Lydie J. Wickham

-Nombre del Personaje:Lydie Joceline Wickham
-Edad: 23 años aparentes 45 años reales
-Especie: Vampiresa
-Clase Social: Media
-Orientación Sexual: Heterosexual
-Lugar de Origen: Francesa
-Poderes: Confusión, persuasión y encandilamiento

Es una chica agradable para la vista, tiene facciones finas que hacen el juego perfecto para que su rostro parezca de una muñeca de porcelana.

Aunado a la finura de su rostro se encuentra el color celeste que posee en la mirada, aquellos mismos que se confundirían con el cielo.

Su piel es muy suave como si de un durazno se tratara, aunque el color de esta dista mucho de ser encendido pues parece transparente, lo cual le da un aspecto mucho más terso del que ya posee, sus labios son delgados y rosados, con una nariz pequeña y respingada que termina para crear un rostro armonioso

Es alta y delgada, su cabello es rubio y largo, bastante sedoso, generalmente lo trae suelto para que adorne su espalda.

Lydie es una chica fuerte, desde siempre lo ha sido pues posee el carácter de su padre, el hecho de no haber conocido a su madre le deja sin aquél toque femenino que pudiera haber sacado de ella, aunque intenta siempre mostrarse sumisa como debería de ser.

Es bastante voluntariosa y aunque debería de bajar la mirada ante lo que le dijeran a veces simplemente no podía era terca y no podía ocultarlo.

Es demasiado cariñosa aunque al único que puede demostrarle su cariño es a su padre, con eso se conforma, podría dar la vida por él pero no podía.

A veces parece una persona bastante tímida y nostálgica, sin embargo siempre tendrá una sonrisa dibujada, aunque le traten mal ella no responderá con agresiones, sólo sonreirá y asentirá para todo aquello que le digan, ha aprendido que es mejor así.

Se podía decir que es una chica dulce y tranquila, no se altera, nunca se altera y si lo llega a hacer prefiere dar media vuelta antes de dar una mala contestación.

Esa es la parte humana de Lydie, ya que ella a veces puede llegar a ser cruel con las personas que no lo merecen, pero así la educaron y se le quedó perfectamente grabado que este es un mundo donde los fuertes son los que sobreviven y se ha ido forjando a través de esa idea.

No es alguien que crea mucho en las personas, no es fácil que confíe, nunca lo hará a menos que de verdad le hayan demostrado que se puede hacer.

Lydie nació un veintiséis de septiembre, cuando el otoño ha comenzado, mientras su padre lloraba por la mujer que había perdido, su tía se hacía cargo de la pequeña, así pasaron cerca de cinco años.

Su padre por fin se dignó a ver a la pequeña de la cual quedó fascinado al ver la inteligencia que poseía y que había sacado los ojos de la mujer amada, así que desde ese momento se quedó a cargo de su hija, después de que ella no había conocido la vida en familia, ni tampoco la conocería.

Su padre era sirviente de una mansión y le llevaba lo mucho o poco que podía ganar, sin embargo el alimento, la ropa y un techo nunca le faltó a la pequeña Lydie.

A la edad de quince años y cada que ella tenía que ir a comprar cosas para su hogar se encontraba con un hombre, nunca supo su nombre ni nada de él, sólo sabía que tenía una sonrisa encantadora, sin embargo un día desapareció de su vida sin decir más.

Todo iba bastante bien hasta que su padre fue aquejado por un malestar que minaba su vida de a poco, el corazón del hombre ya no quería funcionar como era debido y los cuidados se tenían que hacer cada vez más precisos, a pesar de que él hacía que su hija fuera educada y le instruía para ser una señorita en toda la extensión de la palabra, los deseos del buen hombre no iban a poder verse realizados ya que ella tendría que entrar a trabajar para poder cuidar de la salud de su padre y también para proveer el sustento que les llevaría a casa.

Así fue como consiguió empleo con un joven que carecía de vista, Becker DeWitt, un hombre de mal carácter, prácticamente dependía de los cuidados de Lydie y a ella no le molestaba cuidarle, de hecho lo hacía con gusto, ya que sabe lo mal que le ha pasado en la vida al joven DeWitt.

Después de unos años en servicio se fue de ahí, cansada un tanto de los malos tratos, ella podía soportar cualquier cosa sólo que todos tienen un límite y había llegado al de Lydie, la mujer se fue con lo poco que había ahorrado, se fue a vivir a Toulouse en donde comenzó a trabajar por su cuenta y en su casa, bordaba y lavaba ropa ajena, con el tiempo se fue haciendo de unos cuantos clientes y al final uno de ellos le ofreció dinero por que dejara aquello y estuviera solo en su casa, Lydie no quiso porque ya se había arrepentido una vez de prestar servicios, el hombre comenzó a frecuentarla cada noche hasta que en un momento le dijo que no le interesaban sus servicios si no ella, las palabras la hicieron desatinar y con una de las agujas terminó por pincharse un dedo hasta que sangró, aquél olor volvió lo al hombre y la atacó dejando de ella casi un cadáver, pero recordó que la amaba y decidió convertirla, a pesar de que le había costado mucho adaptarse a esta nueva vida, pudo hacerlo y logró hacer un poco de dinero, tiene ahora un par de mujeres trabajando para ella y de su "creador" no sabe nada pues no le interesa, esta vida no la quería.

-Tiene un anillo con una esmeralda y un diamante, fue regalo del hombre que la cortejaba y la convirtió.