Beautiful in White [Ellere Piaf]

por Invitado Mar Nov 20, 2012 8:43 pm

Hacía apenas dos días que acaba de traer a la chica a una casa medianamente cómoda, hacía dos días que apenas y la veía pues Eiri ahora con aquel trabajo pudo emprender algo, hacerse de algo para ella, fue extraño pero lo último que recibió como informe fue que su casa, esa casa donde había pasado el mayor tiempo de su vida había sido destruida a manos del padre de Ellere, eso quería decir que los estaban buscando pero todos insistieron en callar, pues nadie había visto más que un carruaje a plena madrugada salir de la casa y bien sabía que esos lujos solo los ricos podían darse. Él había pedido matrimonio a ella, y se las arreglo para que lo realizaran en el menor tiempo posible y ahí estaba él, con ese galante traje viendo los arreglos que había en aquella iglesia, ella entraría en cualquier momento pero no de la misma manera, era de una forma muy distinta ahora. Sería parte de su vida, ahora la tomaría como esposa, estaba sumamente nervioso, no había gente más que el sacerdote que crío prácticamente a Eiri y la gente que le tenía aprecio, faltaban amigos, personas y los alegres niños con los que él a menudo platicaba en aquel orfanato, la esperaba.

Ellere era la mujer que él quería, esa mujer que seguro al entrar de blanco podría verse aun más impecable de lo que parecía, arrancando suspiros del muchacho que enamorado de ella estaba, todo había sido sencillo, nada glamuroso como ella quizás lo esperaba, pero lo que deseaba era ya tenerla entre sus brazos, que aquella sagrada bendición callera sobre ellos pues nadie podría separar jamás lo que el hombre había de unir, nunca, ni su propio padre, así buscase la muerte de Eiri, ahora las cosas cambiarían, empezando con verla entrar al final de aquel pasillo.

por **Ellere Piaf** Mar Nov 20, 2012 9:26 pm

Un par de jovencitas que apenas había conocido fueron las que amablemente se ofrecieron a ayudarle a arreglarse ese día. Se observó en el espejo y una sonrisa iluminó su rostro. Estaba nerviosa, pero muy segura de lo que estaba haciendo. Ignoraba las cosas que habían estado sucediendo tras su desaparición en la casa de su familia, pero el estarjunto a Eri le hacíaincapaz de pensar demasiado en esos asuntos.

Casi siempre, cuando la hija de alguien de su estatus se fugaba o era robada por un muchacho, solo había dos posibles escenarios, no los únicos, pero lo que se veía con mayor frecuencia. Que los padres le buscaran o bien abandonaran a su suerte a la hija que o bien había sido muy desagradecida al marcharse de esa manera o creían poco posible encontrarla. No sabía que era lo que haría su padre. Pero estaba seguro que jamás le dejaría hacer lo que estaba por hacer justo ese día. No con Eiri, así eran las cosas y ella había querido estar con él, antes de seguir esperando por un prometido que eligiera su padre, ahora con menos probabilidades, pues ella ya no era tan joven.

Suspiró tomando todo el valor que tenía para levantarse y observar aquel vestido blanco ceñido a su cuerpo, pasó sus manos como sin creerselo. Aspiró aire varias veces y una pequeña fue la que le hizo regresar a la realidad. Ellas habían arreglado sus cabellos entrelazando aquellas florecillas entre las hebras doradas. Aunque siempre se esperó un festejo por el día en que ella contrajera nupcias, lo cierto es que ella, pensando en que quien se casara con ella sería un desconocido y las probabilidades decían que mayor que ella, el poner en contraste que ahora estaba a punto de alcanzar en el altar al hombre que amaba como nunca había amado a nadie, le decía que estaba haciendo lo correcto.

Dejó que le guiaran a aquel lugar, la catedral se veia majestuosa por sí misma, cuando llegó hasta la puerta sintió que el corazón le daría un vuelco y avanzó despacio al interior, mucho más oscuro. Cuando sus ojos pudieron ver con la misma claridad habitual se encontró con la figura del hombre con el que en ese momento quería compartir su vida. Ella era tan religiosa como le habían inculcado, no demasiado, pero en ese momento, su plegaria era que nadie fuese capaz de alejarla de él.

por Invitado Vie Dic 14, 2012 2:49 am

Cuando sus ojos se posaron en aquella figura entrando por aquel pasillo se quedó de una sola pieza, como si no creyera lo que estaba viendo, aquella catedral estaba vacía, gracias a algunos trabajos y esfuerzos había podido tener una ceremonia en un lugar así, sonrío al verla, tan hermosa, de blanco, ella de belleza única era la mujer con la que fantaseaba, aquella princesita que se había atrevido a robar, como si aquel acto no fuera difícil, sabía que tarde o temprano aquello traería severas consecuencias, sin embargo la imagen que ahora apreciaba era por la cual merecía morir, cuando ella estuvo cerca de él, tomo su mano y observaron la magnificencia del lugar, esperando aquellas palabras para que fueran esposos, para que aquello tuviera un peso en cualquiera. Estaba nervioso, sentía un poco de nostalgia también, arrebatarla de sus padres así como así, observó cómo sus cabellos revoloteaban por ahí con aquellas florecillas, escuchando apenas lo que el sacerdote decía.

La amaba demasiado tanto que se había involucrado en un trabajo no del todo conveniente, pero con tal de que ella fuera feliz, de observarle sonreír, el tenerla en sus brazos, el formar una familia, siempre y cuando aquello no implicase más desgracias –Te amo Ellere –Susurró aunque aquel sacerdote que conocía a Eiri de toda la vida, lo observara con cierta mueca, apenas le puso la biblia sobre la cabeza, pronuncio unas palabras.

Queridos amigos, ustedes han venido a esta Iglesia para que el Señor selle y fortalezca su amor en presencia del ministro de la Iglesia y de esta comunidad. Cristo bendice abundantemente este amor. Él los ha consagrado a ustedes en el bautismo y ahora los enriquece y los fortalece por medio de un sacramento especial para que ustedes asuman las responsabilidades del matrimonio en fidelidad mutua y perdurable. Así, en la presencia de la Iglesia, les pido que digan sus intenciones. Como es su intención entrar en el matrimonio, unan sus manos derechas, y declaren su consentimiento ante Dios y ante la Iglesia.

-Yo, Eiri te tomo a ti, Ellere, como mi esposa. Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida. –Había repetido aquellas palabras, viéndole fijamente a los ojos, sin perder el rastro de ese azul cielo, de aquel brillo que solo ella emanaba, sentía que el corazón le latía al mil por hora. Con solo sostener su mano, como si ese tiempo se detuviera, quería sentir sus labios, cargarla entre sus brazos y consumar aquel matrimonio para sentirse parte de ella. Lo que sentía no se iba a detener con nada, cada minuto que pasaba a su lado era tan especial, como si eso no fuera real y fuera alguno de sus tantos sueños.

por **Ellere Piaf** Jue Ene 03, 2013 3:52 pm

Tomó la mano que Eiri le ofrecía con el corazón palpitándole con fuerza, sus dedos aferraron a su compañero suavemente y le sonrió a través del tenue velo que cubría su rostro. LA sonrisa llena de alegría que mantenía en sus facciones por la emoción que le embargaba al saber que podía estar con la persona que amaba y no con quien su familia eligiese o quedarse siempre como esa ave encerrada bajo las paredes de la casa de su familia por el amor sobreprotector de un padre cuyas acciones desconocía.

La dulzura en sus facciones se hizo aún más evidente ante esas palabras que no deberían haber sido pronunciadas en el momento en que ese susurro escapo de los labios del hombre al que le entregaría su vida a partir de ese momento. No creía aquello posible, era como una ilusión hermosa que se representaba justo en ese instante, para dejarle escuchar esos votos que debían ser inquebrantables ante el amor que profesaba por esa persona, había ido tan lejos como para abandonar su hogar, solo para poder estar en el lugar que ella deseaba. El acto más egoísta y arriesgado que había hecho en toda su vida.

Tomó aire, con las manos temblando sobre las de él, manteniendo aquella mirada -Yo, Ellere, te tomo a ti, Eiri, como mi esposo… Prometo serte fiel, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad… Amarte y respetarte todos los días de mi vida- Después de pronunciar aquello espero las palabras de aquel sacerdote -El Señor, que hizo nacer entre vosotros el amor, confirme este consentimiento mutuo, que habéis manifestado ante la iglesia. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre

Estaba tan concentrada en el rostro de él que tardó un momento en ver frente a ellas las Alianzas que se entregarían como una especie de sello de aquella unión. Ver el anillo deslizarse por su piel mantuvo su vista fija en las manos ajenas - El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y de fidelidad- Sentir el anillo deslizarse por su piel casi le hizo contener la respiración, no había creído hasta ese momento que aquello realmente estuviese sucediendo en la realidad. Sonrió ante las palabras que fueron de nuevo dirigidas a ella con la voz grave del hombre que en ese momento representaba su felicidad. Un momento después, tomó la sortija destinada para él-… Eiri… recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti… – Su voz era suave mientras deslizaba el anillo por el dedo de quien sería su esposo. Le dirigió una fugaz mirada mientras lo hacía.

No había ningún invitado en esa iglesia, y sin embargo, era lo que menos le preocupaba, deseaba abrazarlo en ese momento y apenas contuvo el impulso de hacerlo, sabiendo que debía respetar aquella ceremonia antes de poder hacerlo.

por Invitado Sáb Ene 26, 2013 9:26 pm

Esas palabras que había deseado escuchar ahora se hacían presentes, las pequeñas manos de su nada lo tomaron solo para deslizar aquella argolla símbolo se su amor eterno, porque así lo consideraba él. Apenas pronunciando palabra alguna se había acercado a esas suaves y delicadas manos para deslizar la argolla. – Yo Eiri, te tomo a ti Ellere, como mi esposa, prometo serte fiel, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, amarte y respetarte todos los días de mi vida hasta que la muerte nos separe. Recibe este anillo en señal de mi amor y fidelidad.-Había un poco de dificultad en sus palabras por aquella emoción que sentía al estar ahora casado con ella. Escuchó las palabras de aquel sacerdote y finalizadas sus palabras, se acercó, levanto el velo poniéndolo sobre su cabeza, deslizo una mano sobre su mejilla y poso los labios dándole un beso suave sin prisas, simplemente término por abrazarla después de aquello. -Te ves increíblemente hermosa...Te amo–Murmuró mientras tomaba sus manos y recargaba su frente con la ajena.

Después de eso se vieron obligados a abandonar la iglesia. Eiri tenía un nuevo trabajo, quizás algo atrevido, demasiado delicado, que no le había contado a ella, apenas habían tenido tiempo de verse cuando planearon ese acto atrevido. Y entonces las cosas se volvieron caóticas. Eiri ayudó a la chica subir al carruaje mientras se sentaba a su lado y observaba su belleza –Sé que no va ser lo mismo Ellere Piaf –susurró contra su mejilla, mientras le besaba esta. –Pero apenas pude conseguir una casa en un ‘barrio’ de clase media, para poder vivir decentemente, espero te guste –Se acercó y le besó cerca de los labios para después separase y ayudarla a bajar, llevándola hasta el interior de la casa, hasta llegar a aquella habitación que debían compartir. Se le quedó viendo mientras entraba y se sentaba en la cama.

{;__; lo siento, no sabía qué hacer, me puse nervioso xD}

por **Ellere Piaf** Vie Feb 01, 2013 7:46 pm

Estaba emocionada, nerviosa y todo al mismo tiempo,. Cuando el alzó el velo para darle ese suave beso, ella apenas y podía contener lo que estaba sintiendo. Se sonrojó con sus palabras y le siguió hasta el carruaje. Estaba inquieta, quería llegar a casa y simplemente abrazarle. Veía hacia el exterior cuando el le hablo y centró su mirada en ella. Ante sus palabras esbozó una cálida sonrisa -Eiri... - Se acercó un poco después de que él casi besara sus labios de nuevo. El rubor en sus mejillas no hizo más que aumentar cuando se acercó y posó sus labios sobre los de él -No te preocupes, no quiero una mansión ni grandes lujos, solo quiero ser feliz junto a ti... -Le dijo con esa convicción en la forma en la que leveía.

Nunca había deseado tanto nada como eso, era de hecho, como estar en un sueño, uno que esperaba no terminara abruptamente. Después de lo que había pasado antes mentiría si dijese que no sentía miedo de que algo sucediera. No quería que Eiri le viese como una molestia o alguien poco confiable. Quería estar con él y se esforzaría para hacerlo posible.

Entonces llegaron a aquel lugar. Se sostuvo de él para bajar y le siguió al interior del lugar. Su vista se paseaba por las paredes y por todo lo que veía. Eso hasta que llegaron a la habitación y el se sentó en la cama. Se acercó, su caminar ligero y apenas haciendo ruido hasta detenerse frente a él quedándose de pie. Sus suaves manos fueron hasta su rostro mientras le sonreía -Es perfecto - Lo era porque era el lugar en el que podría vivir con él, eso era lo que pensaba en ese justo instante.

Estaba tan feliz que estaba a punto de las lágrimas en ese instante. Se agachó hasta besar su frente antes de abrazarlo -Te amo Eiri- Dijo con su rostro ocultándose de esa mirada que le hacía suspirar cuando le veía de lejos cuando aún estaba en la casa de su familia. Todo había sido tan rápido, pero tras esa ceremonia, sentía que era como si todo ya se hubiese puesto en su lugar. Se había casado con él, aunque fuese sin la bendición de sus padres, pero no habría forma de que hubiese sucedido con su consentimiento, así que estaba contenta, de poder estar con quien amaba aunque fuese de esa manera -Voy a amarte siempre - Le sonrió rozando sus labios mientras dos cristalinas lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

por Invitado Dom Jun 16, 2013 2:20 am

Sus palabras le hicieron tranquilizarse, sus manos, su aroma, era como un sueño todo aquello pero la amaba, sin saber demasiado, ni poco, la amaba y se sentía dichoso de tenerla a su lado, no quería pelear por su amor, consideraba que se merecía todo lo que estaba sucediendo en ese momento. Tenerla ahí, aunque le costase, no importaba quería que ella estuviera al menos bien, que fuera feliz, que no le reprochara nada, Eiri era de esos hombres que pensaba demasiado en las cosas, siempre planeaba estar un paso delante de todo, aunque no se pudiera, quizás eso lo consumiría en algún momento, pero ella era su tranquilizante, quien lo hacía entrar en razón, era hermosa, inteligente, inocente, aunque eso último le daba miedo, lastimarle o darle un concepto errado, pero creía que solo era el principio de la vida que les esperaba. En aquella casa, donde no había más que la cama, un par de cosas, pero estaba hueca, vacía, el olor de madera se esparcía, su olor a viejo, en algunas partes la pintura se iba cayendo, pero eso le daba un aspecto mas rustico según la vista de Piaf. Faltaban arreglos, pero cuando ella apareció junto a él diciendo aquello, con el rostro húmedo, tan solo le tomo, abrazo su cintura, le puso despacio contra las sabanas nuevas, beso sus lágrimas, eran saladas, a su vez dulces, pero sentía aquello atravesarle. –No llores Ellere –Susurró sobre sus labios, cuando se acercó no pudo besarlos porque se había percatado de las lágrimas, no importaba si eran de felicidad, era algo que no le gustaba ver, para él era un tanto desagradable, porque en ella lucían como si hubieran sido producto de una herida que él no sabría curar. Tomo su rostro, le beso con lentitud con torpeza, aún tenía ese miedo latente en su cabeza, el de quebrarle, pero eso se terminó cuando pudo delinear su cuerpo por encima de las telas, sus manos pasaron por su senos con suavidad hasta quedar sobre su vientre, dejó de besarle y puso solo por un instante su frente contra la ajena, para verle las facciones, los labios. –Te amo Ellere, te amo como no tienes idea, te deseo, eres mi mundo, te has vuelto mi razón de ser desde que te vi, suena tonto, pero me siento afortunado de tenerte, no podía imaginarlo de otra manera y por eso siento deseos de protegerte y reclamarte como mía siempre. –Cuando decía aquello su ser se sentía cada vez más fuerte, su espíritu de alguna manera se fortalecía y los latidos de su corazón seguramente podían escucharse en la habitación, sus manos fueron desatando las telas, quería rasgarlas, pero a su vez disfrutar de ese momento para siempre, guardarlo en su memoria ese símbolo de su amor, su unión, su respiración al besarle se hizo pesada, estaba excitado cuando sus manos se infiltraron debajo del vestido apenas tocando un poco de piel, suave, tersa, deseaba besarle, respirar y saborear cada rincón de ella. –Ellere –Susurró casi sin voz, tragando saliva, sentándole en la cama para poder bajarle el vestido, vislumbrando apenas sus clavículas, su besos se fueron directamente a esa zona, dejando rastros suaves.

por **Ellere Piaf** Mar Jun 25, 2013 10:38 pm

Ellere dejó que aquel hombre a quien acababa de pronunciar tales palabras de entrega en aquella iglesia casi vacía, a excepción de ellos y del cura que había oficiado la ceremonia. Se sintió indefensa ante su mirada, sabiendo que era él quien vería por ella de alguna manera a partir de ese momento. Estaba totalmente sin una idea de cómo debería comportarse o qué debería hacer, pero sabía bien que debía intentar complacerle. Ser para él una compañera de la que pudiese sentirse bien al estar a su lado.

Sintió su piel erizrse al contacto de sus labios, como un escalofrío recorriéndole. El toque de su piel contra la suya era algo que producía ese efecto, nunca había besado a nadie de aquella forma, así que sintió un ligero temor por lo que él fuese a pensar de ella. Su respiración se empezó a agitar al sentir sus manos pasar sobre su cuerpo, a pesar de las telas, la presión ligera de sus manos junto con aquellas palabras le había hecho sentir que perdería el aliento.

Sintió claramente cómo el vestido ceñido a su silueta empezaba a sotarse cuando él deshizo las cintas que lo ajustaban. Tomó aire, como si eso fuese a desvanecer el temor que sentía. Todo parecía ir como en cámara lenta, viendo como él deslizaba sus manos, tocándole y descubriendo su piel oculta hasta hacía un momento. Apretó los labios y al oír su nombre cerró los ojos, gimiendo suavecito al sentir sus labios directamente sobre su clavícula. Sus mejillas estaban sonrojadas, por el pudor y la verguenza que se apoderóde su ser. Las manos le temblaron cuando las puso sobre el amplio pecho de Eiri.

Abrió los ojos, observándole, tratando de respirar como era natural. Sintiendo que él deslizaba las ropas, quiso cubrir sus pechos incluso antes de que el pudiese descubrirlos. Un acto reflejo, incluso si antes había pensado en ello, cuando habían llegado ahí, lo cierto es que le costaba trabajo pensar en dejarle ver la desnudez de su cuerpo. Pero él ahora era su esposo, no iba a negarle lo que era, ninguna parte de ella, porque ahora estaban unidos por aquel lazo, dejó las manos quietas, incapaz de moverse. Viéndole con sus ojos claros entrecerrados, cristalinos por las lágrimas en ellos. Pensó en que no podía quedarse así, pero su cuerpo no le respondía, incluso si pensó en besarle con una torpeza clara en cada uno de sus gestos se acercó dejando un beso ligero, cálido y casto sobre aquellos labios, diciéndole con ello que estaba bien porque era él quien estaba a su lado en ese momento.

por Invitado Dom Ago 18, 2013 3:45 pm

La oscuridad de aquella habitación le aterraba continuamente, no sólo eso, los sonidos de sus caricias el nerviosismo que sentía al tenerla ahí tumbada en la cama pero al mismo tiempo tenía ahí a la mujer que amaba no sólo era lo que estaba a punto de hacer, no sólo era amor eso que sentía iba más allá y Piaf no lograba descifrarlo sus pensamientos estaban en un constate debate, si lo dejaba o si seguía, todo era demasiado confuso, respirar le costaba por la excitación, sin darse cuenta actuaba mas rápido de lo que pensaba y el vestido paso a otro sitió, el suelo, aquel suelo de madera iba ser quien cargara con las prendas. Se separó de ella cuando le observó hacer eso, la vergüenza estaba en medio de los dos, se le quedó viendo como no comprendiendo pero a su vez debía ser razonable era la primera vez que estaba ahí, desabotono su camisa y la dejó junto al vestido, se inclino y le dio un beso suave sobre los labios, le abrazo con ternura y aspiró su aroma dejándose envolver por aquel calor que solo ella emanaba. Pero aquel beso le permitió continuar, seguir y no detenerse en ese punto no lo haría, la deseaba, la amaba y la quería tener en sus brazos para siempre. Sus manos se fueron deshaciendo de cada una de las telas, sus labios besando la piel que quedaba descubierta saboreaba el perfume jamás pensó que existiera algo mas suave que aquella piel, ni algo mas delicioso que esos labios o incluso mas caliente y acogedor que sus brazos pasando sobre su espalda. Empezó besando sus labios bajando por su cuello hasta su abdomen, sus manos tomaron aquellos tersos y redondos senos acariciándoles con lentitud mientras recorría su piel hasta sus piernas, regresando una vez mas a sus labios para clavar sus pupilas en las ajenas. Colocó el cuerpo de su amada con delicadeza en las sábanas abriendo un poco sus piernas para acomodarse el deseo le había superado en ese instante, beso sus labios como medio de distracción y después aquel placer se había desatado le había penetrado con lentitud sintiendo como se habría paso como el calor de aquel fuego llamado pasión se había desatado así de fuerte en su interior. Susurró su nombre mientras sentía aquello en la piel, no había mucho que decir, las palabras sobraban en ese momento, estaba tan feliz, satisfecho y la pasión se apoderaba de su cuerpo que tan solo con un beso bastaba.

por **Ellere Piaf** Vie Sep 06, 2013 11:11 pm

La sensación de sus besos, de esos labios sobre su cuerpo, era extraño, sumamente extraño para ella. Sentía como si todo fuese en cámara lenta, su respiración se agitaba conforme su piel se estremecía por el contacto de sus manos, por el hecho de verse desnuda ante él. Sus mejillas sonrojadas observaban aquel rostro. Y tenía miedo mientras aferraba sus manos al cuerpo de él, como si eso pudiese darle alguna seguridad. No quería que él se apartase porque temía su desprecio, pero de pronto verse sin nada que le cubriera hizo a su corazón latir con fuerza.

Esa sensación era totalmente algo desconocido para ella, no era desagradable pero no alejaba sus temores. Un ligero y apenas distinguible sonido salió de sus labios sintiendo que se acomodaba entre sus piernas. Las apretó ligeramente sintiendo sus muslos chocar con la piel ajena y aquel beso le hizo sentir que le faltaba el aliento, apenas dándose cuenta de aquella erección, hasta que le sintió a punto de penetrarle. Se exaltó, pero abrió los labios al sentir que se introducía en ella, la sensación le hizo gemir, y abrazarse a él mientras sus ojos se llenaban de lágrimas por el dolor que hizo que curvara su cuerpo. Había dejado de respirar un momento, esperando que él se detuviese por un momento. Sollozó besando con suavidad sus labios mientras temblaba por sentirse entre aquellos fuertes brazos. Respiró con dificultad, sus manos se sujetaban en sus hombros con la poca fuerza que tenía para luego deslizarse desde su cuello pasando entre sus cabellos, atrayéndole mientras ocultaba sus lágrimas en el hombro ajeno. Estaba bien, porque era él, porque ella había decidido estar con él, aún si afuera de esas paredes su padre le buscaba con vehemencia, ella ya le pertenecía a ese hombre del que se había enamorado tiempo atrás en esa jaula de cristal que había sido su hogar.

por Invitado Mar Sep 17, 2013 12:44 am

Eiri se detuvo en ese momento para contemplar la belleza de aquella mujer a la que amaba y amaría siempre, deslizo sus labios por los ajenos en una caricia lenta mientas abrazaba su pequeño cuerpo y sentía sus temblorosas manos sobre sus hombros. Sus labios se separaron con lentitud y beso su cuello hasta el centro de sus senos. Dejo escapar un suspiro y alzo la mirada viéndola, se veía perfecta con esa tenue luz en la casi completa oscuridad, podía sentir su calor, aspirar con más fuerza su aroma que inundaba todos sus sentidos y le volvían loco. Podía sentir aquellas lágrimas sobre su piel, las había sentido en todo momento y ahora tomaba lentamente el rostro de ella y besaba aquellos húmedos arroyos que se habían formado en su perfecta piel. –Te amo –Susurró moviéndose con lentitud dentro del cuerpo de ella, trataba de ir despacio y con cuidado, tenía aun miedo de romperla. Pero aquel miedo que tenía antes se había esfumado, ese donde ella se le hacía inalcanzable, ahora la tenía en sus brazos haciéndola suya, jugando con su cuerpo acariciando sus senos, sus muslos y besando con locura sus labios. Había estado penetrándole de forma lenta subiendo aquel ritmo hasta que el placer llegó a su cuerpo, inundándola de ese orgasmo, era la primera vez que se sentía feliz, lleno, extasiado y muchas cosas más, ella era su todo en ese momento perfecto.

por **Ellere Piaf** Miér Oct 30, 2013 12:07 am

Se sentía cohibida con él, era la primera vez que estaba con alguien y ella no sabía qué podía hacer, salvo aferrarse a él, con el miedo invadiéndole. Su cuerpo se sentía diferente sus labios sobre sus senos le hacían sentirse avergonzada y totalmente presa de una verguenza que pocas veces había sentido de esa forma. Pero aunque no había imaginado cómo se sentirían sus manos, incluso si se habían besado antes, ahora él la estaba tomando, haciéndole experimentar aquello que no habría podido imaginar hasta ese instante en que él la sostenía entre sus brazos. Los suaves gemidos que salieron de sus labios le parecían ajenos, aquello que no sabía como describir, esa respuesta de su cuerpo. Su rostro completamente afectado por aquel acto de unión entre ellos sus ojos entrecerrados tras los finos cabellos largos y claros. Esas palabras que le llenaban de seguridad. Intentó responderle, pero apenas y sentía que pudiese respirar, se abrazó con delicadeza a él, gimiendo y sollozando de forma apenas perceptible. Le amaba, tanto que había estado dispuesta a irse de su hogar y renunciar a todo lo que había conocido. No sabía cómo serían las cosas, pero estaba feliz de poder estar con alguien a quien quería de esa forma.

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