi una de ellas, era una ouija, era bastante grande, al menos más grande de las que había visto en las tiendas. Pero según parecía había un problema, le faltaba una pieza. Me fijé mejor en la tabla con letras dibujadas de una forma que se aproximaba a un triangulo. Pronto me di cuenta de lo que faltaba, la pieza en la cual se colocaba la mano, lo que supongo que servía para indicar las letras y que era movida por los espiritus. Una forma de comunicarse bastante fácil. Justo en ese momento Calypso lanzó un agudo silbido con la técnica de los dedos, algo que jamás me había salido. Yo con fruncir los labios tenía suficiente, aunque evidentemente no sonaba tan fuerte como la técnica que Calypso estaba utilizando. A pesar de estar completamente solitarios y aislados, al cabo de unos segundos acudió un pájaro, que si mis dotes identificativas no me engañaban, estaba seguro de que se trataba de un cuervo. No me esperaba que llegara nada desde el cielo, así que al pasar por encima de mi cabeza me pilló por sorpresa, lo que provocó que instintivamente agachara la cabeza y me la cubirera con las manos. —No me he asustado, simplemente ha sido un acto reflejo —le contesté mirando al pajarráco—. Por cierto, bonita mascota. A mi me gustaría tener otro tipo de pájaro mensajero. Verdaderamente sería una mascota muy útil y que ocupa poco. —Aunque la comida ya era otra cosa, pues costaba cierto número de francos que podías ahorrar para otras cosas más importantes. Sin embargo, era posible que mi mascota se buscara la comida sola y no tuviera que alimentarla, aunque eso me haría sentir mal, pues me serviría sin recibir nada a cambio y no la ayudaba a algo tan neceario como alimentarse y beber.

En fin dejando a parte el tema de las mascotas, Hermes, se fue volando para buscar el objeto necesario para poder utilizar la ouija y redireccioné mi mirada hacia Calypso prestándole atención a lo que decía. —Bueno, la verdad es que no sé hacer mucho, pero sí que sé hacer una sencilla poción que me enseñó mi madre que le hace hablar sinceramente al que la bebe. Las pocas veces que la he utilizado la he camuflado con las lentejas o alguna bebida, pues apenas poseé sabor y no estropea los sabores de las comidas ni nada por el estilo. Es bastante discreta y realmente una buena poción que me sirve de mucho para mi trabajo. Eso en cuanto a cocina —le comenté visualizando la poción en mi mente—. Por otro lado, conozco un hechizo para aumentar el espacio de las cosas y que aparentemente continuen con el tamaño de siempre, por eso llevo tantas cosas en la maleta —informé a Calypso sonriendo y asintiendo—. Pero hay otra cosa más que se hacer —alcé la mano por encima de la ouija y ésta se transformó en una roca, o al menos eso parecía, pues era parte de mi poder de ilusión—. ¿Qué te parece?

Miré a Calypso cuando ésta decidio reirse de mi reacción antes es endemoniado Cuervo. Después con la misma sonrisa en la cara, me dijo que cogiera el objeto que Hermes llevaba en su pico. Yo la miré con incredulidad hasta que me di cuenta de que estaba hablando en serio. Al principio me mostré algo reacio a colaborar, pero evidentemente ella no estaba dispuesta a esperar a que se hiciera media noche, así que me instó a coger ese objeto triangular metiéndome prisa. Evidentemente, le hice caso, cogí el aquella cosa de su pico en un movimiento rápido, pues temía que el pájaro me picoteara la mano. —Aquí tienes. —Se la extendí a Calypso. Aquel pollo con plumas negras no me había atacado para nada. Después de recoger el pedido, se largó volando por donde había venido.

Ahora, aliviado por la ausencia de ese peligroso ladrón de joyas preciosas y brillantes, observé que mi compañera de visita a los muertos sacaba otra cosa de su bolsa. Yo prestaba atención curioso e intentaba ver de que se trataba. Cuando me di cuenta de que se trataba de un frasco con un líquido transparente como el agua, supuse que no se trataba de agua común. —¿Que es eso? —pregunté antes de que ella pudiera responder. Ella de buena gana me lo explicó, pero yo seguí mirándola a la espera de más información con una cara de: "¿Qué es exactamente lo que has dicho que es eso?". Calypso pareció leer mi expresión y se dio cuenta de que no había entendido nada, o más bien, lo había entendido, pero no sabía que quería decir con "neutra". Enseguida comenzó a explicarse de nuevo. —Ya... para absorber esencias. ¿Pero esencias de cualquier cosa o se limita a la esencia humana o incluso no-humana? —Sí, de acuerdo, se trataba de una poción recolectora de esencias, pero ¿qué tipo de esencias? Y lo más importante, ¿qué quería decir con si la usas bien?

Antes de responder sacó otra botella, algo más grande que la anterior de la bolsa, con otro líquido transparente pero algo... turbio. Entonces destapó la botella y metió el dedo en aquel extraño líquido y lo removió. De repente se tornó de color negro. Me adelanté otra vez, pero no acabé la pregunta porque ella ya me lo estaba diciendo. Yo escuché intentando comprenderlo, y por esa misma razón tuve que preguntar de nuevo. —¿Si la usas bien, cómo si la usas bien? Y si absorbe almas ¿cómo es que no ha absorbido tu alma? Al meter el dedo tendría que haber succionado tu alma ¿no? —Estaba intentando entender el proceso y el funcionamiento de cada poción—. Y otra cosa más, recoge almas, las absorbe, pero ¿almas de vivos y de muertos o únicamente de vivos o de muertos? No acabo de entenderlo, me harías un favor si te explicaras mejor —le comenté. De pronto Calypso se dirigió a mi y yo no puede resistir en hacerle otra pregunta. —¿Empezar, empezar a qué? Yo... bueno, yo, sí, claro, no me importa hablar... porque hablar no hace ningún mal, ¿no? Es evidente, así que sí, supongo que sí, tengo ganas —le dije intentando justificarme a mi mismo que no había problema en hablar con un muerto, a pesar de que fuera algo... que nunca había hecho.