|Kerevan~ID|

Edad: 36 años
Especie: Humano
Tipo: Brujo
Clase Social: Clase Alta
Orientación Sexual: Bisexual
Lugar de Origen: París
Ocupación: Fabricante, vendedor y coleccionista de muñecas de porcelana

→ Hechicería: Habilidad para hacer que cosas sucedan, ya sea a favor o en contra de alguna persona; por medio de conjuros, hierbas y pociones.

→ Percepción del aura: Habilidad para ver las auras de otros seres, cuyos colores indican su humor, identidad y nivel de hostilidad. De este modo saben si están bajo amenaza. Este poder les permite reconocer a licántropos y cambiaformas cuando no están transformados e identificar a los vampiros gracias a su aura pálida.

→ Creación de ilusiones: Habilidad que le permite crear ilusiones a su alrededor; imitará texturas, sonidos, olores, etc. Desconcertando así a su oponente y brindándole una excelente arma defensiva. El poseedor de este don será capaz de entrar en la mente de su adversario con sus ilusiones.

→ Nigromancia: Habilidad que consiste en la adivinación mediante la consulta a los muertos y sus espíritus o cadáveres. Uso de los muertos a su favor.

→ Titiritero: Brujo con la capacidad de adherir un alma errante a un objeto inanimado y controlarlo a voluntad.

Así lo describen muchas personas, simplemente porque siempre se suele mostrar como el varón perfecto, claro que es difícil que cada persona lo pueda ver así. Su truco está en ser realmente observador para saber qué quieren de él, qué buscan las mujeres o los hombres, cómo satisfacerlos, que tipo de personalidad encajará más con ellos. Esto ha conseguido que sea imposible describir su personalidad real, pues es alguien que se amolda a cada persona, a cara situación. Claro que al conocerlo en profundidad se descubren facetas de él que nada tiene que ver con lo que los demás buscan. Y también hay que tener en cuenta, que no siempre muestra ese lado "perfecto", tan solo lo hace cuando le conviene, cuando lo necesita por algún motivo, solo con un fin.

Sin embargo en la soledad, con quien no necesita fingir, dista mucho de ser ese hombre ideal. Es bastante hosco y no le gusta la gente que le lleva la contraria. Las cosas como él las dice, si no le interesa tu vida no la va a escuchar, porque tú y el resto le dais igual, solo se importa él mismo, enriquecerse, conseguir sus metas, que le respeten y le admiren por las cosas que él considera que hace bien, que disfruten de su talento y no tener comparación. Es egoísta y posesivo, de trato difícil, prefiere mucho más la soledad a la compañía de cualquier persona o ser vivo. No tiene remordimientos ni límites, es cruel, lo sabe y le da igual. No piensa en cómo se sentirán los demás, no se para a mirar si los que le rodean están bien o mal, mientras él lo esté. Es alguien sin escrúpulos, y eso lo convierte en una persona peligrosa, ya que no teme hacer nada mientras no le perjudique a él.

A la hora de hablar de sentimientos, tanto si son en un ámbito familiar, como si son en uno sentimental, se podría decir que él se mueve más por caprichos y obsesiones que por sentimientos tan profundos. Puede que alguna vez llegue a amar o apreciar a alguien, pero termina teniendo un gran sentimiento de posesividad, lo que hace parecer que no es algo sincero, si no una necesidad total de tener a una persona y que nadie más se le acerque. Es fácil poner en duda que dentro de ese caparazón existan cosas buenas, que existan verdaderos sentimientos que no sean fingidos, y en realidad, pocas veces ha sido así. Casi siempre ha sido todo mentira, y las personas que han logrado algo de él, terminaban siendo su obsesión, de una forma totalmente insana.

Cuando alguien se le mete entre ceja y ceja, es prácticamente imposible sacárselo. Puede que no te demuestre el enorme odio o asco que siente, que lo oculte bajo su típica máscara de hombre encantador, pero si puede encontrar la forma de arruinar tu vida, amargar tu existencia y herirte de peores formas que la muerte, lo hará. No sería la primera vez que "esclaviza" a una persona que se ha ganado su desprecio, simplemente para que pase su existencia bajo terribles sufrimientos y torturas, daños psicológicos y todo lo que se le pase por la mente.  Ni qué decir de cuando estas personas fallecen, cuando sus espíritus están a su disposición. Los condena de la forma que más se merezcan -según su criterio- para no dejarlos descansar jamás en paz.

Una gran familia numerosa, llena de pequeños correteando por la gran casona de la familia, jugando en el jardín juntos, gritando y armando jaleo. Ese era el sueño de su padre. Cuando contrajo matrimonio con Eleonore, su joven esposa, tenía grandes expectativas al respecto. El primero en llegar fue Kerevan, apenas unos meses después de contraer matrimonio, ella ya había quedado en estado. El embarazo fue un poco complicado, los últimos meses, la mujer tuvo que pasarlos en cama en todo momento, a riesgo de perder a la criatura. Sin embargo, aquello llegó a buen puerto, y el bebé nació sin ningún tipo de problema aparente.

Pasaron apenas dos años antes de que llegara el segundo, o más bien, la segunda. Esta vez, su madre apenas pudo salir de la habitación desde los primeros meses de gestación. Y a medida que avanzaba, los peligros para ella y el propio nuevo bebé, se hicieron más patentes. Cuando dio a luz, a una preciosa niña a la que llamaron Ariadna, se quedó mucho tiempo sin poder recuperar una vida normal. Los niños crecían bien, a la edad de seis años, Kerevan no se apartaba de su pequeña hermana, habían creado un estrecho lazo y él se preocupaba de cuidarla más que a nadie.

A pesar de que los médicos le advirtieron a la joven Eleonore de que no se arriesgara con un nuevo embarazo, Gaspard, su padre, no parecía nada complacido con esa idea. Quería más hijos, era su sueño y no pensaba dejarlo de lado. Así que sin tener en cuenta la salud de su mujer, volvió a buscar dejarla en estado, y lo consiguió poco después. Ese embarazo, sin embargo, no fue como los demás. Al poco tiempo, a la casa empezaron a llegar médicos a horas que no eran las normales. Hombres y mujeres de extraña apariencia, que le daban bebidas a su madre cuyo olor le era totalmente desconocido. Kerevan, curioso por naturaleza, quería saber más.

Así conoció a Pierre, el hombre que le mostró sus verdaderos dones, que le enseñó el camino de la magia; su mentor. El niño se sintió poderoso, entendió que podía hacer cosas que los demás jamás podrían imaginar. Estuvo muchos meses viéndose en secreto con Pierre, aprendiendo de su sabiduría y compaginándolo con su vida cotidiana. Hasta que, al llegar el momento del parto, su madre falleció. A pesar de haber pasado tanto tiempo enferma, era la única persona -aparte de la propia Ariadna, su hermana- que había generado verdaderos sentimientos en Kerevan, y este sintió su pérdida como una daga realmente dolorosa. El bebé sobrevivió, pero su madre se había marchado para siempre. Ni que decir queda, que su padre no tardó en buscar una nueva mujer, que pudiera hacerse cargo del cuidado de la recién llegada criatura, así como de sus hijos ya algo más mayores, el niño siempre pensó que su padre ya lo veía venir, porque a esa mujer, la había visto tiempo atrás entrando y saliendo de la casa.

Kerevan, con apenas siete años, fue a ver al recién llegado. Era un niño, un varón que amenazaba con quitarle su lugar en la casa, un nuevo hombre que había matado a su madre. No lo podía ver como nada más que eso. No le temblaron las manos cuando asfixió al bebé, cubriendo su cara con la almohada que le habían puesto. Cuando supo que la criatura ya no se movería más, le colocó de nuevo el objeto bajo la cabeza y sonrió con satisfacción, se dio la vuelta y se marchó de allí. Tomaron la muerte del pequeño como una de esas tragedias de muerte súbita que ocurren a los infantes, así que nadie llegó nunca a pensar, que el propio Kerevan, acababa de cometer su primer asesinato, y que sus jóvenes ojos se habían abierto a un mundo nuevo.

Para su sorpresa, encontró en Pierre un aliado mucho más interesante de lo que habría podido imaginar. Tomó al niño como su pupilo directo, al parecer, tenía el don de la premonición y había sido capaz de ver, lo que el chico había hecho y todo lo que podría llegar a conseguir si se lo proponía. Le abrió las puertas a la magia negra, que el pequeño abrazó como si de sus mejores juguetes se trataran. Lo primero que pidió, fue poder hacer algo respecto a la mujer que estaba en su casa. No la mataría, porque eso no tenía mucho sentido, sin embargo, preparó una poción, con ciertas hierbas especiales, que le fue colando en las comidas y bebidas sin que ella lo supiera. Esto hizo que no fuera capaz de concebir hijos, para desespero de su propio padre, que veía como su familia se estaba quedando estancada, y comenzaba a concentrarse más en su trabajo, en su negocio de textil, con una gran empresa que fabricaba telas, de las mejores de París.

Así continuaron sus años de juventud; aprendiendo con Pierre, dejando estéril temporalmente a su madrastra y cuidando de su hermana. Siguió estudiando, dedicando tiempo, todo el que tuviera, a mejorar y ser mucho más inteligente, más hábil. Cuando alcanzó los dieciocho años, ya era todo un hombre hecho y derecho, sus planes empezaban a tomar otra forma y trató de llevar a cabo el primero de sus hechizos más importantes, invocar a un alma, y atarla a un objeto. Había hecho algo de su propia creación, pues resultó ser un muchacho realmente hábil en la fabricación de muñecas de porcelana. Había hecho una preciosa, a imagen y semejanza de su difunta madre. Un pequeño cuerpo perfecto, para incrustar en él su alma.

Lo consiguió, esto solo alimentó más y  más su ego. Tenía a su madre de nuevo a su lado, aunque fuera esclavizada en una muñeca que mantenía en el más estricto secreto. Se sentía satisfecho, se sentía...increíble. Supo que su padre ya llevaba tiempo sin tocar a su madrastra, así que vio a bien retirarle la "medicación" que le estaba dando a escondidas. Solo entonces, cuando supo que ella estaba de nuevo recuperada, se acercó a la mujer, que, en su soledad, no fue capaz de resistirse a los encantos del más joven de la casa. Quedó embarazada, del propio Kerevan, lo que hizo enloquecer a su padre de celos. Ella nunca dijo quién había sido el autor, porque en su estupidez, creía que el muchacho la amaba, ya que eso le había hecho creer. Era una mujer sin familia, que había sido entregada al padre de él por a saber qué tipo de tratos económicos, así que...¿quién notaría su falta? Esto fue lo que la voz venenosa del chico susurraba al mayor; "puedes acabar con ella, te traicionó, no te dio más hijos y fue a yacer con algún cualquiera, a él sí le ha dado descendencia, se merecen la muerte, ella y su bastardo. Yo te ayudaré a ocultarlo todo..."

Y él se dejó convencer, dejó que la ira lo consumiera, y durante la noche, acabó con la vida de su esposa, de la madrastra de Kerevan y Eleonore, de la madre de su nieto, aun sin saberlo. Entre las sombras, el propio Kerevan lo observó todo, sonriendo con satisfacción; su segunda y tercera vida fueron cobradas. No mostró nunca remordimiento alguno, ¿un hijo? No era más que un feto en el vientre de una puta. Ayudó a su padre a ocultar todo rastro del asesinato, y se dijo que la mujer había muerto por motivos del embarazo, ya que no sería la primera vez que pasaba en esa casa. El hombre no volvió a tomar ninguna nueva mujer, y Kerevan reafirmó su lugar en el hogar.

Sin embargo, una nueva sombra se cernía sobre los Flourite, y era que su hermana había alcanzado la edad para casarse. Su padre, en vista de la mala suerte que parecían correr las mujeres en ese hogar, decidió comprometerla, con un comerciante adinerado, que además haría buenos negocios con la familia. Ni que decir tiene, que esto enfureció a Kerevan hasta límites insospechados. Su hermana era SUYA, única y exclusivamente suya, no podía consentir que un hombre cualquiera le pusiera las manos encima y mancillaran su pureza, esa que la hacía ser tan especial, tan única en el mundo. Pidió a su padre que lo pensara mejor, que no era necesario armar un matrimonio de aquella manera, pero este no quiso escuchar, estaba más que decidido. El brujo tomó una drástica decisión, y es que él se regía por un claro principio: Si no eres mía, no serás de nadie.

No podía proteger a su hermana de ser casada con un desconocido, así que de nuevo recurrió a sus malas artes. Antes de nada, se puso de nuevo en su amada tarea de crear una muñeca, preciosa y perfecta, lo suficiente como para hacer justicia a lo que era la propia Ariadna. Tardó, más de lo esperado, ya que nunca era suficiente, nunca era todo lo que deseaba. Pero cuando lo consiguió, preparó un veneno letal, no quería hacerla sufrir. La muchacha y su futuro marido, a esas alturas, ya habían tenido tiempo para conocerse, y ella juraba que no era un mal hombre, aunque fuera un poco mayor, que no le importaba casarse con él. Kerevan no lo aceptó, ni siquiera escuchó, fue hacia donde dormía la menor de la casa y le acarició con suavidad el rostro, pidiéndole que tragara lo que había traído para ella. Confiada, porque su hermano nunca haría nada que pudiera dañarla, ella bebió del frasco. El mayor se inclinó y le dio un suave y delicado beso en los labios, casto, sin lujuria, sin nada impuro. El venenoso  beso de la muerte que poco después atacó a la chica.

Se marchó hacia su pequeño lugar especial, donde aguardaba la muñeca de porcelana en la que poco después adhirió el alma de su hermana. Sonrió, de nuevo satisfecho con su obra, mientras esta se movía, tratando de asimilar su nueva posición; "Ahora te podré cuidar por siempre, y solo serás mía, solo yo podré verte y disfrutar de tu belleza". Ahora su madre y su hermana eran dos muñecas, las dos primeras de su colección, y Kerevan se había cobrado su cuarta víctima. Fue ahí, cuando decidió que quería seguir agrandando su estantería.

El caso de su hermana fue sonado, sin embargo, él enterró su cuerpo, lo hizo desaparecer para hacer creer a todos que ella se había fugado, pues no deseaba casarse con aquel hombre. Su padre cada día aguantaba menos las desgracias y era un hombre más y más triste a cada momento que pasaba, pero a él eso le venía bien, no quería un hombre con fuerzas a su lado. Kerevan se hizo con los negocios, con el mando de estos, su padre el encargado de la fábrica textil, claro, pero era él quién manejaba el cotarro. Así también comenzó a hacer muñecas y venderlas, mucho menos perfectas que las que se guardaba para él, claro, peor sin duda lo suficientemente buenas como para ser vendidas a un precio muy interesantes. Las ropas estaban hechas con las telas de la fábrica, y los cabellos eran siempre naturales, comprado a las mujeres que lo entregaban por unos francos.

Sus nuevas víctimas fueron elegidas a conciencia, prostitutas preciosas, mujeres que le parecían un verdadero regalo al mundo y que sin embargo habían sido mancilladas por sus malas decisiones. En el mundo de la pobreza, pocos eran los que se preocupaban de cuando los más bajos desaparecían o morían de supuestas enfermedades. Él hacía muñecas y les adhería el alma de sus víctimas, llenando cada vez más las estanterías de su hogar, de su sala privada.

A los treinta años contrajo matrimonio con una mujer de clase alta, una mujer digna de su estatus. A pesar de que la llevó a vivir a su hogar, apenas la usa para tener relaciones e ir con ella a los encuentros sociales en los que se le precisa. No la ama, pero es suya, nunca le permitiría serle infiel, en caso de descubrir algo así, su vida ya habría tocado a su fin. Él tiene sus amantes, pero se encarga de hacerlo de forma que nadie más lo sepa. Ella es la encargada de la fábrica textil, ya que su padre cada vez tiene menos fuerzas y pronto morirá, no se puede quejar, pues le da todos sus caprichos y la mantiene bien. Por supuesto, no está al tanto de los tonteos de su marido con la magia negra, ni con la magia en general.

Kerevan ya la ha puesto al día sobre que pronto será momento de tener descendencia, no por amor, más bien porque es lo que se espera y porque debe tener herederos para que sigan con la línea que él ha mantenido todo ese tiempo.

Otros datos

φ Siempre elige a sus víctimas, nunca asesina de forma indiscriminada o demasiado seguido, tampoco es tan estúpido como para llamar la atención. Estas además, siempre son prostitutas o mujeres de la calle.
φ Nadie, aparte de Pierre, sabe sobre sus tonteos con la magia negra y normal. Siempre la usa en su propio beneficio, nada más.
φ Le encanta vender sus muñecas y a menudo las hace por encargo para niñas ricas, casi siempre, hasta estas entregan su propio pelo para que las pequeñas sean iguales a ellas.
φ Tiene una gran obsesión por las cosas que considera "hermosas". El cabello, los ojos, las ropas, el cuerpo de mujeres y en alguna ocasión hombres, que cree que merecería la pena ser representado en una de sus creaciones. Puede llegar a encapricharse de una forma muy intensa.