AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mansión Constantin [Guy Reynard]
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Mansión Constantin [Guy Reynard]
Era una noche oscura y cálida en la que afortunadamente, y como la mayoría de las noches, gozaba de la agradable compañía de una dama la cual había conocido momentos antes, esta vez, cerca de los callejones que llevan a las zonas residenciales de clase mas alta. Caminaba pausadamente hacia su hogar, la mansión Constantin, tomando la mano de la señorita que me acompañaba.
-Ha sido un verdadero placer poder compartir esta tarde con usted señorita Rainstorm, pero sería fantástico si pudiéramos terminar la noche juntos no cree?~ , para mi sería un honor llevarla a mi hogar y tratarla tal y como una señorita de alto estándar como usted se merece. Dígame, ¿qué le parece? No ha de preocuparse por nada~ el señor Constantin se encargaría de todos sus caprichos...~
Reí seductoramente para incitarla a que aceptara a acompañarme.
Se trataba de una linda y virtuosa señorita de cabellos dorados en forma de bucles que vestía un pomposo vestido de alta costura italiana de color beige y con elegantes adornos en forma de rosa de un color dorado mas brillante. Portaba además un juego de guantes blancos que daban a la dama una imagen mas elegante y un par de tacones del mismo color que estos. Por otro lado yo caminaba erguido enorgullecido no solo por la compañía sino de mi mismo, un hombre estilizado, con apariencia joven y seductora, y los modales refinados que dejan a una dama sin aliento en el cuerpo, como aquella noche quedaría mi señorita. ¿Qué mujer no se rendiría a los pies de su persona? Portaba además un traje que contrastaba la oscuridad de la chaqueta (hasta los muslos y con 7 botones de oro) y los pantalones entallados de jinete (con detalles dorados a los laterales) con la camisa y la chorrera era de un color blanco propio de la pureza.
En cualquier caso, se acercaban a la mansión y cada vez sentía mas deseos de devorar a su compañera, tan frágil, tan pálida, y tan hermosa a la vez....era perfecta para mi.
Al llegar por fin a la mansión hice pasar amablemente a la señorita y la conduje hasta mi habitación, escaleras arriba, con el pretexto de pasar una agradable noche juntos. Fue una presa tan fácil...
A los pocos minutos de llegar a mi habitación ya había conseguido poner contra mi cama a la dama y empezar succionar deseoso del cuello perforado de la muchacha, disfrutando del sabor de su sangre y gozando del aroma que impregnaba su piel perfumada. Todo iba según lo planeado, excepto por aquel ruido que escuchó escaleras abajo.
-Ha sido un verdadero placer poder compartir esta tarde con usted señorita Rainstorm, pero sería fantástico si pudiéramos terminar la noche juntos no cree?~ , para mi sería un honor llevarla a mi hogar y tratarla tal y como una señorita de alto estándar como usted se merece. Dígame, ¿qué le parece? No ha de preocuparse por nada~ el señor Constantin se encargaría de todos sus caprichos...~
Reí seductoramente para incitarla a que aceptara a acompañarme.
Se trataba de una linda y virtuosa señorita de cabellos dorados en forma de bucles que vestía un pomposo vestido de alta costura italiana de color beige y con elegantes adornos en forma de rosa de un color dorado mas brillante. Portaba además un juego de guantes blancos que daban a la dama una imagen mas elegante y un par de tacones del mismo color que estos. Por otro lado yo caminaba erguido enorgullecido no solo por la compañía sino de mi mismo, un hombre estilizado, con apariencia joven y seductora, y los modales refinados que dejan a una dama sin aliento en el cuerpo, como aquella noche quedaría mi señorita. ¿Qué mujer no se rendiría a los pies de su persona? Portaba además un traje que contrastaba la oscuridad de la chaqueta (hasta los muslos y con 7 botones de oro) y los pantalones entallados de jinete (con detalles dorados a los laterales) con la camisa y la chorrera era de un color blanco propio de la pureza.
En cualquier caso, se acercaban a la mansión y cada vez sentía mas deseos de devorar a su compañera, tan frágil, tan pálida, y tan hermosa a la vez....era perfecta para mi.
Al llegar por fin a la mansión hice pasar amablemente a la señorita y la conduje hasta mi habitación, escaleras arriba, con el pretexto de pasar una agradable noche juntos. Fue una presa tan fácil...
A los pocos minutos de llegar a mi habitación ya había conseguido poner contra mi cama a la dama y empezar succionar deseoso del cuello perforado de la muchacha, disfrutando del sabor de su sangre y gozando del aroma que impregnaba su piel perfumada. Todo iba según lo planeado, excepto por aquel ruido que escuchó escaleras abajo.
Rufus Constantin- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 15/12/2012
Re: Mansión Constantin [Guy Reynard]
Llevaba varias semanas en París y no parecía que fuera a poder marcharme pronto; Los mismos negocios que me habían traído a la ciudad en primer lugar habían presentado unas pequeñas dificultades imprevistas y tendría que quedarme hasta solucionarlas. Mientras tanto, tenía que buscar nuevas formas de mantenerme ocupado, y un hombre sólo podía pasar un cierto tiempo entre el burdel y la taberna antes de hartarse de hacer siempre lo mismo. Además necesitaba cubrir de alguna manera las pérdidas económicas que aquellos problemas iban a causarme, encontrando alguna otra fuente de beneficio, así que aquella noche se me ocurrió darme un pequeño paseo por el barrio en el que se encontraban las residencias de la clase alta de la ciudad.
Esperé hasta que estuvo suficientemente oscuro para adentrarme en aquellas calles, pues si me acercaba a aquella zona cuando aun quedara luz, llamaría demasiado la atención, y eso no favorecería mis propósitos. No todos los días se veía en aquella parte de la ciudad a un hombre con un aspecto como el mío; Oscuro, alto y amenazante, pelo salvaje y largo abrigo marrón. Las ropas que llevaba debajo de este habían sido de buena calidad cuando me las había agenciado (aunque ahora estuvieran muy desgastadas por el uso continuo), pero era el atuendo increíblemente informal y práctico que usaría un marinero y que cualquiera de los que frecuentaban aquella zona ni soñaría con ponerse. Por eso, una vez estuve allí, caminé con cuidado de no ser visto. De todas formas ya no había prácticamente nadie fuera de sus casas.
Pronto encontré una gran mansión que me pareció adecuada, pues no había luz en ninguna de sus ventanas y parecía, al menos por el momento, desocupada. Me acerqué a la parte trasera y forcé una ventana para acceder al interior. Una vez allí, miré a mi alrededor, reconociendo el terreno. Mi principal objetivo eran joyas y cosas igualmente pequeñas pero valiosas que pudiera llevar encima sin mucha dificultad. Y al parecer, iba a tener suerte... El propietario de aquel lugar debía ser bastante rico, incluso para los estándares normales de la zona, pues no me fue muy difícil encontrar un botín interesante.
Entonces, mientras me metía al bolsillo una pequeña cajita enjoyada, escuché la puerta principal abrirse. Me acerqué con mucho cuidado, aun envuelto en las sombras (cuando quería podía ser increíblemente silencioso), para observar a quien entró; un joven cuyo atuendo prácticamente apestaba a dinero (sólo con lo que llevaba encima un hombre podría comprarse un barco decente) y que supuse el dueño de la casa, pues parecía mostrarle el camino a la mujer que le acompañaba. Esta era una típica señorita de la alta sociedad, perfecta como una muñeca e igual de aburrida. No les presté más atención excepto para asegurarme de que se marchaban escaleras arriba antes de seguir con lo mío.
Pero, un rato después, di un paso atrás sin prestar atención y golpeé con el brazo un pesado candelabro de plata, haciéndolo caer junto con la bandeja para recoger la cera que había tenido debajo. Ambos objetos hicieron un ruido horriblemente alto al caer al suelo, que se vio amplificado por la estancia amplia y de techos altos, y yo solté terribles maldiciones en voz baja. Menos mal que sabía ser silencioso, ¿Eh?
Pensando con rapidez, me agaché detrás de un sillón forrado de terciopelo rojo y esperé, prácticamente aguantando la respiración, escuchando con mucha atención. Depende de lo que escuchara, sabría si los ocupantes de la mansión se habían dado cuenta y debía marcharme con rapidez, o si estaban demasiado ocupados y podía volver a mis anteriores actividades.
Esperé hasta que estuvo suficientemente oscuro para adentrarme en aquellas calles, pues si me acercaba a aquella zona cuando aun quedara luz, llamaría demasiado la atención, y eso no favorecería mis propósitos. No todos los días se veía en aquella parte de la ciudad a un hombre con un aspecto como el mío; Oscuro, alto y amenazante, pelo salvaje y largo abrigo marrón. Las ropas que llevaba debajo de este habían sido de buena calidad cuando me las había agenciado (aunque ahora estuvieran muy desgastadas por el uso continuo), pero era el atuendo increíblemente informal y práctico que usaría un marinero y que cualquiera de los que frecuentaban aquella zona ni soñaría con ponerse. Por eso, una vez estuve allí, caminé con cuidado de no ser visto. De todas formas ya no había prácticamente nadie fuera de sus casas.
Pronto encontré una gran mansión que me pareció adecuada, pues no había luz en ninguna de sus ventanas y parecía, al menos por el momento, desocupada. Me acerqué a la parte trasera y forcé una ventana para acceder al interior. Una vez allí, miré a mi alrededor, reconociendo el terreno. Mi principal objetivo eran joyas y cosas igualmente pequeñas pero valiosas que pudiera llevar encima sin mucha dificultad. Y al parecer, iba a tener suerte... El propietario de aquel lugar debía ser bastante rico, incluso para los estándares normales de la zona, pues no me fue muy difícil encontrar un botín interesante.
Entonces, mientras me metía al bolsillo una pequeña cajita enjoyada, escuché la puerta principal abrirse. Me acerqué con mucho cuidado, aun envuelto en las sombras (cuando quería podía ser increíblemente silencioso), para observar a quien entró; un joven cuyo atuendo prácticamente apestaba a dinero (sólo con lo que llevaba encima un hombre podría comprarse un barco decente) y que supuse el dueño de la casa, pues parecía mostrarle el camino a la mujer que le acompañaba. Esta era una típica señorita de la alta sociedad, perfecta como una muñeca e igual de aburrida. No les presté más atención excepto para asegurarme de que se marchaban escaleras arriba antes de seguir con lo mío.
Pero, un rato después, di un paso atrás sin prestar atención y golpeé con el brazo un pesado candelabro de plata, haciéndolo caer junto con la bandeja para recoger la cera que había tenido debajo. Ambos objetos hicieron un ruido horriblemente alto al caer al suelo, que se vio amplificado por la estancia amplia y de techos altos, y yo solté terribles maldiciones en voz baja. Menos mal que sabía ser silencioso, ¿Eh?
Pensando con rapidez, me agaché detrás de un sillón forrado de terciopelo rojo y esperé, prácticamente aguantando la respiración, escuchando con mucha atención. Depende de lo que escuchara, sabría si los ocupantes de la mansión se habían dado cuenta y debía marcharme con rapidez, o si estaban demasiado ocupados y podía volver a mis anteriores actividades.
Guy Reynard- Humano Clase Baja
- Mensajes : 25
Fecha de inscripción : 08/12/2012
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