AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dime que la Utopia no es puro Sueño - Libre
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Dime que la Utopia no es puro Sueño - Libre
"La utopía es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor"
Anatole France
Anatole France
Sumergida en la bañadera y con su mente puesta en lo ocurrido esa tarde, Chiara se preparaba para ir a una de las noches de gala, en el Palacio. En verdad no tenía muchas ganas, más bien ninguna. Su amado no
estaba y el ir con sus tios no le agradaba mucho, pero cuando recibió la invitación y el pedido de Anne de acompañarla, después de todo lo que aquella muchacha había intentado hacer apenas se instaló en Paris, no pudo negarse.
La discusión que habían tenido con su hermana Giulia, la había dejado muy angustiada y no podía sacar de su cabeza sus preguntas y respuestas. Como casi toda discusión ahora le parecía que se le había ido de las manos – pero esa chiquilla, debe entender que no todos los sobrenaturales son buenos o quieren la unión como los de la Alianza – suspiró y sumergió su cabeza en el agua reteniendo la respiración. Si alguien en ese momento la contemplara podría pensar que era como Ofelia, dormida en el lecho del agua con sus cabellos con flores y su mirada perdida, - cuando mueres ya no sufres – pensó mientras el corazón le latía fuerte porque los segundos pasaban y la falta de oxígeno parecía que lo asustara. Se incorporó tomando una gran cantidad de aire y sintiendo como los pulmones le dolían, ella sabía que era una forma de autocastigarse por estar viva.
Rememoró la discusión, esa charla había comenzado de forma amena, casi inocente. Ella como siempre diciendo que su amado era un ser hermoso y que aunque todavía era un Inquisidor, pronto dejaría el seno de la Inquisición para ser libre y unirse a ella. Con Giulia ya habían hablado anteriormente de la postura de cada una con respecto a los sobrenaturales y para la mas pequeña todos eran buenos, en cambio para ella existían seres que ya no podían convivir con los demás y que simplemente eran malos.
En un momento cuando ella hablaba de la vida de Ruggero y de su decisión, Giulia disparó un comentario acido con respecto a él – Será que ya su conciencia no lo dejaba respirar - . Chiara que intentaba bordar un pañuelo con las iniciales de los dos entrelazadas, le clavó su mirada en los ojos azules de su hermana – ¿Que intentas decir con eso? – le respondió con un dejo de resentimiento, - Si no fuera que existen hombres como él, en este momento, estaría muerta – hizo silencio para que la ira le permitiera hablar – claro, tal vez entonces tú te sentirías más a gusto, pues seríais solo dos – las palabras le salieron como si fueran dentelladas de un animal herido. - ¿Acaso tienes idea de lo que uno de los sobrenaturales hizo con nuestra madre?, ¿Quieres que te relate lo que pasó? - Sus ojos estaban completamente cuajados en lágrimas y su garganta se cerraba impidiéndole hablar o respirar con normalidad. En esos momentos la aguja que sostenía le picó su dedo, provocando que éste comenzara a sangrar, se formó un pequeño goterón de sangre que se deslizó hasta caer en el pañuelo inmaculado las iniciales se mancharon de sangre arruinando su trabajo. Se llevó el dedo a la boca y sintió en su garganta el gusto metálico de ésta. Se quedó contemplando el desastre que había provocado aquel descuido. No levantó la mirada pero continuó hablándole - ¿ has visto alguna vez como la sangre se esparce como si asperjaran, cuando la garganta es destrozada? – Giulia negó con la cabeza, bajando la mirada y sintiéndose inmensamente avergonzada y arrepentida por despertar el sufrimiento en su hermana.
Chiara levantó la vista y la observó -Yo vi la sangre de mi padre salpicar las paredes, las cortinas y hasta mi propia ropa cuando ese monstruo le desgarró su cuello – dijo mientras en su mente podía volver a vivir aquella noche trágica - Los cuerpos de mis hermanos y de nuestra madre, fueron vaciados como si de una botella del mejor vino se tratasen, y sus asesinos tenían sus bocas embadurnadas de aquel liquido rojo que alguna vez corría en sus venas – volvió su atención al pañuelo - nunca podré olvidar lo que he vivido – se restregó las manos en el vestido como si las tuviera sucias, así se sentía. – Todos estos meses me he culpado, hasta maldecirme, por haber huido, por sobrevivir – acarició con ternura la RR bordada – Solo Ruggero me dio un motivo por que vivir, solo él me hizo darme cuenta que valía la pena estar aún con vida – alzó la vita de forma altanera y reprobatoria, como nunca desde que estaba su hermana Giulia le había hablado o mirado – Así que, no vuelvas a insinuar que él es un asesino, pues muchos de tus amigos sobrenaturales lo son y aun así, solo deseo vivir en paz – se levantó del sillón apretando con fuerza entre sus manos el pañuelo y saliendo de la habitación.
Su mente volvió al presente, el agua estaba helada, tiritaba de frio y se apresuró a salir de ella. Se envolvió en una toalla y se dispuso a vestirse, su servicio personal le ayudó con el corsé y luego le pidió que se retirara. Ya vestida y perfumada, bajo al vestíbulo donde la esperaba su prima quien con gran aspaviento le alagaba su vestuario.
Partieron al palacio y allí, apenas entrar se dio cuenta que se había equivocado, se sintió totalmente fuera de lugar. Bufó por lo bajo y se sentó en un asiento alejado de tantos invitados, mientras le daba la libertad que tanto anhelaba su prima y el prometido.
estaba y el ir con sus tios no le agradaba mucho, pero cuando recibió la invitación y el pedido de Anne de acompañarla, después de todo lo que aquella muchacha había intentado hacer apenas se instaló en Paris, no pudo negarse.
La discusión que habían tenido con su hermana Giulia, la había dejado muy angustiada y no podía sacar de su cabeza sus preguntas y respuestas. Como casi toda discusión ahora le parecía que se le había ido de las manos – pero esa chiquilla, debe entender que no todos los sobrenaturales son buenos o quieren la unión como los de la Alianza – suspiró y sumergió su cabeza en el agua reteniendo la respiración. Si alguien en ese momento la contemplara podría pensar que era como Ofelia, dormida en el lecho del agua con sus cabellos con flores y su mirada perdida, - cuando mueres ya no sufres – pensó mientras el corazón le latía fuerte porque los segundos pasaban y la falta de oxígeno parecía que lo asustara. Se incorporó tomando una gran cantidad de aire y sintiendo como los pulmones le dolían, ella sabía que era una forma de autocastigarse por estar viva.
Rememoró la discusión, esa charla había comenzado de forma amena, casi inocente. Ella como siempre diciendo que su amado era un ser hermoso y que aunque todavía era un Inquisidor, pronto dejaría el seno de la Inquisición para ser libre y unirse a ella. Con Giulia ya habían hablado anteriormente de la postura de cada una con respecto a los sobrenaturales y para la mas pequeña todos eran buenos, en cambio para ella existían seres que ya no podían convivir con los demás y que simplemente eran malos.
En un momento cuando ella hablaba de la vida de Ruggero y de su decisión, Giulia disparó un comentario acido con respecto a él – Será que ya su conciencia no lo dejaba respirar - . Chiara que intentaba bordar un pañuelo con las iniciales de los dos entrelazadas, le clavó su mirada en los ojos azules de su hermana – ¿Que intentas decir con eso? – le respondió con un dejo de resentimiento, - Si no fuera que existen hombres como él, en este momento, estaría muerta – hizo silencio para que la ira le permitiera hablar – claro, tal vez entonces tú te sentirías más a gusto, pues seríais solo dos – las palabras le salieron como si fueran dentelladas de un animal herido. - ¿Acaso tienes idea de lo que uno de los sobrenaturales hizo con nuestra madre?, ¿Quieres que te relate lo que pasó? - Sus ojos estaban completamente cuajados en lágrimas y su garganta se cerraba impidiéndole hablar o respirar con normalidad. En esos momentos la aguja que sostenía le picó su dedo, provocando que éste comenzara a sangrar, se formó un pequeño goterón de sangre que se deslizó hasta caer en el pañuelo inmaculado las iniciales se mancharon de sangre arruinando su trabajo. Se llevó el dedo a la boca y sintió en su garganta el gusto metálico de ésta. Se quedó contemplando el desastre que había provocado aquel descuido. No levantó la mirada pero continuó hablándole - ¿ has visto alguna vez como la sangre se esparce como si asperjaran, cuando la garganta es destrozada? – Giulia negó con la cabeza, bajando la mirada y sintiéndose inmensamente avergonzada y arrepentida por despertar el sufrimiento en su hermana.
Chiara levantó la vista y la observó -Yo vi la sangre de mi padre salpicar las paredes, las cortinas y hasta mi propia ropa cuando ese monstruo le desgarró su cuello – dijo mientras en su mente podía volver a vivir aquella noche trágica - Los cuerpos de mis hermanos y de nuestra madre, fueron vaciados como si de una botella del mejor vino se tratasen, y sus asesinos tenían sus bocas embadurnadas de aquel liquido rojo que alguna vez corría en sus venas – volvió su atención al pañuelo - nunca podré olvidar lo que he vivido – se restregó las manos en el vestido como si las tuviera sucias, así se sentía. – Todos estos meses me he culpado, hasta maldecirme, por haber huido, por sobrevivir – acarició con ternura la RR bordada – Solo Ruggero me dio un motivo por que vivir, solo él me hizo darme cuenta que valía la pena estar aún con vida – alzó la vita de forma altanera y reprobatoria, como nunca desde que estaba su hermana Giulia le había hablado o mirado – Así que, no vuelvas a insinuar que él es un asesino, pues muchos de tus amigos sobrenaturales lo son y aun así, solo deseo vivir en paz – se levantó del sillón apretando con fuerza entre sus manos el pañuelo y saliendo de la habitación.
Su mente volvió al presente, el agua estaba helada, tiritaba de frio y se apresuró a salir de ella. Se envolvió en una toalla y se dispuso a vestirse, su servicio personal le ayudó con el corsé y luego le pidió que se retirara. Ya vestida y perfumada, bajo al vestíbulo donde la esperaba su prima quien con gran aspaviento le alagaba su vestuario.
Partieron al palacio y allí, apenas entrar se dio cuenta que se había equivocado, se sintió totalmente fuera de lugar. Bufó por lo bajo y se sentó en un asiento alejado de tantos invitados, mientras le daba la libertad que tanto anhelaba su prima y el prometido.
Corradine Grimaldi- Humano Clase Alta
- Mensajes : 528
Fecha de inscripción : 20/08/2012
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Re: Dime que la Utopia no es puro Sueño - Libre
El tintineante sonido le despertó de su ensoñación. Agudizando el oído notó que abajo se abría la puerta principal. Este sonido fue seguido, casi inmediatamente, por el tono zalamero de su mayordomo. No es que le desagradara, el hombre era un buen trabajador y se ocupaba, sobre todo, por no incomodarle y eso, para ella ,era suficiente razón para permitirle permanecer a su lado. Esperó la respuesta de quien quiera que fuese que tocase a su puerta, sin embargo la conversación bajo el volumen hasta el punto en que le fue imposible sacar nada en claro, excepto el hecho de que el “visitante” era una mujer.
Siendo sinceros, era un hecho extraño que tocasen a su puerta, al menos desde hacía algunos meses. Al parecer su cuñado había desistido, finalmente, de sus intentos de sonsacarle alguna información que ella, por supuesto, no estaba en lo más mínimo dispuesta a revelar. Esperaba que esta vez durara su ausencia pues cada cierto tiempo, cuando se encontraba cómoda y tranquila, él regresaba, como un mal augurio, a recordarle todas las razones por las que su vida se había convertido en una miseria.
Demasiado pronto perdió el interés en lo que ocurría en el piso inferior y volvió a su tarea de mirar por la ventana, tal como lo había estado haciendo desde hacía por lo menos una hora. Siempre le había gustado la vista a los jardines desde sus aposentos. Era un paisaje que le relajaba. Muchas veces, en el pasado, había escuchado a su ama de llaves cuchichear con los demás empleados sobre esta constumbre y las probabilidades de que al fin hubiese perdido la razón. –“Permanece allí sentada, observando a la nada durante horas… ¡eso no es normal!”- repetía la pesada mujer y ni siquiera tenía la suficiente astucia como para bajar la voz cuando lo hacía. Que ironía que pensaran aquello cuando, en realidad, era lo único que la había salvado del oscuro pozo de la locura en años anteriores.
La puerta sonó nuevamente y los pasos que siguieron aumentaron su intensidad haciéndole comprender que el mayordomo se dirigía a sus aposentos. Se tomó su tiempo antes de permitirle ingresar por medio de un orden sencilla. No lo hacía con malicia, aunque así lo interpretara él, solo deseaba unos minutos más de tranquilidad. Al final del día se había convertido en la malvada bruja de hielo que todos esperaban. Que deprimente el saber que a nadie que la conociera le importaba lo suficiente como para tratar de averiguar el porqué de su transformación. Una mano amiga, una palabra de comprensión ¿era mucho pedir? – ¡Por supuesto que lo es niña estúpida! ¿Es que no has tenido suficiente? – su conciencia, su única compañía verdadera… la odiaba tanto como, en ocasiones, se odiaba a sí misma.
-Madame – escuchó mientras con el rabillo del ojo observaba como una bandeja de plata era ubicada a la altura perfecta para que su mano tomara lo que parecía una elaborada tarjeta. Ardía en incertidumbre pero prefería estar sola al abrir el sobre, así que agradeció y esperó hasta que la puerta se cerró nuevamente. Se trataba de una invitación a un baile en el Palacio Royal. Finalmente algo emocionante en la semana. La anticipación se abrió camino por sobre sus anteriores pensamientos y trajo a su memoria tiempos pasados cuando había vivido y respirado por los bailes… y ahora era libre de disfrutarlos una vez más.
Abandonó su lugar en la ventana y excitada se dirigió a toda velocidad hacia la puerta. Debía convocar a quien le ayudara a arreglarse y no había tiempo que perder.
___________
Se encontraba en su ambiente preferido. Durante el trayecto en coche temió, por un momento, que estos escenarios hubiesen perdido la chispa para ella. Pero ahora, mientras se movía con elegancia y lentitud por entre la muchedumbre, podía sentirse otra vez como una chiquilla. Las parejas bailaban al ritmo de la hermosa música y se veía por doquier a grupos de personas que hablaban alegremente sobre una infinidad de temas distinto. Estaba sola y eso la intimido un poco cuando entró al abarrotado salón, pero, poco a poco, volvió la familiaridad y la sensación de seguridad. El mundo era suyo en ese momento y nada de su pasado importaba.
Sonriendo toco ligeramente el hombro del mesero que, solicitó, repartía copas de vino a los asistentes, y no esperó siquiera que terminara de girar antes de tomar una copa entre sus dedos. –Mercy– agradeció llevándose la copa a los labios y terminando el contenido de un solo trago para, posteriormente abandonar la copa vacía sobre la bandeja y reemplazarla por otra llena. No sin antes reírse de la expresión del mesero, continuó su caminata por el salón. Daba sorbos pequeños de tanto en tanto mientras escuchaba a medias infinidad de conversaciones. Nada de lo que dijeran fue lo suficientemente interesante como para detenerse y, aunque algunos rostros masculinos llamaron su atención, no detuvo su andar.
Al termino de una de las tonadas, y sintiéndose ligeramente mareada y muy acalorada, decidió dirigirse hacia uno de los costados para tomar un poco de aire. Vislumbró a una chica sentada en soledad y que, al parecer, no se encontraba contenta de estar donde estaba. Subiendo ligeramente los hombros se dirigió hacia el lugar y tomó asiento en un sitio contiguo a aquella pálida y apática criatura. Le miró una vez, luego a las personas que continuaban en aquel perfecto e idílico mundo de belleza y esplendor, luego regresó la vista una vez más – Anímate Chérie, es una hermosa noche y un esplendido baile… tal vez solo te falta una copa de buen vino – agitó ligeramente la copa frente al rostro de la chica antes soltar una suave risa y tomar otro sorbo. – ¿Dónde está aquel amable joven? – preguntó mientras sus ojos se movían buscando al mesero sin encontrarle – bien, creo que tendremos que esperar un poco a menos de que tengas ganas de ir a buscarle – sonrío nuevamente a la desonocida y llevo la copa a sus labios una vez más. Tenía que recordar felicitar al anfitrión pues, se trataba en verdad, de un muy buen vino.
Siendo sinceros, era un hecho extraño que tocasen a su puerta, al menos desde hacía algunos meses. Al parecer su cuñado había desistido, finalmente, de sus intentos de sonsacarle alguna información que ella, por supuesto, no estaba en lo más mínimo dispuesta a revelar. Esperaba que esta vez durara su ausencia pues cada cierto tiempo, cuando se encontraba cómoda y tranquila, él regresaba, como un mal augurio, a recordarle todas las razones por las que su vida se había convertido en una miseria.
Demasiado pronto perdió el interés en lo que ocurría en el piso inferior y volvió a su tarea de mirar por la ventana, tal como lo había estado haciendo desde hacía por lo menos una hora. Siempre le había gustado la vista a los jardines desde sus aposentos. Era un paisaje que le relajaba. Muchas veces, en el pasado, había escuchado a su ama de llaves cuchichear con los demás empleados sobre esta constumbre y las probabilidades de que al fin hubiese perdido la razón. –“Permanece allí sentada, observando a la nada durante horas… ¡eso no es normal!”- repetía la pesada mujer y ni siquiera tenía la suficiente astucia como para bajar la voz cuando lo hacía. Que ironía que pensaran aquello cuando, en realidad, era lo único que la había salvado del oscuro pozo de la locura en años anteriores.
La puerta sonó nuevamente y los pasos que siguieron aumentaron su intensidad haciéndole comprender que el mayordomo se dirigía a sus aposentos. Se tomó su tiempo antes de permitirle ingresar por medio de un orden sencilla. No lo hacía con malicia, aunque así lo interpretara él, solo deseaba unos minutos más de tranquilidad. Al final del día se había convertido en la malvada bruja de hielo que todos esperaban. Que deprimente el saber que a nadie que la conociera le importaba lo suficiente como para tratar de averiguar el porqué de su transformación. Una mano amiga, una palabra de comprensión ¿era mucho pedir? – ¡Por supuesto que lo es niña estúpida! ¿Es que no has tenido suficiente? – su conciencia, su única compañía verdadera… la odiaba tanto como, en ocasiones, se odiaba a sí misma.
-Madame – escuchó mientras con el rabillo del ojo observaba como una bandeja de plata era ubicada a la altura perfecta para que su mano tomara lo que parecía una elaborada tarjeta. Ardía en incertidumbre pero prefería estar sola al abrir el sobre, así que agradeció y esperó hasta que la puerta se cerró nuevamente. Se trataba de una invitación a un baile en el Palacio Royal. Finalmente algo emocionante en la semana. La anticipación se abrió camino por sobre sus anteriores pensamientos y trajo a su memoria tiempos pasados cuando había vivido y respirado por los bailes… y ahora era libre de disfrutarlos una vez más.
Abandonó su lugar en la ventana y excitada se dirigió a toda velocidad hacia la puerta. Debía convocar a quien le ayudara a arreglarse y no había tiempo que perder.
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Se encontraba en su ambiente preferido. Durante el trayecto en coche temió, por un momento, que estos escenarios hubiesen perdido la chispa para ella. Pero ahora, mientras se movía con elegancia y lentitud por entre la muchedumbre, podía sentirse otra vez como una chiquilla. Las parejas bailaban al ritmo de la hermosa música y se veía por doquier a grupos de personas que hablaban alegremente sobre una infinidad de temas distinto. Estaba sola y eso la intimido un poco cuando entró al abarrotado salón, pero, poco a poco, volvió la familiaridad y la sensación de seguridad. El mundo era suyo en ese momento y nada de su pasado importaba.
Sonriendo toco ligeramente el hombro del mesero que, solicitó, repartía copas de vino a los asistentes, y no esperó siquiera que terminara de girar antes de tomar una copa entre sus dedos. –Mercy– agradeció llevándose la copa a los labios y terminando el contenido de un solo trago para, posteriormente abandonar la copa vacía sobre la bandeja y reemplazarla por otra llena. No sin antes reírse de la expresión del mesero, continuó su caminata por el salón. Daba sorbos pequeños de tanto en tanto mientras escuchaba a medias infinidad de conversaciones. Nada de lo que dijeran fue lo suficientemente interesante como para detenerse y, aunque algunos rostros masculinos llamaron su atención, no detuvo su andar.
Al termino de una de las tonadas, y sintiéndose ligeramente mareada y muy acalorada, decidió dirigirse hacia uno de los costados para tomar un poco de aire. Vislumbró a una chica sentada en soledad y que, al parecer, no se encontraba contenta de estar donde estaba. Subiendo ligeramente los hombros se dirigió hacia el lugar y tomó asiento en un sitio contiguo a aquella pálida y apática criatura. Le miró una vez, luego a las personas que continuaban en aquel perfecto e idílico mundo de belleza y esplendor, luego regresó la vista una vez más – Anímate Chérie, es una hermosa noche y un esplendido baile… tal vez solo te falta una copa de buen vino – agitó ligeramente la copa frente al rostro de la chica antes soltar una suave risa y tomar otro sorbo. – ¿Dónde está aquel amable joven? – preguntó mientras sus ojos se movían buscando al mesero sin encontrarle – bien, creo que tendremos que esperar un poco a menos de que tengas ganas de ir a buscarle – sonrío nuevamente a la desonocida y llevo la copa a sus labios una vez más. Tenía que recordar felicitar al anfitrión pues, se trataba en verdad, de un muy buen vino.
Odette Demouy- Humano Clase Alta
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 19/11/2012
Localización : In the deep!
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Re: Dime que la Utopia no es puro Sueño - Libre
Consuelo ingresó al lado de su esposo al salón de baile del esplendoroso palacio, hacía tiempo que no asistía a una velada tan encantadora – desde, antes del nacimiento de Tiziano – pensó, mientras recordaba los dos años que tuvieron que estar ocultos, con su esposo, hasta que naciera su hijo y dejara de ser un bebé tan pequeño. Eran una pareja muy especial y un deleite de caza para Inquisidores, ya que los dos eran sobrenaturales, ella una Bruja y él un vampiro, por eso esperaron, silenciosos escurridizos, hasta que se sintieron seguros como para retomar su vida social.
Cuan feliz estaba ahora con su pequeña familia reunida, aunque su esposo ya no era el mismo, pero haberlo creído muerto y que se hubiera presentado ante ella de la forma que lo hizo, salvándole el pellejo al ser casi capturada por un inquisidor, le había valido que le perdonara todo. Nunca quiso preguntar quién o porque se convirtió en lo que era ahora. Pero a pesar del inconveniente que eso significaba, podían dentro de todo lo posible, tener una vida casi normal. Aun recordaba las veces que había reprendido a su amiga Maryeva por tener una aventura – bueno en verdad casi aventura, con un Vampiro, ya que el colmillos había desaparecido sin dejar rastros – caviló mientras recordaba lo furiosa que se había puesto esa gata.
Su esposo le habló al oído y le menciono que debía conversar con ciertos empresarios del mismo rubro que él, relaciones que le vendría muy bien para la empresa que habían adquirido y que comenzaba a dar sus frutos. Ella inclinó la cabeza en señal de aprobación, aunque sus ojos demostraban que no le hacía mucha gracia quedar sola en ese lugar donde aún no reconocía a nadie de sus amistades – si tan solo Maryeva hubiera venido – se lamentó, pero entendía que ahora con un pequeño por venir, debía descansar y hacer una vida más tranquila – pero que bien la pasaríamos – se dijo mientras reía de forma casi inaudible.
Caminó hacía un grupo de señoras y señoritas que charlaban animadamente, pero al acercarse con intención de sentarse en un asiento vació una de las mujeres le informó de mal tono que el sitio ya estaba reservado. Las miradas hostiles y desagradables, le dijeron a las claras que esa era en verdad una excusa, nada le molestaba tanto, como la vulgaridad de algunas mujeres, es por eso que estuvo a poco de utilizar algunos de sus poderes para darles una lección, pero desistió, al ver sentada a una distancia no muy alejada a Chiara. Maryeva, su gran amiga de toda la vida, las había presentado hacía un par de días, y no sabía si se acordaría de ella, pero de igual modo se dirigió con paso firme hacia la mujer, pero en ese preciso momento se acercaba una dama, muy elegante y hermosa que sentándose en uno de los asientos vacíos parecía decirle algo a su conocida.
El rostro de Chiara denotaba que se sentía bastante decaída, - ¿qué le podrá estar pasando?, ¿acaso no hace poco que se casó? – caviló mientras enarcaba una ceja. Hubiera querido tener la habilidad de su esposo para leer la mente, para comprender que revolución tenía en su cabeza aquella jovencita; o al menos poder leer bien los labios, para entender que le decía la otra mujer, pero su lectura de labios no era muy buena y ésta hablaba muy rápido y gesticulaba, lo que no le permitía tener una visión precisa de lo que decía. Captó solo que deseaba otra copa, Se sonrió, por ello, pues se notaba que deseaba pasar una velada despreocupada e intentaba levantar el ánimo a su compañera de noche – ¿será amiga de Chiara? – lo dudó por la mirada que ésta le daba a la joven como diciendo ¿Qué hablas?, volvió a sonreír y se acercó a las jóvenes.
- Buenas noches Señorita Di Moncalieri o ¿debo llamarla Di Rosso? – Chiara la miró, con ojos desganados hasta que relacionó la fisonomía con el nombre que llegaba a su cabeza, le sonrió ampliamente y prosiguió saludando a la otra señorita – Buenas noches tenga también usted madeimoselle, mi nombre es Consuelo de Abreu, es un placer -, hizo una leve inclinación, luego de lo cual proseguiría su camino para encontrar donde sentarse, pero en esos momentos se desocupó el asiento al otro lado de Chiara y lo ocupó. A una importante distancia se encontraba el joven mozo que llevaba una charola con Champagne, lo miró fijamente y utilizó un poco de su poder para que él se acercara a ofrecerles unas bebidas a ellas. Al verlo acercarse quedó expectante esperando la reacción de la Joven, que aún no se había presentado.
Cuan feliz estaba ahora con su pequeña familia reunida, aunque su esposo ya no era el mismo, pero haberlo creído muerto y que se hubiera presentado ante ella de la forma que lo hizo, salvándole el pellejo al ser casi capturada por un inquisidor, le había valido que le perdonara todo. Nunca quiso preguntar quién o porque se convirtió en lo que era ahora. Pero a pesar del inconveniente que eso significaba, podían dentro de todo lo posible, tener una vida casi normal. Aun recordaba las veces que había reprendido a su amiga Maryeva por tener una aventura – bueno en verdad casi aventura, con un Vampiro, ya que el colmillos había desaparecido sin dejar rastros – caviló mientras recordaba lo furiosa que se había puesto esa gata.
Su esposo le habló al oído y le menciono que debía conversar con ciertos empresarios del mismo rubro que él, relaciones que le vendría muy bien para la empresa que habían adquirido y que comenzaba a dar sus frutos. Ella inclinó la cabeza en señal de aprobación, aunque sus ojos demostraban que no le hacía mucha gracia quedar sola en ese lugar donde aún no reconocía a nadie de sus amistades – si tan solo Maryeva hubiera venido – se lamentó, pero entendía que ahora con un pequeño por venir, debía descansar y hacer una vida más tranquila – pero que bien la pasaríamos – se dijo mientras reía de forma casi inaudible.
Caminó hacía un grupo de señoras y señoritas que charlaban animadamente, pero al acercarse con intención de sentarse en un asiento vació una de las mujeres le informó de mal tono que el sitio ya estaba reservado. Las miradas hostiles y desagradables, le dijeron a las claras que esa era en verdad una excusa, nada le molestaba tanto, como la vulgaridad de algunas mujeres, es por eso que estuvo a poco de utilizar algunos de sus poderes para darles una lección, pero desistió, al ver sentada a una distancia no muy alejada a Chiara. Maryeva, su gran amiga de toda la vida, las había presentado hacía un par de días, y no sabía si se acordaría de ella, pero de igual modo se dirigió con paso firme hacia la mujer, pero en ese preciso momento se acercaba una dama, muy elegante y hermosa que sentándose en uno de los asientos vacíos parecía decirle algo a su conocida.
El rostro de Chiara denotaba que se sentía bastante decaída, - ¿qué le podrá estar pasando?, ¿acaso no hace poco que se casó? – caviló mientras enarcaba una ceja. Hubiera querido tener la habilidad de su esposo para leer la mente, para comprender que revolución tenía en su cabeza aquella jovencita; o al menos poder leer bien los labios, para entender que le decía la otra mujer, pero su lectura de labios no era muy buena y ésta hablaba muy rápido y gesticulaba, lo que no le permitía tener una visión precisa de lo que decía. Captó solo que deseaba otra copa, Se sonrió, por ello, pues se notaba que deseaba pasar una velada despreocupada e intentaba levantar el ánimo a su compañera de noche – ¿será amiga de Chiara? – lo dudó por la mirada que ésta le daba a la joven como diciendo ¿Qué hablas?, volvió a sonreír y se acercó a las jóvenes.
- Buenas noches Señorita Di Moncalieri o ¿debo llamarla Di Rosso? – Chiara la miró, con ojos desganados hasta que relacionó la fisonomía con el nombre que llegaba a su cabeza, le sonrió ampliamente y prosiguió saludando a la otra señorita – Buenas noches tenga también usted madeimoselle, mi nombre es Consuelo de Abreu, es un placer -, hizo una leve inclinación, luego de lo cual proseguiría su camino para encontrar donde sentarse, pero en esos momentos se desocupó el asiento al otro lado de Chiara y lo ocupó. A una importante distancia se encontraba el joven mozo que llevaba una charola con Champagne, lo miró fijamente y utilizó un poco de su poder para que él se acercara a ofrecerles unas bebidas a ellas. Al verlo acercarse quedó expectante esperando la reacción de la Joven, que aún no se había presentado.
Consuelo Tejeda de Abreu- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 19/01/2012
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Re: Dime que la Utopia no es puro Sueño - Libre
La curiosidad sobre la femenina voz, que indiscutiblemente se refería a ellas, le hizo bajar la copa. Se trataba de una mujer de cabellos oscuros y hermoso rostro quien saludaba a su hasta entonces silenciosa compañera de silla. -Es casada- pensó, al escuchar como la desconocida se cuestionaba sobre qué apellido utilizar en el saludo. Deseo fervientemente que el esposo de la dulce chica, al parecer de apellido Di Rosso, no se pareciera en nada a su ex pareja. La chica nueva se dirigió entonces a ella -Oh, el placer es todo mío - contestó cortésmente ofreciéndole a Consuelo una amistosa sonrisa. Se encontraba a punto de proponer que buscaran un lugar más apropiado para las tres cuando quedó libre la silla contigua a la señora Di Rosso, lugar que ocupó sin pensarlo dos veces la chica de cabellos oscuros.
Odette permaneció en silencio unos segundos, esperando a que se sentara cómodamente para poder responder apropiadamente a la cortesía presentándose. Sin embargo, ocurrió algo muy curioso. Consuelo fijó su mirada en algún punto lejano entre la multitud. No dijo nada, así como tampoco realizó ningún movimiento, y aun así un mozo con una bandeja cargada de copas de champagne se acercó hasta donde las tres permanecían sentadas. Parpadeo dos veces tratando de aclarar su visión aunque sabía bien lo que había visto, o no visto para el caso. Luego al girar la vista hacia Consuelo encontró a la mujer mirándola fijamente, como si esperase alguna reacción en especial -¿Cómo le llamaste? - pregunto rápidamente con cara de sorpresa, pero se sintió como una completa tonta no bien las palabras salieron de su boca. -Perdón Madeimoselle, que grosera he sido en no presentarme. Odette Demouy.- sentía el rostro encendido - y perdón también por la pregunta. No solo fue grosera sino también un poco estúpida, pues sé que no habría manera de que usted hubiese llamado al mozo sin usar su voz o sus gestos- .
Para ese momento el chico ya se inclinaba hacia ellas ofreciendo las bebidas. Ignorando el sabio consejo de su conciencia (algunas veces convenía escucharle), finalizó el contenido de su copa y tomó una nueva, solo que ahora el contenido era claro y burbujeante. Esperó a que sus compañeras le imitasen antes de elevar su copa hacia ellas -Por los bailes, estos magníficos espacios que nos facilitan el conocer personas maravillosas- y con aquel brindis quedo en evidencia que el licor estaba empezando a afectarle. Rió por lo bajo antes de disculparse una vez más -Creo que debería dejar de beber por esta noche - pausó un segundo antes de continuar -pero, si a ustedes no les importa, de todas maneras terminare esta copa - admitió con una sonrisa entre picara y avergonzada.
Las piezas musicales que tocaba la orquesta le resultaban más alegres de lo normal, los bailes más elaborados, los rostros hermosos, tanto los de las mujeres como los hombres. Al parecer la alegría que sentía de estar en donde estaba no tenía comparación, y esa sensación se expresaba abiertamente en la expresión despreocupada y feliz de su rostro. -Entonces, si me permiten preguntarles, ¿vinieron acompañadas al baile? - sabía que era una pregunta impertinente pero aun así no pudo contenerse. No era muy común que una dama asistiera en solitario a un baile, por lo general se venía en compañía de amigos, familia o con la pareja, si se gozaba con la suerte de haber dado con una a la que le agradasen los eventos sociales. El caso particular de Odette era especial pues no contaba actualmente con amigos lo suficientemente cercanos como para salir en grupo. Su familia se limitaba a su madre con quien había casi cortado relaciones desde hacía algún tiempo y…. de lo demás mejor ni hablar.
Odette permaneció en silencio unos segundos, esperando a que se sentara cómodamente para poder responder apropiadamente a la cortesía presentándose. Sin embargo, ocurrió algo muy curioso. Consuelo fijó su mirada en algún punto lejano entre la multitud. No dijo nada, así como tampoco realizó ningún movimiento, y aun así un mozo con una bandeja cargada de copas de champagne se acercó hasta donde las tres permanecían sentadas. Parpadeo dos veces tratando de aclarar su visión aunque sabía bien lo que había visto, o no visto para el caso. Luego al girar la vista hacia Consuelo encontró a la mujer mirándola fijamente, como si esperase alguna reacción en especial -¿Cómo le llamaste? - pregunto rápidamente con cara de sorpresa, pero se sintió como una completa tonta no bien las palabras salieron de su boca. -Perdón Madeimoselle, que grosera he sido en no presentarme. Odette Demouy.- sentía el rostro encendido - y perdón también por la pregunta. No solo fue grosera sino también un poco estúpida, pues sé que no habría manera de que usted hubiese llamado al mozo sin usar su voz o sus gestos- .
Para ese momento el chico ya se inclinaba hacia ellas ofreciendo las bebidas. Ignorando el sabio consejo de su conciencia (algunas veces convenía escucharle), finalizó el contenido de su copa y tomó una nueva, solo que ahora el contenido era claro y burbujeante. Esperó a que sus compañeras le imitasen antes de elevar su copa hacia ellas -Por los bailes, estos magníficos espacios que nos facilitan el conocer personas maravillosas- y con aquel brindis quedo en evidencia que el licor estaba empezando a afectarle. Rió por lo bajo antes de disculparse una vez más -Creo que debería dejar de beber por esta noche - pausó un segundo antes de continuar -pero, si a ustedes no les importa, de todas maneras terminare esta copa - admitió con una sonrisa entre picara y avergonzada.
Las piezas musicales que tocaba la orquesta le resultaban más alegres de lo normal, los bailes más elaborados, los rostros hermosos, tanto los de las mujeres como los hombres. Al parecer la alegría que sentía de estar en donde estaba no tenía comparación, y esa sensación se expresaba abiertamente en la expresión despreocupada y feliz de su rostro. -Entonces, si me permiten preguntarles, ¿vinieron acompañadas al baile? - sabía que era una pregunta impertinente pero aun así no pudo contenerse. No era muy común que una dama asistiera en solitario a un baile, por lo general se venía en compañía de amigos, familia o con la pareja, si se gozaba con la suerte de haber dado con una a la que le agradasen los eventos sociales. El caso particular de Odette era especial pues no contaba actualmente con amigos lo suficientemente cercanos como para salir en grupo. Su familia se limitaba a su madre con quien había casi cortado relaciones desde hacía algún tiempo y…. de lo demás mejor ni hablar.
Odette Demouy- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/11/2012
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