You'll never have my heart

-Nombre del Personaje: Laska
-Edad: 20 aparentes/32 reales
-Especie: Licántropo
-Tipo, Clase Social o Cargo: Clase Baja
-Orientación Sexual: Asexual
-Lugar de Origen: Kiev, Ucrania

Habilidades y Atributos Innatos:

Habilidades: Sigilo, Sentidos Aumentados, Buenos Reflejos, Agilidad, Flexibilidad, Velocidad y Fuerza Sobrehumana.

Atributos: Garras Afiladas, Dentadura Afilada, Rasgos Lobunos (en su forma transformada) y Longevidad.

Poderes Innatos: Transformación, Sanación Acelerada, Percepción del Aura.

Otros Poderes:

Fortaleza: Capacidad de resistencia extrema al dolor físico.

Bloqueo Mental: Habilidad para bloquear su mente para que nadie sepa lo que piensa.

Ojo Superior: Habilidad para tener visión aún con los ojos cerrados o en la oscuridad.

A pesar de provenir de Ucrania, Laska no posee casi ningún rasgo eslavo. Mide en promedio un metro setenta y ocho, con una figura larga y delgada, de curvas poco perceptibles que se esconden aún más cuando usa ropa de hombre. Se ve frágil, pero tiene una gran fuerza escondida bajo una piel blanca y sedosa. Con manos de largos y mortales dedos, especializados en armas blancas y algunas armas de fuego.

Su cabello es largo, ondulado y oscuro, y enmarca a un rostro algo anguloso, de ojos almendrados y de un llamativo color miel, coronados por un par de cejas arqueadas y oscuras. La nariz es recta pero grácil a la vez, y los labios son rosados y carnosos, siempre con una mueca neutral. Los pómulos son pálidos y relativamente huesudos, y terminan de darle a Laska aquel aire rudo y lacónico que siempre ostenta.

En todos los largos años que ha vivido, Laska ha conocido la ley del más fuerte y la ha hecho su filosofía de vida. Es una mujer que aprecia tanto la fortaleza física como la espiritual, y quien no tenga ambas características será despreciado. Ella misma es una clara muestra de lo fuerte que puede llegar a ser una persona con el adiestramiento y la inclinación adecuados.

Incorruptible, nunca traicionará sus ideales, por mucho que se le trate de convencer de lo contrario. Es más, puede llegar incluso a la violencia física con tal de respaldarlos. No le gusta que alguien hable mal de sus creencias o estilo de vida, si esa persona no ha probado aquello entonces no tiene derecho a criticar. Fría, siempre seria, no verás una sonrisa asomando a sus labios, a menos de que te tenga la suficiente confianza, la cual es muy difícil de ganar.

Extremadamente leal a las personas que la han favorecido, las defenderá hasta con su vida si es necesario. Nunca traicionará a la mano amiga, pero será totalmente despiadada con sus enemigos. No conocerá el perdón o la clemencia, ya que son conceptos demasiado alejados de ella. Apenas puede sentir algo parecido al amor, dado su estilo de vida al borde del abismo mental. Lo único que su mente puede procesar son órdenes, más que nada.

Nacida en Kiev bajo el seno de una familia pobre, fue abandonada a su suerte en un orfelinato cuando tenía alrededor de un año. Desde ese entonces, Laska-como fue llamada por la organización al desconocerse su verdadero nombre o su familia- demostró un temperamento fuerte y una mentalidad a toda prueba. Solía pelear con otros muchachos en las épocas de escasez de comida o en las temporadas de demasiado frío, para resguardar su propia vida si era necesario. A la tierna edad de cuatro años, la chica era una verdadera superviviente, y se comportaba de maneras prácticamente salvajes. Eso llamó la atención de ciertas personas, que vinieron a adoptarla para someterla a un brutal entrenamiento.

Aquellos hombres eran más que nada cazadores y mercenarios en busca de un “experimento”. Buscaban niños abandonados a los que no les importara demasiado su vida, en pos de entrenarlos para ser “soldados perfectos”. Laska fue una de las primeras en someterse a tamaña barbaridad, en contra de sus deseos. Todos los días la ataban con cadenas y la hacían tratar de alcanzar su plato de comida. Otras veces la hundían en agua congelada y la mantenían allí hasta que no sintiera sus extremidades. Lo peor era cuando la encerraban en la oscuridad de una Dama de Hierro, para que su carácter se fortaleciera. La idea era que, al final, simplemente no sintiera nada.

Todas esas artimañas causaron traumas espantosos a la niña, la cual se esforzaba día a día para no morir. Al final, se dio cuenta de que si eliminaba todos sus pensamientos, no sentía nada. Así que decidió dejar de sentir. Se fue el miedo, se fue el dolor, se fue el cariño. Sólo quedó, en lo más profundo de su corazón, una ira encerrada que amenazaba con abrirse de vez en cuando. Los mercenarios habían cumplido su objetivo. Y cuando Laska no sintió compasión, le enseñaron las artes del asesinato. Eso fue cuando la chica tenía siete años. A esa edad, cualquier niño se habría horrorizado ante la idea de asesinar a alguien, pero Laska simplemente no sentía. No le daba asco rebanar cuellos, ni asistía a las súplicas de clemencia cuando cercenaba extremidades. No sentía pavor al ver el último aliento de aquellos a los que les arrebataba la vida. Sólo podía sentir ira, una ira que no sabía a quién dirigir.

Pasó alrededor de dos años más con aquellos cazadores. Cumpliendo todas las órdenes que le daban. Muchos jóvenes, adiestrados desde niños como ella misma lo fue, vivían de ese extraño estilo de vida al borde de la locura, al borde de la ira. Asesinando a diestra y siniestra a todo lo que se le ordenara matar. En una de esas misiones, Laska tuvo que enfrentarse a una criatura sobrenatural. Un licántropo, para ser exactos. No fue una lucha fácil, ya que el ser estaba totalmente descontrolado, y aunque Laska era fuerte, no podía hacer demasiado. De igual forma pudo matarlo, pero se ganó una mordida en la pierna que le causó un dolor espantoso. Fue la primera vez después de casi cinco años que la niña derramó lágrimas.

Sabía muy bien en lo que se había convertido, y sabía además que sus propios maestros le darían caza, por lo que prefirió huir, dejar falsas pistas sobre su muerte y escapar al otro lado del mundo. Lamentablemente para ella, aquellos experimentados cazadores no se tragaron la mentira, y se vio obligada a huir para sobrevivir, robar para comer, matar para no ser descubierta. Recorrió gran parte de los bosques de Siberia, esperando que nadie se adentrara allí, pero los hombres resultaron ser tenaces y muy fuertes, y en un momento se vio acorralada y a punto de morir. Los viejos sentimientos que estaban tratando de ocultarse salieron a la luz. El miedo, el dolor. La ira. Una ira sin límites que amenazaba con escapar. Y en ese momento escapó, tomando como víctimas a aquellos hombres. Todos sus perseguidores cayeron, uno por uno, bajo las artes que ellos mismos le habían enseñado. Al final, Laska se quedó sola.

Muchos años pasaron desde eso, muchos años donde la chica aprendió, en parte, a controlar a su licano interno, a fuerza de los mismos métodos que habían usado con ella cuando niña. Se empleó varias veces de mercenaria para ganar un poco de pan, un techo para dormir. Laska era una sobreviviente, como siempre había sido desde que nació.

Por culpa de sus períodos de encierro en aquella Dama de Hierro, Laska le tiene miedo a la oscuridad, aunque siempre trata de enfrentarlo.
Tiene vagas nociones de lectura y escritura, por el hecho de que trató de aprenderlas sola.
Por alguna razón detesta a los felinos.
El nombre que su familia le dio al nacer era Mariya, aunque ella no lo recuerde.
Usualmente se viste como la señorita que es, pero cuando tiene que trabajar usa ropas de hombre.
Cuando su ira explota, no controla su fuerza.