AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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A new begining, no just the end // Ficha de Gazel S. Umbrimber
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A new begining, no just the end // Ficha de Gazel S. Umbrimber
Gazel S. Umbrimber
"A new begining, no just the end"
24 años aparentes, 1100 años reales |Bizantino (turco, ascendencia italiana y griega) | Heterosexual | Clase Alta | Vampiro
Descripción física Gazel, como vampiro que es, mantiene un aspecto físico perfecto y envidiable, que podía ser calificado como un dios. Con veinticuatro años aparentes, el vampiro mide 189 centímetros y pesa 76,45 kilogramos. Lleva su cabello de colro castaño ligeramente desaliñado y largo, aunque normalmente viste un peinado formal, siempre acorde con la situación. Sus ojos son oscuros, su nariz es amplia pero poco prominente. Sus orejas son pequeñas y normalmente están escondidas entre su cabello. Su tez, como el ser que es, es pálida, y normalmente tiene una temperatura corporal bastante fría. Su torso está tonificado y fuerte, y sus extremidades son todo lo agiles que pueden ser siendo Gazel un vampiro. Normalmente, Gazel visté de una manera muy aristocrática. En las ocasiones sociales distinguidas su aspecto es impecable, pero en las ocasiones normales de apie viste con el pelo más desaliñado y unos pantalones sencillos. | Descripción psicológica Gazel es un vampiro que, aunque ha vivido muchísimo tiempo, sigue siendo como el chico de veinticinco años al que le dieron un giro a su vida. Mantiene un entusiasmo inpropio en los de su raza, y no le cuesta sonreir. Pero, aun así, es un vampiro, por lo que la sutileza es una característica natural. Es culto, diestro y bello, lo sabe y lo usa. Estos atributos el han servido para mezclarse como un aristócrata mas de la clase alta. Lo que mas le duele es recordar. Gazel posee un pasado turbio y oscuro, con sufrimiento. Demasiado. Elude las preguntas típicas que indaga en esos temas y vive como si nada de eso no hubiera pasado, porque es lo mas fácil. Aun asi, sabe que está ahí, y que no puede huir de el. Es como escapar de algo que siempre te alcanza. Gazel tiene unos principios inauditos en un vampiro. No mata para alimentarse, bebe sangre sin matar a su victima y después le borra la memoria con sus habilidades. A su parecer, los que hacen eso se convierten en lo que la gente piensan que son los vampiros. Tiene unos principios solidos y no incumple esas palabras. Una parte de el sigue siendo humano, y no quiere romperla, porque para él, perder esa parte, sería morir de la forma mas dolorosa, mas que la muerte física. Entrar en el corazón del vampiro es muy difícil. Ha sufrido, y no quiere vovler a sufrir. Al pertenecer a la aristocracia, sabe mentir, tener una mascara que poder quitarse cuando quiera. Bajo un halo de sensualidad, sutileza y cultura se esconde un ser sensible que lo único que ha necesitado ha sido alguien ha su lado, y que cuando lo ha tenido se lo han arrebatado. Para el un rollo de una noche no significa nada, pero amar a una persona es un sentimeinto mas pura, un sentimiento que no quiere volver a explorar. Una amistad sincera también es sumamente complicada, pero si aparece la persona, su corazón le obligara a revivir el pasado. Y lo único de lo que huye es del dolor. Gustos: La música clásica, la lluvia, la lectura, la interpretación, el vino blanco, la noche. Disgustos: Sus pasado, los vampiros que viven como monstruos, el sol, el vino rosado. Aficiones: Música (piano y violín), Lectura, Interpretación |
Historia
historia historia historia historia Constantinopla. Año 700 d.C.
Gazel nació en el seno de una familia de comerciantes italiana asentada en la Constantinopla de Bizancio. No era una familia muy adinerada, pero tenía unos ingresos solidos. Tenian una pequeña casa a las orillas del canal de Bósforo; y cada día llegaban cargamentos de especias, telas, vinos, delicidas y pequeños artefactos de lo que quedaba de la ciudad de Roma, que a duras penas resistía los ataques de los pueblos bárbaros. El muchacho se crió en una época de conflictos y guerras mundiales, en una ciudad codiciada por muchos. Pero eso no evitó que Gazel fuera a una escuela de alta categoría. Desde muy pequeño sintió una gran curiosidad acerca de la arquitectura de su época, y se especializó en este campo nada mas pudo. Pero a su familia llegó un nuevo ser, Laia. La economía de sus padres se vio resentida y tuvieron que trasladar a Gazel a una escuela de menor categoría, donde obviamente se vio muy limitado. A la tierna edad de catorce años ya estaba trabajando en el campo de la arquitectura, pero como un simple obrero. Su principal misión era cargar ladrillos, subir sacos e intentar no matarse mientras escalaba los frágiles andamios de las mas impresionantes construcciones de la época. Con el tiempo, y la caída de Roma, el negocio familiar se fue a pique, y tuvieron grandes problemas económicos. La salud de su madre empeoró y mantenerla sana resultó muy caro. Gazel dejó la construcción y se vio obligado a llevar a flote a su familia. Robó, estafó e hizo todo lo que hiciera falta para que su hermana y su padre tuvieran algo que llevarse a la boca y su madre medicinas suficientes como para mantenerse con vida unos meses mas. Cuando Gazel cumplió diecisiete años, su madre, después de enfermar aun mas, falleció, y la economía familiar seguía igual que siempre. La inseguridad en la ciudad aumentó con el posible intentó de conquista de los otomanos y los árabes y la Iglesia europea comenzó a tramitar las futuras cruzadas contra Jerusalén. Gazel decidió alistarse en el ejercito como medida de salvación para su familia. Sirvió en la infantería bizantina de primera línea defendiendo las fronteras contra los seguidores de Mahoma que, furiosos, reclamaban esa tierra como suya. Estuvo seis años guerreando, y cuando finalmente regresó a su ciudad natal, le recibió la muerte de su padre y su hermana. Estaba solo.
Kapadokia. Año 724 d.C.
Gazel, mareado, abrió los ojos. Se encontraba en una pequeña cueva, iluminada por varias oquedades que traían la luz de potente sol. A su lado, una mujer estaba, arrodillada, mirándole fijamente. Era el ser mas bello que había visto jamás. Poseía un pelo lacio y brillante, de color azabache, que formaba una larga coleta tras ella. Sus ojos era de un azul intenso, como el mar, y su mirada era perfecta. Iba vestida con una túnica negra que la cubría de la cabeza a los pies, y debía tener unos veinte años. Quiso ponerse en guardia, pero no podía resistirse a la belleza de esa mujer.
-No temas –dijo ella, con una voz melódica, casi artificial -. Estas a salvo. Dime, ¿no te acerdas de nada?
Tembloroso, negué con la cabeza. A mi cuerpo llegó una sensación nueva, malestar. Mi cabeza rugía y mis oídos pitaban, y parecía como si hubieran robado el calor de mi corazón.
-Es normal. Seguro que en unos días volveras a recordar. Empecemos por lo básico. Me llamo Beatriz, y te conocí Constantinopla. Intentabas suicidarte, te salvé y logré que recobraras el mundo. Y te convertí.
“¿Convertir?” pensé, extrañado. Intenté levantarme, pero no pude, me sentía débil. Ella hizo algo extraño, se llevó la muñeca la boca y se mordió. Despues de un sonido de rasgadura, ella me acercó su mano, ensagrentada, a la boca.
-Bebe –dijo, impertiva. De una forma automática, me acerqué a su muñeca y bebí. Su sabor amargo hizo que mi garganta crujiera y mi cerebro respondiera con una mueca de asco, pero después, fue como una bocanada de aire que me devolvió a la vida. Todos mis recuerdos volvieron a mí. Me encontraba en el tejado de un edificio, con una caída lo suficientemente alta como para matarme. Entonces la ví. Era preciosa, perfecta; parecía una estatua de marfil cincelada por los mas expertos escultores de la Grecia clásica. Y me dijo: “Estas cansado. Harto. Y crees que la muerte es la via mas rápida. Yo te daré una razón para vivir”. Como un autómata, obedecí, y mes recuerdos se tornaron en ese momento. Además, recordé que, momentos antes de morderme y sustraerme gran parte de un liquido vital, me dijo: “Mantengo mi promesa” .
Y volví a desmayarme.
Viena, Sacro Imperio Romano Germánico. 1234 d.C.
Ví a una humana, sola, a altas horas de la noche, caminando con velocidad, mientras sus pasos rehcinaban las aceras. Decidido, di un paso adeltante, pero un brazo me paró.
-No –dijo Beatriz, con una mirada serio -. No eres un monstruo, no le des al mundo razones para creerlo. Es muy joven, llamaría demasiado la atención, y en esta ciudad es muy difícil deshacerse de un cadavez.
-¿Y que hago? Me muero por la quemazón de mi propia garganta. Necesito sangre, ya.
-Vale, pero no la mates. ¿Estas preparado para borrarle los recuerdos?
-Sí, puedo hacerlo.
Se giró, y con un ademán de saludo se despidió, y desapareció como un silbido del viento. Yo, con un movimiento rápido, me abalancé contra la mujer, que, encandilada por mi belleza, ni reparó en que le estaba robando la vida.
-¿Ya estas de vuelta? –me recibió la voz melódica de Beatriz -. ¿Qué tal ha ido?
-Bien. No la he robado ni la tercera parte de su sangre, y no recuerda nada. Si la preguntan dirá que es una picadura inflamada, y procurará llevar pañuelo en el cuello siempre que pueda. Rápido y limpio, ningún testigo. Tu especialidad.
-Ya sabes lo que opino de estas cosas.
-Pero, cada vez que nos alimentamos menos, somos mas débiles. Nos buscan para matarnos, Beatriz, y debemos ser fuertes. Y por eso debemos alimentarnos mejor.
-No permitiré que seas un monstruo, Gazel. No permitiré que el mundo nos vea como lo que no somos -. Beatriz se dio media vuelta y se asomó por la ventana de aquel pequeño piso. – Algún día el mundo comprenderá que no somos demonios de leyenda, y nos tratará como iguales.
-Eso nunca ocurrirá, nos mataran en nombre de alguno de sus dioses, y se acabará todo. Por eso debemos ser lo mas fuertes posibles.
-¡Por dios, Gazel! Hablas como un asesino a sueldo. ¿Por qué debemos arrebetarle la vida a un inocente por alargar unos días mas la nuestra. No pienso convertirme en lo que creen que somos.
-¡Pues no haberme convertido!
Y como un rayo, saltó por la ventana y se perdió en la inmensidad de la noche. Estaba enfadado, por una mezcla entre falta de sangre y desacuerdo. Logré calmarme, y salí de un salto en busca de mi compañera. Me deslicé por los tejados de Viena como un rayo. Bajo mi mirada, las calles estaban vacias y desiertas, y la pobre iluminación de los faroles hacia miles de sombras grotescas a mi alrededor. “Somos una sombra mas” pensé “¿Por qué no lo comprende?”
La encontré en la azotea de la Catedral de Viena, a cientos de palmos sobre el suelo, admirando la luna. Me acerqué silencioso a ella y deslicé mis manos por su cabello.
-Vamos, perdóname, sabes que desvario cuando estoy sediento. No prentendía decir eso, nunca diría eso. Me has hecho feliz, has sido mi luz al final del túnel, y no quiero perder eso.
-¿Quieres saber por qué te transforme? Te encontré esa noche, y tu mente me dijo que estabas solo y que ibas a cometer una estupidez. En un principio ibas a ser mi primer plato de la noche, pero vi tu desesperación, tu pasado, y te acogí. Te dí una razón para vivir, a sabiendas de que lo mas posible es que te convirtieras en un monstruo. Pero, cambiaste, y yo cambié contigo.
La besé, y por primera vez noté que mi corazón sentía algo que había olvidado, amor. Todo mi pasado de desvaneció en ese instante, mientras ella y yo nos fundíamos en uno, en la noche.
Paris. 1712 d.C.
Me deslicé con una rapidez extraordinaria pro las calles de la ciudad de las luces, con el miedo en el cuerpo. Miré mi reloj. 5:47 a.m. Quedaba una hora escasa para que amaneciera, y habían atrapado a Beatriz. Decenas de cazadores se abalanzaron sobre ella, y en segundo tuve que persegurise la carreta en la que había sido apresada. “La van a quemar” pensé, mientas aceleraba mi ritmo. El don de sentir el peligro llevaba disparado en mi interior desde que se fue de nuestra casa en busca de alimento. Ella también había aprendido a manipular la memoria de sus victimas, por lo que ya no necesitábamos mi don para saciar neustra sed. Y la descubrieron. Según había oído, la quemarían al amanecer, en la plaza del pueblo. Se me acababa el tiempo, se me acababan las pistas y un error podía hacer que perdiera al ser que mas amaba en el mundo.
Llegué a los cuarteles de la guardia de la ciudad. Forcé la cerradura hasta que se abrió, y corrí por los oscuros y vacios pasillos. Un gritó rasgó el silencio, y encontré a Beatriz encadenanda en una celda.
-¡¿Qué haces aquí?! ¡Tienes que irte, te van a matar!
-Y a ti te van a hacer lo mismo. Vamos, te sacaré de aquí.
-No Gazel no lo entiendes. Si me escapó me buscaran, no nos dará tiempo a salir de la ciudad sin que la Iglesia se nos eché encima. Estan por todoas partes, y te mataran a ti también.
-Desbarias, vamos, dime donde esta la llave o echo la puerta abajo.
-Gazel, lo siento –cogió aire, y me miró fijamente-. Te ordeno que te vayas de aquí, que me olvides y te escondas hasta que se ponga el sol. Te lo ordeno.
Intente resistirme, pero no pude. Contra mí tenía a una vampira con siglos de practica, demasiados incluso para mí. Abandoné el lugar, me escondí y esperé a la noche para recoger sus cenizas y esparcirlas por el viento. Y desaparecí del mundo, literalmente
París, 1800 d.C. Época Victoriana
Gazel salió de su agujero, desde casi un siglo escondido, viviendo como un animal. Sufría, pero en su mente no encontraba un por qué. Aunque estuviera muerta, la orden de Beatriz seguía vigente, aunque se debilitaba cada vez mas. Cada día mas recuerdos salían a su mente, pero aunque sentía añoranza, cada vez le dolía menos. Saciaba su mente con miles de presas, hasta que un día, recordó su promesa. No mataría, no sería un mosntruo. En ese momento, Gazel decidió emerger de sus propias cenizas y volver a la sociedad. Con la riqueza de Beatriz, se compró una mansión a las afueras de la ciudad de París, consiguió un puesto como actor en un teatro de vampiros y se hizo un hueco en la aristocracia y, por supuesto, vivió según los dificles recuerdos que tenía.
Gazel nació en el seno de una familia de comerciantes italiana asentada en la Constantinopla de Bizancio. No era una familia muy adinerada, pero tenía unos ingresos solidos. Tenian una pequeña casa a las orillas del canal de Bósforo; y cada día llegaban cargamentos de especias, telas, vinos, delicidas y pequeños artefactos de lo que quedaba de la ciudad de Roma, que a duras penas resistía los ataques de los pueblos bárbaros. El muchacho se crió en una época de conflictos y guerras mundiales, en una ciudad codiciada por muchos. Pero eso no evitó que Gazel fuera a una escuela de alta categoría. Desde muy pequeño sintió una gran curiosidad acerca de la arquitectura de su época, y se especializó en este campo nada mas pudo. Pero a su familia llegó un nuevo ser, Laia. La economía de sus padres se vio resentida y tuvieron que trasladar a Gazel a una escuela de menor categoría, donde obviamente se vio muy limitado. A la tierna edad de catorce años ya estaba trabajando en el campo de la arquitectura, pero como un simple obrero. Su principal misión era cargar ladrillos, subir sacos e intentar no matarse mientras escalaba los frágiles andamios de las mas impresionantes construcciones de la época. Con el tiempo, y la caída de Roma, el negocio familiar se fue a pique, y tuvieron grandes problemas económicos. La salud de su madre empeoró y mantenerla sana resultó muy caro. Gazel dejó la construcción y se vio obligado a llevar a flote a su familia. Robó, estafó e hizo todo lo que hiciera falta para que su hermana y su padre tuvieran algo que llevarse a la boca y su madre medicinas suficientes como para mantenerse con vida unos meses mas. Cuando Gazel cumplió diecisiete años, su madre, después de enfermar aun mas, falleció, y la economía familiar seguía igual que siempre. La inseguridad en la ciudad aumentó con el posible intentó de conquista de los otomanos y los árabes y la Iglesia europea comenzó a tramitar las futuras cruzadas contra Jerusalén. Gazel decidió alistarse en el ejercito como medida de salvación para su familia. Sirvió en la infantería bizantina de primera línea defendiendo las fronteras contra los seguidores de Mahoma que, furiosos, reclamaban esa tierra como suya. Estuvo seis años guerreando, y cuando finalmente regresó a su ciudad natal, le recibió la muerte de su padre y su hermana. Estaba solo.
Kapadokia. Año 724 d.C.
Gazel, mareado, abrió los ojos. Se encontraba en una pequeña cueva, iluminada por varias oquedades que traían la luz de potente sol. A su lado, una mujer estaba, arrodillada, mirándole fijamente. Era el ser mas bello que había visto jamás. Poseía un pelo lacio y brillante, de color azabache, que formaba una larga coleta tras ella. Sus ojos era de un azul intenso, como el mar, y su mirada era perfecta. Iba vestida con una túnica negra que la cubría de la cabeza a los pies, y debía tener unos veinte años. Quiso ponerse en guardia, pero no podía resistirse a la belleza de esa mujer.
-No temas –dijo ella, con una voz melódica, casi artificial -. Estas a salvo. Dime, ¿no te acerdas de nada?
Tembloroso, negué con la cabeza. A mi cuerpo llegó una sensación nueva, malestar. Mi cabeza rugía y mis oídos pitaban, y parecía como si hubieran robado el calor de mi corazón.
-Es normal. Seguro que en unos días volveras a recordar. Empecemos por lo básico. Me llamo Beatriz, y te conocí Constantinopla. Intentabas suicidarte, te salvé y logré que recobraras el mundo. Y te convertí.
“¿Convertir?” pensé, extrañado. Intenté levantarme, pero no pude, me sentía débil. Ella hizo algo extraño, se llevó la muñeca la boca y se mordió. Despues de un sonido de rasgadura, ella me acercó su mano, ensagrentada, a la boca.
-Bebe –dijo, impertiva. De una forma automática, me acerqué a su muñeca y bebí. Su sabor amargo hizo que mi garganta crujiera y mi cerebro respondiera con una mueca de asco, pero después, fue como una bocanada de aire que me devolvió a la vida. Todos mis recuerdos volvieron a mí. Me encontraba en el tejado de un edificio, con una caída lo suficientemente alta como para matarme. Entonces la ví. Era preciosa, perfecta; parecía una estatua de marfil cincelada por los mas expertos escultores de la Grecia clásica. Y me dijo: “Estas cansado. Harto. Y crees que la muerte es la via mas rápida. Yo te daré una razón para vivir”. Como un autómata, obedecí, y mes recuerdos se tornaron en ese momento. Además, recordé que, momentos antes de morderme y sustraerme gran parte de un liquido vital, me dijo: “Mantengo mi promesa” .
Y volví a desmayarme.
Viena, Sacro Imperio Romano Germánico. 1234 d.C.
Ví a una humana, sola, a altas horas de la noche, caminando con velocidad, mientras sus pasos rehcinaban las aceras. Decidido, di un paso adeltante, pero un brazo me paró.
-No –dijo Beatriz, con una mirada serio -. No eres un monstruo, no le des al mundo razones para creerlo. Es muy joven, llamaría demasiado la atención, y en esta ciudad es muy difícil deshacerse de un cadavez.
-¿Y que hago? Me muero por la quemazón de mi propia garganta. Necesito sangre, ya.
-Vale, pero no la mates. ¿Estas preparado para borrarle los recuerdos?
-Sí, puedo hacerlo.
Se giró, y con un ademán de saludo se despidió, y desapareció como un silbido del viento. Yo, con un movimiento rápido, me abalancé contra la mujer, que, encandilada por mi belleza, ni reparó en que le estaba robando la vida.
-¿Ya estas de vuelta? –me recibió la voz melódica de Beatriz -. ¿Qué tal ha ido?
-Bien. No la he robado ni la tercera parte de su sangre, y no recuerda nada. Si la preguntan dirá que es una picadura inflamada, y procurará llevar pañuelo en el cuello siempre que pueda. Rápido y limpio, ningún testigo. Tu especialidad.
-Ya sabes lo que opino de estas cosas.
-Pero, cada vez que nos alimentamos menos, somos mas débiles. Nos buscan para matarnos, Beatriz, y debemos ser fuertes. Y por eso debemos alimentarnos mejor.
-No permitiré que seas un monstruo, Gazel. No permitiré que el mundo nos vea como lo que no somos -. Beatriz se dio media vuelta y se asomó por la ventana de aquel pequeño piso. – Algún día el mundo comprenderá que no somos demonios de leyenda, y nos tratará como iguales.
-Eso nunca ocurrirá, nos mataran en nombre de alguno de sus dioses, y se acabará todo. Por eso debemos ser lo mas fuertes posibles.
-¡Por dios, Gazel! Hablas como un asesino a sueldo. ¿Por qué debemos arrebetarle la vida a un inocente por alargar unos días mas la nuestra. No pienso convertirme en lo que creen que somos.
-¡Pues no haberme convertido!
Y como un rayo, saltó por la ventana y se perdió en la inmensidad de la noche. Estaba enfadado, por una mezcla entre falta de sangre y desacuerdo. Logré calmarme, y salí de un salto en busca de mi compañera. Me deslicé por los tejados de Viena como un rayo. Bajo mi mirada, las calles estaban vacias y desiertas, y la pobre iluminación de los faroles hacia miles de sombras grotescas a mi alrededor. “Somos una sombra mas” pensé “¿Por qué no lo comprende?”
La encontré en la azotea de la Catedral de Viena, a cientos de palmos sobre el suelo, admirando la luna. Me acerqué silencioso a ella y deslicé mis manos por su cabello.
-Vamos, perdóname, sabes que desvario cuando estoy sediento. No prentendía decir eso, nunca diría eso. Me has hecho feliz, has sido mi luz al final del túnel, y no quiero perder eso.
-¿Quieres saber por qué te transforme? Te encontré esa noche, y tu mente me dijo que estabas solo y que ibas a cometer una estupidez. En un principio ibas a ser mi primer plato de la noche, pero vi tu desesperación, tu pasado, y te acogí. Te dí una razón para vivir, a sabiendas de que lo mas posible es que te convirtieras en un monstruo. Pero, cambiaste, y yo cambié contigo.
La besé, y por primera vez noté que mi corazón sentía algo que había olvidado, amor. Todo mi pasado de desvaneció en ese instante, mientras ella y yo nos fundíamos en uno, en la noche.
Paris. 1712 d.C.
Me deslicé con una rapidez extraordinaria pro las calles de la ciudad de las luces, con el miedo en el cuerpo. Miré mi reloj. 5:47 a.m. Quedaba una hora escasa para que amaneciera, y habían atrapado a Beatriz. Decenas de cazadores se abalanzaron sobre ella, y en segundo tuve que persegurise la carreta en la que había sido apresada. “La van a quemar” pensé, mientas aceleraba mi ritmo. El don de sentir el peligro llevaba disparado en mi interior desde que se fue de nuestra casa en busca de alimento. Ella también había aprendido a manipular la memoria de sus victimas, por lo que ya no necesitábamos mi don para saciar neustra sed. Y la descubrieron. Según había oído, la quemarían al amanecer, en la plaza del pueblo. Se me acababa el tiempo, se me acababan las pistas y un error podía hacer que perdiera al ser que mas amaba en el mundo.
Llegué a los cuarteles de la guardia de la ciudad. Forcé la cerradura hasta que se abrió, y corrí por los oscuros y vacios pasillos. Un gritó rasgó el silencio, y encontré a Beatriz encadenanda en una celda.
-¡¿Qué haces aquí?! ¡Tienes que irte, te van a matar!
-Y a ti te van a hacer lo mismo. Vamos, te sacaré de aquí.
-No Gazel no lo entiendes. Si me escapó me buscaran, no nos dará tiempo a salir de la ciudad sin que la Iglesia se nos eché encima. Estan por todoas partes, y te mataran a ti también.
-Desbarias, vamos, dime donde esta la llave o echo la puerta abajo.
-Gazel, lo siento –cogió aire, y me miró fijamente-. Te ordeno que te vayas de aquí, que me olvides y te escondas hasta que se ponga el sol. Te lo ordeno.
Intente resistirme, pero no pude. Contra mí tenía a una vampira con siglos de practica, demasiados incluso para mí. Abandoné el lugar, me escondí y esperé a la noche para recoger sus cenizas y esparcirlas por el viento. Y desaparecí del mundo, literalmente
París, 1800 d.C. Época Victoriana
Gazel salió de su agujero, desde casi un siglo escondido, viviendo como un animal. Sufría, pero en su mente no encontraba un por qué. Aunque estuviera muerta, la orden de Beatriz seguía vigente, aunque se debilitaba cada vez mas. Cada día mas recuerdos salían a su mente, pero aunque sentía añoranza, cada vez le dolía menos. Saciaba su mente con miles de presas, hasta que un día, recordó su promesa. No mataría, no sería un mosntruo. En ese momento, Gazel decidió emerger de sus propias cenizas y volver a la sociedad. Con la riqueza de Beatriz, se compró una mansión a las afueras de la ciudad de París, consiguió un puesto como actor en un teatro de vampiros y se hizo un hueco en la aristocracia y, por supuesto, vivió según los dificles recuerdos que tenía.
Datos Extra
Habilidades
- Encandilamiento: Esta habilidad hace que cualquier persona se sienta atraída ya sea físicamente o de cualquier otra manera a la persona poseedora del poder.
- Sentido del peligro: Habilidad para percibir el peligro personal. Es una forma limitada de precognición.
- Manipulación de la memoria: Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales". Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.
- Encandilamiento: Esta habilidad hace que cualquier persona se sienta atraída ya sea físicamente o de cualquier otra manera a la persona poseedora del poder.
- Sentido del peligro: Habilidad para percibir el peligro personal. Es una forma limitada de precognición.
- Manipulación de la memoria: Concede la amnepatia y la recuperación mental, además ver los recuerdos de la gente y si se quiere proyectarlos en imágenes visibles para todos. También se puede aturdir a la gente mediante confusiones mentales dejándolos como "Enfermos mentales". Es muy difícil usar esta capacidad sin contacto ya que se requiere de mucha experiencia.
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Gazel S. Umbrimber- Vampiro Clase Alta
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Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: A new begining, no just the end // Ficha de Gazel S. Umbrimber
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