Time has come for You

Ephraim Abraham March → 24 años → Humano, Cazador → Clase Media → Heterosexual → Richmond, Indiana, E.U.A

Descripción psicológica
Ephraim es un hombre bastante parco. Con las personas que no conoce apenas dirá “sí” o “no”. El trabajo duro y el constante silencio en los bosques en los que vivía lo ha hecho rudo, lacónico y bastante grosero. Las aglomeraciones de gente lo agobian, prefiere la soledad de los enormes bosques que parecen no tener final. La sociedad le molesta, pero no la rehuye. Aún así, está más acostumbrado a las gentes abiertas de Estados Unidos que a los pomposos nobles franceses.

Con sus amigos es una persona muy honesta, al punto en que puede llegar a herir sentimientos o causar odiosidades. Si el vestido te hace ver gorda, te lo dirá sin tapujos. Si considera que hiciste un pésimo negocio, o que tu prometida es horrible, te lo hará saber sin compasión. Quizá por eso no posee demasiadas amistades, pero las que tiene le son totalmente leales. Pocas veces se le ve sonreir, pero cuando lo hace es porque te ha entregado su amistad por completo.

Es un hombre que vive y respira por una causa, por una meta, la que luchará por cumplir hasta que muera. Totalmente testarudo, no descansará aunque tenga una pierna rota o se esté muriendo de influenza. Con sus enemigos es implacable, incapaz de sentir compasión alguna. Con sus amores peca de sobreprotector e irritable, pero es por la seguridad de la persona amada. A Ephraim lo persiguen entes peligrosos, y él lo tiene muy claro.

Descripción Física
Ephraim es un hombre bastante más alto que la media, exhibiendo su 1.87 mientras camina en las calles. A pesar de eso no tiene el aspecto desgarbado que poseen las personas altas, sino que camina con la espalda bien recta y la frente bien levantada. Sus brazos y Piernas son largos, y rematados por manos y pies grandes. Las manos son especialmente ásperas, dado que en su tiempo se dedicó a talar árboles y trabajar la tierra. Aquel trabajo lo proveyó de músculos fuertes y una espalda ancha.


Aún con todo el trabajo duro, su rostro no está tocado por la rudeza de los leñadores, aunque no deja de ser viril. De rostro cuadrado y relleno, enmarcado por una espesa mata de cabello castaño y rizado, que va siempre enfundado en algún sombrero. Las cejas son igual de espesas que el cabello, y van encima de unos ojos castaño oscuro. La nariz es recta, aunque con una ligera protuberancia en el medio, y posee labios finos, usualmente cerrados en una mueca de tensión. Todo esto enmarcado en una piel blanca, algo tostada por el sol.

Historia

¿Qué es justicia? ¿Qué es venganza? ¿Qué es dolor? Son preguntas que Ephraim March se ha hecho a lo largo de sus cortos años de vida. Son interrogantes que siempre rondan en su cabeza, pero que nunca han sido respondidas, ni por él, ni por nadie. Son las luces que guían su vida, no a la felicidad, sino al sufrimiento.

Hijo de un padre leñador y una madre de clase media, Ephraim nació en Richmond, Estados Unidos, bajo el techo de una casa en medio del bosque. Con él la familia ascendía a seis miembros, los cuales luchaban por sobrevivir en un ambiente más o menos hostil. Cuando tuvo edad suficiente para empuñar un hacha, su padre lo trajo a trabajar con él en medio de los grandes bosques de Indiana. Ephraim quedaría marcado de por vida. Aquel silencio sepulcral, roto a veces por el sonido de los grandes árboles cayendo, sería lo más amado para él desde entonces. La madera y el hacha serían sus amigos, sus compañeros inseparables.

Cuando cumplió catorce años, sobrevino una tragedia. Una de sus hermanas mayores entró en contacto con un hombre rico, elegante, extraño. Le prometió muchas cosas, le declaró amor eterno, le dijo que la sacaría del antro que era su hogar… Un día, ella desapareció sin dejar rastro. La última vez que la vieron estaba con él. A los pocos días la encontraron. Muerta. No hubo consuelo para la familia. Y la peor de las iras se había apoderado de Ephraim. Estuvo a punto de ir a matar a aquel hijo de perra, pero luego supo la noticia de que se había ido, para no volver. Su venganza se había esfumado.

Pasó años sin saber de él. Tampoco pudo buscarlo, pues su padre se lo había prohibido. Se sintió iracundo, humillado. Odió a su padre. Odió a su familia. Por lo mismo, a la primera oportunidad que tuvo, y usando su inteligencia y su amor por la lectura, se hizo patrocinar por un hombre acaudalado, que le pagó los estudios de Derecho en una prestigiosa Universidad. Alejado de su familia, Ephraim comenzó a buscar. Nada encontró, pero se le reveló una verdad espeluznante.

Uno de esos días en los que estaba vagando en la noche, fue atacado por un hombre. No, no por un hombre. Por un Vampiro sediento, que al parecer vio en aquel joven una presa fácil. Se equivocaba medio a medio, porque Ephraim le dio una buena pelea, aunque luego el rudo leñador se vio en el suelo, escupiendo sangre y a punto de morir por un par de colmillos sobresalientes. No sintió miedo, sólo ira. Y luego, la salvación.

Un cazador que por allí se encontraba quedó maravillado con las dotes físicas de Ephraim, y lo salvó de su destino matando al vampiro. Cuando estuvo a salvo, se dirigió al joven. “Ya ves”, le dijo, “Los vampiros existen, y casi te matan. Tienes pinta de haber sufrido por culpa de ellos. Cuéntame tu vida y lo sabré”.
Y allí Ephraim comenzó a contarle su vida, su búsqueda, su venganza fallida a aquel hombre al que apenas conocía. Supo allí, gracias al cazador, que su hermana había sido asesinada por un vampiro. Y supo allí que estaba destinado a cazarlos. A todos, sin distinción. Todos eran los mismos asesinos a sus ojos. Todos debían morir. Con esas afirmaciones, el cazador lo tomó como pupilo, y le dijo dónde estaban las mayores aglomeraciones de Vampiros del mundo: París, Francia.

Con esta información, Ephraim consiguió una beca en una universidad Francesa, empacó sus maletas, sus armas- y muy especialmente su hacha- y se encaminó al viejo mundo en una nueva misión: La venganza. La cacería.

Extras
-Usualmente lleva consigo el hacha que usaba en Estados Unidos para cortar árboles. Le tiene mucho aprecio y es más efectiva cortando cabezas.

-Aunque no lo parezca, es bastante enamoradizo.

-Como pasatiempo, va al bosque a cortar árboles y luego vende la leña para tener algo de dinero extra.

-Es un ávido lector y un alumno bastante rápido y vivaz.

Ramona © Rachelia.org