AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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I'm not a hero [Libre]
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I'm not a hero [Libre]
-La sangre caía como un bello poema por el labio inferior del gitano, sus cabellos largos escondían su rostro como una función que habia llegado a su fin escuchandose su respiración queda que no hacía ruido para no sobresaltar al dueño, el pacífico Lionel había dejado que la ira le cegase por unos momentos golpeando a un hombre que como era normal habia respondido a los golpes dejando a Lionel con el labio amoratado-
Todas las mujeres merecen respeto
-Unos murmullos de admiración tanto de gitanos como de clientes se podía escuchar en aquel improvisado silencio que se habia saltado una o dos frases del guión, la sonrisa socarrona del otro hombre que esaba en el suelo sangrando le hizo pensar que más que escuchar sus palabras estaba pensando en su orgullo, los hombres eran de ese modo incluso él lo habia sido en ocasiones dejando pasar los hermosos consejos que alguien le daba solo porque este había conseguido pillarle con la guardia baja, ¿No era gracioso? el hablaba y lo que podía ver en los ojos de aquel hombre era la venganza impresa cual si estuviera ahora quedándose con todas las facciones del gitano para memorizarlas. Era el novio de una de las gitanas pero no era un gitano sino digamoslo un amante que se había acostado varias noches con la muchacha pero a pesar de todo ella le habia querido dejar claro que no eran nada, se habia enamorado de otro y le habia dejado con la palabra en la boca a ese tipo que no tuvo el mas minimo reparo en golpearla delante de todos.
En todos los lugares era normal que a la mujer se le tratase como un objeto, si una mujer se acostaba con otros era una mujer de mala vida pero si era un hombre el que lo hacía se le aplaudía por dejar un corazón roto en cada esquina, él nunca habia jugado con el amor aunque ahora estuviese soltero siempre había sinceridad en cada una de las palabras así como respeto, no soportaba a la gente que no tenia respeto por las mujeres a quien Lionel a pesar de ser gitano trataba como sifueran hermosas princesas venidas del cielo, por eso ahora la situación, él delante de la mujer que estaba asustada mientras el otro hombre les miraba a ambos con odio, habría ido a peor quien sabe podría haber una segunda ronda de pelea donde el vencedor o perdedor sería a vida o muerte. Agradeció mentalmente que uno de los gitanos encargados de la seguridad viniese con más gente para tomar al tipo de los hombros llevándole a rastras a la salida, pero no a la "auténtica" salida y tanto Lionel como la muchacha sabían que significaba...que el perdedor era el hombre y hoy sería el ultimo día que se metería con un gitano.
Las cosas poco a poco se fueron suavizando, Lionel se levantó a pesar de sentir la cálida sangre manar por su labio inferior dedicó una última mirada a su rival volviendo su rostro a la mujer, estaba aun en el suelo siendo a los segundos despues ayudada por sus compañeras que la llevaron al interior de una carpa, Lionel como siempre hacia cuando estaba serio, se acaricio la sien volviendo a mirar al publico que aun estaba murmurando, fue dispersándose poco a poco como era normal en la muchedumbre estaban los curiosos y los que estaban aburridos, los aburridos eran lo que antes se iban cuando no habia nada que ver y los curiosos eran los que se quedaban un poco más aunque no deban.Suspiró apartando el cabello del rostro mientras se dirigía hacia una carpa limpiándose la abundante sangre, era una herida con suerte pequeña pero la sangre era bastante escandalosa. Se limpio y volvió a salir colocando la mano en los bolsillos mientras admiraba un torpe espectáculo de teatro que intentaba hacer que la gente se olvidase de lo ocurrido-
Todas las mujeres merecen respeto
-Unos murmullos de admiración tanto de gitanos como de clientes se podía escuchar en aquel improvisado silencio que se habia saltado una o dos frases del guión, la sonrisa socarrona del otro hombre que esaba en el suelo sangrando le hizo pensar que más que escuchar sus palabras estaba pensando en su orgullo, los hombres eran de ese modo incluso él lo habia sido en ocasiones dejando pasar los hermosos consejos que alguien le daba solo porque este había conseguido pillarle con la guardia baja, ¿No era gracioso? el hablaba y lo que podía ver en los ojos de aquel hombre era la venganza impresa cual si estuviera ahora quedándose con todas las facciones del gitano para memorizarlas. Era el novio de una de las gitanas pero no era un gitano sino digamoslo un amante que se había acostado varias noches con la muchacha pero a pesar de todo ella le habia querido dejar claro que no eran nada, se habia enamorado de otro y le habia dejado con la palabra en la boca a ese tipo que no tuvo el mas minimo reparo en golpearla delante de todos.
En todos los lugares era normal que a la mujer se le tratase como un objeto, si una mujer se acostaba con otros era una mujer de mala vida pero si era un hombre el que lo hacía se le aplaudía por dejar un corazón roto en cada esquina, él nunca habia jugado con el amor aunque ahora estuviese soltero siempre había sinceridad en cada una de las palabras así como respeto, no soportaba a la gente que no tenia respeto por las mujeres a quien Lionel a pesar de ser gitano trataba como sifueran hermosas princesas venidas del cielo, por eso ahora la situación, él delante de la mujer que estaba asustada mientras el otro hombre les miraba a ambos con odio, habría ido a peor quien sabe podría haber una segunda ronda de pelea donde el vencedor o perdedor sería a vida o muerte. Agradeció mentalmente que uno de los gitanos encargados de la seguridad viniese con más gente para tomar al tipo de los hombros llevándole a rastras a la salida, pero no a la "auténtica" salida y tanto Lionel como la muchacha sabían que significaba...que el perdedor era el hombre y hoy sería el ultimo día que se metería con un gitano.
Las cosas poco a poco se fueron suavizando, Lionel se levantó a pesar de sentir la cálida sangre manar por su labio inferior dedicó una última mirada a su rival volviendo su rostro a la mujer, estaba aun en el suelo siendo a los segundos despues ayudada por sus compañeras que la llevaron al interior de una carpa, Lionel como siempre hacia cuando estaba serio, se acaricio la sien volviendo a mirar al publico que aun estaba murmurando, fue dispersándose poco a poco como era normal en la muchedumbre estaban los curiosos y los que estaban aburridos, los aburridos eran lo que antes se iban cuando no habia nada que ver y los curiosos eran los que se quedaban un poco más aunque no deban.Suspiró apartando el cabello del rostro mientras se dirigía hacia una carpa limpiándose la abundante sangre, era una herida con suerte pequeña pero la sangre era bastante escandalosa. Se limpio y volvió a salir colocando la mano en los bolsillos mientras admiraba un torpe espectáculo de teatro que intentaba hacer que la gente se olvidase de lo ocurrido-
Lionel D'Maine- Gitano
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Fecha de inscripción : 14/09/2010
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Re: I'm not a hero [Libre]
Nunca hacía mucho caso de lo que le dijeran y menos si sus hermanos estaban cada uno por su lado y debía cumplir con lo que dijera Cosimo, quería mucho a ese viejo, pero había vivido tanto tiempo sola, que era una mujer libre e independiente. Por eso, se escabulló cuando el pobre se fue a descansar. Vestida sencillamente para no demostrar de que clase social era, una simple pollera de color verde seco, de mucho vuelo para poder dar patadas si se encontraba con algún ser que quisiera hacerle daño, una blusa blanca, su justillo de entrenamiento con todas las armas escondidas, un chaleco para ocultarlas y su pistola con algunas balas de plata, se miró al espejo y pensó – digna hija de un cazador – se rió mientras terminaba de ajustarse las botas y guardaba en ella dos dagas. Se dirigió al establo y montó sobre demonio, pronto solo dejó una polvareda en la calle y se dirigió a donde el viento la llevara.
Terminó desmontando en el Circo Gitano, a sus oídos llegaban comentarios de que era un lugar especial, divertido pero peligroso para una dama de su alcurnia y por supuesto que con gente que era mejor no mezclarse – como pretende ir, señorita Di Arezzo, usted que es de la nobleza – ella lo había mirado con tristeza – ¿nobleza?, noble bastarda querras decir – las lágrimas le hacían doler la garganta pero como pudo le contestó – de que me sirve ser hija de un noble y de su amante, si cuando nací me tiraron peor que aun perro – el anciano, con quien se había criado no lo dudó, su mano cruzó mi mejilla, la cólera y el dolor se veían claramente en su rostro – ¿acaso los que te criamos no valemos nada? Aprende niña, que una dama no se mide por su escala social, sino por el valor que cada mujer da por sí misma. Una dama puede ser una noble como una gitana o una mendiga – se acercó a Giulia y acarició su mejilla enrojecida por el cachetazo, ella lo abrazó con fuerza, y apoyo su cabeza en el pecho del anciano – no llores mi pequeña, acéptate primero para que los demás te acepten -, esas palabras seguían resonando en su cabeza cuando escuchó el jaleo de una pelea.
En medio de un grupo de personas estaba una mujer en el piso, con signos de haber sido golpeada, y dos hombres que se peleaban, uno de ellos tenía el labio partido y sangraba, sus cabellos estaban revueltos y su ropa ensangrentada por el corte. Mordiendo las palabras le habló a su oponente - Todas las mujeres merecen respeto –, no eran solo para ser escuchadas por el agresor, sino para que los presentes reflexionaran. Ella instintivamente había deslizado su mano por debajo de su chaleco y tenía lista su pistola para entrar en la pelea. Podía ser un ángel, hasta que encontraba a un desgraciado que se ensañaba con los más débiles, entonces su ira la contaminaba y sabía bien que era capaz de estrangularlos con sus propias manos, frunció el ceño mientras continuaba observando cómo se daba desenlace de la trifulca.
La pelea había concluido, el hombre de cabellos largos se dirigió a una carpa y ella lo siguió, sigilosa y escurridiza como un felino, lo vio limpiar sus heridas. – No es tan profunda, pronto sanará – pensó mientras observaba el rostro del hombre que mostraba los signos de la pelea. Cuando lo vio levantarse y dirigirse a la entrada donde ella se encontraba trató de alejarse, pero con muy poco éxito ya que por esquivar a unos niños que jugaban realizó un giro que la dejó en frente de él, lo recorrió con su mirada desde la altura de su pecho a sus ojos y aunque no la había mirado todavía, se sintió avergonzada y se ruborizo, giró dándole la espalda y se dispuso a mirar aquella obra de teatro, pocas veces había ido a uno de verdad así que pronto se concentró en los actores y la trama.
Terminó desmontando en el Circo Gitano, a sus oídos llegaban comentarios de que era un lugar especial, divertido pero peligroso para una dama de su alcurnia y por supuesto que con gente que era mejor no mezclarse – como pretende ir, señorita Di Arezzo, usted que es de la nobleza – ella lo había mirado con tristeza – ¿nobleza?, noble bastarda querras decir – las lágrimas le hacían doler la garganta pero como pudo le contestó – de que me sirve ser hija de un noble y de su amante, si cuando nací me tiraron peor que aun perro – el anciano, con quien se había criado no lo dudó, su mano cruzó mi mejilla, la cólera y el dolor se veían claramente en su rostro – ¿acaso los que te criamos no valemos nada? Aprende niña, que una dama no se mide por su escala social, sino por el valor que cada mujer da por sí misma. Una dama puede ser una noble como una gitana o una mendiga – se acercó a Giulia y acarició su mejilla enrojecida por el cachetazo, ella lo abrazó con fuerza, y apoyo su cabeza en el pecho del anciano – no llores mi pequeña, acéptate primero para que los demás te acepten -, esas palabras seguían resonando en su cabeza cuando escuchó el jaleo de una pelea.
En medio de un grupo de personas estaba una mujer en el piso, con signos de haber sido golpeada, y dos hombres que se peleaban, uno de ellos tenía el labio partido y sangraba, sus cabellos estaban revueltos y su ropa ensangrentada por el corte. Mordiendo las palabras le habló a su oponente - Todas las mujeres merecen respeto –, no eran solo para ser escuchadas por el agresor, sino para que los presentes reflexionaran. Ella instintivamente había deslizado su mano por debajo de su chaleco y tenía lista su pistola para entrar en la pelea. Podía ser un ángel, hasta que encontraba a un desgraciado que se ensañaba con los más débiles, entonces su ira la contaminaba y sabía bien que era capaz de estrangularlos con sus propias manos, frunció el ceño mientras continuaba observando cómo se daba desenlace de la trifulca.
La pelea había concluido, el hombre de cabellos largos se dirigió a una carpa y ella lo siguió, sigilosa y escurridiza como un felino, lo vio limpiar sus heridas. – No es tan profunda, pronto sanará – pensó mientras observaba el rostro del hombre que mostraba los signos de la pelea. Cuando lo vio levantarse y dirigirse a la entrada donde ella se encontraba trató de alejarse, pero con muy poco éxito ya que por esquivar a unos niños que jugaban realizó un giro que la dejó en frente de él, lo recorrió con su mirada desde la altura de su pecho a sus ojos y aunque no la había mirado todavía, se sintió avergonzada y se ruborizo, giró dándole la espalda y se dispuso a mirar aquella obra de teatro, pocas veces había ido a uno de verdad así que pronto se concentró en los actores y la trama.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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Re: I'm not a hero [Libre]
-El mundo habia cambiado y alguien que tuviera sus ideas era un ser extraño, visto y no visto segun un famoso dicho que siempre decía uno de los ancianos ( tal vez el único que hacia algo de caso a Lionel ) sin embargo, eran tan pocos los hombres que defendian a las mujeres que muchos le miraban con una mezcla de admiración barata que después se unía a un olvido permisivo y obligatorio ¿De que servía que al principio le apoyasen si despues en sus propias casas cada cual juzgaba como se permitía? El a veces se habia visto juzgando pero jamas en unas circunstancias que no conociera, era de las personas que aunque odiase a una de las partes deseaba saber las dos razones que habia llevado a una pelea, Su difunto padre siempre decia "Lionel hijo, si quieres conocer a alguien primero debes de saber los motivos de su enfado". Estaba pensativo, algo distante tambien tal vez lejano del Lionel que siempre era hasta que sus pensamientos se alejaron con la entrada en escena de una hermosa mujer-
Perdonadme, mademoiselle no os había visto
-Su tono fue de confusión, ¿habia estado allá antes esa muchacha? El gitano era incapaz de bajar la guardia la mayor parte del tiempo, era imposible pero cuando estaba sumergido en sus pensamientos no era del todo extraño que se chocase con lo primero que habia en su frente, se disculpó haciendo lo que pocos gitanos hacían, una reverencia; Era uno de los pocos gitanos que se consideraban con modales propios de un noble o alguien estudioso a pesar de su inferior rango ( como siempre se habia dicho ) le gustaba tener esos modales principescos incluso aunque se tratase de un gitano, en numerosas ocasiones se habia visto en el suelo por que habia mancillado el honor y la nobleza de esos modales pero otras se quedaban maravillados, después de todo Lionel no parecia un gitano normal de piel curtida por el sol o los músculos propios de un hércules por todos los trabajos pesados, al contrario, Lionel hacia muchos trabajos pesados pero sus músculos varoniles no eran expuestos cual adonis y aunque pasara horas bajo el sol algo en su piel se negaba a cambiar ni un solo ápice del color expuesto-
Ey, Ey.. ten cuidado.
-Uno de los niños se acercaba corriendo, estarían jugando a las escondidas porque solo miraba hacia atrás con una sonrisa terca, aunque fuera de mala educación le tomó por la camia al pequeño antes de que se cayese dejandolo en el interior de la carpa con aire juguetón e incluso paternal a pesar de que no tenía hijos ni pareja-
Ahi no te encontrarán
-Se levantó y dirigio una mirada a la muchacha, esperando que le perdonase por aquella falta de respeto que habia presentado, no se debía de ser de ese modo y menos cuando una mujer tan hermosa estaba en frente de él, Lionel era bastante "examinador" con las personas, le gustaba mirar fijamente a los ojos de aquestas aunque siempre le habian regañado aquello, incluso de pequeño cuando estaba cubierto de basura miraba a la gente a los ojos, se ponian nerviosos era normal antes no lo entendia por su corta edad pero siempre que intentaba evitarlo ahi estaba la mania de volver a mirar a los ojos fijamente. Le tomó con educación de la mano, no quería que ella pensara que era un pervertido y dio pasos, hasta que salieron a donde estaba toda la gente. No le gustaba la idea de que ambos estuvieran "escondidos" cerca de las carpas ya que a veces se escuchaban cosas o puestas en escena o trucos y cuando el mago o cierta persona veia que había alguien allá solian maldecir; Ya en aquel espacio abierto respiro los aromas , inclusive el aroma de la muchacha igual de atrayente que todo lo que habia a su alrededor, le dedicó na sonrisa , volviendo a ser o a parecer el mismo Lionel de siempre apartando un mechón de su cabello que casi siempre estaba en frente de su rostro-
Me Llamo Lionel, Es un placer poder conocerle
-Se inclinó ante ella, escuchando la estruendosa risa de uno de los gitanos que estaba demostrando su fuerza ante algunas mujeres impresionadas, Lionel negó con una sonrisa y volvio a mirar a la muchacha mientras sus ojos se centraban en los ajenos, debia de ser de la nobleza por como iba vestida especialmente, su cabello cuidado la piel incluso cuidada también, parecia delicada y refinada pero le habian enseñado bastante bien a no juzgar, después de todo conocía a princesas que eran capaces de luchar mejor que cualquier otro guerrero u hombres que se habian llamar guerreros que se escondian bajo las faldas de aquestas mujeres temblando como niños-
Perdonadme, mademoiselle no os había visto
-Su tono fue de confusión, ¿habia estado allá antes esa muchacha? El gitano era incapaz de bajar la guardia la mayor parte del tiempo, era imposible pero cuando estaba sumergido en sus pensamientos no era del todo extraño que se chocase con lo primero que habia en su frente, se disculpó haciendo lo que pocos gitanos hacían, una reverencia; Era uno de los pocos gitanos que se consideraban con modales propios de un noble o alguien estudioso a pesar de su inferior rango ( como siempre se habia dicho ) le gustaba tener esos modales principescos incluso aunque se tratase de un gitano, en numerosas ocasiones se habia visto en el suelo por que habia mancillado el honor y la nobleza de esos modales pero otras se quedaban maravillados, después de todo Lionel no parecia un gitano normal de piel curtida por el sol o los músculos propios de un hércules por todos los trabajos pesados, al contrario, Lionel hacia muchos trabajos pesados pero sus músculos varoniles no eran expuestos cual adonis y aunque pasara horas bajo el sol algo en su piel se negaba a cambiar ni un solo ápice del color expuesto-
Ey, Ey.. ten cuidado.
-Uno de los niños se acercaba corriendo, estarían jugando a las escondidas porque solo miraba hacia atrás con una sonrisa terca, aunque fuera de mala educación le tomó por la camia al pequeño antes de que se cayese dejandolo en el interior de la carpa con aire juguetón e incluso paternal a pesar de que no tenía hijos ni pareja-
Ahi no te encontrarán
-Se levantó y dirigio una mirada a la muchacha, esperando que le perdonase por aquella falta de respeto que habia presentado, no se debía de ser de ese modo y menos cuando una mujer tan hermosa estaba en frente de él, Lionel era bastante "examinador" con las personas, le gustaba mirar fijamente a los ojos de aquestas aunque siempre le habian regañado aquello, incluso de pequeño cuando estaba cubierto de basura miraba a la gente a los ojos, se ponian nerviosos era normal antes no lo entendia por su corta edad pero siempre que intentaba evitarlo ahi estaba la mania de volver a mirar a los ojos fijamente. Le tomó con educación de la mano, no quería que ella pensara que era un pervertido y dio pasos, hasta que salieron a donde estaba toda la gente. No le gustaba la idea de que ambos estuvieran "escondidos" cerca de las carpas ya que a veces se escuchaban cosas o puestas en escena o trucos y cuando el mago o cierta persona veia que había alguien allá solian maldecir; Ya en aquel espacio abierto respiro los aromas , inclusive el aroma de la muchacha igual de atrayente que todo lo que habia a su alrededor, le dedicó na sonrisa , volviendo a ser o a parecer el mismo Lionel de siempre apartando un mechón de su cabello que casi siempre estaba en frente de su rostro-
Me Llamo Lionel, Es un placer poder conocerle
-Se inclinó ante ella, escuchando la estruendosa risa de uno de los gitanos que estaba demostrando su fuerza ante algunas mujeres impresionadas, Lionel negó con una sonrisa y volvio a mirar a la muchacha mientras sus ojos se centraban en los ajenos, debia de ser de la nobleza por como iba vestida especialmente, su cabello cuidado la piel incluso cuidada también, parecia delicada y refinada pero le habian enseñado bastante bien a no juzgar, después de todo conocía a princesas que eran capaces de luchar mejor que cualquier otro guerrero u hombres que se habian llamar guerreros que se escondian bajo las faldas de aquestas mujeres temblando como niños-
Lionel D'Maine- Gitano
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Re: I'm not a hero [Libre]
Giulia, sintió aquella voz, dulce y melodiosa, hablarle a su espalda y pedirle disculpas, lentamente giró para verle, el joven que había estado observando, la miraba, hizo una inclinación de las que los caballeros usaban al saludar a una dama, de forma tan perfecta que se le quedó mirando, – sus modales son mejores que tantos condesitos de sangre entintada y poco cerebro – pensó mientras devolvía la atención, con una inclinación y tomando las faldas de su vestido como si se encontraran en el baile del Palacio Uffizi. Le sonrió tímidamente y lo vio observarla, seguramente intentando explicarse por qué estaba en ese lugar, aquello la incomodó un poco, no porque el lugar, no fuera el más indicado para una mujer de su alcurnia y supuesta prosapia, sino por la intensidad de la mirada.
En esos momentos los chavales que habían estado jugando cerca de ellos volvían a la carga en sus carreras y cuando un chiquillo pequeño se les abalanzó, el hombre lo tomó de la camisa, Giulia, cerró los puños lista para defender al pequeño, odiaba que los mayores cometieran agravios a los niños o gente más débil. Iba a decirle unas cuantas frases poco delicadas, más unos golpes para hacerle juego con los ya recibidos, cuando observó que el verdadero objetivo era darle un mejor escondite de sus perseguidores. Sonrió complacida y no pudo detener una risa cristalina. En verdad que era un hombre muy especial. Lo vio volver, luego de asegurarse que la criatura estuviera bien, como si fuera su padre, - ¿será su hijo? - pensó mientras los paso del hombre lo traían de nuevo a su lado – seguramente así debe ser el amor de un padre con sus hijos – caviló, sus ojos descendieron al suelo, escondiendo la tristeza que se había adueñado de su animo – porque mi padre no me dio aunque sea eso, ¿Acaso no merecía la pena? - Inspirando hondo para que los pensamientos negros se guarecieran en el rincón más escondido de su corazón y la alegre Giulia volviera surgir, levantó la vista fijándola en esos ojos de color negro – no, negro no… ¿grises? – dijo en un mínimo susurro. Se ruborizó y volvió a sonreírle.
Lo volvió a sorprender, mirándola con detalle, como si estudiara su vestimenta, eso la incomodaba – ¿tendré algo mal ajustado? – Pensó rápidamente – ¿mis armas estarán expuesta a la vista de los gitanos? – se asustó, lo menos que quería era causar un alboroto, pero no podía andar por ahí sin ninguna protección y una pistola, era una muy buena por si se encontraba con algún lican o cambia forma, que no se aviniera a portarse decentemente. Unas pequeñas perlas de sudor se marcaron en su escote y levantó una ceja mientras, surgía en sus labios una sonrisa pícara e inconsciente.
Luego de aquel momento de examen del atuendo o de sus formas físicas, la mirada del hombre se dirigió a sus ojos. Aquello le gustó, que la mirara a los ojos, para ella eso era una señal de franqueza, de alma pura, sin saber por qué le hablo – los ojos, son el reflejo del alma que se esconde en los seres. Mirar a los ojos a todos por igual, conocidos o extraños, es – para mí – dejar que el otro conozca algo de nuestra alma – no quitó los suyos ni un solo instante de esos orbes – estoy agradecida por ese honor – dijo mientras bajaba la mirada en señal de aprobación.
Él le tomó de la mano, como si fuese a saludarla, pero la llevó a un lugar más visible, apartándola de la zona de carpas. A ella no le molestaba en absoluto lo que pensaran de ella – ¿acaso no soy una bastarda? – Se dijo, en voz casi imperseptible – ¿que otro insulto me puede doler? - , no había caso el peor juez es la propia persona y ella a veces era su peor enemiga. Al llegar al nuevo lugar, él se acomodó un mechón de cabello que caía en sus delicadas facciones – es un hombre atractivo – pensó mientras se le quedaba mirando, con su cabeza algo inclinada, como cuando algo llamaba su atención, sus brazos a los costados y jugando con sus dedos en los pliegues de la pollera.
Lo vio acercarse e inclinarse más a su persona y se puso nerviosa, su sonrisa se acentuó mientras sus ojos se abrieron un poco más. Se presentó y ella como quien cae en la cuenta de por qué se había acercado se ruborizo, dejando que una risa cristalina y corta surgiera de sus labios. Extendió la mano, para presentarse como lo hacían los hombres – un placer señor Lionel, mi nombre es Giulia Di… - se frenó en seco cuando estaba pronunciando su apellido, tal vez en Paris no reconocerían mucho el apellido pero para la comunidad Gitana que viajaba de un lugar a otro de los reinos, no sería extraño recordar que los Di Arezzo eran una familia, importante de la nobleza italiana y Cazadores de antigua estirpe. – Dígame Giu – sonrió mientras esperaba que le estrechara la mano.
En esos momentos los chavales que habían estado jugando cerca de ellos volvían a la carga en sus carreras y cuando un chiquillo pequeño se les abalanzó, el hombre lo tomó de la camisa, Giulia, cerró los puños lista para defender al pequeño, odiaba que los mayores cometieran agravios a los niños o gente más débil. Iba a decirle unas cuantas frases poco delicadas, más unos golpes para hacerle juego con los ya recibidos, cuando observó que el verdadero objetivo era darle un mejor escondite de sus perseguidores. Sonrió complacida y no pudo detener una risa cristalina. En verdad que era un hombre muy especial. Lo vio volver, luego de asegurarse que la criatura estuviera bien, como si fuera su padre, - ¿será su hijo? - pensó mientras los paso del hombre lo traían de nuevo a su lado – seguramente así debe ser el amor de un padre con sus hijos – caviló, sus ojos descendieron al suelo, escondiendo la tristeza que se había adueñado de su animo – porque mi padre no me dio aunque sea eso, ¿Acaso no merecía la pena? - Inspirando hondo para que los pensamientos negros se guarecieran en el rincón más escondido de su corazón y la alegre Giulia volviera surgir, levantó la vista fijándola en esos ojos de color negro – no, negro no… ¿grises? – dijo en un mínimo susurro. Se ruborizó y volvió a sonreírle.
Lo volvió a sorprender, mirándola con detalle, como si estudiara su vestimenta, eso la incomodaba – ¿tendré algo mal ajustado? – Pensó rápidamente – ¿mis armas estarán expuesta a la vista de los gitanos? – se asustó, lo menos que quería era causar un alboroto, pero no podía andar por ahí sin ninguna protección y una pistola, era una muy buena por si se encontraba con algún lican o cambia forma, que no se aviniera a portarse decentemente. Unas pequeñas perlas de sudor se marcaron en su escote y levantó una ceja mientras, surgía en sus labios una sonrisa pícara e inconsciente.
Luego de aquel momento de examen del atuendo o de sus formas físicas, la mirada del hombre se dirigió a sus ojos. Aquello le gustó, que la mirara a los ojos, para ella eso era una señal de franqueza, de alma pura, sin saber por qué le hablo – los ojos, son el reflejo del alma que se esconde en los seres. Mirar a los ojos a todos por igual, conocidos o extraños, es – para mí – dejar que el otro conozca algo de nuestra alma – no quitó los suyos ni un solo instante de esos orbes – estoy agradecida por ese honor – dijo mientras bajaba la mirada en señal de aprobación.
Él le tomó de la mano, como si fuese a saludarla, pero la llevó a un lugar más visible, apartándola de la zona de carpas. A ella no le molestaba en absoluto lo que pensaran de ella – ¿acaso no soy una bastarda? – Se dijo, en voz casi imperseptible – ¿que otro insulto me puede doler? - , no había caso el peor juez es la propia persona y ella a veces era su peor enemiga. Al llegar al nuevo lugar, él se acomodó un mechón de cabello que caía en sus delicadas facciones – es un hombre atractivo – pensó mientras se le quedaba mirando, con su cabeza algo inclinada, como cuando algo llamaba su atención, sus brazos a los costados y jugando con sus dedos en los pliegues de la pollera.
Lo vio acercarse e inclinarse más a su persona y se puso nerviosa, su sonrisa se acentuó mientras sus ojos se abrieron un poco más. Se presentó y ella como quien cae en la cuenta de por qué se había acercado se ruborizo, dejando que una risa cristalina y corta surgiera de sus labios. Extendió la mano, para presentarse como lo hacían los hombres – un placer señor Lionel, mi nombre es Giulia Di… - se frenó en seco cuando estaba pronunciando su apellido, tal vez en Paris no reconocerían mucho el apellido pero para la comunidad Gitana que viajaba de un lugar a otro de los reinos, no sería extraño recordar que los Di Arezzo eran una familia, importante de la nobleza italiana y Cazadores de antigua estirpe. – Dígame Giu – sonrió mientras esperaba que le estrechara la mano.
Giulia Di Moncalieri- Cazador Clase Alta
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