El Diario de un vampiro

En este diario se escribirán diferentes formas de texto que representan una parte de la vida de Ethan, filosofía, medicina, todo ello se vera en pequeños pensamientos del vampiro que acercan la visión del mismo con la realidad que hoy en día fuera de estas letras se presenta.
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Humanizando al ser humano

Parece casi irónico la necesidad de sensibilizar al ser humano e incentivar su humanización en aquellas disciplinas que se encuentran al servicio de nuestros congéneres, tal vez por eso resulta hasta gracioso encontrar que se deba enseñar esto a los profesionales de la salud, pues al fin y al cabo siguen siendo humanos. Pero el motivo no está alejado de la misma realidad donde sentimientos y emociones nos han alejado de ser la sociedad estéticamente perfecta que los libros parecen buscar mostrar a todos; y tanto el egocentrismo, la frialdad, la apatía, la falta de paciencia, o la misma exageración han convertido nuestro día a día en un teatro melodramático que si lo viésemos como espectadores hasta nos parecería gracioso. Y es entonces cuando nos damos cuenta que somos menos humanos de lo que deberíamos ser, y por ello una enfermedad crónica, una enfermedad neurológica o alguna que otra catastrófica como el cáncer o accidentes premeditados, nos obligan a vivir en la realidad de la incomprensión y determinan que nuestra autoestima y fuerza de voluntad se pierdan arrastradas por el rio, que es la misma sociedad que por competencia, o lo que Darwin llamaría supervivencia del más apto, nos convierten en inválidos, consolados solo por la lástima que en vez de ayudar, lastima.
Sin embargo a pesar de la deformación humana, o aquellas escaramuzas que libran otros contra el sentimiento de culpabilidad cuando en una u otra situación, que algunas veces se sale de sus manos, termina en el trágico y aciago destino que es la muerte. Como humanos le tememos, tal vez no queramos dejar este mundo que aunque lleno de sufrimiento nos entrega cada día esos pequeños detalles que nos alegran y a veces nos hacen esbozar una sonrisa placentera, aquellos detalles que en nuestro lecho, cuando la enfermedad se convierte en una realidad innegable se han de ver magnificados aumentando no sólo para nosotros sino para nuestros familiares y amigos, es entonces que el pánico con un amargo sabor se cuece entre todos los presentes. La medicina como ciencia y arte es limitada, a veces el equipo de salud pone todo el esfuerzo a su alcance, pero la muerte se agarra con fuerza negándose a perder, es entonces que el paciente ve como la vida se le escapa poco a poco, algunos tratan de luchar, otros solo se rinden, y algunos otros terminan aceptándolo, sin embargo para un paciente y sus allegados siempre queda ese dejo de esperanza, o aquella confianza inocua que tienen en el tan humano médico, otro ser que aunque intenta ser objetivo termina por sentir tanto aquella enfermedad como el mismo paciente.
Aquellos que lo hemos vivido, de una u otra parte entendemos la desesperación, el ansía, el miedo a fracasar y el temor a la muerte que se siente en cualquiera de los tres lugares, ver llorar un paciente en nuestro hombro no es fácil, sentir como un paciente en una ambulancia toma tu brazo y pregunta si vivirá lo es menos aún, también el sentir la resignación de aquellos pacientes con metástasis que al final terminan por vivir con ello, y aunque mi experiencia es limitada en este campo de tres, entiendo lo duro que puede ser para el equipo de salud tanto en urgencias, en cuidados intensivos o en aquellos lugares donde la noción de la muerte ronda cualquier pensamiento que se pueda tener. Sin embargo es aún más duro ser el familiar, el amigo, pues te sientes impotente, los recuerdos, aquellas cosas que debiste decirle, o debiste hacer, aquel favor que no hiciste, o tal vez aquella vez que desobedeciste o peleaste con esa persona que ahora esta tendida luchando por su vida, o peor aun viviendo una vida que no le pertenece por que en realidad ve la limitación de su espíritu concentrada en la debilidad de su cuerpo.
La familia en la mayoría de los casos lleva un peso en su espalda sin importar que tipología sean, integradas, aisladas… etc. no importa para una y para la otra se convierte en una catástrofe, un caos inminente que aunque a veces puede ser más alentador por que hay alguien capaz de liderar y encargar tareas, el duelo se bate entre los presentes. El tiempo se limita para cada uno, y aunque muchas veces una persona carga más tiempo la difícil tarea de cuidar al enfermo, las otras también sufren el desgaste emocional que conlleva la situación, y puede terminar en un síndrome parecido al burn out para aquel cuidador principal, pues muchos tratan de evadir aquella situación para no darse cuenta de la realidad en la que se encuentra aquel ser querido.
Mas sin embargo lejos de esto se encuentra la posición del equipo de salud, en este ensayo en particular del médico, el cual como bien se ha planteado en las clases debe formarse para ser capaz de ser un apoyo y un verdadero servidor para el enfermo y la familia que le son encargados. Esto en especial, por que muchas veces se peca por ignorancia, poca prudencia o falta de sutileza, si bien es difícil dar una mala noticia, debemos ser capaces de encontrarnos con la verdad y hablar sincera y claramente con el paciente y su familia sobre la situación en la que se encuentran, hacerles entender que en el peor de los casos siempre se estará presente, y que aunque como se decía antes la medicina es limitada en la curación, los cuidados paliativos pueden ser la esperanza que tanto como pacientes y familiares se anhela, pues el sufrimiento es a veces tan escandaloso como la escarlata sangre cuando brota en abundancia, una experiencia que nadie desea degustar, aunque sepa que su fin esta cerca. “La Medicina no viene a ser otra cosa que la ciencia y el arte hermanados para aliviar el sufrimiento humano que de seguro, no es meramente corporal, sin que sea ella la que lo hace, sino un intermediario, un instrumento suyo que se llama "médico".” Sánchez, F (s.f). Temas de ética médica

Es entonces cuando entendemos que los silencios no solo son instrumentos del escritor, o del actor, también lo son de los médicos pues aparte de curar el dolor también deben ser intermediarios en el sufrimiento emocional de la familia, el solo acto de escuchar, o de simplemente estar allí, se convierte en aquella otra parte de los cuidado paliativos a la que tanto le huimos. Tal vez esto sea por la incapacidad muchas veces de controlar nuestras emociones y sentimientos que se ven entremezclados con los del mismo paciente y su familia.

En conclusión no basta solo con buscar la cura o el diagnóstico, es necesario entender que a pesar de ser diferentes, de cometer errores, el arte de la medicina no se basa en curar, pues hay ciertas enfermedades que muestran la limitada ciencia que se conoce sobre el ser humano. Debemos entonces interiorizar los principios éticos evitando el miedo de decir la difícil verdad, pues no podemos entrar tampoco en un complot de silencio donde el paciente, los familiares o ambos sean cegados de la realidad, pues debemos otorgar las herramientas y el apoyo donde el paciente sea capaz de desarrollar el ejercicio libre de su auto-determinación y se establezca una relación de confianza con el equipo de salud, esperando dar a todas las partes la paz necesaria para la resolución de la enfermedad y con ello un duelo menos arduo para la familia y el equipo de salud, y una pasaje más amigable para el paciente.