AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Deferto neminem (Friné)
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Deferto neminem (Friné)
Apenas el día estaba partiendo y empezaba una nueva noche. Hacía apenas unos minutos había subido la luna y mis caminos comenzaron a ir hacia el jardín. Allí donde había una hermosa glorieta color blanca, rodeada de arbustos y suaves flores de todos los colores que podían existir. La primavera le daba un toque de vida a ese lugar y apenas dos metros mas allá se podía empezar a ver la entrada al bosque.
Me encaminé con mis manos dentro de los bolsillos. Allí en el centro de la glorieta se podía ver un hermoso piano de cola color madera oscura y un pequeño banco al lado. Era uno de los lugares donde más solía estar cuando empezaba la noche. Me senté allí y suspire, apoyando las manos sobre la tapa del piano. Mirando hacia arriba, mientras sentía como el viento fresco, empezaba a avisar que la noche primaveral había llegado.
- Spoiler:
Suavemente, delicado y moviendo mi cabeza a los lados levanté la tapa, cerré los ojos y sin más empecé a tocar una canción "In Heaven" hacía un pequeño tiempo la había hecho yo mismo. Una de las canciones de las cuales me sentía realmente orgulloso. Movía mi cuerpo hacía los lados mientras dejaba fluir el sonido. Usualmente un sonido melodioso, que probablemente se escuchaba desde muchos metros a la redonda. Principalmente por que estaba en el jardín y justamente al lado de bosque... Dicen que a la naturaleza le gusta escuchar música, y que las flores y plantas crecen sanas y fuertes mientras mas cerca estén de las canciones. Por eso pensaba que podía ser, que las flores sean tan fuertes allí cerca. Además que casi todo el bosque que estaba alrededor del área de la casa estaba en perfecto estado, como si de verdad fuese regada y cuidada todos los días. Y apenas habíamos contratado a un jardinero para que venga cada dos semanas a hacer los retoques. Me sentía bien, la música me inundaba y la luna que estaba subiendo a la punta empezaba a darme fuerzas para aquellas horas que serían mi "día" Donde hacía todo lo que los humanos hacían. Trabajar, comer, divertirme, estudiar... Seguro sería un día igual de difícil que los demás. Principalmente por que aunque era un vampiro tenía que estudiar mucho; apenas a mis 26 años... Todavía me quedaba mucho por aprender.
Última edición por Hero Jaejoong el Dom Nov 18, 2012 5:09 pm, editado 2 veces
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Re: Deferto neminem (Friné)
Oscurecía y, como cada crepúsculo, Friné se encontraba en el bosque. Le gustaba ir allí con su fiel amiga, pasear juntas y sentirse ambas libres entre la armoniosa naturaleza. Mientras Dafne corría de un lugar a otro oliendo las diferentes plantas que estaban a su alcance y, jugando con los pequeños animales que encontraba a su paso, la muchacha caminaba despacio y observaba atenta todo aquello que la rodeaba. Le encantaba aquella hora del día, cuando la noche ya se había hecho dueña de París y la tranquilidad embriagaba. Sonrió al observar a su cachorro de golden retriever mordisquear una margarita. Sin duda los perros eran seres hermosos por naturaleza y no solo físicamente.
De pronto, Dafne lanzó un ladrido hacia una dirección que nunca habían tomado. A lo lejos se observaban casas y, Friné prefería no molestar a nadie caminando por zonas residenciales con su mascota.
-¡Dafne!-gritó observando como el animal corría atraído por algo que había captado sus sentidos-¡Vuelve!-volvió a gritar antes de salir corriendo tras el animal, planteándose que, quizás, no era buena idea no llevarlo atado pues, por su mente empezaron a desfilar pensamientos negativos a cerca de lo que podría sucederle a su amiga.
Conforme avanzaba hacia la salida del bosque, una melodía llegó a sus oídos. Era un piano y, cada vez sonaba con más fuerza. Adoraba ese instrumento musical o, mejor dicho, adoraba en si la música. Cuando llegó a la salida, comprendió que aquello era lo que había captado la atención del cachorro. Un joven tocaba una dulce melodía en medio del gran jardín que regía la zona residencial. Todo en aquel lugar le parecía como parte de un cuento de hadas, incluso aquel hombre que parecía arropado por la propia música que producían sus dedos. Se planteó incluso si era parte de un sueño.
Con sigilo avanzó hacia donde Dafne se encontraba. Las dos quedaron de pie a unos metros del majestuoso piano, sin atreverse ninguna de ellas a interrumpir; Y no lo hicieron, al menos no hasta que el cachorro, exaltado, comenzó a ladrar al compás del movimiento de su cola. Friné la cogió en brazos, avergonzada, acallándola con la intención de no ser descubiertas pero, sabía con certeza que ya era demasiado tarde para eso.
De pronto, Dafne lanzó un ladrido hacia una dirección que nunca habían tomado. A lo lejos se observaban casas y, Friné prefería no molestar a nadie caminando por zonas residenciales con su mascota.
-¡Dafne!-gritó observando como el animal corría atraído por algo que había captado sus sentidos-¡Vuelve!-volvió a gritar antes de salir corriendo tras el animal, planteándose que, quizás, no era buena idea no llevarlo atado pues, por su mente empezaron a desfilar pensamientos negativos a cerca de lo que podría sucederle a su amiga.
Conforme avanzaba hacia la salida del bosque, una melodía llegó a sus oídos. Era un piano y, cada vez sonaba con más fuerza. Adoraba ese instrumento musical o, mejor dicho, adoraba en si la música. Cuando llegó a la salida, comprendió que aquello era lo que había captado la atención del cachorro. Un joven tocaba una dulce melodía en medio del gran jardín que regía la zona residencial. Todo en aquel lugar le parecía como parte de un cuento de hadas, incluso aquel hombre que parecía arropado por la propia música que producían sus dedos. Se planteó incluso si era parte de un sueño.
Con sigilo avanzó hacia donde Dafne se encontraba. Las dos quedaron de pie a unos metros del majestuoso piano, sin atreverse ninguna de ellas a interrumpir; Y no lo hicieron, al menos no hasta que el cachorro, exaltado, comenzó a ladrar al compás del movimiento de su cola. Friné la cogió en brazos, avergonzada, acallándola con la intención de no ser descubiertas pero, sabía con certeza que ya era demasiado tarde para eso.
Friné Simon- Humano Clase Media
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Re: Deferto neminem (Friné)
La música seguía sonando al compás de mis dedos; esperando a que el tiempo transcurra y el sonido cese entre los vientos. Apenas unos minutos y todo había acabado. Pero ahora había algo que llamaba mi atención; un perro... Una y otra vez, lo escuchaba ladrar con un tono amistoso. No parecía molesto, sino que justamente deseaba que le presten atención. Y aquel mensaje llegó a mi rápidamente. Mis ojos rasgados, color negro profundo se desviaron hacía allí. Dejando ver aquel brillo que solo en el túnel de mi mirada se podía apreciar. Me levanté y me quedé mirando al perro, tomando atención que una muchacha estaba al lado.
-... Que...
Me quedé algo atontado al ver a aquellas dos personas allí, en la entrada del bosque de mi residencia, y me sumí por unos momentos en silencio; pensando en que por suerte no estaba en pijama o algo de aquel estilo. Sino que tenía puestos unos zapatos de charol color negros y blancos. Con un pantalón de tela gruesa algo ajustado a mi cuerpo. Subiendo en una camisa que era de dos tallas mas grandes de lo que precisaba. Mi cabello si estaba revuelto. De color azabache intenso; recogido hacia atrás por una cinta blanca que se dejaba caer a lo largo de mi espalda.
Mi mirada comenzó a ir hacía arriba y despacio me incliné; dando a entender que notaba su presencia y que por sobre todo, no era como si fuese a correrla a tiros. Solo que era algo... No me lo esperaba. Aquella muchacha, por cierto, era realmente bella, tenía los cabellos color castaña oscura; largos y unos labios rojos sangre; que parecían un manjar completamente; pero no era algo que me llamara del todo la atención; sino que sus ropas estaban sueltas y llevaba a un cachorro consigo. Como siempre, las mujeres simples llamaban mi atención y me daba gusto atenderlas cuando eran así.
-Amm... Perdón si molesta el ruido; por estos lados no hay mucha gente, y suelo poder tocar sin perturbar a nadie.
Murmuré dirigiéndome a ella, mientras miraba al perrito siendo levantado. Me acerqué muy despacio, y me mordí mis labios, sonriendo. Como pidiendo si podía tocar aquel pelaje. Subí una mano y cual niño pequeño, esperé a que ella se acercara. A decir verdad era bastante mas pequeña que yo; pues mi altura era bastante alta pasando con seguridad el metro ochenta. Así que mi mano estaba un poco hacía abajo, esperando la presencia de esos cabellos sobre mis dedos...
-Que hacían a estas horas por aquí de todos modos? No es horario... Aunque tampoco es de mi incumbencia...
-... Que...
Me quedé algo atontado al ver a aquellas dos personas allí, en la entrada del bosque de mi residencia, y me sumí por unos momentos en silencio; pensando en que por suerte no estaba en pijama o algo de aquel estilo. Sino que tenía puestos unos zapatos de charol color negros y blancos. Con un pantalón de tela gruesa algo ajustado a mi cuerpo. Subiendo en una camisa que era de dos tallas mas grandes de lo que precisaba. Mi cabello si estaba revuelto. De color azabache intenso; recogido hacia atrás por una cinta blanca que se dejaba caer a lo largo de mi espalda.
Mi mirada comenzó a ir hacía arriba y despacio me incliné; dando a entender que notaba su presencia y que por sobre todo, no era como si fuese a correrla a tiros. Solo que era algo... No me lo esperaba. Aquella muchacha, por cierto, era realmente bella, tenía los cabellos color castaña oscura; largos y unos labios rojos sangre; que parecían un manjar completamente; pero no era algo que me llamara del todo la atención; sino que sus ropas estaban sueltas y llevaba a un cachorro consigo. Como siempre, las mujeres simples llamaban mi atención y me daba gusto atenderlas cuando eran así.
-Amm... Perdón si molesta el ruido; por estos lados no hay mucha gente, y suelo poder tocar sin perturbar a nadie.
Murmuré dirigiéndome a ella, mientras miraba al perrito siendo levantado. Me acerqué muy despacio, y me mordí mis labios, sonriendo. Como pidiendo si podía tocar aquel pelaje. Subí una mano y cual niño pequeño, esperé a que ella se acercara. A decir verdad era bastante mas pequeña que yo; pues mi altura era bastante alta pasando con seguridad el metro ochenta. Así que mi mano estaba un poco hacía abajo, esperando la presencia de esos cabellos sobre mis dedos...
-Que hacían a estas horas por aquí de todos modos? No es horario... Aunque tampoco es de mi incumbencia...
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Re: Deferto neminem (Friné)
Friné se sonrojó al ser descubierta por aquel maravilloso desconocido o, tal vez por la forma en que este la observaba. Sabía que su forma de mirarla era la de un hombre y aquello la hizo retirar por momentos su mirada del muchacho. Estaba confundida y algo enfadada con su mascota pues ella la había guiado hasta aquel lugar, pero a la vez se lo agradecía, era un sitio maravilloso, privado, pero maravilloso. Y Friné no pudo más que negar con la cabeza ante sus disculpas. No entendía aquella reacción, debía ser ella la que estuviera disculpándose. Se permitió entonces observarlo de nuevo con fijeza y descubrió que sí, que realmente debía de ser un príncipe tal y como vestía. Sus pensamientos infantiles la abstrajeron de la realidad durante unos instantes y, cuando quiso salir de ellos, el joven había avanzado hacia ellas.
Con educación realizó una leve reverencia tal y como le habían enseñado desde pequeña. Después, caminó despacio acortando la distancia que se interponía entre ellos. Parecía que Dafne le había gustado más que ella misma. Sonrió enternecida de encontrarse con un hombre que apreciaba a los animales. Dejó que la mano del él cayera sobre el pelaje de la cachorra mientras ella miraba su rostro al escucharlo hablar. Era hora de dar explicaciones aunque estas la avergonzaran más aún de lo que ya estaba.
- Lo...lo siento...nosotras estábamos paseando en el bosque y entonces ella lo ha oído y ha venido corriendo y...perdóneme-murmuró notando como sus mejillas se arrebolaban aún más.
En ese momento, cayó en la cuenta de que aún no se había presentado. No entendía como a veces podía ser tan torpe. Dejó a Dafne en el suelo la cual comenzó a saltar al rededor del desconocido y a apoyar sus patas delanteras en su oscuro pantalón.
-Mi nombre es Friné, monsieur, y ella es Dafne, es demasiado efusiva a veces-bromeó esbozando una divertida sonrisa mientras miraba al animal.-Creo que le ha gustado.
Entonces, la muchacha fijó sus ojos en los de aquel hombre el cual debía de ser forastero o al menos sus rasgos eran exóticos. Aquella belleza capturó toda su atención. Debía de ser mayor que ella unos años, al menos eso delataban sus oscuros ojos. Después su mirada recorrió sus pómulos, su nariz y sus finos labios. Al percatarse de su grosería, apartó la mirada hacia el hermoso jardín.
-¿Todo esto es suyo, señor?-preguntó con curiosidad mirando el gran piano. ¿Cuánto hacía que ella no practicaba? Demasiado...
Con educación realizó una leve reverencia tal y como le habían enseñado desde pequeña. Después, caminó despacio acortando la distancia que se interponía entre ellos. Parecía que Dafne le había gustado más que ella misma. Sonrió enternecida de encontrarse con un hombre que apreciaba a los animales. Dejó que la mano del él cayera sobre el pelaje de la cachorra mientras ella miraba su rostro al escucharlo hablar. Era hora de dar explicaciones aunque estas la avergonzaran más aún de lo que ya estaba.
- Lo...lo siento...nosotras estábamos paseando en el bosque y entonces ella lo ha oído y ha venido corriendo y...perdóneme-murmuró notando como sus mejillas se arrebolaban aún más.
En ese momento, cayó en la cuenta de que aún no se había presentado. No entendía como a veces podía ser tan torpe. Dejó a Dafne en el suelo la cual comenzó a saltar al rededor del desconocido y a apoyar sus patas delanteras en su oscuro pantalón.
-Mi nombre es Friné, monsieur, y ella es Dafne, es demasiado efusiva a veces-bromeó esbozando una divertida sonrisa mientras miraba al animal.-Creo que le ha gustado.
Entonces, la muchacha fijó sus ojos en los de aquel hombre el cual debía de ser forastero o al menos sus rasgos eran exóticos. Aquella belleza capturó toda su atención. Debía de ser mayor que ella unos años, al menos eso delataban sus oscuros ojos. Después su mirada recorrió sus pómulos, su nariz y sus finos labios. Al percatarse de su grosería, apartó la mirada hacia el hermoso jardín.
-¿Todo esto es suyo, señor?-preguntó con curiosidad mirando el gran piano. ¿Cuánto hacía que ella no practicaba? Demasiado...
Friné Simon- Humano Clase Media
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Re: Deferto neminem (Friné)
Una sonrisa blanca y brillante se formo en mis dientes cuando pude sentir aquel pelaje ajeno, y comencé a acariciarlo, mirando de reojo a la chica que estaba frente a mi. Ella parecía avergonzada, pero no entendía muy bien a que se debía aquel rubor. Quizá había sido demasiado caminar tan prepotente hacía ella? O solo el hecho de haber irrumpido en mi residencia la ponía un poco tensa? Cualquier de las dos opciones me parecían algo tonto. Pasé mi mano por debajo de aquel cuello del perro, era bastante grande y de un pelaje pegado al cuerpo. La verdad no era de mis favoritos, pero los perros me encantaban, no tanto como los gatos; pero eran animales al fin y al cabo.
-Tranquila... hahaha, me hará avergonzar. No hay problema; es que es un horario algo peligroso; aunque por aquí nunca pasa nada.
Dije despacito, dejando que una sonrisa algo avergonzada se formara en mis mejillas y solo atiné a bajar la cabeza, observando a aquel animalito, yendo hacía el piso, y revoloteando alrededor. Escuchando pronto como la mujer de labios rojos como el fuego empezaba a presentarse. Lo que me decía que debería hacer lo mismo. Por lo que incliné un poco mi cabeza y luego subí la mirada, para cruzarme con la de ella. Riendo suave por la situación embarazosa en la que nos habíamos sumergido. Mis ojos de repente se abrieron cual lechuza y me tambaleé un poco, mirando hacia un lado, sin tener tiempo de presentarme, pues una patas estaban empujando sobre mis piernas.
-A-ahh... Ohh! Quieres jugar? Ah! Dafne, de donde sacaste tanta energía? Será que lo heredaste de tu dueña?! Ahh... Hero Jaejoong... Dime Hero... Si quieres, claro.
Dije mirándola, mientras movía suavemente a aquel animalote que no paraba de mover la cola de lado a lado. Como si esperara algo de mi. Asentí con dulzura cuando ella dijo que yo le había agradado a su mascota y la acaricie suavemente, mientras me sacudía la pierna y sonreía de lado, volviendo a la posición anterior. Mira alrededor, como buscando algo y observe a la ama de llaves que pasaba por un lado, levantando la mano para que ella observara.
-Por favor, podría traernos un poco de te con bocadillos? Tenemos invitados!
Dije con una sonrisa de lado a lado, sintiendo como una mirada se paseaba por sobre mi, cosa que me exaltó y provoco que un suave rosa apareciera en mis mejillas. Me mordí los labios, y la observé, como avisando que la había visto. Y luego sonreí con amabilidad, siguiendo el camino de los ojos ajenos, observando de la misma forma el jardín que nos rodeaba. Era realmente un hermoso jardín; estaba orgulloso de el y era mi parte favorita, aunque deseaba con fuerzas poder algún día verlo teñido con el sol.
-Decir que es mío sería una mentira, es de mi padre. Pero si, vivo aquí si es eso a lo que se refiere... Ahh... Le ha gustado? Puede probarlo si quiere; pronto tendré que mandarlo a afinar, si es que no sabe como tocarlo. De lo contrario... Me disculpo desde ya!
Solté una risa, como atajándome por si la había ofendido, no quería ser mal educado. Y tampoco quería que ella se vaya, ahora que había aparecido, sin ser llamada, al menos merecía algo de atención de su parte... Le sonreí y la mira bien fijo, sacando muy apenas la lengua; observando de reojo como la querida ama de llaves venía a lo lejos con el té y bocadillos.
-Tranquila... hahaha, me hará avergonzar. No hay problema; es que es un horario algo peligroso; aunque por aquí nunca pasa nada.
Dije despacito, dejando que una sonrisa algo avergonzada se formara en mis mejillas y solo atiné a bajar la cabeza, observando a aquel animalito, yendo hacía el piso, y revoloteando alrededor. Escuchando pronto como la mujer de labios rojos como el fuego empezaba a presentarse. Lo que me decía que debería hacer lo mismo. Por lo que incliné un poco mi cabeza y luego subí la mirada, para cruzarme con la de ella. Riendo suave por la situación embarazosa en la que nos habíamos sumergido. Mis ojos de repente se abrieron cual lechuza y me tambaleé un poco, mirando hacia un lado, sin tener tiempo de presentarme, pues una patas estaban empujando sobre mis piernas.
-A-ahh... Ohh! Quieres jugar? Ah! Dafne, de donde sacaste tanta energía? Será que lo heredaste de tu dueña?! Ahh... Hero Jaejoong... Dime Hero... Si quieres, claro.
Dije mirándola, mientras movía suavemente a aquel animalote que no paraba de mover la cola de lado a lado. Como si esperara algo de mi. Asentí con dulzura cuando ella dijo que yo le había agradado a su mascota y la acaricie suavemente, mientras me sacudía la pierna y sonreía de lado, volviendo a la posición anterior. Mira alrededor, como buscando algo y observe a la ama de llaves que pasaba por un lado, levantando la mano para que ella observara.
-Por favor, podría traernos un poco de te con bocadillos? Tenemos invitados!
Dije con una sonrisa de lado a lado, sintiendo como una mirada se paseaba por sobre mi, cosa que me exaltó y provoco que un suave rosa apareciera en mis mejillas. Me mordí los labios, y la observé, como avisando que la había visto. Y luego sonreí con amabilidad, siguiendo el camino de los ojos ajenos, observando de la misma forma el jardín que nos rodeaba. Era realmente un hermoso jardín; estaba orgulloso de el y era mi parte favorita, aunque deseaba con fuerzas poder algún día verlo teñido con el sol.
-Decir que es mío sería una mentira, es de mi padre. Pero si, vivo aquí si es eso a lo que se refiere... Ahh... Le ha gustado? Puede probarlo si quiere; pronto tendré que mandarlo a afinar, si es que no sabe como tocarlo. De lo contrario... Me disculpo desde ya!
Solté una risa, como atajándome por si la había ofendido, no quería ser mal educado. Y tampoco quería que ella se vaya, ahora que había aparecido, sin ser llamada, al menos merecía algo de atención de su parte... Le sonreí y la mira bien fijo, sacando muy apenas la lengua; observando de reojo como la querida ama de llaves venía a lo lejos con el té y bocadillos.
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Re: Deferto neminem (Friné)
Friné observó divertida como ambos jugaban aunque Dafne tardaba más en cansarse que aquel hombre. Hero había dicho que se llamaba. Era un nombre que a la chica le pareció muy extraño. Estaba de pronto encontrando mucha gente de otros lugares del mundo y eso le encantaba pues no se sentía ella como la extranjera, si no que tenía algo en común a todos ellos. De cualquier forma, no había esperado de aquel chico tal amabilidad. Sabía por experiencia propia que la gente de clase alta no solía mostrarse agradable con los que poseían menos que ellos. La burguesía estaba infravalorada por sus soberbios caracteres mas se sentaban en nuestros negocios y visitaban nuestras tiendas. Hero por el contrario no mostraba ese afán de superioridad aunque a vista de Friné fuera muy superior tanto en clase social como en corpulencia.
-No es necesario, no me gustaría importunarlo, señ...Hero- se sintió extraña al dejar salir su nombre de su boca. No estaba acostumbrada a llamar a los hombres por su nombre, solo a los mas cercanos pero lejos de desagradarle, le gustó como sonaba.
Lo escuchó con atención, mirando sus labios. Sí, era realmente rico pues aquello de cierta forma también era suyo. Ella no poseía más que una casa acomodada en el centro y una chocolatería de la cual vivían. Se sintió en cierto modo desnuda bajo toda aquella tela. No sabía cómo debía de tratarlo realmente y por su cabeza pasó la idea de salir corriendo de allí con Dafne la cual se había ido a dar un paseo por el jardín y no parecía muy dispuesta a irse. Habría sido una descortesía por su parte y, algo le impedía también irse, quería conocerlo aunque se sintiera fuera de lugar.
-Di algunas clases pero hace mucho que no toco un piano- dijo soltando una ligera risa-Y soy algo torpe por lo que no me acercaré a él, sería una pena dañar un piano tan hermoso- musitó mirándolo desde lejos. Probablemente si caminara hacia él bajo la mirada del joven, terminaría cayendo al suelo ante el nerviosismo que le provocaban sus ojos.
Se alisó nerviosa la falda del vestido mientras observaba a una mujer acercarse a ellos. Era la misma de antes y supuso que debía de ser una de las criadas del hogar. La verdad es que en aquella casa deberían de haber más de diez sirvientes debido a su grandeza. Y ella siempre había evitado recorrer aquella zona por miedo a molestar...Se arrepentía un poco de ello, era un lugar realmente hermoso.
-No sois de aquí, ¿verdad?- preguntó con curiosidad. Quizás si lo fuera y el extranjero resultase ser alguno de sus padres. -Vuestro nombre no parece francés y vuestros rasgos tampoco-murmuró sin reparar en que quizás estaba resultando algo descortés.
En aquel momento, la mujer ya estaba cerca de ellos. No supo qué decir ni qué hacer. Mientras había estado a solas con él, había comenzado a sentirse cada vez más cómoda pero ante la presencia de otra persona, su actitud se había retraído. Bajó la vista al suelo, sonrojada, esperando a que aquella mujer volviera a marcharse sin hacer ningún comentario ofensivo. No es que pensara mal de las personas, es que su autoestima rozaba el suelo que pisaba.
-No es necesario, no me gustaría importunarlo, señ...Hero- se sintió extraña al dejar salir su nombre de su boca. No estaba acostumbrada a llamar a los hombres por su nombre, solo a los mas cercanos pero lejos de desagradarle, le gustó como sonaba.
Lo escuchó con atención, mirando sus labios. Sí, era realmente rico pues aquello de cierta forma también era suyo. Ella no poseía más que una casa acomodada en el centro y una chocolatería de la cual vivían. Se sintió en cierto modo desnuda bajo toda aquella tela. No sabía cómo debía de tratarlo realmente y por su cabeza pasó la idea de salir corriendo de allí con Dafne la cual se había ido a dar un paseo por el jardín y no parecía muy dispuesta a irse. Habría sido una descortesía por su parte y, algo le impedía también irse, quería conocerlo aunque se sintiera fuera de lugar.
-Di algunas clases pero hace mucho que no toco un piano- dijo soltando una ligera risa-Y soy algo torpe por lo que no me acercaré a él, sería una pena dañar un piano tan hermoso- musitó mirándolo desde lejos. Probablemente si caminara hacia él bajo la mirada del joven, terminaría cayendo al suelo ante el nerviosismo que le provocaban sus ojos.
Se alisó nerviosa la falda del vestido mientras observaba a una mujer acercarse a ellos. Era la misma de antes y supuso que debía de ser una de las criadas del hogar. La verdad es que en aquella casa deberían de haber más de diez sirvientes debido a su grandeza. Y ella siempre había evitado recorrer aquella zona por miedo a molestar...Se arrepentía un poco de ello, era un lugar realmente hermoso.
-No sois de aquí, ¿verdad?- preguntó con curiosidad. Quizás si lo fuera y el extranjero resultase ser alguno de sus padres. -Vuestro nombre no parece francés y vuestros rasgos tampoco-murmuró sin reparar en que quizás estaba resultando algo descortés.
En aquel momento, la mujer ya estaba cerca de ellos. No supo qué decir ni qué hacer. Mientras había estado a solas con él, había comenzado a sentirse cada vez más cómoda pero ante la presencia de otra persona, su actitud se había retraído. Bajó la vista al suelo, sonrojada, esperando a que aquella mujer volviera a marcharse sin hacer ningún comentario ofensivo. No es que pensara mal de las personas, es que su autoestima rozaba el suelo que pisaba.
Friné Simon- Humano Clase Media
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Re: Deferto neminem (Friné)
Me quede algo perplejo al ver como se negaba y sonreí de lado, haciendo caso omiso de esas palabras, mientras acariciaba y jugaba un poco mas con lo que parecía ser una hembra de raza. Era bellisima, aunque demasiado grande. Caso contrario a su dueña, que parecía una muñeca de porcelana en ese momento; aunque hacían bastante juego, ambas parecían tener personalidades juguetonas, cosa que me agradaba de sobre manera.
Me sorprendí cuando ella anunció que había dado clases y le dejé paso al piano, como invitándola a que toque lo que deseara, aunque ella nuevamente negó. Fue allí cuando me pregunte por que tanto negarse? Y pasó por mi cabeza la idea de que quizá ella no era de por allí y se sentía algo intimidada. Pero... Era esa razón valida para mi? No absolutamente no. La clase social o formas de vida no eran algo que me molestaban y ella no tenía aura de gitana. Pues de ser así ya la hubiese espantado todo lo que pudiera. O mas bien hubiese huido dentro de la casa; las gitanas con esa aura de superioridad y esa energía de poder ver mas allá... Aunque sonara lindo "superioridad y energía" no me agradaban en lo absoluto.
-Mmm... Pero no creo que lo dañe, si ha hecho clases... Aparte, acabo de decir que lo debo llevar a arreglar desde ya! Ahh~~ Oh! Ella es Friné! Llegó aquí con su perrita ~ Ella es la ama de llaves y quien me crió.
Dejé salir al ver que la ama de llaves se acercaba, una mujer de unos sesenta años; que venía con una sonrisa tranquila, mientras traía bocadillos y té. A la señora realmente le gustaba traer esas cosas, pues nunca se las pedíamos; así que era como algo nuevo cuando lo hacíamos. Asentí cuando ella dejó las cosas en un costado y con una suave reverencia a la joven se empezó a retirar haciendo caso omiso del perrito que había a un lado.
Observé entonces como se había arreglado la falda y con evidencia se había puesto nerviosa; en lo que deje a mi cejo levantarse a modo de interrogante. Pero rápidamente mi mirada cambio a una mas cálida; me acerqué a las cosas y le serví yo mismo el te, acercándoselo junto a los bocadillos que eran pequeños bloques de torta de chocolate y crema. Parecían deliciosos, era una lastima no poder disfrutarlos completamente.
-No te pongas así, si te quedas nerviosa y tímida sera un momento tenso para ambos. Ella es la única en la casa, así que no te preocupes no volverá a aparecer ninguna otra persona, de acuerdo? Ahh... Y si, no soy de aquí... Soy de Corea; pero vinimos aquí hace unos diez años, por cosas de trabajo de mi padre. Y que le queda mas cómodo ir a diferentes lugares. Tu eres de aquí, de París, no te vez muy familiarizada con el lugar...
Espeté y empecé a reír cuando ella hizo caso a la referencia de los "rasgos"; cubrí mis labios suavemente y asentí divertido, sintiendo como mis ojos se volvían media lunas; hasta que suspire y mordí mis labios, esperando a que ella aceptara lo que llevaba en la mano. Estaba algo cerca, a escasos centímetros, por lo que pude apreciar bien aquel rostro, notando extrema belleza mortal y una mirada dulce que me había comprado cuando apenas ella había pisado el césped de la residencia.
Moví mi cabeza a los lados y abrí los ojos al sentir nuevamente una pata en mis piernas, lo que hizo que tambaleara y cayera al piso, botando el té en mi pecho.
-A-aiisshh... Esto quema un poco... Umg... Juró que pronto jugaremos, puedes... dejarme servirle el te a- Aahh!!
Me removí cuando el gran animal empezó a lamer mi rostro y se comía el pedazo de torta. Por lo que me removí suavemente; levantándome en el lugar, mientras reía. La situación empezaba a ser realmente vergonzosa. Principalmente por que un perro había hecho que caiga al piso me manche toda la remera de te caliente, que por suerte no lo sufrí tanto. Pero ahora mi pecho estaba traslúcido y se podía observar el tatuaje que llevaba en uno de los lados; sin contar que se me había pegado a la ropa y se empezaba a marcar todo. Me avergoncé por aquello y pestañeé agarrando el filo de la camisa para estirarlo hacia afuera y que así la tela se dejara de pegar a mi piel.
Me sorprendí cuando ella anunció que había dado clases y le dejé paso al piano, como invitándola a que toque lo que deseara, aunque ella nuevamente negó. Fue allí cuando me pregunte por que tanto negarse? Y pasó por mi cabeza la idea de que quizá ella no era de por allí y se sentía algo intimidada. Pero... Era esa razón valida para mi? No absolutamente no. La clase social o formas de vida no eran algo que me molestaban y ella no tenía aura de gitana. Pues de ser así ya la hubiese espantado todo lo que pudiera. O mas bien hubiese huido dentro de la casa; las gitanas con esa aura de superioridad y esa energía de poder ver mas allá... Aunque sonara lindo "superioridad y energía" no me agradaban en lo absoluto.
-Mmm... Pero no creo que lo dañe, si ha hecho clases... Aparte, acabo de decir que lo debo llevar a arreglar desde ya! Ahh~~ Oh! Ella es Friné! Llegó aquí con su perrita ~ Ella es la ama de llaves y quien me crió.
Dejé salir al ver que la ama de llaves se acercaba, una mujer de unos sesenta años; que venía con una sonrisa tranquila, mientras traía bocadillos y té. A la señora realmente le gustaba traer esas cosas, pues nunca se las pedíamos; así que era como algo nuevo cuando lo hacíamos. Asentí cuando ella dejó las cosas en un costado y con una suave reverencia a la joven se empezó a retirar haciendo caso omiso del perrito que había a un lado.
Observé entonces como se había arreglado la falda y con evidencia se había puesto nerviosa; en lo que deje a mi cejo levantarse a modo de interrogante. Pero rápidamente mi mirada cambio a una mas cálida; me acerqué a las cosas y le serví yo mismo el te, acercándoselo junto a los bocadillos que eran pequeños bloques de torta de chocolate y crema. Parecían deliciosos, era una lastima no poder disfrutarlos completamente.
-No te pongas así, si te quedas nerviosa y tímida sera un momento tenso para ambos. Ella es la única en la casa, así que no te preocupes no volverá a aparecer ninguna otra persona, de acuerdo? Ahh... Y si, no soy de aquí... Soy de Corea; pero vinimos aquí hace unos diez años, por cosas de trabajo de mi padre. Y que le queda mas cómodo ir a diferentes lugares. Tu eres de aquí, de París, no te vez muy familiarizada con el lugar...
Espeté y empecé a reír cuando ella hizo caso a la referencia de los "rasgos"; cubrí mis labios suavemente y asentí divertido, sintiendo como mis ojos se volvían media lunas; hasta que suspire y mordí mis labios, esperando a que ella aceptara lo que llevaba en la mano. Estaba algo cerca, a escasos centímetros, por lo que pude apreciar bien aquel rostro, notando extrema belleza mortal y una mirada dulce que me había comprado cuando apenas ella había pisado el césped de la residencia.
Moví mi cabeza a los lados y abrí los ojos al sentir nuevamente una pata en mis piernas, lo que hizo que tambaleara y cayera al piso, botando el té en mi pecho.
-A-aiisshh... Esto quema un poco... Umg... Juró que pronto jugaremos, puedes... dejarme servirle el te a- Aahh!!
Me removí cuando el gran animal empezó a lamer mi rostro y se comía el pedazo de torta. Por lo que me removí suavemente; levantándome en el lugar, mientras reía. La situación empezaba a ser realmente vergonzosa. Principalmente por que un perro había hecho que caiga al piso me manche toda la remera de te caliente, que por suerte no lo sufrí tanto. Pero ahora mi pecho estaba traslúcido y se podía observar el tatuaje que llevaba en uno de los lados; sin contar que se me había pegado a la ropa y se empezaba a marcar todo. Me avergoncé por aquello y pestañeé agarrando el filo de la camisa para estirarlo hacia afuera y que así la tela se dejara de pegar a mi piel.
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Re: Deferto neminem (Friné)
La muchacha se sorprendió al saber que solo había una ama de llaves en la casa. Debía de ser mucho trabajo para una sola mujer. De todas formas, no le impactó solo eso, si no que una familia adinerada no derrochara el dinero en cientos de criados como solían hacer de forma habitual allí en Francia. Por supuesto, luego cayó en la cuenta de que si aquel hombre no era francés, era normal que partes de sus costumbres tampoco lo fueran aunque su acento era casi perfecto, al igual que el suyo propio, quizás tenía una gran facilidad para los idiomas y en esos diez años había conseguido más avances que otros extranjeros en veinte. Sonrió agradecida a la mujer entre el sonrosado de sus mejillas, haciendo una ligera inclinación de su cabeza como signo de gratitud y respeto antes de que esta se marchara dejándolos solos, bueno, con Dafne.
Miró a Hero mientras este servía el té. Sus ojos se movieron hasta aquellos bocaditos que tenían a su parecer un aspecto delicioso. El hambre había hecho mella en ella pues llevaba sin tomar nada desde la hora de almorzar. Sentía el rugir de su estómago y, además, el chocolate era una de sus más grandes tentaciones. Podía comerlo durante días y no cansarse en absoluto.
-Lo cierto es que vengo de una pequeña localidad griega, monsieur- dijo acercando la mano para tomar la taza de té que le ofrecía el muchacho y un pastel de aquellos que le hacían la boca agua. No le dio tiempo a llegar a cogerlo cuando Dafne hizo que Hero perdiera la estabilidad.-¡Dafne!-gritó enfadada, observando al joven en el suelo, con todo el té volcado sobre su pecho.
Friné sintió como se arrebolaban sus mejillas por dos hechos, uno de ellos era ser en parte culpable de aquel desastre y otro, observar como se transparentaba el tórax del muchacho ante sus puritanos ojos. Esbozó una tímida sonrisa al ver que él no se encontraba demasiado molesto, si no que por el contrario, se reía de la caída.
-Lo siento mucho, déjeme que le ayude- musitó sacando un pañuelo de tela de la manga de su vestido. Siempre lo llevaba encima por lo que pudiera pasar y llevaba bordadas por su madre las iniciales de su nombre "F.S".
Con cuidado, la chica comenzó a intentar arreglar aquella mancha húmeda dando pequeños toques con el pañuelo de algodón sobre la camisa, para que la mancha no se extendiera. Parecía una prenda de ropa muy cara, probablemente no serviría de nada ofrecerse a pagarla pues no tendría ahorros suficientes para ello por lo menos en un par de meses. Frunció el ceño concentrada en la mancha, sin darse cuenta de la cercanía ni del tacto del hombre.
-Espero que no quede mancha-murmuró avergonzada, levantando la vista hasta el rostro del joven. Al ver lo cerca que se encontraba de él, su pulso se aceleró y retrocedió un paso. Que descortés estaba siendo y que torpe sin tan si quiera darse cuenta de ello. ¿Y sus modales de señorita educada?-Debería cambiarse o cogerá un resfriado
Miró a Hero mientras este servía el té. Sus ojos se movieron hasta aquellos bocaditos que tenían a su parecer un aspecto delicioso. El hambre había hecho mella en ella pues llevaba sin tomar nada desde la hora de almorzar. Sentía el rugir de su estómago y, además, el chocolate era una de sus más grandes tentaciones. Podía comerlo durante días y no cansarse en absoluto.
-Lo cierto es que vengo de una pequeña localidad griega, monsieur- dijo acercando la mano para tomar la taza de té que le ofrecía el muchacho y un pastel de aquellos que le hacían la boca agua. No le dio tiempo a llegar a cogerlo cuando Dafne hizo que Hero perdiera la estabilidad.-¡Dafne!-gritó enfadada, observando al joven en el suelo, con todo el té volcado sobre su pecho.
Friné sintió como se arrebolaban sus mejillas por dos hechos, uno de ellos era ser en parte culpable de aquel desastre y otro, observar como se transparentaba el tórax del muchacho ante sus puritanos ojos. Esbozó una tímida sonrisa al ver que él no se encontraba demasiado molesto, si no que por el contrario, se reía de la caída.
-Lo siento mucho, déjeme que le ayude- musitó sacando un pañuelo de tela de la manga de su vestido. Siempre lo llevaba encima por lo que pudiera pasar y llevaba bordadas por su madre las iniciales de su nombre "F.S".
Con cuidado, la chica comenzó a intentar arreglar aquella mancha húmeda dando pequeños toques con el pañuelo de algodón sobre la camisa, para que la mancha no se extendiera. Parecía una prenda de ropa muy cara, probablemente no serviría de nada ofrecerse a pagarla pues no tendría ahorros suficientes para ello por lo menos en un par de meses. Frunció el ceño concentrada en la mancha, sin darse cuenta de la cercanía ni del tacto del hombre.
-Espero que no quede mancha-murmuró avergonzada, levantando la vista hasta el rostro del joven. Al ver lo cerca que se encontraba de él, su pulso se aceleró y retrocedió un paso. Que descortés estaba siendo y que torpe sin tan si quiera darse cuenta de ello. ¿Y sus modales de señorita educada?-Debería cambiarse o cogerá un resfriado
Friné Simon- Humano Clase Media
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Re: Deferto neminem (Friné)
Me quedé pensativo cuando habló de una localidad Griega, y recordé que nunca había visitado ese lugar. Me preguntaba si era bello... En algún lado había visto una pintura de ese lugar y parecía ser hermoso, aunque claro en cuadros uno puede hacer lo que quiera... De todos modos, todos esos pensamientos fueron a la basura cuando el gran animal se había lanzado, simplemente me había quedado en blanco y ni siquiera sabía como reaccionar. Y mucho menos al sentir como ella se acercaba sobre mí y comenzaba a secar mi ropa; lo que me hizo avergonzar, quizá demasiado; bastante más de lo que me imaginé.
-Y-yaahh! No pasa nada, por favor.
Observé unos momentos mientras ella seguía limpiando y suavemente le tomé la mano, mirándola divertido, negando. Como pidiendo que parara de hacer aquello. Era más que pudoroso, repentinamente mi intimidad había sido rota completamente y me veía convertido en el centro de atención de una situación bochornosa.
Seguí riendo, ahora algo nervioso, observando con una leve inclinación de cabeza aquel pañuelo que ella tenía en sus manos, con al parecer, sus iníciales. Me preguntaba quién se lo había hecho. Ya que, por lo que aparentaba, no parecía ser una muchacha de clase alta. Como para enviar sus ropas a hacer y grabar. Me quede pensativo y noté que ella seguía mirando en desastre en mi ropa y solo atiné a levantar el rostro, quedando cara a cara con ella.
-... Ah! Tu... Tu pañuelo lleva tus iníciales? Qué lindo.
Dije buscando rápidamente otro tema por el que hablar, sentía aquel pulso ajeno bien metido en mis sentidos. Y aquel movimiento de sangre solía abrir mi apetito. Y yo no quería hacerle nada malo a ella. Y mucho menos robarle o pedirle sangre. Así que despacito me fui levantando, limpiando el pasto de mi pantalón; enarcando una ceja cuando ella decía algo acerca de un resfrío. Claro... Los humanos se enfermaban de ese tipo de cosas y yo lo había olvidado por completo. Abrí mis labios y me quedé completamente sin palabras, no sabía exactamente como reaccionar. Solo atiné a morderme los labios y asentir.
-Me acompañas adentro? Puedes llevarte un bocadillo de esos para el camino, te vi con ganas de comerlo, antes de que Dafne ocasionara este pequeño embrollo!
Sonreí cubriendo mis labios y me acomodé los cabellos hacía arriba y nuevamente en una coleta. Ahora mismo tenía el cabello un poco largo, pero pronto lo cortaría nuevamente para que quede más sobre mi rostro.
Empecé a caminar hacia dentro, esperando a que ella me siguiera; mirando para atrás un poco, me quedé pensativo. Sería un problema si Dafne entraba con ellos, ya que si estaba ansiosa afuera, adentro destruiría todo. Mordí mis labios y mire a la muchacha.
-Hacemos rápido, si? No se bien si ocasionará o no algún problema dentro, pero por las dudas se puede quedar aquí?
Pregunté con algo de vergüenza, ya que esperaba no sonar mal o no parecer malo al decir eso. Es que dentro realmente las pinturas y cosas que había, no solo eran caras en precio, sino que eran muy valiosas para mí. Ya que todo el decorado lo había hecho con mis propias manos y había tardado bastante en conseguir todas las cosas. Podía pensar hasta que nada se podría comprar nuevamente.
-Y-yaahh! No pasa nada, por favor.
Observé unos momentos mientras ella seguía limpiando y suavemente le tomé la mano, mirándola divertido, negando. Como pidiendo que parara de hacer aquello. Era más que pudoroso, repentinamente mi intimidad había sido rota completamente y me veía convertido en el centro de atención de una situación bochornosa.
Seguí riendo, ahora algo nervioso, observando con una leve inclinación de cabeza aquel pañuelo que ella tenía en sus manos, con al parecer, sus iníciales. Me preguntaba quién se lo había hecho. Ya que, por lo que aparentaba, no parecía ser una muchacha de clase alta. Como para enviar sus ropas a hacer y grabar. Me quede pensativo y noté que ella seguía mirando en desastre en mi ropa y solo atiné a levantar el rostro, quedando cara a cara con ella.
-... Ah! Tu... Tu pañuelo lleva tus iníciales? Qué lindo.
Dije buscando rápidamente otro tema por el que hablar, sentía aquel pulso ajeno bien metido en mis sentidos. Y aquel movimiento de sangre solía abrir mi apetito. Y yo no quería hacerle nada malo a ella. Y mucho menos robarle o pedirle sangre. Así que despacito me fui levantando, limpiando el pasto de mi pantalón; enarcando una ceja cuando ella decía algo acerca de un resfrío. Claro... Los humanos se enfermaban de ese tipo de cosas y yo lo había olvidado por completo. Abrí mis labios y me quedé completamente sin palabras, no sabía exactamente como reaccionar. Solo atiné a morderme los labios y asentir.
-Me acompañas adentro? Puedes llevarte un bocadillo de esos para el camino, te vi con ganas de comerlo, antes de que Dafne ocasionara este pequeño embrollo!
Sonreí cubriendo mis labios y me acomodé los cabellos hacía arriba y nuevamente en una coleta. Ahora mismo tenía el cabello un poco largo, pero pronto lo cortaría nuevamente para que quede más sobre mi rostro.
Empecé a caminar hacia dentro, esperando a que ella me siguiera; mirando para atrás un poco, me quedé pensativo. Sería un problema si Dafne entraba con ellos, ya que si estaba ansiosa afuera, adentro destruiría todo. Mordí mis labios y mire a la muchacha.
-Hacemos rápido, si? No se bien si ocasionará o no algún problema dentro, pero por las dudas se puede quedar aquí?
Pregunté con algo de vergüenza, ya que esperaba no sonar mal o no parecer malo al decir eso. Es que dentro realmente las pinturas y cosas que había, no solo eran caras en precio, sino que eran muy valiosas para mí. Ya que todo el decorado lo había hecho con mis propias manos y había tardado bastante en conseguir todas las cosas. Podía pensar hasta que nada se podría comprar nuevamente.
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Re: Deferto neminem (Friné)
Friné devoró intentando no perder su elegancia y feminidad, uno de aquellos bocaditos, mientras el joven caminaba hacia dentro seguido por ambas hembras. Al oír sus palabras, la joven se entristeció. No quería dejar ahí a Dafne pero sabía que era lo mejor y probablemente ella sería incluso más feliz correteando por aquel lugar que dentro de las paredes de aquella mansión. Se agachó sonriendo con dulzura y llamó a su mascota, acariciándole la cabeza con cariño. Susurró algo en griego y posteriormente se levantó, alisando su falda y girándose hacia el chico con la intención de poder mirarlo a los ojos.
-Nos esperará aquí, pero no debemos tardar, no quiero que se escape, es aún una cachorra- dijo andando hacia el gran edificio.
Una vez frente a la puerta, la chica apreció la gran puerta robusta. Parecía poder soportar el ataque de más de cien personas. Inconscientemente, deslizó sus dedos por el frío material. Le gustaba sentir las cosas con todos los sentidos que le fuera posible, le gustaba vivir. Empujó con suavidad aquella barrera y cedió ante sus fuerzas. Las bisagras emitieron un leve sonido y la puerta crujió. Había oído otras mucho más escandalosas así que le restó importancia al sonido. Sus ojos estaban abiertos con impresión, observando cada palmo del grandioso lugar. Lo había imaginado antes de verlo mas no de aquella forma, sus ensoñaciones se encontraban muy por debajo de la realidad.
-Vaya...-musitó antes de exhalar un suspiro-Es precioso...
El recibidor estaba presidido por una gran escalera y el arte podía contemplarse en cualquier lugar, desde los cuadros que adornaban las paredes hasta esculturas majestuosas repletas de realismo. Friné giró sobre sí misma mientras en su rostro se dibujaba una enorme y aniñada sonrisa. Se sentía como una princesa realmente y aquello parecía un palacio. Al percatarse de sus malos modales, miró a Hero sonrojada, esperando que su actitud no le hubiera molestado. Hizo una reverencia excusándose por aquella actitud.
-Lo siento, he sido demasiado atrevida...-murmuró avergonzada -Espero no haberle importunado, señor, me he dejado llevar por una emoción infantil- se excusó con la cabeza aún agachada, mirando hacia el brillante suelo.
Una vez volvió a alzar la mirada, buscó la de aquel hombre esperando que aceptara sus disculpas. Solía ser una chica correcta cuando la situación lo precisaba pero a veces su alocada mente y su rapidez por adquirir confianza eran su perdición. Jugó con inquietud con sus manos, tomándose unos dedos con otros, entrelazándolas y volviéndolas a soltar. No quería ser tachada por aquella persona que tan cortés había sido con ella, quizás pudiera compensarlo en algún momento por todo lo que estaba ocurriendo, quizás, pensó Friné, una buena idea era invitarlo una noche a la chocolatería de su familia.
-Nos esperará aquí, pero no debemos tardar, no quiero que se escape, es aún una cachorra- dijo andando hacia el gran edificio.
Una vez frente a la puerta, la chica apreció la gran puerta robusta. Parecía poder soportar el ataque de más de cien personas. Inconscientemente, deslizó sus dedos por el frío material. Le gustaba sentir las cosas con todos los sentidos que le fuera posible, le gustaba vivir. Empujó con suavidad aquella barrera y cedió ante sus fuerzas. Las bisagras emitieron un leve sonido y la puerta crujió. Había oído otras mucho más escandalosas así que le restó importancia al sonido. Sus ojos estaban abiertos con impresión, observando cada palmo del grandioso lugar. Lo había imaginado antes de verlo mas no de aquella forma, sus ensoñaciones se encontraban muy por debajo de la realidad.
-Vaya...-musitó antes de exhalar un suspiro-Es precioso...
El recibidor estaba presidido por una gran escalera y el arte podía contemplarse en cualquier lugar, desde los cuadros que adornaban las paredes hasta esculturas majestuosas repletas de realismo. Friné giró sobre sí misma mientras en su rostro se dibujaba una enorme y aniñada sonrisa. Se sentía como una princesa realmente y aquello parecía un palacio. Al percatarse de sus malos modales, miró a Hero sonrojada, esperando que su actitud no le hubiera molestado. Hizo una reverencia excusándose por aquella actitud.
-Lo siento, he sido demasiado atrevida...-murmuró avergonzada -Espero no haberle importunado, señor, me he dejado llevar por una emoción infantil- se excusó con la cabeza aún agachada, mirando hacia el brillante suelo.
Una vez volvió a alzar la mirada, buscó la de aquel hombre esperando que aceptara sus disculpas. Solía ser una chica correcta cuando la situación lo precisaba pero a veces su alocada mente y su rapidez por adquirir confianza eran su perdición. Jugó con inquietud con sus manos, tomándose unos dedos con otros, entrelazándolas y volviéndolas a soltar. No quería ser tachada por aquella persona que tan cortés había sido con ella, quizás pudiera compensarlo en algún momento por todo lo que estaba ocurriendo, quizás, pensó Friné, una buena idea era invitarlo una noche a la chocolatería de su familia.
Friné Simon- Humano Clase Media
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Re: Deferto neminem (Friné)
Cubrí mis labios para reír por aquellas palabras de la chica. Al parecer Dafne le había hablado o eso daba a entender la chica con aquel tipo de reacciones. Le asentí suavemente y pensé lo extraño que era... Como los humanos solían hablar con los animales y a sí mismo los seres sobre naturales también lo hacíamos. Aún siendo muertos vivientes, los animales tenían ese poder de seducción. Que nos llevaba a imaginarnos situaciones y hasta la voz de los caninos, o en su defecto, cualquier animal. Buscarle respuestas a las preguntas que le hacíamos y hasta darle un tipo de personalidad. Que no era sino, mas que una vil muestra de la imaginación humana.
-No tardaremos; no os preocupéis. Ahh, te gusta?! Lo decore yo mismo.
Alardeé dulcemente cuando ella observo el lugar y toco la puerta, la verdad no me molestaba y me hacía sentir realmente feliz el saber que ella apreciaba mi decorado. Que realmente me había costado, tiempo y dinero. Había demasiadas cosas en el mundo que yo no conocía y que quería saber. Y demasiados adornos que quería comprar pero todo sería demasiado cargado si compraba todo lo que en mi mente deseaba. Así que realmente todo había costado trabajo, físico y mental. Tampoco era broma ir por todos los locales de Francia a buscar adornos hermosos.
Bajé mi cabeza dulcemente cuando ella se sonrojó y no dije nada al respecto. Simplemente empecé a caminar hacia una escalera que iba en caracol hacia arriba. Aquella era la única escalera, sin contar la del patio, que daba hacía mi habitación. Al estar al lado de la escalera le ofrecí que vaya primero, mientras la escuchaba meticulosamente. No entendía muy bien por que ella se disculpaba por cada cosa que hacía. Pero de por si no entendía mucho a las personas, ni a los mortales ni a los vampiros. No conocía sus formas de ser o actuar. Y simplemente pensaba que se guiaban por instinto o algo de ese estilo. Aunque recordaba leer algo, de que solo los animales poseían instinto. Pero ella no era un animal, no olía a cambia formas ni a hombre lobo.
-Deja de disculparte... Por que una emoción infantil, no entiendo... Y me agrada que te guste mi hogar.
Expliqué mientras ya le empujaba suavemente por la espalda para que suba las escaleras, subiendo con ella; no eran mucho escalones, quizá unos quince, y allí había un pequeño descanso, luego se subían dos escalones que eran rectos, del lado derecho estaba mi alcoba con el balcón grande a un lado y del lado izquierdo, había una sala con un piano sin puerta, todo ese piso estaba al descubierto, menos dos cuartos, uno era el baño y el otro un gran cambiador. La verdad era, que adoraba la ropa; seda y telas de satén eran mis preferidas. Los recuerdos de estar por años enteros con un mismo estilo de prenda, que ni siquiera cambiaba de color. Me horrorizaba, y el solo hecho de saber que podía ponerme lo que quisiera, me hacía comprar muchísima ropa.
En mi habitación, se podía observar un ligero descontrol sobre el escritorio, lleno de partituras, plumas, tinteros de colores y partes de libros desparramadas. Pero aquel era el único lugar donde se podía apreciar tal desastre. Pues luego la cama estaba acomodada, con muchos almohadones arriba. El piano en un costado, largo, color marrón oscuro. Había adornos muy diminutos y para nada extravagantes por el lugar. Me gustaban las cosas mas bien sencillas.
-Por el balcón seguro puedes ver a Dafne... Buscaré camisa.
Susurré al tiempo que iba desprendiendo la que ya estaba mojada y la deslizaba hacia un canasto a un costado, que era donde habitualmente ponía la ropa sucia. Me estiré y le sonreí, no me molestaba estar sin camisa, ya que de por si, aquel té había hecho que la camisa ya no sirva para cumplir el propósito de tapar un cuerpo. Me volteé dejando ver el largo recorrido de tatuajes que llevaba en la espalda. Y abrí el cuarto agarrando la primer camisa blanca que encontraba, saliendo rápidamente. No quería tardar mucho, y si me metía a hurgar probablemente me tardaría decidiendo que de todo ponerme.
-Antes hablaste en Griego? Nunca he conocido Grecia, como es?
Pregunté mientras empezaba a ponerme la camisa, mirándola con una sonrisa de oreja a oreja, me encantaba poder hablar y tener compañía, ya que usualmente no se me daba hablar con la ama de llaves, mas que para tratarla como una madre. Y los hijos, no hablan demasiado con sus madres. O si?
-No tardaremos; no os preocupéis. Ahh, te gusta?! Lo decore yo mismo.
Alardeé dulcemente cuando ella observo el lugar y toco la puerta, la verdad no me molestaba y me hacía sentir realmente feliz el saber que ella apreciaba mi decorado. Que realmente me había costado, tiempo y dinero. Había demasiadas cosas en el mundo que yo no conocía y que quería saber. Y demasiados adornos que quería comprar pero todo sería demasiado cargado si compraba todo lo que en mi mente deseaba. Así que realmente todo había costado trabajo, físico y mental. Tampoco era broma ir por todos los locales de Francia a buscar adornos hermosos.
Bajé mi cabeza dulcemente cuando ella se sonrojó y no dije nada al respecto. Simplemente empecé a caminar hacia una escalera que iba en caracol hacia arriba. Aquella era la única escalera, sin contar la del patio, que daba hacía mi habitación. Al estar al lado de la escalera le ofrecí que vaya primero, mientras la escuchaba meticulosamente. No entendía muy bien por que ella se disculpaba por cada cosa que hacía. Pero de por si no entendía mucho a las personas, ni a los mortales ni a los vampiros. No conocía sus formas de ser o actuar. Y simplemente pensaba que se guiaban por instinto o algo de ese estilo. Aunque recordaba leer algo, de que solo los animales poseían instinto. Pero ella no era un animal, no olía a cambia formas ni a hombre lobo.
-Deja de disculparte... Por que una emoción infantil, no entiendo... Y me agrada que te guste mi hogar.
Expliqué mientras ya le empujaba suavemente por la espalda para que suba las escaleras, subiendo con ella; no eran mucho escalones, quizá unos quince, y allí había un pequeño descanso, luego se subían dos escalones que eran rectos, del lado derecho estaba mi alcoba con el balcón grande a un lado y del lado izquierdo, había una sala con un piano sin puerta, todo ese piso estaba al descubierto, menos dos cuartos, uno era el baño y el otro un gran cambiador. La verdad era, que adoraba la ropa; seda y telas de satén eran mis preferidas. Los recuerdos de estar por años enteros con un mismo estilo de prenda, que ni siquiera cambiaba de color. Me horrorizaba, y el solo hecho de saber que podía ponerme lo que quisiera, me hacía comprar muchísima ropa.
En mi habitación, se podía observar un ligero descontrol sobre el escritorio, lleno de partituras, plumas, tinteros de colores y partes de libros desparramadas. Pero aquel era el único lugar donde se podía apreciar tal desastre. Pues luego la cama estaba acomodada, con muchos almohadones arriba. El piano en un costado, largo, color marrón oscuro. Había adornos muy diminutos y para nada extravagantes por el lugar. Me gustaban las cosas mas bien sencillas.
-Por el balcón seguro puedes ver a Dafne... Buscaré camisa.
Susurré al tiempo que iba desprendiendo la que ya estaba mojada y la deslizaba hacia un canasto a un costado, que era donde habitualmente ponía la ropa sucia. Me estiré y le sonreí, no me molestaba estar sin camisa, ya que de por si, aquel té había hecho que la camisa ya no sirva para cumplir el propósito de tapar un cuerpo. Me volteé dejando ver el largo recorrido de tatuajes que llevaba en la espalda. Y abrí el cuarto agarrando la primer camisa blanca que encontraba, saliendo rápidamente. No quería tardar mucho, y si me metía a hurgar probablemente me tardaría decidiendo que de todo ponerme.
-Antes hablaste en Griego? Nunca he conocido Grecia, como es?
Pregunté mientras empezaba a ponerme la camisa, mirándola con una sonrisa de oreja a oreja, me encantaba poder hablar y tener compañía, ya que usualmente no se me daba hablar con la ama de llaves, mas que para tratarla como una madre. Y los hijos, no hablan demasiado con sus madres. O si?
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Re: Deferto neminem (Friné)
- Off rol:
- : Esa es una reseña creada por mí -user- para dar pie a los sucesos que le acontecen justo después de esto, pero que no lo hemos podido rolear. Como no he podido hablar con la user de friné para poder hacer la "reseña" como se debe, utilicé un método de escape para no afectar acciones de su personaje. Disculpen las molestias y gracias
La conversación seguía, con fluidez se comunicaban, se sonreían, pero de repente el joven vampiro recordó algo. El nuevo trabajo! Se vio alborotado al recordar que tenía que encontrarse con el gran duque de escocia y sumamente avergonzado tuvo que hacer un párate a aquella amistad que se estaba por formar. Mordiendo sus labios miró a la joven que al parecer seguía preocupada por aquel bello animal de cuatro patas y sin poder hacer nada para cambiar el destino cambió sus ropas y con dulzura le tomó la mano a la joven, haciéndola correr junto a él, la miró y firmemente le acarició los cabellos, sonriéndole, avisando que debían despedirse. Así? De repente? Si. No había tiempos para explicaciones, el joven vampiro tenía algo que hacer y no se podía permitir fallar. Dejó a la hermosa muchacha en la casa con su ama de llaves. A esperas de que si alguna vez se volvían a encontrar él pudiese aclarar las cosas. Quizá en otro momento, otra historia que dé el porvenir. Pero no podía ser en ese momento.
Así es como el asiático salió corriendo mientras se ponía un abrigo en los hombros, dando un brinco para subir a su carruaje e indicar rápidamente la dirección. Se dirigían a aquellos lados abandonados, donde nadie iba. Allí se encontraría con un lycan. Alguien que le cambiaría la vida por completo, un sujeto extraño, pero que decían era encantador. Lo sería para él? O simplemente sería un tonto más al cual le encantaría manipular con esos poderes de seducción que siempre tenía presentes? De solo pensar en que podría utilizar a uno de esos lobos se le erizaba la piel de emoción. Claro que sentía pena por la muchacha a la que había dejado abandonada, pero seguro comprendería, luego habría alguna explicación para darle, que no fuese la real. Ya que no sería del todo prudente decir a cualquiera que empezarían una revolución contra la iglesia. Algo que esperaba desde hace mucho tiempo, desde aquel momento en el que había conocido a su cuervo, aquel hombre que lo había cambiado por completo, había provocado que una nueva visión se formara en sus ojos, en su mirada hacia el futuro.
¿Qué le deparará a este débil vampiro? Amistades, reencuentros y formalidades son las cosas que el destino tiene preparadas, aventuras y emociones que seguro le sacarán más de una lágrima.
Así es como el asiático salió corriendo mientras se ponía un abrigo en los hombros, dando un brinco para subir a su carruaje e indicar rápidamente la dirección. Se dirigían a aquellos lados abandonados, donde nadie iba. Allí se encontraría con un lycan. Alguien que le cambiaría la vida por completo, un sujeto extraño, pero que decían era encantador. Lo sería para él? O simplemente sería un tonto más al cual le encantaría manipular con esos poderes de seducción que siempre tenía presentes? De solo pensar en que podría utilizar a uno de esos lobos se le erizaba la piel de emoción. Claro que sentía pena por la muchacha a la que había dejado abandonada, pero seguro comprendería, luego habría alguna explicación para darle, que no fuese la real. Ya que no sería del todo prudente decir a cualquiera que empezarían una revolución contra la iglesia. Algo que esperaba desde hace mucho tiempo, desde aquel momento en el que había conocido a su cuervo, aquel hombre que lo había cambiado por completo, había provocado que una nueva visión se formara en sus ojos, en su mirada hacia el futuro.
¿Qué le deparará a este débil vampiro? Amistades, reencuentros y formalidades son las cosas que el destino tiene preparadas, aventuras y emociones que seguro le sacarán más de una lágrima.
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