Smell Like Teen Spirit [Doreen]

Sus brazos estaban alrededor de aquel tronco del árbol, se sostenía con fuerza para no caer, pero también para no generar ningún tipo de movimiento, y así poder pasar desapercibida de ese ser que estaba cerca de la casa de la noche. Cualquier revolucionario sabía que tenían prohibido aproximarse, la guardia de la corona estaría al acecho de cualquier movimiento cercano, tenían que mantenerse al margen, y ella, la que se encontraba arriba de ese frondoso árbol, era una de las más buscadas; su terquedad la llevaba a cometer faltas que no debía, por ejemplo romper ese pacto de seguridad con los suyos y su persona al llegar ahí, la castaña estaba arrepentida, se le notaba por el temor que recorría cada mínima parte de su cuerpo, pero podía sentir ese arrepentimiento y esa culpa todo lo que quisiera, incluso llorar, gritar y patalear si algo salía mal, si la capturaban, y la torturaban, de nada serbia el arrepentimiento y la culpa en esos momentos, lo hecho, hecho estaba no había más. ¿Lo había? En ese instante el tiempo se había detenido, incluso las palpitaciones aceleradas de su corazón decidieron dar un freno, hacer una pausa a las cosas trágicas, dejar que el segundo se volviera una eternidad para disfrutar lo poco de libertad que ahora tenía, porque en ese instante pensaba lo peor, no había más para ella, sólo un próximo desenlace desastroso y tortuoso. Dado que el tiempo no puede ser palpable y controlado, siguió avanzando, y la tragedia estaba por comenzar, así como esos pasos.

La figura se movía de forma elegante, tenía un porte excesivamente gallardo, incluso movimientos que aún con la luz tenue de la luna, provocaban una sensación de sensualidad extraña. La joven frunció el ceño por aquella sensación, y también por no poder descifrar aún el rostro de la persona que se aproximaba, tenía miedo si, pero parte de ella, parte de su naturaleza, la curiosidad era un factor importante para ayudar a regular sus temores, y llevarla un poco más cerca a la tranquilidad, pero no, la noche no era su aliada por más enamorada que estuviera de ella y de la luna, debía entonces de guardar silencio, esconderse entre la oscuridad cómplice, y esperar, sólo quedaba esperar a el siguiente paso. Tomó en cuenta que podía sostenerse con un sólo brazo, y se soltó, llevando la mano hasta sus labios, acallando su respiración, y claro el choque de sus dientes. La ingenuidad del humano la llevaba a tomar esas medidas de "precaución".


- Me lo han dicho muchas veces - La sorpresa de ser descubierta de manera tan rápida, la hizo contestar por inercia, incluso fue evidente el tartamudeo a causa del miedo. - Y también lo he vivido, el peligro - Quizás el miedo también influía en la torpeza de sus preguntas, pero sabía que de no responder quizás podría arrepentirse, llámenlo sexto sentido quizás, pero los humanos tienen un instinto de supervivencia, pocos o muchos pueden hacerle caso, pero sirven cuando la antena se alerta y los quiere sacar del peligro. - ¿Acaso no es peligroso también para usted? Ambos corremos riesgos, no sólo mi persona - De nuevo la ingenuidad hablaba, pero aquello era comprensible, pocos eran los expertos en la materia, quienes podían identificar si estaban o no frente a una criatura de la noche, además la carencia de luz no era una buena amiga en esas situaciones, decidió que el miedo no se vencía de las alturas, que lo mejor era afrontar el principio del final a la misma altura.

- Espéreme por favor - Indicó, con un tono de voz bastante regular, o intentando que pasara desapercibido el mal momento que estaba pasando. Por primera vez en la noche, decidió que debía bajar la vista, ladeo el rostro, achicó los ojos e intentó poder ver un poco más allá - Si mira hacía otro lado, se lo suplico - Pidió de manera tranquila, evitando poder ser vista por otros lados, la castaña era aún bastante pudorosa, apenas y había estado con alguna persona, de hecho, poco se sentía atractiva, o hermosa, o algún adjetivo calificativo positivo y halagador, ella tenía un autoestima no muy elevado, y por eso mismo evitaba que pudieran verla - Sólo será un momento - Volvió a pedir, giró su cuerpo suavemente, y dejó que sus piernas cayeran a las siguientes ramas, sosteniéndose de ellas, y así, poco a poco se fue deslizando, con alguna que otra dificultad, pero buscando la manera de llegar abajo.

- Ouch - Susurró, pues algunas ramas comenzaron a golpear sus brazos, su rostro, y una que otra subía las telas de su vestido, pero por fin, pudo bajar, colocándose a un lado del árbol, escondiendo su figura, limpiando sus manos contra su vestido, y componiendo el mismo, junto con su cabello, para poder verse presentable para el caballero - Buenas noches… Señor - Susurró muy bajito, de ser por ella saldría corriendo - ¿Cómo notó que estaba escondida en ese árbol? ¿Cómo pudo notar las prendas que dejé entre los arbustos? - Ella necesitaba saber, quizás su paranoia estaba jugando con su interior, con su corazón, sus pensamientos y en realidad todo estaría bien, debía confiar un poco en las situaciones, no todo tenía que ser malo ¿O si?

Doreen poseía una especie de inocencia que nadie se había atrevido a romper, o incluso atreviéndose a eso, no lo habían logrado. Ella simplemente creía en la vida, en el mundo, en la gente, y en lo bien que se podía hacer si se sacaba provecho de los rasgos positivos de los demás, y no es que quisiera aprovechar, o no, ella no era de esas personas, simplemente buscaba enseñarle a los desconocidos que ese mundo, su mundo en el que vivían en ese momento aún tenía esperanza, y la esperanza era brillar pese a lo malo que había a su alrededor. Inocente, dulce, y amorosa, incluso llegaba a pecar de ser extremadamente buena en esas maneras, y sin embargo, aunque pasara como alguien ingenua, no se avergonzaba de ser así.

- Incluso la peor de las criaturas es capaz de correr peligro en medio del bosque, eso debería saber lo muy bien - Terminó entonces de acomodar sus ropajes, los estiró y los palmeó buscando que, toda la basura pequeña que se habría podido pegar en la tela se fuera de su vista. Ella no es que fuera una persona superficial, de hecho nunca lo había sido, no poseía por ejemplo grandes riquezas para tener de que presumir, sin embargo, entre su humildad y sus carencias, había aprendido a estar impecable y limpia frente a la gente que comenzaba a conocer. Sabía bien que, carencia no significaba suciedad o claro, malas presentaciones a los demás, aunque a ella no le gustara aceptarlo, la primera impresión si importaba demasiado, aunque claro, el envase fuese distinto a lo que tenía el contenido.

- Le felicito señor mío, me ha descubierto sin esos hábitos, pero recuerde bien que no todo es lo que parece, claro, me gusta servir a los demás, pero no desde el punto de vista que eso - Tomó el pedazo de tela negra con blanco - Lo utilizó buscando un poder para hacer más grande el bien, no para hacer cosas malas, o de mala fe, si la bondad y los buenos actos fueran bien visto no necesitaría la tela, y tampoco necesito que me espante un hombre que se hace llamar el enviado de Dios, menos si el hombre mismo con sus corrupciones lo escoge - Se encoge de hombros con naturalidad, ella era sincera, por completo, y por eso no se arrepentía de cada palabra dada.

- ¿Acaso usted le haría caso a un hombre con más poder y ambiciones que los mismos gobernantes? No le veo pizca de tonto, y yo, aunque temo muchas veces en decir cosas, no lo soy - Sonrió de forma tímida, y luego sus mejillas se tornaron de un color carmín, no estaba acostumbrada a hablar con total libertad con desconocidos, pero de cierta manera le daba alegría que por primera vez pudiera serlo. -La iglesia habla de un Dios, del dolor del hambre, y de la pobreza, pero tiene santuarios repletos de oro en sus paredes ¿Por qué no retirarlos para dar de comer a los necesitados? Por esa razón señor, yo no haría caso a un gobernante de esa manera - Asintió y luego en medio de ese bosque oscuro comenzó a doblar su prenda negra para tenerla entre sus manos en perfecta armonía, y doblez.

- Ahora quisiera saber, si no le molesta claro ¿Por qué tan solo en medio de la noche? Es decir, yo tengo mis motivos, unos muy buenos en realidad, ¿Son acaso iguales? - Suspiró y no pudo evitar sonreír de forma dulce - Quisiera saber, claro, si usted está dispuesto a compartir parte de su privacidad con está, su humilde servidora - Ladeó el rostro un poco, y dio algunos pasos hacía atrás, con aquellos lo único que buscaba era tener una distancia correcta, prudente, y encima pues, su instinto de supervivencia le pedía estar alerta, pero sobre todo alejada de ese hombre, o criatura que tenía frente a ella.