Art of Life [Imre]

Quiso reír, como a quien le hace gracia la situación que se desarrolla sin su consentimiento, incluso sin su conocimiento sobre las olas de un presente innegable y continuo. De este mar en el que se desenvuelve su existencia, del que es imposible escapar. Sin embargo, era justamente como sentirse morir en ese mismo instante. No solo era un dolor incesante, sino esa mezcla con el enojo, la impotencia, esas cosas que empezaban a florecer de repente en su ser, con la razón de haber visto sin querer las palabras que no iban dirigidas para él y que jamás pensó encontrar apenas pisara el suelo del que llamaba, desde hace poco, su propio hogar. Fuese temporal lo había sentido de esa forma en el momento en el que fue aceptado en ese lugar. Todo aquello y además ese estúpido miedo que ahora era real… eran tantas cosas que no podía simplemente ser capaz de distinguirlas.

Quería, sinceramente, llorar, pero las lágrimas no iban a brotar, no en ese momento en el que las manos le temblaban sin que pudiese algo como eso controlar. Tan simple como mantenerse cuerdo… ¿por qué justo ahora parecía tan complejo? No solo era tener todo lo que fue alguna vez de regreso, había recuperado una vida que había sido borrada de sus recuerdos y aún no había logrado digerir nada tras todos aquellos sucesos…

Y ahora en este instante de tiempo en el que estaba… todo parecía estar deteniéndose… ¿Tenía sentido aquello? Arriesgando su cordura por las memorias que alguien decidió era mejor olvidara… ¿Tenía sentido ahora que veía esas letras? No, Nada lo tenía. El torbellino que se había desatado, no podía sentirlo… a pesar de todo, la expresión en su rostro se esfumó, no porque se hubiese calmado lo que había en su interior, sino simplemente lo contrario… ya no podía siquiera demostrarlo.

Dejó caer el papel y cerró los ojos… el infierno en el que se encontraba ahora tenía todo y nada a la vez… Su mente rayaba en la locura, proveniente de un solo sentimiento que podía acarrearlos a todos al intentar ocultarse en su ser.

Qué curioso era… Era como ser ajeno a todo justamente por sentir demasiado todo aquello… era como desprenderse de lo que eras, como ser un fantasma siendo aún capaz de sentir y ver las cosas sin ninguna piedad. Solo tenía ciertas cosas claras en la cabeza… las que no podía decir en voz alta. Lo había hecho... recuperado cada pedacito de ese pasado incierto. ¿Para qué? Para encontrarse con un presente que quería derrumbarse sobre él.

En ese momento quería eso… simplemente la fuerza necesaria para afrontar aquello… ¿Había vivido entonces en un sueño? ¿Era todo la ilusión de su mente aferrándose a un sueño? Eso arrancó una risa de sus labios, una que llevaba una melancolía impresa en el tono de su voz … ¿En qué le convertía esto? No quería que alguien lo pusiese en palabras…

En medio de todo eso, con la mente nublada, el juicio perdido, solo pudo pensar en una cosa. Tomo el maldito papel en sus manos, ese que le había mostrado una realidad que hubiese preferido no ver…

Si hubiese sido como siempre, él probablemente no estaría ahí, frente a esa mansión, tan imponente como cualquiera y que poco asombro provocaba a quien le veía ahora desde ese punto, buscando con sus dones a quien le había hecho caer en ese abismo en el que se sentía cayendo.

Pero el orgullo… bendito orgullo… más que la momentánea esperanza o el odio que amainaba o crecía con fuerza en sus entrañas. Fluctuante, todo se combinaba. Sin pensarlo, ese papel, sin una dirección de un destinatario, pero con un nombre que era suficiente para encontrarlo. Su mayordomo, había cumplido esa tarea en cuanto él puso pie en Rose Red nuevamente tras encontrarlo, hábil como el solo, le había traído la ubicación para llegar hasta los pies de esa edificación. Ese trozo de papel en sus manos, arrugado al ser aplastado por su puño, era lo que le había llevado hasta ahí. No entró, no quería hacerlo, quería verle salir a su encuentro. Quería ver a quien se atrevía a irrumpir en la única cosa que le brindaba esa calma, si bien muchas veces tempestuosa, de lo que él más adoraba. A quien esas palabras estaba dirigidas. Palabras que no debían pertenecerle. Su mente, en el caos de una vida que fue y la que era, buscaba sin duda fuese una venganza o su propia muerte si así era dispuesta.

Sus propios ojos habían abandonado aquel color oscuro que era el que mejor disimulaba su condición. El tono ámbar y antinatural que poseían en ese momento se debía a la forma en la que se sentía. No deseaba más que destrucción y sin embargo, ahí estaba ese atisbo de razón que se lo impedía. Esa parte de su ser era la que estaba causándole aún más fuerte aquella sensación. No sabía, porque desconocía que en aquel proceso, su alma le había sido devuelta para que llevara así la llave que le abriese el camino a sus propios recuerdos olvidados durante tanto tiempo. Las emociones empezaban a cobrarle una atención que antes les desmerecía o tal vez era simplemente el tener que soportar una herida justo cuando creyó no sucedería.

Nunca dominado por la ira, por el enojo inconsciente como ahora. Sabía que esa persona en el interior podía sentirlo y el mensaje que dirigió, sin palabras para él, fue tan simple como directo. Quería verle frente a él. Ver la causa que le provocaba este mar de sentimientos entremezclados y que había destruido todo a su paso.

Su vida había cambiado bastante, él lo había hecho también. Ya no era ese vampiro demasiado infantil y torpe, ahora tenía más agallas, luchaba por lo que quería y mostraba más lo que sentía. Era feliz con lo que ahora tenía. Vivir con su pareja, convivir También con aquel vampiro que lo llamaba "hijo", hacer más libremente las cosas que le gustaba, no podía pedir más ¿Verdad? O eso creyó un día hasta que se topo con cierto vampiro que era mucho más mayor. Hizo algo que no debió, engaño a la persona que amaba acostándose con aquel ser pero ya nada podía hacer ¿Arrepentirse? Aunque lo hiciera no remediaría nada. Ya había pasado y sólo quedaba seguir con su vida al lado de su amado.

El cual no parecía sospechar, o si lo hacía no se lo demostraba tal vez porque en otras ocasiones le había dicho que buscara experiencias de otros pero claramente no había aceptado. Sólo deseaba estar con el cambia formas, pero al final después de un largo tiempo termino cayendo ante el encanto de ese vampiro de larga cabellera negra el cual no volvió a ver más. Eso le daba un poco de alivio porque así podía estar más tranquilo, aunque era mejor no pensar en esas cosas.

Esa noche si que su mente se había empeñado en el hacerle recordar ese suceso pero mejor era pensar en que podía hacerle a su pareja de cenar. Llegaba muy tarde de su trabajo y hambriento y ni decir que gustaba que se alimentara de él, de ninguna otra persona. Era como si se pusiera de alguna forma celoso de que fuera a beber de otras personas, así que debía de procurar por el bienestar del cambia formas.

Preparo una de las comidas favoritas de su pareja, se había dado en todo ese tiempo que llevaban como pareja que le gustaban las comidas que tuvieran el sabor salado junto a uno dulce. No se explicaba como es que era que le gustaba, ya que cuando fue humano llego a probar cosas así y no era muy delicioso que se diga o bueno, cada quien le gustaban cosas diferentes, pero de todas maneras no podía evitar preguntarse aquello. Encogiéndose un poco de hombros salió de la cocina esperando a que llegara el otro para servirle pero no había ni dado dos pasos fuera de ese lugar cuando sintió una presencia poderosa.

Abrió grande sus ojos ante el mensaje y del enojo que podía sentir proveniente de este ¿Cómo es qué...? Se mordió el labio inferior y camino a pasos rápidos hasta la salida de la casa, no podía permitirse que sucediera algo en el hogar de su amado. Al correr la puerta corrediza lo vio. Un vampiro con la mirada inyectada de furia hacía el ¿Por qué? Cerró la puerta detrás suyo y camino unos pasos con nerviosismo, sin atreverse a decir algo. Podría enfadar más a ese vampiro ante cualquier torpeza que pudiera salir de su boca.