AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El rapto ( Christinne Duquette )
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El rapto ( Christinne Duquette )
Era una de esas noches en la que desperté con deseos de conocer un poco mas de París, siempre me sorprendía con nuevas tiendas , que de noche estaban cerradas, pero eran de lo mas apetecibles sus vidrieras, encontraba gente extraña, gente motivada, asesinos, viejos amores, pasiones desenfrenadas en las proximidades, y los tan famosos burdeles los cuales cada vez eran mas y mas.
Había escuchado toda la mañana desde el ataúd el ruido de la gente riendo y llendo y viniendo desde sus casas hacia las tan famosas carpas del circo gitano. El circo era entretenido, pero mas entretenido que eso era la gente que lo componía. Daban ganas de besar a casa uno de ellos, me atraían por la diversidad cultural que allí había, eran gente que vivían vagando, vivían con poco, eran como yo pero sin mi sangre. Hacia noches que andaba buscando una mujer que sirviera de victima, tenia que ser joven y de cuerpo agradable porque así debía ser. No contaba con compañía hacia un tiempo y la necesidad de diversión era algo que no debía dejarse pasar.
Salí a buscar por el área de gitanos porque en la clase alta la mayoría de las mujeres apetecibles eran de reconocida influencia en la sociedad. Me la pasaba en esas fiestas últimamente pero no podía secuestrar mujeres por allí porque tendría que escaparme del país. Vi luz a lo lejos, al parecer un gran fogón acompañado por una suave música y el rasguido de una guitarra afinada. Eran los gitanos, algunas mujeres bailaban otras cantaban, una mas bella que otra, todas mostrando sus atributos, todas bellas, incluso los hombres que desprendían sus blusas presumiendo sus cuerpos dorados por el sol y sus fuertes músculos. Rodee el lugar en búsqueda de la mujer que tanto buscaba, quería llevarla a una de esas fiestas que se realizaban en ocultos lugares de París donde los vampiros se reunían como si fueran una secta y llevaban una victima con la cual se jugaba para luego hacerla parte del festín, algunas de esas victimas eran apreciadas por sus secuestradores y terminaban por ser convertidas al vampirismo esa misma noche, era una celebración especial, algo así como el día de San Valentin o como Halloween para los seres vivos. Se daba todos los 31 de octubre, conocida como Samhain por los paganos o la noche de todos los difuntos, las almas de los humanos que allí se congregaban al finalizar la noche eran entregadas como ofrenda a Satan
Me acerque mas hacia el lado donde estaban las carpas del circo mientras observaba un grupo que se ponía a charlar, y de ese grupo una dama saliendo de allí y caminando hacia el lugar donde estaba observando. Tome asiento en uno de los troncos apostillados para asentar las carpas al suelo y allí espere hasta que viniera al lugar
Había escuchado toda la mañana desde el ataúd el ruido de la gente riendo y llendo y viniendo desde sus casas hacia las tan famosas carpas del circo gitano. El circo era entretenido, pero mas entretenido que eso era la gente que lo componía. Daban ganas de besar a casa uno de ellos, me atraían por la diversidad cultural que allí había, eran gente que vivían vagando, vivían con poco, eran como yo pero sin mi sangre. Hacia noches que andaba buscando una mujer que sirviera de victima, tenia que ser joven y de cuerpo agradable porque así debía ser. No contaba con compañía hacia un tiempo y la necesidad de diversión era algo que no debía dejarse pasar.
Salí a buscar por el área de gitanos porque en la clase alta la mayoría de las mujeres apetecibles eran de reconocida influencia en la sociedad. Me la pasaba en esas fiestas últimamente pero no podía secuestrar mujeres por allí porque tendría que escaparme del país. Vi luz a lo lejos, al parecer un gran fogón acompañado por una suave música y el rasguido de una guitarra afinada. Eran los gitanos, algunas mujeres bailaban otras cantaban, una mas bella que otra, todas mostrando sus atributos, todas bellas, incluso los hombres que desprendían sus blusas presumiendo sus cuerpos dorados por el sol y sus fuertes músculos. Rodee el lugar en búsqueda de la mujer que tanto buscaba, quería llevarla a una de esas fiestas que se realizaban en ocultos lugares de París donde los vampiros se reunían como si fueran una secta y llevaban una victima con la cual se jugaba para luego hacerla parte del festín, algunas de esas victimas eran apreciadas por sus secuestradores y terminaban por ser convertidas al vampirismo esa misma noche, era una celebración especial, algo así como el día de San Valentin o como Halloween para los seres vivos. Se daba todos los 31 de octubre, conocida como Samhain por los paganos o la noche de todos los difuntos, las almas de los humanos que allí se congregaban al finalizar la noche eran entregadas como ofrenda a Satan
Me acerque mas hacia el lado donde estaban las carpas del circo mientras observaba un grupo que se ponía a charlar, y de ese grupo una dama saliendo de allí y caminando hacia el lugar donde estaba observando. Tome asiento en uno de los troncos apostillados para asentar las carpas al suelo y allí espere hasta que viniera al lugar
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/11/2012
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
No estaba. El Príncipe de cabellos largos no iba a venir y ella había hecho en vano el camino desde la pequeña casita en que vivía cerca del jardín botánico, el solo pensar que debía devolverse sin haberlo visto le ponía de mal humor. Pero al verla ir por el campamento con el ceño y la nariz fruncida no falto el desconocido que le ofrecía alguna bebida, baile o compañía, parte en broma, parte en serio. No tenía tiempo para quedarse, pese a que extrañaba a sus conocidos o siquiera algún rostro familiar, lo mejor sería volver a casa antes de que fuese de madrugada y los hombres ebrios que regresaban a sus hogares comenzaran a pulular por las calles.
En eso estaba cuando la mujer del patriarca, una señora regordeta y muy amable, le dijo que esperase, que le envolvería algo de comida para que se llevase, a lo que la muchacha de desordenados cabellos rubios aceptó gustosa. Se le dijo que esperara en la carpa, pero no cuánto tiempo, y cuando ya había transcurrido el necesario para hacer que el cansancio acabara abatiéndola sobre una suave alfombra un extraño sueño comenzó a asediarla.
No era para nada nítido, o al menos no como los habituales, y solo dos cosas resaltaron lo suficiente como para ser recordadas luego de que en medio de la agitación despertase de aquella pequeña siesta: un extraño alto, vestido de negro, y el rojo coloreando el suelo. No era el sueño más raro que hubiese tenido antes, no como aquel en que volaba sin tener alas o como ese en que un caracol gigante robaba sus zapatos, así que cuando se desperezó y vio aquel trozo de tela barata que envolvía el paquete del que salía el aroma del dulce pastel de calabaza que se le había prometido, simplemente lo olvidó.
Se frotó los ojos y alzó los brazos para acabar de desperezarse antes de siquiera intentar levantarse. Dentro de la carpa era casi de día porque estaba iluminada por la tenue luz de un par de velas ¿Pero que había del exterior? ¿Cuánto había estado durmiendo? Se regañó mentalmente por aquel descuido, y se apresuró a mirar por una pequeña rendija de la carpa - ¿Qué? ¿Aún es de noche? – dijo hablando con ella misma como algunas veces solía hacer, cuidando de no decir una barbaridad por miedo a que sus padres fuesen a aparecer de la nada y escucharla.
No había nadie más, así que cogió aquel paquete y de paso una manzana, y se aprestó a salir. Pero en eso apareció la mujer del patriarca acompañada con otras gitanas cuyos nombres no conocía, pensó en la manzana y automáticamente la escondió detrás de su espalda dado que la había tomado sin permiso. Mismo temor que le hizo tratar de escapar de esas mujeres, en vano. Eso hasta que mientras intentaba fingir interés en esos nuevos regaños que le regalaba la mujer regordeta por no vivir como todos en el campamento, por irse sola a casa, y etcétera. Etcétera porque dejó de escuchar cuando vio a un extraño sujeto sentado en un tronco. Desentonaba completamente con el jolgorio y los rostros curtidos por el sol de los gitanos, incluso le pareció familiar. Lo suficiente como para decirle a aquellas mujeres una pequeña mentirilla para que la dejaran ir.
Se despidió alegremente ante sus miradas justificadamente incrédulas, y comenzó a caminar hacia donde el extraño hombre se encontraba. Se paró frente a él y sin una pizca de timidez le dijo – Si saluda a esas mujeres de allá con la mano, desde aquí – las señaló, dado que estaba de espalda a ellas – Y me acompaña hasta a la salida del campamento… - le miró pensativa y con los ojos entrecerrados, porque no había reparado en esa textura marmolada de su piel ni en lo peculiar de sus orbes… pero bueno, debía concentrarse, así que sacudió la cabeza y le ofreció aquella manzana roja – Le daré está manzana, si lo hace… ¿Sí? – dijo con su mejor cara de tonta.
El camino principal que estaba a la salida del campamento no quedaba demasiado lejos, no más de cinco minutos caminando, y ni siquiera debía acompañarla el camino completo, solo que fuese suficiente para que la perdieran de vista. ¿Se negaría? ¿Cómo se iba a negar? Le iba a dar una jugosa manzana ¿Y si no le gustaban las manzanas? Rayos… no había pensado en eso, pero si no la quería la podía vender o algo…
En eso estaba cuando la mujer del patriarca, una señora regordeta y muy amable, le dijo que esperase, que le envolvería algo de comida para que se llevase, a lo que la muchacha de desordenados cabellos rubios aceptó gustosa. Se le dijo que esperara en la carpa, pero no cuánto tiempo, y cuando ya había transcurrido el necesario para hacer que el cansancio acabara abatiéndola sobre una suave alfombra un extraño sueño comenzó a asediarla.
No era para nada nítido, o al menos no como los habituales, y solo dos cosas resaltaron lo suficiente como para ser recordadas luego de que en medio de la agitación despertase de aquella pequeña siesta: un extraño alto, vestido de negro, y el rojo coloreando el suelo. No era el sueño más raro que hubiese tenido antes, no como aquel en que volaba sin tener alas o como ese en que un caracol gigante robaba sus zapatos, así que cuando se desperezó y vio aquel trozo de tela barata que envolvía el paquete del que salía el aroma del dulce pastel de calabaza que se le había prometido, simplemente lo olvidó.
Se frotó los ojos y alzó los brazos para acabar de desperezarse antes de siquiera intentar levantarse. Dentro de la carpa era casi de día porque estaba iluminada por la tenue luz de un par de velas ¿Pero que había del exterior? ¿Cuánto había estado durmiendo? Se regañó mentalmente por aquel descuido, y se apresuró a mirar por una pequeña rendija de la carpa - ¿Qué? ¿Aún es de noche? – dijo hablando con ella misma como algunas veces solía hacer, cuidando de no decir una barbaridad por miedo a que sus padres fuesen a aparecer de la nada y escucharla.
No había nadie más, así que cogió aquel paquete y de paso una manzana, y se aprestó a salir. Pero en eso apareció la mujer del patriarca acompañada con otras gitanas cuyos nombres no conocía, pensó en la manzana y automáticamente la escondió detrás de su espalda dado que la había tomado sin permiso. Mismo temor que le hizo tratar de escapar de esas mujeres, en vano. Eso hasta que mientras intentaba fingir interés en esos nuevos regaños que le regalaba la mujer regordeta por no vivir como todos en el campamento, por irse sola a casa, y etcétera. Etcétera porque dejó de escuchar cuando vio a un extraño sujeto sentado en un tronco. Desentonaba completamente con el jolgorio y los rostros curtidos por el sol de los gitanos, incluso le pareció familiar. Lo suficiente como para decirle a aquellas mujeres una pequeña mentirilla para que la dejaran ir.
Se despidió alegremente ante sus miradas justificadamente incrédulas, y comenzó a caminar hacia donde el extraño hombre se encontraba. Se paró frente a él y sin una pizca de timidez le dijo – Si saluda a esas mujeres de allá con la mano, desde aquí – las señaló, dado que estaba de espalda a ellas – Y me acompaña hasta a la salida del campamento… - le miró pensativa y con los ojos entrecerrados, porque no había reparado en esa textura marmolada de su piel ni en lo peculiar de sus orbes… pero bueno, debía concentrarse, así que sacudió la cabeza y le ofreció aquella manzana roja – Le daré está manzana, si lo hace… ¿Sí? – dijo con su mejor cara de tonta.
El camino principal que estaba a la salida del campamento no quedaba demasiado lejos, no más de cinco minutos caminando, y ni siquiera debía acompañarla el camino completo, solo que fuese suficiente para que la perdieran de vista. ¿Se negaría? ¿Cómo se iba a negar? Le iba a dar una jugosa manzana ¿Y si no le gustaban las manzanas? Rayos… no había pensado en eso, pero si no la quería la podía vender o algo…
Christinne Duquette- Gitano
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Fecha de inscripción : 08/12/2012
Re: El rapto ( Christinne Duquette )
La muchacha seguía saludando, despidiéndose esto se hacia eterno en los seres de sangre caliente, normalmente era algo que demandaba tiempo, y esta no era la noche en la cual contaba con mucha paciencia; "la paciencia, me había indicado Armand, es un don que no todos poseemos pero que es necesario que lo desarrollemos con el tiempo". Sabias palabras de alguien que anda vagando por el mundo hace milenios, era preciso aprender de vampiros con estas cualidades.
Sabia que andaba en los alrededores, lo oí al salir del teatro, mientras caminaba por los callejones e incluso me atrevo a dar garantías de que pude oler su perfume incluso antes de llegar al circo gitano.
La mujer de cabellos claros se acercaba con un paquete en la mano, y había mudado un poco la expresión que tenia dentro de la carpa, en realidad por lo que pude revisar en su mente es que no se presento el joven que estaba buscando por lo que supuse que estaba decepcionada por ello, aunque lo disimulaba muy bien. No había podido sacar muchos datos mas de su cabeza soñadora, es mas no quería ver demasiado, la habilidad de leer mentes no se me daba muy bien o a veces era mezcla entre sueños y realidades en las que podía perderme en instantes.
Cuando se iba acercando noté que ya me había visto desde la carpa, en realidad se había percatado de mi presencia, cosa que me ahorro un espanto espontaneo, era una bendición. Había errado en pensar que era una mujer con todas las letras, sus rasgos eran delicados y su cara aun no tenia arrugas agrietándola, mas bien era de contextura menuda y con una silueta envidiable a considerar por las compañías redondeadas de la carpa. Normalmente había gitanos delgados o muy obesos, pero en su caso era de las delgadas, los hombres generalmente se destacaban los delgados de cuerpos curtidos y bien marcados y en las mujeres solía variar dependiendo si eran o no madres.
Se acercó examinándome, llevaba un cierto tiempo apoyado sobre una de mis manos apoyada en una rodilla, como si el simple hecho de estar allí representara un espectáculo digno de apreciar con precisión, como si se tratase de un salto a distancia, o magia. La joven me señaló con cautela a las damas que la observaban a la distancia, serian familiares? No creo, los rasgos eran distintos, aunque una cosa no quita la otra, me pidió que saludara a esas mujeres a cambio de una manzana y la acompañara unos pasos. Así que sin mudar de posición clavé mis ojos en ella y le sonreí devolviendo su sonrisa infantil, que la hacia tan agradable y apetecible como una niña. Estos rasgos siempre tan presentes y destacables en los vampiros pequeños o en jóvenes victimas que provocaban un instantáneo amor, vaya uno a saber porque, posiblemente por lo poco duradero de esas suaves expresiones, porque no durarían para siempre, eran algo temporario que el tiempo cambiaría para formar una entidad mas adulta, mas madura.
-Por supuesto señorita, la verdad que no vendría mal una manzana, me estaba dando hambre ...-
Señalé la carpa y agitando la mano saludé, acto seguido me devolvieron el saludo las mujeres.Me levanté del tronco y le ofrecí mi brazo para que se aferrase de el y emprendimos el camino.
-Así que... andas escapando disimuladamente? -
Sabia que andaba en los alrededores, lo oí al salir del teatro, mientras caminaba por los callejones e incluso me atrevo a dar garantías de que pude oler su perfume incluso antes de llegar al circo gitano.
La mujer de cabellos claros se acercaba con un paquete en la mano, y había mudado un poco la expresión que tenia dentro de la carpa, en realidad por lo que pude revisar en su mente es que no se presento el joven que estaba buscando por lo que supuse que estaba decepcionada por ello, aunque lo disimulaba muy bien. No había podido sacar muchos datos mas de su cabeza soñadora, es mas no quería ver demasiado, la habilidad de leer mentes no se me daba muy bien o a veces era mezcla entre sueños y realidades en las que podía perderme en instantes.
Cuando se iba acercando noté que ya me había visto desde la carpa, en realidad se había percatado de mi presencia, cosa que me ahorro un espanto espontaneo, era una bendición. Había errado en pensar que era una mujer con todas las letras, sus rasgos eran delicados y su cara aun no tenia arrugas agrietándola, mas bien era de contextura menuda y con una silueta envidiable a considerar por las compañías redondeadas de la carpa. Normalmente había gitanos delgados o muy obesos, pero en su caso era de las delgadas, los hombres generalmente se destacaban los delgados de cuerpos curtidos y bien marcados y en las mujeres solía variar dependiendo si eran o no madres.
Se acercó examinándome, llevaba un cierto tiempo apoyado sobre una de mis manos apoyada en una rodilla, como si el simple hecho de estar allí representara un espectáculo digno de apreciar con precisión, como si se tratase de un salto a distancia, o magia. La joven me señaló con cautela a las damas que la observaban a la distancia, serian familiares? No creo, los rasgos eran distintos, aunque una cosa no quita la otra, me pidió que saludara a esas mujeres a cambio de una manzana y la acompañara unos pasos. Así que sin mudar de posición clavé mis ojos en ella y le sonreí devolviendo su sonrisa infantil, que la hacia tan agradable y apetecible como una niña. Estos rasgos siempre tan presentes y destacables en los vampiros pequeños o en jóvenes victimas que provocaban un instantáneo amor, vaya uno a saber porque, posiblemente por lo poco duradero de esas suaves expresiones, porque no durarían para siempre, eran algo temporario que el tiempo cambiaría para formar una entidad mas adulta, mas madura.
-Por supuesto señorita, la verdad que no vendría mal una manzana, me estaba dando hambre ...-
Señalé la carpa y agitando la mano saludé, acto seguido me devolvieron el saludo las mujeres.Me levanté del tronco y le ofrecí mi brazo para que se aferrase de el y emprendimos el camino.
-Así que... andas escapando disimuladamente? -
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 09/11/2012
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
Por algún extraño motivo, y pese a su actuar impulsivo, no esperó que le fuese a decir que sí, ni que le gustaran las manzanas. La gente que vestía cómo él generalmente comía y usaba las cosas que ella solo podía ver por fuera de los prístinos escaparates de las tiendas, pero no le molestaba en absoluto, pues sin desmerecer el estilo de vida ajena, ella era feliz. No quería nada más de lo que fuese a necesitar, porque con su imaginación podía convertir un viejo trozo de tela en un hermoso vestido o restos de lana en una cálida bufanda.
Por ello se cuestionó que aquella manzana fuese suficiente como pago por su ayuda, sobretodo porque ni siquiera parecía habérselo cuestionado, de hecho incluso había sonreído ¿Se veía extraño? Bueno, no era algo que se pudiese decir de alguien que apenas se había conocido. La muchacha no alcanzó a decir palabra, cuando el extraño ya comenzaba a saludar a la distancia. Suspiró de alivio, tanto que ni siquiera le hizo falta voltear a ver si ellas habían visto el gesto, mucho menos preguntarle él.
Cuando se levantó del improvisado asiento hizo algo raro, o al menos eso creía ella de que le hubiese ofrecido el brazo para caminar. Había visto a personas así por la calle, incluso en las ilustraciones de los libros, pero nunca lo había hecho, por lo que con algo de duda, y una pizca de temor, se aferró al brazo del extraño, algo torpemente, pero lo había hecho. Cuando comenzaron a caminar comenzó también a cuestionarse por qué a la gente le gustaba caminar así ¡Era incomodísimo! Porque debía tener cuidado de ir al mismo paso, de no tironear demasiado, de no pisarlo.
- ¿Escapando? – repitió por mero instinto, porque con hablarle le había espabilado de su rebuscado monologo interno sobre caminar del brazo de alguien – No, no, no he hecho nada malo como para tener que escapar – aunque pensó en la manzana y se sintió ligeramente mal – Es solo que no puedo vivir con ellos, pero tampoco puedo estar demasiado lejos. Voy donde ellos van, pero no con ellos – dijo creyendo que con esa sarta de palabras revueltas se había explicado la situación bastante bien.
Ya ni recordaba lo que era vivir con alguien más, y si bien no sabía exactamente por qué siendo que los había vuelto a encontrar no había regresado a vivir con los gitanos, sí sabía que no acababa de encajar con ellos. Esa mujer que la mandó a encerrar años atrás se lo había dicho: no era parte de ellos, que solo era una cachorrita abandonada que inspiraba pena. ¡Pero no era así! Ella podía arreglárselas sola, no necesitaba… a nadie. Estaba consciente de que había crecido, pero seguía siendo la misma, aunque las cosas alrededor hubiesen cambiado, incluso el modo en que el resto la veía. Ya no era una cachorrita, sino que casi una adulta, y los adultos no daban crédito a las excentricidades de otros adultos, de los niños tal vez sí, y por eso era que no encajaba.
- Ahmm… - levantó la vista del sueño para mirarlo, aunque sería mejor no mirarle a los ojos, porque así se atontaba un poco - ¿Cuánto queda para que salga el sol? – preguntó de la nada, solo para no quedarse en silencio pensando cosas tristes, además seguramente él tendría un reloj – Cuando salga será demasiado tarde para cuidar del jardín – agregó, hablando más bien para ella misma.
No se había dado cuenta que habían llegado ya a la salida que daba al camino principal, solo se percató cuando se medio tropezó con una de las estacas que usaban para amarrar las cuerdas que le daban tensión a las carpas. Vio que no había carpa alguna. Quizás a alguien se le había olvidado o algo, pensó que seguro la recogerían cuando fueran a… irse. Bueno, no debía distraerse, la misión era llegar a casa pronto, y no había lobo o dragón que la fuese a detener.
Por ello se cuestionó que aquella manzana fuese suficiente como pago por su ayuda, sobretodo porque ni siquiera parecía habérselo cuestionado, de hecho incluso había sonreído ¿Se veía extraño? Bueno, no era algo que se pudiese decir de alguien que apenas se había conocido. La muchacha no alcanzó a decir palabra, cuando el extraño ya comenzaba a saludar a la distancia. Suspiró de alivio, tanto que ni siquiera le hizo falta voltear a ver si ellas habían visto el gesto, mucho menos preguntarle él.
Cuando se levantó del improvisado asiento hizo algo raro, o al menos eso creía ella de que le hubiese ofrecido el brazo para caminar. Había visto a personas así por la calle, incluso en las ilustraciones de los libros, pero nunca lo había hecho, por lo que con algo de duda, y una pizca de temor, se aferró al brazo del extraño, algo torpemente, pero lo había hecho. Cuando comenzaron a caminar comenzó también a cuestionarse por qué a la gente le gustaba caminar así ¡Era incomodísimo! Porque debía tener cuidado de ir al mismo paso, de no tironear demasiado, de no pisarlo.
- ¿Escapando? – repitió por mero instinto, porque con hablarle le había espabilado de su rebuscado monologo interno sobre caminar del brazo de alguien – No, no, no he hecho nada malo como para tener que escapar – aunque pensó en la manzana y se sintió ligeramente mal – Es solo que no puedo vivir con ellos, pero tampoco puedo estar demasiado lejos. Voy donde ellos van, pero no con ellos – dijo creyendo que con esa sarta de palabras revueltas se había explicado la situación bastante bien.
Ya ni recordaba lo que era vivir con alguien más, y si bien no sabía exactamente por qué siendo que los había vuelto a encontrar no había regresado a vivir con los gitanos, sí sabía que no acababa de encajar con ellos. Esa mujer que la mandó a encerrar años atrás se lo había dicho: no era parte de ellos, que solo era una cachorrita abandonada que inspiraba pena. ¡Pero no era así! Ella podía arreglárselas sola, no necesitaba… a nadie. Estaba consciente de que había crecido, pero seguía siendo la misma, aunque las cosas alrededor hubiesen cambiado, incluso el modo en que el resto la veía. Ya no era una cachorrita, sino que casi una adulta, y los adultos no daban crédito a las excentricidades de otros adultos, de los niños tal vez sí, y por eso era que no encajaba.
- Ahmm… - levantó la vista del sueño para mirarlo, aunque sería mejor no mirarle a los ojos, porque así se atontaba un poco - ¿Cuánto queda para que salga el sol? – preguntó de la nada, solo para no quedarse en silencio pensando cosas tristes, además seguramente él tendría un reloj – Cuando salga será demasiado tarde para cuidar del jardín – agregó, hablando más bien para ella misma.
No se había dado cuenta que habían llegado ya a la salida que daba al camino principal, solo se percató cuando se medio tropezó con una de las estacas que usaban para amarrar las cuerdas que le daban tensión a las carpas. Vio que no había carpa alguna. Quizás a alguien se le había olvidado o algo, pensó que seguro la recogerían cuando fueran a… irse. Bueno, no debía distraerse, la misión era llegar a casa pronto, y no había lobo o dragón que la fuese a detener.
Christinne Duquette- Gitano
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Fecha de inscripción : 08/12/2012
Re: El rapto ( Christinne Duquette )
La joven se notaba ensimismada en sus pensamientos, lo notaba porque solía pasarme lo mismo, era algo habitual en todo lo que hacia, veía las diferentes posibilidades y analizaba bien las consecuencias o miraba con detalle algunas particularidades que a pesar de pasar años en la soledad de la noche y la contemplación absoluta era algo que se me manifestaba como nuevo en cada momento. Era como si cada día notara algo nuevo en algo tan simple como en la visualización de los astros, algo con lo que podía pasar noches enteras observando y contentarme casi tanto como de beber sangre hasta extasiarme.
La mujer volvió a hablar, tenia unos muy bellos ojos, que pude ver cuando volvió a hablar y miró a mi lado, el resto del tiempo lo había pasado contemplando el piso con cierta reticencia del ofrecimiento del brazo, era algo normal en la sociedad que el hombre llevara a la dama del brazo y a su vez la misma debía pasear del lado de las casas al pasear por las aceras, aunque aquí al no haber aceras y solo el camino no era necesario. No la notaba conforme con el caminar de esa forma, lo que me reveló que no había sido criada en familia de clase media o alta porque son cosas que se les enseña a las mujeres apenas se convierten en señoritas, un acto encabezado generalmente por el padre de la familia que buscará desposar a su hija con algún joven adinerado de una familia con mas recursos que la suya. Después de muchos años vagando por el mundo, comprendí que esto solo tenia sentido para unas pocas mujeres que se conformaban con esta vida, pero muy pocas de estas parejas sentir amor realmente, lo cual devaluaba un poco la situación.
En el caso de los vampiros de clase media y alta tratábamos de seguir las cuestiones de los humanos, pero realmente cuando esto involucraba un humano, por parte nuestra en las reuniones no solía haber tanta discusión ni palabrería para acercarse a una vampiresa, muy por el contrario cada uno elegía a su pareja o compañía y con eso bastaba para ser felices por varios años hasta que las cosas se complicaban ... o no. Hay parejas que perduraban aun en día, era algo raro, pero podía suceder. Por mi parte había tenido parejas y con ellas había pasado varios buenos años hasta que la situación se vuelve intolerante y cada uno inicia un camino diferente. Así de simple. A veces la vida volvía a reunirte y cosas milagrosas pasaban allí.
La dama de cabellos nieve explicó sobre la huida del lugar, simulando que iba acompañada de alguien conocido. Aminoré un poco el paso, tenia interés en quedarme con ella, era una tentación su cuello desnudo bajo la luz de las estrellas, palpitante, vibrante...
Pero aun no era el momento, la previa era la mejor parte, lo realmente entretenido de la noche. Llevaba la manzana en la otra mano, a modo de premio y del otro lado el premio mayor.
- Eres parte del circo gitano, cherie? - pregunté ante tal comentario.
La joven lo miró con sus ojos cálidos, ensoñadores para retirarlos de inmediato de su vista, reticente y preguntó cuanto tiempo quedaba hasta la salida del sol. La pregunta no hizo mas que confundirlo un poco. Era una pregunta algo rara y lo llevó a esbozar una media sonrisa mientras caminaban.
- Creo que aun falta mucho tiempo, diría... unas 4 horas al menos para que apenas asome por los horizontes mademoiselle. Me temo que aun queda mucha vida, la noche es joven... usted justamente apareció de la nada misma e imagino que el destino me la envió para no ir a la fiesta solo. Poco conozco de esos lugares ...- dejé entreveer mientras la joven ensimismada realizó el comentario del jardín. Un jardín? a que se estaría refiriendo?, seria mejor preguntar a quedarme con la idea de algo sin respuesta lógica aparente.
La muchacha tropezó dejando mi pregunta inconclusa mientras atinaba a realizarla, una estaca de carpa se había atrevido a interferirse en mi camino. Serian las señales de Satan confirmándome que sería de mi destino en caso de no presentarme en la ceremonia el día de hoy? Omití una risa, no le temía a las posibilidades, pero esto era demasiado. Brujería...
- Un jardín que debe ser cuidado de noche cherie? Cuénteme un poco sobre él, adoro la botánica - comenté mientras retomábamos el paso por el camino principal.
La mujer volvió a hablar, tenia unos muy bellos ojos, que pude ver cuando volvió a hablar y miró a mi lado, el resto del tiempo lo había pasado contemplando el piso con cierta reticencia del ofrecimiento del brazo, era algo normal en la sociedad que el hombre llevara a la dama del brazo y a su vez la misma debía pasear del lado de las casas al pasear por las aceras, aunque aquí al no haber aceras y solo el camino no era necesario. No la notaba conforme con el caminar de esa forma, lo que me reveló que no había sido criada en familia de clase media o alta porque son cosas que se les enseña a las mujeres apenas se convierten en señoritas, un acto encabezado generalmente por el padre de la familia que buscará desposar a su hija con algún joven adinerado de una familia con mas recursos que la suya. Después de muchos años vagando por el mundo, comprendí que esto solo tenia sentido para unas pocas mujeres que se conformaban con esta vida, pero muy pocas de estas parejas sentir amor realmente, lo cual devaluaba un poco la situación.
En el caso de los vampiros de clase media y alta tratábamos de seguir las cuestiones de los humanos, pero realmente cuando esto involucraba un humano, por parte nuestra en las reuniones no solía haber tanta discusión ni palabrería para acercarse a una vampiresa, muy por el contrario cada uno elegía a su pareja o compañía y con eso bastaba para ser felices por varios años hasta que las cosas se complicaban ... o no. Hay parejas que perduraban aun en día, era algo raro, pero podía suceder. Por mi parte había tenido parejas y con ellas había pasado varios buenos años hasta que la situación se vuelve intolerante y cada uno inicia un camino diferente. Así de simple. A veces la vida volvía a reunirte y cosas milagrosas pasaban allí.
La dama de cabellos nieve explicó sobre la huida del lugar, simulando que iba acompañada de alguien conocido. Aminoré un poco el paso, tenia interés en quedarme con ella, era una tentación su cuello desnudo bajo la luz de las estrellas, palpitante, vibrante...
Pero aun no era el momento, la previa era la mejor parte, lo realmente entretenido de la noche. Llevaba la manzana en la otra mano, a modo de premio y del otro lado el premio mayor.
- Eres parte del circo gitano, cherie? - pregunté ante tal comentario.
La joven lo miró con sus ojos cálidos, ensoñadores para retirarlos de inmediato de su vista, reticente y preguntó cuanto tiempo quedaba hasta la salida del sol. La pregunta no hizo mas que confundirlo un poco. Era una pregunta algo rara y lo llevó a esbozar una media sonrisa mientras caminaban.
- Creo que aun falta mucho tiempo, diría... unas 4 horas al menos para que apenas asome por los horizontes mademoiselle. Me temo que aun queda mucha vida, la noche es joven... usted justamente apareció de la nada misma e imagino que el destino me la envió para no ir a la fiesta solo. Poco conozco de esos lugares ...- dejé entreveer mientras la joven ensimismada realizó el comentario del jardín. Un jardín? a que se estaría refiriendo?, seria mejor preguntar a quedarme con la idea de algo sin respuesta lógica aparente.
La muchacha tropezó dejando mi pregunta inconclusa mientras atinaba a realizarla, una estaca de carpa se había atrevido a interferirse en mi camino. Serian las señales de Satan confirmándome que sería de mi destino en caso de no presentarme en la ceremonia el día de hoy? Omití una risa, no le temía a las posibilidades, pero esto era demasiado. Brujería...
- Un jardín que debe ser cuidado de noche cherie? Cuénteme un poco sobre él, adoro la botánica - comenté mientras retomábamos el paso por el camino principal.
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
¿Realmente estaba preocupada por el jardín? ¿Tan poco sentido común tenía en esa cabecita suya? Podrían haber mil cosas más preocupantes que debieran ser dignas de su humano instinto de sobrevivencia, o siquiera de una mínima atención, pero no, lo único que le importaba ahora era que tenía tiempo suficiente para cuidar de las delicadas flores y los aun pequeños vegetales, incluso si llegaba a estar cansada podría dormir una siesta, todo por esa bendita costumbre de dormir cuando tenía sueño, saltándose cualquier horario posible… probablemente nunca dormía a la misma hora ni dos veces por semana, pero si funcionaba para sobrevivir, estaba bien.
¿Fiesta? ¿De qué fiesta estaba hablando? ¿La de los gitanos? ¿Pero por qué había hablado de que lo acompañaría, si ella se estaba yendo? Habría reparado más en ello de no ser por la torpeza que casi le hace acabar en el suelo de no ser porque iba del brazo del extraño que aún no tenía un nombre.
¿Qué tal si le inventaba uno para usarlo en su cabeza? Solía hacerlo cuando sabía que la gente se enfadaría si lo decía en voz alta, pero era mejor recordar a las personas así, con algo especial, para que no lo olvidara la próxima vez. ¿Pero qué podría ser? No había tenido demasiado tiempo para reparar en él de forma más minuciosa, pero de lo que había visto… era muy alto, bastante más que ella, sus ojos resaltaban bastante también, pero no era lo suficientemente valiente como para mirarlo fijamente como para averiguar su color, también tenía una piel muy pálida… aparte de eso no se le ocurría mucho más.
Por suerte volvió a hablar, más bien a preguntar algo, haciendo que pronto se le olvidara aquello del nombre y de la primera pregunta, que en sí era algo triste, así que era mejor pasar del asunto y pesar en cosas más alegres, como aquello del jardín. Se preguntó si a él en serio le interesarían esas cosas, o si es que era una persona curiosa… ¿Qué clase de persona seria? Era una pena no tener suficiente tiempo como para preguntárselo.
- En verano es mejor hacerlo mientras el sol está escondido – comenzó a explicar, mientras despreocupadamente se escapó de su brazo para pararse frente a él, de nuevo con su tonta sonrisa de entusiasmo – Porque hay flores y vegetales pequeños que son delicados, y que con el calor del sol y el agua casi se hervirían en la tierra de sus macetas – agregó al tiempo que llevaba ambas manos a la espalda, incluido el pequeño paquete con el pastel – Y no creo que las fresas hervidas sean igual de deliciosas – dijo frunciendo un poco la nariz al pensar que aquello les podría pasar a las suyas – Por eso debo volver, o mueren de sed o mueren hervidas –
Dejó salir una pequeña risa, y acabó por mirarlo al rostro para ver si se había reído también, pero sí, tenía unos ojos muy bonitos, aunque algo extraños. Ladeó el rostro y se quedó en silencio unos minutos, mirándolo descaradamente, y solo espabiló un poco cuando un par de gritos del jolgorio del campamento se alzaron rompiendo el silencio en que se había sumido.
- Desde aquí puedo seguir sola – dijo aun sin quitar la vista de él y apenas parpadeando – No es necesario que se pierda su fiesta o vaya a llegar tarde por mi culpa – agregó haciendo una corta y educada reverencia, y se despidió rápidamente, para darse una media vuelta y dar un par de pasos igual de veloces que seguramente no le habrían dado tiempo a contestar nada, eso hasta que recordó que no le había agradecido, por lo que aun andando volvió a voltearse y alzó la mano para llamar un poco su atención – Y muchas gracias por ayudarme – “ángel de ojos claros”, pensó, pero no se atrevió a decirlo. Tan solo siguió caminando de espaldas sin el menor cuidado, pese a que era un camino bastante transitado por carruajes aun a estas horas, eso porque pensaba en lo bien que le quedaba aquel nombre, y en lo orgullosa que estaba de que se le hubiese ocurrido.
¿Fiesta? ¿De qué fiesta estaba hablando? ¿La de los gitanos? ¿Pero por qué había hablado de que lo acompañaría, si ella se estaba yendo? Habría reparado más en ello de no ser por la torpeza que casi le hace acabar en el suelo de no ser porque iba del brazo del extraño que aún no tenía un nombre.
¿Qué tal si le inventaba uno para usarlo en su cabeza? Solía hacerlo cuando sabía que la gente se enfadaría si lo decía en voz alta, pero era mejor recordar a las personas así, con algo especial, para que no lo olvidara la próxima vez. ¿Pero qué podría ser? No había tenido demasiado tiempo para reparar en él de forma más minuciosa, pero de lo que había visto… era muy alto, bastante más que ella, sus ojos resaltaban bastante también, pero no era lo suficientemente valiente como para mirarlo fijamente como para averiguar su color, también tenía una piel muy pálida… aparte de eso no se le ocurría mucho más.
Por suerte volvió a hablar, más bien a preguntar algo, haciendo que pronto se le olvidara aquello del nombre y de la primera pregunta, que en sí era algo triste, así que era mejor pasar del asunto y pesar en cosas más alegres, como aquello del jardín. Se preguntó si a él en serio le interesarían esas cosas, o si es que era una persona curiosa… ¿Qué clase de persona seria? Era una pena no tener suficiente tiempo como para preguntárselo.
- En verano es mejor hacerlo mientras el sol está escondido – comenzó a explicar, mientras despreocupadamente se escapó de su brazo para pararse frente a él, de nuevo con su tonta sonrisa de entusiasmo – Porque hay flores y vegetales pequeños que son delicados, y que con el calor del sol y el agua casi se hervirían en la tierra de sus macetas – agregó al tiempo que llevaba ambas manos a la espalda, incluido el pequeño paquete con el pastel – Y no creo que las fresas hervidas sean igual de deliciosas – dijo frunciendo un poco la nariz al pensar que aquello les podría pasar a las suyas – Por eso debo volver, o mueren de sed o mueren hervidas –
Dejó salir una pequeña risa, y acabó por mirarlo al rostro para ver si se había reído también, pero sí, tenía unos ojos muy bonitos, aunque algo extraños. Ladeó el rostro y se quedó en silencio unos minutos, mirándolo descaradamente, y solo espabiló un poco cuando un par de gritos del jolgorio del campamento se alzaron rompiendo el silencio en que se había sumido.
- Desde aquí puedo seguir sola – dijo aun sin quitar la vista de él y apenas parpadeando – No es necesario que se pierda su fiesta o vaya a llegar tarde por mi culpa – agregó haciendo una corta y educada reverencia, y se despidió rápidamente, para darse una media vuelta y dar un par de pasos igual de veloces que seguramente no le habrían dado tiempo a contestar nada, eso hasta que recordó que no le había agradecido, por lo que aun andando volvió a voltearse y alzó la mano para llamar un poco su atención – Y muchas gracias por ayudarme – “ángel de ojos claros”, pensó, pero no se atrevió a decirlo. Tan solo siguió caminando de espaldas sin el menor cuidado, pese a que era un camino bastante transitado por carruajes aun a estas horas, eso porque pensaba en lo bien que le quedaba aquel nombre, y en lo orgullosa que estaba de que se le hubiese ocurrido.
Christinne Duquette- Gitano
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
La luna nos seguía iluminando y una pregunta cruzó mi mente mientras pensaba si la estaca de la carpa en el camino era una señal, solían darse las condiciones de una sorpresa como siempre pero a veces estas se anunciaban con simples hechos como el de haberse cruzado con una estaca, podía ser uno de ellos. El solo pensarlo me alarmaba pero no demasiado, me creía lo suficientemente fuerte para enfrentarme a ella o a cualquier humano que rondara a estas horas por aquí.
De pronto vi como detenía la marcha después de contemplar a su cabecita pensando en varias cosas juntas, un cúmulo de pensamientos que se juntaban todos apiñados en su cabeza, era hipnotizante pero a la vez me suponía un gran stress al solo pensar que por mi mente solía pasar en ocasiones de nerviosismo este tipo de pensamientos ensimismados. "Ángel de ojos claros" había sido llamado temporariamente mientras su mente se afanó en buscarme un apodo al no conocer mi nombre real. Podía revelarlo? por supuesto que si, porque no? que cantidades de Chris habitaban el mundo actual, muchísimos estimo. No rompía ninguna regla al hacerlo.
La damita me enfrentó contándome sobre su jardín y su mente me mostró las fresias. Solía adorar el consumo de frutas hasta el momento de mi muerte o posterior al menos a mi muerte como ser humano. Antes incluso de mi conversión. La auto-sepultura hizo que tuviera que dejar de comer frutas porque no había forma que las mismas llegaran en buenas condiciones a donde estábamos, era muy difícil. Debíamos alimentarnos en las catacumbas con lo que el suelo y la humedad podía darnos, algún vegetal que se pudiera mantener, carne asada y demás alimentos que se pudieran hervir al menos. Los recuerdos me abrumaron al recordar esas tristes pasadas, por suerte el don oscuro había mitigado estos recuerdos para mantenerlos en mi inconsciente pero no dejarme verlos solo a menos que sean invocados como lo fueron ahora.
En eso veo que la mujer se despide, dejándome unas palabras mas de agradecimiento, yo aun andaba perdido, pero no podía dejarla ir, algo en ella me atrapaba, quizá su aroma, su ágil corazón palpitante, su mente revolucionada como la mía en ciertas ocasiones, no se qué era pero... algo en ella me llamaba la atención y quería sucumbir a los placeres de tocar su suave tez de besar su fino y blanquecino cuello. Seria eso posible?
Debía intentarlo al menos. Ya se había alejado varios pasos cuando la alcancé dando uso de la agilidad que poseía y me situé frente a ella cerrándole el paso para no alejarla mas de donde estaba, estábamos en el camino principal y no faltaría mucho mas para llegar a su morada. Sutilmente la tomé por los brazos, buscando ser lo mas delicado posible como siempre y inclinándome un poco me presenté
-Discúlpame no haberme presentado mademoiselle, mi nombre es Chris, y el suyo...? Permítame decirle que soy un idiota ... - le dije mientras agachaba un poco mi cabeza
De pronto vi como detenía la marcha después de contemplar a su cabecita pensando en varias cosas juntas, un cúmulo de pensamientos que se juntaban todos apiñados en su cabeza, era hipnotizante pero a la vez me suponía un gran stress al solo pensar que por mi mente solía pasar en ocasiones de nerviosismo este tipo de pensamientos ensimismados. "Ángel de ojos claros" había sido llamado temporariamente mientras su mente se afanó en buscarme un apodo al no conocer mi nombre real. Podía revelarlo? por supuesto que si, porque no? que cantidades de Chris habitaban el mundo actual, muchísimos estimo. No rompía ninguna regla al hacerlo.
La damita me enfrentó contándome sobre su jardín y su mente me mostró las fresias. Solía adorar el consumo de frutas hasta el momento de mi muerte o posterior al menos a mi muerte como ser humano. Antes incluso de mi conversión. La auto-sepultura hizo que tuviera que dejar de comer frutas porque no había forma que las mismas llegaran en buenas condiciones a donde estábamos, era muy difícil. Debíamos alimentarnos en las catacumbas con lo que el suelo y la humedad podía darnos, algún vegetal que se pudiera mantener, carne asada y demás alimentos que se pudieran hervir al menos. Los recuerdos me abrumaron al recordar esas tristes pasadas, por suerte el don oscuro había mitigado estos recuerdos para mantenerlos en mi inconsciente pero no dejarme verlos solo a menos que sean invocados como lo fueron ahora.
En eso veo que la mujer se despide, dejándome unas palabras mas de agradecimiento, yo aun andaba perdido, pero no podía dejarla ir, algo en ella me atrapaba, quizá su aroma, su ágil corazón palpitante, su mente revolucionada como la mía en ciertas ocasiones, no se qué era pero... algo en ella me llamaba la atención y quería sucumbir a los placeres de tocar su suave tez de besar su fino y blanquecino cuello. Seria eso posible?
Debía intentarlo al menos. Ya se había alejado varios pasos cuando la alcancé dando uso de la agilidad que poseía y me situé frente a ella cerrándole el paso para no alejarla mas de donde estaba, estábamos en el camino principal y no faltaría mucho mas para llegar a su morada. Sutilmente la tomé por los brazos, buscando ser lo mas delicado posible como siempre y inclinándome un poco me presenté
-Discúlpame no haberme presentado mademoiselle, mi nombre es Chris, y el suyo...? Permítame decirle que soy un idiota ... - le dije mientras agachaba un poco mi cabeza
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
¿De verdad quería volver a casa? No se lo había cuestionado sino hasta ahora que restaba los pasos que faltaban para llegar. Quizás porque hace ya un tiempo que sus padres no la habían visitado, y sí, sabía que de algún modo siempre estaban con ella, pero era horrible saberse sola, sin poder cruzar la línea que la separaba de ellos. Dormir era uno de los remedios para aquella frustración, pero también era una de las tantas cosas que estaban fuera de su control. No había caso. Se dio un par de suaves palmadas en ambas mejillas para despejar su cabeza, pero antes de siquiera lograr dar unos cuantos pasos fue prácticamente acorralada.
No supo cómo es que fue capaz de sortear aquella distancia, que si bien no era tanta, era imposible de recorrer tan rápido. Era una de las cosas que le hubiese gustado preguntarle, de no estar tan anonadada por el modo en que la tomó por los brazos ¡Le había dado un gran susto! Tanto que su corazón latía desbocado, queriendo escapar de su pecho y haciendo que la sangre se le agolpara en los oídos. Deseó suspirar para aliviarse, pero al tenerlo tan cerca instintivamente aguardó la respiración, y aunque no fuera por más de unos segundos, a ella le pareció una eternidad el tiempo que tardó en volver a hablarle.
Era ingenua sí, pero no tonta. Nadie retenía a otra persona de ese modo a no ser que tuviese algún motivo lo suficientemente potente, y la verdad es que en aquella rápida presentación no había dado a conocer ninguno, por lo que intuyó de inmediato que había algo extraño.
- Chris – repitió, en parte porque era el nombre del ángel de ojos claros, pero también era la abreviatura del suyo. Sacudió la cabeza para concentrarse de nuevo – Christinne, pero también me llaman Chris – dijo desviando su atención de la sospecha a la coincidencia de nombre, que en cualquier otro momento habría sido digna de sacarle una que otra sonrisa. Ahora no. Y pese a que sus latidos volvían a ser tan acompasados como antes no se podía decir que estuviera del todo tranquila, sobretodo porque las frías manos de él seguían prendadas a sus brazos.
Era obvio que la primera reacción hubiese sido sacudirse o incluso forcejar para que la soltara, pero reprimió aquel impulso y en lugar de apartarse aprovechó aquel agarre para tomarlo de los antebrazos, sin que fuese necesario que él la soltara. Entonces, de saber cuál era el significado de la sensación que le provocaba su aura habría descubierto también que no era humano, pero no lo sabía, lo que no obstaba que se sintiera extraño.
- Lo siento – dijo soltándolo automáticamente, haciendo que aquel gesto de antes no durara más de un par de segundos – No entiendo por qué dice que es un idiota, yo no lo creo – afirmó confundida por aquel comentario suyo. ¿A qué se refería? Cada vez le entendía menos, y no era ni siquiera por las palabras, sino por la intención que parecían encubrir. Aunque siempre estaba la posibilidad de que estuviese exagerando.
No tenía derecho a hacer una afirmación como esa porque apenas lo conocía, pero había sido amable antes, al ayudarla, así que esa había sido la primera impresión. En cambio la segunda…
Bueno, se escabulló del agarre de una de sus brazos, y aprovechó el del otro para deslizar su mano hasta tomar la suya y tironearlo para sacarlo de medio del camino principal, ya que si bien era más seguro caminar por ahí dado lo liso del empedrado, las calesas aun transitaban por el lugar a pesar del horario, igual que ahora, donde aquel cuarteto de caballos que rompía los sonidos nocturnos con el taconeo de su trote, amenazaba con arrollarlos si no se quitaban de en medio. Por suerte cuando los escuchó venían lo suficientemente lejos como para no tener que correr, y para cuando pasaron por el sitio en que otrora estaban parados ya se encontraban en la seguridad de la rústica acera.
No supo cómo es que fue capaz de sortear aquella distancia, que si bien no era tanta, era imposible de recorrer tan rápido. Era una de las cosas que le hubiese gustado preguntarle, de no estar tan anonadada por el modo en que la tomó por los brazos ¡Le había dado un gran susto! Tanto que su corazón latía desbocado, queriendo escapar de su pecho y haciendo que la sangre se le agolpara en los oídos. Deseó suspirar para aliviarse, pero al tenerlo tan cerca instintivamente aguardó la respiración, y aunque no fuera por más de unos segundos, a ella le pareció una eternidad el tiempo que tardó en volver a hablarle.
Era ingenua sí, pero no tonta. Nadie retenía a otra persona de ese modo a no ser que tuviese algún motivo lo suficientemente potente, y la verdad es que en aquella rápida presentación no había dado a conocer ninguno, por lo que intuyó de inmediato que había algo extraño.
- Chris – repitió, en parte porque era el nombre del ángel de ojos claros, pero también era la abreviatura del suyo. Sacudió la cabeza para concentrarse de nuevo – Christinne, pero también me llaman Chris – dijo desviando su atención de la sospecha a la coincidencia de nombre, que en cualquier otro momento habría sido digna de sacarle una que otra sonrisa. Ahora no. Y pese a que sus latidos volvían a ser tan acompasados como antes no se podía decir que estuviera del todo tranquila, sobretodo porque las frías manos de él seguían prendadas a sus brazos.
Era obvio que la primera reacción hubiese sido sacudirse o incluso forcejar para que la soltara, pero reprimió aquel impulso y en lugar de apartarse aprovechó aquel agarre para tomarlo de los antebrazos, sin que fuese necesario que él la soltara. Entonces, de saber cuál era el significado de la sensación que le provocaba su aura habría descubierto también que no era humano, pero no lo sabía, lo que no obstaba que se sintiera extraño.
- Lo siento – dijo soltándolo automáticamente, haciendo que aquel gesto de antes no durara más de un par de segundos – No entiendo por qué dice que es un idiota, yo no lo creo – afirmó confundida por aquel comentario suyo. ¿A qué se refería? Cada vez le entendía menos, y no era ni siquiera por las palabras, sino por la intención que parecían encubrir. Aunque siempre estaba la posibilidad de que estuviese exagerando.
No tenía derecho a hacer una afirmación como esa porque apenas lo conocía, pero había sido amable antes, al ayudarla, así que esa había sido la primera impresión. En cambio la segunda…
Bueno, se escabulló del agarre de una de sus brazos, y aprovechó el del otro para deslizar su mano hasta tomar la suya y tironearlo para sacarlo de medio del camino principal, ya que si bien era más seguro caminar por ahí dado lo liso del empedrado, las calesas aun transitaban por el lugar a pesar del horario, igual que ahora, donde aquel cuarteto de caballos que rompía los sonidos nocturnos con el taconeo de su trote, amenazaba con arrollarlos si no se quitaban de en medio. Por suerte cuando los escuchó venían lo suficientemente lejos como para no tener que correr, y para cuando pasaron por el sitio en que otrora estaban parados ya se encontraban en la seguridad de la rústica acera.
Christinne Duquette- Gitano
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
¿Por qué era un idiota? Era una buena pregunta. Estábamos ya en la acera a resguardo de ... un coche a caballos que iba a pasar por el camino principal que habíamos transitado instantes antes. Era de una necesidad absoluta que respondiera a su afirmación. Era preciso que respondiera al menos!
-¿Por qué soy un idiota? -Risa- Se ve que está a la vista, es usted muy amable y comprensiva de no decírmelo Srta. Christine, el problema es que no le había preguntado su nombre ni la invité propiamente como debía a acompañarme. Tengo interés en conocerla y me comporto de esta forma por mi inexperiencia. Así que le propongo como debería ser... Gusta Usted de acompañarme para poder conocerla un poco mas, usted me pareció una persona de lo mas agradable.-
¿Qué clase de idioteces salían de su boca cuando fingía ser un ser humano joven y torpe? La realidad era que no sabia como retenerla con él, la intención de conocerla era real, tenia ganas de saber que era en su vida, como vivía, que hacía y tantas otras cosas mas!
El problema era cómo, en la ciudad esto era mucho mas fácil, aquí en la mitad de la nada no era tarea sencilla. Esperé su respuesta, no creí que iba a decirme que sí, de ser así, tendría que buscar la forma de poder llevarla conmigo, así sea por las buenas o por las malas, el problema es como reaccionaria después, pero eso solo el tiempo lo vería.
No había mucho tiempo ya, tenia que saber su respuestas y llevarla volando hasta la celebración en las catacumbas del bar para vampiros, o del cementerio. El problema lidiaba en que no parecía ser una dama que se prestara a las celebraciones en la ciudad, parecía mas una cuestión de fiestas a nivel de ferias.
-¿Por qué soy un idiota? -Risa- Se ve que está a la vista, es usted muy amable y comprensiva de no decírmelo Srta. Christine, el problema es que no le había preguntado su nombre ni la invité propiamente como debía a acompañarme. Tengo interés en conocerla y me comporto de esta forma por mi inexperiencia. Así que le propongo como debería ser... Gusta Usted de acompañarme para poder conocerla un poco mas, usted me pareció una persona de lo mas agradable.-
¿Qué clase de idioteces salían de su boca cuando fingía ser un ser humano joven y torpe? La realidad era que no sabia como retenerla con él, la intención de conocerla era real, tenia ganas de saber que era en su vida, como vivía, que hacía y tantas otras cosas mas!
El problema era cómo, en la ciudad esto era mucho mas fácil, aquí en la mitad de la nada no era tarea sencilla. Esperé su respuesta, no creí que iba a decirme que sí, de ser así, tendría que buscar la forma de poder llevarla conmigo, así sea por las buenas o por las malas, el problema es como reaccionaria después, pero eso solo el tiempo lo vería.
No había mucho tiempo ya, tenia que saber su respuestas y llevarla volando hasta la celebración en las catacumbas del bar para vampiros, o del cementerio. El problema lidiaba en que no parecía ser una dama que se prestara a las celebraciones en la ciudad, parecía mas una cuestión de fiestas a nivel de ferias.
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
Idiota no, pero sí extraño, muy extraño. Y algo dentro de ella quería creer que su respuesta era honesta, de verdad quería, pero esta vez el sentido común imponía una barrera demasiado fuerte ante su latente ingenuidad. A pesar de eso no dio ningún pasó atrás, y solo se limitó a mirar el piso, buscando una manera de negarse sin parecer irrespetuosa o una malagradecida, y mucho menos una persona desconfiada cuya imaginación estaba escapándose de su control.
Se puso a juguetear con una de las pulseras de su muñeca, como si no fuera más que un pajarillo que se distraía con un objeto brillante, y por casi un minuto lo único que se escuchó entre ellos fueron las cuentas de vidrio estrellándose entre sí una y otra vez – Las fresas… - susurró de modo casi inaudible – Debo ir a casa… - agregó al tiempo que al fin levantaba la cabeza con algo de miedo respecto a lo que se encontraría al hacer contacto con sus ojos nuevamente – De verdad se lo agradezco, pero debo ir a casa, además, no creo ser el tipo de compañía que alguien como usted escogería para una fiesta – dijo tratando de esbozar una sonrisa, e indirectamente refiriéndose también a lo dispar de sus ropas.
Porque sí, ella podía hacer muchas cosas, incluso le habían dicho que era bonita, pero una fiesta como las que seguramente el señor Chris habituaba… no, eso era un nivel completamente diferente y que por razones obvias tenía vetado. No era ni una gitana, ni una damita ¿Qué era entonces? La verdad es que nunca se lo había cuestionado porque la existencia natural y sin mayores preocupaciones que llevaba la aislaban de aquellas consideraciones bajo las cuales la gente solía encasillarse. Quizás era un poco contradictorio, pero al mismo tiempo, ella sabía cuál era su lugar.
- Estoy segura que se divertirá igualmente – dijo más bien como deseo antes de tomarle una de sus frías manos para despedirse de él. Pero entonces su mirada se opacó por completo, y aquel don incontrolable de la adivinación le dio a conocer una aterradora escena que la hizo llevarse una mano al cuello por inercia, dejando caer el pequeño paquete con el pastel de calabaza, que acabó destrozado en el suelo.
Su otra mano temblaba, era evidente, así que no tardó en soltar a aquel hombre que parecía guardar un aterrador secreto, dio un paso atrás, otro más… sin dejar de mirarlo a la cara, esperando a ver si aquello que vio en su cabeza no era más que su tonta imaginación ¿Cómo iba a tener colmillos como los de un gato? Era una persona, una persona. Se repetía una y otra vez.
Y las personas no comían personas ¿Verdad? Su mente era un caos al extremo de que no podía hilar ningún pensamiento mediamente entendible, incluso para ella, porque el miedo que se había cernido sobre ella había ello que su piel se tornara aún más pálida de lo habitual, como si se fuese a desmayar en cualquier momento.
Se puso a juguetear con una de las pulseras de su muñeca, como si no fuera más que un pajarillo que se distraía con un objeto brillante, y por casi un minuto lo único que se escuchó entre ellos fueron las cuentas de vidrio estrellándose entre sí una y otra vez – Las fresas… - susurró de modo casi inaudible – Debo ir a casa… - agregó al tiempo que al fin levantaba la cabeza con algo de miedo respecto a lo que se encontraría al hacer contacto con sus ojos nuevamente – De verdad se lo agradezco, pero debo ir a casa, además, no creo ser el tipo de compañía que alguien como usted escogería para una fiesta – dijo tratando de esbozar una sonrisa, e indirectamente refiriéndose también a lo dispar de sus ropas.
Porque sí, ella podía hacer muchas cosas, incluso le habían dicho que era bonita, pero una fiesta como las que seguramente el señor Chris habituaba… no, eso era un nivel completamente diferente y que por razones obvias tenía vetado. No era ni una gitana, ni una damita ¿Qué era entonces? La verdad es que nunca se lo había cuestionado porque la existencia natural y sin mayores preocupaciones que llevaba la aislaban de aquellas consideraciones bajo las cuales la gente solía encasillarse. Quizás era un poco contradictorio, pero al mismo tiempo, ella sabía cuál era su lugar.
- Estoy segura que se divertirá igualmente – dijo más bien como deseo antes de tomarle una de sus frías manos para despedirse de él. Pero entonces su mirada se opacó por completo, y aquel don incontrolable de la adivinación le dio a conocer una aterradora escena que la hizo llevarse una mano al cuello por inercia, dejando caer el pequeño paquete con el pastel de calabaza, que acabó destrozado en el suelo.
Su otra mano temblaba, era evidente, así que no tardó en soltar a aquel hombre que parecía guardar un aterrador secreto, dio un paso atrás, otro más… sin dejar de mirarlo a la cara, esperando a ver si aquello que vio en su cabeza no era más que su tonta imaginación ¿Cómo iba a tener colmillos como los de un gato? Era una persona, una persona. Se repetía una y otra vez.
Y las personas no comían personas ¿Verdad? Su mente era un caos al extremo de que no podía hilar ningún pensamiento mediamente entendible, incluso para ella, porque el miedo que se había cernido sobre ella había ello que su piel se tornara aún más pálida de lo habitual, como si se fuese a desmayar en cualquier momento.
Christinne Duquette- Gitano
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
Definitivamente ella había notado algo extraño en él, fuera de su poca capacidad de controlar las mentes del resto, en una sola oportunidad se le hizo posible hacerlo. Logró, apenas siendo neófito, transformar la mente del otro metiéndose en su mente e induciéndolo a hacer su voluntad.
El problema era que esto solo sucedió una vez, y parecía que no iba a tener mas efecto porque no era un don que poseía. Era una pena. Él lo intento por las buenas, de buena manera, pero la situación había llegado al limite de lo peligroso.
Chris sentía que en cualquier momento la gitana gritaría despertando al resto de la zona, los cuales no dudarían en atacarlo a él, y darle una muerte justa. Los gitanos eran muy unidos entre si y si bien eran visto como ladrones a ojos de varios, una dama como Christine hubiera sido socorrida de inmediato. Solo había una forma... la mas fácil... y Chris odiaba hacerlo fácil.
-Las fresas!- exclamó golpeándose la frente con la palma de la mano -cierto que aún debe regarlas, que olvidadizo estoy hoy. Bien, seguramente en otra oportunidad será entonces-.
Luego, la verdad, el pastel de calabaza destrozándose contra el piso y sus pasos alejándose con temor, con recelo, con preguntas, su mente hecha un alboroto de imágenes, entre ellas las temidas fauces de un vampiro. Lo sabia! ella sabe de nosotros, aunque se lo niegue. No puedo dejar esto así... Actúa Chris! se dijo el vampiro a si mismo.
Sin dudarlo un instante mas, se decidió por interceptarla antes de armar un alboroto en el lugar, se aproximó a velocidades sobrehumanas a ella y tapándole la boca con una mano y abrazándola por la cintura con la otra le dio el beso de la muerte en la parte superior de su pecho, apenas rasgó su piel tersa y blanca la sangre comenzó a manar.
Apenas ella lo notó se resistió sin éxito, sus fuerzas no eran comparables.
El vampiro buscó llegar al punto de desmayo de la joven, no buscaba desangrarla sino mas bien alcanzar lo que ella iba a hacer próximamente en caso de notar que las pesadillas eran ciertas, desmayarse por la baja presión. La sintió caer poco a poco sobre su brazo y notó que se estaba desvaneciendo y fue allí que frenó y selló con un beso la leve herida del pecho.
El vampiro sabía que no podía matarla si bebía su sangre lentamente hasta el punto de distensión, luego había un tiempo breve hasta que recuperara nuevamente la conciencia, sus ojos estaban como obnubilados, con pesadez en los parpados, como si estuviera a punto de dormirse.
El problema era que esto solo sucedió una vez, y parecía que no iba a tener mas efecto porque no era un don que poseía. Era una pena. Él lo intento por las buenas, de buena manera, pero la situación había llegado al limite de lo peligroso.
Chris sentía que en cualquier momento la gitana gritaría despertando al resto de la zona, los cuales no dudarían en atacarlo a él, y darle una muerte justa. Los gitanos eran muy unidos entre si y si bien eran visto como ladrones a ojos de varios, una dama como Christine hubiera sido socorrida de inmediato. Solo había una forma... la mas fácil... y Chris odiaba hacerlo fácil.
-Las fresas!- exclamó golpeándose la frente con la palma de la mano -cierto que aún debe regarlas, que olvidadizo estoy hoy. Bien, seguramente en otra oportunidad será entonces-.
Luego, la verdad, el pastel de calabaza destrozándose contra el piso y sus pasos alejándose con temor, con recelo, con preguntas, su mente hecha un alboroto de imágenes, entre ellas las temidas fauces de un vampiro. Lo sabia! ella sabe de nosotros, aunque se lo niegue. No puedo dejar esto así... Actúa Chris! se dijo el vampiro a si mismo.
Sin dudarlo un instante mas, se decidió por interceptarla antes de armar un alboroto en el lugar, se aproximó a velocidades sobrehumanas a ella y tapándole la boca con una mano y abrazándola por la cintura con la otra le dio el beso de la muerte en la parte superior de su pecho, apenas rasgó su piel tersa y blanca la sangre comenzó a manar.
Apenas ella lo notó se resistió sin éxito, sus fuerzas no eran comparables.
El vampiro buscó llegar al punto de desmayo de la joven, no buscaba desangrarla sino mas bien alcanzar lo que ella iba a hacer próximamente en caso de notar que las pesadillas eran ciertas, desmayarse por la baja presión. La sintió caer poco a poco sobre su brazo y notó que se estaba desvaneciendo y fue allí que frenó y selló con un beso la leve herida del pecho.
El vampiro sabía que no podía matarla si bebía su sangre lentamente hasta el punto de distensión, luego había un tiempo breve hasta que recuperara nuevamente la conciencia, sus ojos estaban como obnubilados, con pesadez en los parpados, como si estuviera a punto de dormirse.
Sean O'Rouke- Humano Clase Media
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Re: El rapto ( Christinne Duquette )
Corre. Grita. Reacciona… de cualquier manera… Cualquiera que la viese en esa peliaguda situación se hubiese sentido frustrado ante aquella paralización del instinto que cualquier humano pondría delante de todo. Aunque aún cabía preguntarse si podía pedírsele más a alguien que apenas conocía el mundo, y cuya imaginación la desconectaba de gran parte del sentido común mínimo del ser humano. Según ella, había visto de todo, hadas jugueteando en jardines, brujas con verrugas que trataban mal a los niños ¿Entonces por qué no un vampiro? Cuando lo irracional se volvía lo cotidiano, era difícil distinguir entre lo real y lo fantasioso.
La reacción del ángel de ojos claros había sido de todo menos normal, como si pese a lo poco y nada que lo conocía resultara ajena a él. Por eso es que no pudo más que seguir poniendo esa barrera entre su credibilidad y su temor, la que no obviamente no fue suficiente.
Si solo hubiese corrido, gritado o reaccionado… Era como si la vida misma no estuviese hecha para las personas confiadas, personas como ella, que eran más bien como los frutos más accesibles del árbol, los primeros en ser recogidos. Tal y como ahora, que sentía aquella suave pero aterradora punzada en su pecho que confirmaba cada uno de sus temores. Tanto así, que no era necesario que constriñera su movilidad atrapándola por la cintura y cubriendo los labios para evitar grito alguno. No. Christinne había caído presa de la más tierna resignación, por hace no hacía intentos algunos por frustrar, las al parecer claras, intenciones del vampiro.
Quizás de estar consciente lo hubiese perdonado, porque sabía que como las plantas y ella necesitaban el agua, él necesitaría la sangre. Por eso, aunque se sentía en extremo débil, levantó una de sus manos para intentar apartar aquella que cubría sus labios pero no consiguió más que un par de centímetros, solo lo suficiente para que se vislumbrara la comisura izquierda que temblorosamente intentaba esbozar una especie de sonrisa.
Ironía. No había sido capaz de moverse para proteger su propia integridad, pero había hecho amago de toda la fuerza que le iba quedando para hacerle sentir mejor a él, casi como un perdón prematuro a una acción que aún no había terminado, pero que en su extraño razonamiento podía ser una vía para vivir en el mismo plano que sus padres ¿Dónde estaban ellos ahora?
Movió los ojos de un lado a otro mientras sentía sus últimos alientos escapar de su pecho. Buscaba a sus padres, pero ellos parecían no estarla acompañando esta vez, quizás la estarían esperando al otro lado, quizás… Fue su último pensamiento claro antes de que su cuerpo se rindiera ante los embates del cansancio provocado por la anemia, dejándose completamente a merced de los designios de aquel ángel con colmillos de gato que había robado aquel líquido vital de su pecho.
La reacción del ángel de ojos claros había sido de todo menos normal, como si pese a lo poco y nada que lo conocía resultara ajena a él. Por eso es que no pudo más que seguir poniendo esa barrera entre su credibilidad y su temor, la que no obviamente no fue suficiente.
Si solo hubiese corrido, gritado o reaccionado… Era como si la vida misma no estuviese hecha para las personas confiadas, personas como ella, que eran más bien como los frutos más accesibles del árbol, los primeros en ser recogidos. Tal y como ahora, que sentía aquella suave pero aterradora punzada en su pecho que confirmaba cada uno de sus temores. Tanto así, que no era necesario que constriñera su movilidad atrapándola por la cintura y cubriendo los labios para evitar grito alguno. No. Christinne había caído presa de la más tierna resignación, por hace no hacía intentos algunos por frustrar, las al parecer claras, intenciones del vampiro.
Quizás de estar consciente lo hubiese perdonado, porque sabía que como las plantas y ella necesitaban el agua, él necesitaría la sangre. Por eso, aunque se sentía en extremo débil, levantó una de sus manos para intentar apartar aquella que cubría sus labios pero no consiguió más que un par de centímetros, solo lo suficiente para que se vislumbrara la comisura izquierda que temblorosamente intentaba esbozar una especie de sonrisa.
Ironía. No había sido capaz de moverse para proteger su propia integridad, pero había hecho amago de toda la fuerza que le iba quedando para hacerle sentir mejor a él, casi como un perdón prematuro a una acción que aún no había terminado, pero que en su extraño razonamiento podía ser una vía para vivir en el mismo plano que sus padres ¿Dónde estaban ellos ahora?
Movió los ojos de un lado a otro mientras sentía sus últimos alientos escapar de su pecho. Buscaba a sus padres, pero ellos parecían no estarla acompañando esta vez, quizás la estarían esperando al otro lado, quizás… Fue su último pensamiento claro antes de que su cuerpo se rindiera ante los embates del cansancio provocado por la anemia, dejándose completamente a merced de los designios de aquel ángel con colmillos de gato que había robado aquel líquido vital de su pecho.
Christinne Duquette- Gitano
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