Marcas de un encuentro [Kenneth Silverstar +18]

Años de cacería y asesinatos por encargo habian hecho que supiera reconocer cuanto escenario posible se pusiera adelante de mí. Entre ellos, por supuesto, el caso de un segundo cazador detrás de mi presa, algo que siempre podría llegar a resultar un verdadero dolor de cabeza, pues podría llevarme a tener que duplicar mis esfuerzos y matar a dos personas en vez de a una. Por supuesto, un cazador que mataba cazadores o inquisidores, pronto se vería perseguido por los de su mismo tipo y eso no era bueno, pues ya suficiente dificultad representaba tener a las criaturas con hostilidad hacia uno, como para luego agregar tambien a otros humanos profesionales a la lista de enemigos. Habian sido pocas las veces en las cuales tuve que hacerme cargo de cazadores, afortunadamente, y ninguna de ellas habia sido reportada conmigo como el culpable... no me agradaba tener que competir con nadie, pero a veces no quedaba otra alternativa.

En este caso en particular, quien andaba detrás de mi presa era una dama, alguien que ya habia visto en el pasado por los alrededores, pero que no acostumbraba a tratar de una manera muy personal. Pude ver sus intenciones en el mismo instante en el cual se acercó a mi objetivo, por lo cual la vigilé de cerca sin dejar que me notara demasiado... ya tendría la ocasión para que me explicara por qué se había metido en mi camino.

Ella había subido con el sujeto en cuestión y se encargó de terminarlo rápidamente, no era ninguna novata, eso podía notarlo. Permancí escondido, en silencio, esperando el momento ideal para entrar en la escena... no me agradaba que me robaran los objetivos, que se metieran con mi trabajo, así que de alguna manera u otra, esa mujer estaba en deuda conmigo. Interferir en una cacería solo se remediaba de dos formas, con la paga o con la muerte.

-¿Entrar sin avisar?, creo que peor es robarle el trabajo al prójimo, ¿No cree, señorita Lans?.- Comenté mientras salía de las sombras de uno de los rincones de la habitación donde ella habia ingresado. -Agradezca que le dejo saber de mi presencia antes de que empezara a darme su espectáculo íntimo...- Comenté, mirando de manera evidente a como tenía una de sus manos en su entrepierna, pues ya se habia empezado a masturbar y yo ciego no era.

Caminé a paso firme y lento hacia su posición, mis ojos fijos en ella con una mirada desafiante y penetrante, ni siquiera parpadeaba, ella estaba en mi mira y no habría manera de que pudiera escapar de mí ahora. -Ya sabes quien soy, y sabías lo que estaba haciendo aquí... Pero no iba a dejar que hubiera testigos, así que opté por darte la ventaja. De cualquier modo, esta era mi cacería, y por interferir estas en deuda conmigo.- Me puse de pié a una distancia corta de la suya y me crucé de brazos de manera imponente y autoritaria. Por supuesto, estaba listo para actuar en caso de que quisiera intentar alguna estupidez como escapar o atacarme, pero confiaba en que sabría ser una mujer inteligente y comprender la situación. Todo sería mejor si cooperaba. -¿Cómo vas a pagarme?- Pregunté, esperando que su respuesta fuera directa y acertada.

Sus constantes provocaciones ponian a prueba mi resistencia. Sabía muy bien lo que tramaba, y sabía muy bien que si algo podía lograr, era dar buen uso de sus encantos y hacer que un hombre caiga de rodillas a sus pies. Sin embargo, quien caería de rodillas sería ella, y seguramente luego de que me cobrara lo que me debía de una manera que ahora, tras sus insunuaciones, incluirían a su cuerpo como medio de pago. Si bien no me gustaba jugar bajo las reglas de otra persona, en este caso era algo diferente, Ania era sin dudas una mujer que yo deseaba poseer al menos en esa noche y, tras largos dias de caza sin parar, el hombre detras del cazador necesitaba liberar un poco de tensión acumulada.

Dibujando una media sonrisa confiada, tomé su pié con mi mano derecha y lo acaricié firmemente dos veces en cada sentido, para luego sujetarla por el tobillo y, mientras me inclinaba un poco hacia su cuerpo, poner mi boca en el mismo para empezar a besarlo lentamente en mi camino a su rodilla. De esta forma, podía notar lo suave que era la piel de sus piernas y a la vez tener una imagen mucho mas directa de lo que era su pequeño y mojado sexo, el cual seguramente estaría castigando mas adelante con la muestra mas salvaje de lo que un cazador puede hacerle a una dama que se le entrega de esa forma.

-Quizas prefiera tomar tu cuerpo por la fuerza... o quizas prefiera hacerte trabajar con esa boca tan dulce y esa lengua tan aguda que tienes. No soy del tipo de hombres que se tratan a sus amantes con mucha delicadeza, pero algo me dice que eso es justamente lo que te gusta...¿No es cierto?- Le dije, mientras ponía su tobillo sobre mi hombro y me inclinaba aun mas, para luego poner mi mano izquierda justo sobre su sexo y empezar a acariciarlo con firmeza, mientras mi mano derecha ahora se posaba sobre su barbilla y la sostenía para que no pudiera apartar su mirada de mis ojos.

-Mírate nada mas, estas completamente mojada...- Le dije de manera provocadora, haciendo un contacto visual penetrante y siempre presente, mientras mis dedos índice y mayor de la mano que estaba en su sexo jugaban a abrirse paso por medio de sus labios vaginales externos y reconocian la superficie humedecida de su vagina. Podía notarlo, estaba excitada y su cuerpo no lo podría discimular, aunque sabiendo su forma de ser, tan sensual y provocadora, de seguro eso discimular eso no sería una de sus intenciones.

Luego de mantenerla así, inmovil por unos momentos, quité mi mano de su sexo y bajé su pierna nuevamente para que reposara en la cama, y acto seguido acerqué mis labios a los suyos, para con suavidad acariciarlos con los mios, dando luego paso a mi lengua para que se asomara y los lamiera con la punta a modo de provocación. -Esta noche tú serás mi presa... y de aqui no te irás hasta dejarme completamente satisfecho.- Le dije a modo de juego, demostrándole que me gustaba este tipo de encuentro que estabamos comenzando a tener, y luego solté su barbilla para alejar mi rostro y quedarme en frente de ella con una mirada llena de lujuria. -Te quiero ver completamente desnuda... ¿Te quitas la ropa para mi o te la arranco?- Pregunté mientras me cruzaba de brazos y dibujaba una nueva media sonrisa confiada, a la vez que mis ojos recorrian sus curvas con la mirada.