El color de la música

por Baby Doll* Sáb Sep 29, 2012 9:51 pm

Los perfumes reservados para ocasiones especiales, el mejor vino con sabor a cielo, los tentempiés más delicados, los rostros como joyas vivientes esperando brillar. Dispuesto y a punto para una fiesta exclusiva de algunos miembros de la nueva burguesía, el lugar resplandece excentricidad. Eso era al menos hace media hora antes de volver a la habitación y apresurarme a estar lista, como todo lo demás. Cuando la muñequita de porcelana termine de ataviarse con el corsé de rosa pálido y la falda a juego, de ponerse el maquillaje en el rostro perfectamente blanquecino, la extravagancia en el salón principal será el doble de impresionante.

Un collar ceñido al cuello de color blanco en mi garganta, un poco de agua perfumada en el cuello largo y la muñeca diestra, la zurda luego. La imagen que se refleja en el espejo ante mis ojos, resplandece. Un parpadeo y la vista busca los pasadores para sujetar el cabello lejos del rostro de dulce. Unas mechas rojas juegan a los lados, rebeldes. Se niegan a ser parte del resto y aún así lo son. Midnight toma de juguete los aretes de esta noche. El reverso de mi mano acaricia el largo de su nariz, su cabeza. Recorre el terciopelo blanco de su lomo. Responde un maullido. Ronronea. Saco el pastelillo con pasas y se lo pongo en el suelo. Salta de un brinco apresurándose a devorar el pan de dulce. Un poco de la fiesta para la gata. Apoyo los antebrazos en el tocador. Reviso cada detalle. Los ojos en el espejo no abandonan los míos, mis manos alcanzan los aretes y colocan uno y el otro. Sonrío pícara.

Me pongo de pie y termino de atar el corsé que se cierra por enfrente, haciendo un moño al listón blanco. Resalta en la tela rosasea, invita rebelde igual que mis cabellos fuera de sitio.

Gaspard, el director detrás del telón mandó a contratar un músico. Hay muchos en París más son pocos los que escogería en una ocasión con invitados tan distinguidos. Destacará probablemente como todo lo demás que decora la habitación con tanto cidado atendido.

Sonrisa aquí, sonrisa allá. Me corresponde resibirlo, indicarle el lugar donde el piano. El repiquetear de los zapatos me acompaña hasta la puerta. Dejo recargar mi espalda contra esta. Ladeo el rostro. Espero su llegada. La noche comienza, la música será su coro.

por **Mikelangelo Van Dort** Sáb Sep 29, 2012 10:32 pm

Llega el carruaje que Gaspard ha contratado para mi y subo llevando mi maletín de pautas...no sé como corresponderle el gran bien que me está haciendo al contratarme para una presentación...

Nervioso yo? pues claro que no! ...lo único que me pondrá nervioso es el encontrarme con gente desagradable de la burguesía, ya que los maldadosos son capaces de pasearse por cualquier lado sin ningún pudor...En fin, mi única manera de corresponderle al humilde Director Gaspard, es tocandóle a él y a su público mis mejores melodías...no sé lo que me espera, pero allá voy por mi música!

Ahora bien...mi humilde servidor me ha informado que no seré recibido solamente por él, que ha encargado a una persona, para que me guie en este camino...veremos que nos trae la marea...

Llego y va..Gaspard me saluda, estrechándome el brazo y dándome una palmada en la espalda...el siempre tan sinigual...me dirige hacia una mujer, vestida de un color particular..el rosado? no será mucho? me preguntaba yo..es un color bastante atractivo..y ella estaba alli parada, al parecer esperándome...será mi guia? una mujer?...vaya! esto me impresiona...pues me agradan mucho las mujeres que se prestan para este tipo de cosas musicales...excelente...

-Madame, -hace una reverencia, levanta la mirada y contempla con detención hacia los ojos de la mujer- me presento...mi nombre es Mikelangelo Van Dort, será usted la que me dirigirá a mi camino hacia el paraíso musical??...Por favor, dígame que sí -le besa la mano por cortesía-...y la primera canción que os tocaré esta noche será para usted...o me apresuro mucho?...disculpe mis impulsos, pero soy una persona bastante singular...por cierto, usted luce muy bien esta noche...-

por Baby Doll* Lun Oct 01, 2012 3:24 am

Con los ojos cerrados el ruido de los cascos de los caballos es lo primero que conozco del invitado. La voz de Gaspard, lo recibe primero. Sus pasos son contados en mi mente, calculados. Me aparto de la pared, giro sobre mis talones. La sonrisa dulce aparece en cuanto se abre la puerta. El músico frente a mis ojos. La memoria me trae su nombre antes que él lo pronuncie. Mikelangelo.

En respuesta otra reverencia, bajo la mirada. Sus ojos no me reconocen aún. Una fiesta hace semanas. Mi mente no sabe cuantas. La muñequita de porcelana llevaba cabellos rubios en vez de rojos como el sol del crepúsculo. La habilidad de sus manos en las caricias que prodiga al piano nos reune de nuevo. Más todo esto queda oculto entre mis risos. De reojo Gaspard da indicación última con la mirada, detrás del músico y desaparece en el salón prodigando otras semejantes.

-Baby Doll. Un placer que nos visite-

Sale de mis labios solo el nombre, ningún pensamiento anterior. Sostengo su mirada, el músico toma mi mano y yo se la cedo con gentileza. Rio.

-Sí.
Prometo concederle inspiración para que llevarle al Paraíso que anhela esta noche-

Muerdo mi labio inferior, conservo la sonrisa. Doy el paso que se interpone. Acaricio su mejilla apenas.

-Los impulsos son parte de este lugar,
crean fantasías y melodías nocturnas. ¡Tantos halagos a mi persona!
Lo menos que puedo hacer es... -

acaricio su cuello con la vista y giro adelantandome unos pasos

-guiarle a ese suyo paraíso en el piano. Después podemos visitar otros más-

por **Mikelangelo Van Dort** Jue Oct 04, 2012 12:16 pm

Mientras observaba y ponía mis partituras sobre el gran piano de la sala, una sensación extraña me venía al momento en que también pensaba en la muchacha que me acompañaba...se me hacía un tanto familiar su presencia, pero no podía recordar nada..la habré visto alguna vez antes que en esta ocasion?..pensamientos como ese me rondaban en la cabeza....

Me detuve a pensar en mi realidad, y ya había gente esperando mi presentación...abundaban mujeres solteras, que con abanicos y guantes escondían su rostro sensualmente, mirando mi presencia, la ropa que usaba, o mi desplante en el lugar...me observaban y me observaban como si fuese un extraño tipo de especie, pero solamente era yo mismo...

Me diirgí de nuevo hacia mi acompañante...y le pregunté:
-Querida, dime..que tanto te gusta la música?-

Ella me miró extrañada, tratando de hacerme entender que nuestra comunicación no estaba funcionando bien, y no me respondió más que con miradas...al parecer quería hacerme ver alguna cosa...será que ella también me recuerda desde un tiempo ahora lejano? Muchas preguntas inundaban nuestro lazo en ese momento...asi que como siempre, solo decidí utilizar mi música a mi favor...

-Querida ven, siéntate a mi lado- le dije cortésmente-

Ella se me acercó con presencia, y me observaba y me observaba, me acariciaba y jamás me quejo de esa muestra de aprecio hacia mi persona, estoy acostumbrado a que todas las mujeres hagan eso conmigo...
...Y bueno, sus ojos, sus ojos me traían algo..un recuerdo...al igual que, un olvido....

Comencé a tocar algunas notas, mis manos se elevaban como si se mandacen solas en el piano, mis canciones me las sabía...por eso no dudé en regalarle mis miradas a ella...ya se me había olvidado que estábamos en un lugar público...solo éramos ella, yo y mi música....

por Baby Doll* Mar Oct 30, 2012 6:10 pm

Las joyas vivientes se pasean entre las flores aromáticas de las muchas habitaciones. Se pone especial atención a los detalles restantes: el licor, los postres, los cojines de terciopelo desperdigados perezosamente sobre los sillones de formas curvas, casi insinuantes. Todo debe estar presto para la llegada de los amantes y del celebrado. Más la noche es joven y pocos son los invitados que han arribado. Así, al guiar hasta el asiento al amado de la música son varias las cortesanas que le miran entre las plumas de los abanicos y de las boas en sus cuellos. Aguardan las notas que atraviesan la piel en una caricia, aún sin querer.

La pregunta sobre uno de los placeres a los que se inclinan los sentidos.

-Eso depende de los dedos que le interpreten-

la respuesta en una risita traviesa. La invitación a su lado. Allí toma asiento la muñequita de porcelana sin apartar los ojos de Mikelangelo. La vista acaricia luego las teclas del instrumento justo antes que sus dedos. Las notas revolotean en el aire como mariposas a la deriva. Rozan en alto vuelto los oídos de los presentes, cosquillean sobre la piel y desaparecen en cálido destello para dar paso a sus hermanas. Uno a uno llegan los amantes y sus sentidos todos se encuentran extasiados con lo que encuentran en la joyería que respira. Los pastelillos y las dulces lenguas deleitan su paladar, los vinos y el terciopelo, las plumas y la seda rosácea su tacto despiertan; los perfumes e inciesos su olfato, los adornos de rojo y rosa, la plata y el oro sobre las curvas de las cortesanas insitan la vista y las música termina por hacer perder el sentido en la fantasía de una noche.

Me inclino a susurrar al oído del intérprete entre una pieza y otra.

-Tanto talento en esos dedos que posee.

El deleite que les inspira llega hasta mis oídos con un cosquilleo

¿Probará también los otros placeres en este suyo paraíso? Si es así-

deslizo el dedo índice por su cuello, apenas un roce.

-Déjeme ser su guía como hasta ahora usted ha sido el mío-

por **Mikelangelo Van Dort** Jue Nov 01, 2012 8:10 pm

La hermosa mujer a mi lado, me hablaba de vez en cuando en el oido y producìa que en mi interior se elevan las notas, y se deslice por las nubes...esto que me sucedìa no era comun..por lo que algo me estaba sucediendo con esta mujer, y queria descubrir hasta el final que es lo que era...

No podia responder a sus preguntas en ese momento, pero ya con mis miradas y musica le decia bastante...al finalizar mi presentacion ante los presentes, la gente comenzo a acercarse a mi, para propiciarme de saludos y felicitaciones...mientras yo les insistia que sin mi querida compañera no podia haberlo logrado, ya que ella me estuvo acompañando durante toda la jornada, se las presentaba para que le dieran aplausos y felicitaciones, y le entregaba mis reverencias al publico y a ella tambien....

Me dirigi a tomar un buen trago, invitando a mi hermosa compañera tambien:
-Madmoiselle, le gustaria acompañarme a saciar mi sed?- le dije caballerosamente -...le confieso que no sabe lo bien que me hace sentir su compañia, debido a que es primera vez que me presento en este teatro, y no esperaba recibir tan buenos resultados de parte de esta gente...- le dije sinceramente

-De alguna manera u otra usted me ha dado animos para haber continuado con este plan de presentarme ante este publico..- le dije tiernamente, poniendo mi dedo indice bajo su menton mientras miraba sus labios directamente....y bebia de mi vaso...
Le servi a ella tambien y chocamos nuestras copas

-Por una maravillosa noche llena de pasion y musica...- le dije mirandole galante hacia sus bellos ojos....

por Baby Doll* Vie Nov 23, 2012 2:03 am

El embeleso de la música posee tanto a los oyentes como al diestro intérprete. Las palabras sobran cuando el espacio esta gratamente ocupado por una melodía armónica. La música despierta las pasiones que se resguardan frágiles bajo la piel, entre las venas que dan color al cuerpo, invita a los pensamientos a perderse con los sentidos y el sentir. Esta es la respuesta del músico, mi vista pasea entre sus manos que flotan sobre la permanente sonrisa de marfil en el instrumento y los ojos tan expresivos, claros espejos de su música.

Termina todo en un cálido vuelo de palmas, estallan en una decena de aplausos. Las notas como el perfume han quedado en la memoria dejando su huella tras de sí, se niegan a desvanecerse.

Mikelangelo presenta a la muñequita de porcelana como objeto de inspiración. Una sonrisa traviesa y un par de reverencias a cambio de las que recibo por obra y arte del artista a mi lado.

-Nos ha cautivado a todos sin duda-

Me inclinó para susurrar cerca suyo.

La sensualidad del piano continúa su camino resbalando en las lenguas y músculos de los amantes reunidos. Las cortesanas avivan las chispas para hacerlos perderse en sus fantasías. Entonces la música no cesa aunque ya no sea audible, cosquillea en mi oído. Entre los exitantes manjares encarnados en forma humana guía el músico. Ahora llama el aguardiente. -Le acompañaré a donde desee
más quizá no baste un trago para apagar la sed suya- Una charola pasa delante escuchando nuestras peticiones. Mis dedos tienen la intención de tomar una botella, el especial invitado adivina antes que lo logre. Él la toma. Una risita escapa entre los labios a sus palabras.

-Dudar de sus habilidades es arriesgado, alguien podría aprovecharse-

guiñó un ojo -Le prometí guiarlo al paraíso, cumplo con esa promesa-

bajo la mirada, muerdo mi labio inferior.

-Cuanta gentileza al llamar este lugar teatro en vez de burdel. No es necesario,
la verdad es bien conocida entre los invitados-

Los cumplidos de Mikelangelo rozan la porcelana y su dedo índice me hacen encontrar su mirada posada en los labios pintados del rosa más suave. Da unos tragos a su copa y vierte el líquido escurridizo en la propia. Chocan los cáliz con un timbre agudo en brindis.

-Salud-

la voz cantarina y alegre. Entre mis labios se filtra el calor del licor. No lo trago. Entorno su cuello con la mano libre dando un masaje delicado y relajante Mis labios encuentran rápidamente los suyos, vierten en ellos el vino mientras se abren paso en el calor de su boca.

por **Mikelangelo Van Dort** Vie Nov 30, 2012 9:28 am

La querida mujer que me acompañaba esta noche compartió un brindis conmigo, sonreí al haber aceptado mi invitación a celebrar, si bien no estaba en el lugar más formal para celebrar el triunfo de una presentación con la compañia de una hermosa mujer. Pero, independiente de aquello me sentía cómodo con su compañia....

No comprendi por qué me dijo que dudar de mis habilidades era arriesgado, lo miré extrañado, pero enseguida le sonreí al ver como ella intentaba penetrar en mi, con su mirada tan femenina y coqueta, algo que pocas mujeres sabían hacer o más bien que pocas mujeres se atrevían a hacer...

-Madame, me siento muy feliz a su lado estuve bastante nervioso allá arriba...- señalando con mi mirada el escenario -...en verdad usted me ha hecho entrar en una paz irremplazable...reitero, muchas gracias. Por eso dedico este salud por usted - finalicé brindando sin apartar mi mirada de ella

Momentos después, el encargado del burdel se me acercó distrayendo mis miradas que conectaban con las de mi acompañante, propiciando de felicitaciones y demases, cosas que en ese momento yo no necesitaba. Luego me pidió ahi mismo, pasando ya a temas de negocios que desearía contratarme para venir a tocar al lugar todas las noches, pagándome con algo de dinero y con alojamiento en una pequeña habitación para mi solo en el segundo piso del burdel...Yo acepté encantado, pues esos eran tiempos desesperados y por el momento no tenía donde caerme muerto.

Pero luego se acercó a hablarme al oído, avisando claramente, que no queria que Baby escuchara su pequeño secreto y me hizo prometer que no me acercara a sus mujeres, dirigiendose a sus cortesanas que trabajaban para el, dándome a cambio la calma y tranquilidad que necesitaba la vida de un músico, pues me dijo que habían ya muchas por aqui que deseaban prestarme algun tipo de "servicio", pero él se los denegó, nadie podía tocarme.

Yo accedí, pues no tenia problemas, pero al parecer me hizo entender que yo era un viudo muy cotizado al momento en que bajé del escenario, después de mi interpretación. Hasta que por fin se apartó de mi, y le fue a decir algo a Baby al oído, algo que ni escuché...se fue rozando con el dedo índice la mejilla de Baby, y me quedó observando con una mirada desafiante. Era oficial, pues ahora era yo, uno más de sus trabajadores en su burdel, por lo que estaba ya, bajo su mando.

Dirigí una mirada a Baby, y ella se acercó a mi regalándome una pequeña y hermosa risita traviesa, que me pareció muy simpática. Mientras yo seguí bebiendo de mi copa, y mientras el vino comenzaba a recorrer en mi garganta, le regalé un beso en la mejilla, después reverenciando mi cabeza, un beso suave y lento en la mano fina y blanca, mirándole profundamente.

por Baby Doll* Jue Dic 13, 2012 1:51 am

La gratitud brota de los labios del músico, el encanto natural propio de los artistas adorna sus palabras. Otro brindis y un intercambio de miradas. Ente las pestañas veo acercarse a Gaspard. Su paso es firme y seguro, y en sus ropas están todas las joyas del burdel incrustadas. Cada una se refleja en la tela de sus deseos. Sus manos dan forma a las fantasías más sublimes, también en sus manos se desmoronan como granos de arena perdidos en la inmensidad de la playa.

Bajo la mirada al reconocer la orden implícita. Me disculpo con Mikelangelo. Sigo el camino invisible que ha dejado el aroma del licor. Me detengo junto a la gran mesa dispuesta, allí mis manos encuentran pequeñas frutas que con colores brillantes prometen el éxtasis en una mordida. La diestra sostiene la copa y la zurda revolotea sobre los manjares escogiendo las uvas de entre todas. Dos, tres pequeñas esferas verdes resbalan en la porcelana de la palma de mi mano. Las llevan una a una hasta los labios suaves. Gaspard habla con el músico invitado, su vista pasea por cada curva y recoveco de sus dominios. Mis ojos se apartan de ellos. La discreción incluso en las imágenes. La música a tomado un ritmo distinto más sigue presente en el ambiente. Cada quién juega con las notas que se resbalan entre las faldas y los escotes de las cortesanas.

El aliento tibio de Gaspard cosquillea en mi oído. Las instrucciones a seguir se filtran bajo la piel. Sin necesidad de tinta se graban. Su dedo índice repasa las líneas dictadas sobre la mejilla de la muñequita. Sonrío, asiento, sigo su mirada hasta el joven músico. Después se marcha entre los amantes invitados. Mikelangelo me observa, yo a él. La última esfera verde se resbala sobre mi lengua, vuelvo sobre mis pasos hasta donde el músico. Deposita un beso tibio en mi mejilla. Sus labios se posan luego en el dorso de mi mano. Suelto una risita.

-Bienvenido-

Un beso superficial en los labios acorta las distancias.

-También es una estrella
que titila bajo los rayos del sol primeros-

Una reverencia, una sonrisa dulce y mis pasos me apartan de él. La voz que me recuerda las habitaciones donde espera un amante, me apresura. Pronto entre las telas de seda y la carne de papel china desaparece la imagen del talentoso músico. Frente a mi, la puerta entre abierta del cuarto a una fantasía nueva y desconocida, como dada día después de que la luz anaranjada del atardecer se disuelve en las penumbras plateadas de la noche.

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