Aaron Denhim

Edad: 17 aparentes, 21 reales
Especie: Vampiro
Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Media
Orientación Sexual: Bisexual
Lugar de Origen: París, Francia
Habilidad/Poder: Telepatía / Persuación / Sanación Aclerada

Puede ser por momentos serio, pero su desequilibrada conciencia encuentra los momentos menos adecuados para sacar a la luz una personalidad diferente muchas veces.  Impredecible cuando acabas de conocerle. Puede ser amistoso o bien tan antipático que no se busque nada más con él. No lo hace con ninguna razón en mente. Tiene poca conciencia sobre sus actos con otros, porque poco le importa lo que puede provocar en la mayoría de las ocasiones.

Es difícil de tratar por sus cambios, los cuales  son debido a las cosas que pasaron justo en los tiempos en que fue transformado.  Poca paciencia posee pero le gusta que la tengan con él. Caprichoso en ocasiones y en otras bastante ecuánime. Elocuente por momento y por otros no tanto. Parece una persona que realmente no posee sentimientos, o al menos es la idea que se da a sí mismo al observarse. No del todo cierto, incluso si ha sido transformado recientemente.

No puedo más que observar la cruda escena. Ya no puedo sentir nada, ni lástima siquiera. Ante mí yace el cadáver de un ser que alguna vez amé, y ahora pareciera que no le conociera, pues le veo como un simple espectador, sin reconocerla. Tampoco me preocupa quien haya sido el asesino. Lo que veo simplemente es un cuerpo frío sobre un brillante e inmaculado piso de mármol, ahora recubierto de una fina capa de sangre, que se extiende hasta donde ahora estoy, sin alcanzarme, sin poder tocarme…

El cuerpo recostado delicadamente sobre los peldaños, con aquellos ojos que alguna vez me deslumbraron aún abiertos, pero ya sin brillo, carentes de vida. La pared manchada, seguramente tras que ella allí recibiera el impacto.


En su vida no hay mucho que contar. La normalidad de sus días, con los mismos altibajos que pudiese tener cualquier persona. Fue ese año, ese justo año en el que todo se volvió de cabeza.

Acabando de contraer nupcias en un matrimonio arreglado, pero del cual sin embargo, él pudo ver lo mejor que pudo, entonces un joven atraído por la vida que aprendió a querer a la mujer que sus padres consideraron la mejor opción para él. Fueron un par de años en los que se acopló a su nueva realidad. Contento y llenó de emoción en esos días no comprendería entonces lo que ocurrió en los últimos meses de humanidad que tuvo. Primero, tras la bendición de saber que su amada estaba embarazada, esa felicidad se borró rápidamente con ella perdiendo al niño en sus entrañas. Y ella, perdida en su dolor, empezó a decaer, una depresión de la que él no podía sacarla, su propia sonrisa se iba desvaneciendo, lo blanco se convirtió en negro a partir de ese momento. Cada suceso que ocurrió empezó a parecerle una maldición.

Una noche en que se perdió entre las calles, bebiendo hasta que no pudo sentir nada más, fue ese día en el que no pensó jamás que no volvería a ver la luz del sol. Un hombre se acercó a él, entre la poca preocupación y la estimulación de la bebida sus acciones empezaron a mostrar ese atisbo de locura. Esa noche le observó en silencio mientras cobraba una víctima. Tan frío y sereno, inmerso en su propio dolor, viendo a esa persona pedir por su ayuda, él simplemente observó. Fue ese mismo vampiro el que dijo esa sarta de palabras hermosas, prometiendo un mundo distinto. Solo se rio y se marchó, regresando a su destrozada familia. La próxima vez que le encontró, tras que su esposa tratase de quitarse la vida, sobrio y sin nada que anulara sus sentidos volvió a escucharle.

Pero el no deseaba nada nuevo o ir a un extremo diferente. Las ofertas no le atraían. El hombre entonces dijo las palabras que le hicieron girar su rostro, sobre su propia vida, sobre sus padres, todo aquel a quien quería le había sido arrebatado esa misma noche. No lo creyó, pero lo comprobaría poco después, que cada persona que pudiese extrañarle o necesitarle le había sido arrebatada. Pero antes de eso, la noche era joven,  el ser de la oscuridad tomó su sangre y le dio la muerte y justo cuando su corazón iba a detenerse, le entregó el elixir que le haría vivir indefinidamente.

Tras esperar y sufrir el tormento que supuso su propia muerte, abrió los ojos a una oscuridad eterna en la que viviría. Quien le había convertido intentaba convencerlo de ir con él en un viaje interminable, para poder mostrarle  lo que él quisiera. Pero él simplemente corrió. Corrió en busca de su hogar solo para encontrar la muerte en cada lugar que pisó. Cada rastro de lo que había sido solo borrado al arrancar esas vidas de tajo. No quiso marchar con su creador. Se negó rotundamente y eligió un camino tras ese momento en el que tras ver primero a quienes le habían traído al mundo, a quienes le criaron siendo solo cadáveres, pareció dejar de sentir cualquier cosa, no deseaba llorar su pérdida, el horror tampoco le apremió incluso con toda la sangre que se había derramado sin razón. Y finalmente, ver a su esposa de esa forma, su semblante se oscureció, haciéndole dejar atrás cualquier necesidad de vivir como lo había hecho hasta ahora.


Nada tengo yo que hacer aquí, solo he venido para intentar recordar. Recordar que alguna vez fui humano… que alguna vez poseí algún sentimiento. Muchas veces las circunstancias forman al hombre… Y a mi me volvieron un ser sin emociones; algo que no siente, pero vive y se ve como cualquier otro.
Y parecerá bueno. El no sufrir. Y sin embargo la razón de esto es justamente el dolor; el dolor que templó mi alma, pues al cabo del tiempo lo intolerable dejó de serlo. Las heridas dejaron de sangrar y cerraron. Mi corazón hecho añicos siguió latiendo para poder seguir viviendo.
Y cuando creí que todo volvía a su curso, fui arrastrado a esta eterna oscuridad. No sé si esto es lo que quería o tal vez hubiese preferido la muerte, pero no fui capaz de hacer la elección en el único momento que pude hacerlo. Después, solo quise seguir existiendo.

Le gustan los sombreros de copa, la ropa oscura. Casi siempre viste de la misma manera, salvo en las que su humor decanta por hacerlo diferente. Le gusta el olor del té.

Tiene una fijación extraña al elegir a sus víctimas, casi siempre con algna leve característica recordándole a su esposa.

Le gusta causar problemas siempre que puede. Le intrigan los brujos de sobremanera, pues desde que encontró a uno en alguna ocasión se dio cuenta de lo interesante que puede resultar lo que hacen. Del mismo modo los gitanos, cuando tienen esos dones de lanzar maldiciones o leer el futuro cercano.

Le gusta ir y meterse en cualquier taberna, a beber vino y también porque siempre puede resultar entretenido, sea una víctima o una pelea, siempre que pueda ver un espectáculo, por simple que sea, le parece que vale la pena.

Otros vampiros le causan desconfianza y no le gustan los licanos, sea cosa de naturaleza o no, suele evitar cruzar sus pasos con ellos. Y cuando algo le desagrada no le importa plenamente demostrarlo.