Spirit of the sea -Kenneth.-

por **Sara Cecereu** Vie Sep 28, 2012 7:09 am

La tarde era hermosa, el verano estaba por terminar, por la mañana había llovido y pero al medio día o poco después el sol salió gentilmente, las gotas brillaban con los rayos de luz, la gente seguía sus vidas como cualquier día, era fin de semana y para muchos era día de paga por lo cual sobre todo en el centro, los locales de comida, bares y tabernas eran refugio de aquellos qué gastaban en pequeños lujos al menos los qué podían darse el gusto. Particularmente el puerto se encontraba sumamente concurrido. Las mujeres iban y venían, era un buen lugar para comprar mariscos y pescados frescos o apartarlos para el día siguiente, especialmente las provenientes de casas de alta sociedad, pues los viernes y sábados eran los mejores días para organizar comidas, cenas, banquetes, todos aquellos eventos qué hagan a estas familias de renombre ensalzarse ante la sociedad. El aroma de la laguna lo invadía todo y afortunadamente el calor no era tanto como en días soleados, el sonido de las aves, el romper de las ligeras olas contra los barcos, las rocas y al llegar a la orilla eran en conjunto una bonita canción, al menos era así para las pocas personas qué lo sabían apreciar. De a poco conforme el tiempo avanzaba, los pescadores guardaban sus redes, amarraban las barcas, algunos empezaban a beber como si celebraran el hecho de haber tenido una buena pesca, otros lo hacían dolidos por aquellos problemas qué aquejan a toda la humanidad, problemas de dinero, la pobreza era una de esas cosas para deprimirse, pese a ser una ciudad llena de elegancia y glamour a simple vista, contrastaba con la desgracia de algunos qué apenas sobrevivían a diario.

La tarde empezaba a caer, había llegado un poco tarde, a decir verdad mi día había sido sumamente ajetreado, al igual qué la noche, estaba trasnochada pues luego de una de esas escapadas nocturnas qué últimamente tenía qué dar, me había quedado despierta para terminar un vestido para Margaret LeBlanc una de mis mejores clientas, por la mañana tuve qué madrugar pues mi hermana necesitaba huevos, harina y leche para un pedido de panqués, además fuimos al bosque a conseguir algunas plantas y raíces para un hechizo qué queríamos practicar. Puse como pretexto el hecho de tener qué ir a la mercería por hilos y botones, sabían qué me perdía por horas cuando me ponía a cotillear por los aparadores. Caminé por el muelle prestando oídos sordos a los no muy caballerosos piropos de los marineros, seguí hasta la playa, no solía temer a andar sola por ahí, después de todo estaba “entrenada” al menos para dar un par de golpes y correr o siempre me quedaba el echar alguna maldición o invocar a un espíritu qué anduviera vagando para darle un buen susto a quien se atreviera a atacarme. Me detuve al pasar por varios metros el muelle y los varaderos, al lado había una pequeña posada, la esposa del dueño era amiga de mi madre aún qué hacía años qué no se veían, traía puesto un vestido algo “atrevido” sin embargo era una manía qué nadie podía quitarme, mientras no saliera al centro de la ciudad o tuviera que ir con mis clientas, me gustaba vestir cómoda. Sin embargo llevaba una chalina qué me protegía los hombros y parte del pecho, además de cubrirme del frío qué seguramente haría más tarde.

Esa noche habría luna llena, la marea lentamente subía y aún qué aún faltaban un par de horas para el atardecer, se podía sentir el influjo de ella sobre todos los seres, la magia de a poco inundaba el ambiente. Poco a poco se dejaba sentir un ambiente distinto, ligero y tranquilo. Temía haber llegado tarde a la cita, esperaba qué el caballero tan amable a quien había conocido no se hubiera ido, la puntualidad no era una de mis cualidades…

Dress:

por **Kenneth Silverstar** Vie Sep 28, 2012 4:12 pm

Ser nuevo en una ciudad nunca habia sido algo de mi agrado, a pesar de que ya me habia acostumbrado a eso debido a la cantidad enorme de viajes que habia tenido que realizar por estas tierras en busca de mis presas. París parecía otro mundo, distinto al que yo acostumbraba a habitar dia tras día. Todo alrededor era colorido, desde las vestimentas de las damas que recorrian las calles haciendo sus encargos y visitas, hasta la presentacion de los diferentes negocios y casas, bien distinguidas por las zonas en las cuales estaban ubicadas. Parecía no faltar nada... ricos, pobres, y personajes pintorescos de todo tipo transitaban los caminos de la enorme ciudad en la cual ahora me habia adentrado.

Habia tenido la fortuna de conocer a una amable mujer llamada Sara el día anterior, en el cual recien habia puesto el pie dentro de la inmensa metrópoli. No solía abrirme ante extraños, nunca fue mi estilo ni lo sería tampoco, pero algo en ella me inspiró confianza desde el primer momento en el cual nuestras miradas se cruzaron. Ella habia sido amable y se habia demostrado interesada en darme una bienvenida cálida, como si fuera una suerte de representante de esa localidad, que buscaba hacerme sentir cómodo y ayudar a que me instalara con la menor cantidad de inconvenientes posibles. Rara vez en la vida me habia encontrado con personas como ella, con motivos honestos y bondadosos reales, sin buscar nada a cambio salvo el ayudar a otros.

Luego de una charla que habia disfrutado y que habia sido probablemente el mejor acercamiento a una persona que habia tenido en años, habia quedado en encontrarme con Sara en el día actual para que me ayudara a conocer los alrededores y así poder manejarme con mayor libertad y facilidad por las calles de París. Sin dudarlo ni pensarlo dos veces, me vesti para la ocasion con las vestimentas mas adecuadas para la compañía de una dama como ella, pero aun asi llevando algunas armas escondidas entre mis ropajes, pues asi era yo, un cazador que jamas salia sin estar preparado.

El sitio acordado habia sido junto a los muelles y el horario sería luego del dia de actividad, cuando se podría tener mayor tranquilidad y menos molestias por parte de terceros. Llegué antes de lo pactado, no por casualidad, sino porque siempre me aseguraba de ser puntual, o quizas mas que eso.

La espera fue larga, pero el resultado valió la pena, finalmente pude ver a Sara aproximarse a mi posición donde se encontraba la posada, demostrando una belleza aun mas radiante que la que recordaba haber visto el dia anterior. Sus vestimentas hacian honor a su figura, dejando una clara evidencia de su juventud y sus encantos ante la mirada de un hombre. Con una sonrisa amable, poco comun en alguien como yo, en especial si iba dirigida a una persona que no conocia por mas que un día, la salude con una reverencia respetuosa y un beso en el dorso de su mano derecha.

-Señorita Sara, qué gusto verla finalmente. Estaba ansioso de poder encontrarla una vez mas para esta cita. Le agradezco mucho su compañía y su generosidad... y dejeme decirle que se ve realmente muy hermosa esta tarde.- Expresé con educación ante la joven mujer que ahora tendría de acompañante, dejandole saber que estaba a gusto con tenerla a mi lado y que su compañía era muy bien recibida.

por **Sara Cecereu** Sáb Sep 29, 2012 6:39 am

Me quedé inmersa viendo el reflejo del sol en el espejo de agua, me recordaba muchas cosas no solo de esta vida, parecía no olvidar cuando pasé por ahí muchos años antes sin saberlo, sabía qué las casualidades no existían, todo pasa por una razón, aún qué la ingenuidad de los seres humanos no nos deje ver más allá de lo qué creemos real. Di un largo suspiro recordando con una sonrisa de medio lado dibujada en los labios, recordaba apenas el día anterior, en el cual había conocido a un caballero sumamente peculiar, no solo por su atractivo físico, sí no por lo qué su aura y su mirada reflejaba, soledad, misterio y aún qué sus manos se encontraban manchadas de sangre, era la sangre de los impíos, de aquellos qué aprovechándose de ser seres casi salidos del mismo infierno hijos de Caín y Lilith, ellos nunca eran del todo inocentes, eran seres qué mataban no solo para sobrevivir sí no, por el mero placer de hacerlo. Recordé como una noche hacía años tuve junto a mi hermana, mi primer encuentro con dichos seres, eran terroríficos, aún qué parecían hechizar a quienes tenían en frente al menos a los mortales como lo somos nosotras, sí no ha sido por nuestra intuición y por su rápida reacción, ahora no estaríamos en el mundo de los vivos, o por aún, estaríamos esclavizadas por la sangre.

Ya solo podían verse un par de barcas y lanchas amarrando en el muelle, me empezaba a poner nerviosa, por alguna razón no podía evitar recordar los azulinos ojos del caballero con el qué me reuniría, era como sí entre mis pensamientos saltara. Me mordí el labio inferior al caer en la cuenta de qué al día siguiente tendría qué tendría qué ir como cada tercer sábado del mes al club, estaba ya algo cansada aún qué me gustaba por momentos, temía qué tarde o temprano me diese un ataque y me descubrieran o qué todo terminara mal. Sentí una presencia magnética, giré a mi derecha encontrándole, sonreí ampliamente algo apenada por mi retraso, correspondí a su amable y caballeroso saludo con una ligera inclinación. –Discúlpeme de verdad yo… la puntualidad en definitiva no es uno de mis dones.- expresé disculpándome, no era qué fuera mal educada ni mucho menos, sin embargo siempre pasaba algo qué me detenía. Me sonrojé ligeramente ante sus palabras, no estaba acostumbrada a la caballerosidad, era algo casi desconocido para mí. –No tiene nada qué agradecer, lo hago con mucho gusto en verdad.- respondí viéndole a los ojos, sus siguientes palabras me hicieron sonrojar, y sin pensarlo coloqué uno de los rulos de mi cabello tras mi oreja derecha bajando la mirada –Gracias señor pero, la verdad es qué, mis ropas no suelen ser las adecuadas, o al menos eso dicen las damas de alta sociedad, en lo personal detesto el calor y, en verdad prefiero la comodidad.- dije volviendo a levantar la mirada a sus ojos, fijándome en ellos. Reaccioné casi de inmediato y desviando la mirada comencé a caminar. –Dígame, como ha pasado sus primeras horas en París?, no pude preguntarle donde es qué se hospedaba, quizás le hice caminar mucho o alejarse en demasía de su nueva residencia.- pregunté caminando observando las piedrecillas en el suelo. –Iremos a ver el atardecer a unos metros de aquí, ya no amarran barcas en ese pequeño muelle, está algo deteriorado pero, no creo qué se nos caiga.- comenté viéndolo de reojo sonriéndole tiernamente…

por **Kenneth Silverstar** Sáb Sep 29, 2012 10:23 pm

Escuche sus explicaciones, su manera de demostrarse amigable y respetuosa conmigo, siempre siendo una persona considerada que buscaba generar la menor molestia posible, aun cuando todo esto se trataba de un favor que ella estaba haciéndome a mí. Lo tomé como algo positivo, una característica no muy abundante en dias como los actuales, donde las personas, o al menos la mayoría, no se prestaba a ayudara alguien mas a menos que fuera a cambio de algo que pudieran obtener. -Caminar mucho ?. No, para nada... ademas, llevo años viajando, recorrer una ciudad no es nada comparado con eso, descuide. Ah y sobre lo anterior, yo no veo nada malo con sus ropas, me parece que le quedan muy bien. Resaltan sus encantos y es un placer para la vista, si me permite el atrevimiento.- Comenté ante sus palabras, menteniendome siempre amigable y demostrándole que no habia motivo alguno por lo cual tuviera que dar motivos por ser quien era. La verdad es que me gustaba como era, completamente natural... una persona muy agradable.

-La verdad, no puedo quejarme. Me imaginaba completamente solo y rodeado por extraños a la vez, pero en mi primer dia ya me encuentro con usted, Sara. Creo que me acompaña la buena fortuna.- Le dije mientras comenzaba a caminar a su lado, acompañándola hacia la zona donde tendríamos un lugar donde nadie nos molestaría y podriamos estar tranquilos. Sería bueno conocer sitios como ese, para asi saber sus ubicaciones en caso de necesitar un escape ante toda la vida de la ciudad. Ademas, y como confesión de un hombre honesto, estar a solas con una mujer tan atractiva como Sara representaba una idea muy agradable. No recordaba la última vez que habia tenido una acompañante femenina... probablamente hacía años que no socializaba con una mujer.-Digame, Sara... ¿Cuenta usted con algun pretendiente o pareja?. No quisiera ser mal educado con esa pregunta, pero creo que quisiera saber al respecto.- Le dije dejandole un indicio de que me interesaba saber sobre su soltería. Sabía que ella era lista, eso seguramente lo tomaría como el cumplido que era, aunque el interes era real tambien... si ella era soltera, quizas podría haber mas oportunidades para compartir el momento juntos mas adelante. Me agradaba la idea de tenerla cerca.

por **Sara Cecereu** Dom Sep 30, 2012 2:50 am

El lugar se tornaba mucho más tranquilo, luego del ajetreo del día conforme la tarde daba paso a la noche solo el ligero oleaje se escuchaba estrellándose grácilmente en los cascos de las barcas, seguía caminando y como por inercia acoplándome a la usanza de la época, me tomé del brazo izquierdo del caballero a quien acompañaba aquella noche, le escuché atentamente sonriéndole aún con las mejillas ruborizadas –Uno nunca está realmente solo, aún qué las sensaciones nos indiquen qué sí, basta con ver más allá de lo físico para comprender qué hay muchos qué nos hacen compañía.- expresé entre dando a conocer mis dones videntes, no era algo qué controlaba a la perfección pero, el ser médium de unos cuantos descarnados a lo largo de mi corta vida, me daba la practica suficiente para ello. –Oh la buena fortuna, a mi me ha abandonado, o al menos eso creía, debo decirle qué haberlo encontrado también fue… un golpe de suerte por así decirlo, no suelo llamar la atención de hecho, sufro del mal del fantasma, saben qué existo pero, pocas veces me toman en cuenta, quizás es qué no soy una chica muy extravagante o, normal.- respondí sonriéndole con algo de melancolía.

Pocas veces había estado a solas con un caballero, mi hermana y mi nana me lo tenían prohibido casi rotundamente, además los pocos con los qué me relacionaba era con el joven qué me contrataba para las peleas y los apostadores, a quienes prefería ignorar. Sin embargo, desde hacía un tiempo sentía qué algo despertaba en mí, mis manos muchas veces vagaban recorriendo mi cuerpo, como si lo descubriera, algunas veces sin percatarme mientras dormía o en la tina al tomar un baño, fantaseaba con algunas cosas “prohibidas” qué había leído, aun así pretendía qué nada pasaba y luego me lavaba la cara con agua fría o me ponía a repasar hechizos mentalmente. Su siguiente comentario me sorprendió, me detuve y volteé a verle aún más sonrosada de las mejillas, mi corazón latió rápidamente, no comprendía qué me pasaba en ese momento, no pude evitar reírme de la pregunta –Jajajajaja, pretendiente, yo?, señor una mujer como yo no suele ser del agrado de algún hombre, y mucho menos lo sería sí se enteraran de lo qué soy realmente y de lo qué hago a escondidas para ganar un poco de dinero extra. Disculpe la risa pero, francamente quien pudiera estar conmigo debería tener un estomago muy fuerte y, soportar a una chiquilla dual como yo.- respondí volviendo a caminar tomada de su brazo.

Faltaba poco para llegar, se veía ya el pequeño muelle maltratado por el clima, el sol bajaba ya dentro de poco sería el atardecer –Y.. Dígame ya qué estamos en ese tema, hay una señora Silverstar, o alguna inquilina de sus deseos y pensamientos?.- pregunté conforme íbamos acercándonos a nuestro pequeño destino. No sabía por qué preguntaba eso, pero quería saberlo.

por **Kenneth Silverstar** Dom Sep 30, 2012 3:09 am

Su reacción me sorprendió, no esperaba que se pusiera a reir con mi pregunta, pero como me demostró que no estaba burlandose de mi, sino mas bien remarcando que eso no sería algo muy normal para ella, supuse que quizas no estaba acostumbrada a verse como la hermosa mujer que era. Tenía mis comentarios al respecto, pero se los daría luego, pues casi de inmediato aprovechó el momento para preguntarme basicamente lo mismo que le habia preguntado yo a ella... lo cual fue algo agradable pues demostraba que tambien tenía al menos algo de interés en mí. -No hay nadie en la vida de este cazador, Sara... No hay familia, y menos aun una señora Silverstar. El camino que el destino me ha puesto en frente no es uno que me permita crear lazos afectivos facilmente, la soledad es lo que mas acostumbro. En cuanto a deseos... no sabría decirlo, a veces me siento un poco confundido, no puedo darle la respuesta aún.- Respondí sin querer ser del todo honesto con las ultimas palabras, pues en parte estaba pensando en ella y no quería demostrar demasiado, quizas ella no se sentiría comoda.

Continuamos caminando, pero en mi mente aun permanecían las respuestas que me habia dado antes. No entendía como una mujer como ella, tan atractiva y amable, podía considerar que no era un buen partido para un hombre... ¿Que hombre cuerdo y sano podría ignorar semejante mujer?. -Disculpe que vuelva al tema anterior, pero simplemente no puedo entender como alguien como usted, Sara, puede pensar que no puede ser del agrado de un hombre. Le voy a confesar, para que sepa mejor, que en eso esta equivocada... soy la prueba viviente de eso... usted es una mujer ideal, cualquier hombre que piense lo opuesto es un estúpido. Yo no sé que hará usted a escodidas, pero nadie es un santo... y no la juzgare por nada mas que por quien es usted conmigo.- Expliqué, queria que supiera que para mi ella no era nada de lo que ella decia ser, sino mas bien lo opuesto. Era extraño, yo no acostumbraba a tener ese tipo de conversaciones con nadie, pero Sara era como una excepcion, desde que la habia visto sabía que era una de esas personas que tenian valor real.

por **Sara Cecereu** Dom Sep 30, 2012 3:55 am

Al fin llegamos al lugar donde disfrutaríamos de una maravillosa vista, lo guié hasta la orilla del puentecillo de madera, crugía a nuestros pasos y los cortos tacones qué traían mis botines resonaron ligeramente, era curioso para mí, algo nuevo completamente, cuando le conocí había visto en él algo más allá de su evidente atractivo físico, tenía un halo de mistisismo y salvajismo qué atraía, además me sentía cómoda, libre en su compañía, negué ante sus palabras, mi corazón seguía latiendo con fuerza, estaba algo nerviosa sin saber por qué y a decir verdad no me importaba saberlo, quería solo sentir, siempre me contenía de ello. –Mi señor, créame sé por qué lo digo, mamá siempre nos habla a mi hermana y a mí sobre lo importante de ser una dama en todos los aspectos, de ser recatadas, de hablar decentemente, a mi muchas veces me hizo regresarme a casa para cambiarme de ropas si salíamos a la calle.- respondí caminando hacia la orilla del muelle, sin más le solté el brazo y lentamente tomé asiento dejando qué mis pies colgasen hasta casi tocar el agua.

-Bueno, la verdad es qué sí, trato de ser amable y simpática, pero muchos me toman como simplona o solo como un juguete. Sincermente no sé qué piensen otros hombres, intento evitar escuchar esos “pensamientos” qué rayan en lo vulgar, los seres humanos Kenneth, somos propensos a juzgar sin pensarlo, es una mala costumbre créame, sin embargo créame qué espero ser una buena anfitriona, me cae usted muy bien y me gusta la idea de hacerle sentir comodo en esta ciudad.- expresé sinceramente aún qué intentando ocultar las verdaderas palabras qué deseaba decirle, no lograba comprender qué me estaba pasando, sin embargo me gustaba esa sensación de cosquilleo en mi vientre, estaba nerviosa, sí pero, lo estaba disfrutando. –Supongo qué tener a alguien siendo un cazador, puede resultar difícil y todo un peligro, tanto para usted como para esa mujer, sin embargo creo qué puede qué usted sea del gusto de muchas mujeres, es bastante atractivo, todo un caballero y al haber viajado tanto, debe tener historias sumamente interesantes qué contar.- expresé sonriéndole para luego fijar mi mirada al frente, el sol empezaba a descender. -Listo, disfrutará de una hermosa vista, el atardecer aquí es maravilloso, suelo venir cuando me siento agobiada o cansada, qué es muy seguido, aún qué soy algo nómada dentro de la ciudad claro está.- dije mordiéndome el labio inferior recreándome la vista con la puesta de sol. –Qué signo es usted?, bueno primero, debería saber sí cree en la Astrología y ciertas mancias.- pregunté algo abochornada esperando no me creyera loca o algo así…

por **Kenneth Silverstar** Dom Sep 30, 2012 9:04 pm

Finalmente llegamos al sitio que ella quería mostrarme, era realmente un lugar genial para estar, pues no habia un alma cerca y se podía disfrutar de un poco de paz y tranquilidad, algo que parecía ser lo opuesto al centro de París de donde veníamos. Evidentemente Sara conocía los alrededores y habia sido muy amable y considerada en dejarme conocer ese sitio que ella tanto disfrutaba, eso me demostraba que se sentía a gusto conmigo pues tambien me iba confiando cosas personales y no temía que yo las supiera. Hacia mucho tiempo que no me sentía capaz de relacionarme con alguien con tanta facilidad como con ella... era sin dudas una mujer muy especial.

Tomé asiento junto a ella, una pierna descansando de la misma manera que las de ellas, y la otra apoyada en las maderas donde estabamos sentados, con la rodilla hacia arriba, sirviendo de apoyo para uno de mis brazos. -Pues su madre solo es sobreprotectora... con la cantidad de hombres depravados que hay por la tierra, de seguro intenta evitarle malos ratos. Si me pregunta a mi, Sara, usted será hermosa con cualquier vestimenta que se ponga... y claramente lo que lleva ahora le sienta a la perfección.- Dije dibujando una sonrisa, algo poco normal en mi, pues no le sonreia a las personas, yo no era de ese tipo de persona... pero a veces, solo a veces, habian excepciones a la regla, y Sara parecía serlo pues era una mujer muy amable conmigo y me gustaba estar a su lado, algo en ella me hacia sentir mejor conmigo mismo.

Cuando empezó a hablar sobre mi y hacer sus preguntas, me sentí halagado, algo que no ocurria casi nunca pues no frecuentaba la compañía de otras personas de esta manera tan fraternal. -¿Usted piensa que soy atractivo, Sara?, eso me agrada... pues opino lo mismo de usted... es bueno saber que soy correspondido en eso.- Dije mirándola a los ojos por unos momentos fijamente, sintiendo deseos de probar sus labios pero conteniendo mis impulsos. -Yo no soy una persona que frecuente encuentros con otros muy seguido... pero supongo que puede ser que un sujeto como yo despierte algo de interes, despues de todo es cierto lo que dice, tengo miles de historias y anécdotas por contar que otros podrían considerar interesantes.- Agregué mientras volvía a mirar hacia adelante, viendo como el sol se ocultaba por el horizonte, dando anuncio a una noche pronta en venir.

Volví a mirarla, interesado en las cosas que me preguntaba.-Soy Virgo, y si, creo en esas cosas... al principio no lo hacia, pero luego de tantos viajes he podido conocer personas que me han mostrado aspectos de este mundo que jamas hubiera creido posibles. Personas como usted y yo, Sara, manejan todo tipo de artes ocultas que son tan reales y tan efectivas como cualquiera de mis armas. Tantos años de recorrido me han abierto la mente a todo tipo de posibilidades. ¿Y usted, que signo es?... sería interesante saber que tan compatible es conmigo, aunque ya de por si puedo sentir una conexion especial... creo que me gusta estar a su lado. Me atrae...- Confesé, siendo directo y yendo sin pudores a lo que quería decir.

por **Sara Cecereu** Lun Oct 01, 2012 1:30 am

Di un largo y profundo suspiro dejando qué el aroma a humedad y frescura de la laguna, el sol estaba ya a la mitad, parecía esconderse en el espejo de agua, le escuchaba con atención sonriendo ligeramente, era verdad mi madre solía sobreprotegernos aún qué el amor no tenía mucho qué ver en la actualidad, era la utilidad qué pudiéramos tener mi hermana y yo, un marido rico o un viejo bien acomodado nos aseguraría un futuro, especialmente a ella y a mi padre, aún qué en lo personal no estaba segura de qué él sobreviviera un año más siquiera –Espero qué algún día me cuente sobre sus viajes, los lugares qué ha visitado y sobre su natal Londres.- respondí evadiendo un poco el tema, posé mis manos detrás de mi extendiendo los brazos recargándome en ellos, semi recostada sin dejar de ver la puesta del sol, sentía algo extraño, un ligero cosquilleo en mi vientre, un nerviosismo distinto, me sentía cómoda con él más me ponía nerviosa, trataba de qué mis mejillas no se ruborizaran de más, era como si un obscuro deseo comenzara a apoderarse de mi, intentaba concentrarme en otras cosas, me era imposible verle de frente ya qué no quería qué se percatara de mi estado.

Me sorprendió su signo zodiacal, volteé a verlo parpadeando un par de veces –Vaya, interesante.- exprese ampliando mi sonrisa –Yo sé algo de astrología, mancias y… bueno otras cosas condenadas por la sociedad mi maestro me las enseñó. El signo dice mucho de nosotros, soy Piscis, el opuesto al suyo, por el contrario de usted soy un caos, amo el desorden, soy sensible y… un imán para los problemas. Veamos sí mi maestro me ha enseñado bien, Es inteligente, metódico, modesto, meticuloso, practico, um trabajador y confiable, es ordenado, le gusta mucho la higiene, tiende a no ser un hombre de excesos, puede ser conservador y a veces perfeccionista, se puede decir qué es critico y autocritico, a veces duro en sus juicios cuando le han fallado. Detallista, romántico por naturaleza, apasionado y fuerte… en… muchos aspectos de su vida.- expresé volviendo a ver el atardecer. El corazón se me detuvo de golpe y sentí un vuelco en el estomago con sus siguientes palabras, me sorprendió aún más y mi nerviosismo se hizo evidente, sentía una conexión especial quizás tanto como la sentía yo, él como ningún otro y no es qué haya conocido muchos hombres en mi vida, me hacia vibrar y me encendía, me alegró saber qué él sentía lo mismo sin embargo me asustó un poco -Parte del encanto de ser Piscis, ahora entiendo por qué me atrae también.- respondí sin prensarlo…

por **Kenneth Silverstar** Lun Oct 01, 2012 10:55 pm

Sus palabras parecían demostrar un conocimiento amplio sobre el tema de la conversación, era una mujer culta, como lo imaginé desde el primer momento en el cual puse mis ojos sobre ella. Escuché sus palabras, sus comentarios sobre nuestras formas de ser... aunque no quería pensar que una fecha de nacimiento dictaría la forma en la cual mi personalidad estaba conformada, habian unas cuantas cosas que mencionaba que si eran como yo... quizas, despues de todo, el signo si tenía su influencia, su descripción basada en Virgo parecía detallarme casi a la perfección. -Supongo entonces que sabe mas o menos como soy, Sara... lo cual es bueno, facilita el proceso de relacionarnos pues no tiene que ir descubriendo nuevas facetas de mi personalidad.- Dije en una respuesta honesta, a gusto con saber que las cosas eran simples y no habia ninguna incomodidad de por medio entre los dos.

Su confesión me sorprendió y me hizo sentir un calor por dentro... algo que hacia mucho tiempo no sentía. La miré a los ojos buscando su mirada y me fui acercando lentamente a su rostro. Cuando estuvimos a una distancia corta, le dediqué una leve sonrisa y le hablé en un susurro a modo seductor para que pudiera oirme y a la misma vez, le llegara como una leve caricia a los oidos. -Has dicho que soy apasionado y fuerte... y creo que esa parte fue la que te hizo detenerte un poco en tus palabras... a caso, ¿Quieres comprobarlo?, pues la verdad, Sara... me gustas, y si tambien te pasa lo mismo, no quisiera desperdiciar la oportunidad de que ocurra lo que ambos podriamos desear que ocurra.- Dije siendo directo, confesando lo que era ya evidente para los dos. Ninguno de nosotros era lento, sabiamos que habia atracción en el aire y que hacernos los tontos y mirar para otro lado no nos llevaría a aprovechar que estabamos juntos para poder buscar algo especial. Yo no iba a mentirle ni hacerme el santo, como buen cazador, siempre iba tras mi objetivo, y esta vez el objetivo era Sara... me gustaba, mucho a decir verdad, y la deseaba enormemente.

La miré a los ojos fijamente, podía ver su expresion y hasta me veía reflejado en sus hermosos ojos. Era la mujer mas hermosa que habia visto en mi vida, y la tenia ahi en frente mio, de una manera tan tentadora que no podía creer que aun no habia hecho nada salvaje. Siempre fui un amante apasionado y algo impetuoso, pero con Sara quería ser diferente, quería ser gentil y amable, despues de todo ella era toda una dama, y quizas no quisiera lo mismo que yo... hasta no saberlo por sus palabras, no podría hacer el primer movimiento. Pero la verdad era que me moría por besar sus labios... esperaba que ella me respondiera con alguna accion o reaccion que fuera positiva.

por **Sara Cecereu** Sáb Oct 06, 2012 11:21 am

El día estaba terminando, el sol se adentraba en el espejo de la laguna dejando un resplandor rojizo a su paso, las tonalidades eran hermosas, dejaba un ligero calor en el cuerpo, el viento empezaba a soplar grácilmente me siento las hojas de los arboles aledaños, no muy lejos de la laguna se encontraba el bosque por lo cual el aroma a frescura, hierbas, maderas y musgo inundaban los sentidos, me mantuve serena por unos instantes escuchando las palabras de aquel cazador, era curioso pues solía ser una mujer sociable sin embargo nunca me había sentido tan atraída por un hombre, mucho menos por alguien qué apenas conocía, me mordía los labios nerviosa, los humedecía con la lengua por momentos, no estaba segura de qué estaba pasándome pues ese nerviosismo me hacía tener algo de miedo, pero no quería alejarme por el contrario, quería perderme en sus palabras, pasé de reojo la vista por él, su cuerpo, sus ojos, esa mirada transparente qué parecía fiera por momentos, di un profundo suspiro intentando qué no se me notasen los nervios y la ansiedad como a una adolescente. De pronto se acercó un poco más a mi, mi respiración se aceleró lo mismo qué mi corazón, casi podía sentirlo salirse de mi pecho.

Sus palabras llegaron a mi como la brisa, erizando mi piel, pasé saliva lentamente, no podía corresponder a su mirada, sin embargo él tenía razón, deseaba con cada célula del cuerpo poder probarlo, saber qué mis conocimientos de astrología no eran erróneos pero, sobre todo, quería sentirlo en mi, su piel contra la mía, sus brazos aprisionándome, sentir un beso de sus labios. Me aclaré la garganta intentando desviar el tema, más no podía, debía decirle la verdad, había cosas qué nunca podría ocultar y una de ellas era lo qué me hacía sentir, era más qué evidente estaba segura de qué él podía sentirlo. Sus palabras directas me estremecieron, correspondí a su mirada clavando mis ojos a los suyos, apenas podía sonreír, estaba completamente sonrojada –Yo… no no quise decir… o bueno sí… escuche yo… no sé…- no sabía como decírselo, como sincerarme con él –Desperdiciar la oportunidad?, a qué se refiere?.- pregunté algo temerosa. –Yo, deseo qué… ósea sí lo deseo pero… demonios.- expresé sin saber qué más decirle…

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