AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El tiempo pasa... pero nosotras quedamos... [Astarté]
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El tiempo pasa... pero nosotras quedamos... [Astarté]
Mientras Nikita (mi nana, doncella de 50 años) me arreglaba mi cabellera rebelde, yo escribía una carta para mi familia en Rusia, específicamente le enviaba información valiosa a mi padre de unos negocios que tenía pendientes y ya había encontrado al estafador, tenía que encargarme de su vida aunque no lo mataría siendo yo, movería las piezas para que la bestia de mi interior lo hiciera, una doble personalidad que me había ganado ya hacia algunos años atrás ¿Cuántos? En realidad no quería recordar aquello. Mi pecho se apretó cuando sentí el tirón de los cordones del corsé ajustarse a mi figura, Nikita comenzaba hablar con su acento tan bello de mi querida Rusia, me informaba de que pronto moverían a Sergêi (Piano de cola blanco) de lugar, actualmente se encontraba en el hotel en un gran salón donde diariamente iba tocarlo, pero por la queja de uno de los huéspedes y una discusión que había tenido con el sujeto en cuestión tome la opción por el bien mío y de aquel simple humano de mover el piano hasta el palacio donde me habían facilitado un lugar para poder hacer mis concierto privados.
El tiempo parecía correr a esas horas, las personas avanzaban sin importar nada, con mi doncella a un lado observaba lo que ocurría a mi alrededor, niños robando, mujeres ofreciéndose, hombres vigilando, personas con sus escoltas, pobres muriendo de hambre a los cuales dejaba unos francos para que pudieran alimentarse y jóvenes enamorados caminando con lentitud. Suspire… alguna vez yo me había encontrado así ¿o no? Al solo pensar eso mi cuerpo se había estremecido, pensar en el me había erizado la piel y de inmediato cambie toda idea de mi cabeza y seguí caminando. Entre a una tienda de sombreros, me probé una infinidad de ellos ninguno me gusto, ninguno describía lo que sentía en ese momento, ese rechazo por el color de mi piel, que tanto odiaba era el que me impedía ser completamente plena, las vendedoras habían comentado que era una “regalada” no quise hablar solo por educación o tal vez era miedo a que sus palabras me hirieran. Tome aire ya en la calle y seguí mi camino, Nikita noto mi malestar y se apronto en darme consejos los cuales no quería y no los necesitaba, siempre era lo mismo, mi piel el color de mi piel era más oscuro del normal, decían que sería hija de una esclava y un hombre rico y cosas que en realidad me hacían odiar en silencio a las personas.
Las clases de meditación con los monjes donde me habían llevado luego de la desaparición de Raven, me había ayudado lo suficiente para canalizar la ira que según decía mi padre la tenia marcada en los ojos, cierto o no, los monjes me habían ayudado de varias formas menos en la de la discriminación, pero no podía pedir mucho no aguante el encierro en ese lugar tan alejado de todo y escape a la cuarta luna llena, me había faltado por aprender pero con lo que sabía me bastaba para ser la persona que era, la música mi otro escaparate era mi mundo de ensueño. Y la música llego a mis oídos mientras caminaba en dirección al centro de la ciudad, donde la plaza estaba, mis pasos se volvieron más ligeros mientras las notas retumbaban en mi cabeza, alguien cerca tocaba un violín, una melodía que me sabía de memoria una de las muchas melodías que desde que había aprendido a tocar el piano la tocaba para calmar mi espíritu.
Del brazo de Nikita llegué a la plaza donde un joven de cabellera larga y mirada desorbitaba tocaba la nana que me había enseñado mi profesor de piano, me acerque había un tumulto de gente pero no me importo, la música me cegaba, hipnotizaba y traía a mi interior todo lo que nadie lograba, Paz al cien por ciento. Ahí embobada por la música le deje varios francos al joven que tocaba de las mil maravillas, mire sus dedos las notas que una a una formaban aquello que inundaba ese lugar, todo parecía paralizarse ante las notas que salían del Violín lentamente más personas se agruparon para escuchar tan bella Sonata, y yo ahí en mi mundo encontré lo que no andaba buscando. Una sonrisa perdida entre la multitud.
El tiempo parecía correr a esas horas, las personas avanzaban sin importar nada, con mi doncella a un lado observaba lo que ocurría a mi alrededor, niños robando, mujeres ofreciéndose, hombres vigilando, personas con sus escoltas, pobres muriendo de hambre a los cuales dejaba unos francos para que pudieran alimentarse y jóvenes enamorados caminando con lentitud. Suspire… alguna vez yo me había encontrado así ¿o no? Al solo pensar eso mi cuerpo se había estremecido, pensar en el me había erizado la piel y de inmediato cambie toda idea de mi cabeza y seguí caminando. Entre a una tienda de sombreros, me probé una infinidad de ellos ninguno me gusto, ninguno describía lo que sentía en ese momento, ese rechazo por el color de mi piel, que tanto odiaba era el que me impedía ser completamente plena, las vendedoras habían comentado que era una “regalada” no quise hablar solo por educación o tal vez era miedo a que sus palabras me hirieran. Tome aire ya en la calle y seguí mi camino, Nikita noto mi malestar y se apronto en darme consejos los cuales no quería y no los necesitaba, siempre era lo mismo, mi piel el color de mi piel era más oscuro del normal, decían que sería hija de una esclava y un hombre rico y cosas que en realidad me hacían odiar en silencio a las personas.
Las clases de meditación con los monjes donde me habían llevado luego de la desaparición de Raven, me había ayudado lo suficiente para canalizar la ira que según decía mi padre la tenia marcada en los ojos, cierto o no, los monjes me habían ayudado de varias formas menos en la de la discriminación, pero no podía pedir mucho no aguante el encierro en ese lugar tan alejado de todo y escape a la cuarta luna llena, me había faltado por aprender pero con lo que sabía me bastaba para ser la persona que era, la música mi otro escaparate era mi mundo de ensueño. Y la música llego a mis oídos mientras caminaba en dirección al centro de la ciudad, donde la plaza estaba, mis pasos se volvieron más ligeros mientras las notas retumbaban en mi cabeza, alguien cerca tocaba un violín, una melodía que me sabía de memoria una de las muchas melodías que desde que había aprendido a tocar el piano la tocaba para calmar mi espíritu.
Del brazo de Nikita llegué a la plaza donde un joven de cabellera larga y mirada desorbitaba tocaba la nana que me había enseñado mi profesor de piano, me acerque había un tumulto de gente pero no me importo, la música me cegaba, hipnotizaba y traía a mi interior todo lo que nadie lograba, Paz al cien por ciento. Ahí embobada por la música le deje varios francos al joven que tocaba de las mil maravillas, mire sus dedos las notas que una a una formaban aquello que inundaba ese lugar, todo parecía paralizarse ante las notas que salían del Violín lentamente más personas se agruparon para escuchar tan bella Sonata, y yo ahí en mi mundo encontré lo que no andaba buscando. Una sonrisa perdida entre la multitud.
Ramona Zlatar- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2012
Re: El tiempo pasa... pero nosotras quedamos... [Astarté]
Astarté, siendo una niña, no podía dejar de ignorar esas terribles ganas de correr y atrapar a la pequeña mariposa que paso volando frente a ella. El frenético instinto de cacería se encendió en ella y sólo podía pensar en alcanzar a ese bicho con colores tan vivos en sus alas aterciopeladas. Con la mirada, siguió el camino del animal perdiéndose en los mosaicos que sus aleteos generaron sin importar el arrastre y la furia del viento. Sentada, con la espalda reposando en aquel inmenso tronco, no pudo soportarlo más y decidió ponerse de pie e ir a acechar a esa delicada mariposa. Al principio le fue difícil volver a capturarla con la vista, pues en un segundo en el cual se distrajo, el animalejo ya había cruzado la mitad del jardín en el que se encontraba perdiéndose en el diseño natural de las flores. Cuando por fin estuvo a punto de atraparla, algo la interrumpió haciéndola caer al suelo al lanzarse a por la mariposa. Los niños la señalaron y los adultos se burlaron de ella, pero nada de eso tenía sentido cuando en su cabeza se habían entrometido un par de notas musicales.
Hipnotizada por la música, caminó entre el jardín buscando el origen de la misma. Al cabo de un rato la encontró. El joven la tocaba con entusiasmo, con el sentimiento tal que la desgraciada de Astarté sólo pudo sentir el sopor en su alma y exteriorizarlo con lo erizado de sus bellos. Aquella nana era la misma que su madre le tarareaba cuando no podía conciliar el sueño. El recuerdo abofeteó a la pobre criatura y sus ojos se llenaron de lágrimas; su llanto no era de dolor, nostalgia o melancolía. Fue realimente indescriptible el haber encontrado a alguien que conociera esa canción, una melodía que sólo la podían haber aprendido los hijos de algún gitano o lo que es más imposible, algún lupino que tenga sus raíces en una vieja ciudad de Rusia. Con las mejillas humedecidas pero la sonrisa en sus labios, se dispuso a cerrar los ojos y dejarse llevar por la música a un mundo desconocido. Podía observar en su cabeza como es que las notas cobraban vida y danzaban con alegría alrededor suyo, la letra era un poco triste pero la sonata con la flautilla sonaba más amena para quienes desconocían el origen de la canción.
El joven terminó y los aplausos lo recibieron, algunas personas dejaron un poco de dinero sobre el pañuelo que colocó en el suelo, otras se quejaron por el ruido, unas más lo felicitaron y al final se quedó completamente solo. Astarté inclinó la cabeza metiendo las manos en sus bolsillos, buscando los céntimos para darle, porque no contó la forma con la que tocó el instrumento, tampoco importó lo necesitado que estuviese el joven, es sólo que ella quería agradecerle el recordar aquella letanía que pensó haber olvidado. Al darse cuenta que no tenía absolutamente nada que ofrecerle, levantó la mirada, sonrió y susurró “Lo siento” Al girarse sobre los talones para esquivar al músico, su vista no pudo dar crédito al rostro que encontró frente a ella. -…No…- susurró imposibilitada para hablar. Verla a ella, a Ramona precisamente, era como sentir una bala de plata encajándosele en el corazón. ¿Por qué? ¿Por qué ella tenía que aparecer después de tanto tiempo? Astarté conocía la historia que hubo entre Raven, su hermano, y ella. Pero saberla presente era abrir la herida que Raven le dejó justo después de su desaparición. Sacudió su cabeza. Desorientada, la buscó una vez más y, asegurándose de que no fuese sólo un producto de su imaginación le habló -¡Tú! Oh, Ramona, tú debes saber donde esta ¿Cierto?- Cuestionó. Ella fue la mejor amiga de Raven, e incluso Astarté estaba segura de la atracción entre ambos, él pudo habérselo contado todo. Tal vez ella era la única en el mundo entero que podría dar con el paradero de su hermano…
Hipnotizada por la música, caminó entre el jardín buscando el origen de la misma. Al cabo de un rato la encontró. El joven la tocaba con entusiasmo, con el sentimiento tal que la desgraciada de Astarté sólo pudo sentir el sopor en su alma y exteriorizarlo con lo erizado de sus bellos. Aquella nana era la misma que su madre le tarareaba cuando no podía conciliar el sueño. El recuerdo abofeteó a la pobre criatura y sus ojos se llenaron de lágrimas; su llanto no era de dolor, nostalgia o melancolía. Fue realimente indescriptible el haber encontrado a alguien que conociera esa canción, una melodía que sólo la podían haber aprendido los hijos de algún gitano o lo que es más imposible, algún lupino que tenga sus raíces en una vieja ciudad de Rusia. Con las mejillas humedecidas pero la sonrisa en sus labios, se dispuso a cerrar los ojos y dejarse llevar por la música a un mundo desconocido. Podía observar en su cabeza como es que las notas cobraban vida y danzaban con alegría alrededor suyo, la letra era un poco triste pero la sonata con la flautilla sonaba más amena para quienes desconocían el origen de la canción.
El joven terminó y los aplausos lo recibieron, algunas personas dejaron un poco de dinero sobre el pañuelo que colocó en el suelo, otras se quejaron por el ruido, unas más lo felicitaron y al final se quedó completamente solo. Astarté inclinó la cabeza metiendo las manos en sus bolsillos, buscando los céntimos para darle, porque no contó la forma con la que tocó el instrumento, tampoco importó lo necesitado que estuviese el joven, es sólo que ella quería agradecerle el recordar aquella letanía que pensó haber olvidado. Al darse cuenta que no tenía absolutamente nada que ofrecerle, levantó la mirada, sonrió y susurró “Lo siento” Al girarse sobre los talones para esquivar al músico, su vista no pudo dar crédito al rostro que encontró frente a ella. -…No…- susurró imposibilitada para hablar. Verla a ella, a Ramona precisamente, era como sentir una bala de plata encajándosele en el corazón. ¿Por qué? ¿Por qué ella tenía que aparecer después de tanto tiempo? Astarté conocía la historia que hubo entre Raven, su hermano, y ella. Pero saberla presente era abrir la herida que Raven le dejó justo después de su desaparición. Sacudió su cabeza. Desorientada, la buscó una vez más y, asegurándose de que no fuese sólo un producto de su imaginación le habló -¡Tú! Oh, Ramona, tú debes saber donde esta ¿Cierto?- Cuestionó. Ella fue la mejor amiga de Raven, e incluso Astarté estaba segura de la atracción entre ambos, él pudo habérselo contado todo. Tal vez ella era la única en el mundo entero que podría dar con el paradero de su hermano…
Nevenka Lèveque- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/08/2012
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Re: El tiempo pasa... pero nosotras quedamos... [Astarté]
Y Paris se me hizo chico cuando ella pronuncio aquellas palabras ¿Acaso ella no lo sabía? me habían enviado a Paris por asuntos familiares, como olvidar de ella, de su hermano, de mi… No, no… moví la cabeza de un lado a otro no podía ser verdad el mundo es un pañuelo y ahí en la lejanía de nuestro país natal ambas nos volvíamos a ver, nunca la vi con otros ojos que no fueran los de una hermana pequeña la sentía diferente, si ella también era de las mías, lo podía oler mis sentidos siempre abiertos y ahora aun mas con aquella canción que nostalgia traía a mi recuerdo, cerré y abrí los ojos más de una vez y dejando a Nikita atrás avance hasta ella, reprimí el abrazo que deseaba darle, el desconcierto me envolvía en ese momento, no sabía como empezar si con un simple saludo o respondiendo aquella pregunta que ella me había hecho.
Astarté – mi voz pareció desvanecerse y las notan ya no acompañaban al latir de mi corazón fue ese momento donde desapareció todo y recuerdos vividos pude sentir acariciar mi piel, Raven, y mi corazón latió con fuerzas… nuestro Raven pensé al tiempo que mis ganas de huir de ahí subían por mis venas, el, había conquistado mi alma y había sido… ¿mutilado, transformado? Nadie nunca me dijo que había pasado mas yo sola tuve que sacar conclusiones, pero… - No… no, yo – un pequeño tartamudeo apareció entre mis palabras, mi corazón se contraía con fuerzas y mi respiración se agitaba mas y mas. – No lo sé – dije al fin sintiendo como cada bello de mi piel se erizaba por completo y me puse tan helada como podía estar en ese momento – Desde aquel día… que no lo veo - ¿Cuál había sido el día? En realidad solo recordaba que los problemas habían aumentado en la lejanía de nuestras tierras yo andaba de encubierta para acabar con una manada de Vampiros que quería acabar con aquel pueblo – Solo lo vi desde lejos cuando lo atacaron… intente hacer algo… - yo era licántropo desde hacía muchos años y aunque intentaba ocultarlo dudaba si ella lo sabía, mas Raven tenía el conocimiento de lo que yo ocultaba después de todo… habíamos sido más que amigos. – Pero una contra tres, cuatro… - no podía recordar, me dolía pensar en que toda mi fuerza había sido inútil aquella noche, no pude salvar a lo que más amaba, al que quería – Lo siento – el aliento me hacía falta en ese momento.
El tiempo había pasado volando en mi memoria solo había una imagen ¿muerto? No lo podía saber, mis sentidos se habían opacado esa noche, entre gritos y blasfemias… ¿Qué había ocurrido? No tenia palabras, ella era una de las mías y Raven siempre había mencionado que era a quien había que proteger, contra viento y marea así lo haría, quisiera o no ella yo sería como el verdugo que la esperaría, cada luna llena, intentaría enseñar de las andanzas, desconocía por completo cuanto tiempo ella llevaba siendo una bestia pero el tiempo corría, volaba en ese momento, ni suplicas, ni buenos actos cambiarían lo que aquella joven sentía. Si me odiaba o no pronto lo sabría. Más ella era lo más cercano que tenía a él. ¿Dónde estaba? Paris, los pasos de una muerte inminente, si tenía que morir lo haría pero nunca sin haber luchado.
Off: Tengo mis dudas aun con la respuesta, dime que te parece, para ver si hay algo que se tenga que modificar encuento a Raven , escribi intentando darle mas emocion a la historia en si entre Ramona y el xD espero se entienda algo
Astarté – mi voz pareció desvanecerse y las notan ya no acompañaban al latir de mi corazón fue ese momento donde desapareció todo y recuerdos vividos pude sentir acariciar mi piel, Raven, y mi corazón latió con fuerzas… nuestro Raven pensé al tiempo que mis ganas de huir de ahí subían por mis venas, el, había conquistado mi alma y había sido… ¿mutilado, transformado? Nadie nunca me dijo que había pasado mas yo sola tuve que sacar conclusiones, pero… - No… no, yo – un pequeño tartamudeo apareció entre mis palabras, mi corazón se contraía con fuerzas y mi respiración se agitaba mas y mas. – No lo sé – dije al fin sintiendo como cada bello de mi piel se erizaba por completo y me puse tan helada como podía estar en ese momento – Desde aquel día… que no lo veo - ¿Cuál había sido el día? En realidad solo recordaba que los problemas habían aumentado en la lejanía de nuestras tierras yo andaba de encubierta para acabar con una manada de Vampiros que quería acabar con aquel pueblo – Solo lo vi desde lejos cuando lo atacaron… intente hacer algo… - yo era licántropo desde hacía muchos años y aunque intentaba ocultarlo dudaba si ella lo sabía, mas Raven tenía el conocimiento de lo que yo ocultaba después de todo… habíamos sido más que amigos. – Pero una contra tres, cuatro… - no podía recordar, me dolía pensar en que toda mi fuerza había sido inútil aquella noche, no pude salvar a lo que más amaba, al que quería – Lo siento – el aliento me hacía falta en ese momento.
El tiempo había pasado volando en mi memoria solo había una imagen ¿muerto? No lo podía saber, mis sentidos se habían opacado esa noche, entre gritos y blasfemias… ¿Qué había ocurrido? No tenia palabras, ella era una de las mías y Raven siempre había mencionado que era a quien había que proteger, contra viento y marea así lo haría, quisiera o no ella yo sería como el verdugo que la esperaría, cada luna llena, intentaría enseñar de las andanzas, desconocía por completo cuanto tiempo ella llevaba siendo una bestia pero el tiempo corría, volaba en ese momento, ni suplicas, ni buenos actos cambiarían lo que aquella joven sentía. Si me odiaba o no pronto lo sabría. Más ella era lo más cercano que tenía a él. ¿Dónde estaba? Paris, los pasos de una muerte inminente, si tenía que morir lo haría pero nunca sin haber luchado.
Off: Tengo mis dudas aun con la respuesta, dime que te parece, para ver si hay algo que se tenga que modificar encuento a Raven , escribi intentando darle mas emocion a la historia en si entre Ramona y el xD espero se entienda algo
Ramona Zlatar- Licántropo Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/07/2012
Re: El tiempo pasa... pero nosotras quedamos... [Astarté]
«NO» Fue la respuesta que recibió, fue la única palabra capaz de desquebrajarla después de tanto tiempo. Sus sentidos despertaron esa funesta sensación de encontrarse completamente perdida entre la multitud de gente. Sacudió la cabeza e intentó incorporarse de nuevo, pero con la misma intensidad con la cual su esperanza había emergido, fue asesinada sin previo aviso. Su corazón se fragmentó en miles de pedazos, no podía concentrarse en el rostro de la chica, ni siquiera estaba segura de estar dentro de la realidad y, ¿Si todo era un sueño? ¿Sólo una fatídica pesadilla de lo que más miedo le provoca, la pérdida total de su familia? Había querido despertar en más de una ocasión, pero siempre regresaba al punto de partida y a la cruda realidad que todo aquello ameritaba. Estaba sola. Jadeó agónica, como si una carcajada se hubo arrepentido de explotar en su garganta, como si un golpe le hubiese sido propiciado en el estómago dejándole sin aliento alguno. Se sobó la cien, estaba aturdida y jamás se había sentido tan desubicada como hasta ahora. Aspiró con profundidad. –Pero él… tú…yo creí que…- Murmuró. No poseía la fuerza suficiente como para hacer que su voz resonara con normalidad. Se encaminó hasta ella con el ceño fruncido y una mueca en los labios, la tomó el brazo –Sígueme-
Una vez que logró sacarla de la multitud en la que se encontraban, decidió hablar sobre lo que ocurría y los por qué o cualquier otra cosa que incumbiera a su hermano y a ella, a Ramona. Levantó la mirada y clavó sus orbes esmeraldas profundamente en las cuencas ajenas. No desconfiaba de la joven, tampoco es que la odiara, sólo necesitaba entender. -¿Desde aquel día? ¿Tú estabas con él?- Negó con su cabeza de una forma casi histérica. No acusaba su acto de cobardía, ni siquiera había sopesado esa idea pero el sólo hecho de conocer que alguien pudo ver el ataque a su hermano ya llenaba de intrigas. -¿Pero entonces esta bien o…- Tragó saliva. Un nudo en la garganta se le atoró al pensar en la posibilidad –Por favor dime que no está muerto. Aún lo necesito, más que nunca ¿Entiendes?- El tono de su voz era desesperado, como si tuviese miedo de algo, de ella misma.
Tras un par de segundos en que permaneció callada. Irrumpió en llanto –Lo siento, pero es que de verdad no sé qué hacer, pensar o creer- Limpió las lágrimas de su rostro y desvió la mirada hacia la nada –Fue un estúpido al ir solo, además el jamás hubiera permitido que tú entraras en la pelea. Sólo quiero saber si está bien- Sonrió con nerviosismo. Una sonrisa histérica que reparaba más en la amargura que en la felicidad –Aunque de estarlo, ya habría ido a buscarme.- Nuevamente tragó saliva y espero a que ella hablara, que le dijese algo que calmara su dolor. Se acercó a ella para sostener sus manos, el viento cambió de dirección. Los ojos de Astarté se iluminaron por completo, sus sentidos se alteraron y rápidamente inclinó la cabeza hacia atrás arrugando la nariz. Retrocedió dos pasos en señal de alerta –Imposible- Susurró impactada por el peculiar aroma que se alojó en sus fosas nasales –No puedes… tú no…- frunció el ceño tratando de comprender, pero no había equivocación alguna. Ramona tenía ese característico efluvio a los de ahora su raza -¿Él lo sabía?- Preguntó. La fémina se daría cuenta a qué se refería Astarté, no hay bastante ciencia en el entendimiento de las palabras no dichas y la comunicación por medio de la mirada. –Pudimos haberte exterminado- Su cabeza era un completo caos, por un lado el concepto de la licantropía, por el otro el legado de cazadores en su familia, la amistad con Ramona y la desaparición de su hermano, todo eso mezclado con los cambios fisiológicos de una adolescente… Sí, Astarté era una bomba de tiempo.
Una vez que logró sacarla de la multitud en la que se encontraban, decidió hablar sobre lo que ocurría y los por qué o cualquier otra cosa que incumbiera a su hermano y a ella, a Ramona. Levantó la mirada y clavó sus orbes esmeraldas profundamente en las cuencas ajenas. No desconfiaba de la joven, tampoco es que la odiara, sólo necesitaba entender. -¿Desde aquel día? ¿Tú estabas con él?- Negó con su cabeza de una forma casi histérica. No acusaba su acto de cobardía, ni siquiera había sopesado esa idea pero el sólo hecho de conocer que alguien pudo ver el ataque a su hermano ya llenaba de intrigas. -¿Pero entonces esta bien o…- Tragó saliva. Un nudo en la garganta se le atoró al pensar en la posibilidad –Por favor dime que no está muerto. Aún lo necesito, más que nunca ¿Entiendes?- El tono de su voz era desesperado, como si tuviese miedo de algo, de ella misma.
Tras un par de segundos en que permaneció callada. Irrumpió en llanto –Lo siento, pero es que de verdad no sé qué hacer, pensar o creer- Limpió las lágrimas de su rostro y desvió la mirada hacia la nada –Fue un estúpido al ir solo, además el jamás hubiera permitido que tú entraras en la pelea. Sólo quiero saber si está bien- Sonrió con nerviosismo. Una sonrisa histérica que reparaba más en la amargura que en la felicidad –Aunque de estarlo, ya habría ido a buscarme.- Nuevamente tragó saliva y espero a que ella hablara, que le dijese algo que calmara su dolor. Se acercó a ella para sostener sus manos, el viento cambió de dirección. Los ojos de Astarté se iluminaron por completo, sus sentidos se alteraron y rápidamente inclinó la cabeza hacia atrás arrugando la nariz. Retrocedió dos pasos en señal de alerta –Imposible- Susurró impactada por el peculiar aroma que se alojó en sus fosas nasales –No puedes… tú no…- frunció el ceño tratando de comprender, pero no había equivocación alguna. Ramona tenía ese característico efluvio a los de ahora su raza -¿Él lo sabía?- Preguntó. La fémina se daría cuenta a qué se refería Astarté, no hay bastante ciencia en el entendimiento de las palabras no dichas y la comunicación por medio de la mirada. –Pudimos haberte exterminado- Su cabeza era un completo caos, por un lado el concepto de la licantropía, por el otro el legado de cazadores en su familia, la amistad con Ramona y la desaparición de su hermano, todo eso mezclado con los cambios fisiológicos de una adolescente… Sí, Astarté era una bomba de tiempo.
Nevenka Lèveque- Licántropo Clase Alta
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