Mi querido primo Maks [Priv. Maks Kuznets]

La noche se había convertido en mi eterna compañera. Desde el día en que, encaminándome hacia mi nuevo hogar, un grupo de vampiros hambrientos atacaron mi carroza. No sabría decir que sería de mi si mi preciado primo Maks no estuviera allí. Probablemente ya estaría muerta.
Muchas veces había deseado estar muerta a cambio de devolver a mi difunta madre a la vida, pero ese momento era, por lo menos, poco oportuno. Nunca me lo habían dicho, pero intuía que una buena suma de dinero había sido pagada por mí y si hubiese muerto sin llegar a mi destino, el dinero tendría que ser devuelto y eso a mi padre no le gustaría para nada. Por otra parte, no sabría decir cuan contento estaría mi señor padre si descubriera en lo que se había convertido su única y poco querida hija. Pero por otro lado, probablemente ya le daba igual mi destino pues se había deshecho de mí, sacando un buen partido de mi boda.
Por suerte tenía a Maks. Maks me entretenía, intentaba disipar mis pensamientos y hacer que me divirtiera. Lo más seguro es que lo hacia porque sentía cierta culpa por haberme convertido en vampiro, estaba segura que no era su intención hacerlo. Probablemente quisiera mantener en secreto su nueva raza adquirida, pero gracias a mí, no pudo ser posible.
A decir verdad casi no recordaba a Maks, pues nos veíamos solo cuando yo era muy pequeña y un día, sin aviso previo, dejo de visitarnos. Supuse que lo más seguro es que se había tenido que mudar y nunca le cuestioné ni le escribí una carta, pues desconocía la dirección de su nuevo hogar. Era curioso como, en tan poco tiempo, Maks y yo volvimos a ser tan cercanos. Lo más seguro es que yo me aferré a él debido a que no tenía a nadie en Francia y Maks era un amigo permitía que no me sintiera una completa extraña en este país. Sin embargo, ¿por qué Maks se había encariñado tanto conmigo en tan pocos días y aceptaba a cualquier paseo que le proponía? No lo sabía... supuse que quizás era una petición de mi padre hasta el momento en que me acostumbrara a mi nueva condición.
Observé a Maks. Estaba en silencio, me había ofrecido su brazo para que pudiera apoyarme en él y me fuera más fácil desplazarme, pues mis largas faldas me dificultaban mucho el movimiento.

-¿En qué piensa, мой господин? - Le pregunté a Maks curiosa, parecía estar metido en sus pensamientos y no paraba de rumiar – No quisiera ser indiscreta, pero su silencio me provoca curiosidad.

Habíamos salido a pasear como cada fin de semana y esta vez no sabría decir si nuestro paseo acabaría en eso, o me llevaría a otro lugar espontáneamente, como hacia de vez en cuando “para cambiar de aires” decía.
Lo cierto es que el tiempo estaba tan agradable que no me importaría seguir paseando y nada más. Al ser verano aunque sea muy entrada la noche, no se sentía frío. Aunque en mi condición de vampiro, probablemente en invierno podría ir con atuendos de verano y no sentiría frío de todos modos.

No era pues una noche especial no había nada que la hiciese distinta a las demás. El manto oscuro que cubría el cielo mostraba pequeñas estrellas que acompañadas en presencia de la luna creciente, brillaban con total esplendor.

El eco de nuestros pasos resonaban, desde el día en que ese conjunto de vampiros atacaron a Melanya no había podido "descansar" con tranquilidad. Me vi obligado a convertirla en un monstruo según se vea, no era nada bueno ser un "chupa sangre" había muchos peligros que acechaban a esta especie y temía que por mi culpa le sucediese algo a mi adorada prima. ¿Quizás fue egoísta por mi parte convertir a Melanya y no dejarla morir? Recuerdo con claridad el tono rosado de sus pómulos el día en que la vi de nuevo, tras un largo periodo sin saber nada de ella. A mi me parecía la misma Melanya de siempre, educada, delicada, bella, que poder decir de ella? La adoraba por completo y mira lo que había conseguido, merecía por tal hecho que la santa inquisición diese conmigo o algún hombre lobo con tal de recibir mi castigo. ¿Como había podido dejarla desprotegida?¿Como había permitido que la atacasen hasta el punto en que casi muere?

De repente, ella apareció en mi mente, no entendí porque se hacía tan presente su recuerdo en mi, desde que mi joven prima llego a París, miles de recuerdos de mi vida humana habían hecho acto de presencia pero.... porque ella era la que más predominaba mis recuerdos? Odiaba a esa mujer así que... porque? Perdido en mis pensamientos, andaba junto a Melanya la cual me llamó la atención.

-En el pasado - murmuré, quizás a otra persona no le habría contestado, quizás simplemente le habría atisbado de mala manera pero Melanya era especial, ni a mis padres les concedía tal trato - Le importaría poder dejar las formalidades conmigo? Si no le es incomodo - Para mi Melanya era alguien a quien quería y que me agradaría que dejase de hablarme con tal respeto pues así parecía que nosotros no eramos para nada cercanos y a mi me gustaría poder ser alguien cercano a ella. Entendería, pues, si la joven no quisiera ser más cercana al causante de su perdida humana.

Cuando le cuestioné a Maks en que estaba pensando, este me confesó que en el pasado. Parecía ser un pasado bastante tedioso, pues la respuesta fue corta y concisa. No me proporcionó ninguna información que yo pudiera usar para apaciguar su ánimo. Decidí no preguntar más, pues probablemente, llegaría a algo que Maks quisiera olvidar o por lo menos no contar a nadie más que a su almohada.
De pronto, Maks me pidió que si no me importaba, le gustaría que me dejara de formalidades con él, pues probablemente estaba intentando ser más cercano a mi. Sonreí. Sería muy extraño para mi hacer aquello, pues hasta con mi padre hablaba de usted y sería altamente inusual para mi tratar a alguien de tú.
Valía la pena intentarlo pues, a fin de cuentas, Maks me había salvado la vida y lo mínimo que podría hacer es tutearle si él mismo me lo pedía. Probablemente alguna vez me equivocaría y le volvería a tratar de usted, pero esperaba que Maks fuera paciente conmigo. Era lo único que le pediría.

-No me será incómodo – Le dije curiosa – Pero algo difícil pues nunca he tuteado a nadie. Espero gozar de su... tu paciencia con respecto a ello – Le aclaré con una sonrisa.

Mientras seguíamos paseando por los alrededores de París me di cuenta que me sobrecogía el buen humor. No me podía imaginar que el hecho de tutear a alguien me causaría tanta felicidad. Probablemente era debido a que eso me infundiría nuevas emociones, quizás débiles, pero quería experimentar cosas nuevas, por muy efímeras que fuesen. Quizás eso me demostraba que aún seguía viva.

-¿Tenías algo pensado Maks? - Pregunté contenta, aunque me di cuenta que era una pregunta poco especificativa – Me refiero, ¿solo tenías pensado dar un paseo o hoy también tendré la suerte de gozar de una sorpresa?

Maks pocas veces me llevaba a un lugar poco usual para mí. A veces eran restaurantes, otras parques nuevos o hasta lagos. Era curioso, pero me gustaban todos los lugares que me ofrecía para visitar Maks, quizás sus gustos eran más parecidos a los míos de lo que pensaba y por fin había conseguido un hermano que jamás pensé que lograría tener. Apoyé mi cabeza en el hombro de Maks mientras sonreía ampliamente.

Estaba nervioso. ¿Nervioso, yo? No, no podía ser eso, alguien como yo no debería ponerse nervioso por nada, es una tontería. Quizás al estar así con Melanya me recordaba a los viejos tiempos con aquella pelirroja, era irónico puesto que mi prima y esa sucia cortesana eran polos opuestos. Era alguien realmente rastrera, meticulosa y calculadora, por eso era un vampiro, era un ser despreciable y sin corazón, a ella le quedaba mejor aquello que se decía “no tiene sangre en las venas” no, ella tenía veneno de esto estoy seguro. ¿Por qué ahora sentía este dolor? ¿Se debía a caso a que Melanya se había transformado en un ser del averno cómo yo? ¿Sería porque yo y solo yo tenía la culpa de tal hecho? Suspiré y presté atención a lo que la joven señorita me decía.

- Tranquila, tómese el tiempo que crea necesario, no la presionare. – quería sentirme más cercano a ella. ¿Por qué? Quizás el motivo era el que era su primo y la culpabilidad de haber destrozado su vida estaban claramente pasándome factura puesto que mi conciencia , cosa que creí haber perdido, me decía que tomase responsabilidad sobre la transformación de Melanya. No era una persona de, digamos, mucha paciencia pero sabía que con Melanya eso sería diferente. Por ella me interpondría entre ella y una estaca, incluso si llegase el día en que la persiguiesen los cazadores, tenía más que asumido que yo haría de cebo mientras ella escapaba. ¿Era mi prima alguien tan importante como para dar mi “vida” por ella? Si.

Sonreí tras escuchar sus palabras, su timbre de voz era cómo un canto angelical ¿era normal pensar eso sobre tu prima? Quizás yo era un obsceno, o indecente pero creo que lo que sentía por mi prima no era simple amor familiar si no algo más.

-Mi preciada Melanya, quizás goces de una grata sorpresa o quizás no ¿quién sabe? – Mis pasos habían sido calculados, por supuesto que se llevaría una sorpresa. Sin que ella aún lo supiera, nuestro camino ya estaba planificado. ¿A dónde íbamos? No muy lejos de aquí había un precioso lago y hoy la luna se mostraba enorme y preciosa, Melanya era digna de ver eso y más. Puede ser que no haya nada tan hermoso cómo Melanya en este planeta pero, todo lo que crea bonito, quiero mostrárselo todo. Todo lo hermoso de este planeta, estaba creado con el fin de hacer feliz a Melanya.

Era curioso lo simpático que era el joven, ¿por qué seguía a mi lado? No hacia falta pues me había escoltado como mi padre le había pedido... ¿por qué entonces seguía guiandome por París? ¿por qué me sacaba a pasear cada día a un lugar diferente? Era curioso... quizás se sentía culpable por haberme convertido... hice una mueca, ¿debía decirle ahora que no debía de ser simpático conmigo solo porque me había convertido en vampiro y que no era su culpa?
A mi pregunta con respecto a si el lugar a donde me iba a llevar hoy sería o no sería una sorpresa para mi, el joven me respondió dejando mi cabeza con más dudas de las que ya tenía. De lo único de lo que estaba segura es que a Maks le encantaba estar rodeado de un halo de misterio y lo cierto es que se le daba bien.
Simplemente me dejé guiar por Maks, era curioso la confianza que le había depositado en tan poco tiempo, pero también debía decir que mi principal problema no era precisamente la desconfianza pues, hasta en un desconocido con el cual había hablado unas cinco frases, le podría confesar aspectos de mi vida privada... ¿debía confiar en que Maks hacia todo lo que hacia por simple amor familiar o simplemente para sacria su culpa? Me mordí el labio inferior.

-Maks... - Empecé – Si no quieres responder, no lo hagas, es solo para saciar mi curiosidad – Dije haciendo una pausa sin dejar de avanzar - ¿Por qué te tomas tantas molestias para entretenerme casi cada día?

¿Por qué me había empeñado con ello? ¿realmente era tan importante para mi saber la respuesta de ello? Pensandolo bien, sí. No quería que las personas estuvieran a mi lado solo porque se sintieran culpables, solo porque les de pena, solo por obligación, como hasta ahora. Ahora tenía una nueva vida, y quería cambiar las relaciones en las que había vivido, debía hacerlo para sentirme bien conmigo misma.

Podría comenzar a tatarear, más bien creo que mi subconsciente dio la orden de hacerlo. ¿Qué canción era? Supongo que Melanya la conocería mejor que nadie puesto que nuestras madres la cantaban con frecuencia. Era una especie de nana pero a la vez podía ser cantada en cualquier ocasión. Era una melodía hermosa digna de conmemoración. Al menos eso es lo que yo pienso, quizás esto se deba a que me recordaba a aquellos tiempos en los que aún era feliz.

Después de decirle a Melanya que quizás se llevaba una sorpresa o quizás no, esta pareció guardar silencio. ¿Había hecho mal en ocultarle nuestro destino? No. No lo creía. Creía que si esta no sabía a dónde nos dirigíamos, su sorpresa al llegar aún sería mayor. ¿Qué otra cosa podía hacer? Le ofrecería la Luna si esta estuviese entre mis manos. Las estrellas si por mí fuera. Le entregaría todo, no dejaría que nunca le faltase de nada, no dejaría que nunca nadie le pusiese un dedo encima. Valiente sería el desgraciado que llegase a hacerlo. Una tumba profunda terminarían por cavar si eso llegaba siquiera a suceder.

Dejé a media la melodía, para prestar atención a lo que mi prima decía. Que ella pronunciase mi nombre era cómo escuchar música celestial. Un ángel recién bajado de los mismísimos cielos pronunciando mi nombre. ¿Era tan fuerte el cariño que sentía por mi prima? ¿Era simple cariño familiar lo que sentía? Comenzaba a dudarlo con creces.

- No es molestia alguna pasar contigo parte de mi tiempo, si resulta incomodo para ti, no dudes en decírmelo - No había pensado que quizás me estaba volviendo algo persistente y pesado, que quizás haciendo este tipo de cosas Melanya se cansaría de mi y que no me perdonaría en la vida por haberle hecho lo que le hice.

Nuestros pasos andaban cerca de nuestro destino. Se podía divisar parte del lago pero aún no habíamos llegado a la mejor parte. Entre árboles y flores cubiertas por el rocío de la noche, nos abríamos paso observando ante nosotros el vasto lago que reflejaba el cielo de esos momentos.

- No está en mi poder el poder regalarte la luna puesto que no hay modo alguno de reducirla y bajarla de el cielo pero espero que te guste las vistas que esta ofrece.- me aclaré la garganta, como si fuese a decir algo realmente importante- Quiero que sepas que estaré aquí, a tu lado, para lo que necesites. Incluso si a pleno día te sucede algo, llámame y acudiré a ti en cuanto antes. - Sabía que el número de cazadores de la zona había aumentado y que hacía poco habían atacado a un vampiro a plena luz del día. No me importaba quemarme al sol si era por Melanya. No me importaba morir si ella vivía.

Me percaté de que Maks empezó a tararear una canción. Debía afirmar que me sonaba, pero de una forma muy lejana, como si fueran parte o bien de mi profunda infancia, o de un sueño que algún día había tenido siendo aún humana. Debía decir que fuese como fuese, era una sensación reconfortante pues tanto si fuese un recuerdo de mi infancia como de un sueño, eran dos cosas que ya no podría recuperar jamás y recordarlas era algo gratificante.
Pensaba que había acabado con la canción y procedí a hablarle, pero me equivoqué haciendo que la nana fuera cortada. Me sentí ciertamente mal debido a que había obligado que la melodía cesara a pesar de que era preciosa... esperaba que al terminar de responder mi pregunta retomase la canción o debería de ser yo misma la que se lo pediría.
El joven me afirmó que no era ninguna molestia pasar su tiempo conmigo más temía que la que probablemente estuviera disgustada con su presencia era yo y que quizás preferiría estar sola que en su compañía.

-No, no, no – Exclamé quizás demasiado fuerte – Era solo que... tenía entendido que tienes bastante trabajo por las noches, quizás te estaba distrayendo y no era algo que quisiera hacer. A mi me encanta pasar el tiempo contigo – Dije con una sonrisa - Pues... eres la única familia que me queda en toda la Tierra – Me di cuenta que quizás sonaba demasiado melancolica y era extraño afirmar aquello pues recientemente habíamos vuelto a encontrarnos y confirmar aquello era algo... precipitado, ¿no?

Dejé que el joven me guiara libremente hasta el destino que tenía preparado. Me tambaleé de pronto, pero atribuí aquello a que me había tropezado sin querer con mi propio vestido. Era tan patosa que a pesar de que las nodrizas me dieran mil clases para parecer toda una dama, en el momento más inoportuno, acababa metiendo la pata. De pequeña siempre me caía al suelo liandome con las faldas del vestido creando un fuerte descontento en mi padre. Con el tiempo, cuando crecí, aprendí a caminar con mas dignidad y poste... era lo mínimo que podía hacer.
El joven se paró en seco haciendo que volviera de entre mis pensamientos y me fijara mejor en lo que nos rodeaba. Estaba tan absorta en mis pensamientos, que había confiado completamente en el joven como si confiara en mi misma. Tosí un poco debido a que me notaba muy seca la garganta e intente con aquello normalizar su estado, pero no surgió efecto.
El paisaje que nos rodeaba no tenía palabras que pudieran describirlo en su totalidad. Era tan bello y armonico que serenaba el alma... más por alguna razón no podía disfrutarlo en su plenitud debido a que me encontraba cada vez peor y mi mente se percataba de las cosas con cierto retraso.
En aquel momento el joven me comentó que no estaba en su poder lograr regalarme la luna puesto que era algo imposible, pero si aquello hubiese sido posible no dudaría en hacerlo. Me aclaró que aquellas palabras simbolizaban que estaría a mi lado siempre que lo necesitara inclusive si en pleno día necesitaba ayuda no tenía que dudar en llamarle.
Tenía la mente ciertamente nublada sin saber bien el por qué, pero aún estando en aquel estado podía comprender que las palabras de mi querido primo eran ciertamente imposibles. El sol... le quemaría...
Mi estado empeoraba con cada segundo que pasaba y me sentí desfallecer de forma literal. Las piernas empezaron a fallarme obligandome a precipitarme hacia el suelo. Intenté aguantarme en pie, pero no lo logré, ¿por qué sentía esta repentina debilidad? ¿a qué se debía? Cuando salí de casa no me sentía de esta manera, estaba plena de mis fuerzas vampiricas y no cabía duda que si lo deseara podría mover... ¡¡mover una carroza si me lo proponía!! Sin embargo ahora, estaba cayendo precipitadamente al suelo... ¿por qué notaba la garganta tan seca?

Sentí un inmenso alivio cuando la joven negó la idea de que mi presencia le fuese incomoda. Al parecer Melanya tenía entendido que estaba ligeramente ocupado. Pobre Melanya… mis únicos pasatiempos en esta vida, hasta ahora, eran los burdeles. Buscar a aquella pelirroja que un día me apresó en sus redes, engañándome con cuentos de hadas. ¿Eterna felicidad? Esa mujer… había sido mi eterna perdición, eso era.

La voz de Melanya me hizo volver de entre mis lúgubres y dolorosos recuerdos. Mi prima, mí adorada prima. Gracias a ella mi “vida” era más llevadera, pero por desgracia yo había sido el causante de su transformación. No la culpaba si esta sentía rencor hacia mí, podía clavarme miles de estacas, desmembrarme, quemarme… si era ella… no me importaría morir de la manera más dolorosa del universo. Lo aceptaría.

- Es realmente un alivio escuchar ero, la verdad es que últimamente no tengo nada que hacer por lo que no es necesario que te preocupes por eso. –No pude evitar dejar que una sonrisa llena de ternura escapara de mis labios. Solo Melanya podía ver esa sonrisa puesto que era dueña de todas y cada una de mis emociones. Sentí como si me oprimiesen el corazón, era irónico pues este había dejado de latir hace tiempo. –Lo siento… - ¿Cómo podía simplemente disculparme? Era por mi culpa por lo que Melanya había perdido toda su familia, solo me tenía a mí ¿y eso me alegraba? Era un ser despreciable, de eso no había duda alguna. Si hubiese tenido más cuidado… seguirías siendo humana y podrías…. Seguir con tu padre.

Se hizo el silencio mientras nuestros pasos llegaban, por fin, a nuestro destino. Esperaba que le gustase. Esperé a que la joven hiciese algún comentario pero… el silencio siguió sin ser mancillado. Entendía a la perfección el posible desprecio que guardaba su ser hacía mi. ¿A caso esperaba que después de ser el culpable de su transformación, mi prima me quisiese? Era un iluso. ¿Por qué la seguía molestando? ¿Por qué no tuve más cuidado aquel día?

Algo iba mal. Ahora, en estos momentos, di gracias por tener los reflejos más desenvolupados y ser más ágil en cuando a los movimientos. La atrapé, antes de que cayese al suelo. ¿Qué le sucedía? ¿Qué le pasaba? ¿Se encontraba mal? ¿Por qué no me lo había dicho? La miré, asustado de lo que podía estarle pasando. Mi garganta se había cerrado, cortándole el paso a las palabras, omitiendo cualquier sonido que las cuerdas vocales pudiesen emitir. ¿Y si había enfermado? ¿Los vampiros enfermábamos? ¿Qué podía hacer?

- Melanya, ¿qué es lo que te sucede? – la moví ligeramente, esperando a no ser muy brusco con el leve zarandeo. ¿Qué le ocurría? Quizás…. ¡Podría ser esa la causa! Más bien, estaba seguro de ello, debía ser eso… esperaba que fuese eso.

Me llevé una de mis muñecas a la boca, rasgándome la piel con los colmillos, haciendo una herida un poco profunda. Dejé que la sangre fluyese por el corte y le aproxime mi muñeca a Melanya.

- ¿Cuándo fue el último día que te alimentaste? – sabía que Melanya no era muy partidaria de beber sangre de humanos y sabía que no estaba muy acostumbrada a tomar sangre y por ello… esta podía pasarse días sin tomar ni una sola gota.

Por suerte, los reflejos de mi querido primo no le fallaban como a mi ahora y consiguió atraparme antes de que mi cuerpo se encontrara con el frío suelo nocturno pues estaba tan débil que a pesar de poseer un cuerpo más firme que el de un humano corriente, tenía la sensación de que si me hubiese llegado a caer, probablemente me hubiese roto más de un hueso.
Escuchaba la voz de mi primo, pero esta resultaba ser tan distante que apenas podía entender lo que me decía. Escuchaba su voz y mi capacidad mental aún me era fiel y me anunciaba que el que me hablaba era mi primo, pero tan solo captaba palabras sueltas de las frases que me decía.
Noté que me zarandeaba, pero tenía la mente tan ausente que apenas lo notaba... ¿qué me pasaba? ¿a caso me estaba muriendo? ¿sería este mi final tan repentino? ¿como lo justificaría mi primo a mi señor esposo? Mi primo era listo... seguro que podría inventarse algo como que nos atacó una manada de leones y yo no pude escapar porque... hay leones en París ¿cierto?
Miré a mi primo, me había acercado su mano. Quizás quería tocarme y temía hacerlo por si me dañaba... ¿tan débil estaba que las personas ahora temían tocarme para romperme? Le sonreí, o al menos eso pretendí pues no sabría decir cual era el resultado final, mientras levantaba mi mano y acariciaba una de sus mejillas.

-No tengas miedo – Le dije mientras apoyaba mi mano aunque me costase horrores – No me harás daño, no estoy tan débil. Puedes tocarme.

Bajé la mano y cogí la mano que me había acercado y me la acerqué a la cara para que pudiese tocarmela pues pensé que era eso lo que deseaba hacer... más el olor que desprendió la mano impregnó mis fosas nasales como si de elixires vitales se trataran. Sentí una necesidad tan fuerte de morderle la mano y absorber lo que tuviera en su interior, que apenas podía resistirme... pero no podía hacerle daño a mi primo... no a él... no a la única persona que me quedaba en París.

-No... - Dije intentando alejar la mano – No... no quiero hacerte daño.

La tentación de morderle era tan fuerte que resistirme era una tortura, me sentía un ser tan horrible que estaba a punto de llorar debido a lo que iba a hacer. No quería dañar a la única persona que me era realmente querida en aquellas tierras desconocidas. No conocía a nadie, no sabía nada. Pero no... no podía resistirme más... debía morderlo... no... ¡¡No!!
Sin saber muy bien las razones de mis actos reuní todas las fuerzas que me quedaban en una de mis manos y llevada por los posibles delirios por falta de fuerzas le propine una bofetada a mi primo sin razón aparente. Más bien, no supe si lo que le di fue una bofetada como tal, pero la intención era esa.
Cuando me di cuenta de lo que había hecho me lleve ambas manos a la boca mostrando mi sorpresa y le miré rogando perdón. ¿Qué estaría pensando? ¿como podía excusarme? ¿como podía explicar el por qué de mis actos si nisiquiera yo sabía por qué le había pegado? Sentí como las lágrimas empezaban a caer por mis mejillas... no quería dañarle... pero lo había hecho de todos modos.