Las letras doradas demuestran su maestría ( Privado)

El sol golpeaba mi piel, mientras paseaba tranquilamente. Afortunadamente, había recordado traer mi sombrilla, sin ella, su piel se quemaría ante las caricias suaves, pero constantes del sol.

Era divertido ver cómo algunas jóvenes parejas recorrían la plaza, con sus manos entrelazadas, jurándose amor eterno por sus miradas recíprocas. Casi como si quisieran beber la esencia del otro. Como si no hubiese más mundo que el ser que los acompañaba.

Un suspiro soñador escapó de sus labios, mientras seguía caminando, absorta en los sentimientos que se arremolinaban entre la pareja, viendo cómo los sentimientos de amor iban del uno al otro, formando un nudo unificador entre ambos. Aquella pareja sería muy feliz, pensé contenta.

Habían muy pocos afortunados en ése sentimiento complejo del amor. Muchos, llegamos a sentir el amor fraternal, aquel destinado a nuestros hermanos o familiares, incluso, a veces, como era en mi caso, éste se dirigía a mis mejores amigos. Seres únicos, que me brindaban más de lo que podría haber llegado a imaginar.

Otros pocos, sentían el amor, ése que te hace temblar la voz cuando hablas con la persona que te gusta, o que lo busques con la mirada constantemente. Como si su presencia fuera un bálsamo para calmar el vacío que dejaba su ausencia.

Y sólo los afortunados, escasos a decir verdad, llegaban a tener lo que estaba presenciando. El amor verdadero. El único. El indestructible. Aquel que te hace mejorar todo lo malo que hay en ti para poder alcanzar la bondad del otro. La calidez que abriga el alma, el que todo lo protege, y también el que todo lo desruye. Sólo un amor capaz de hacer que alcances la gloria, es capaz de dejarte muerto en vida, si en algún momento lo llegas a perder. Pero... si tanto costaba encontrarlo, ¿no valía la pena lo escaso que perdurase, si a cambio, te enseña lo más valioso que puedes hallar?. Sólo el que ama sinceramente puede saber cómo entregarse como un todo, y sin pedir jamás, nada en cambio.

Esos sentimientos los veía reflejados en la joven pareja que estaban paseando juntos, susurrandose palabras de amor. Mientras que tras ellos, iban otra pareja más vieja, abrazados y acaramelados, casi como si fuesen la misma pareja joven. Salvo que es pareja más mayor había pasado por muchas más cosas juntos, su amor estaba tan unido que a penas se podría diferencias dónde comenzaba el amor de uno y finalizaba el amor del otro. Un círculo perfecto conectaba a ambos.

Perdida en el análisis de este dúo de parejas, no vio al joven que caminaba en frente de sí misma. Cuando se dio cuenta de su presencia, el choque de sus cuerpos era inminente. Intentando evitar chocarse con él dio un paso hacia la derecha, pisándose con las prisas el borde de su ligero vestido amarillo.

Con su cuerpo cayendo hacia el suelo, sólo pudo pensar en dos cosas:

¡Maldita sea mi curiosidad por analizar los sentimientos que desconozco, por medio de los demás!.

Y unos segundos después, al divisar el sobre que había en el suelo, donde su cuerpo caería si no se sostenía en alguien:

¿ Letras doradas y un sobre color crema?. ¡Dios mío, ésa es mi letra!.

Con una mano en el bolsillo de su pantalón de vesir, y la otra sosteniendo el sobre que contenia la invitación a una academia de música, caminaba él observando las pobres almas enamoradas de ese amor en pareja que Florent tanto detestaba, se reía de ellos como un científico demente a punto de exponer su más grande creación. Pensaba en su mente que era lo que el ser humano veía en ese tipo de relaciones? algún escape a la soledad? ...la soledad siempre va a estar a tu lado como una incondicional compañera acaso buscaban la felicidad eterna?...lo único eterno que existe hasta ahora conocido por el hombre es la muerte...

Aquellos pensamientos que inundaban la cabeza de Florent eran la muestra más dura y realista que cualquier persona con algo de actitud, aunque sea mínima, sabría comprender...
Y fue entonces que en un abrir y cerrar de ojos, el sobre que llevaba en su mano estaba en el suelo a vista tapada por el cabello de una señorita de cabello marrón quien tocaba con suavidad el sobre para levantarlo como si le hubiese llegado algún recuerdo momentáneo...Florent en ese momento se estaba riendo de la patética escena, para sus adentros...


-Señorita, no se preocupe déjelo...a mi se me cayó, yo lo recojo....- le dijo cortesmente levantando el inoportuno sobre...
-Se encuentra bien señorita? parece usted algo sorprendida...-

Su mirada parecía buscar alguna respuesta sobre la mirada de Florent....y éste le ayudó, tomándole la mano cordialmene para que se levantasen juntos....

Apartó su mano de la de él con suavidad, sintiendo cómo se sonrojaba a causa de su torpeza, gimió mentalmente. Acababa de tropezarse con un futuro profesor o alumno de su Conservatorio, ¿Había acaso, forma peor de realizar una presentación?, pensó abochornada.

- Discúlpeme monsieur, espero no haberle hecho daño con mi tropiezo.- Dirigiéndole una sonrisa tímida, comencé a alisarme la falda del vestido para que no se arrugara. Quedando satisfecha al ver que no se había formado ninguna línea permanente, que arruinara mi presencia, me erguí ampliando mi sonrisa.

- Permítame presentarme, monsieur. Me llamo Ruslana Del Mar, y le prometo que normalmente no atropello a la gente...- Mientras hablaba, estudié su aspecto. Alto, moreno, con ojos marrones y llamativos. Su sonrisa burlona expresaba la diversión que le causaba nuestro "encuentro". Su postura orgullosa y esbelta me recordaba a alguien, aunque no sabía exactamente a quién.

Inclinó su cabeza, dejando que algunos rizos sueltos cayesen sobre su rostro, mientras extendía su mano nuevamente hacia él como muestra de su saludo, y esperó a que él la tomase entre las suyas para finalizarlo.

-Soy Florent, Florent Mothe madame, diminutivo Flo o Flow...- le dijo directamente estrechandole la mano para saludar -..gusto en conocerle Ruslana, claro que para lo próxima, no me atropelle...haha- dijo sutil pero sarcástico

Mientras Florent reia ante la situación contemplaba la apariencia de la mujer en frente suyo, su mirada era cálida, símpatica con una pequeña mezcla de gracia, miró su apariencia física y al parecer era una mujer menor que él, y eso le pareció más chistoso aún...

-Anda de paseo madmoiselle Ruslana? ...sabe, yo llevo teniendo este sobre en mis manos hace varios días atrás y aunque no lo crea, no he revisado su contenido...solo he leido el remitente que dice "Le son de votre ame", al parecer una escuela de música nueva que ha llegado aquí a París...al igual que yo, pues vengo llegando de Canadá...y creo que ando un poco perdido tantos años sin estar cerca de mi ciudad haha - dijo riendose de si mismo....

Florent si andaba de paseo por lo que no se molestó en darlo a conocer...

-Bueno madame Ruslana, yo si ando de paseo por aqui... - dijo mientras miraba con indiferencia su sobre en las manos -...asi que.... si usted anda en las mismas que yo, podríamos ir a tomarnos un café a algún lado o que se yo, si asi lo desea...yo invito - le sonrie

Le dijo mirándola directamente a los ojos al momento en que dijo "yo invito", esperando la respuesta de la oportuna mujer...

Inclinando su cabeza con un movimiento elegante y ligero le respondió - Es un intrigante encuentro entonces, Monsieur Mothe. Y sí, aceptaré vuestra amable propuesta, pero con la condición de que me dejéis pagar a mi. Al fin y al cabo, debo enmendar mi... atroz presentación.- Riendo suavemente tomé el brazo que me tendía.

Me quedé pensativa mientras paseábamos tranquilamente. ¿Debía decirle que era la dueña del Conservatorio?, o ¿quizás debería preguntarle hacerca de sus planes en primer lugar?. No le gustaría presionarlo, y que aceptase por puro compromiso. Todo lo contrario, quería que desease unirse a la escuela, pero que la idea fuera completamente suya.

- Siendo sincera, monsieur Mothe, ¿por vuestro apellido puedo deducir que sois el mismo Monsieur que ha originado un popular revuelo en América, por causa de vuestra hermosa voz?. - Riendo suavemente al saber que ahora él la miraba con atención, prosiguió- Digamos que... adoro la música. No hay baile que no haya intentado realizar. Y para poder bailar se requiere unas manos expertas ¿no le parece?.

Mirando sus ojos oscuros supe que estaba despertando el interés de aquel caballero. Quizás fuese la agradable compañía de otra persona que sintiese la misma conexión con la música. Aunque.... a decir verdad, el único músico que alardeaba con movimientos ágiles y rápidos sobre los instrumentos, con la misma gallardía que Monsieur Mothe, era Mikele. Agitó su caveza suavemente con una sonrisa al pensar en su protegido. Aquel joven era un adorable bribón, realmente esperaba que Leonor lo amase tanto como él a ella.

Suspirando con placer, apretó un poco el brazo de Mothe para que éste dejara de observarla y mirase lo que ella le señalaba con el movimiento de su cabeza. A lo lejos se observaba una cafetería conocida por sus bombones. Sonriendo de felicidad, al igual que un niño ante una enorme bolsa de golosinas, apresuré al señor Mothe:

- ¡Ah Monsieur!, si ha estado mucho tiempo lejos de Francia, creo que se ha perdido la habilidad exquisita de los reposteros a la hora de fabricar bombones. ¿Se fiará de mi esta vez, Monsieur Mothe?. Le prometo que son absolutamente pecadores- Terminé diciendo con una sonrisa pícara y tímida.