AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Kareena Blair
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Kareena Blair
DATOS BÁSICOS
-Nombre del Personaje: Kareena Blair
-Edad Real: 37 años
-Edad Aparente: 16 años
(Dice tener 19 años)
-Especie: Cambiaformas
-Tipo: Felina
• Gato Herrumbroso
• Margay
• Pantera Negra
• Margay
• Pantera Negra
-Clase Social: Alta
-Orientación Sexual: Heterosexual
-Lugar de Origen: París, Francia
-Habilidades:
• Sentidos aumentados
• Sentido del peligro
• Agilidad y reflejos sobrehumanos
• Sanación acelerada
• Gran agilidad y habilidad de camuflaje.
• Sentido del peligro
• Agilidad y reflejos sobrehumanos
• Sanación acelerada
• Gran agilidad y habilidad de camuflaje.
- Debilidad:
• Poca fuerza y resistencia en una lucha cuerpo a cuerpo
DESCRIPCIÓN FÍSICA
- Spoiler:
Kareena Blair es una mujer que aparenta poco más de 16 años. Delgada aunque bien proporcionada, mide 1.55 mts de altura con 50 kg de peso.
Su cabello es de color negro con visos rojizos que le llega a los hombros, suele llevarlo peinado en delgados rizos cuando usa vestidos, y despeinado cuando merodea por las calles.
Tiene ojos son grandes y almendrados de color gris, mientras que su nariz es pequeña y sus gruesos labios lucen un rojo granada que combina con cabello y resaltan en su blanca piel.
-Especie: Cambiaformas
-Tipo: Felina
- Gato Herrumbroso (Gato de Motas Rojizas o Rusty-spotted cat)
• Peso: 1 kilogramo
• Altura: 20 centímetros
• Largo: 78 cm. (30 cm sin cola)
• Altura: 20 centímetros
• Largo: 78 cm. (30 cm sin cola)
- Spoiler:
- Margay (Caucel, Gato tigre, Tigrillo, Maracayá, Cunaguaro)
• Peso: 3.5 kg.
• Altura: 30 cm.
• Largo: 85 cm. (50 cm sin cola)
• Altura: 30 cm.
• Largo: 85 cm. (50 cm sin cola)
- Spoiler:
- Pantera Negra (Leopardo Melánico)
• Peso: 40 kg.
• Altura: 50. cm.
• Largo: 1.70 metros (85 cm sin cola)
• Altura: 50. cm.
• Largo: 1.70 metros (85 cm sin cola)
- Spoiler:
DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA
Dada su vida, creció rebelde y caprichosa, siendo desconfiada por naturaleza, procede con precaución casi todo el tiempo, buscando muchas veces pasar desapercibida.
De día interpreta el papel de una muchacha rica y educada de frágil salud, actuando delicadamente con finos y elegantes modales. En su mayoría se comporta de forma callada y reservada, aunque a veces su verdadero carácter sale a relucir cuando se altera, recibiendo una reprimenda por parte de su abuela.
Es muy curiosa y juguetona, gusta de los acertijos y las adivinanzas, pues es ágil de pensamiento y de acción, observadora y muchas veces impulsiva. Aunque en el interior tiene un temperamento dulce y apasionado por las cosas que ama, su orgullo y recelo no le permiten mostrarlo a los demás.
HISTORIA
Los Oscuros Secretos de la Familia Blair
PARTE I: EL TRATO
- ¿¡Estéril!? – gritó la anciana, y su voz retumbó en toda la mansión como un golpe sordo.
Madame Carol Annette Blair tenía un carácter fuerte e impositivo que se había intensificado desde la muerte de su esposo durante su último viaje a su natal Londres 14 años atrás; refugiando su pena desde entonces en la religión con tal intensidad que haría ver como un ateo a cualquier inquisidor.
- ¿¡Estéril!? – repitió, y su eco llegó hasta el pequeño y lúgubre calabozo ubicado al final de la escalera de hierro negro a la cual se disponía descender con los ojos fijos en la retorcida y carcomida puerta de metal.
- ¡Maldita sea la hora en que llegó esa mujer a la casa! ¡Es todo tu culpa Evan, tu culpa te digo, Dios ha decidido castigarnos por tu pecado! ¿¡Oh, que será de la casa de los Blair caída en desgracia!? Tu padre debe estar revolcándose en su tumba.
- Madre, ella no, por favor, déjelas tranquilas… se lo suplico – decía el joven Monsieur Evan Caden Blair intentando interponerse en el paso.
- Apártate del camino, Evan. Hace ya mucho tiempo que dejaste de tener el derecho opinar. – dijo Carol Blair casi entre dientes, siseando como las serpientes antes de arremeter contra su presa.
La joven esposa de Evan, Catherine Amelia Blair, vertía silenciosas lágrimas mientras los seguía. Diagnosticada por el médico de la familia como estéril, sentía el repudió de su suegra caer sobre ella. Aquélla era la segunda humillación que sufría a causa de su matrimonio arreglado con Evan Caden Blair; siendo la primera afrenta tres meses después de regresar de la luna de miel, cuando Evan le confesó que estaba enamorado de Karen, su mucama; descubriendo poco después que ella llevaba un niño dentro de su vientre.
Madame Carol encubrió el hecho para evitar que su apellido cayera en vergüenza, pero no contaba con que su propio hijo tomaría acciones por su parte, reconociendo al vástago con su apellido: Kareena Blair fue el nombre de la criatura.
La furia de Madame Carol fue tal que encerró a la niña y a su madre en la pequeña mazmorra de la mansión amenazando a su hijo con llamar a un inquisidor para que acabase con ese demonio capaz de convertirse en malignos y sucios animales, maldiciendo durante los siguientes 8 años el momento en el que aquella mujer hurón pisó el sagrado umbral de su casa.
Madame Blair bajó por las escaleras haciendo rechinar cada escalón con su paso, como si la casa también temiera su ira. - ¡Abran la puerta! – ordenó sin vacilación. Los criados se miraban atónitos, cualquiera daría la vida por la desgraciada muchacha encerrada en aquella celda pero se debatían si la muerte provocaba menos pavor en sus corazones que la furia desencadenada de Madame. - ¡Abran la puerta he dicho, o la abriré yo misma y ustedes, infelices, probarán el sabor del látigo de manos de Connor! – gritó la anciana mujer con tal expresión que sus venas se saltaban sobre su marchita piel.
Lentamente la puerta se abrió con un tenebroso sonido capaz de darle escalofríos a los propios muertos. La amenaza latente de los temidos azotes del capataz habían convencido al fin a los sirvientes, quienes con manos temblorosas empujaron la puerta mientras telarañas y polvo acumulados por ocho largos años caían al suelo. Lo único que parecía usarse con frecuencia era la pequeña rendija en el suelo donde aún podía observarse el plato de comida vacío que habían dejado esa mañana.
De rodillas, Karen abrazaba a su pequeña hija en medio de la habitación, con voz llorosa intentaba pronunciar palabras para calmar lo que creía era el temblor de su pequeña, pero no siendo más que su propio sobresalto al oír abrirse la puerta con un largo rechinido, que creyó jamás volver a escuchar.
La niña aparentaba no tener más de 3 años, y mirando en dirección a la puerta entrecerraba sus grandes ojos grises, encandilada por el brillo de una luz que nunca había visto, y tras la luminosa intromisión a la sombría habitación que consideraba todo su mundo, entró una vieja señora vistiendo elegantes ropas largas que brillaban; y, en la mano con la que sostenía un bastón, usaba joyas tan grandes que no se le alcanzaban a ver los nudillos, mientras sobre su pecho colgaban un montón de crucifijos de dorado color; y en la cabeza, cabellos blancos enredados entre cuentas brillantes que levantaban un peinado tan alto que desafiaba a la ley de gravedad. Semejante aparición hizo a Kareena aferrarse a su madre y sentir miedo por primera vez.
- Dame a la niña – dijo Madame Carol tan alto y tan claro como cuando pedía su té de media tarde, para tratar de ocultar el breve silencio que provocó la impresión… no había duda, ese ser postrado ante sus ojos que abrazaba a su cría debía estar hechizado. Ocho años encerró a la mujer con su descendiente en aquella prisión y, sin embargo, lucían como si el tiempo tuviera consideración de ellas pasando de largo sin marcar las huellas de su transcurso. Dudó si era posible al tiempo que abría tanto sus ojos que parecían salir de sus órbitas. - ¿Sería a causa de la desnutrición? – pensó preguntándose a sí misma - ¿Será obra del demonio?… - Su mente concluyó finalmente que era a causa de algún castigo divino, convirtiendo aquella mazmorra en un lugar olvidado por Dios, haciendo que cada minuto se sintiera como un año para alargar el sufrimiento de aquellos innombrables seres, siendo eso prueba irrefutable que el Cielo le daba la razón.
- ¡Nunca! ¿Para qué la quiere? Usted ni siquiera le tiene afecto – Defendió Karen poniéndose de pie y escondiendo tras sus desgastadas y sucias enaguas a Kareena.
- La desgracia ha caído sobre nuestra casa, ¡y todo es por tu culpa! Dios ha maldecido a mi familia privándonos de un heredero, tu hija es todo lo que quedará del apellido Blair si no hago algo. Dámela, y jamás volverá a sufrir hambre, sed o frío, será llenada de riquezas y joyas… pero a cambio, ella llamará ‘madre’ a la llorona de allí. – dijo mientras su huesudo dedo señalaba a Catherine, quién se mantenía apartada lamentando entre apagados gemidos su tristeza - Y tú no podrás volver a verla, te irás, lejos, muy lejos, y morirás sola, pero sabiendo que tu hija tendrá todo.
Evan Caden no daba crédito a sus oídos y sintió su sangre arder dentro de sí - ¡Madre, por favor! ¡Eso es inaudito! No voy a permitirte que uses a mi…
- ¡Cállate! ¡Yo hago lo que se me pega la gana! Para algo soy la Señora de esta casa – concluyó. Y mientras Evan abría la boca para protestar lo hizo silenciar pronunciando un ultimátum - ¡Y ya basta de alegatos! Se hace lo que ordeno; si no, ya se pueden ir despidiendo todos porque ahora mismo llamó a un inquisidor y acabo con la maldita estirpe de esa condenada mujer que es lo que debí haber hecho desde un principio.
Karen temiendo lo peor se arrodilló ante Madame Carol hecha un mar de lágrimas y suplicó – Al menos denme dos meses para irme, la niña no los conoce, nunca los ha visto, no sabe quienes son… podría asustarse, podría incluso intentar seguirme o huir, ¡por favor! ¡Por piedad!
- Un mes – sentenció la Señora Blair – Y en ese tiempo instrúyele que debe llamarte como a una criada y a Catherine como su nueva madre. Después de eso desaparecerás.
PARTE II: LA TRAGEDIA
Un mes duró lo de un suspiro y antes de darse cuenta la fecha elegida se acercaba peligrosamente. Kareena estaba renuente a los cambios y, aunque aprendía lo que su madre le enseñaba, se resistía con todas sus fuerzas a someterse a los deseos de su abuela.
La antenoche del último día, Karen llamó a su hija. – Has lo que te he dicho, nunca olvides lo que te he enseñado y vive sin miedo pero con precaución, mi corazón, que este mundo es más cruel de lo que aparenta. – La desdichada joven se sacó del bolsillo de su delantal un pequeño y hermoso anillo, pero sin ningún valor aparente, y se lo dio a Kareena. Tomó a la niña entre sus brazos y le cantó una canción de cuna mientras junto a la ventana, un confundido petirrojo silbaba una triste melodía a la Luna en las ramas de un abeto del jardín. Cuando la pequeña se durmió, su madre la besó dulcemente en la frente y ella también se entrego rendida al mundo de los sueños.
La mañana de la partida era un poco más fría de lo usual. Kareena despertó sola en la cama y temiendo no volver a ver a su madre corrió por la mansión buscándola desesperadamente.
El gritó de terror de Charlotte, la sirvienta, recorrió los pasillos de la casa hasta oídos de todos, que acudieron con premura a la sala… Las expresiones de horror de los que se encontraban ahí auguraban una tragedia. Sobre la elegante alfombra de la habitación se encontraban los cuerpos sin vida de dos mujeres, Catherine y Karen.
- Veneno. Murieron durante la madrugada. - dijo apesadumbradamente el doctor Aaron Bennet – Era cianuro, no había nada que hacer.
Evan Caden se acercó y acarició la fría mejilla de Karen y luego se arrodilló junto a ella para tomar la gélida mano de su amada, fue entonces cuando vislumbró, un poco oculto por el desgarrado y viejo chal, una larga bala plateada incrustada en su pecho, a la altura del corazón. La sacó con cuidado sin que nadie lo viese y la guardó en su bolsillo. - ¿Cómo lo sabe, doctor? – preguntó Evan con voz acongojada, aun con la mano en el bolsillo del chaleco apretando con fuerza el objeto que acababa de encontrar y sin apartar la vista de los cuerpos; uno, el de una pobre muchacha a la que le tenía lastima por verse obligada a casarse con él por la fuerza, y el otro, el de la mujer que había amado siempre.
- El aroma dulce que despide es muy característico – explicó el doctor y salió de la habitación mientras decía – Ya que no hay rastros de violencia, tienen que considerar un suicidio y llamar…
- ¡Ningún suicidio, doctor Bennet! – interrumpió Madame Blair – Lo que ha ocurrido aquí es que esa mala mujer se ha vuelto loca al fin y a envenenado a mi nuera. ¡Un homicidio es lo que ha ocurrido! Y desquiciada por la culpa, se ha matado así misma para evitar ser juzgada por la Iglesia, pero al fin sufrirá el castigo eterno que merece en los fuegos del infierno.
PARTE III: EL DEMONIO
- ¡Maldita seas en tu tumba, malvada mujer! ¡Maldita seas por la eternidad! – Farfullaba Madame Blair hecha una furia mientras llevaba casi a rastras a una niña de grandes ojos grises - ¡Evan! ¡Mira, mira!
- ¿Pero qué pasa, madre? Tal parece que viste un fantasma – decía Evan Caden acudiendo al llamado
- Un fantasma no, ¡un demonio! – gritó la señora Blair mostrando Kareena - ¡Está maldita! ¡Maldita como la madre!
- ¿De qué hablas? – preguntaba confundido Evan tratando de soltar a su hija del brazo de la anciana y llevándola hacia él.
- ¡Es igual al demonio aquel! ¡La he visto, Evan, la he visto! ¡Esta criatura también es un espíritu del mal! ¡Se ha convertido en un animal ante mis ojos! … La he atrapado convirtiéndose en un gato ¡un gato, Evan! ¡Los gatos son animales salidos del infierno! Cuando grité, ha regresado a ser una niña, pero te lo digo, Evan ¡Está maldita! maldita, te digo, pero eso no va detenerme, no, yo la curaré de su mal, ya verás…
Tan solo un año tuvo que pasar para que Carol Blair descubriera que su nieta era una cambiaformas como Karen; y desde entonces sentenció a la niña, so pena de muerte, a que jamás lo revelase a nadie; y, durante los siguientes años, la sometió en secreto a duras pruebas de purificación obligándola a pagar por el pecado de nacer demonio.
Creyendo maldito el nombre de Kareena, le impuso él de Catherine, ocultando el verdadero bajo amenazas y castigos, mandando azotar a cualquiera que no llamara de esta forma a la heredera de la casa o se atreviera siquiera a mencionar el nombre de la mujer que Madame Carol acusaba de desgraciar su vida.
Aprovechándose de la imagen que daba la niña aparentando menor edad a la real, la presentó 8 años después ante sus amistades como hija de su difunta nuera - …La probrecita murió dando a luz… no tuvo suficiente fuerza para vivir… - decía Carol Blair cuando charlaba con sus frecuentes visitas - … La pequeña Catherine es una criatura dulce y delicada, se enferma fácilmente como su fallecida madre, por eso casi no sale, es preciso cuidar de su inestable salud… - Excusaba la vieja tratando de aclarar posibles preguntas. Kareena entonces aparentaba poco más de 7 años, con lo cual la historia de Madame Carol se adecuaba perfectamente a lo que los invitados podían observar, desconociendo la gran verdad que permanecía oculta tras la falsa sonrisa de su anfitriona. Sin duda, una mujer inteligente, y a la vez, temible, era lo que Evan Caden consideraba de su madre cuando la oía narrar aquellos cuentos infinidad de veces con esa convicción ferviente de que al fin de repeticiones la mentira se volviera realidad…
Veinte años pasaron por la mansión, dejando grandes ojeras oscuras de rencor bajo los ojos de Carol Blair y arrugas de sufrimiento en la cara de Evan… mientras que el tiempo, así como marchita con su paso algunas ortigas y flores, a otras las hace florecer a media luz; tal como hizo con Kareena.
Poco a poco su imagen se alejaba de los años que pretendía tener ante la sociedad, y a pesar de que pregonaba tener diecinueve aparentaba poco más de 16 años, lo que la abuela atribuía ante sus amistades como un desarrollo rezagado por su débil cuerpo.
La joven con frecuencia ostenta el porte de una rica mademoiselle llamada Catherine Blair, cargando así con un nombre y un apellido de día; pero de noche, vagaba por las calles, a escondidas de su abuela y encubierta por su padre, haciendo un antiguo y fino trabajo, al que ella consideraba un arte heredado por su madre, haciendo encargos para otros por un justo precio.
Y aunque robar objetos era un trabajo bien pagado, no dejaba pasar oportunidad para guardar datos que los llevara, a ella y a su padre, a descubrir que pasó aquella trágica noche 29 años atrás… y en el camino, recolectaba información que pudieran serle útil para vender por un buen saco de oro, ganándose a pulso el sobrenombre de Kareena, la Ladrona de Secretos.
DATOS EXTRA
- Atiende a cualquier cliente no importa su trabajo, especie o raza mientras pague bien por sus servicios de información, robo o búsqueda de objetos.
- Merodea de noche en busca de información que la conduzca al dueño de la bala que encontraron en el cuerpo de su madre.
gracias a αgusτınα• de sourcecode
Kareena Blair- Cambiante Clase Alta
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Re: Kareena Blair
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Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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