Lo mío, es mío. (Piers Nivans)

por **Lara Karstein** Lun Nov 05, 2012 10:39 pm

Aquella mujer estaba en el teatro, en el que me encontraba yo al empezar la noche. La había obsevado un par de veces anteriores debido a la concurrencia que tenía a tal lugar. Una noche tras otra se sentaba en el mismo banco y hacía lo mismo ¿Acaso quién era? Mi curiosidad logró que la siguiera un par de noches y descubriera que era la "aprendiz" de una bruja a la que la clase alta y la realeza solicitaban sus trabajos sin levantar sospechas. -Estos humanos también juegan sucio. La avaricia, la gula, la lujuria... todo los corrompe, caen en sus redes como cerdos en el fango, vaya seres desagradables estos quienes ceden a la trampa para lograr sus deseos.- Eso fue lo último que pensé antes de seguirla. Di un suspiro y al terminar la función me fui tras ella, la tramposa que cambiaba todo a su antojo en el camino, la que no era distinta de aquellos otros, una mentirosa más.

Por suerte o tal vez por desgracia para mí, esa noche caminó sola. Las cosas no le salieron como planeaba y se fue no de buen humor del lugar. Caminaba rápidamente al tiempo que lanzaba maldiciones y luego se adentro por callejones y zonas alejadas, se tenía confianza y conocía el camino; lo que no conocía era el predador... En mi camino fui silenciosa y de tanto en tanto la dejé oír mis pasos, entonces ella volteaba y al no ver a nadie intentaba apresurar su paso, la sospecha la envolvía. Me encargué que sus nervios estuvieran a tope para lograr que su corazón latiera a toda velocidad y disfrutar así de la sangre recorriendo sus venas aún más calientes. Su corazón bombeante me llamaba, me quemaba la garganta y la ansiaba celosamente.

Una vez me dispuse a alcanzarla, alguien más, un poco más adelante, salió de un pequeño pasillo al costado y la atrajo hacia sí, la halo sin avisos e ignorando mi presencia por supuesto, ignorandome a propósito y ocultando la presa de mi vista. Estaba segura que sabía de mí porque era imposible que no sintiera mi efluvio tan cercano, a menos que, como yo, sólo escuchara el ritmo de su corazón con tanta fuerza, pero esta hipótesis se cancelaba al recordar sus ojos inmortales mirandome apenas de reojo cuando se llevó a MI presa.

¿Quién era?¿Cómo se atrevía? Iría por él, no porque no pudiera cazar más sino porque sabiendo de mí había hecho lo que le placía sin saber porqué. ¿Acaso buscaba provocar a cualquiera y caí yo en su camino? Inhalé profundamente y en medio del viento que soplaba hacia su dirección le susurré mi amenaza:

- Voy por ti, bebedor de sangre.-