Reencuentro (Maharet)

por **Pandora11** Lun Dic 17, 2012 1:25 pm

"Apresúrate; no te fíes de las horas venideras. El que hoy no está dispuesto, menos lo estará mañana."

OVIDIO

Maharet y Mekare, actualmente constituyen la Mayor y la Fuente de la que todos procedemos. Es evidente que han decidido apartarse de nosotros, de todo el mundo, retirándose a un lugar secreto, y que rechazan toda autoridad. Sin embargo aquí estoy, agradeciendo de alguna manera que Maharet me permitiese encontrarla. Sé bien que de no querer ser vistas, las gemelas se ocultarán de tal manera que ninguno de nosotros por más hábil que sea logrará encontrarlas.

Desde hace mucho tiempo Maharet posee archivos que son un verdadero almacén repleto de tablillas de arcilla, rollos de pergaminos, libros y poemas de otras culturas cuya existencia el mundo desconoce. Libros redactados en tiempos inmemoriales. Como es lógico, Maharet prohibió que se revelaran los datos que pudiéramos encontrar o que hablaran detalladamente sobre la manera de observar a los inmortales que tiene. Es por eso que la busco, porque confío en que ella pueda iluminar mi búsqueda de Marius, para que, aunque suene paradójico, pueda ser mis ojos al tratar de hallar a quién es ciego para mí como yo para él por ser yo creación suya.

Este camino que ahora recorro me lo ha indicado ella a pocas horas antes del amanecer. Ha llenado mi mente con imagenes de estas calles que pocas veces he recorrido y tras caminar un poco, aquí estoy aguardando por ella con total naturalidad. Podría temer por su infinito poder, pero estoy segura que mi angustia ha sido lo suficiente clara para ella como para que se mueva del lugar donde supongo que duerme y me permita hablarle. La aguardo mientras recuerdo el último día que la vi, ese momento donde para sorpresa de todos había aparecido la hermana muda para cobrar la vida de la reina de los condenados. Sé bien que todos se sorprendieron demasiado, pero ver aquella escena hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo luego de recordar que yo misma cuidé a Akasha cuando parecía una estatua junto a su Rey Enkil. Yo misma compraba suntuosos vestidos y brazaletes de oro para adornar sus brazos e incluso quemaba incienso para amenizar su estadía construida por mi amante Marius.

Es mejor que deje esos recuerdos de lado, pues no estoy segura que sensación le producirá a Maharet de leerlos en mi mente al momento de su llegada. Tal vez no sea lo suficientemente rápida para ocultar mis pensamientos y prefiero mantenerme al margen y recordar el propósito por el que la busco. Aunque a decir verdad, al conocerla tuve curiosidad de saber más sobre su origen, sobre su travesía y como pudo resistir tantas décadas sin enloquecer y arrojarse a los brazos del sol como han hecho tantos antiguos.... Aunque no conozca el paradero de Marius, me será provechoso su encuentro; hace ya muchos años que dejé de hablar y frecuentar a otros vampiros e incluso sé que se piensan que enloquecí y que por eso nadie me hallaba. Pero no es cierto, la locura ha intentado abrazarme, intenta seducirme con el paso de los años pero finalmente prefiero sumirme en un largo sueño, y además, tampoco pretendí ser hallada nunca, hasta ahora.

por Maharet* Jue Dic 20, 2012 5:03 pm

El tiempo pasa cada vez más rápido incluso cuando eres inmortal. A pesar de que la muerte nunca vaya a tocarte, te das cuenta de que todo, absolutamente todo, pasa con rapidez. Las épocas humanas varían con una rapidez pasmosa, de un modo sorprendente e incluso fascinante. Algo que casi da a entender que en el futuro, de un momento a otro, las cosas podrían ir mejor. Podrían...pero nunca podías estar completamente segura de lo que podría pasar en el mundo de los mortales. En seis mil años cambian demasiadas cosas. Es increíble pensarlo. Pero es lo que es. Sin embargo, es más fácil de asimilar de lo que parece. Yo he abierto los ojos al mundo cada noche desde que nací al mundo de las sombras. Y a pesar de todo lo que conocido, de lo que he perdido, de lo que he recuperado y de aquellos por quiénes velo, esa familia mortal, a pesar de todo y quizás gracias a ello, siempre encuentro cierta fascinación en el mundo de los mortales. Siempre habrá algo que le de sentido a todo.
Esto es algo que siempre tengo presente, a todo momento aunque no piense en ello. Aquella noche, aquel momento en el que camino por los callejones esperando a Pandora. Una de las vampiresas más poderosas que existen...no por algo es de las más antiguas que sobreviven. Deseaba encontrarme para que le diera información, o quizás por algún otro motivo más importante aún, y por eso mismo le había indicado el camino hacia aquel lugar, para conducirla. Me daba la sensación de que ése deseo suyo era lo que la alejaba de la locura, aún más que esa melancolía que invade a muchos inmortales cuando llevan muchos años siendo lo que somos...algo que podría haberle pasado a ella, y que aún le podría pasar. Ese deseo suyo era algo casi palpable, en sus pensamientos se veía como algo poderoso. Y sí, podría ayudarla. Pero había varias cosas que probablemente no le gustarían. Varias cosas sobre Marius que sabía y que quizás le sumergirían en una melancolía aún más profunda.
Ese deseo, esa angustia. Y además también sentía curiosidad por saber lo que había sido de Pandora. En el pasado había oído hablar muchas cosas de ella, había palpado esos deseos que tenía en su mente, como esa angustia, ese dolor...tanto dolor...
Meneé la cabeza de un lado para otro mientras caminaba silenciosa en las sombras de la noche hacia el lugar dónde ella me aguardaba, vestida de la cabeza a los pies de negro. Mis ojos aquel día eran de un color azul demasiado claro, ojos que habían sido robados la noche pasada, por lo que probablemente me durarían varios días antes de que volviera a quedarme ciega de nuevo y necesitara otra víctima que me proporcionase otra vez el sentido de la vista. Pandora estaba cerca. Tenía intención de conducirla al lugar en el que vivía actualmente...allí podríamos hablar antes de que el amanecer llegara.
Y allí estaba bien oculta entre las sombras de la noche, aguardándome, justo en el lugar que le había marcado, a la hora adecuada. Me acerqué hacia dónde ella estaba mirándola fijamente, con una leve sonrisa asomándome en mis labios y un gesto para indicarle que me siguiera...no sería bueno que habláramos allí, aunque bien podríamos hablar durante el camino
-Pandora...es un placer conocerte al fin, después de tanto tiempo...querida, sígueme, tenemos muchas cosas de las cosas de las que hablar...e intuyo que hay varias cosas que deseas...-era una referencia indirecta, pero le volví a indicar que me siguiera y eché a andar, sabiendo que ella me seguiría al lugar dónde ambas hablaríamos. En ese lugar de París dónde además tenía algunos de mis archivos, por supuesto.

por **Pandora11** Vie Ene 25, 2013 12:13 pm

"La esperanza hace que agite el náufrago sus brazos en medio de las aguas,
aun cuando no vea tierra por ningún lado."

Creo que las cosas siempre toman el rumbo que vamos forjando a medida que pasa el tiempo. Supongo que el destino no existe, sino que más bien vamos pagando y recibiendo los frutos de todo. En ello meditaba cuando Maharet llegó, finalmente pude disipar mis pensamientos y evitar cualquier idea en mi mente que pudiera resultarle chocante a ella y todo por mero respeto. Lo hago porque ella y su hermana Mekare constituyen la fuente de nuestra avidez vampírica, porque les debemos mucho, o tal vez incluso sean ellas quienes nos deban a nosotros. Sin embargo, mantengo mi respeto a ellas, porque si se destruyen a sí mismas, todos moriremos con ellas.

Finalmente, Maharet llegó a mi encuentro y se puso frente a mí con su tranquilidad absoluta, me saludó con cortesía y me dio pie, o más bien una disimulada y educada invitación para seguirla.

-Maharet- Es todo lo que pude decir tras asentir en forma reverente a su presencia. Tras sus pasos, la seguían los míos. Mantuve el silencio hasta llegar al lugar que ella deseara, puesto que era mejor mantener la conversación al margen de cualquier intruso cercano, sobre todo tratándose de ella como interlocutora. Ella, de una mente regida por una incalculable riqueza de información, una gran facilidad de palabra y un intelecto consagrado a la agilidad, la síntesis, las probabilidades, y todo ello contra el telón de fondo de unas experiencias horrendas, guerras, matanzas, lo peor que ha presenciado el mundo. Demasiada experiencia en la mente de una sola mujer, suficientes experiencias para que mi respeto por ella aumentara al tiempo que cierta gratitud por acceder a este encuentro conmigo.

Era probable que Maharet sintiera mi angustia, y con razón. Debió de intuir que durante estos últimos, largos y tristes años nada había despertado en mí entusiasmo alguno. Luego de abandonar a Marius pretendí encontrarlo, pero todo fue tan infructuoso que me sumergí en este estado que muy posiblemente Maharet ya sintió. Sentí deseos de decirlo todo, pero aguardé, ya llegaría el momento. La ansiedad, jamás ha sido buena compañera de nadie.Y así como estaba, inmersa en mis pensamientos, recordé las palabras de Shakespeare a quien leemos como si tuviera las respuestas a nuestras dudas sobre la raza humana y sobre las emociones incomprendidas. Abrí mi mente antes de recitar nada y dejé que ella lo escuchara como preámbulo, el inicio de nuestra noche sin necesidad de mover los labios:

"Mañana, y al otro, y al otro,
los días transcurren a un monótono ritmo,
hasta la última sílaba del tiempo recogido en la Historia;
y todos nuestros ayeres han indicado a los necios
el camino hacia la polvorienta muerte.
Apágate, apágate breve candela.
La vida no es sino una sombra errante;
un pobre actor que se mueve y agita durante horas sobre el
escenario, y luego desaparece para siempre;
es una historia relatada por un idiota,
repleto de sonido y furia, que no significa nada."

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