Doll [Privado]

Siempre escapaba del campamento, odiaba ese lugar, estaba solo ya, su abuelo había muerto, pero no era estúpido, lo tenían ahí por lastima, pero seguían insistiendo, después de regresar de uno de sus tantos descansos, un hombre y dos mujeres le habían interceptado, así de la nada y le frenaron antes de entrar a la carpa. -¡Florian, es hora de que te cases!, lo prometiste a tu abuelo y es una regla del clan –Le susurraron y hasta mal miraron, no es que tuviera atracción por otros hombres, tampoco por algunas mujeres, es que no le gustaba la presión social que ejercían sobre él. Casarse, hacer hijos, trabajar y morir, no tenía sentido para él, era afortunado decían los demás, pues a muchas gitanas él lograba conquistar con la simple mirada. Pero ninguna para esposa, prefería escabullirse por las sombras y regresar hasta el anochecer solo para dormir de nuevo, era un perezoso por excelencia. Y se había vuelto así gracias a la pérdida de su abuelo, no quería dejarse llevar por la sed de venganza por aquella muerte había sido provocada por su ‘supuesto’ hermano. ¡Pamplinas!, él negaba a su familia, lo único bueno era aquel hombre que murió hace tanto para salvarlo. Estaba divagando en eso mientras le daban una zarandeada verbal con todos esos comentarios y reglas del clan, pues el ‘consejo’ de ancianos así lo dictaba.

-¡No gracias!, si me quieren correr háganlo, parís está lleno de otros gitanos y de otras cosas, no necesito quedarme, si lo hacen por respetar la memoria de mi abuelo lo entenderé, pero no quiero seguir aquí, no tomaré a su hija –Fulmino con la mirada a uno de los gitanos que desde hacía meses lo seguía para que desposara a su hija –Ni a la suya, ni a la suya. Entiendan, no quiero casarme –los mal miro a todos, como desearía que aquella gitana, Yude, estuviera con él, era cierto que Florian estaba enamorado de ella. Pero ahora que estaba casada con un brujo y se había marchado del campamento la situación había cambiado, suspiro y se metió a la carpa, tan solo para destrozar todo. Estaba aún escuchando a los ‘adultos’ discutir sobre lo mal que se comportaba, que no ayudaba a los demás hombres del clan y esas cosas tan absurdas. Ni Leena estaba ya, había muerto, todo eso lo tenía un poco afectado.

Salió de la carpa una vez que todo estaba en calma, comía un trozo de pan y queso, mientras escuchaba a los niños correr por aquí y por allá, cuando salió, se estiró y dio un paseo de la mano con Lyan, una de las chiquillas que le tenía aprecio a Florian, como si estuviese enamorada y de pronto noto algo extraño. Como si alguien le siguiera. No hizo caso, bajo a la chiquilla y se fue hasta el centro de parís, sentándose en la hierba, ateniéndose a las miradas de la gente de ‘sociedad’. Solo quería descansar y no ser correteado por la ley, si no lo mandarían a la inquisición y ahí su castigo sería peor y solo por respirar el mismo aire que los ricos. Pero apenas se había sentado y cerrado los parpados. Una voz femenina pronuncio su nombre ‘Florian’… Aquello lo saco del trance, abrió de golpe los ojos y ahí estaba ella, alguien que más bien parecía una princesa sacada de algún cuento extraño.

Torció los labios, suspiro una vez más y dejo que su imaginación volara, pues no la recordaba, no sabía exactamente quién era, la había visto quizás, pero ¿Quién era?, muchas gitanas, ya no quería nada relacionado, con faldas, senos y demás cosas que denotaran femineidad. -¿Qué quieres? – Soltó con un tono algo grosero, pero era su cansancio el que hablaba. La observó, ella era realmente hermosa. Tanto que se había quedado navegando en sus pupilas sintiendo que descansaba en el cielo, o en las aguas de los jardines botánicos. Así de mal estaba el pobre gitano perseguido por todo, o casi por todo.