AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
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Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
Pronto había dado con el origen de su preocupación en la fiesta, mas los sucesos habían dificultado su acercamiento a aquel que debía escuchar sus palabras, con quien debía mantener una conversación seria y, por extraño que pareciera, aquel que charlaría con ella, quisiera o no, no era ningún Cannif.
Sobrevoló la enfermería durante horas, incluso días, hasta que el hombre de orejas puntiagudas logró, al fin, sanar sus heridas, recuperarse y ponerse en pie sin ayuda. En diversas ocasiones se había empeñado en alzarse y partir, pero las enfermeras se lo habían impedido por orden de Giuliana que decía que hasta que no se curara, no tenía permiso para salir. Aquello había postergado el encuentro entre el elfo y el alma errante de Nanna, quien debía proteger a los suyos a toda costa. Y la misión de aquel ser, fuera cual fuera, estaba ligada a esa promesa, a esa necesidad imperiosa de cuidar de su familia aunque le costara, de nuevo, la vida o como fuera que se llamara al hecho de que su espíritu aún morara por Midgard.
Cuando al fin le dejaron marchar con la promesa de cuidarse las heridas para que no se infectaran, la morena le siguió aún levitando y de incógnito, como ella lo llamaba, siendo invisible para cualquiera. La mayor ventaja de ser una dsin era esa, el poder elegir quién podía verla, cuando e incluso cómo. Aunque algunos seres, contados y muy especiales, eran capaces de presentirla aunque no supieran su localización exacta. No sabía si los habitantes de Alfheim estaban en aquella categoría, pero si continuaba cerca de él, pronto lo averiguaría.
El hombre no parecía saber de su existencia porque ni siquiera dedicó un segundo a mirar a su alrededor en busca de aquello que no veía. Tal vez no pudiera presentirla o fuera excelente ocultando sus sospechas, esa posibilidad también existía. Por si acaso, Nanna mantuvo una distancia prudencial aunque sin perderle en ningún momento de vista. Abandonaron la zona más concurrida de la ciudadela y se aproximaban a los muros que limitaban Akershus. ¿Pretendía irse de verdad así, sin más? En su estado no tenía muy claro que durara ni dos días con los engendros de Randulf acechando en los alrededores. De todos modos, lo primordial era que se quedaran los dos a solas para poder materializarse y sonsacarle que oscuridad se cernía sobre él, sobre su alma pura y tan clara que de poder, le dañaría los ojos a la fantasma. Las cosas no estaban bien, no encajaba la sombra que pendía sobre su cabeza cuando estaba claro que como elfo él era una criatura que se negaba a aceptar la corrupción.
Sobrevoló la enfermería durante horas, incluso días, hasta que el hombre de orejas puntiagudas logró, al fin, sanar sus heridas, recuperarse y ponerse en pie sin ayuda. En diversas ocasiones se había empeñado en alzarse y partir, pero las enfermeras se lo habían impedido por orden de Giuliana que decía que hasta que no se curara, no tenía permiso para salir. Aquello había postergado el encuentro entre el elfo y el alma errante de Nanna, quien debía proteger a los suyos a toda costa. Y la misión de aquel ser, fuera cual fuera, estaba ligada a esa promesa, a esa necesidad imperiosa de cuidar de su familia aunque le costara, de nuevo, la vida o como fuera que se llamara al hecho de que su espíritu aún morara por Midgard.
Cuando al fin le dejaron marchar con la promesa de cuidarse las heridas para que no se infectaran, la morena le siguió aún levitando y de incógnito, como ella lo llamaba, siendo invisible para cualquiera. La mayor ventaja de ser una dsin era esa, el poder elegir quién podía verla, cuando e incluso cómo. Aunque algunos seres, contados y muy especiales, eran capaces de presentirla aunque no supieran su localización exacta. No sabía si los habitantes de Alfheim estaban en aquella categoría, pero si continuaba cerca de él, pronto lo averiguaría.
El hombre no parecía saber de su existencia porque ni siquiera dedicó un segundo a mirar a su alrededor en busca de aquello que no veía. Tal vez no pudiera presentirla o fuera excelente ocultando sus sospechas, esa posibilidad también existía. Por si acaso, Nanna mantuvo una distancia prudencial aunque sin perderle en ningún momento de vista. Abandonaron la zona más concurrida de la ciudadela y se aproximaban a los muros que limitaban Akershus. ¿Pretendía irse de verdad así, sin más? En su estado no tenía muy claro que durara ni dos días con los engendros de Randulf acechando en los alrededores. De todos modos, lo primordial era que se quedaran los dos a solas para poder materializarse y sonsacarle que oscuridad se cernía sobre él, sobre su alma pura y tan clara que de poder, le dañaría los ojos a la fantasma. Las cosas no estaban bien, no encajaba la sombra que pendía sobre su cabeza cuando estaba claro que como elfo él era una criatura que se negaba a aceptar la corrupción.
Nanna Cannif- Fantasma
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 07/04/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
No podía prolongar mas mi estancia tras esos muros, si algo descubrí en Akershus es que todos teníamos problemas, no importaba si era Midgard, mundo de hombres, o Alfheim, mi mundo. Había mantenido largas charlas con el conde que reinaba tras esos muros, un hombre poco corriente con una particular forma de ver las cosas, su mundo estaba en guerra, también el mío, si no encontraba las piedras este quedaría a merced del mal en su estado puro. Buscaba la mía, desconocía porque el druida atravesó el puente bifrost para llevarme a tierra de hombres, pero algo me decía que no había sido una elección al azar.
Las piedras fueron repartidas a las distintas razas en tiempos inmemoriales, sellando así un vinculo entre los mundos. Dicen que la de los hombres fue dada tras construirse Midgard al morir uno de los gigantes que a las orillas de los mares vivían, así se crearon las montañas, las cascadas con sus lagrimas y después nacieron los primeros hombres. La piedra se entrego al primer guardián al inicio de los tiempos, el poder de esta era el de la tierra, quizás dando con él podría obtener información sobre la propia, algo me decía que aquel que nos la había robado no se detendría en eso, que ansiaría el resto de piedras.
En Hel van a parar los muertos que no merecen acompañar a los dioses en Asgard, es decir, aquellos que han fallecido de viejos o por enfermedad. Está situado bajo Midgard, y su centro lo ocupa la isla Naastrand, sobre la cual se levanta una gran cámara de tortura que espera a aquellos que fueron viles durante su vida. Al lado se construye con las uñas de los muertos el Naiafarer Nalfgar, el drakkar con el que las hordas del mal asaltarán Asgard un día, cuando llegue el Ragnarok, el fin del mundo tal y como lo conocemos, algo me dice que si consiguieran hacerse con las piedras el Ragnarok estaría mas cerca de lo que imaginamos y yo como protector de la elfica no puedo consentirlo.
Apreté los dientes al montar sobre el corcel, Höor alargó mi estancia el tiempo máximo que pudo, peor aun herido mi deber era cumplir con los míos, él mejor que nadie entendía los esfuerzos de mantenerse en pie aun en tiempos de caer rendido.
Esa mañana abandoné Akershus rumbo a encontrarme con mi destino.
Las piedras fueron repartidas a las distintas razas en tiempos inmemoriales, sellando así un vinculo entre los mundos. Dicen que la de los hombres fue dada tras construirse Midgard al morir uno de los gigantes que a las orillas de los mares vivían, así se crearon las montañas, las cascadas con sus lagrimas y después nacieron los primeros hombres. La piedra se entrego al primer guardián al inicio de los tiempos, el poder de esta era el de la tierra, quizás dando con él podría obtener información sobre la propia, algo me decía que aquel que nos la había robado no se detendría en eso, que ansiaría el resto de piedras.
En Hel van a parar los muertos que no merecen acompañar a los dioses en Asgard, es decir, aquellos que han fallecido de viejos o por enfermedad. Está situado bajo Midgard, y su centro lo ocupa la isla Naastrand, sobre la cual se levanta una gran cámara de tortura que espera a aquellos que fueron viles durante su vida. Al lado se construye con las uñas de los muertos el Naiafarer Nalfgar, el drakkar con el que las hordas del mal asaltarán Asgard un día, cuando llegue el Ragnarok, el fin del mundo tal y como lo conocemos, algo me dice que si consiguieran hacerse con las piedras el Ragnarok estaría mas cerca de lo que imaginamos y yo como protector de la elfica no puedo consentirlo.
Apreté los dientes al montar sobre el corcel, Höor alargó mi estancia el tiempo máximo que pudo, peor aun herido mi deber era cumplir con los míos, él mejor que nadie entendía los esfuerzos de mantenerse en pie aun en tiempos de caer rendido.
Esa mañana abandoné Akershus rumbo a encontrarme con mi destino.
Eru- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 09/08/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
Al ver que el elfo se subía al caballo, decidió que lo más adecuado era seguirle aún sin ser vista y esperar a que cruzaran la muralla, perdiéndose en el bosque. Allí se descubriría. Siendo lo que era y viniendo de donde lo hacía, estaba segura que no se asustaría al verla y que comprendería que su intención no era atacarle ni hacerle ningún daño, pues en cuanto se tornara visible, lo haría también su aura, algo que desaparecía cuando ella y reaparecía al mismo tiempo, sino sería imposible ocultarse de los seres sobrenaturales, los brujos y los gitanos.
Notaba la tensión de aquel hombre por cómo sujetaba la crin de su montura y por el modo en que presionaba las rodillas, más fuerte de lo necesario como para no irse de lado. El contorno de la mandíbula estaba muy marcado y sus orejas, puntiagudas, ahora que la capucha había caído por la velocidad del galope, apuntaban ligeramente hacia atrás, acentuando la expresión contrariada de su rostro. -¿Qué te preocupa?- Preguntó en un susurro a penas audible, algo que podría confundirse con el silbido del viento o una alucinación acústica.
Levitó, situándose junto al corcel y se aproximó lo suficiente como para murmurarle algo al oído al animal, que se detuvo de golpe, alzándose y relinchando. El jinete se sujetó con suma rapidez, mostrando así sus grandes reflejos. El alma voló, colocándose frente a ambos y tras descender hasta el suelo, se hizo visible. -He preguntado que qué es lo que te preocupa, viajero de Alfheim.- Inquirió de nuevo, aunque el tono no sonó interrogativo, pero estaba implícito en las palabras que utilizó. Se aproximó de nuevo al semental y le acarició, tranquilizándole ahora que podía verla y sentirla, pues usó parcialmente la corporeidad, únicamente para su mano, de modo que el pobre caballo supiera que ella existía de verdad y no era sólo cosa de su mente.
El elfo la observó con el ceño fruncido, no sabía si estaba enfadado porque le había asustado a la montura, porque no comprendía de dónde salía ella o si sospechaba que sólo intentaba molestarle o dificultarle su, al parecer, sumamente importante tarea. No sabía lo que le acaecía, pero sí que estaba relacionado con el motivo que la había traído de vuelta a Midgard, abandonando antes de su curación completa el limbo. -Por cierto, soy Nanna Cannif.- Consideró oportuno presentarse, extendiendo la diestra de manera educada. Tal vez escuchar el apellido que portaba, calmara un poco al arquero que seguía, por el momento, sin decir absolutamente nada. La dsin ladeó la cabeza en un gesto un tanto infantil. -¿Se te ha comido la lengua el gato?- Sonrió, pero lo hizo sin malicia. El espíritu no deseaba sino ayudar a su familia y estaba segura que aunque la causa de la preocupación tuviera que ver con el elfo, él ansiaba tanto como ella solucionar cualquiera que fuera el problema que se cernía sobre Akershus y, seguramente, los nueves reinos.
Notaba la tensión de aquel hombre por cómo sujetaba la crin de su montura y por el modo en que presionaba las rodillas, más fuerte de lo necesario como para no irse de lado. El contorno de la mandíbula estaba muy marcado y sus orejas, puntiagudas, ahora que la capucha había caído por la velocidad del galope, apuntaban ligeramente hacia atrás, acentuando la expresión contrariada de su rostro. -¿Qué te preocupa?- Preguntó en un susurro a penas audible, algo que podría confundirse con el silbido del viento o una alucinación acústica.
Levitó, situándose junto al corcel y se aproximó lo suficiente como para murmurarle algo al oído al animal, que se detuvo de golpe, alzándose y relinchando. El jinete se sujetó con suma rapidez, mostrando así sus grandes reflejos. El alma voló, colocándose frente a ambos y tras descender hasta el suelo, se hizo visible. -He preguntado que qué es lo que te preocupa, viajero de Alfheim.- Inquirió de nuevo, aunque el tono no sonó interrogativo, pero estaba implícito en las palabras que utilizó. Se aproximó de nuevo al semental y le acarició, tranquilizándole ahora que podía verla y sentirla, pues usó parcialmente la corporeidad, únicamente para su mano, de modo que el pobre caballo supiera que ella existía de verdad y no era sólo cosa de su mente.
El elfo la observó con el ceño fruncido, no sabía si estaba enfadado porque le había asustado a la montura, porque no comprendía de dónde salía ella o si sospechaba que sólo intentaba molestarle o dificultarle su, al parecer, sumamente importante tarea. No sabía lo que le acaecía, pero sí que estaba relacionado con el motivo que la había traído de vuelta a Midgard, abandonando antes de su curación completa el limbo. -Por cierto, soy Nanna Cannif.- Consideró oportuno presentarse, extendiendo la diestra de manera educada. Tal vez escuchar el apellido que portaba, calmara un poco al arquero que seguía, por el momento, sin decir absolutamente nada. La dsin ladeó la cabeza en un gesto un tanto infantil. -¿Se te ha comido la lengua el gato?- Sonrió, pero lo hizo sin malicia. El espíritu no deseaba sino ayudar a su familia y estaba segura que aunque la causa de la preocupación tuviera que ver con el elfo, él ansiaba tanto como ella solucionar cualquiera que fuera el problema que se cernía sobre Akershus y, seguramente, los nueves reinos.
Nanna Cannif- Fantasma
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 07/04/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
En su cuerpo habitaban dos almas, dos almas idénticas porque habían crecido a la par desde el vientre de su madre biológica, de aquella que decidiera abandonarla por considerarla maldita. No le guardaba rencor, los humanos eran débiles, crédulos y se dejaban llevar por tradiciones viejas y estúpidas. Loghe se había criado bajo la tutoría de una chamán muy poderosa, de una mujer que casi podría haber sido su abuela, pero que ejerció de madre, obsequiándole no sólo conocimiento, sino protección y experiencias vitales. Sin embargo, ni siquiera aquella anciana supo encontrar el verdadero potencial de la bruja, localizar el punto concreto en el que se encontraba su fuente máxima de poder. Jamás nadie había conocido a otra persona como la hechicera, seguramente porque éstas habían sido sacrificadas en la infancia o porque, siendo listas, se habían ocultado del resto. ¿Tenía alguien idea de lo que podía implicar que la magia de dos poderosas chamanes se concentrara en un único cuerpo? Además, tiempo después de abandonar su pueblo, descubrió que era capaz de separar a una de esas almas y enviarla a otro recipiente, dominándolo por completo. Podía someter voluntades y no sólo humanas, lo cual era una ridiculez, sino que podía doblegar inmortales, licántropos y cambiantes. El espíritu tomaba posesión del cuerpo y sondeaba la mente tras adormecerla. Sólo podía hacerlo con un ser a la vez, pero seguía siendo un don único e inigualable. Y era aquello en concreto, esos tiempos en los que mandaba a su otra mitad a otro lugar, los que empezaron a marcar la diferencia entre las dos ánimas hasta entonces idénticas.
Y fue así, poseyendo a un demonio, como se enteró de algo que desconocía. Viajando había conocido muchas leyendas, chismorreos, falacias a montones, sin embargo, aquel ser del infierno estaba convencido de la veracidad de lo que surcaba su mente, de la existencia de un portal que separaba mundos, que mantenía alejados a los dioses de los mortales y que había sido segregado en partes y repartidas entre las distintas razas para que las custodiaran. Loghe no las tenía todas consigo, se guardaba ciertas reservas a creer a los seres de la noche, pero no perdía nada por investigar el supuesto hecho y, si descubría su veracidad, tal vez, fuera capaz de sacar algo a cambio.
Llevaba tiempo trabajando por cuenta propia y se había labrado ya un nombre, así como conseguido toda una red de informadores distribuidos por toda África y Europa. Estaba empezando a trabajarse la zona de Asia y ya se dejaba América para más adelante. El océano dificultaba un poco las cosas y ella era muy meticulosa. Prefería tomarse su tiempo y hacer las cosas a la perfección que no andarse con prisas y dejar cabos sueltos. Así pues, puso a trabajar a sus pequeños ratones en busca de rumores para después analizarlos y buscar patrones.
Y fue así, poseyendo a un demonio, como se enteró de algo que desconocía. Viajando había conocido muchas leyendas, chismorreos, falacias a montones, sin embargo, aquel ser del infierno estaba convencido de la veracidad de lo que surcaba su mente, de la existencia de un portal que separaba mundos, que mantenía alejados a los dioses de los mortales y que había sido segregado en partes y repartidas entre las distintas razas para que las custodiaran. Loghe no las tenía todas consigo, se guardaba ciertas reservas a creer a los seres de la noche, pero no perdía nada por investigar el supuesto hecho y, si descubría su veracidad, tal vez, fuera capaz de sacar algo a cambio.
Llevaba tiempo trabajando por cuenta propia y se había labrado ya un nombre, así como conseguido toda una red de informadores distribuidos por toda África y Europa. Estaba empezando a trabajarse la zona de Asia y ya se dejaba América para más adelante. El océano dificultaba un poco las cosas y ella era muy meticulosa. Prefería tomarse su tiempo y hacer las cosas a la perfección que no andarse con prisas y dejar cabos sueltos. Así pues, puso a trabajar a sus pequeños ratones en busca de rumores para después analizarlos y buscar patrones.
Loghe- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 15/08/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
No pude evitar enarcar una ceja cuando una mujer morena apareció levitando frente a mi montura. Si bien era cierto sabia que los nueve mundos estaban plagados de espíritus desconocía la naturaleza del mismo.
-¿Una disir? -pregunté hundiendo mi mirada en sus pozos.
La doncella se presentó como una Cannif, admito que ese apellido me tranquilizo, en la fortificación que dejaba a mis espaldas se habian portado bien conmigo, me dieron cobijo, alimento y la información necesaria para dirigir mi camino.
-¿Eres familia del conde? -pregunté antes incluso de recordar que tenía modales y extender mi mano para coger la ajena -Soy Eru y mi gesto se debe a que no estoy en Midgard de vacaciones, un peligro se cierne sobre los nueve mundos y si no encuentro aquello que busco pronto se desatará una guerra sin igual donde ningún mundo saldrá ileso.
Tormenta eso alcancé a ver en aquella mirada que prometía saber mas de mi de lo que a simple vista aparentaba.
-¿cuanto tiempo llevas observándome? -pregunté ladeando la cabeza.
Quizás en otro hombre hubiera podido resultar una pregunta picara, con un deje de egocentrismo, por contra dicha por mi era sincera, quería saber hasta que punto sabia de mis desventuras.
-El conde me ha dicho que esto esta plagado de aberraciones y que no todos los hombres van a ayudarme, asegura que Midgard es peligroso que se rige por leyes distintas a las mías y que aun vistiendo pieles de cordero muchos son lobos -repetí las palabras de Höor -mas es importante que alcance las montañas de Thormstein, dicen que hay un paso mas o menos seguro, he de encontrar una gruta que me lleve al corazón de la montaña dicen que allí hay unas ancianas capaces de ver mas allá de los ojos que no poseen, necesito encontrar algo y no puedo volver a mi hogar sin encontrarlo.
La chica guardo silencio, creo que barajaba algunas opciones en su cabeza, yo meditaba eso de la lengua.
-¿por que me iba a comer la lengua un gato? -pregunté enarcando una ceja? -sería absurdo soy una pieza demasiado grande para ser cazada por un felino de dimensiones tan pequeñas y la verdad...de lograr encontrar mi cadáver dudo empezara por la lengua.
No entendía el humor de los hombres pero al menos si desperté su risa.
-¿Una disir? -pregunté hundiendo mi mirada en sus pozos.
La doncella se presentó como una Cannif, admito que ese apellido me tranquilizo, en la fortificación que dejaba a mis espaldas se habian portado bien conmigo, me dieron cobijo, alimento y la información necesaria para dirigir mi camino.
-¿Eres familia del conde? -pregunté antes incluso de recordar que tenía modales y extender mi mano para coger la ajena -Soy Eru y mi gesto se debe a que no estoy en Midgard de vacaciones, un peligro se cierne sobre los nueve mundos y si no encuentro aquello que busco pronto se desatará una guerra sin igual donde ningún mundo saldrá ileso.
Tormenta eso alcancé a ver en aquella mirada que prometía saber mas de mi de lo que a simple vista aparentaba.
-¿cuanto tiempo llevas observándome? -pregunté ladeando la cabeza.
Quizás en otro hombre hubiera podido resultar una pregunta picara, con un deje de egocentrismo, por contra dicha por mi era sincera, quería saber hasta que punto sabia de mis desventuras.
-El conde me ha dicho que esto esta plagado de aberraciones y que no todos los hombres van a ayudarme, asegura que Midgard es peligroso que se rige por leyes distintas a las mías y que aun vistiendo pieles de cordero muchos son lobos -repetí las palabras de Höor -mas es importante que alcance las montañas de Thormstein, dicen que hay un paso mas o menos seguro, he de encontrar una gruta que me lleve al corazón de la montaña dicen que allí hay unas ancianas capaces de ver mas allá de los ojos que no poseen, necesito encontrar algo y no puedo volver a mi hogar sin encontrarlo.
La chica guardo silencio, creo que barajaba algunas opciones en su cabeza, yo meditaba eso de la lengua.
-¿por que me iba a comer la lengua un gato? -pregunté enarcando una ceja? -sería absurdo soy una pieza demasiado grande para ser cazada por un felino de dimensiones tan pequeñas y la verdad...de lograr encontrar mi cadáver dudo empezara por la lengua.
No entendía el humor de los hombres pero al menos si desperté su risa.
Eru- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/08/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
La aldea de Ungbata se encontraba en una zona poco accesible del África nororiental. Los habitantes del poblado eran muy creyentes y las raíces de su cultura se remontaban siglos atrás, a los inicios de la historia del hombre actual. Su religión, plagada de dioses benévolos y maliciosos, tenía particularidades complejas de explicar, especialmente para una sociedad como la europea. Sin embargo, un dato concreto es el que da inicio a esta historia, pues según los ungbateños, todo ser vivo tiene alma desde el mismo instante de su concepción, mucho tiempo antes del nacimiento. ¿Qué ocurre cuando hay dos fetos en un vientre y uno no termina de desarrollarse? El bebé que crece absorbe a su compañero y con ello, engulle su espíritu.
La bruja regresó la plumilla al tintero cuando escuchó que llamaban a la puerta. Uno de sus esbirros había llegado y portaba noticias. Podía escuchar el acelerado bombeo de su corazón al otro lado de la pared. Incluso el leve castañeteo de sus dientes. Loghe era una bruja hermosa, pero temida por todos aquellos que conocían de lo que era capaz. No era mala por naturaleza, sino que se había hecho a sí misma. Vivía para sí y no para los demás. Se levantó y dirigió sus pasos, no hacia la entrada, sino a una butaca que había a un lado de la estancia, frente a la chimenea que permanecía prendida con llamas danzantes que caldeaban la habitación. -Adelante.- Invitó a pasar al secuaz que aguardaba fuera y éste hizo chirriar las bisagras de la puerta al abrir y entrar, cerrando tras de sí. Estaba atrapado y lo sabía. Mas no se hubiese arriesgado si no trajera buena información consigo. -Y bien, ¿qué tienes para mí?- Inquirió la morena cuyos ojos eran como dos noches de tormenta. Hizo un gesto con la mano y una copa llena hasta casi la mitad de bourbon, cruzó la estancia flotando hasta posarse en su palma con suma delicadeza. Le dio un leve giro, agitando el contenido con suavidad y bebió con calma, aguardando a las noticias que le iban a ser entregadas.
Los dedos del sujeto tamborileaban sobre el ala de su sombrero, el cual sujetaba con ambas manos, a la altura del pecho con los brazos encogidos. Olía a miedo. La hechicera sonrió contra el cristal antes de hacer bajar de nuevo la copa. -No tengo toda la tarde, Emile Flavois.- Pronunció el nombre completo del hombre con lentitud, marcando cada sílaba. Lo hizo expresamente, sabiendo que al contrario se le congelaría, momentáneamente, la espina dorsal. Loghe no necesitaba la mirada para intimar, cualquier gesto suyo era capaz de helar la sangre si así se lo proponía. Podía no verse amenazante por su menudo tamaño o la fragilidad que simulaba dada su ceguera, mas era peligrosa como la más venenosa de las serpientes y aquel mero mortal, allí presente, lo sabía.
La bruja regresó la plumilla al tintero cuando escuchó que llamaban a la puerta. Uno de sus esbirros había llegado y portaba noticias. Podía escuchar el acelerado bombeo de su corazón al otro lado de la pared. Incluso el leve castañeteo de sus dientes. Loghe era una bruja hermosa, pero temida por todos aquellos que conocían de lo que era capaz. No era mala por naturaleza, sino que se había hecho a sí misma. Vivía para sí y no para los demás. Se levantó y dirigió sus pasos, no hacia la entrada, sino a una butaca que había a un lado de la estancia, frente a la chimenea que permanecía prendida con llamas danzantes que caldeaban la habitación. -Adelante.- Invitó a pasar al secuaz que aguardaba fuera y éste hizo chirriar las bisagras de la puerta al abrir y entrar, cerrando tras de sí. Estaba atrapado y lo sabía. Mas no se hubiese arriesgado si no trajera buena información consigo. -Y bien, ¿qué tienes para mí?- Inquirió la morena cuyos ojos eran como dos noches de tormenta. Hizo un gesto con la mano y una copa llena hasta casi la mitad de bourbon, cruzó la estancia flotando hasta posarse en su palma con suma delicadeza. Le dio un leve giro, agitando el contenido con suavidad y bebió con calma, aguardando a las noticias que le iban a ser entregadas.
Los dedos del sujeto tamborileaban sobre el ala de su sombrero, el cual sujetaba con ambas manos, a la altura del pecho con los brazos encogidos. Olía a miedo. La hechicera sonrió contra el cristal antes de hacer bajar de nuevo la copa. -No tengo toda la tarde, Emile Flavois.- Pronunció el nombre completo del hombre con lentitud, marcando cada sílaba. Lo hizo expresamente, sabiendo que al contrario se le congelaría, momentáneamente, la espina dorsal. Loghe no necesitaba la mirada para intimar, cualquier gesto suyo era capaz de helar la sangre si así se lo proponía. Podía no verse amenazante por su menudo tamaño o la fragilidad que simulaba dada su ceguera, mas era peligrosa como la más venenosa de las serpientes y aquel mero mortal, allí presente, lo sabía.
Loghe- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 15/08/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
De nuevo ocurría, igual que había llegado, se esfumaba. Nanna se desvanecía sin poder hacer nada al respecto, frente a la incrédula mirada del elfo que aún le hablaba sobre lo grande que se veía como para ser la mera presa de un gato. Seguramente pensó que era un juego más, que tal y como había aparecido frente a él, por sorpresa, ahora bromeaba y hacía ver que se iba. Mas no era ninguna artimaña, la dsin era reclamada desde el más allá, nunca nadie sabría si regresaba al limbo para ser una prisionera del tiempo o si se le habría garantizado el acceso al Valhalla, aquello que se le había arrebatado hacía tanto. Sólo quienes murieran y fueran guiados por las valquirias, sabrían del paradero del espíritu de aquella joven Cannif, pero hasta entonces… sería un misterio.
Ahora que la espada estaba ya en manos de Höor Cannif y que este había llegado sano y salvo a Akershus, la elfa se había quedado allí un tiempo para terminar de saldar su deuda con aquel que la había salvado. Pasaron varias semanas y antes de que pudiera darse cuenta, debía partir de la ciudadela. El conde insistía en que se quedara, que era allí bienvenida, pero ella sabía que vendrían a buscarla tarde o temprano y que consigo llegarían las consecuencias. Su castigo no había sido tan grave como los que la habían desterrado creían y pronto lo sabrían. En Alfheim fingían que todo era perfecto, pero la morena sabía que aquello no era cierto. Conocía las cosas que se ocultaban bajo el apretado entretejido de oro y seda.
Justo cuando andaba preparando su partida para el día siguiente, en la noche de la celebración de la cosecha, ocurrió lo que más se temía y llegó a la fortaleza un elfo. Sin embargo, por lo que pudo escuchar entre los cuchicheos de aquellos que ayudar a atender los heridos, su propósito era uno muy distinto al de darle caza a ella. Eso llamó el interés de la joven y pospuso su marcha hasta averiguar con mayor detalle lo que sucedía.
Temiendo ofender a sus amigos si creaba mal ambiente dentro de la ciudad, decidió que lo más apropiado sería plantar cara al sujeto cuando éste emprendiera camino en busca de una supuesta piedra. Así pues, pasaron un par de semanas más hasta que eso sucedió y con un petate al hombro y todo el sigilo del que era capaz, lo que significaba mucho, salió sin despedirse por no levantar sospechas, dejando una nota sobre la cama de la habitación que le había servido de hogar durante su estancia.
Estando ya en el bosque fue testigo de la aparición de un espíritu frente al viajero de Alfheim y eso hizo que postergara el que ella se mostrara. Viéndolo de más cerca, pues en Akershus no se había atrevido a aproximarse por si era descubierta, se percató de que ella le conocía de habérselo cruzado en diversas ocasiones allí en su mundo. Nunca se habían presentado pues sus rangos eran muy dispares y no tenían relación alguna, pero él era un elfo importante, un guardián de alto cargo. ¿Qué hacía en Midgard?
***
Ahora que la espada estaba ya en manos de Höor Cannif y que este había llegado sano y salvo a Akershus, la elfa se había quedado allí un tiempo para terminar de saldar su deuda con aquel que la había salvado. Pasaron varias semanas y antes de que pudiera darse cuenta, debía partir de la ciudadela. El conde insistía en que se quedara, que era allí bienvenida, pero ella sabía que vendrían a buscarla tarde o temprano y que consigo llegarían las consecuencias. Su castigo no había sido tan grave como los que la habían desterrado creían y pronto lo sabrían. En Alfheim fingían que todo era perfecto, pero la morena sabía que aquello no era cierto. Conocía las cosas que se ocultaban bajo el apretado entretejido de oro y seda.
Justo cuando andaba preparando su partida para el día siguiente, en la noche de la celebración de la cosecha, ocurrió lo que más se temía y llegó a la fortaleza un elfo. Sin embargo, por lo que pudo escuchar entre los cuchicheos de aquellos que ayudar a atender los heridos, su propósito era uno muy distinto al de darle caza a ella. Eso llamó el interés de la joven y pospuso su marcha hasta averiguar con mayor detalle lo que sucedía.
Temiendo ofender a sus amigos si creaba mal ambiente dentro de la ciudad, decidió que lo más apropiado sería plantar cara al sujeto cuando éste emprendiera camino en busca de una supuesta piedra. Así pues, pasaron un par de semanas más hasta que eso sucedió y con un petate al hombro y todo el sigilo del que era capaz, lo que significaba mucho, salió sin despedirse por no levantar sospechas, dejando una nota sobre la cama de la habitación que le había servido de hogar durante su estancia.
Estando ya en el bosque fue testigo de la aparición de un espíritu frente al viajero de Alfheim y eso hizo que postergara el que ella se mostrara. Viéndolo de más cerca, pues en Akershus no se había atrevido a aproximarse por si era descubierta, se percató de que ella le conocía de habérselo cruzado en diversas ocasiones allí en su mundo. Nunca se habían presentado pues sus rangos eran muy dispares y no tenían relación alguna, pero él era un elfo importante, un guardián de alto cargo. ¿Qué hacía en Midgard?
Alea- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/04/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
La espíritu había decidido mostrarme lo peligroso que Midgard podía ser para mi, un elfo de luz, pero yo tenia la obligación de proteger esa piedra, así que la buscaría hasta en los confines de la tierra aunque jamas volviera a mi reino, con los míos.
-Agradezco tu oferta, pero he de partir, no tengo tiempo que perder.
No estaba recuperado, pero eso no importaba, mi mundo estaba en peligro y los pilares del fresno se tambaleaban ahora mismo.
El sonido de una rama me puso alerta, si bien iba a emprender camino tire de las riendas forzando al animal a detenerse en ese momento.
-¿Quien va? -pregunté alzando el mentón mientras mi mano sobrevolaba la distancia que quedaba hasta el pomo de la espada.
Una joven de cabellos rojizos salió de detrás de unas hierbas altas, no tarde en identificarla como uno de los míos, deslicé mis ojos hasta sus puntiagudas orejas ¿quien era ella y lo mas importante que hacia en Midgard?
-¿quien eres? -pregunté tratando de comprender porque estaba espiándome -¿por que me sigues?
La chica agacho la cabeza sumisa, pues mi rango era superior al de ella, supongo que por mi armadura era consciente que era uno de los protectores de la piedra otorgada a los elfos en tiempos de dioses.
-¿que quieres de mi? -pregunté sin terminar de confiar de sus intenciones.
Desde arriba me centre en aquellos ojos que ahora elevados se perdían en los míos, ladeé la cabeza ligeramente.
-¿te han expulsado cierto? -pregunté consciente de que o un destierro o una misión importante ala debía haber triado a tierras lejanas.
-Agradezco tu oferta, pero he de partir, no tengo tiempo que perder.
No estaba recuperado, pero eso no importaba, mi mundo estaba en peligro y los pilares del fresno se tambaleaban ahora mismo.
El sonido de una rama me puso alerta, si bien iba a emprender camino tire de las riendas forzando al animal a detenerse en ese momento.
-¿Quien va? -pregunté alzando el mentón mientras mi mano sobrevolaba la distancia que quedaba hasta el pomo de la espada.
Una joven de cabellos rojizos salió de detrás de unas hierbas altas, no tarde en identificarla como uno de los míos, deslicé mis ojos hasta sus puntiagudas orejas ¿quien era ella y lo mas importante que hacia en Midgard?
-¿quien eres? -pregunté tratando de comprender porque estaba espiándome -¿por que me sigues?
La chica agacho la cabeza sumisa, pues mi rango era superior al de ella, supongo que por mi armadura era consciente que era uno de los protectores de la piedra otorgada a los elfos en tiempos de dioses.
-¿que quieres de mi? -pregunté sin terminar de confiar de sus intenciones.
Desde arriba me centre en aquellos ojos que ahora elevados se perdían en los míos, ladeé la cabeza ligeramente.
-¿te han expulsado cierto? -pregunté consciente de que o un destierro o una misión importante ala debía haber triado a tierras lejanas.
Eru- Hechicero Clase Alta
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Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
En cuanto el camino quedó despejado y el espíritu se fue por donde había venido, Alea salió de detrás de aquellos matojos que le habían servido de camuflaje y, al mismo tiempo, como escudo. Se irguió y caminó directamente hacia el hombre a caballo. Su espalda estaba recta, pero su cabeza ligeramente gacha en signo de respeto. Aunque ya no estuvieran en su mundo, sólo llevaba días en Midgard y las costumbres de toda una vida no se olvidaban como si nada.
Se detuvo justo frente a la montura y dejó que fuera él quien se le dirigiera primero, de nuevo siguiendo con los habituales protocolos de Alfheim. Que el elfo no supiera quién era ella era una buena señal, puesto que significaba que no estaba allí para apresarla y castigarla como se había temido en algún momento. Elevó lentamente el mentón hasta que sus dos azules se encontraron con los verdes del caballero. -Mi nombre es Alea y sí, fui desterrada de nuestro mundo.- No lo llamó hogar, porque ella nunca lo había considerado como tal, sino más bien como una prisión, una limitación de libertad. -Os seguí porque tenía curiosidad. Sois el primer elfo que veo y, sinceramente, no creí encontrar ninguno, menos aún en una fortificación como Akershus.- Los de su raza eran propensos a la paz y rehuían los lugares conflictivos como si fueran una enfermedad, así que cruzarse con uno en el lugar más problemático de la Tierra, era curioso e inesperado como poco.
Estiró el brazo en dirección al animal y dejó que éste rozara el dorso de su mano con el hocico, oliéndola. Intentaba que la conociera un poco y confiara, pidiéndole permiso de esa manera para acercarse un poco más por el costado. En cuanto el caballo se mostró amistoso, la morena empezó a acariciarle la cabeza, subiendo con los dedos por su frente, bajo el tupido y bien cepillado flequillo que ocultaba una pequeña estrella blanca en contraste con el resto del pelaje pardo que cubría el cuerpo del animal. -¿Qué os trae a vos a este lugar? ¿Necesitáis compañía?- Hizo una pausa y alzó de nuevo el rostro hasta que las miradas de ambos se cruzaron. -Mejor dicho, ¿os importa si viajo con vos? No quiero seguir siendo una molestia para el conde y su pueblo, pero tampoco tengo a dónde ir.- Era sincera, siempre. Algo que corría por sus venas y que, a pesar de todo, la hacía sentir bien y no incómoda como la mayoría de adoctrinamientos recibidos en Alfheim en la tierna infancia.
Se detuvo justo frente a la montura y dejó que fuera él quien se le dirigiera primero, de nuevo siguiendo con los habituales protocolos de Alfheim. Que el elfo no supiera quién era ella era una buena señal, puesto que significaba que no estaba allí para apresarla y castigarla como se había temido en algún momento. Elevó lentamente el mentón hasta que sus dos azules se encontraron con los verdes del caballero. -Mi nombre es Alea y sí, fui desterrada de nuestro mundo.- No lo llamó hogar, porque ella nunca lo había considerado como tal, sino más bien como una prisión, una limitación de libertad. -Os seguí porque tenía curiosidad. Sois el primer elfo que veo y, sinceramente, no creí encontrar ninguno, menos aún en una fortificación como Akershus.- Los de su raza eran propensos a la paz y rehuían los lugares conflictivos como si fueran una enfermedad, así que cruzarse con uno en el lugar más problemático de la Tierra, era curioso e inesperado como poco.
Estiró el brazo en dirección al animal y dejó que éste rozara el dorso de su mano con el hocico, oliéndola. Intentaba que la conociera un poco y confiara, pidiéndole permiso de esa manera para acercarse un poco más por el costado. En cuanto el caballo se mostró amistoso, la morena empezó a acariciarle la cabeza, subiendo con los dedos por su frente, bajo el tupido y bien cepillado flequillo que ocultaba una pequeña estrella blanca en contraste con el resto del pelaje pardo que cubría el cuerpo del animal. -¿Qué os trae a vos a este lugar? ¿Necesitáis compañía?- Hizo una pausa y alzó de nuevo el rostro hasta que las miradas de ambos se cruzaron. -Mejor dicho, ¿os importa si viajo con vos? No quiero seguir siendo una molestia para el conde y su pueblo, pero tampoco tengo a dónde ir.- Era sincera, siempre. Algo que corría por sus venas y que, a pesar de todo, la hacía sentir bien y no incómoda como la mayoría de adoctrinamientos recibidos en Alfheim en la tierna infancia.
Alea- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/04/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
El hombre se acercó más, con miedo, jugando con el sombrero entre los dedos, haciéndolo girar hacia un lado y luego hacia el otro con nerviosismo, igual que si manejara un timón intentando conducir un barco en mitad de una tempestad imposible. El simple acto resultaba risible, además de inútil. La hechicera permanecía sentada, pero se le notaba la falta de paciencia en la rigidez del rostro y el modo en que las venas de sus manos se marcaban en el dorso, subiendo por las muñecas y hasta los codos. -Ya basta de silencio. ¡Escupe!- Exigió, alzándose de repente, de tal modo que el pequeño mortal dio un brinco hacia atrás como el mero ratón que era frente al gran león negro de ojos nebulosos. -Di-disculpe, mi señora… Le trai… le traigo noticias sobre la piedra. Un pirata dice haber-berla encontrado enganchada en un arrecife. Quiere venderla pe-pero…- Se hizo el silencio, al menos en voz, porque Loghe pudo escuchar perfectamente la dificultad que tuvo Emile para tragar saliva. Sabía que lo que diría a continuación no sería del agrado de la bruja y temía que lo pagara con su propia vida, aunque él únicamente fuera el mensajero.
La hechicera giró, enfrentando su mirada ciega, aunque pesada y amedrentadora, a la del mísero roedor que tenía delante. -Prosigue.- Demandó, haciendo un gesto con dos dedos para que soltara la lengua y continuara hablando. -Pero el precio que pi-pide es… elevado. Y dice que… bueno, que… debe ir usted en per-persona.- De nuevo el asqueroso sonido de aquella nuez subiendo y bajando para dejar pasar la saliva de la boca hacia la laringe. La chamán quedó quieta durante un largo minuto, tiempo más que suficiente como para que el hombre allí presente casi se orinara encima. -Está bien.- Contestó la hechicera y, aunque el peligro había pasado, tal vez por el susto hasta el momento o por relajarse demasiado, el pantalón del esbirro empezó a mojarse y el olor a esparcirse por la estancia. Los desarrollados sentidos de la bruja hicieron que ésta arrugara la nariz. -Lárgate y más te vale no dejar restos tuyos en mi despacho.- El hombrecillo se fue corriendo, agarrándose los bajos y dejó a solas a la morena, cuya sonrisa asomó entonces a los labios.
La hechicera giró, enfrentando su mirada ciega, aunque pesada y amedrentadora, a la del mísero roedor que tenía delante. -Prosigue.- Demandó, haciendo un gesto con dos dedos para que soltara la lengua y continuara hablando. -Pero el precio que pi-pide es… elevado. Y dice que… bueno, que… debe ir usted en per-persona.- De nuevo el asqueroso sonido de aquella nuez subiendo y bajando para dejar pasar la saliva de la boca hacia la laringe. La chamán quedó quieta durante un largo minuto, tiempo más que suficiente como para que el hombre allí presente casi se orinara encima. -Está bien.- Contestó la hechicera y, aunque el peligro había pasado, tal vez por el susto hasta el momento o por relajarse demasiado, el pantalón del esbirro empezó a mojarse y el olor a esparcirse por la estancia. Los desarrollados sentidos de la bruja hicieron que ésta arrugara la nariz. -Lárgate y más te vale no dejar restos tuyos en mi despacho.- El hombrecillo se fue corriendo, agarrándose los bajos y dejó a solas a la morena, cuya sonrisa asomó entonces a los labios.
Loghe- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 15/08/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
La joven elfa confesó haber sido desterrada lo que me llevó a hundir en su mirada mis pardos, conocía bien los motivos por los que se nos obligaba a desterrar a alguien, siempre estaba sustentado por haber perdido el honor y los motivos podían ser varios ¿cuales serían los de aquella mujer?
Su diestra se deslizaba por la cabeza del caballo acariciando su hocico, de forma amistosa. Elevó su mirada para pedirme venir conmigo, supongo que porque era la única cara no extraña en un mundo de hombres, Midgard era peligroso, complicado...lleno de maldad y quizás a mi lado pudiera encontrar la redención.
Medité la respuesta, mi camino no estaba exento de peligros, pero los nueve mundos corrían un gran peligro si no encontraba la piedra que custodiaba desde que era un niño.
Dejé escapar el aire antes de extender mi mano en su dirección.
-Que los dioses nos acompañen -susurré cuando su piel apretó la miá y de un tirón la elevé hasta que se subió tras de mi a la grupa de mi montura.
El viaje comenzaba, teníamos que ser rápidos, cuanto mas tiempo permaneciera lejos de la piedra iría perdiendo la conexión con la misma, su poder menguaría y esta se corrompería.
-Las montañas, tenemos que ir a las montañas, según el conde allí hay unas mujeres que ven el futuro, algo así como “videntes” no lo tejen como las nornas, peor tienen algún tipo de poder.
En nuestro mundo la mayoría de los poderes nos los proporcionaba la naturaleza, eran los druidas los que en contacto con la misma eran capaces de poseer la magia, aquí al parecer reinaban otras fuerzas oscuras..
Pasó cerca de una semana atravesando pequeñas ciudades humanas, antes de poder llegar a la ciudad de Palin, donde según Höor podríamos abastecernos de lo necesario para el viaje. La ciudad estaba fortificada, por un muro de piedra que calculo mediría unos treinta pies, y en la zona frontal dos torretas con dos arqueros en cada una, entre ellas, la puerta de entrada. Sobre ésta y en forma de arco de medio punto, un cartel de madera con el nombre de la ciudad en lengua común. Palin era un lugar de amplio tránsito, no paraban de llegar viajeros de todas las razas y lugares. Unos soldados de plateada armadura, custodiaban las puertas de madera maciza que se encontraban abiertas.
Tal y como nos acercamos, me fijé en los dos guardias, no parecían excesivamente atentos al paso de los viajeros, ni a las armas que portábamos, llevaban armaduras completas de color plata, con sendos leones dorados en el pecho.
En el interior, un fuerte aroma a especias, a pan recién horneado y a fruta fresca inundó mis sentidos. Había puestecitos donde se vendían todo tipo de cosas, la ciudad estaba abarrotada.
–Yo iría primero que nada a la posada a coger habitación para la noche, con la cantidad de viajeros que están de paso, aquí es complicado tener camastros libres –dije mirando mirando a la elfa.
Ésta asintió, así que nos dirigimos al centro de la ciudad, donde según unos viajeros nos habían informado se encontraba la posada.
Al llegar frente a ella, la esperanza de disponer de una habitación se iba esfumando, una gran cantidad de viajeros atravesaban sus puertas por delante de nosotros.
La posada era un edificio de madera bastante grande, a su alrededor había una gran cantidad de actividad comercial, parecía una de las edificaciones más importantes de la ciudad.
Constaba de dos pisos, en la parte baja una gran puerta de madera abierta en el centro, y rodeada de dos grandes portones de madera, por donde entraba gran cantidad de luz. El piso de arriba parecía estar lleno de habitaciones, por la cantidad de pequeños ventanales que presentaba.
Encaminamos nuestros pasos hacia el interior, allí vimos muchas mesas muy bien alineadas, que aprovechaban al máximo el espacio de la sala, la mayoría ocupadas, por gran cantidad de viajeros de todo tipo. En la parte frontal había una barra, por donde se sacaban las bebidas y comidas, tras ella, una mujer de mediana edad con el pelo castaño, su cuerpo era rechoncho y su cara le daba un aspecto agradable. Junto a ella, había un hombre de más o menos la misma edad, su pelo negro contrastaba con una clara tez, su rostro marcaba gran cantidad de arrugas, parecía estar curtido por el tiempo. Nos dirigimos hacia ellos con rapidez.
–Bueno días –dije, después de esperar una larga cola –buscamos alojamiento para pasar la noche.
Su diestra se deslizaba por la cabeza del caballo acariciando su hocico, de forma amistosa. Elevó su mirada para pedirme venir conmigo, supongo que porque era la única cara no extraña en un mundo de hombres, Midgard era peligroso, complicado...lleno de maldad y quizás a mi lado pudiera encontrar la redención.
Medité la respuesta, mi camino no estaba exento de peligros, pero los nueve mundos corrían un gran peligro si no encontraba la piedra que custodiaba desde que era un niño.
Dejé escapar el aire antes de extender mi mano en su dirección.
-Que los dioses nos acompañen -susurré cuando su piel apretó la miá y de un tirón la elevé hasta que se subió tras de mi a la grupa de mi montura.
El viaje comenzaba, teníamos que ser rápidos, cuanto mas tiempo permaneciera lejos de la piedra iría perdiendo la conexión con la misma, su poder menguaría y esta se corrompería.
-Las montañas, tenemos que ir a las montañas, según el conde allí hay unas mujeres que ven el futuro, algo así como “videntes” no lo tejen como las nornas, peor tienen algún tipo de poder.
En nuestro mundo la mayoría de los poderes nos los proporcionaba la naturaleza, eran los druidas los que en contacto con la misma eran capaces de poseer la magia, aquí al parecer reinaban otras fuerzas oscuras..
Pasó cerca de una semana atravesando pequeñas ciudades humanas, antes de poder llegar a la ciudad de Palin, donde según Höor podríamos abastecernos de lo necesario para el viaje. La ciudad estaba fortificada, por un muro de piedra que calculo mediría unos treinta pies, y en la zona frontal dos torretas con dos arqueros en cada una, entre ellas, la puerta de entrada. Sobre ésta y en forma de arco de medio punto, un cartel de madera con el nombre de la ciudad en lengua común. Palin era un lugar de amplio tránsito, no paraban de llegar viajeros de todas las razas y lugares. Unos soldados de plateada armadura, custodiaban las puertas de madera maciza que se encontraban abiertas.
Tal y como nos acercamos, me fijé en los dos guardias, no parecían excesivamente atentos al paso de los viajeros, ni a las armas que portábamos, llevaban armaduras completas de color plata, con sendos leones dorados en el pecho.
En el interior, un fuerte aroma a especias, a pan recién horneado y a fruta fresca inundó mis sentidos. Había puestecitos donde se vendían todo tipo de cosas, la ciudad estaba abarrotada.
–Yo iría primero que nada a la posada a coger habitación para la noche, con la cantidad de viajeros que están de paso, aquí es complicado tener camastros libres –dije mirando mirando a la elfa.
Ésta asintió, así que nos dirigimos al centro de la ciudad, donde según unos viajeros nos habían informado se encontraba la posada.
Al llegar frente a ella, la esperanza de disponer de una habitación se iba esfumando, una gran cantidad de viajeros atravesaban sus puertas por delante de nosotros.
La posada era un edificio de madera bastante grande, a su alrededor había una gran cantidad de actividad comercial, parecía una de las edificaciones más importantes de la ciudad.
Constaba de dos pisos, en la parte baja una gran puerta de madera abierta en el centro, y rodeada de dos grandes portones de madera, por donde entraba gran cantidad de luz. El piso de arriba parecía estar lleno de habitaciones, por la cantidad de pequeños ventanales que presentaba.
Encaminamos nuestros pasos hacia el interior, allí vimos muchas mesas muy bien alineadas, que aprovechaban al máximo el espacio de la sala, la mayoría ocupadas, por gran cantidad de viajeros de todo tipo. En la parte frontal había una barra, por donde se sacaban las bebidas y comidas, tras ella, una mujer de mediana edad con el pelo castaño, su cuerpo era rechoncho y su cara le daba un aspecto agradable. Junto a ella, había un hombre de más o menos la misma edad, su pelo negro contrastaba con una clara tez, su rostro marcaba gran cantidad de arrugas, parecía estar curtido por el tiempo. Nos dirigimos hacia ellos con rapidez.
–Bueno días –dije, después de esperar una larga cola –buscamos alojamiento para pasar la noche.
Eru- Hechicero Clase Alta
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Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
El soldado de Alfheim accedió a que Alea le acompañara en su viaje sin hacer a penas preguntas. La podría haber interrogado sobre cuál era el motivo de su destierro o querer saber cuánto tiempo hacía que vagaba por Midgard. Sin embargo, no lo hizo. Fue educado y respetuoso con el silencio de la elfa. Así pues, emprendieron un viaje que duró casi una semana. Una semana de mucho silencio, porque su raza no era dada a hablar sin motivo, para nada. Los humanos eran muy charlatanes y la fuerza se les iba por la boca, pero ellos no, ellos valoraban la sabiduría y eran consciente de que una mirada o un gesto valía más que mil palabras.
Según Eru, el conde de Akershus le había dicho que lo mejor era dirigirse a Palin, porque allí había unas videntes especiales, unas que tenían vínculos con seres superiores y que eran capaces de localizar objetos divinos, aquellos que prácticamente pasaban desapercibidos para cualquiera, pues su propio poder les permitía ser invisibles en la magia que irradiaban, haciéndose pasar casi por mundanos enseres que pudiera tener cualquiera. Esa era su manera de protegerse.
Una vez cruzadas las murallas de la ciudad, desmontaron y se acercaron a la posada. La elfa arrugó la frente al ver a tanta gente allí haciendo cola. -¿Todos vienen a hospedarse?- Inquirió la morena, girando a mirar a su acompañante. -Espera, iré a preguntar.- Apresuró sus pasos hasta el final de aquella larga fila y tras dar un suave toque en el hombro a un viajero que aguardaba impaciente su turno, le dedicó una sonrisa cuando éste se giró para saber qué era lo que quería. -Disculpe, caballero, ¿están todos esperando para pedir habitación?- El grandullón se echó a reír, negando y le dio un codazo a su compañero. -¡La chavalita quiere saber que por qué hacemos cola!- Esta vez el segundo se unió a las carcajadas, lo que confundió aún más a la elfa, cuya nariz se arrugó al notar que se burlaban de ella. -¡Hoy es noche de baile!- Añadió el segundo hombretón y la joven de orejas picudas ladeó la cabeza. Se rascó la nuca, sin entender porque algo como aquello formaría tales colas y regresó junto al guardián para explicarle lo que le habían comentado.
-Dicen que esperan para entrar a bailar, o eso he entendido… Así que deberíamos poder entrar si lo que nos interesa a nosotros es reservar estancia.- Se encogió de hombros, porque seguía sin comprender nada. A Alea no se le pasaba por la cabeza que lo de bailar era una mera excusa de los hombres para arrimarse a las mujeres y que, además, eso implicaba que habría espectáculo en la tarima con chicas alzando al ritmo de la música sus faldas.
Según Eru, el conde de Akershus le había dicho que lo mejor era dirigirse a Palin, porque allí había unas videntes especiales, unas que tenían vínculos con seres superiores y que eran capaces de localizar objetos divinos, aquellos que prácticamente pasaban desapercibidos para cualquiera, pues su propio poder les permitía ser invisibles en la magia que irradiaban, haciéndose pasar casi por mundanos enseres que pudiera tener cualquiera. Esa era su manera de protegerse.
Una vez cruzadas las murallas de la ciudad, desmontaron y se acercaron a la posada. La elfa arrugó la frente al ver a tanta gente allí haciendo cola. -¿Todos vienen a hospedarse?- Inquirió la morena, girando a mirar a su acompañante. -Espera, iré a preguntar.- Apresuró sus pasos hasta el final de aquella larga fila y tras dar un suave toque en el hombro a un viajero que aguardaba impaciente su turno, le dedicó una sonrisa cuando éste se giró para saber qué era lo que quería. -Disculpe, caballero, ¿están todos esperando para pedir habitación?- El grandullón se echó a reír, negando y le dio un codazo a su compañero. -¡La chavalita quiere saber que por qué hacemos cola!- Esta vez el segundo se unió a las carcajadas, lo que confundió aún más a la elfa, cuya nariz se arrugó al notar que se burlaban de ella. -¡Hoy es noche de baile!- Añadió el segundo hombretón y la joven de orejas picudas ladeó la cabeza. Se rascó la nuca, sin entender porque algo como aquello formaría tales colas y regresó junto al guardián para explicarle lo que le habían comentado.
-Dicen que esperan para entrar a bailar, o eso he entendido… Así que deberíamos poder entrar si lo que nos interesa a nosotros es reservar estancia.- Se encogió de hombros, porque seguía sin comprender nada. A Alea no se le pasaba por la cabeza que lo de bailar era una mera excusa de los hombres para arrimarse a las mujeres y que, además, eso implicaba que habría espectáculo en la tarima con chicas alzando al ritmo de la música sus faldas.
Loghe- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 15/08/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
Por suerte conseguimos habitación, la idea de ver bailes no me parecía mala ya que los elfos eramos muy dados a las artes y mientras cenábamos escuchar las arpas o las flautas dulces se me antojaba algo evidentemente hermoso.
Bajamos juntos las escaleras hasta el comedor, la escalera tenía un enorme trasiego, de mujeres con hombres subiendo y bajando por ella. Una vez en el salón, vi que el salón estaba lleno, tanto que no había mesa, solo quedaba una libre, una donde un enano y un mago estaban sentados y , hablaban y bebían animadamente. Sobre las piernas del enano, una humana de cuerpo curvilíneo jugueteaba con su barba, solo una fina tela sujetaba su sinuoso torso. La semielfa del diván estaba sentada junto al mago, su pelo rubio caía sobre sus hombros salvajemente, y bebía con sus carnosos labios de la copa del mago mientras le metía la mano por la camisola, nos acercamos a la mesa sin que la elfa se despegara de mi brazo, tan atónita como yo mismo.
–¡Vamos sentaros! –dijo el enano ya muy animado mientras reía sin parar, su nariz había adquirido un gracioso tono rojizo.
Tras sentarnos, no tardó en llegar otra humana, que empujando a la elfa y se sentó a mi lado, la mire un tanto extrañado. Su pelo negro completamente liso caía hasta la cintura, clavó sus ojos negros en mí, sonriendo pícaramente. El corpiño rojo que cubría sus pechos apenas dejaba nada a la imaginación, me sonrío de nuevo mientras alargaba la mano hacia mí, acercándose cada vez más, cogí su muñeca antes de que rozara mi pecho.
El enano abrió los brazos tras decir aquellas palabras dispuesto a acoger tantas mujeres como le cupieran, y estaba seguro de que incluso a las que no le cupieran también.
Le miré de reojo mientras entrecerraba los parpados y negaba con la cabeza, me parecía increíble la bochornosa situación en la que nos encontrábamos.
Una chica algo mas vestida trajo la cena a la mesa.
–Deseo que lo estén pasando bien y todo sea de su agrado.
El enano y el mago no le hicieron ni caso, parecían ocupados con sus dos conquistas.
–No entiendo este lugar –afirmé con rotundidad
El enano se dirigió a mi
–Estas señoritas son de las mejores guerreras de por aquí. Si vas con alguna puedes tener un duelo y con suerte te pueden enseñar alguna técnica.
–Sí, son grandes amazonas –rió el mago
–No parecen fuertes. ¿Con que armas luchan? –pregunté dubitativo
–Son misteriosas, solo a unos pocos elegidos nos muestran sus armas –dijo el mago con una sonrisa.
Los miré a todos de reojo, dudaba, no me acababa de cuadrar las explicaciones de esos dos desconocidos.
–Cada una es experta en un arma, tendrás que subir para comprobarlo –dijo el enano.
Cogí a una de las prostitutas por la muñeca.
–¿Qué tipo de armas utilizas? –pregunté.
–La que tú quieras –dijo la puta sonriendo.
Todos aguantaron la risa como pudieron, todos menos la elfa que andaba tan perdida como yo.
–No pareces fuerte –dijo mientras soltaba a la prostituta.
–Tu concepto cambiará, si quieres que te lo demuestro –contestó la puta, acercándose más a mi para susurrarme en el oido.– puedo ser más resistente de lo que parezco.
Bajamos juntos las escaleras hasta el comedor, la escalera tenía un enorme trasiego, de mujeres con hombres subiendo y bajando por ella. Una vez en el salón, vi que el salón estaba lleno, tanto que no había mesa, solo quedaba una libre, una donde un enano y un mago estaban sentados y , hablaban y bebían animadamente. Sobre las piernas del enano, una humana de cuerpo curvilíneo jugueteaba con su barba, solo una fina tela sujetaba su sinuoso torso. La semielfa del diván estaba sentada junto al mago, su pelo rubio caía sobre sus hombros salvajemente, y bebía con sus carnosos labios de la copa del mago mientras le metía la mano por la camisola, nos acercamos a la mesa sin que la elfa se despegara de mi brazo, tan atónita como yo mismo.
–¡Vamos sentaros! –dijo el enano ya muy animado mientras reía sin parar, su nariz había adquirido un gracioso tono rojizo.
Tras sentarnos, no tardó en llegar otra humana, que empujando a la elfa y se sentó a mi lado, la mire un tanto extrañado. Su pelo negro completamente liso caía hasta la cintura, clavó sus ojos negros en mí, sonriendo pícaramente. El corpiño rojo que cubría sus pechos apenas dejaba nada a la imaginación, me sonrío de nuevo mientras alargaba la mano hacia mí, acercándose cada vez más, cogí su muñeca antes de que rozara mi pecho.
El enano abrió los brazos tras decir aquellas palabras dispuesto a acoger tantas mujeres como le cupieran, y estaba seguro de que incluso a las que no le cupieran también.
Le miré de reojo mientras entrecerraba los parpados y negaba con la cabeza, me parecía increíble la bochornosa situación en la que nos encontrábamos.
Una chica algo mas vestida trajo la cena a la mesa.
–Deseo que lo estén pasando bien y todo sea de su agrado.
El enano y el mago no le hicieron ni caso, parecían ocupados con sus dos conquistas.
–No entiendo este lugar –afirmé con rotundidad
El enano se dirigió a mi
–Estas señoritas son de las mejores guerreras de por aquí. Si vas con alguna puedes tener un duelo y con suerte te pueden enseñar alguna técnica.
–Sí, son grandes amazonas –rió el mago
–No parecen fuertes. ¿Con que armas luchan? –pregunté dubitativo
–Son misteriosas, solo a unos pocos elegidos nos muestran sus armas –dijo el mago con una sonrisa.
Los miré a todos de reojo, dudaba, no me acababa de cuadrar las explicaciones de esos dos desconocidos.
–Cada una es experta en un arma, tendrás que subir para comprobarlo –dijo el enano.
Cogí a una de las prostitutas por la muñeca.
–¿Qué tipo de armas utilizas? –pregunté.
–La que tú quieras –dijo la puta sonriendo.
Todos aguantaron la risa como pudieron, todos menos la elfa que andaba tan perdida como yo.
–No pareces fuerte –dijo mientras soltaba a la prostituta.
–Tu concepto cambiará, si quieres que te lo demuestro –contestó la puta, acercándose más a mi para susurrarme en el oido.– puedo ser más resistente de lo que parezco.
Eru- Hechicero Clase Alta
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Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
La morena no entendía nada de lo que allí ocurría. Aunque en parte se podía hacer una pequeña idea, dado su breve pero impactante experiencia con el demonio Belcebú y su círculo de amigos. Había estado drogada a causa del opio, pero aquella taberna, salvo por el humo recargado, olía prácticamente igual que el local al que ese diablo la había llevado y cuyo nombre era L’Enfer. Tenía un vago recuerdo, imágenes borrosas y voces distorsionadas en la memoria. Le llegó el olor a sangre, no allí, sino en el pasado, en el bar, cuando los templarios atacaron mientras ella yacía medio inconsciente sobre un sofá. Sacudió la cabeza para regresar al presente y enfocó la vista en el elfo y aquella mujer que la empujaba para sentarse en medio.
Alea se apartó, porque en Alfheim el espacio personal era algo que se valoraba estrechamente. Sin embargo, le sorprendió que Eru dejara que esa joven se le sentara encima como si fuera una mera silla. Las cejas de la muchacha de orejas picudas se arquearon sin que ella pudiera evitarlo, evidenciando el desconcierto que sentía y la sorpresa que la embargaba.
No entendía ninguna de las ironías de aquellos hombres que estaban a la mesa con ellos y cuando el semi-elfo le puso una mano en el muslo, ella reaccionó sacando una daga del cinto que llevó directa al cuello ajeno. Éste levantó ambas manos en señal de rendición y se echó a reír, llamando a otra mesera pechugona para que le atendiera como él deseaba. -Creo que intentan engatusarnos...- Susurró en dirección al elfo, aunque éste parecía más centrado en la mujer que le hablaba al oído mientras pegaba sus semi desnudos senos a su pecho. Observó la escena, frunciendo el ceño. -Tenemos cosas que discutir y nos estáis interrumpiendo.- Alegó la morena, fijando su vista en la cortesana que ahora la miraba con una sonrisa de suficiencia como si se creyera superior a ella, algo muy típico de los hombres por lo que llevaba visto desde su llegada a Midgard. Alea buscó el apoyo de Eru al buscar sus orbes claros.
Alea se apartó, porque en Alfheim el espacio personal era algo que se valoraba estrechamente. Sin embargo, le sorprendió que Eru dejara que esa joven se le sentara encima como si fuera una mera silla. Las cejas de la muchacha de orejas picudas se arquearon sin que ella pudiera evitarlo, evidenciando el desconcierto que sentía y la sorpresa que la embargaba.
No entendía ninguna de las ironías de aquellos hombres que estaban a la mesa con ellos y cuando el semi-elfo le puso una mano en el muslo, ella reaccionó sacando una daga del cinto que llevó directa al cuello ajeno. Éste levantó ambas manos en señal de rendición y se echó a reír, llamando a otra mesera pechugona para que le atendiera como él deseaba. -Creo que intentan engatusarnos...- Susurró en dirección al elfo, aunque éste parecía más centrado en la mujer que le hablaba al oído mientras pegaba sus semi desnudos senos a su pecho. Observó la escena, frunciendo el ceño. -Tenemos cosas que discutir y nos estáis interrumpiendo.- Alegó la morena, fijando su vista en la cortesana que ahora la miraba con una sonrisa de suficiencia como si se creyera superior a ella, algo muy típico de los hombres por lo que llevaba visto desde su llegada a Midgard. Alea buscó el apoyo de Eru al buscar sus orbes claros.
Alea- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 27/04/2018
Re: Soul and spirit may or may not be the same // Privado - Eru
Ahora que había recibido la información que había estado esperando y los rumores habían sido corroborados, la bruja podía poner en marcha ese plan que llevaba varios meses madurando. Loghe era de lo más detallista, rozando el límite de la locura y su meta era alcanzar la perfección en todo aquello que se proponía.
Una vez estuvo sola en la estancia se dio la vuelta y caminó hacia la estantería. Se conocía el lugar como la palma de su mano y aún siendo ciega conocía la ubicación de todos y cada uno de los objetos que por esa sala estaban dispersos. Memorizaba incluso dónde dejaba las cosas de manera temporal como los vasos al beber o los libros tras leerlos, escritos con grabados o tintas especiales que con magia transmitían los textos directamente a la mente de la hechicera. Fue precisamente un tomo de esos el que rescató del estante más alto, el tercero por la derecha cuyo lomo era de piel de lagarto y tenía grabados hechos con una aleación de cobre viejo y carbón blanco, un mineral que sólo se conocía en una tribu del suroeste de África.
Se sentó en el sillón colocando el libro abierto sobre su regazo y empezó a susurrar un hechizo en forma de cántico. Las letras se despegaron de las páginas y convertidas en humo ascendieron, colándose por las fosas nasales de Loghe como una droga que fue directa a su cerebro, convirtiendo aquello narrado en visiones neuronales. En ellas pudo observar a los dos elfos en mitad de una taberna, aquellos a los que debía encontrar. Estaban lejos, tenía que viajar varios días a caballo para llegar a donde se encontraban. Sin embargo no era chamán en vano. Usaría la magia para desplazarse e ir acortando distancias. Aunque, en el fondo, le interesaba retrasarse un poco, darles ventaja y permitir que se aproximaran por sí solos al objeto que ella ansiaba, la piedra élfica del portal.
Una vez estuvo sola en la estancia se dio la vuelta y caminó hacia la estantería. Se conocía el lugar como la palma de su mano y aún siendo ciega conocía la ubicación de todos y cada uno de los objetos que por esa sala estaban dispersos. Memorizaba incluso dónde dejaba las cosas de manera temporal como los vasos al beber o los libros tras leerlos, escritos con grabados o tintas especiales que con magia transmitían los textos directamente a la mente de la hechicera. Fue precisamente un tomo de esos el que rescató del estante más alto, el tercero por la derecha cuyo lomo era de piel de lagarto y tenía grabados hechos con una aleación de cobre viejo y carbón blanco, un mineral que sólo se conocía en una tribu del suroeste de África.
Se sentó en el sillón colocando el libro abierto sobre su regazo y empezó a susurrar un hechizo en forma de cántico. Las letras se despegaron de las páginas y convertidas en humo ascendieron, colándose por las fosas nasales de Loghe como una droga que fue directa a su cerebro, convirtiendo aquello narrado en visiones neuronales. En ellas pudo observar a los dos elfos en mitad de una taberna, aquellos a los que debía encontrar. Estaban lejos, tenía que viajar varios días a caballo para llegar a donde se encontraban. Sin embargo no era chamán en vano. Usaría la magia para desplazarse e ir acortando distancias. Aunque, en el fondo, le interesaba retrasarse un poco, darles ventaja y permitir que se aproximaran por sí solos al objeto que ella ansiaba, la piedra élfica del portal.
Loghe- Hechicero Clase Baja
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Fecha de inscripción : 15/08/2018
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