Mi refugio, adentrándome en el bosque (Amethyst M. Rosenthal )

Miré el reloj, tan rápido como podía un humano, aun estando completamente sola en mi habitación me dignaba a seguir mostrando las apariencias que me permitían vivir de tal manera. Me ocultaba tras las mejores cortinas que pude conseguir a prueba de sol, eran espesas y tenían un bordeado perfecto, me gustaba darme aquellos gustos. Era incómodo saber que no podría salir de aquella prisión impuesta por mi naturaleza hasta que el astro rey se dignase a desaparecer de la hermosa París, y me dejase a mí salir a la luz de la luna, como alguien abandonado en la noche, como alguien a quien le dejan el segundo plato, sería acaso posible que a pesar de todo lo que había conseguido, algo tan simple como la luz del día me haga sentir tan estúpidamente vulnerable, me molestaba. No había podido hacer otra cosa en casi todo el día, quería salir tan pronto las estrellas se fijasen en el firmamento y si fuera posible antes, pero mi cruel realidad no me lo permitiría.

Finalmente, después de una hora el sol se ocultaba y venía mi parte favorita del día, o mejor dicho la única que podía verdaderamente disfrutar. Me escabullí de mi domicilio, saliendo sin nadie que me acompañase, había elegido un buen atuendo para poder estar rodeada de personas sin ser fácilmente descubierta, sabía que a esas horas no sería fácil ver mujeres de clase alta merodeando por las calles, así que preferí mantener el perfil bajo con un viejo vestido que compré buen tiempo atrás a una gitana, aunque lo había usado pocas veces y por ende no se veía que había pasado buen tiempo desde que fue hecho. Pasé por diferentes lugares, en busca de algo que llamase mi atención, no necesitaba alimentarme pero uno que otro bocadillo me era bastante apetecible después de haber esperado tanto tiempo, además no tenía mucho más que hacer, el día anterior había estado en el Teatre des Vampires y no quería ir tan seguido.

Tomé por sorpresa a un par de jóvenes, parecían simples obreros que volvían del trabajo, no me fue difícil acercarme a ellos y pedirles ayuda, una simple tontería a la que sabía accederían con gusto pues se fijaban bastante en el aspecto físico, lo entendía pues era eso lo que más atraía a mis presas. No me faltó mucho para llevarlos a algún lugar apartado, un simple callejón y terminé con sus vidas, de manera ágil y precisa, ni una sola mancha de sangre me rodeaba. Fue fácil, me tomó poco tiempo imaginarme donde ocultar los cuerpos y opté por llevarlos al bosque, estaba cerca y no me sería difícil cargar con ambos. Los dejé en la entrada del bosque, por así decirlo, mientras yo seguí adentrándome los cuerpos permanecieron inertes y listos para ser encontrados por alguien desprevenido.

Legué hasta un punto que había visitado tiempo atrás, sabía que por ahí existía algún río y quería recordar viejos momentos que pasé ahí, además haber estado cerca de aquellos hombres y haber bebido su sangre me hacía sentir incómoda y tal me podía dar un baño en aquel lugar. Grande fue mi sorpresa al visualizar que ya había alguien ahí, era un completo desconocido pero al parecer había tenido el mismo plan que yo, pude haber ido y matarlo en ese mismo instante pero verlo en aquel específico lugar y en tales circunstancias me demostró que podía divertirme un poco con él, después de todo era bien parecido y una oportunidad así no tenía por qué desperdiciar. Me acerqué sigilosamente, hasta llegar a un punto donde pude divisar la ropa del desconocido, mordí mi labio inferior y me digné a salir de los matorrales que rodeaban el bosque, preguntándome cual sería la reacción del hombre siendo que su ropa reposaba ya a lado mío.